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El Llamado de la Tierra

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Juan XXIII

Juan XXIII

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Arriba: Santiago Escudero Whu y Ezequiel Chan Kan (en círculo a la derecha), timoneles de Hop On Wing & Co. y Pow On & Co., a la derecha), timoneles de Hop On Wing & Co. y Pow On & Co., fueron también algodoneros. fueron también algodoneros.

El llamado de

Escribe Sergio Carrasco

Hacia 1930, los intereses de los hombres de negocios de la comunidad china en el país, principal pero no exclusivamente de Lima, se habían extendido a la actividad agrícola y ganadera y habían echado algunas raíces. Se hallaban bajo la batuta de algunos de sus prominentes miembros: las haciendas La Estrella (caña de azúcar y su destilado), ubicada en Santa Clara, Ate, Villa (algodón y leche), Huachipa (azúcar, para el mercado exterior), Pedreros, Bocanegra (algodón), Chancayllo (algodón, pasto, ganado vacuno y porcino), situada en Chancay (Huaral, Lima), Casa Vieja (algodón), en Sayán (Huaura, Lima), Upaca (algodón y caña de azúcar), en Pativilca (Barranca, Lima), y finalmente Santa Rosa (leche) y Carolina (arroz), en Lambayeque, y Boza y San José, ambas dedicadas al cultivo de algodón Tangüis, en Chancay, Lima.

Los empresarios agrícolas y ganaderos, con intereses en el comercio internacional y guiados por un afán de diversificación de sus actividades, eran, respectivamente, Aurelio Pow Sang Chia, accionista principal de Pow Lung & Co. (creada en Hong Kong en 1886); Santiago Escudero Whu, timonel de Pow On y Co. y, luego, también de Escudero Kencham (Kenchau, según otras fuentes) y Co., Escudero Leey y Co., Hop San Lung y Co.; y Ezequiel Chan Kan, cabeza de Hop

Casa hacienda de La Estrella (azucarera) de Pow Lung y Co., y (arriba) Pablo Cham Po Lim, sucesor de Ezequiel Chan Kan.

la Tierra La presencia de los empresarios de origen chino en la agricultura y su impulso al cultivo del arroz.

On Wing & Co. (establecida en 1893), reemplazado tras su fallecimiento por Pablo Chan Po Lim, asistido el primero por Carlos Tay, en calidad de administrador, y Carlos Chan Kampó, cogerente. Esta última empresa gestionaba, además, a través de subsidiarias, las haciendas algodoneras Mazo y Chacaca, en Huaura, y Tambo Viejo y Araya Grande, en el valle de Supe (Barranca, Lima). Subsidiaria de una casa matriz de Hong Kong (On Wing Chang & Co.), Hop On Wing, dedicada originalmente al comercio, fue establecida y conducida por personal proveniente de ese bullente territorio insular y tejió una amplia red comercial en Lima y la costa norte. Wing Hop & Co., subsidiaria en Supe a cargo de Julio Chang Mancion, tenía a su cargo las operaciones agrícolas y comerciales de Tambo Viejo y Araya Grande, orientadas al mercado internacional. Arturo Chan Gim llegó al Perú hacia 1903 enviado a Supe desde la matriz de Hong Kong. Estableció su propia empresa comercial en 1918, en Huaral, y se mantuvo ligado a su antigua empleadora encargado de la administración de Chacaca, que utilizaba trabajadores chinos y peruanos.

Fundada en 1855 como filial de la matriz china Pow Hing Chong & Co., finalmente Pow On y Co., había sido adquirida por Escudero Whu en sociedad con Máximo León, Hoyshiong Chong, Fabián E. Whu, Santiago León y José Kencham. Aquel poseía además, a título personal, la hacienda algodonera Su-

La innovación permanente

Jorge Tay Chun Joy introdujo mejoras y novedades tanto en la actividad agrícola como en la pecuaria. El Estado reconoció su aporte y lo distinguió en 1968.

