Revista Hermanas de la Cruz Número 27

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Sumario

SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ .

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1. Editorial ........................................................................................................................................................... 4 2. La Cátedra del Corazón de Jesús II............................................................................. 6 3. Me gusta contarte cosas... - Santísima Virgen ............................................................................................................................... 8 4. Hablamos de ella - Una experiencia de amor .................................................................................................11 5. LOS FRUTOS DE UNA VISITA - Crónica de la visita del Cardenal Robert Sarah ..................................13 - Homilía pronunciada por el Cardenal Robert Sarah .....................21 - Cardenal Sarah: “El Evangelio es radical” ..................................................25

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Sumario

SANTA MARÍA DE LA PURÍSIMA Página

1. Bajo la moción del Espíritu Santo ...............................................................................27 2. Vivió en una primavera perpetua ..............................................................................31 3. Una sonrisa de despedida .................................................................................................34 4. Así la vieron sus contemporáneos - Testimonio sobre Madre María de la Purísima ...........................................37 - Algo tiene que nos da tirones hacia el cielo ........................................... 40 - Semblanza de la Madre Purísima .............................................................................43

CAUSA DE CANONIZACIÓN DE JOSÉ TORRES PADILLA - Artículos periodísticos sobre el Padre José Torres - V .......................46 - Pintura retrato del siervo de Dios ............................................................................ 50

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En el mes de junio entramos en el mes del Corazón de Jesús y celebraremos la solemnidad de su fiesta. Santa Ángela en sus cartas nos dice: “¿Qué es el corazón de Jesús más que amor? Y eso quiere de sus almas escogidas, mucho amor; que aprendamos a amar y a sacrificarnos como Él amó y se sacrificó por el hombre. Así quiere que nos amemos los unos a los otros”.1 Nos viene a la memoria las palabras del Señor: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Cristo nos llama particularmente con dos palabras concretas para que nos acerquemos a Él. Dos palabras que son decisivas para la vida del cristiano y que a la vez tanto nos cuesta poner en práctica: mansedumbre y humildad. ¡Sagrado Corazón de Jesús en vos confío! ¡Señor quisiéramos imitarte en todo, haciéndolo todo con mansedumbre y humildad! Te pedimos ser humildes y mansos de corazón para servir y amar como lo hacías Tú.

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Epistolario de santa Ángela de la Cruz. Vol. II. 1878-1882

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EDITORIAL

Danos mucha fe y mucha confianza, Señor, para avanzar cada día, haciendo siempre tu voluntad porque aunque tantas veces fallamos y te abandonamos, sabes que te amamos. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío! También en este año estamos celebrando el Centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús. Es un gran regalo tener la oportunidad de trabajar por el Reino de Dios en nuestras tareas diarias, con la familia, en nuestro trabajo hecho con esmero… Y donde más consuelo y amor recibimos de Jesús es viviendo bien la Confesión y la Eucaristía, cuidando la Adoración y la visita al Santísimo. Una visita excepcional: El Cardenal Robert Sarah visita nuestra casa. Nos sentimos muy agradecidas y felices de haber tenido entre nosotras a una figura de primer orden de la Iglesia, interesada por pasar unas horas de su tiempo entre nosotras. En las hojas centrales

compartimos

con

nuestros lectores, una crónica de su estancia entre nosotras. 5


LA CÁTEDRA DEL CORAZÓN DE JESÚS II EL CALVARIO

Es nuestro propósito, que ya proponíamos en idéntico artículo del número anterior de esta Revista, intentar, de la mano maestra de Santa Ángela de la Cruz, saborear las tres cátedras donde ella descubre al Corazón de Cristo como maestro de perfecta Santidad para sus Hermanas en la Compañía, y lo hace en el marco de una “Carta de Año” fechada en 1918 con la finalidad de preparar a sus Hijas a la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. Si en la primera Cátedra contemplábamos lo que hace, dice y a qué convida el Corazón del Verbo encarnado Niño en Belén, veremos en esta Cátedra segunda al mismo adorable Corazón en la edad de su plenitud terrena en la cima del Calvario. El Calvario es “el lugar” de Sor Ángela, su Patria y la Patria de la Compañía de Hermanas de la Cruz. Fuera de ese Lugar “enfrente y muy cerca” del Crucificado, tal como le había hecho ver el Señor a Angelita Guerrero en la Gracia Fundacional, se encuentran forasteras en este país del mundo y en esta ciudad terrena. Santa Ángela comienza en esta carta de 1918 describiendo una subida al Gólgota con claros tintes de la sevillanía, de la que hizo siempre gala esta hija de las más preclaras de la Iglesia hispalense y de la Ciudad de Sevilla. Se sube al Calvario tras las marcas ensangrentadas de los pies mismos del Redentor, que ha dejado el camino ya marcado y claro en un ascenso cada vez más lleno de las flores -afirma sor Ángela- de su sangre hacía la descollada cima. El Señor nos ha marcado el camino para que sigamos sus huellas, nos recomienda el príncipe de los apóstoles, Pedro (cfr. I P. 2,21). Madre Angelita nos pinta el ascenso al Calvario con la experiencia de una composición de lugar que ella misma conoce y que ha experimentado largamente como “su lugar” vital. La contemplación del Crucificado es para Sor Ángela de la Cruz el libro abierto de toda su sabiduría, no es una mera contemplación más en su acervo interior, es La Contemplación por antonomasia que centra 6


LA CÁTEDRA DEL CORAZÓN DE JESÚS II

El Calvario toda su existencia y en la que descubre que toda su vocación existencial es elevar un Calvario aquí y ahora para imitar a Jesús sirviendo a la Obra de la redención entre los más pobres. El Corazón de Jesús se hace así en el Calvario para Santa Ángela, como para la Esposa del Cantar de los Cantares de la Sagrada Escritura, en la hendidura de la Roca donde colocar a sus polluelos, nacidos del casto Amor de Su Esposo Cristo. Recoge así con maestría Madre Angelita la rica tradición de la Iglesia que a través de la Humanidad Santísima de Cristo llega a la entraña misma de la Divinidad que se ha revelado al hombre en la plenitud de la historia desde el Amor en un Corazón de carne -¡traspasado!- en el que a su vez habita la plenitud de la Divinidad. Aposentarse en esta cátedra del Calvario es no sólo una patria de referencia para Santa Ángela, es su sitio donde vivir y el libro donde aprender la ciencia de la Vida. El Corazón del Crucificado se hace para ella el maestro único de la única sabiduría, fuera de la cual todo es necedad y estimado como basura fuera de esta única riqueza que es la pobreza y desasimiento total del Gólgota. Imitemos el ejemplo de Santa Ángela y hagamos del Corazón de Jesús en la cima del Calvario nuestra morada, nuestro libro de cabecera donde aprender la ciencia de la Vida, nuestra ruta y dirección hacia el Paraíso que, o pasa por el Crucificado, o nunca llegará a la meta para la que fuimos elegidos antes la de creación del mundo a fin de ser en la imitación del Divino Modelo de la Cruz santos e irreprochables ante Dios por el Amor. ¡Santa Ángela De la Cruz, moradora del Calvario, haznos vivir siempre en la Cruz nuestra Patria y nuestra luz! Juan Alberto Ramírez Avilés, Rector Santuario Diocesano de Urda. Toledo. 7


SANTÍSIMA VIRGEN No hay Santo en el que no haya destacado de manera particular su devoción a la Virgen Santísima. Y tú no digamos, Sor Ángela, siempre querías que la Virgen estuviera presidiendo el oratorio. Recuerdo ahora la visión de la Virgen que tuviste en la calle Enladrillada. Solamente me fijaré en el comienzo: “Por mucho que adornen este oratorio no estará como a mí me parece verlo, porque no me parece ver a nuestra amadísima Reina en un altar, sino en un trono de gloria radiante de hermosura...” (327) Todo te parecía poco para Ella. La mujer escogida por Dios y que responde con su “sí” a lo que Él le pide. La vemos, en los evangelios: feliz, humilde, preocupada, sufriendo, viviendo cada momento de su vida y de la vida de su Hijo Jesús con una donación total y siempre fiel al cumplimiento de la voluntad de Dios. Habría que verte Angelita, de pequeña, en aquella iglesia de Santa Lucía, de rodillas, llamando Madre a la Virgen de la Salud, hablándole con la confianza con que una hija puede hablar a su madre. Dicen que tu mamá tenía encomendado ese altar para tenerlo siempre limpio y adornado, seguro que te gustaba ayudarle y también rezar el rosario, con ella, ante la Virgen. De mayor, ya en la Compañía la elegiste como Superiora y además, la llamabas Maestra. No me cabe la menor duda que la Virgen te ayudaba y protegía, pero también aprendiste de ella a ser humilde, sencilla, servidora de todos y, sobre todo, a estar al pie de la Cruz.

