Carmen Romeo Pemรกn
La Zaragoza de las mujeres. La conquista del espacio público.
Conferencia pronunciada en el IES Goya el día 8 de marzo por la profesora
Carmen Romeo Pemán
Agradecimientos Gracias José Antonio por esta presentación que a todas luces resulta inmerecida, y no es tópico de falsa modestia. Antes de comenzar quiero agradecer a los que me han invitado a volver al Goya, la que ha sido mi casa de trabajo durante 31 años, para compartir un rato con vosotros. En primer lugar a los que están en esta mesa. A la Directora General de Política Educativa del Gobierno de Aragón, doña Carmen Martínez Urtasun, por haber hecho un hueco en su apretada agenda para estar aquí ahora. Y al director del Instituto, don José Antonio Ruiz, que me ha invitado personalmente y con mucho cariño. Gracias, también al inspector del centro, don Jesús Arriaga, por asistir a este acto. Al equipo directivo y a los compañeros del instituto. Gracias especiales a los profesores del Departamento de Lengua. Su directora, Francisca Soria, como sabe hacerlo muy bien, me convenció desde el principio para impartir esta charla. Además me consta que entre todos han preparado el acto con ilusión y con una organización exquisita. Gracias a Josefina López, la organizadora de las actividades de la biblioteca, a Concha Gaudó, organizadora de las actividades del 8 de marzo desde que llegó a esta casa, y a todos los que habéis puesto vuestra confianza en mí. Espero no defraudaros demasiado. Pero, este ejercicio de acción de gracias, todavía no acaba. Hoy, el día de la mujer trabajadora, no puedo olvidarme de otras profesoras del Goya que fueron pioneras planteando temas feministas en las aulas, en los que yo trabajé con ellas. Y las experiencias conjuntas con estas profesoras influyeron en mis replanteamientos personales. Me refiero a Carmina Argón, profesora de Lengua, a Pilar Escolano, profesora de Geografía e Historia, a Inocencia Torres, profesora de Filosofía. Y a Piluca Fernández, profesora de Matemáticas. Piluca fue una de las pocas profesoras de España que, desde 1996 hasta 1998, impartió la asignatura “Papeles Sociales de mujeres y hombres”. Piluca fue la primera que entró en el archivo del instituto con los alumnos para buscar expedientes de mujeres y nos ofreció primicias y sorpresas sobre las primeras alumnas del Goya. Además, su trabajo “Mujeres en la Ciencia” (1989) y su publicación ¿Influye el sexo en las elecciones académicas? (1990) se han convertido en referencias importantes para los trabajos posteriores sobre este tema. Y no puedo olvidarme de mis compañeras del equipo de investigación en el tema de la Zaragoza de las mujeres con las que he trabajado para la publicación de un callejero de mujeres. Por eso en esta charla utilizaré un plural, que no es de modestia, sino el resultado de un trabajo en equipo. Y mis compañeras de equipo son: Gloria Álvarez, la primera directora del Centro de Información del Instituto de la Mujer en Zaragoza y profesora de Lengua del Instituto Avempace. Cristina Baselga, profesora de Inglés y una de las dos únicas directoras que ha tenido el Goya en toda su historia. En su segundo año de mandato, consiguió que el Goya volviera a ser mixto. Y Concha Gaudó, profesora de Geografía e Historia, una gran profesional siempre comprometida y batalladora por la causa de las mujeres.
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Y, gracias con mayúsculas, a las alumnas, y a los alumnos, que estáis dispuestos a escucharme, y en quienes he pensado permanentemente cuando elaboraba las notas de la charla. Entre vosotros se encuentra una de las pioneras, Natalia Sanmartín Polo, que perteneció a las primeras promociones de alumnas del Instituto Miguel Servet y con su testimonio ha ayudado a reconstruir la biografía y la figura de doña Pilar Díez JiménezCastellanos, catedrática de Lengua y Literatura. Además, Natalia que no pudo realizar estudios universitarios de joven los hizo ya mayor en el Colegio Universitario de Teruel, donde fue una de mis alumnas más brillantes el primer año que yo di clase, allá por el año 1972.
