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LIFE STYLE
Anabel Zerahia es Coach Profesional, hace más de 10 años acompaña a organizaciones y líderes a que logren sus objetivos y desarrollen las habilidades necesarias para alcanzar excelencia en sus resultados y relaciones. Para ella, realizar actividad física resulta fundamental. Tres veces por semana practica Trail (running en montaña) y entrenamiento funcional. Además, ha corrido diversas carreras.
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A partir de 2012 comenzó su pasión por el running, un año después se propuso correr 42 km. “Fue sin dudas, un antes y después en mi vida”, expresó.
Para Anabel, practicar deporte fue todo un desafío: “Me sirvió para trabajar la confianza en mí misma”, contó. La responsabilidad, la disciplina y la perseverancia fueron valores que le transmitió el Trail. La clave para ser perseverante, según ella, es la planificación y la importancia de formar y ser parte de un equipo.
Este año corrió en Patagonia Run 46km, pero desafortunadamente tuvo una doble fractura por estrés. “Me enteré dos meses después cuando me hice una resonancia”, detalló. A pesar de dicho obstáculo, actualmente comenzó a correr poco a poco.
Anabel contó que practicar running le trae numerosos beneficios a su vida laboral, ya que le brinda aprendizajes que puede trasladar a sus clientes, y la ayuda a entender la “magia” de los procesos. “Me encanta usarlo como paralelismo para lograr objetivos: plantearlos, visualizarlos, diseñar el plan de acción y comenzar a dar los pequeños pasos en pos de ese objetivo, incluso para evaluar posibles dificultades que puedan darse en el camino”, contó con entusiasmo.
A nivel personal el running es su “cable a tierra”, ya que la ayuda a recargar energías y conectarse con ella misma. Además, confesó que al practicarlo con su marido y amigos, les permite crear experiencias en equipo. También destaca que gracias a dicho deporte se enamoró de la montaña y de los lugares ‘mágicos’ que “uno no llega en auto a conocerlos”.
Finalmente Anabel compartió su experiencia en una de las carreras más importantes que ha realizado: “Corriendo en Villa La Angostura en 2013, llovía, hacía frío y estábamos con mi marido trepando uno de los cerros y yo no dejaba de decirme internamente ‘no doy más, no puedo más’, pero en cada paso avanzaba un poco más, hasta que miré para atrás y vi a VLA a 1800 mts de altura. Automáticamente cambié mi conversación interna y me dije ‘yo puedo un poco más, puedo mucho más de lo que creo que puedo’. Ese fue uno de mis mayores aprendizajes, ser consciente de que muchas veces es nuestra conversación interna la que nos aleja de lo que deseamos”.