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ME GUSTA CONTARTE COSAS...

Santísima Virgen Amabas mucho a la Santísima Virgen; yo creo que en gran manera era porque te identificabas con ella, por eso en aquella meditación sobre la Resurrección del Señor escribiste: “El día de la Resurrección... sentí en mi alma tan tierno amor hacia nuestra Santísima Madre, que lo tengo por uno de los beneficios más grandes... Madre mía, Madre mía... No hay nada que pueda compararse con esta dulzura. ¡Madre mía!” (543) Nunca dejaste de rezar devotamente el Santo Rosario. Estoy seguro de que tu madre fue la que te enseñó a rezarlo, ¡qué pena que a tantos niños ya no se les enseña esta devoción!. Tus biógrafos nos dicen que te reunías en tu casa con tus amigas y allí, ante un altarcito que tenías en un rincón de tu habitación, lo rezabais y cantabais a la Virgen. También sabemos que de mayorcita, en el taller de zapatos, al terminar la jornada rezabais las oficialas, unidas a Doña Antonia el rosario, todas muy fervorosas.

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ME GUSTA CONTARTE COSAS...

Santísima Virgen Se cuenta que un día sorprendiste de manera particular a tus compañeras, pues mientras rezabais el rosario, quedaste como suspendida, elevada sobre el suelo. Las cosas de los santos, ¿no?, pues menudo susto que darías a la maestra y oficialas. Tu pensamiento se fue hasta el cielo en la contemplación del misterio que estabais meditando y...te olvidaste del suelo que pisabas. ¿Qué estaría pasando por tu mente? Era más fuerte la fuerza hacia Dios que la propia de la gravedad. ¡Madre mía! Y yo cuando rezo me distraigo con cualquier cosa, sobre todo cuando tengo alguna preocupación. Ahora tenemos una novedad, algo que no conociste. Precisamente el Papa que te beatificó y canonizó, gran devoto de la Santísima Virgen, SS. Juan Pablo II, nos invitó a rezar los “misterios luminosos” y, fíjate, el último de ellos es uno que te gustaría mucho: “Jesús instituye la Eucaristía”. ¿Qué te parece? Para las Hermanas escribiste: “Una de las cosas que han de ser de Regla es el rosario, que han de rezar a mediodía delante de Nuestra Señora...” “Los sábados también Salve y los demás días de la Virgen; los días festivos entonarán también algunas cancioncitas a su Madre, como para desahogo del espíritu” (329) Les dijiste también que, los domingos y días de fiesta, en vez de una parte del rosario, rezaran la Corona completa, es decir, todos los misterios. Querías mucho a la Virgen ¿verdad? Todo te parecía poco para honrarla, llegabas hasta desear que si salía una flor en una maceta se cortara y se le pusiera a Ella. Detalles de cariño que a ti no se te pasaban por alto. Ahora mismo voy a comprar dos ramos de flores, uno para la Virgen y otro para ti, y no me digas que no, porque de todas formas pienso traerlos. Adios.

Luis Cornello Espina,sdb. (“Reflexionando con Sor Ángela”) 10


UNA EXPERIENCIA DE AMOR En alguna ocasión hemos querido hacer una definición de nuestra oración, o al menos preguntarnos ¿Cómo es mi oración? Se tiene la sensación de que no se sabe orar, o que no se ora bien, o que no se utilizan métodos adecuados… Santa Ángela de la Cruz tal vez nos pueda orientar: “En la oración está el remedio de todos los males; la oración cura todas las enfermedades, cicatriza todas las heridas, endulza las amarguras”. Para que esto que nos dice Madre se haga realidad, hace falta un corazón humilde. La humildad es la virtud que sostiene a todas las demás. San Pedro en su primera carta nos recomienda: «Sed humildes unos con otros» (1 Pe 5). Esta humildad tiene que ir más allá de las palabras, no solamente conformarnos con decir que queremos ser humilde, sino demostrarlo con las obras. Con frecuencia hemos de pedir a Dios el don de la humildad: “Jesús manso y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al tuyo”. Segundo, entrar en la profundidad del Padre. La oración nos tiene que llevar siempre a la intimidad. De Sor Ángela que en ella como en un espejo vemos nuestras imperfecciones. No nos ayuda una oración que es solo para cumplir o rutinaria. Entrar en el Corazón del Señor es querer configurarse con Él, para vivir como Él, sentir como Él y amar como Él. No se ama a distancia, el amor es siempre concreto, por eso la oración nos entra en lo más íntimo del Señor. Cristo tiene abierto su Corazón, y esto facilita las cosas. Tercero, conversar con Él. Seguimos a un Dios vivo. Un Dios que nos habla y nos responde, que nos anima y nos corrige, un Dios que al igual que hizo con los de Emaús, recorre el camino con nosotros y nos da conversación. La oración no es un monólogo, sino que es un diálogo. En el Sagrario está el

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HABLAMOS DE ELLA

Una experiencia de amor Corazón vivo de Jesús que sigue latiendo, que nos sigue esperando y que nos sigue atrayendo hacia Él. Cuando dejamos de tratar con el Señor, dice Madre, nos encontramos falta de espíritu y sin fuerzas espirituales.

Y cuarto, amarle sobre todas las cosas. Esta sería nuestra tarea, la tarea más preciosa que podemos tener. Dedicarnos a amar al Señor y experimentar su Amor. Amar es entregarse, es olvidarse de sí, es pensar más en el otro que en uno mismo, es superar las dificultades, es entablar el diálogo… y dejarse amar es abandonarse totalmente en el Señor. Experimentar su mirada de misericordia que nos anima a seguir luchando, escuchar su voz que nos corrige y nos estimula en cada momento, sentir su abrazo que nos protege. El Crucificado tiene los brazos abiertos para abrazarnos. Es de notar: En el amor a la Cruz está la felicidad en este mundo y en el otro. Tal vez esta debe ser tu oración, desde la humildad entrar en su Corazón traspasado, conversar con Él y amarlo y dejarnos amar. Juan José Infantes Barroso

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LOS FRUTOS DE UNA VISITA

Crónica de la visita del Cardenal Robert Sarah 2 de marzo de 2019

Amanece

el dos de marzo, día de la muerte de nuestra Santa Madre Fundadora. Esperábamos con alegría un acontecimiento especial: la visita a nuestra casa del Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Habíamos oído hablar de él. En el refectorio de nuestro convento se habían leído sus libros: “Dios o nada”, libro de gran provecho espiritual. Y “La Fuerza del silencio”, donde el Señor Cardenal afronta en sus páginas la necesidad del silencio interior para escuchar a Dios. En uno de sus libros nos puso esta dedicatoria: “Solo la Cruz permanece mientras el mundo gira”. Sus palabras son enérgicas y claras para todos aquellos que son amantes de la Iglesia y de la verdad.

El Cardenal Sarah muestra un profundo amor por los pobres y tiene una

visión clara de los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia en el mundo actual.

Posee una rica personalidad, que ha madurado a fuerza de superar muchas contradicciones.

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L O S F R U T O S D E U N A V I S I TA

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L O S F R U T O S D E U N A V I S I TA Llegó hasta nosotras la noticia de que el Señor Cardenal tenía gran interés por conocernos y visitar nuestra casa. Manifestó el deseo que fuera un día de fiesta de Santa Ángela. Se concretó la cita para el día 2 de marzo. ¡Qué mejor día que este, en el que nuestra santa Madre cumplía el 87 aniversario de su muerte!

El Cardenal Sarah llegó a nuestra casa el día 2 muy temprano. Comenzó con una visita a la Capilla de Santa Ángela, donde estuvo rezando y meditando ante su cuerpo durante un amplio espacio de tiempo. Quienes fuimos testigos pudimos contemplar a un hombre recogido, plenamente consciente del lugar en que se encontraba y de lo que significa la figura de Santa Ángela de la Cruz. Desde su llegada se mostró en todo momento muy amable y reflexivo,

atento a todas las explicaciones e indicaciones que las hermanas amablemente

le dedicaban. Tenía previsto llegar para la celebración de la Santa Misa de

comunidad. Después de revestirse se puso en actitud de adoración y estuvo un cuarto de hora recogido en absoluto silencio antes de celebrar la Santa Misa. Concelebraron con él 16 sacerdotes. La iglesia estaba repleta de devotos de Santa Ángela, que conmemoraban el aniversario de su muerte. Fue una Misa muy fervorosa. La homilía la transcribimos más adelante. 15


L O S F R U T O S D E U N A V I S I TA

Como estaba previsto, después de la santa Misa fueron todos los sacerdotes a desayunar con el Cardenal. Después del desayuno tuvo un encuentro con todas nosotras. Nos dio las gracias por permitirle celebrar la Eucaristía en nuestra casa. La Eucaristía, nos dijo: “Es el misterio mayor de nuestra vida. En ella se hace presente el Señor, le comemos, Él está en nosotros y en Él estamos”. En algunos momentos hablaba en italiano y D. Salvador Aguilera, Postulador del Padre Torres, lo traducía.