8 de marzo de 2010. Día mundial de la mujer trabajadora. Centenario de la entrada libre de las mujeres en el Bachillerato y en la Universidad. Hoy estamos aquí para celebrar un doble acontecimiento: el Día Mundial de la Mujer Trabajadora y el centenario de una Real Orden, que legalizó el acceso de las mujeres españolas a los estudios: al bachillerato y a la universidad. En la Real Orden del 8 de marzo de 1910 se autorizaba a matricular “por igual a alumnos y alumnas, sin hacer distinción de sexos, en la enseñanza oficial y no oficial”. Esta Real Orden fue un paso importante contra la vieja idea patriarcal de que el saber y la educación corrompían a las mujeres. Con esta Orden el primer instituto de Zaragoza, el Instituto General y Técnico, el actual instituto Goya, se convertía en mixto y las alumnas entraban en sus aulas libremente, por decisión propia. Porque antes, ya se habían admitido a algunas, pero siempre pidiendo permiso al director. La primera, Regla Franchelli Martín, obtuvo el grado de bachiller en 1901. Estas alumnas llegaban llenas de ilusión y con muchas ganas de estudiar, porque habían estado esperando mucho tiempo. Y casi todas ellas se convirtieron en personalidades .importantes. De estas alumnas, y de otras, podría hablar mejor que yo la profesora Concha Gaudó que está investigando sus expedientes en los archivos del instituto. El Ayuntamiento de Zaragoza ha reconocido los méritos de tres de ellas y les ha dedicado tres calles. María Moliner, Amparo Poch y Sara Maynar son antiguas alumnas del Goya con calle en Zaragoza. El Goya fue masculino desde 1936 hasta 1983, pero desde que se convirtió en mixto por segunda vez, ya han salido muchas alumnas brillantes que merecerían ser recordadas con el nombre de un espacio en la ciudad. Confiemos que en el futuro se sigan dedicando más calles a alumnas del Goya, porque ahora ya tenemos mucha cantera.
María Moliner (1900-1981). La actual calle Profesor Galve, se llamó de María Moliner desde el final de los años 60 hasta 1980. En 1979, siendo alcalde don Ramón Saínz de Varanda, el primer alcalde de la democracia, se suprimió el nombre de la calle dedicada al General Millán Astray. Y unos meses después le pusieron el de María Moliner. Porque María Moliner, la gran lexicógrafa Página 4
de Paniza, se había hecho muy famosa desde que publicó su Diccionario de uso del español en 1966. Ahora sabemos que había dedicado quince años a redactarlo. Ella sola, en la mesa del comedor de su casa, con mucha paciencia, con gran tesón y con un método riguroso, volvió a definir en español actual todas las palabras de Diccionario de la Real Academia Española y otras que todavía no estaban admitidas. Hoy el Diccionario de María Moliner, tan famoso como el de la Real Academia, no puede faltar en ninguna mesa de trabajo. Afortunadamente ya tenemos una versión en la red.
Amparo Poch, (1902-1968). Recibió el premio extraordinario de bachillerato y el de medicina. Fue una militante muy activa del anarquismo. Dio muchas conferencias a las mujeres obreras sobre temas de higiene y educación sexual. Llegó a ser Directora de Acción Social, cuando Federica Montseny era ministra de Santidad. Murió en el exilio en Toulouse (Francia), donde atendía a los refugiados españoles en un dispensario de la Cruz Roja Republicana Española. Desde el año 2000, siendo alcaldesa Luisa Fernanda Rudi, tiene dedicada una calle en el barrio de las Delicias.
Sara Maynar (1906-1986). Es la tercera de las alumnas brillantes de este instituto que tienen calle en Zaragoza. Fue la primera abogada de Zaragoza, y una de las primeras de España y del mundo. También estudió Filosofía y Letras. Después de la Guerra Civil se dedicó a la enseñanza en los institutos de Calatayud, Teruel y Alcañiz. Fue la primera directora del Instituto de Alcañiz, y abrió el camino para otras profesoras. Después de ella ha habido seis directoras en el Instituto de Alcañiz. En el año 2009, una calle de Zaragoza que estaba dedicada a un buque de guerra franquista, la calle Crucero de Baleares del Arrabal, pasó a llamarse calle de Sara Maynar. Las alumnas del Goya también me han abierto caminos a mí y me han llevado a reflexionar sobre el difícil camino que hemos tenido que realizar las mujeres para conquistar pequeñas parcelas en los espacios públicos. Y para ejemplificarlo utilizaré la conquista de los rótulos de las calles de Zaragoza.
