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Capacitación
Con más de 100 alumnos, 1144 participantes en charlas y 155 horas de cátedra dictadas el año pasado, la presidenta de Patagonian Academy, Milena Armada, dialoga con IMPACTO ECONÓMICO sobre la formación en tecnología; que es la clave no solo para la inserción laboral sino para el progreso mediante la capacitación constante. En esta nota nos cuenta los objetivos, las actividades desarrolladas y su recepción y la propuesta para este año.
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¿Cuáles son los objetivos de Patagonian Academy?
Patagonian Academy tiene dos grandes objetivos: capacitar a estudiantes en habilidades vinculadas a la industria del software y generar valor a través de la formación brindada.
¿Cuál es el perfil de los estudiantes?
Capacitamos a personas que recién están incursionando en la industria y buscan una salida laboral, como también a profesionales de la zona que quieren perfeccionar sus habilidades. Los perfiles que potenciamos son: programadores, diseñadores UX/UI, especialistas en devops, Producto y QA.
¿Cuál es la propuesta de Patagonian Academy?
A través de la ampliación de las propuestas educativas y la visibilización del trabajo de Patagonian también queremos generar curiosidad y atraer a los jóvenes a que se sumen a estas profesiones de gran demanda laboral.
¿Qué actividades desarrollan?
Durante el año 2020 realizamos varias actividades. Dictamos una Diplomatura en Desarrollo Full-Stack de Aplicaciones Web en Javascript junto a la Universidad Nacional del Comahue, orientada a estudiantes avanzados y profesionales. También iniciamos otra Diplomatura en Programación Web en el IUPA, cuya cursada aún continúa, para personas que se están iniciando en la programación.
¿Cuáles son las temáticas de las charlas abiertas?
Realizamos un ciclo de charlas de diseño de productos digitales en la Universidad Nacional de Río Negro para contar cómo es la actualidad del diseño UX/UI y cómo trabajamos en Patagonian al respecto. Esta iniciativa fue el puntapié para comenzar el diseño de una nueva diplomatura en Diseño de Productos Digitales con Especialidad en Experiencia de Usuario (UX) e Interfaz de Usuario (UI). Como parte de nuestra propuesta, también ofrecemos charlas técnicas abiertas a la comunidad de diversas temáticas: Big Data, Agile, Serveless, etc.
¿Cuál es la importancia de los profesionales que dictan las actividades?
Lo destacado de estas propuestas es que son actividades dictadas por el equipo de técnicos e ingenieros de Patagonian. Nuestros profesionales trabajan en proyectos de desarrollo de productos de clase mundial, por eso es un plus extraordinario para el contenido de las capacitaciones. Los alumnos valoran la dedicación y la experiencia que transmite el equipo.
¿Volvieron a la presencialidad este año?
Hasta ahora todas las actividades han sido en formato virtual por las condiciones que impone este tiempo de pandemia. Esperamos en el corto o mediano plazo desarrollar actividades presenciales para enriquecer la experiencia educativa y para fomentar el desarrollo de la comunidad de profesionales de tecnología de la región. Pensamos en meetups, workshops, hackatones y charlas presenciales. Para 2021 tenemos proyectado dictar diversos cursos cortos de tecnologías específicas con alta demanda laboral.
¿Cómo fue la recepción que han tenido las actividades desarrolladas hasta ahora?
Las actividades que realizamos resultaron muy atractivas y esto se vio reflejado en la alta convocatoria. La Diplomatura En Desarrollo Full-Stack De Aplicaciones Web En Javascript completó su cupo apenas fue difundida. Lo más importante es que todos los alumnos la completaron exitosamente. Tenemos a 55 personas diplomadas. Algunos de ellos se incorporaron a trabajar en Patagonian.
¿Cuántas personas se inscribieron en la Diplomatura de Programación Web?
Esta diplomatura para principiantes superó nuestras expectativas: se inscribieron 700 personas de todo el país. Los cupos son limitados: 50 personas están cursando en la actualidad.
¿Qué feedback tienen de las charlas abiertas?