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L O S F R U T O S D E U N A V I S I TA El Cardenal nos miraba a todas con alegría y nos dijo entusiasmado: “Viendo vuestros rostros y vuestra obra, se puede ver la santidad de la Iglesia. En estos tiempos el demonio está atacando a la Iglesia para destruirla, pero la Iglesia es bella porque es obra de Dios. Vosotras con vuestras obras reflejáis su santidad. Estoy agradecido por estar aquí entre tantas religiosas porque mirándolas veo la belleza de la Iglesia. Rezad por el Papa, por los obispos, por su misión...” En este encuentro, el cardenal nos regaló un cuadro muy bonito de la Virgen, con el Niño: “Madre de nuestra Salvación”, obra del pintor malagueño Raúl Berzosa. Nos comentó que él tenía uno igual en su oratorio y cuando lo viera rezaría por nosotras y que nosotras también rezáramos por él. Seguidamente pasó a ver algunas dependencias de la casa. Primero el dormitorio que le emocionó. Dijo que le recordaba a sus tiempos de seminario que también dormían en tabla, pero con un colchón finito. Nos dio las gracias por haberle permitido pasar. Nos dijo que “la Iglesia de hoy necesita ver la vida de Cristo, en las religiosas”. Luego pasamos al cuarto donde nuestra Santa Madre murió. D. Salvador le fue pormenorizando todos los detalles. Él se arrodilló sobre la tarima y rezó. También entró a ver el cuarto de Santa Mª de la Purísima y la cripta donde reposan los restos del Padre Torres Padilla, confesor de Santa Ángela.

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L O S F R U T O S D E U N A V I S I TA De aquí nos fuimos al refectorio y en el camino se desvió a saludar a las hermanas mayores que están en la enfermería. Él se paró y habló con ellas y las bendijo, una por una. Nos despedimos de él, todas le fuimos besando el anillo. La última en hacerlo fue nuestra Madre General. Y al final él besó el crucifijo de ella.

Al salir lo estaban esperando los devotos que aguardaban su turno para entrar en el cuarto donde Santa Ángela murió. Algunos le pidieron un autógrafo en el libro que estaban leyendo de él, y se despidió muy agradecido. A esta crónica la hemos titulado: “Los frutos de una visita”. Título que le viene muy bien, porque en verdad la visita del cardenal Robert Sarah nos ha hecho mucho bien. Hemos oído sus enseñanzas, hemos visto sus gestos, su cercanía, su humildad, su sencillez… y sobre todo su gran amor a Jesucristo y a su Iglesia. 18


L O S F R U T O S D E U N A V I S I TA

Para nosotras ha sido un honor haber compartido unas horas con ĂŠl. Por nuestra parte hemos tenido la oportunidad de rezar, meditar y cambiar impresiones con un hombre de Dios, atento, interesado y reflexivo, que vio cumplido su deseo de experimentar, en primera persona, cĂłmo es una parte de la vida de las hijas de Santa Ă ngela.

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L O S F R U T O S D E U N A V I S I TA

Querido Cardenal Sarah: ¡Gracias de corazón por su visita! Por servir con humildad a la Santa Iglesia y por el gran amor que le tiene. Por trabajar para que sea más Santa, transparente, evangélica y llena de Dios. Gracias por su cercanía, afabilidad y por su nobleza. ¡Qué Dios recompense su inmensa labor! ¡A las hijas de Santa Ángela nos toca rezar! ¡Esté seguro que lo haremos!

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HOMILÍA PRONUNCIADA POR EL CARDENAL SARAH, DURANTE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA DEL DOS DE MARZO, EN LA CAPILLA DE LA CASA MADRE (SEVILLA) «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo» (Mt 25,34). Estas palabras pronunciadas por Jesús contrastan con estas otras: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles» (Mt 25,51).

A los primeros les dice: «Venid benditos», más aún, los llama «benditos de mi Padre» mientras que a los otros, por el contrario, los llama: «Malditos». ¿Cómo se puede lograr esa «bendición» o cómo se podrá evitar esa «maldición»? Los «benditos de mi Padre» heredarán el reino, preparado desde la creación del mundo (cf. Mt 25,34), porque: han alimentado a Cristo hambriento, han dado de beber a Cristo sediento, han hospedado a Cristo forastero, han vestido a Cristo desnudo, han visitado a Cristo enfermo y han acompañado a Cristo prisionero. 21


HOMILÍA PRONUNCIADA POR EL CARDENAL SARAH

Es decir, han sabido mirar más con los ojos del alma que con los del cuerpo y, transfigurados por el fuego amoroso del Espíritu Santo, han visto en aquél que les pedía comida, bebida o vestido, en aquél que no tenía casa o que estaba enfermo y prisionero, al mismo Hijo de Dios. Por el contrario, a aquellos que han cerrado sus ojos y sus entrañas a su hermano necesitado les dice: «Apartaos de mí, malditos». Y es que, queridos hermanos todos, para heredar el reino, usando una expresión de santa Ángela de la Cruz, cuyo aniversario de nacimiento a la vida eterna celebramos hoy, «hemos de perder tierra para ganar cielo» (SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ, Escritos íntimos, pág. 98). Qué dulce será oír estas palabras de labios de Jesucristo: «Siervo bueno y fiel… entra en el gozo de tu señor» (Mt 25,21). Palabras que, en esta casa ya han oído Santa Ángela de la Cruz, Santa María de la Purísima y una muchedumbre de hermanas que, fieles al carisma de su Santa Fundadora, lo han dejado «todo» para ganar el «Todo». 22


HOMILÍA PRONUNCIADA POR EL CARDENAL SARAH

Vosotras, queridas hermanas de la Compañía de la Cruz, tal como dice Santa Ángela en los Papeles de Conciencia, os habéis desprendido de todo, hasta de vosotras mismas; os habéis ocultado de todo y de todos; y, a través de una vida de penitencia, mortificación, obediencia y continua oración, queréis ser ángeles que bajen del cielo a la tierra para aliviar las penas de vuestros hermanos (cf. SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ, Papeles de Conciencia, fol. 65-66). Sois para todos nosotros un reclamo, una voz silenciosa que, en medio del mundanal ruido, nos recuerda que Cristo, por medio del misterio de su encarnación, vino a nosotros en la humildad de la carne, en medio de deshonras, injurias e ignominias, trazándonos así el camino de la vida: negarnos a nosotros mismos para cargar con nuestra cruz y con las de nuestros hermanos y, después, seguirle (cf. Mt 16,24). Queridos hermanos todos, seremos benditos y herederos del reino si saciamos el hambre y la sed que Jesús tiene de nosotros; si lo hospedamos en nuestro corazón a través de una vida en gracia; si nos dejamos revestir por él y no vivimos prisioneros del pecado. Al mismo tiempo, al vernos alimentados y saciados, revestidos y libres, iremos por los caminos para dar de comer al que tiene hambre de pan y de Dios, y para dar de beber al que tiene sed de agua y de la Palabra de Dios. Para vestir al que necesita vestido y ser revestido por la gracia; y para visitar al que está enfermo e indicarle que Cristo es su médico y su medicina. Para ir a ver al que vive en la cárcel y decirle que Cristo, por su pasión y muerte en cruz, nos ha hecho libres. De este modo, tal como hemos escuchado en el Evangelio, cuando venga Jesucristo en su gloria con todos sus ángeles, nos reconocerá a nosotros como ángeles de la tierra que, por ser siervos buenos y fieles (cf. Mt 25,23) y haberle servido en el pobre, recibirán la corona de gloria que no se marchita (cf. 1Cor 9,25) y heredarán el reino preparado para ellos desde la creación del mundo (cf. Mt 25,34). 23


HOMILÍA PRONUNCIADA POR EL CARDENAL SARAH

Queridas hermanas de la Cruz, queridos hermanos todos. Jesucristo es comida: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo… mi carne es verdadera comida» (Jn 6,51.55) y Jesucristo es bebida: «El que bebe mi sangre tiene vida eterna… mi sangre es verdadera bebida» (Jn 6,54-55) para que, comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre, tengamos vida eterna (Jn 6,54). Jesucristo es forastero: «Mi reino no es de este mundo» (Jn 18,36); Jesucristo «cargó con nuestras enfermedades» (Mt 8,17); y Jesucristo, siendo libre se hizo prisionero (cf. Flp 2,7), para liberarnos de la esclavitud del pecado (cf. Rom 6,20) y hacernos herederos de su reino (cf. Mt 25,34). Acerquémonos hoy al trono de la gracia y digámosle al Hijo de Dios, como lo hizo Santa Ángela de la Cruz: concédeme la gracia de poder verte con los ojos del alma y del cuerpo en el hermano pobre y necesitado para poder un día oír de tus labios: «Siervo bueno y fiel… entra en el gozo de tu señor» (Mt 25,21) y así, poder alabarte, con tus ángeles y tus santos, por los siglos de los siglos.

