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Valores / La cortesía
VALORES
LA CORTESÍA
Los buenos modales son la flor de la humanidad. El que no es suficientemente cortés no es suficientemente humano. Petrus Jacobus Joubert
n cada una de las esquinas de las calles de la Ciudad de Orizaba, Ver., existe un breve letrero –de cinco palabras– que es toda una lección, no sólo para los automovilistas sino para la ciudadanía en general: “Primero usted y luego yo”.
Estamos seguros de que esta expresión, que es un verdadero himno a la cortesía, ha anulado –o cuando menos disminuido– el número de accidentes del tráfico citadino orizabeño.
Los diccionarios afirman que ser cortés equivale a ser educado, atento y amable. En síntesis, estamos hablando de un comportamiento civilizado, que nos permite –cuando se pone en práctica– una mejor relación humana.
Por desgracia, la cortesía no se vende en las tiendas de conveniencia, ni siquiera en los grandes almacenes. Cabe advertir que no es cosa de haber estudiado en un colegio privado o en una escuela de gobierno.
Obvio es que no tiene nada que ver con la riqueza o la pobreza o con que se haya nacido en la ciudad o en el campo.
La cortesía viene siendo una especie de “herencia familiar”. Si mamá y papá son personas educadas (sin importar su condición social), es lógico que los hijos sean atentos y amables. Si no lo son, aquí aplica aquello de que “no le puedes pedir peras al olmo”.
Es lamentable que existan personas con preparación, que cada vez que abren la boca son capaces de sonrojar con su vocabulario. La cuestión está en que no se puede ser maleducado en el lenguaje y educado en el comportamiento. ¿Qué hacer? Los especialistas le llaman “Reingeniería individual”, nosotros preferimos utilizar una expresión más modesta, pero que funciona de maravilla: Cambio. ¿Se puede cambiar? Claro que se puede. Nadie nace cortés o patán…La cortesía es un “añadido” y se puede incorporar a la personalidad en caso de carecer de ella.
Tres valiosas opiniones
Confucio (Filósofo): La cortesía que debe presidir nuestras actuaciones cotidianas se fundamenta principalmente en el respeto y la comprensión hacia todos. Von Keyserling (Escritor): Las reglas elementales de la cortesía son muy simples: alabar lo bueno de los otros, suprimir los reproches, dar importancia a los demás y prestarles atención. Amado Nervo (Poeta): La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar, aún aquellos que nada poseen en el mundo. El mejor halago que puede recibir de un cliente el gerente de una óptica, es que éste le exprese: “Lo felicito, todos sus colaboradores son muy corteses”.