En cuanto a las charlas abiertas, observamos también mucho interés: en todos los casos participan alrededor de 100 personas que buscan conocer nuevos temas, perfeccionarse y conocer la experiencia de Patagonian en cada tema propuesto.
La educación como estandarte
A un año de la declaración del confinamiento producido por la pandemia, todavía existe un gran porcentaje de estudiantes que no han regresado a la escuela. Quienes lo han hecho en su gran mayoría tampoco acceden a una presencialidad completa, sino a la llamada “presencialidad alternada”. En el buzón de reclamos de PadresOrg Patagonia hemos recibido entre los principales reclamos los siguientes como los más destacados: paro docente, falta de mantenimiento de los edificios, falta de asignación de personal docente y no docente, falta de elementos de bioseguridad. Todo ello imprescindible para el funcionamiento escolar. Ante ello los padres nos preguntamos: ¿Qué hicieron los Ministerios de Educación nacional y provinciales durante doce meses? ¿Cómo puede ser que después de
Por Magdalena Marsó
Integrante de Padres Organizados Patagonia. magdamarso@hotmail.com
un año sin presencialidad haya escuelas con estos reclamos? Pero esa quizás es la pregunta fácil, y su respuesta también lo es: desidia. No existe palabra que defina mejor lo que ha ocurrido aquí. ¿Quiénes son los responsables de dicha desidia? Nos guste o no, la respuesta es sistémica: tuya, mía, del gobierno, de los docentes, de los padres, de los colegios profesionales, de las defensorías, entre tantos más. Es imperante que reconozcamos que la educación es un tema que nos compete a todos los ciudadanos de este país. Porque cuando un estudiante no tiene clases afecta a todo el sistema educativo y por ende a la sociedad. Lo que no se mira no crece, no se desarrolla, no florece. Cuando se habla de los problemas de la educación en la Argentina, me pregunto: ¿cuántas veces como miembros de la sociedad hemos mirado a un costado? Si bien hay sectores que vienen trabajando arduamente en post de una educación digna, pocos hemos acompañado (sepan que soy la primera en la fila en sentirme responsable por inacción).
Si todo ello ocurre es porque no estamos atentos, involucrados, haciéndonos cargo aunque sea con darnos cuenta de que en algún grado somos cómplices de la tragedia educativa; entonces no es difícil concluir cuál sería parte de la solución. Que te importe, que me importe, que nos importe. Lo que sigue es saber que como ciudadanos tenemos el poder de cambiar lo que no funciona, ello requiere del esfuerzo de no naturalizar lo que está mal. Hemos naturalizado que los docentes no tengan salarios acordes a su tarea, que las escuelas no estén en condiciones, que se demore el comienzo de clases. La otra pregunta que quisiera compartir es: si no tomamos responsabilidad, ¿a dónde nos lleva esta realidad? Lamentablemente estaremos destinados a una mayor desigualdad, aumento de la pobreza, más enfermedades físicas y mentales, más familias disfuncionales, entre tantas consecuencias anunciadas por prestigiosos organismos de salud como Unicef y la Sociedad Argentina de Pediatría. La escuela es el gran ordenador social, no hay salud y economía posible sin poner a la educación como estandarte. Hay algo más que hace falta para poder reconstruir la educación: volver a poner en valor el imprescindible “sentido común”. En base a ello nos preguntamos: ¿cómo se explica que la gran mayoría de las actividades hayan regresado casi a su total normalidad, y sin embargo sea la escuela el lugar donde los protocolos se vuelven tanto más estrictos? ¿Cómo les explicamos a nuestros niños y niñas que en el parque pueden utilizar los juegos y en su jardín no? ¿Cómo les explicamos que en un restaurante podemos quitarnos el barbijo, pero en la escuela, sentados con 10 compañeros no pueden? Entre tantas otras diferencias, casi podrían tildarse como discriminatorias entre la escuela y los demás espacios. La educación es una construcción social, y es ante todo una obligación constitucional del Estado. Tenemos el poder y el deber de reclamar por la educación de todos los N,N y A de la Argentina. No bajemos los brazos, depende de cada uno de nosotros dejarles a nuestros hijos una sociedad más justa y digna. Cada acción cuenta.