Esta fue la visita tan deseada del Cardenal Robert Sarah a nuestra casa. Damos gracias a Dios nuestro Señor, por enviarnos pastores según su corazón. Queridísimo Sr. Cardenal: no podremos olvidarle nunca, ni en nuestro afecto filial ni en nuestra oración de cada día, que siempre le acompañarán. 24


Cardenal Sarah: “El Evangelio es radical” A continuación ofrecemos algunas de las preguntas de la entrevista que le realizó la Delegación de Medios de Comunicación, de Arzobispado de Sevilla. ¿Es esta su primera visita a Sevilla? Creo que es la primera vez, pero no he tenido mucho tiempo para visitar esta bella ciudad. Si Dios quiere, podré volver para conocer mejor la ciudad, su historia, arte y belleza. Al menos le ha dado tiempo de encontrarse con las Hermanas de la Cruz Esta mañana me ha tocado ver esta comunidad de Hermanas de la Cruz que viven realmente la santidad de la Iglesia, en la pobreza, la penitencia y la obediencia. Y me parece que la Iglesia necesita a estas religiosas. El Señor dijo que había algunos demonios que sólo se podían apartar con la oración y la penitencia, y hoy el mundo está siendo atacado por el demonio. La Iglesia está siendo atacada por el demonio, y sólo la oración y la penitencia pueden distanciarnos de Satanás. ¿Realmente ellas son todo un testimonio en medio del mundo? Estas religiosas viven en un ámbito muy pobre, para imitar a Cristo pobre, y viven descubriendo a Jesús en la pobreza de la gente, para servir a la gente. El papa Benedicto dice que si a la gente no le hemos dado a Dios, no le hemos dado nada. Es fácil encontrar el pan o una habitación, pero no es fácil encontrar a Dios en este Mundo. Y estas religiosas son, realmente, una providencia hoy, no sólo para Sevilla sino para la Iglesia entera. ¿No cree que la radicalidad de estas religiosas, su autencidad, las hace más creíbles y, por tanto, valoradas? Sí, es verdad. Hoy creemos que debemos hacer un Evangelio fácil, sin compromiso. Y es muy falso. En sus últimos días, Cristo dijo: “Si te escandaliza tu brazo, córtatelo; si el ojo te lleva a escándalo, arráncalo”. El Evangelio es radical, y estas religiosas viven la radicalidad. Ninguna quiere un Evangelio fácil. Los sacerdotes, los obispos, debemos vivir la radicalidad del Evangelio, porque Cristo fue radical al amarnos a nosotros hasta morir en la cruz. Se puede morir por una persona buena, pero morir por pecadores significa radicalidad. Él dijo que el que quiera seguirme que coja su cruz cada día. Y ellas viven este seguimiento a Cristo cada día en la pobreza, en la radicalidad del Evangelio, sirviendo a la gente, con la participación en la santa misa, etc. Y a mí no me sorprende que la gente ame a estas religiosas, porque ven en ellas a Cristo. Como sucede con Madre Teresa, es un caso similar, radical en el Evangelio. Los sacerdotes debemos creer que el Evangelio hay que llevarlo al mundo moderno, a un mundo secularizado, sin Dios, violento, materialista... Cristo fue pobre, dijo “bienaventurados los pobres”, y pienso que lo que toca a la gente es ver a estas religiosas, que viven de modo radical, auténtico. La Iglesia debe ser esto, y creo que lo que es verdadero, auténtico, la gente lo acepta enseguida. 25


Santa María de la Purísima de la Cruz

Si tuviéramos

más fe en la palabra de Dios ¡cuántas luces encendería el Espíritu Santo en nuestro corazón! (Cc. 58, p. 1719)


BAJO LA MOCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO ¿En qué consiste la santidad? ¿Qué son las mociones o inspiraciones del Espíritu Santo? ¿Recibimos todos esas mociones o inspiraciones? ¿Cómo favorecer su presencia en nuestra vida espiritual? Estas y similares preguntas están en el origen de este escrito. Cuántas veces, al ver los vuelos que alcanzan los santos, nos preguntamos por el motivo de que ellos despeguen de esa manera y que uno se encuentre con las alas como pegadas al suelo, impedido de levantarse ni siquiera un palmo. La razón, aparte de otras explicaciones con fundamento en lo humano de cada uno, está en el misterio de Dios. Es su presencia la que da el último toque a ese conjunto de esfuerzos, que, mientras Él no nos orienta, se queda en el comienzo de la ascensión hacia la altura. Es el Espíritu del Señor el que los empuja para que sus actos sean proporcionados a la nobleza de las virtudes sobrenaturales. 1. La santidad es obra del Espíritu Santo Hay constantes referencias en el Evangelio al envío del Espíritu Santo a nuestras almas. “Cuando venga el Espíritu de verdad –anunció Jesús–, me glorificará porque recibirá de lo mío, y os lo anunciará” (Jn 16,14). Es enviado por el Padre y el Hijo para obrar en nosotros la santificación que Cristo nos mereció en la tierra. Santificación que consiste en una semejanza cada vez mayor con el Hijo, en un crecimiento en la filiación divina. 27


BAJO LA MOCIÓN DEL ESPÍRIT U SANTO

Muchas veces pensamos que la santidad es obra nuestra: cumplir con un proyecto de vida bien claro. Pero la santidad no consiste en el cumplimiento de un proyecto de vida. Por varias razones, dos de ellas las principales a las que nos referimos a continuación. 1.1. La santidad se obtiene de Dios Debemos tener bien claro que es imposible acceder a la santidad por nuestras propias fuerzas. Necesitamos de la gracia de Dios: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,15). La misma Santa María de la Purísima lo atestigua. Veamos cómo se expresa hablando de esta santificación que es el plan de Dios para nosotros: “Cuando de verdad empezamos a tomarnos en serio nuestra santificación, impulsadas por la gracia y la presencia de la Santísima Trinidad en nosotras, entonces es cuando empezamos a darnos cuenta de todas las gracias espirituales que Dios nos ha dado, lo que espera de nosotras, y cómo tenemos que corresponder con nuestra fidelidad a que nuestra vida espiritual crezca y con ella nuestra unión con el Señor”1. Aunque hagamos grandes esfuerzos, no podemos cambiarnos a nosotros mismos. Sólo Dios puede terminar con nuestros defectos, con nuestras limitaciones. No debemos tratar de hacernos santos por nuestras propias fuerzas, sino de encontrar el medio de actuar de modo que Dios nos haga santos. No debemos cansarnos de empezar continuamente, pues sólo ese es el camino por el que el Señor quiere que lleguemos a la santidad2. 1.- Destellos de luz, Madre María de la Purísima, Sevilla 2010, n. 581. 2.- Cf. Destellos de luz, n. 558.

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BAJO LA MOCIÓN DEL ESPÍRIT U SANTO

Eso exige mucha humildad, renunciar a la orgullosa pretensión de lograrlo por nosotros mismos, aceptar nuestras limitaciones, etc. Como lo expresó Santa María de la Purísima: “la santidad está en unir nuestra voluntad a la del Señor en todo momento, y esto requiere mucha humildad, un gran convencimiento de que el Señor puede hacer de nosotras lo que quiera, y a nosotras nos corresponde aceptarlo agradecida”3. En cierto modo, el secreto de la santidad radica en descubrir que podemos obtenerlo de Dios, a condición de saber cómo recibirlo. Todos tenemos la posibilidad de llegar a ser santos, simplemente porque Dios se deja vencer por la confianza que ponemos en Él. 1.2. Dios conoce el camino de cada uno Hay tantas formas de santidad, y por tanto tantos caminos hacia ella, como personas. Cada una es absolutamente única para Dios. La santidad no consiste en la práctica de un determinado modelo de perfección que sería idéntico para todos. Esto tiene una importante consecuencia. Para acceder a la santidad, el hombre no puede limitarse a seguir unos principios generales que valen para todo el mundo. Es preciso captar también lo que Dios le pide en especial, y que quizás no pide a ningún otro. ¿Cómo detectar lo que Dios pide a cada uno? De distintas maneras: a través de los acontecimientos de la vida, de los consejos de un director espiritual, etc. Entre ellos, hay uno cuya importancia fundamental merece una explicación: se trata de las inspiraciones de la gracia divina. En otras palabras, se trata de esas peticiones interiores, de esas mociones del Espíritu Santo en lo más profundo de nuestro corazón, con las que Dios nos da a conocer lo que nos pide, al tiempo que, si accedemos a ello, nos infunde la fuerza necesaria para hacerlo4. Así lo expresaba Santa María de la Purísima: “El Espíritu Santo trabaja continuamente en nosotros, pero necesita le dejemos hacer, guiándonos por sus inspiraciones y mociones”5. De ahí que cada vez que somos fieles en nuestra respuesta a una moción del 3.- Destellos de luz, n. 577. 4.- cf. J. PHILIPPE, En la escuela del Espíritu Santo, Madrid 2010, 19-20. 5.- Destellos de luz, n. 579.

