Las actuales generaciones nunca habíamos vivido una crisis mundial que amenazara la existencia humana, que trastocara tan radicalmente la normalidad de nuestro modo de vida e hiciera tambalear todo tipo de certidumbre respecto al futuro, como la que vivimos desde fines de 2019 con la pandemia provocada por la COVID-19.
Se han fracturado casi todos los pilares en que se sustentaba -con sus grandes diferencias y desigualdades, por supuesto- la sociedad humana en el planeta. La salud, la economía, la educación y la seguridad pública, por mencionar algunos de los aspectos más importantes de la realidad cotidiana , se han afectado severamente. Nada volverá a ser como era.
No obstante la gravedad de la crisis, muchos gobiernos nacionales han sido totalmente incapaces de articular una estrategia eficaz para contener la pandemia. Nuestro país, por ejemplo, ocupa el tercer lugar de fallecimientos en el mundo y, lamentablemente, no se conoce hasta ahora una política pública consistente para terminar con l