lugar de tes go y apuntar a su responsabilidad en juego lo que permi ó poner freno a su locura en su relación al partenaire, punto a par r del cual cesaron las escenas de violencia, se paci có su relación al propio pensamiento, cesó la angus a desbordante. La relación a esta pareja perdió peso hasta caer, nalizando sin pena ni gloria una vez que su posición fue tocada. Al empo, inició otra relación de pareja, sin el rasgo violento de la anterior, acontecimientos que le parecieron su cientes para detener el tratamiento por ese momento. La relación estragante con la madre, telón de fondo y hueso más duro de roer, hubiera sido tal vez una segunda vuelta para el caso, tal vez hasta ahí llegó su consen miento... no fue poco. Aprendí con este caso que no hay posibilidad de hacer con la “violencia sufrida” -habrá hombres dispuestos a encarnar el lugar de objeto de goce, ¡verdadero partenaire!- si no es a par r del consen miento a la parte implicada del sujeto en esa violencia que sufre, para ello, habrá que pagar el precio de renunciar a la posición de víc ma. Para concluir… Considero que la posición é ca del psicoanálisis en estos empos, frente a los “amores violentos” -entre comillas, pues habría que revisar si es del orden del amor lo que está en juego allí-, puede ser la de sostener, caso por caso, la dimensión sintomá ca como lo mejor que puede haber frente a lo irreduc ble del dos, con lo que cada uno debe inventar una manera de arreglárselas y vivir, para vía el síntoma, tolerar esa diferencia radical a la que el encuentro con el otro confronta. ¿En qué consis ría sostener esta dimensión sintomá ca? A muy grandes rasgos, consis ría en ir a contrapelo del problema que plantea la violencia hacia el otro, el rechazo de la alteridad de su goce, para hacer de esa alteridad un síntoma que, como tal estorba pero también anuda, viene al lugar de la mejor solución posible frente al no hay relación sexual. La cues ón que se plantea entonces es cómo me sirvo del partenaire para, por su relevo, acceder a un otro goce, más vivi cante. No hay relación sexual, es decir, goces complementarios, medias naranjas que hagan una, pero hay buenos encuentros, más o menos felices, siempre con ngentes, que ningún contrato pret-a-porter puede venir a reglar del todo. Se trata de inventar cada vez qué arreglo sintomá co establecer con el partenaire elegido/a.
Referencias bibliográ cas Lacan, J. (2006) Seminario 20 “Aún”, Ed. Paidós, Argen na. Laurent E. (2019) Conferencia “Re exiones sobre tres cues ones del feminismo con la no relación sexual.” Buenos Aires, Argen na.
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Miller J. A. (2010) El partenaire síntoma. Ed. Paidós, Argen na.
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parte, no sin haber apuntado a su implicación subje va respecto de su malestar. Fue un no consen r al