Módulo Respiración 2022

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EL MECANICISMO François Jacob*

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N EL SIGLO XVII SE VAN PRECISANDO las dos corrientes que surgen en el estudio de los seres vivos: la fisiología, derivada de la medicina, y la historia natural, relacionada con el inventario de los objetos de este mundo. Pero si la segunda va a poder constituirse en ciencia debido a que el pensamiento de la época favorece el análisis de las estructuras visibles, la primera está todavía limitada por la falta de conceptos y de medios suficientes. Sería sin duda conveniente distinguir dentro de esta fisiología toda una serie de tendencias ideológicas, tendencias que varían según sus practicantes y según los objetos de estudio, los objetivos perseguidos o los fenómenos que se observan. Pero aquí sólo nos importan los conceptos que sirven de operadores en el estudio del mundo vivo: y aún no hay muchos que puedan desempeñar este papel. De hecho, durante toda esa época el funcionamiento de los seres vivos sólo puede aprehenderse en la medida en que refleja lo que ya es conocido. En el universo del siglo XVII el centro de gravedad se ha desplazado. Es un universo en el que astros y piedras obedecen las leyes de la mecánica expresadas por el cálculo. A partir de entonces, para asignar un lugar a los seres vivos y para explicar su funcionamiento, sólo existe una alternativa. Los seres, o bien son máquinas de las que sólo cabe considerar formas, dimensiones y movimientos, o bien escapan a las leyes de la mecánica, y entonces hay que renunciar a cualquier unidad, a cualquier coherencia en el mundo. Ante esta opción, ni los filósofos ni los físicos, ni siquiera los médicos, dudarían: la naturaleza entera es una máquina, como la máquina es naturaleza. Dice Descartes: «Cuando un reloj marca las horas por medio de las ruedas que lo componen, esto es algo tan natural en él como para un árbol dar frutos».2 Para Hobbes, es indistinto considerar que el animal es una máquina o que un autómata cuyos miembros se mueven como los de un hombre tiene vida artificial. Esto no es ni una metáfora ni una comparación ni una analogía: es una identidad. Todos los cuerpos, sean astros, piedras o seres vivos, están sometidos a las mismas leyes del movimiento. El mecanicismo es tan natural y tan necesario en esta época como lo será una cierta forma de vitalismo en el inicio de la biología. Hasta finales del siglo XVIII no existe una frontera claramente definida entre los seres vivos y las cosas. Lo vivo se prolonga en lo inanimado sin solución de continuidad. Todo es continuo en el mundo y, en palabras de Buffon, se puede «ir bajando gradualmente de la criatura más perfecta hasta la materia más informe, del animal mejor organizado, al mineral más tosco».3 No existe aún una división Tomado de Jacob François (1999) La lógica de los viviente. Una historia de la herencia. Barcelona: Tusquets. 2 Principies, IV, 203, pág. 666. 3 De la maniere d'étudier et de traiter l'histoire naturelle; Oeuvres completes, in 16, 1, París, 1774*

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