ESE LUPO TAN LUPO
© Texto: Victoria Lis Marino © Ilustraciones: Editorial Gunis © Diseño & Maquetación: Editorial Gunis Editorial Gunis info@editorialgunis.com www.editorialgunis.com Reservados todos los derechos.
Victoria Lis Marino
ESE TAN
LUPO
Juli quería tener un perro peludo desde que vio a Lupo por primera vez. Lupo era el perro de su vecina Victoria y era sencillamente HERMOSO, casi ESPONJOSO y recontra MIMOSO. Si lo mirabas fijamente te dabas cuenta de que se parecía mucho a un OSO, pero polar, inmaculadamente blanco, adorablemente santo. Lupo era como una nube enorme, acá en la tierra; lanudo casi oveja, orejas puntudas casi conejo, ojos grandes casi lechuza, cola de casi zorro y hocico de casi de lobo. Era único en su tipo y Juli, lo quería, tanto lo quería, que a veces deseaba en secreto ser su dueña.
El problema de tener un perro así era que en casa el difícil de convencer era su papá. “Hay que pasearlo, darle de comer, hacerse responsable”, repetía sin cesar. “No son peluches, Juli, los animales son de verdad”, aclaraba papá como si ella no lo entendiera. Cada mañana cuando se levantaba miraba por la ventana de su cuarto qué era lo que estaba haciendo Lupo, y la imagen era la misma, dormía tranquilo debajo de un abedul. A veces Juli soñaba que Lupo era un super héroe, que de noche cuidaba a todo el barrio y de día dormía para recuperar fuezas.
Por él dormía tranquila, y cada vez que se despertaba le daba placer verlo así, tan parecido a un peluche de verdad, uno que además de oso, lobo y conejo era peresozo. Al mediodía cuando su mamá la llevaba al jardín de infantes, las dos se cruzaban para hacerle algunas caricias en secreto, ese lupo tan lupo las aceptaba con afecto y cuando veía a Juli, sacaba la cabezota por la cerca para darle la pata. “Si tan sólo yo tuviera uno a quien mimar así”, pensaba Juli, mientras mamá le acariciaba la cabeza. ¡Y ahí se le ocurrió una gran idea! Si lograba que papá conociera a ese Lupo seguramente se iba a enamorar de él y la iba a dejar tener un perro.
Por eso, ese domingo Juli le propuso a la dueña de Lupo jugar con él en el parque de su casa y enseñarle a saltar. Pusieron unos bancos, un par de palos de escoba y empezaron a saltar con el perro de un lado para el otro hasta que Lupo se convirtió en un campeón de salto. Como el papá de Juli escuchaba muchas risas decidió ir a espiar a las chicas y ahí la vio. Vio a Juli tan feliz corriendo detrás de esa nube de pelo blanco que sólo pudo sonreir. A veces los amigos orejudos podían cambiarte la vida y ese Lupo tan Lupo sí que había hecho la diferencia. Por eso, cuando terminó la tarde, Papá le preguntó a Juli, ¿Te gustaría tener un perro como Lupo?
“Quiero un perro tan Lupo como Lupo”, respondió Juli segura de sí misma. ¿Y eso qué significa? “Que parezca un lobo con dientes grandes que no muerdan nunca, con orejas largas y punteagudas que lleguen casi hasta el cielo, con pelo largo como oso para abrigar en el invierno y un corazón de gigante para que me quiera por siempre, sin importar si crezco”. “Ah si, pensó papá, un Lupo tan Lupo, seguramente hoy lo encontremos”. Y esa misma tarde, en el refugio local de animales Juli encontró a ese amigo que la cambió para siempre , y que curiosamente se hizo amigo de ese Lupo tan pero tan Lupo.
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