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Las explicaciones prevalecientes
Bajo los términos expuestos, muchas de las explicaciones corrientes sobre el fenómeno analizado resultan obviamente inadecuadas, o aparecen como versiones anecdóticas o formulaciones de carácter reiterativo y complementario. En efecto, versiones tradicionales, como la de una escasez originaria de fuerza laboral nativa o del «rechazo» del obrero nativo al corte de la caña, o bien, por el lado haitiano, la del «engaño» sistemático sobre altos salarios12, apenas bordean los términos de la problemática planteada. Del tipo reiterativo serían los planteamientos que constatan el bajo precio de la fuerza de trabajo del inmigrante haitiano, en el sentido de que este percibe salarios por debajo de la subsistencia13; toda vez que, ello establecido, de lo que se trata es de explicar los factores que determinan esta situación. O los que establecen que la inmigración haitiana asume la función de sobrepoblación relativa o ejército de reserva14, puesto que, en los términos del problema, se plantea de entrada la existencia de una sobrepoblación relativa dominicana, y lo que debe explicarse es por qué, aun persistiendo esta, es menor el precio de la fuerza de trabajo del inmigrante haitiano. Del tipo complementario serían las argumentaciones sobre el proceso de acumulación azucarera y las fluctuaciones de los precios del azúcar, en la medida en que solo delimitan la orientación hacia fuerza de trabajo barata, las condiciones del capital azucarero que configuran la estrategia de reducción salarial, sin dar cuenta, en sí mismas, de los factores y procesos que posibilitan el «encuentro» de esta mercancía de ínfimo precio15 .
12 Las dos primeras son consideradas explicaciones demográfica y psicosocial, respectivamente. Se ha demostrado que originariamente el dominicano se integró al corte de caña y que, al bajar los salarios en la década del 80 del siglo pasado, tendió a refugiarse en la economía campesina, empezando entonces a articularse la inmigración. Cf. José del Castillo: «La inmigración de braceros azucareros en la R. D. 1900-1930», Cendia, Santo Domingo, 1978. 13 Martín Murphy: «El uso de mano de obra extranjera en un país con un alto nivel de desempleo: el caso de obreros haitianos en la industria azucarera de la R. D.» (mimeo), Santo Domingo. 14 Laura Faxas: Movimiento sindical, política estatal y fuerza de trabajo migrante en la industria azucarera dominicana”, FLACSO, tesis de maestría, México, 1982. 15 A. Díaz Santana: «Papel de los trabajadores haitianos en la producción de azúcar dominicano», ponencia, UASD, Santo Domingo, 1974.
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Dejando de lado estas versiones e interpretaciones, pueden considerarse tres enfoques explicativos básicos. El primero reinterpreta el bajo precio de la fuerza de trabajo del inmigrante a la manera de bajo precio del trabajo, es decir, como inexistencia de la forma salarial: trátase del enfoque sobre la esclavitud del haitiano en la economía azucarera dominicana y sobre el tráfico esclavista. Conforme a esta concepción, la movilidad forzada explicaría la redistribución de mano de obra a escala insular y el trabajo forzado caracterizaría el proceso de trabajo al que es incorporado el inmigrante haitiano. Dicha concepción, que cuenta con los más heterogéneos exponentes16, se revela impotente para explicar las raíces socioeconómicas de la migración y de la organización del proceso laboral en la cosecha cañera dominicana por cuanto estatuye que sería la fuerza político-militar la que determina exclusivamente el desplazamiento de hombres y la gestión de la jornada de trabajo. Esta vulnerabilidad explicativa emerge, en las descripciones de sus intérpretes más vigorosos, a la manera de paradojas dramáticas: los planteamientos de la movilidad forzada y la captura y venta de esclavos se ven enfrentados a la agobiante realidad del reclutamiento en Croix-des-Bouquets, con la muchedumbre amontonada en espera de la selección, y los militares y tonton macoutes haitianos golpeando salvajemente; no, justamente, para obligar a los hombres a incorporarse a la «nueva trata», sino para organizar la selección, además de cobrar dinero a los que serán elegidos. O, ya en el cañaveral dominicano, la rebatiña y competencia entre braceros por los campos de corte, los mecanismos de pago por su asignación, una dinámica febril de prolongar el tiempo y elevar el grado de intensidad del trabajo para compensar el tiempo de paro impuesto17. En suma: habría movilidad forzada del tipo esclavista, pero los braceros haitianos estarían
16 La tesis de la esclavitud ha sido sustentada por un sector del exilio haitiano, intelectuales de izquierda o de posición liberal dominicanos y algunos intelectuales de derecha. Entre estos últimos resalta J. B. Gautier, quien ha utilizado, curiosamente, tal tesis para atacar la política balaguerista de reforma agraria.