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BAJO LA MOCIÓN DEL ESPÍRIT U SANTO

Espíritu Santo con el deseo de ser dóciles a lo que Dios espera de nosotros –incluso a propósito de algo casi insignificante en sí–, esta fidelidad atrae sobre nosotros un aumento de gracia y fortaleza, que quizás un día nos hará capaces de cumplir la voluntad y los mandamientos de Dios que conocemos y que son válidos para todos. En consecuencia, obtendremos la gracia de ser fieles en las cosas importantes –lo que por el momento nos resulta imposible– a fuerza de ser fieles en las cosas pequeñas a nuestro alcance, sobre todo cuando esas cosas pequeñas son las que nos pide el Espíritu Santo llamando a nuestro corazón por medio de nuestras inspiraciones. “En esa fidelidad en las cosas pequeñas, es donde se ve la grandeza del alma y el amor que se tiene al Señor”6. Cada fidelidad a una inspiración está recompensada con gracias más abundantes, en especial con unas inspiraciones más frecuentes y más poderosas, y aparece también como un impulso del alma hacia una mayor fidelidad a Dios, una percepción más clara de su voluntad y una mayor fidelidad para cumplirla7.

Teodoro León Muñoz Vicario General de la Archidiócesis de Sevilla 6.- Destellos de luz, n. 331. 7.- J. PHILIPPE, En la escuela del Espíritu Santo, 23.

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V IVIÓ EN UNA

PRIMAVERA PERPETUA Cuando llega este tiempo de primavera y verano, vemos como los campos se llenan de flores, y en las calles hay más vida. Tras la tormenta del invierno: con sus cuestas arriba, su frío... llega esta época de sol y vida. Forma parte de nuestro ciclo vital, y no puedo evitar acordarme de nuestra Santa: Madre María de la Purísima. Ella, a quien recordamos en estos boletines cada varios meses, tuvo una vida espiritual plena. No dejo de impresionarme años después de su canonización, de la profundidad y sencillez de sus escritos. De su altura de miras y esperanza. Tras cada tormenta, viene la calma. ¡Qué importante es ser conscientes de que pase lo que pase, lo malo siempre acabará! Ella misma lo decía: “El sufrir pasa, el haber sufrido queda”. Podríamos decir que ella vivió en una primavera perpetua -aunque tuviese cruces, siempre por dentro-, y que trabajó duramente durante toda su vida con una gran alegría para llevar la primavera, el fin de la tempestad a otras personas: “Estaremos todas muy unidas trabajando con entusiasmo por agradar al Señor, sin olvidar a nuestros pobres, por los que no hemos de dejar de sacrificarnos y atender, para que también ellos participen de la alegría de ser hijos de Dios y de la esperanza de gozar para siempre con Él.” En sus frases de los escritos podemos ver entre líneas que ella siempre buscaba traer el buen tiempo a la gente. Una figura retórica llena de verdad, y que me remite a ella directamente, puesto que Madre María de la Purísima buscó siempre llevar el buen tiempo a la gente. ¡Cuántos de los que la conocieron y trataron en vida recuerdan de ella el buen humor, la 31


VIVIÓ EN UNA PRIMAVERA PERPETUA sonrisa, la alegría y las iniciativas para hacer la vida de los pobres y enfermos necesitados más agradable! “Confíe mucho en el Señor. Él la quiere más que nadie; acuda siempre a Él. Séale muy fiel en las cosas pequeñas que le pide, muy dispuesta siempre a sacrificarse. Siga trabajando por tener un corazón grande”, decía Madre Purísima, que también manifestaba: “Vivir de fe es dar sentido a las cosas pequeñas de cada día, es desear buscar lo que más nos acerque al Señor, no lo más agradable a nuestra naturaleza.”

y

Las cosas pequeñas tienen las virtudes más valiosas. Ella lo sabía bien y lo inculcó a los que le rodearon: “En esa fidelidad en las cosas pequeñas, es donde se ve la grandeza de alma y el amor que se tiene al Señor.” Cosas pequeñas que tienen su Cruz y su Gloria. Y cosas pequeñas que también tenemos que aprovechar en este tiempo que es el mes de la Virgen, para unirnos a Ella. Porque estando con Ella, estamos con Él. Y con eso, nada nos puede faltar, aunque estemos en la nada, lo tendremos todo... y la tormenta pasará. “Alégrese de las pequeñas incomprensiones y humillaciones, que no son más que trazas del Señor para santificarla, y las criaturas meros instrumentos en sus manos de artista.” 32


VIVIÓ EN UNA PRIMAVERA PERPETUA “Fomentarnos el convencimiento de que tenemos que practicar el desprendimiento en cosas pequeñas para estar preparados para las grandes que el Señor nos pueda pedir”, decía para referirse a estas pequeñas cosas, que son las que al fin y al cabo construyen la santidad verdadera. Una bonita y práctica forma de perseverar cada día sin buscar grandes sacrificios o penitencias, que también recomendaba a las Hermanas de la Cruz “Viva cada día más abandonada en brazos del Señor, deseando tan sólo que se cumpla su Voluntad, tanto en cosas grandes como en las pequeñas de cada día; a veces las cosas pequeñitas nos cuestan más. ¿Por qué será?” Ahora que ha pasado el tiempo y que Madre María de la Purísima es Santa para la eternidad, tenemos que ver en sus escritos y en sus cartas, una guía para inspirarnos día a día. Con pequeñas cosas... que es lo que va construyendo la felicidad y las virtudes. Sus hijas continúan hoy en día con la labor que ella tomó heredada de Santa Ángela. Y pasan los años, las modas, las corrientes, pero lo edificado en tierra firme siempre permanecerá en pie. Como la Cruz. Y pase lo que pase, todo pasa. Y la verdad permanece. Y el camino es siempre la Cruz y la Caridad. Madre Purísima lo decía: “La vida se pasa muy pronto. No nos va a quedar más que el bien que hayamos hecho y el sentido que hayamos sabido darle.”

Alberto Espinosa Grau 33


UNA SONRISA DE DESPEDIDA Una de las últimas veces que estuvo Santa María de la Purísima en Madrid, alguien de la familia se enteró de la hora de salida del tren que la llevaría de vuelta a Sevilla. Como yo iba a estar esa tarde muy cerca de la estación de Atocha no me lo pensé dos veces. Aquello parecía providencial. Pasado el primer vestíbulo, desde lo alto de la escalera que daba acceso a las vías, destacaba entre los viajeros un grupo de monjas. Nunca me olvidaré de aquella escena. Las Hermanas rodeaban a María Isabel, hablaban y se reían. Estaban felices. Por un momento dudé si se-

guir avanzando y de no ser por lo imposible de retroceder en una escalera mecánica, probablemente lo hubiera hecho. Claramente me había “colado” en aquella despedida y el solo hecho de haber podido ser testigo de ese momento, era más que suficiente. Recuerdo la pena que nos daba a todos en casa que se fuera María Isabel, pues en aquellos días había fallecido nuestra abuela, su madre y habíamos tenido más tiempo que en otras visitas para estar juntos; ella había sido un gran consuelo para todos y sabíamos que íbamos a sentir mucho su ausencia. Hablé con ella unos segundos, no más. Me transmitió su serenidad de siempre y yo también me fui de allí tranquila y contenta. 34