No solamente introdujo mejoras significativas en el cultivo del arroz. Según revela Jian Gao (From Macacos to Paisanos: The History of Integration and Development of Chinese Peruvians, 1849-1870, 1871-1956, 1957-present), a mediados de la década de 1950 construyó un moderno sistema de molienda para procesar mejor el trigo. Asimismo renovó el sistema de alimentación porcina a base de cáscara de arroz (tenía criadero en Cultambo y en otra hacienda en el norte del país) y creó el primer centro de crianza experimental de cerdos del país. Jian Gao refiere además que en la década siguiente estableció un centro de tecnología de cultivo de arroz con la idea de que la producción de arroz se multiplicara de tres a cinco veces. “Muchos peruanos indigentes pudieron tener arroz y carne para sus comidas gracias a estas tecnologías inventadas por Dai”, afirma. Consultada al respecto, Angélica Tay Wu de Chau, hija del tan ingenioso como solidario empresario, señala no recordar la existencia de un centro semejante formalmente constituido. Lo cierto es que a fines del primer gobierno de Belaúnde, pocos días antes del golpe de Estado que lo defenestró, el entonces ministro de Agricultura y Pesquería, Orlando Olcese, suscribió la Resolución Suprema por la cual se le concedió la Orden del Mérito Agrícola en el Grado de Oficial, “en mérito a su esforzada labor en beneficio de la agri-

FOTO: JOSÉ VILCA

Angélica Tay, hija de Jorge Tay Chun Joy, atesora distinción y recuerdos del empresario que mejoró el cultivo del arroz.

cultura y su gran sensibilidad social en beneficio del agricultor”. El nuevo gobierno ratificó tácitamente la distinción y el general José Benavides Benavides, ministro de Agricultura entrante, le entregó la distinción en noviembre del mismo año. Coincidentemente, ese mes se cumplieron 50 años de la llegada al Perú del empresario.

La distinción fue otorgada por el último ministro de Agricultura del primer gobierno de Belaúnde y lo condecoró el sucesor en el gobierno de Velasco.

chiman, en Chimbote, Áncash (aunque algunas fuentes la consignan como propiedad de la empresa), y la hacienda Caballero, en Lima. Los hermanos Ramón, Santiago, Armando y Alberto Geng, originarios de Macao pero vinculados a una antigua familia china, a su vez, explotaban la hacienda algodonera Gallinazo, ubicada en Carabayllo. Por su parte, el referido Carlos Tay era también gerente de Tay Hermanos & Co., en 1924, en la hacienda Pacasmayo (algodón), propiedad de la familia Acuña, con Gerardo Tayjotan en calidad de administrador, y de la hacienda Casa Blanca (algodón), dirigida por Allí Lay.

Este último había llegado en 1897 y casi inmediatamente, en sociedad con otros compatriotas, estableció el comercio de abarrotes Kwon Fa & Co., pero no tardó en volcarse, con fortuna, a la agricultura. Primero lo hizo en el fundo San Miguel, luego en la antes mencionada Casa Blanca, con fulgurante éxito, y seguidamente en una segunda hacienda, Loza (azúcar y algodón), en Huacho (donde desarrolló actividad gremial), y posteriormente en una tercera, al alimón con Hop On Wing, en Araya Grande.

Otros empresarios agrícolas de origen chino volcados a la actividad en Lima son José Ajoy que, en sociedad con Benjamín León (Sociedad Agrícola Lurín), explotaba las haciendas algodoneras Buena Vista (propiedad de los hermanos Bazo y Arciniega) y Mamacona, en Lurín; Ramón Geng, de manera individual (o tal vez en calidad de administrador de los bienes del conjunto de hermanos), era titular de las haciendas algodoneras Márquez, en Lima, y, hacia 1920, Pacasmayo, en Chancay; Carlos Chin Pannam, vinculado a la Casa Fox On Co. de Chancay, arrendatario hacia 1898, con G. Echecopar, de la hacienda Pariachi (caña de azúcar y algodón), en el otrora distrito de Ate (hoy Chaclacayo); y Chongkong Fu, que cultivaba algodón en la hacienda Huachipuqui, en Canta.

También en otros puntos, principalmente de la costa, inmigrantes chinos atendieron al llamado de la tierra e iniciaron diversos negocios en los mencionados rubros. Es el caso de Pacasmayo, La Libertad, donde entre 1876 y 1884 el cultivo de arroz germinó profusamente en casi todo el valle del Jequetepeque.

