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EL BUEN VIVIR

EL BUEN VIVIR

Manuel Tagle, presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba

“Las ideas liberales tendrán éxito cuando se apliquen con consistencia”

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Una parte de la dirigencia empresarial oscila entre el bajo perfil, el temor, la sumisión o la indefinición al momento de plantear estrategias concretas de desarrollo. No es el caso de Manuel Tagle, CPN, empresario y presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba. Cultor de un alto perfil y una sólida formación intelectual, desempeña un rol activo en la gestión del entorno, levantando la voz para comunicar propuestas concretas para impulsar la libre iniciativa privada. Las causas de la decadencia argentina, el rol de los empresarios en la sociedad y los beneficios de las políticas económicas liberales para el desarrollo del país fueron parte de la conversación con IMPACTO ECONÓMICO.

¿Cuál es su diagnóstico sobre las causas de la declinación argentina? Viene desde hace varias décadas, 80 años si se quiere, con algunas interrupciones que no alcanzaron a progresar con la fuerza que debieron. Así fue el caso de la convertibilidad, que si bien no fue una estrategia liberal, tuvo muchos condimentos del liberalismo. Se hicieron algunas transformaciones estructurales importantes: privatizaciones y desregulaciones. Luego tuvimos

la experiencia del presidente Macri, que si bien demoró en instrumentar las ideas de la libertad - de la integración al mundo, del equilibrio fiscal, de la disciplina monetaria y la no intervención del Estado en la economía- indudablemente hizo una transformación muy importante. Las ideas liberales van a tener éxito cuando se apliquen con firmeza y consistencia, como se hizo en la última etapa de la gestión de Cambiemos.

¿Qué se puede aprender de la experiencia? Creo que el país tiene que encontrar su explicación a esta decadencia tan abrupta. Empezó cuando se abandonaron las políticas liberales que emanan de la Constitución Nacional de 1853 que Juan Bautista Alberdi concibió con tanta claridad, y que fueron respetadas hasta la década del cuarenta. Argentina era un país que tenía los indicadores más prósperos de Latinoamérica, ocupaba el sexto lugar del mundo en PBI per cápita. Las cosas cambiaron cuando el peronismo introdujo políticas de mayores controles del Estado en la economía, estímulos artificiales para desarrollar las industrias de base y estatizaciones. También se creó la aerolínea “de bandera”, que implicó un costo enorme para el país.

¿Cómo ve la actualidad? En las elecciones del 14 de noviembre una buena parte de la sociedad le ha dado la espalda al intervencionismo estatal y se ha dado cuenta que las promesas inconsistentes del populismo al final no llegan, no se concretan y votó un cambio de rumbo.

¿Cuáles son las principales reformas que se deberían implementar para crecer? Es crucial lograr estabilidad monetaria como condición necesaria para crecer. Esto no se consigue de un día para el otro. Pero lo importante es que en la medida que se anuncie un plan de estabilización consistente, de ordenamiento de las cuentas públicas para evitar el crónico desequilibrio fiscal, junto a un proceso de liberalización de las variables económicas, permitirá recrear la confianza. Esa confianza generará incentivos para invertir y crecer. ¿Cómo impulsar este círculo virtuoso? Estoy convencido de que cuando se anuncie un plan de esta naturaleza, con firmeza, con convicción, el país comenzará a renacer. Primero con la esperanza y luego con hechos más concretos. Esto es lo que nosotros pregonamos y creo que tenemos que sostener. Esto es lo que intentó el gobierno de Cambiemos y que le faltó tiempo, porque en agosto del 2019 el índice de inflación iba a ser del 1.7 mensual. Por supuesto había un enfriamiento de la economía, pero ya se había logrado casi el equilibrio fiscal, el autoabastecimiento energético, el superávit comercial, se habían recuperado reservas internacionales… Este proceso tiene que ser consistente, firme, y debe sostenerse en el tiempo. El solo hecho de tener un partido opositor que comulgue con ideas opuestas, como es el caso del kirchnerismo, genera una limitación del círculo virtuoso que describí, porque siempre está latente la posibilidad de volver a las prácticas intervencionistas y populistas.