Una sonrisa de despedida Si pudiera retroceder en el tiempo y volver a cruzar dos o tres palabras con María Isabel, le agradecería cuánto nos había ayudado con su ejemplo esos días. Cómo se había volcado con todos, olvidándose de sí misma, haciéndonos ver el gran regalo que había sido la larga vida de nuestra abuela, su fe y entereza especialmente en los momentos difíciles. Fue en aquella ocasión, cuando en una conversación familiar, pintó un cuadro idílico de toda la familia reunida en el cielo y una de nuestras tías dijo, entre risas de todos: “muy bonito María Isabel, pero no tengamos tanta prisa”. No sé cómo lo hizo, pero sacó tiempo para hablar un rato con cada uno de nosotros y recordarnos lo poco importante que es lo terrenal y lo mucho que es lo sobrenatural, lo pronto que se pasa la vida y cómo permanecen sólo las buenas obras y en particular el amor a los demás. Predicaba con su ejemplo y su sonrisa, especialmente en las cosas cotidianas que hacen que sigamos sintiendo a Santa María de la Purísima tan cercana. Así fue también el día de la estación, antes de subir al tren. Con que naturalidad les hizo olvidar a las Hermanas la pena por su marcha y celebrar y agradecer los inesperados días que habían tenido a 35


Una sonrisa de despedida la Madre General en casa. Así lo dejó escrito a una Hermana: “Sea muy caritativa, muy olvidada de sí, muy pendiente de proporcionar paz, alegría y felicidad a sus Hermanas”. Este último año se nos han ido al cielo personas muy cercanas y muy de golpe. Don Camilo Olivares, un verdadero padre, muy devoto de Santa María de la Purísima y de Santa Ángela de la Cruz que quiso y admiró a las Hermanas de la Cruz toda su vida. Algunas muy queridas Hermanas de la Cruz, amigos y familiares y más recientemente nuestra madre. Esta última tras una corta enfermedad que aceptó heroicamente y en la que Santa María de la Purísima estuvo a su lado. Y al nuestro, porque nuestra cruz está aligerada por esa sonrisa de despedida que siempre regalaba Santa María de la Purísima para hacer las cargas menos “cargadas”.

Predicaba con su ejemplo y su sonrisa, especialmente en las cosas cotidianas que hacen que sigamos sintiendo a Santa María de la Purísima tan cercana. Muchos momentos de despedida y en los que ha vuelto a mi memoria la escena del tren y el ejemplo vivo de fe y amor de Santa María de la Purísima. El mismo que nos siguen dando las hijas de Sor Ángela, ese tesoro que son las Hermanas de la Cruz. Ellas continúan el camino que empezó Santa Ángela y siguió Santa María de la Purísima. Viven en la Cruz, pero son el bálsamo de esperanza que allana nuestras cruces. “Miremos mucho a nuestro modelo -decía Santa María de la Purísima- para aprender de Él, meditemos intensamente en la pasión del Señor; esto nos fortalecerá para vivir nuestra vida de cruz con amor y entusiasmo.

Olga Salvat. Madrid. Abril 2019

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TESTIMONIO SOBRE MADRE MARÍA DE LA PURÍSIMA

Conocí a la Madre María de la Purísima y la traté a lo largo de sus años de general, casi cada año acudía a su llamada para dirigir los Ejercicios a las Hermanas en la Casa Madre de Sevilla. Durante los Ejercicios solía verla cada día y hablaba con ella una o varias veces. Así durante largos años de su mandato. Solía venir a la portería, que para el Padre Director de los ejercicios tienen en el mimo patio de entrada. Nunca se sentaba y la conversación no se solía alargar más allá de lo necesario o conveniente. Era de pocas palabras. Cuando le preguntaba si tenía interés en que yo insistiera durante los Ejercicios en algún punto concreto, me solía decir: “lo nuestro… lo nuestro”. Hablaba en tono bajo, con firmeza y cortesía sin ninguna afectación; con una leve sonrisa llena de amabilidad y serenidad. Recta y acertada en sus juicios los exponía con sencillez y humildad. Insinuaba, más que explicar mucho. Se me ocurre aplicarle aquello que Santa Teresa dice de San Pedro de Alcántara: “Era de lindo entendimiento” y su hablar “aunque poco era sabroso”. Yo siempre admiré su claridad de ideas y criterios sobre la vida religiosa en general y de las Hermanas de la Cruz en particular. Por ser yo Vicario de Religiosas en mi Diócesis, que lo fui 18 años, me solía preguntar sobre temas relacionados con la vida religiosa y pude comprobar cómo sabia armonizar la fidelidad con una discreta adaptación, la dulzura y suavidad con la firmeza. En un asunto que tuvo que tratar con una alta autoridad Eclesiástica, no sabría qué admirar más si su humilde sumisión, su libertad de espíritu para exponer su pensamiento o su fortaleza, serenidad y equilibrio; porque de todo ello dio gran ejemplo en aquella ocasión. 37


ASÍ LA VIERON SUS CONTEMPORÁNEOS

Testimonio sobre Madre María de la Purísima Vi en ella un talante “siempre igual”, sereno, lleno de paz, equilibrado, con mucha mansedumbre y humildad, pero a la vez se notaba su clara inteligencia para comprender, su viveza para captar las cosas y su actividad. Siempre diligente y ocupada. Nada brusco, ni violenta. Todo con una grandísima sencillez y distinción a la vez. Toda una señora y toda una humilde Hermana de la Cruz. Quizás parezca imposible reunir todo eso en una persona y sin embargo es esa la impresión que guardo de tantas, cuantas veces, la traté. Era educada y correcta, pero sin alargarse en los cumplidos. Yo diría que lo hacía “a modo religioso”, con sinceridad, verdad y firmeza; pero huyendo de larga palabrería y cumplidos del mundo. A primera vista se le encontraba siempre recogida. Se veía que era una postura de profunda vida interior. Se notaba que vivía en Dios y se movía en Él. Pero con mucha naturalidad y sencillez. Se descubría en ella muchas virtudes: - Caridad sacrificada: durante los Ejercicios se le veía atender a las Hermanas con constancia, como quien vive totalmente olvidada de sí; muchas veces, horas enteras en el patio, junto a la entrada de la Capilla grande, escuchando a las Hermanas y hablándoles, todo envuelto en silencio. - Caridad con todas: nunca le oí una palabra de descalificación para nadie, ni de crítica. Hablaba con mucha estima de las religiosas o personas en general y esto, aunque fuera necesario tratar de algún tema desagradable. Trataba los asuntos en verdad, sin gazmoñería, pero con grandísima caridad.

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ASÍ LA VIERON SUS CONTEMPORÁNEOS

Testimonio sobre Madre María de la Purísima - Era una mujer de fe, de espíritu sobrenatural, llena de amor de Dios; amaba mucho a la Iglesia, a su Instituto, a las Hermanas y a los pobres. - Buscaba con afán “el fervor, en la vida religiosa”. No se contentaba para su Comunidad en una observancia ritual. Decía que la vocación de Hermana de la Cruz no se puede vivir bien sin ese clima de fervor y exigencia. - Pero en lo que la considero eximia, de tal manera que es la imagen que más clara me queda de su persona, es su profundísima humildad. Todo lo vivía como envuelto en silencio y humildad. Tenía como una tendencia a “desaparecer”. Todo con naturalidad. Era un no llamar la atención por nada, sumergirse en el anonimato, como una discreta penumbra, como si no fuera nada, ni nadie. Y a la vez cumpliendo con su deber y dando la cara a los problemas y situaciones, con una fortaleza humildísima que resultaba realmente encantadora. Yo creo que había hecho vida lo que decía Santa Ángela de la Cruz: “no ser no querer ser…” Con qué discreción, naturalidad y sencillez se escondía y desaparecía sin llamar la atención, a la vez que atendía con total entrega las exigencias de su cargo. Trabajó desde el principio por procurar a las Hermanas una adecuada formación, segura doctrinalmente y acomodada a su forma de vida. Con tanteos diversos, pero con gran acierto fue organizando Ejercicios espirituales, cursillos, meses de formación… respondiendo así a las exigencias del momento. Quizás pueda parecer demasiado elogioso mi testimonio. Pero es lo que sinceramente siento. No recuerdo nada desedificante, poco correcto o de menos virtud en ella. Todo mi recuerdo es de una persona de mucha y verdadera virtud y santidad.

Córdoba, 27 de enero de 1999 D. Gaspar Busto 39


“ALGO TIENE QUE NOS DA TIRONES HACIA EL CIELO”.