¿Por qué La Zaragoza de las mujeres? Cristina de Pizán (1365-1430). La ciudad de las Damas (1405). Este título me lo ha sugerido mi vieja amiga Cristina de Pizán, una escritora francesa del siglo XIV que soñó con una Ciudad de las damas (1405). Yo he escuchado a Cristina, feminista avant la lettre, con la misma atención con que ella escuchó las voces y los movimientos de otras mujeres que la habían precedido. Por ejemplo, se interesó por las beguinas del siglo XII, las beatas españolas, de cuyos beaterios guarda honda memoria el callejero zaragozano. Además, su obra, sus ideas y su propia vida influyeron en las
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escritoras y en las feministas posteriores. Hubo que esperar hasta el siglo XVIII para que otra mujer, Luisa Kéralio (1786) reivindicara una lectura feminista de las obras de Cristina de Pizán. Pero antes, en el siglo XVII, ya habíamos oído su eco en la obra de la escritora mejicana Sor Juana Inés de la Cruz, que tiene dedicada una calle en el Actur. También influyó en la obras de las otras escritoras y feministas que tienen calles en Zaragoza: en Mary Woolstonecraft, en Virginia Woolf, en Emmeline Pankhurst, en doña Emilia de Pardo Bazán y en María Zambrano y por citar algunas. Mi amiga Cristina de Pizán no tiene dedicada una calle, pero se la merecería. La figura y la obra de esta pionera del feminismo y de la escritura nos sigue atrayendo por su modernidad. En 1992, en el pabellón de Francia de la Exposición Universal de Sevilla, estuvo expuesto el manuscrito de La Ciudad de las Damas y en 1994 fue traducido al español en la editorial Siruela. El año 2005 la Dirección General del Gobierno de Cantabria y el Parlamento de Cantabria organizaron la exposición “Cristina de Pizán. La Ciudad de las Damas. 14052005”. Con ella se querían conmemorar los 600 años de la publicación del libro y su actualidad. El año pasado Sabrina Capitani publicó la novela titulada, La escribana de París. Novela sobre Cristina de Pizán, precursora de las mujeres escritoras, en el París medieval. Algunos críticos ya se han apresurado a decir que es demasiado feminista y que dedica demasiadas páginas a París. Yo os digo que estos críticos no conocen a Cristina de Pizán ni se han leído su obra. Porque Cristina de Pizán era muy feminista y escribió mucho, de manera alegórica, sobre ese París en el que ella tuvo que vivir y que estaba pensado como un espacio público para los hombres. Cristina de Pizán nació en Venecia en 1365, pero desde los cuatro residió en París, donde murió en 1430. Fue la primera mujer que vivió de lo que escribía e hizo de la literatura su gran pasión. Antes de que se inventara la imprenta, escribió más de treinta títulos, que ella misma ilustraba, copiaba, editaba y difundía enviando copias manuscritas a mujeres de toda condición. Cuando se quedó viuda, a los 25 años, mantuvo a sus tres hijos y a varias mujeres de su familia con los ingresos de sus escritos. Podemos considerarla, pues, como la primera profesional de la literatura. En el siglo XIV, lo habitual era que las mujeres escribieran para su intimidad o desde un convento, siempre bajo el mandato y la supervisión de un confesor. Y así siguió siendo hasta el siglo XIX. Aunque, según Virginia Woolf, “la verdadera revolución se produjo en el siglo XVIII cuando las mujeres de la clase media cogieron la pluma y se pusieron a escribir”. Pero esta costumbre tardaría en generalizarse. Cristina de Pizán en La ciudad de la Damas y en El Tesoro de la Ciudad de las Damas (1405), con sólidos argumentos y siguiendo los patrones alegóricos de moda, reclamó el derecho de las mujeres a la educación y a la escritura, planteó la necesidad de
