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La guerra y su impacto en la fruticultura regional
El impacto de la invasión rusa a Ucrania en la fruticultura regional
La temporada de cosecha, empaque y comercialización de manzanas empezaba en enero con algunas certezas y otras tantas dudas.
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Entre las certezas estaba la caída del volumen de cosecha en el valle, teniendo en cuenta las heladas tardías de primavera que afectaron la producción como hacía varios años no sucedía. Las primeras estimaciones rondaban las 15.000 has con mas del 50% de daño, lo que podría proyectar una caída entre el 25% y 30% del total de kg de producción.
Otra de las certezas era que la logística internacional sería un dolor de cabeza, como finalmente lo es. Por un lado, la desincronización que generó la pandemia en toda la cadena logística: con barcos que no llegan en el tiempo necesario,
Por MARCELO LOYARTE
Gerente General de CAFI.
congestionamiento de camiones en los pasos fronterizos para poder salir por Chile, falta de contenedores disponibles y barcos de bodega. Además, se sumó un aumento desorbitante en el costo del flete marítimo. Éste es hoy el tema central en la agenda del comercio internacional de cualquier parte del mundo, al punto que la ONU lo advirtió en noviembre del año pasado.
Del lado de las dudas, la principal era cómo estarían los mercados al llegar nuestra fruta. Si bien la menor cosecha en el hemisferio norte generaba expectativas, especialmente con la demanda de países como Rusia, la inflación en gran parte del mundo y la evolución de las monedas obligaban a la cautela al momento de analizar posibles resultados comerciales.
La temporada había iniciado con expectativas, pero el 24 de febrero y los días subsiguientes significaron un escenario complejo a partir del conflicto
entre Rusia y Ucrania, debido al peso específico que tiene Rusia en nuestra economía regional. ¿Por qué son tan importantes las exportaciones a Rusia? Por varias razones. La primera es de volumen, dado que más del 20% de las exportaciones de fruta de la región van a ese país y “especialmente”, más del 25% de las exportaciones de nuestras peras. En segundo lugar, la calidad de fruta que se comercializa a ese país es casi excluyentemente para ese destino, sin posibilidades de reorientarse hacia otro mercado. Finalmente, porque son operaciones que se cobran en poco tiempo y, por ende, representan una gran fuente de financiamiento para hacer frente a los costos operativos de una temporada.
La primera alarma se encendió el propio 24 de febrero cuando el rublo se disparó en su cotización frente al dólar. Como es lógico, toda vez que la moneda local de un país se devalúa todo lo que se importa resulta más caro para el importador local, además del impacto en la economía real y la demanda de productos.
La segunda fue la información de parte de las empresas navieras que, a raíz de las sanciones económicas que Europa aplica a Rusia, difícilmente la fruta que ya había salido del valle, unas 13.000 toneladas de pera, llegaran a destino. Esto se debe a que el transbordo que se hace desde los puertos de Hamburgo, Bremen y Rotterdam hacia Rusia, sería inviable. En esos días, no sólo preocupaba que llegara la fruta a destino sino que la congestión de los puertos europeos generaría más costos y problemas logísticos en un producto perecedero.
Otro de los efectos de la guerra fue la sanción de Europa a determinados bancos rusos con respecto al sistema Swift, con lo que no podrían pagar las importaciones.
La primera pregunta que podría surgir es si no se puede redireccionar esa fruta. La respuesta es que es prácticamente imposible. Si bien es cierto que quizás una porción podría ir a mercado interno o a algún mercado muy puntual –con la consecuente caída de los precios por sobreoferta–, pero sería una porción menor. De todos modos ese objetivo se trabajó y trabaja todo el tiempo.
Inmediatamente se dispararon una serie de gestiones con los gobiernos provinciales, especialmente con el gobierno de Rio Negro y el gobierno nacional, para buscar medidas que mitiguen estos impactos, cuestión que al día de hoy se sigue trabajando.
Actualmente el panorama sigue de manera muy similar. Una porción de la fruta que salió antes del 24 de febrero estaría llegando, aunque no sabemos en qué condiciones. Por otro lado, se están buscando opciones de empresas navieras que puedan ir directamente a Rusia sin tener que transbordar en Europa, aunque afrontando costos significativamente altos. Mientras tanto, parte de la fruta que hubiera sido exportable ha ido, y esta yendo a la industria del jugo, con precios muy inferiores.
En síntesis, la invasión implica incertidumbre comercial, logística, y financiera en una de las principales fuentes de dólares para la región.
Las próximas semanas serán claves para poder conocer hasta dónde llega el impacto final de esta desgraciada invasión.