Amara Venayas Rodríguez La
estrella durmió que se
La estrella que se durmió
© Texto: Amara Venayas Rodríguez © Ilustraciones: Editorial Gunis © Diseño & Maquetación: Editorial Gunis Editorial Gunis info@editorialgunis.com www.editorialgunis.com Reservados todos los derechos.
La
estrella durmiรณ que se
Ila era una pequeña estrella, la más pequeña de todas sus hermanas, era tan pequeñita que cabía en una de las puntas de estrella de su mamá. A lo mejor pensáis que por ser pequeña estaba siempre cansada, ¡todo lo contrario! Ila jugaba y jugaba sin parar. Jugaba toda la noche con las nubes. Jugaba con la Luna que la iluminaba en el frío cielo. Jugaba con las gotas de lluvia que caían al suelo. Intentaba jugar con el Sol, pero estaba muy cansado de brillar todo el día.
Ila tenía curiosidad por saber cómo sería el día, ya que ella y su mamá sólo estaban despiertas por la noche brillando sin parar. Quería ver a esa “gente” de la que había oído hablar a algunos pájaros, quería saber qué hacían mientras ella estaba descansando. Una noche que Ila estaba muy cansada, se quedó dormida. Su mamá no se dio cuenta, pensó que estaría jugando, como siempre.
Por la mañana Ila se despertó, solita en el cielo. Primero se asustó de no ver a su mamá y sus hermanas. No entendía por qué había tanta luz, una luz distinta a la de la noche. Y no sabía qué era todo aquel ruido que venía de abajo, del suelo donde caían sus amigas las gotas de lluvia. Se sintió muy triste y asustada, estaba sola y no sabía por qué ni qué hacer. Ila lloró.
Pero el Sol, que escuchó sus llantos se acercó a consolarla. Le explicó que se había quedado dormida toda la noche y por eso ahora estaba despierta por el día. Le dijo que no llorase, que él estaría con ella hasta que volviesen su mamá y hermanas, y que no pasaría nada. Como el Sol cuidaba de ella, Ila se sintió más segura y decidió explorar.
Vió, por fin, cómo era la “gente” y la gustaron mucho porque había “gente” de todos los tamaños y tipos. Había gente grande, gente bajita, gente muy muy mayor y gente muy muy chiquitita. Gente con el pelo de colores, gente con ropa alegre y gente con ropa seria. Gente feliz y gente triste. Gente con más gente, y gente sola. Aprendió que la gente más grande iba por las mañanas a un sitio llamado “trabajo” y que la gente más pequeña iba al “colegio”. Y por la tarde iban todos juntos de paseo o de compras o al parque.
Así que por la mañana, cuando el Sol se desperezó y empezó a iluminar el cielo ¡se vio rodeado de estrellas! Todas las estrellas, menos Ila, estaban despiertas y emocionadas viendo todo lo que ocurría. Les gustó tanto que decidieron no volver a brillar de noche, el día era más divertido. Pero por la noche, cuando Ila se despertó, estaba sola. Las demás estaban descansando del día tan maravilloso que habían vivido y el cielo estaba negro, oscuro, sin más brillo que el de la Luna. La Luna contó a Ila que había oído a las demás estrellas decir que no volverían a brillar de noche.
La gente no entendía por qué no había ninguna estrella, no les gustaba la oscuridad, y se escondieron en sus casas angustiados por la desaparición de sus astros. Ila escuchó la tristeza y el llanto de la “gente pequeña” al no ver ninguna lucecita brillante. Y entonces entendió que, por muy diferente y divertido que fuese el día, las estrellas deben brillar por las noches para alegrar el cielo y los corazones de la “gente”, para que se sientan seguros y puedan pasear bajo su brillo. Corrió a despertar a todas y cada una de sus hermanas y a su mamá, y poco a poco el cielo nocturno se fue llenando de luz. Ila debía estar despierta por la noche porque era una estrella, debía iluminar el mundo, debía ser ella misma. Y así se lo explicó a las demás.
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Ila es una estrella muy curiosa, fascinada por conocer cómo será la vida durante el día, hasta tal punto que una noche se quedó dormida y, entonces, despertó de día con la compañía del Sol.