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su participación en los asuntos de la ciudad y se adelantó casi 600 años a las medidas de la “acción positiva”. Y El libro de Paz (1412-1414), en el que opina sobre política contemporánea, es un antecedente de la solidaridad entre pacifismo y feminismo. Antes de que se inventase la palabra feminismo, Cristina de Pizán defendió a las mujeres contra la misoginia de los escritores de la época. Intervino activamente, y con voz propia, en la “querella de las mujeres”, un debate filosófico y literario avivado en la Edad Media cuyas raíces llegaban hasta Aristóteles. Con su intervención, la antigua querella se convirtió en una disputa entre escritores y escritoras sobre la dignidad de las mujeres. Y lo que hasta entonces había sido un debate entre sesudos varones se convirtió en un acalorado debate feminista que se prolongó hasta la Revolución Francesa y que terminó como empezó: con el triunfo de la vieja tradición patriarcal. La nueva querella comenzó con sus Cartas de la querella del Roman de la Rosa (1398-1402) y con su Epístola al Dios del Amor (1399). En estas obras replicó a la Segunda Parte del Roman de la Rosa que Jean Meung había escrito entre 1275 y 1280. Los académicos, los clérigos y los profesores de la Sorbona utilizaban las citas de esta obra, escrita más de un siglo antes, para reforzar sus argumentos contra las mujeres. Y contra ellos se levantó la valiente voz de Cristina. Con sólidos argumentos reivindicó para las mujeres “el reconocimiento de la condición de personas” y las cualidades que se consideraban exclusivas de varones: inteligencia, valor, fuerza, creatividad, tenacidad, entrega, fidelidad y prudencia. Reivindicaba como valores humanos, igualmente dignos, los que se habían denigrado porque se consideraban exclusivos de mujeres: la ternura, el cuidado de las personas y las tareas domésticas. Por primera vez en la Europa medieval una mujer salió en defensa de todas las mujeres. Y también, antes de que se inventara la palabra ciudadanía, en su imaginaria Ciudad de las Damas (1405), construyó una ciudadela que resguardaba la autoridad femenina. En esta ciudad utópica intervenían las mujeres por derecho propio y eran consideradas ciudadanas. En esta ciudad, como en los callejeros actuales, se iban incorporando mujeres procedentes de todas las etapas de la historia. Todas las mujeres estaban allí por sus méritos personales, independientemente de su condición de diosas, santas o coetáneas. En el relato de este libro, como en los callejeros actuales, desaparecía la cronología de la narración y todas las mujeres, las del pasado y las del presente, las ficticias y las reales, convivían en un mismo plano espacial. En el callejero de Zaragoza, como en La Ciudad de las Damas, conviven la Reina Ester, una mujer de las Sagradas Escrituras, y Pilar Lapuente, una joven profesora de la Universidad. Y son vecinas de barrio, Cleopatra, el título de una película, con Pilar Miró, una directora de carne y hueso. Como veis, he escuchado a Cristina de Pizán y os la he querido presentar, porque reclamó con energía la presencia de la mujer en los espacios públicos y porque, con la palabra, hizo real la presencia y la participación de las mujeres en la ciudad. Planteó la necesidad de crear ciudades con espacios y tiempos en los que se tuviera en cuenta a las mujeres, concibió una ciudad con lo que hoy llamaríamos una Página 7
“perspectiva de género”. Sus ideas son un antecedente de los nuevos enfoques de desarrollo urbano que se han promovido cuando las mujeres arquitectas, urbanistas y otras expertas han tenido acceso a los centros de poder ciudadanos. Las ideas de Cristina de Pizán se hacen realidad cuando en las políticas de los ayuntamientos participan de forma activa las mujeres y cuando otras mujeres, como hizo ella, escribimos y hablamos sobre esa participación.