Es

tanto lo que de Madre María de la Purísima se puede decir que, en mi ignorancia y pobreza temo empañar ese museo de virtudes, al que por tantos años el Señor nos ha permitido entrar tan gratuitamente y del que jamás creo le daremos gracias suficientemente. La verdad que me siento en deuda con todas las Hermanas de la Cruz, deuda que no pagaré hasta deciros quién fue para mí esa figura gigante: Madre María de la Purísima. O mejor para nosotros ya que de esta riqueza también por gracia de Dios ha participado mi esposa. Siempre nos recibía y atendía con su amabilidad y finura que la caracterizaban: su sonrisa y serenidad, y ese “no sé qué” que nos lleva a Dios. Nunca salimos de su presencia sin comentar, tanto mi esposa como yo, “Algo tiene que nos da tirones hacia el Cielo”. Nuestro conocimiento con Madre María de la Purísima se remonta a los comienzos de su generalato. Al pertenecer a vuestra familia de Hermanas de la Cruz por tener una hermana en esta Santa Compañía, nuestros lazos han sido siempre muy fuertes con vosotras y con Madre ya que siempre que mi hermana venía por Sevilla aprovechábamos para saludarla y tenemos que decir que jamás nos lo negó. Se había establecido entre ella y nosotros algo especial. No podíamos jamás marcharnos sin llevar con nosotros su sonrisa, sus gestos, sus escasas palabras, pero siempre tan atinadas. Tampoco faltábamos nunca a las citas y encuentros, al visitar ella la casa de Huelva. Aún nos parece oír sus palabras y como digo revivir esos cortos encuentros, pero siempre tan sabrosos y espirituales, en los que su acción bienhechora fue dejando una huella profunda en nosotros. 40


ASÍ LA VIERON SUS CONTEMPORÁNEOS

“Algo tiene que nos da tirones hacia el cielo” Pero la huella grande la dejó Madre María de la Purísima en mi alma la tarde de aquel 23 de octubre de 1995. Hecho un mar de confusión, abatido por el dolor que me embargaba ante la gravedad de mi queridísima madre, llegué con mi hijo mayor, a la Casa Madre, a esperar a mi hermana que llegaba de Roma para dar el último beso a su madre antes de que el Señor nos la arrebatase al Cielo. Ella, alma generosísima siempre ocultó a su hija sus sufrimientos y así nos educó a los cuatro hijos.

“La niña está al servicio del Señor y vive su vida”. Pero esta vez hubo que llamarla para el último adiós. Y allí estaba yo. El mundo se me hundía ante tanta pena y tristeza. Y el dolor que me embargaba hacía acumular en mi mente esas miles de incertidumbres ante quien ve romperse el más 41


ASÍ LA VIERON SUS CONTEMPORÁNEOS

“Algo tiene que nos da tirones hacia el cielo” fuerte lazo, como es el de una madre. Recuerdo que apenas supo Madre me encontraba allí, acudió, como siempre, a suavizar mi Cruz. Mientras mi hijo rezaba ante el Santísimo Expuesto, pidiéndole llegase mi hermana a tiempo de ver a mi madre con vida. Madre María de la Purísima me enseñaba a aceptar la muerte. Sus palabras, sus consejos, su actitud sencilla, y sobre todo ese algo inexplicable que dejaba entrever toda su persona iban transformándome por minuto. Tengo que decir que no sé qué pasó en mi interior, sólo sé decir que llegó mi hermana y que lo que para mí era un trauma, la muerte de mi madre, fue un cambiar por completo mi vida. Aprendí desde ese momento a aceptar la Voluntad de Dios “con elegancia”, con la misma elegancia que Madre María de la Purísima vivía. Cuando aquel 31 de octubre de 1998 supimos la partida al Cielo de Madre María de la Purísima pensé: ¡Quién hubiera estado a su lado para verla dejar la tierra con la misma elegancia que a mí me enseñó a aceptar la muerte! ¡Dichosa ella que tan santamente supo morir y enseñar a morir antes de morir! Creo que muy pronto tendremos también el inmenso gozo de verla en los altares. Madre María de la Purísima tenía madera de Santo. El Señor la esculpió, con esa madera que Él suele guardarse para sus esculturas predilectas, esas que los que estamos en el mundo necesitamos ver y tocar y después dar el dictamen: Tiene Madera de Santo. ¡Ojalá y muy prontito nos gloriemos de tener otra Santa más en el Cielo, hecha a nuestra imagen y semejanza, hija del pueblo como nosotros! Yo y mi esposa ya la invocamos como tal. ¿No fue ella la que nos enseñó a ver la huella de Dios en el sufrimiento? ¿Habrá regalo mayor para los que peregrinamos en este valle de lágrimas?

Antonio Zapata Navarrete. Huelva. Huelva 10 de junio de 2000 42


S E M B LANZA DE LA MADRE PU RÍS I MA

La primera vez que la vi, me impactó su bondad, su sencillez y su sonrisa; cuando ya la conocí verdaderamente fue cuando tuve que tratarla con motivo de su enfermedad que, cuatro largos años después la llevó al Cielo de una forma definitiva y real. Y digo definitiva, porque tengo la convicción de que durante su vida tuvo una comunicación directa con Dios. La Madre Purísima, irradiaba santidad; recuerdo que una de las veces que estuve con ella, me parece que me acompañaba mi mujer le dije: Madre, yo no he estado nunca ante ss. el Papa, pero tengo casi la seguridad de que no sentiría más emoción que la que estoy sintiendo en estos momentos ante usted. Sus hijas la adoraban; jamás hablé con alguna que no me dijera que era una santa. Vivía entregada por completo a sus hijas las Hermanas de la Cruz. Cuando yo operaba a alguna Hermana, le gustaba asistir a la intervención entrando en el quirófano, queriendo conocer de forma directa sobre el proceso intervenido y la evolución que pudiese tener. Fue el 1 de agosto de 1994 cuando la vi por primera vez como paciente, aquejada de la enfermedad (carcinoma) que fue causa de su muerte. A pesar de conocer la verdad sobre su enfermedad, la afrontó con una tranquilidad impresionante; tal es así que siempre que la veía manifestaba encontrarse estupendamente. Soportó perfectamente, sin la menor queja, con dulzura, tanto el postoperatorio como las indudables molestias que siempre ocasionan los tratamientos complementarios de las neoplasias con quimioterapia y radioterapia. 43


ASÍ LA VIERON SUS CONTEMPORÁNEOS

Semblanza de la Madre Purísima De todo lo suyo se despreocupaba; su enfermedad la dejaba en un segundo plano; nunca era buen momento para que le hiciese un control, y siempre decía que se encontraba bien, y ello con una sonrisa que encantaba; a la vez, para revisarle, había que prepararle una “encerrona” en su propio despacho con la ayuda y complicidad de su Vicaria Hna. M.ª Sofía. Y llegó lo inevitable. Acababa de regresar de uno de sus innumerables viajes que hacía por todas las casas que tenía repartidas por medio mundo; este último creo que a Argentina (América). No eran viajes de Inspección (¿qué hay que inspeccionarle a las Hermanas de la Cruz?), sino viajes para llevarles su cariño, su ejemplo y su bondad a todas sus hijas, por las que, como médico, sé que tantísimo se preocupaba. Volvió, según me dijeron, algo cansada, pero no manifestó síntomas, que seguramente tenía, y el día anterior a su muerte estuvo haciendo una vida normal e incluso hizo la lectura de media hora de duración. No es para describir lo que vieron mis ojos cuando me avisaron a las 6 de la mañana del día de su muerte. No se podía, materialmente llegar a la habitación que ocupaba en la enfermería; los pasillos y la propia habitación estaban llenos de Hermanas, sus hijas, de todas las edades y categoría sumidas en un llanto silencioso que parecía que no había nadie. Ya no había posibilidades terapéuticas y estaba en coma que fue irreversible; después de estar un rato, me marché, regresando a las dos horas y acababa de fallecer. Ante ella, las únicas palabras que me salieron fueron: Madre, ya hacía mucho tiempo que estaba en el Cielo. 44


ASÍ LA VIERON SUS CONTEMPORÁNEOS

Semblanza de la Madre Purísima Vinieron los preparativos para darle sepultura, y con ello los primeros hechos “milagrosos”, pues se consiguió autorización eclesiástica para ser enterrada en la Cripta del convento, en el lugar que ocupó Sor Ángela, hasta su Beatificación, cosa que en un principio estaba desechada, y también conseguir de las autoridades sanitarias permiso para no tener que ser embalsamada, todo esto en un día festivo con otro igual al día siguiente. Su cuerpo, dos días expuesto en la capilla; el desfile de personas de todas las condiciones y de muchos puntos de fuera de la ciudad, fue incesante. Tuve la suerte, junto a mi mujer, de decirle el último adiós a sus pies besándole con reverencia su mano. Se me olvidaba comentar, que entre sus muchísimos actos de bondad para conmigo y mis familiares, tuvo la deferencia hacia mí primero y hacia mi mujer después de hacernos HERMANOS de la Cruz con lo cual nos uníamos más a ellas y a toda la comunidad. Los nombramientos ocupan un lugar destacado a la cabecera de nuestra cama. Yo ya le rezo a la Madre Purísima; creo que, con ella en el Cielo junto a la Beata Ángela de la Cruz, puede descargarle de tantísimas peticiones de favores ayuda y consuelo con los que tantos devotos estamos cada día invocando. Cuando tenía algunas necesidades propias o familiares se lo hacía llegar a oídos de Madre y ponía a toda la Comunidad a pedir por mis intenciones. No me extrañaría, que en tiempos no muy lejanos se comenzaran a producir hechos por su intercesión y con ellos entrar en la Candidatura de los Santos, pues ya en la tierra demostró día a día que lo era. Que Dios me dé salud y vida, le pido a la Beata Ángela de la Cruz y a Madre María de la Purísima para que pueda verlo.