¿Cuál es la responsabilidad de los empresarios para contribuir a una transformación? Creo que los empresarios tienen que definirse conceptual e ideológicamente. A muchos les cuesta reconocer que estas ideas que sostuve anteriormente van a ser las que van a sacar al país de esta decadencia de tantos años. Es porque tienen dudas sobre algunos esfuerzos que hay que asumir y superar para que comience el proceso virtuoso de crecimiento. Dentro de este proceso está la integración al mundo, para la cual el país tiene que volverse competitivo. Ningún país que se cierre al mundo va a poder desarrollarse económicamente. Porque el mercado, al abrirse al mundo, se amplía enormemente. Las empresas

“Tiene que haber coordinación entre el sector privado y el sector público para que la educación esté en consonancia con las necesidades de la actividad productiva”.

“Ningún país que se cierre al mundo va a poder desarrollarse económicamente”.

“La decadencia empezó cuando se abandonaron las políticas liberales que emanan de la Constitución Nacional de 1853, que Alberdi concibió con tanta claridad”.

tienen potencial y descubren que pueden vender a distintos países, a través de acuerdos de libre comercio, entre otros beneficios.

¿Qué se necesita para lograr la apertura económica? Para poder sostener una apertura económica hay que hacer los deberes: ordenar las cuentas fiscales, controlar el proceso de emisión monetaria para regular la inflación, hacer una reforma laboral para que el peso no recaiga en las empresas. También una reforma previsional y fiscal que tiene que estar en consonancia con este proceso de reducir la presión fiscal que tiene hoy en día la economía argentina y que impide que las empresas puedan ser competitivas en el mundo. Es un proceso que obliga a ser eficiente y más competitivo y, por lo tanto, empieza a generar inversiones y crecimiento. Esto ha funcionado en otros países del mundo.

Hay empresarios que prefieren mantener un bajo perfil y no manifestarse públicamente… Creo que es una lástima. Esto perjudica a la toma de conciencia que debe tener la sociedad y la confianza que deberían generar los empresarios. No podemos proteger a un grupo selecto y perjudicar a la mayoría de los habitantes del país generando subsidios, prebendas y proteccionismo. Los empresarios tienen que apoyar un proceso de apertura que debe ser gradual pero firme. En 4 o 5 años deberíamos poder integrarnos al mundo. El Estado también debe hacer sus deberes para evitar ser una carga para el sector productivo privado. Si los empresarios pregonan esto, van a poder convencer al sector político y a la sociedad, de que ellos están dispuestos a someterse a la competencia, a ser honestos y no pretender ganar el dinero fácil de las protecciones y los subsidios del sector público.

Hay que minimizar la discrecionalidad de los funcionarios públicos… Ahí está la clave de las economías de libre mercado y su éxito. Los empresarios

importantes del mundo que podrían invertir en el país no vienen a Argentina porque han tenido la experiencia y saben que dependen de la buena voluntad del funcionario de turno para aprobar importaciones, aumentos de precios, el retiro de utilidades o cancelaciones de préstamos en el exterior. Los empresarios prefieren que el árbitro sea el mercado y que las reglas no dependan de un funcionario al que hay que convencer. La corrupción se genera por las políticas intervencionistas del Estado.

¿Qué reformas se necesitan en el sistema educativo para la inserción en el mercado laboral? Hay que tomar ideas de países desarrollados, como algunos países nórdicos, o Chile inclusive. Tiene que haber coordinación entre el sector productivo y el sector público para que la educación de los jóvenes esté en consonancia con las necesidades de mundo laboral. Es necesario para esto conocer cuáles son las carreras más demandadas actualmente y tratar de fomentarlas. Tampoco podemos tener una educación totalmente gratuita, salvo para sectores de recursos escasos. Tenemos que ir hacia un sistema en el que el Estado le dé a los padres de familia un recurso para que puedan elegir entre la educación pública, que tiene que se más eficiente, y la educación privada para sus hijos. Este proceso de competencia es saludable y genera una mejora en la calidad educativa.

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