La conquista del espacio público Para tratar de la conquista del espacio público quiero comenzar con una breve reflexión. Las mujeres consiguieron entrar en espacios semi-privados, círculos intelectuales y culturales, antes que en el espacio público. El salto a lo público ha sido, y está siendo, una conquista lenta, una conquista que se está librando con el empuje de muchas mujeres y con la colaboración de muchos hombres. Os puede sorprender que todavía hablemos de “medidas de acción positiva”, pero aún es necesario. Tenemos que confiar en que el término acción positiva se convierta pronto en un arcaísmo, como ya ha sucedido con el término sufragismo. En la cuestión de las calles, la conquista de las mujeres hay que relacionarla con las planificaciones urbanas. Porque todas las planificaciones ciudadanas tienen una ideología y dejan huella en el diseño y en los nombres que se eligen para los espacios públicos. Hasta ahora en las planificaciones de Zaragoza han predominado las miradas masculinas. Y eso se nota enseguida, porque no hay suficientes espacios para mujeres y nuestra representación en los nombres de las calles es muy escasa.
Las feministas, profesoras y escritoras Hoy que festejamos el día mundial de la mujer, por el que lucharon muchas feministas, y el día de acceso de la mujer a la enseñanza media, al que contribuyó la labor de muchas profesoras y escritoras, comenzaré por presentaros a feministas, profesoras y escritoras cuyos méritos fueron reconocidos por nuestros ediles al dedicarles una calle. En el callejero de Zaragoza hay 13 feministas, 16 profesoras y 17 escritoras.
Las feministas Las representantes del feminismo ilustrado Mary Wollstonecraft (1759-1797). Fue una discípula de Cristina de Pizán y una de las pioneras del feminismo ilustrado. En 1792 publicó uno de los textos más famosos de la historia del feminismo, Vindicación de los derechos de la mujer. Su hija Mary Shelley, autora de la novela Frankestein (1818) llegó a ser una célebre escritora de novela gótica inglesa. Emmeline Pankhurst (1858-1928). Fue una de las fundadoras de sufragismo británico. Su lucha la llevó varias veces a la cárcel. Actualmente su figura está muy Página 8
reconocida y tiene una estatua en los jardines del Parlamento de Londres que es una visita obligada para los turistas.
Flora Tristán (1803-1844). Está considerada como una teórica del feminismo y del socialismo. Suya es la famosa frase “Proletarios de todos los países uníos”. Carlos Marx la reconoció como una “precursora de los altos ideales nobles”. En el libro Peregrinaciones de una paria describió con crudeza el tráfico de esclavos. Era la abuela del famoso pintor Paul Gaugin.
Las sufragistas españolas Son las defensoras del voto de la mujer en España, que se aprobó en 1931. Tienen calle en el Actur Clara Campoamor (1888-1972) y Margarita Nelken (18961968), que, además del voto, defendieron la ley de divorcio. (Victoria Kent (1892-1987) otra de las grandes protagonistas de la disputa parlamentaria por el voto de las españolas no tiene calle en Zaragoza).
Las teóricas españolas del feminismo Josefa Amar y Borbón (Zaragoza, 1749-1833). Heroína de los sitios, escritora ilustrada y defensora de los derechos de la mujer. Concepción Arenal (1820-1893). Fue la primera criminalista, la primera socióloga, la primera tratadista de Derecho Internacional. Defendió los derechos de la mujer y reclamó con energía la educación de las mujeres.
Concepción Gimeno Gil (1850-1919). Esta periodista de Alcañiz dedicó su vida a la promoción de un modelo de mujer emancipada y moderna desde lo que ella llamó un "feminismo sensato". María
Espinosa (1875-1946). Fundó la “Asociación Nacional de Mujeres
Españolas”. En 1978 se creó el Premio María Espinosa para galardonar las aportaciones de las mujeres a la causa feminista.
María de Echarri (1878-1955). Se hizo famosa por defender la “Ley de la silla” en la que reclamaba un asiento para las obreras que trabajaban en las fábricas en duras condiciones.
Las pacifistas Rigoberta Menchu (1959) y la asociación de las Madres de la Plaza de Mayo, que han entendido bien que el feminismo y el pacifismo son solidarios
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Las profesoras Casi todas las calles dedicadas a profesoras han sido solicitadas por grupos de antiguos alumnos que han querido rendir homenaje a estas profesionales que desde las aulas marcaron y orientaron sus vidas.