Incluso el propio Dr. Balaguer ha coqueteado con el término, refiriéndose a
«esa nueva especie de esclavitud denigrante que se practica actualmente en los ingenios azucareros dominicanos». Véase La isla al revés, Fundación J. A. Caro,
Sto. Dgo. 1983, p. 231. Ese carácter «actual» confiere a la referencia del exmandatario estatuto de versión única. 17 Cf. Maurice Lemoine: Azúcar amargo. Hay esclavos en el Caribe, Ediciones CEPAE, 1983, pp. 24 y ss.
ardientemente interesados en ser reclutados; y habría trabajo forzado en los cañaverales, y los braceros estarían particularmente interesados en trabajar más.
El segundo enfoque establece que el bajo precio de la fuerza de trabajo del inmigrante haitiano se regula de manera económicamente automática, a partir de su precio en la sociedad de origen determinado por el bajo nivel de vida haitiano. Este enfoque, dominante en el análisis del proceso migratorio, puede ser considerado, en sus múltiples formulaciones y versiones, como la teoría tradicional u oficial. De acuerdo con este, reina una armonía esencial entre hombres y relaciones: el bajo precio predeterminado de la fuerza de trabajo del inmigrante haitiano inclina su elección por parte de los empresarios dominicanos, y el inmigrante haitiano acepta gustoso el bajo salario, por ser más alto que el vigente en Haití. Este enfoque se basa en la teoría migratoria clásica de la disparidad salarial, articulada al supuesto de la movilidad perfecta del trabajo en un mercado homogéneo. Bajo el supuesto de partida de una disparidad en las tasas de salario, la movilidad y competencia perfectas producirán una nivelación de la tasa salarial y un reequilibrio en la oferta-demanda de fuerza laboral. La inmigración masiva ocasionará, en consecuencia, en el mediano plazo, una nivelación en la tasa de salario de la sociedad receptora a un nivel inferior respecto al período anterior a la oleada inmigratoria y superior a la vigente en la sociedad de emigración. Este razonamiento no responde, por sí mismo, a las condiciones del planteamiento del problema –diferentes precios de la fuerza de trabajo de haitianos y dominicanos de similar calificación en la sociedad receptora–, por lo que sería reiterativo, como se ha calificado la versión de la sobrepoblación relativa. Tal enfoque culmina, en el planteamiento de la predeterminación del nivel de vida del inmigrante con arreglo a la sociedad de origen, ante tal disyuntiva, articulándose por esta vía al universo ideológico del antihaitianismo, con sus múltiples contenidos y estereotipos que prefiguran la imagen del primitivismo y subhumanidad del haitiano.
La teoría de la predeterminación del nivel de vida en el proceso migratorio contiene una reducción ad absurdum fundamental: el ascenso en la jerarquía de niveles de vida propulsa el proceso migratorio, pero el nivel de vida de los hombres se halla prefijado con arreglo a la so-
ciedad de origen18. Algunos intentos de crítica de este enfoque se han orientado a refutar el supuesto mínimo de la disparidad19, refutación que estaría lejos de poder fundarse dadas las reales desigualdades económicas entre los dos países y muy particularmente la extrema pobreza imperante en los campos de Haití. El supuesto que debe ser criticado es el de la movilidad perfecta y el corolario de la regulación económica automática del bajo precio de la fuerza de trabajo del inmigrante haitiano. En este sentido, resalta la vulnerabilidad básica de este enfoque y surgen las paradojas equivalentes: la estricta regulación económica del esquema migratorio y proceso laboral cañero contrasta agudamente con la adscripción del inmigrante al ámbito del ingenio, las redadas y cateos, abusos, fraudes laborales, aislamiento sociopolítico y reproducción dirigida del repudio intenso y generalizado. En resumen, el inmigrante haitiano aceptaría de forma voluntaria y gustosa el bajo salario cañero, pero se requeriría de una poderosa coacción sociopolítica para que lo acepte.