D. Antonio Gallardo Sevilla, febrero de 1999

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CAUSA DE CANONIZACIÓN DE José Torres Padilla Sacerdote Diocesano, Director Espiritual de Santa Ángela de la Cruz y Cofundador del Instituto de las Hermanas de la Cruz DON JOSÉ TORRES PADILLA

ORACIÓN

Para obtener la glorificación en la tierra del Siervo de Dios, José Torres Padilla Te damos gracias Señor y Padre nuestro, porque has querido darnos en el sacerdote José Torres Padilla un modelo de pastor bueno y fiel, entregado al servicio de la Iglesia y al bien de los más pobres y necesitados; glorifica en tu Iglesia a este siervo tuyo que gastó su vida por tu gloria y por la salvación de las almas. Haz que el ejemplo de su vida virtuosa suscite en muchas almas deseos de santidad y, por su intercesión, concédeme la gracia que ahora te pido. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria (Con licencia eclesiástica para uso privado)

ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS SOBRE EL PADRE JOSÉ TORRES PUBLICADOS POR D. MODESTO ABÍN, EN EL CORREO DE ANDALUCÍA (SEVILLA) DURANTE EL AÑO 1916 Y PARTE DE 1917.

V

Los grandes méritos y eminentes virtudes sacerdotales del señor Torres Padilla tiene erigido monumento de imperecedera memoria en el instituto de las Hermanas de la Cruz, obra excelente de caridad, que todos aman y admiran, y que desde su fundación lleva gravado con caracteres indelebles el nombre de aquel venerable sacerdote. 46


CAUSA DE CANONIZACIÓN DE JOSÉ TORRES PADILLA

Artículos periodísticos sobre el Padre José Torres

El inolvidable chantre de nuestra Catedral señor Fernández, supo expresar esta idea con admirable propiedad y elocuencia en la magnífica oración fúnebre que hemos recordado en artículos anteriores, y de la que vamos a copiar literalmente algunos párrafos, aún a trueque de abusar de la paciencia del lector, porque entendemos que cualquier otro comentario por nuestra parte sería afear la belleza de sus conceptos. “El Instituto de las Hermanas de la Cruz es… no diré el reflejo, no la imagen, no el retrato del P. Torres Padilla; es su reproducción muy exacta, su repetición genuina, porque en él está como transustanciado. Que, si los padres se repiten verdaderamente en los hijos porque les dan el cuerpo, ¿cómo no se repetirán en vosotras vuestro Padre, que os dio el alma, toda entera? En efecto, señores; Torres Padilla, en su calidad de padre, no podía, no debía engendrar hijas sino como las Hermanas de la Cruz; lo que él era en medio de un siglo como el nuestro, eso tenían ellas que ser, siguiendo las leyes de rigurosa filiación. “Y bien; nuestro venerable conocía, como pocos, hasta donde profundiza y llega la podredumbre y corrupción de nuestra sociedad, singularmente en la clase que llaman desheredada y pobre; a la cual se ha arrebatado la fe, y con ella los consuelos de la religión, las costumbres sanas y pacíficas con los escándalos de las superiores; para ella están de sobra los libros buenos, porque no lee sino los periódicos malos; la predicación evangélica, porque no la oye; los templos mismos, porque no van a ellos; los sacerdotes, porque de ellos desconfía. ¿Qué hacer por ese pueblo descreído? ¿No hay para él ninguna esperanza de salvación? ¡Una sola! Adivinada por nuestro inspirado compañero; y esa, porque encierra toda la virtud de la omnipotencia 47


CAUSA DE CANONIZACIÓN DE JOSÉ TORRES PADILLA

Artículos periodísticos sobre el Padre José Torres

divina; ¡la Cruz, señores, la Cruz! Una llamada a la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo; mostrar al pobre pueblo la Cruz rodeada de las asperezas y mortificaciones que solo la fe puede inspirar y de las bondades que la caridad solo puede discurrir; edificarle con el ejemplo de la austeridad, y consolarle con las obras de misericordia; ¡darle luz y darle amor…! Y todo esto ordenado, dirigido y personificado en un todo admirable, ligado y religado por discreción celestial, con prudencia enteramente divina. ¡Y he aquí, a Torres Padilla, en cuerpo y alma, y he aquí a su Instituto de las Hermanas de la Cruz! Hablad, decid vosotras amadas hijas, si no es todo verdad en este cuadro de familia. Cierto, no sois las llamadas a confirmar mis aserciones con vuestras palabras; pero las confirmáis a cada paso con las obras. Sí; las confirmáis, cuando se os ve, a toda hora, con la maceración dibujada en el rostro y con la caridad encendida en el pecho, volar a los cuatro vientos de la ciudad, de dos en dos, como palomas heridas, buscando el nido oculto, la morada lúgubre del miserable y enfermo abandonado; y allí, donde nada hay, ni fe en el alma ni esperanza para el cuerpo; donde no se oye acaso sino la blasfemia, ni se ve sino la desesperación… allí, con vuestra presencia, con vuestros auxilios hacéis brotar muy pronto la plegaria creyente, y parecer luego las dilataciones del corazón consolado. Las confirmáis también, cuando se sale y admira la abstinencia de que os alimentáis, y la dura tabla en que dormís, y la imagen de la muerte en que os recreáis, como de inseparable amiga. Las confirmáis, en fin, cuando se conoce y advierte la observancia rigidísima de vuestras distribuciones… La mortificación a competencia, la oración sin descanso, la obediencia perinde ac cadáver, y el amor pacientísimo, maternal con que tratáis y edificáis a esos angelitos, cuya educación se os confiará… ¿Qué más habríais de hacer para 48


CAUSA DE CANONIZACIÓN DE JOSÉ TORRES PADILLA

Artículos periodísticos sobre el Padre José Torres

justificar mis asertos? ¡Ah! Los confirmáis a extremo tal que, cuando se os mira atentamente, cree uno estar viendo a vuestro mismo padre, así como cuando se consideraba a vuestro Padre, se adivinaba bien cuales debían ser sus hijas”. Las elocuentes palabras del señor Chantre que hemos transcrito son la mejor apología del señor Torres Padilla, y mientras viva el instituto de las Hermanas de la Cruz, alentará en sus hijas el espíritu del insigne sacerdote que con admirable celo, ilustración y prudencia supo dirigir, encaminar a feliz realización el pensamiento que el Cielo inspiró a una humilde hija del pueblo para dar mucha gloria a Dios, enjugar muchas lágrimas y llevar la paz a muchos hogares.

M.A.P

49


PINTURA RETRATO DEL SIERVO DE DIOS El 2 de marzo del presente año 2019, aniversario de la muerte de Santa Ángela de la Cruz fue presentado en la casa Madre un retrato del Siervo de Dios José Torres Padilla; regalo que, el Postulador de dicha causa, D. Salvador Aguilera, hizo a las Hermanas de la Cruz de Sevilla. La presentación del cuadro se llevó a cabo durante la visita del Cardenal Robert Sarah a la Casa Madre. El autor, Raúl Berzosa nos dice: “se trata de un óleo sobre lienzo cuyas medidas son 46 x 61 cm. El P. Torres ocupa el centro de la composición siendo retratado de tres cuartos vestido con sotana y manteo. El color negro de la indumentaria ayuda a realzar el retrato sobre un fondo con tonos grises y ocres donde se representa una panorámica aérea de Sevilla con una pincelada más suelta que la definición del propio rostro, en este paisaje se acentúa la Catedral hispalense, de la cual él era canónigo. Centrándonos en su semblante, me basé en una de sus pocas fotos en blanco y negro por lo que siempre en estos casos hay que

interpretar

al

retratado,

he buscado darle luminosidad al

rostro

quedando

resaltado

por el brillo de sus ojos y tonos rosáceos.”

Raúl Berzosa. 50


51



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