Las maestras de los barrios Manolita Marco (1913- 1994) y Pilar Figueras (1908-1997) en Juslibol, María Teresa Giral (1907- 2003) en Montañana, Águeda Centenera en Garrapinillos (1902-1992), Agustina Rodríguez (1915-2008) en Santa Isabel, Matilde Sangüesa (1910-1996) en el Arrabal y Pilar Cuartero (1906-1995) en el Actur. En el año 2009, María Sánchez Arbós (1889-1976), una maestra represaliada de Huesca, sustituyó a la calle del General Varela.
Las profesoras de instituto Sara Maynar (1906-1986), de la que ya he hablado antes, y Joaquina Zamora (1898 -1999), profesora de dibujo y maestra de pintores aragoneses. Las profesoras de la Escuela Normal de Maestras Concepción Saíz de Otero fue profesora de la Normal de Madrid y Avelina Tovar, profesora de la Normal de Huesca. Las profesoras de la Universidad de Zaragoza Ángela López, socióloga, y Pilar Lapuente, geóloga. Y cierro esta lista con María de Ávila (1920), una excepcional profesora de danza, y María Montessori (1870-1952), gran pedagoga de prestigio mundial.
Las escritoras Están en nuestro callejero por sus méritos literarios. Todas ellas escribieron con una mirada de mujeres. Sus escritos abrieron caminos a las escritoras posteriores y animaron a escribir a muchas mujeres. Virginia Woolf (1882-1941) ha sido una de las que mayor influencia ha ejercido en la andadura literaria de las escritoras actuales. Esta gran renovadora de la novela contemporánea, con su obra Una habitación propia se convirtió en un referente para el pensamiento feminista posterior. Esa habitación propia ya la había reclamado antes, y la tuvo, Cristina de Pizán. Virginia tiene dedicada una calle en “la ciudadela” del Actur. Hablo de “ciudadela” en el sentido que lo usó la Pizán. Con las escritoras de las calles de Zaragoza podemos recorrer las principales corrientes literarias de la historia de la literatura española. El siglo XVI. El Renacimiento está bien representado con Santa Teresa (15151582). Aunque Santa Teresa no entró en el callejero por escritora, sino por ser la reformadora de los Carmelitas.
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El siglo XVII. Eugenia Bueso, que escribió y publicó en Zaragoza. La novelista María de Zayas (1590-1661). Y Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), la monja mejicana, que además de ser feminista e intervenir en los asuntos públicos nos dejó una poesía barroca que en muchos momentos supera el culteranismo de Góngora y el conceptismo de Quevedo. El siglo XIX. El romanticismo. Rosalía de Castro (1837-1885) y Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873). Rosalía es una de las pocas mujeres que figura en los manuales de literatura, aunque siempre se silencian sus escritos de carácter feminista. Sus dos artículos Lieders (1858) y Las literatas: Carta a Eduarda (1866) son dos alegatos feministas en los que anticipó algunas posturas que más tarde defendió Virginia Woolf en Una habitación propia (1929). Gertrudis Gómez de Avellaneda figura en los libros de texto por su poesía, pero también fue una gran novelista. Está considerada como una de las precursoras del feminismo moderno por el tratamiento de los personajes femeninos. Su novela Sab fue la primera novela española antiesclavista. Fue rechazada su candidatura a la RAE por su condición de mujer. El siglo XIX. El realismo. Doña Emilia de Pardo Bazán (1851-1921), de la que hablaré después. El vanguardismo del siglo XX. Las escritoras de la Generación del 27: Rosa Chacel (1898-1994), Josefina de la Torre (1907-2002) y María Zambrano (1904-1991). El modernismo y la vanguardia latino-americana. Juana de Ibarbourou (18921979), Gabriela Mistral (1889-1957) y Victoria Ocampo (1890-1979). Las escritoras aragonesas de los siglos XIX y XX. Pilar Sinués (1835-1893), Rosa María Aranda (1920-2005), Ana María Navales (1939-2009) y Carmen Serna (1924).