El tercer enfoque plantea, en el centro del análisis, la intensa sobreexplotación económica de que es objeto el inmigrante haitiano. A juzgar por el mero uso del término, son muchos los que adoptan este punto de vista –e incluso este es utilizado alternativamente por exponentes de los dos enfoques aludidos– a fin de referirse a las condiciones laborales de los inmigrantes haitianos; pero son escasas las formulaciones más amplias que reinterpreten el proceso migratorio a escala insular a partir de las premisas de dicho enfoque. Una versión pionera puede resumirse, en nuestro contexto, de la manera siguiente: el bajo precio de la fuerza de trabajo del inmigrante haitiano traduce el sistema de sobreexplotación al que es incorporado este, condicionado por una compulsión extraeconómica que se hace posible debido a la ilegalidad del inmigrante en la sociedad dominicana20. Esta versión, que enfatiza la compulsión extraeconómica, anula toda posibilidad de un mercado laboral para inmigrantes, aproximándose ambiguamente al enfoque de
18 Esta proposición de la predeterminación del nivel de vida, tan reiterada en la teoría migratoria, es asumida, incluso, por A. Emmanuel: El intercambio desigual, S. XXI,
México 1979, p. 409. 19 A. Corten: «Migraciones e intereses de clases», en Política y sociología en Haití y la
República Dominicana, UNAM, México, 1974, pp. 68-70. 20 Ibidem, p. 71.
la movilidad y trabajo forzados y revelándose limitada en el análisis del proceso migratorio a escala insular21. La introducción de la clandestinidad del inmigrante como condición de la sobreexplotación –aunque parcial, como luego veremos– remite al análisis de los determinantes del valor de la fuerza de trabajo y a los procesos correlativos de subvaluación posibilitados por la movilidad internacional del trabajo.
Planteamos en este estudio que el bajo precio de la fuerza de trabajo del inmigrante haitiano concretiza el mecanismo de subvaluación de esta en Dominicana, signado por la conjunción de dos procesos: la articulación entre la economía campesina haitiana y la industria azucarera dominicana a través del esquema de la migración temporal, y la regulación de la movilidad del inmigrante y obstaculización de su integración sociopolítica a través de mecanismos derivados de las funciones de la frontera nacional. A partir del examen de tales procesos se posibilita un análisis integral del movimiento migratorio considerado, de los factores de la emigración y de las condiciones y funciones de la inmigración, a la vez que puede emprenderse un estudio detallado del sistema de sobreexplotación vigente en los cañaverales dominicanos y una caracterización de la segmentación conformada en el proceso de trabajo y mercado laboral cañeros. Nuestro estudio, en consecuencia, pretende contribuir al análisis del proceso migratorio haitiano-dominicano a partir de una perspectiva metodológica centrada en las formas de regulación de la movilidad del inmigrante y en las modalidades de la estrategia de escisión del ciclo de la fuerza de trabajo posibilitadas por la circulación internacional del trabajo.
21 La posición de Corten es ambigua a este respecto, expresando que los trabajadores haitianos constituyen una «categoría sometida prácticamente a un trabajo forzado» (Ibidem, p. 65). Pero afirma, luego, que las relaciones laborales de estos trabajadores no deben ser analizadas a partir del modo de producción esclavista, sino de «relaciones capitalistas regresivas» (Ibidem, p. 82). Por lo demás, su tesis sobre las condiciones de la emigración basadas en la búsqueda de un ingreso monetario ligada a la baja monetización de la ruralidad haitiana es muy criticable, en especial por lo que toca a esa supuesta extensión de la economía no mercantil.