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Falacias económicas
La falacia del proteccionismo
Por MIGUEL H. SCHINDLER
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Ingeniero y empresario rionegrino. Propietario de Delta P. mschindler@deltap.com
Exportar y no importar, esta es la cuestión y el slogan del gobierno. El origen de esta parcialidad y su aceptación indiscutida por la mayoría de la población, incluyendo los empresarios, es que asegura proteger y promover a la industria local de la competencia externa.
Aunque esta estrategia fue seguida de manera ininterrumpida por décadas, pareciera que no ha dado resultados: el país no ha dejado de retrasarse con respecto al resto del mundo.
Una buena política no puede limitarse a lo inmediato, sino a los efectos a mediano y largo plazo. Debe ser capaz de mirar a través de la ventana rota de Bastiat y apreciar las consecuencias ocultas de cada medida, de evaluar sus costos y beneficios y determinar si es o no es una falacia.
Restringir el comercio es despótico, vulnera la libertad de elegir de los individuos, su derecho de propiedad y el progreso.
En el supuesto caso que fuera más ventajoso exportar que importar, procurar una asimetría bloqueando a nuestros socios comerciales es desleal.
El teorema de la simetría de Lerner de 1936 demuestra que las tasas a la importación equivalen a tasas a la exportación. Implica que trabar las importaciones es también trabar las exportaciones.
LOS COSTOS Las tarifas de importación incrementan el costo de los productos, disminuyen las cantidades ofrecidas y el excedente del consumidor, causando una pérdida
social irrecuperable. Pérdida de bienestar por estar forzado a usar productos de diferente calidad que la preferida.
EFECTOS
• Las retenciones a las exportaciones disminuyen el precio recibido por el productor, reduciendo las cantidades ofrecidas y también causando una pérdida social irrecuperable.
• Pérdida de productividad por limitaciones a adquirir tecnología y productos líderes.
• Limitaciones a la producción por restricciones a insumos intermedios.
• Los mayores precios de los productos importados bloqueados incrementan los precios de los productos locales, quitándoles la competitividad internacional y limitándolos al mercado interno.
• Restringir el comercio exterior limita también el comercio interior, bajando las cantidades producidas y en consecuencia el PBI.
• Las intervenciones dirigidas, selectivas y cambiantes desalientan y condicionan los negocios y las inversiones, por la competencia desleal y arbitraria que implican los privilegios propios del capitalismo de amigos, generado por las relaciones con el poder político.
LOS MOTIVOS
Más allá del discurso, existen trabas formidables a la exportación, con retenciones y sobre todo con la liquidación forzosa de divisas, que es un mecanismo del Estado para recaudar el impuesto de brecha cambiaria.
La intervención del Estado en el comercio exterior y el tipo de cambio no está sustentada en razones técnicas, sino en objetivos recaudatorios, y de tráfico de influencias, para maximizar la percepción de los impuestos aduaneros, el impuesto inflacionario y el impuesto de brecha.
También para compensar y enmascarar el “costo argentno”, porvocado por los altos impuestos, las cargas sociales y la legislación laboral.
La intervención del BCRA no es técnicamente necesaria, las transacciones asociadas al comercio exterior pueden ser realizadas eficientemente a través de instituciones privadas. (ie. Red Swift).
Si bien es posible que en primera instancia los controles beneficien al Estado y a un pequeño grupo de favorecidos, el país en su conjunto sufre más costos que beneficios.
El proteccionismo generado por la intervención estatal es una de las causas principales de la decadencia nacional.
CONCLUSIÓN
El comercio libre es un pilar fundamental de la riqueza. Hay que dejar de percibir a la economía como un constante conflicto de intereses y comenzar a apreciarla como lo que debe ser en realidad, una comunidad unida y relacionada con lazos de mutua conveniencia desplegada en un marco de honestidad, confianza y lealtad comercial.
El progreso de nuestras empresas y el bienestar de nuestra población no se encontrarán bloqueando al comercio. La clave para lograrlo consiste en implementar las únicas ventajas competitivas genuinas: reducción de impuestos, adecuación de la legislación laboral y sindical, la libertad de comercio e industria, aliviando de la multiplicidad de trabas y regulaciones que impuso el Estado a la actividad privada productiva.