El caso de doña Emilia de Pardo Bazán Ahora, voy a detenerme en la figura Doña Emilia de Pardo Bazán porque fue una buena discípula de mi amiga Cristina de Pizán y porque os suena a todos de las clases de literatura. La Condesa de Pardo Bazán, una escritora del siglo XIX, figura en los libros de texto por su brillante contribución al naturalismo literario. Todos los libros hablan de “la cuestión palpitante”, es decir, de la encendida polémica que despertó doña Emilia defendiendo el naturalismo en España. Pero lo que no explican es que en esa polémica la autora gallega tuvo que defenderse de la misoginia de sus compañeros de generación. Y tampoco explican que reclamó el derecho a escribir de las mujeres y que escribió abundantes artículos feministas. Como ya he dicho al hablar de Cristina de Pizán, esta era una cuestión que venía de lejos y que seguía viva. Hoy la “querella de las mujeres” todavía no ha terminado. En los manuales tampoco se dice que doña Emilia fue la primera mujer que participó en la Sección de literatura del Ateneo de Madrid. Y de esto sabe mucho mi compañera y Página 11
amiga Francisca Soria, actual Jefe del Departamento de Lengua, que en su tesis doctoral se ocupó de los avatares del ateneo de Zaragoza y de sus conexiones con otros ateneos. El ateneo de Zaragoza estuvo muy conectado con el de Madrid y acogió tempranamente a las escritoras que destacaban en ese momento. De todo esto estuvo muy al corriente doña Emilia. Es más, Francisca Soria demostró brillantemente en su tesis doctoral que la “cuestión palpitante” era un nombre que se usaba en el ateneo de Zaragoza para defender la cuestión del teatro y que le gustó tanto a la Condesa de Pardo Bazán que lo usó para defender el naturalismo. Y sólo se menciona de pasada que, en 1916, obtuvo una cátedra en la Universidad Central de Madrid, pero no se habla ni de los años que le costó conseguirla, ni la oposición de sus compañeros de generación frente a los que tuvo que demostrar su extraordinaria valía. Y es que los libros de texto, que son fruto de las tendencias sociales dominantes, se siguen escribiendo con una mirada muy androcéntrica. Porque, aunque las feministas de la Librería de Mujeres Milán digan que “el patriarcado ha muerto”, todavía da señales de gran virilidad y se cuela por cualquier rendija. Doña Emilia fue una feminista convencida. Gracias a ella conocemos la obra de muchas escritoras anteriores. Por ejemplo, reivindicó la obra y el feminismo de María de Zayas, una prolífica novelista contemporánea de Lope de Vega, casi desconocida y ocultada por la crítica masculina. En 1984, el Ayuntamiento de Zaragoza tuvo la sensibilidad de dedicarle una calle a doña Emilia, cerca de la que en 1982 le había dedicado a María de Zayas.
Consideraciones finales El callejero de Zaragoza es una objetivación de la memoria y del olvido de las mujeres. Memoria para las que están, cuyas biografías hemos podido recuperar. Olvido para las mujeres cuyas vidas no hemos podido recuperar, para las que han desaparecido y para las que nunca han estado. A lo largo del siglo XX la mujer se fue asomando con timidez a los rótulos de las calles. Este proceso era fruto de una sensibilización de los equipos de gobierno de la ciudad y de la presencia de muchas mujeres en el Ayuntamiento y en las juntas locales y vecinales. A pesar de los esfuerzos de los equipos de los gobiernos democráticos por incluir nombres de mujeres, a pesar del sentimiento de conquista del espacio público que tenemos las mujeres, en el callejero de 2010, como se desprende de los datos anteriores, el número de mujeres representadas sigue siendo todavía muy escaso. Además, como en los expedientes del Ayuntamiento se incorporan pocos datos para recuperar las biografías, las figuras de las mujeres que habían logrado sobrevivir amenazan con caer en un nuevo olvido.
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Este cuaderno contiene la conferencia pronunciada por la profesora Doña Carmen Romeo Pemán el día 8 de marzo de 2010 para conmemorar el Día Mundial de la Mujer Trabajadora y el centenario de la Real Orden que legalizó el acceso de las mujeres españolas a los estudios de bachillerato y universitarios.
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TelĂŠfono: 976 358 222 Fax: 976 563 603 Correo: iesgoyzaragoza@educa.aragon.es