Si bien el cultivo de arroz en el Perú puede rastrearse hasta la segunda mitad del siglo XVI, cuando se cultivó en el valle de Cañete, y, de otro lado, hasta la encomienda de indios del conquistador Diego de Mora en los valles de Chicama y Moche (La Libertad),

a lo largo del virreinato y de las primeras décadas de la República fue un cultivo secundario. El hábito de consumo del mismo que se fue creando alcanzó nuevas cotas a partir de la llegada de los culíes, que trajeron consigo sus costumbres alimenticias y, como manifestación de resistencia cultural, no se desprendieron de ellas, luego de lo cual –especialmente tras la guerra con Chile, cuando, dejando atrás las labores agrícolas, muchos culíes incursionaron en el negocio de la comida: las fondas, digo, propagando a punta de sazón el evangelio del consumo del arroz– se produjo una expansión imparable de su cultivo a la par que se convirtió en insumo esencial de la dieta nacional. Para 1930, después del azúcar y el algodón, el arroz era uno de los principales cultivos de la costa. En cifras puras y duras, baste señalar, a manera de referencia, que en 1865 se consumieron 20 mil toneladas de arroz (13,600 de ellas producidas en nuestro país). En 1950 se produjeron 74,915 toneladas métricas y la demanda interna aparente (la suma de producción local e importada) alcanzó las 110,915 to-

Planta de La Estrella, en Santa Clara, donde se producía azúcar y destilados. También procesaba caña de azúcar de la hacienda Huachipa.

neladas métricas. (Por cierto, a principios del siglo XX entre los importadores, naturalmente, había empresas de chinos inmigrantes, como Tac Long y Cía., de San Pedro de Lloc). Hubo también empresas agrícolas cuyos intereses estaban focalizados en el norte del país. Kong Fat Long & Co. (Fac Long Alen o Fang Long, según otras fuentes), dirigida por Pedro Koosau, explotaba las haciendas San Gregorio, en Samaco, Piura, y Cultambo, en Pacasmayo, ambas algodoneras. La empresa era propiedad de Guillermo Ch. Kong Fook, quien llegó a Lima en 1909 y fue por un tiempo empleado de la casa Sau Siong del Callao, y Javier Koo,

doctor en jurisprudencia graduado en China, quien lo precedió en el periplo interoceánico en 1897 y, además de sus negocios particulares, realizó actividad gremial como tesorero de la Asociación de Comerciantes Chinos del Perú.

Según una nota publicada en la revista Oriental en 1937, la administración de Fac Log Alen [sic] en Cultambo estuvo tres décadas a cargo de Ricardo Cheng Alen, originario de Cantón, quien llegó al Perú a los 22 años. Luego fundó una sucursal de la misma (y administró a lo largo de una década) en la hacienda arrocera Limoncarro, en Guadalupe (Pacasmayo, La Libertad). Finalmente, “poseedor de una vasta experiencia en los cultivos y de una gran capacidad de trabajo”, asistido por su primogénito, Alcibiades Cheng Hora, formado en China, Cheng Alen se convirtió en arrendatario de la hacienda Lurifico, en Chepén, La Libertad. Esta hacienda, por cierto, había sido una de muchas de la costa en donde otrora los culíes realizaron labor agrícola bajo la modalidad de “enganche”. Las haciendas Pucalá y Cayaltí, en Lambayeque, estando regentadas por Win On Tay y Cía., tenían también bajo contrato a trabajadores culíes. Por otro lado, Limoncarro pasó luego a manos del grupo liderado por Juan Gildemeister y llegó a ser la primera productora de arroz del Perú y la tercera de Sudamérica.

Hasta las dos primeras décadas del siglo XX, el arroz cultivado de mayor antigüedad era el Jamaica o Tambo y el Carolino Dorado, a los que se conocía como “variedades peruanas”, así como las de Estaquilla y Chino colorado –ambas bastante rústicas y productivas aunque de ínfima calidad–, además de otras menos productivas pero de mejor calidad: Chino blanco, Español, Gigante, Honduras, Java Barba Azul, Java Barba Blanca. Para la década de 1940, gracias a la labor de la Estación Agronómica de Lambayeque, creada en 1927, se habían introducido nuevas variedades de arroz. Entre ellas, la Siam Garden, conocida comúnmente como arroz Canario, que trajo del oriente Jorge Tay Chun Joy (Tay Chun Joy, en cantonés; Dai Zong Han, en mandarín, 戴宗汉). Este pujante empresario agrícola inicialmente tomó la hacienda Cultambo en alquiler de Jorge Wong Shung (socio de Wasan Wong & Co., de Chepén) y luego fue gravitante conductor de la misma. Y más aún. Como consigna Antonio Vergara en De Machu Picchu a la Gran Muralla (1980), Tay Chun Joy “ayudó mucho al desarrollo de la agricultura del Perú, a la enseñanza del cultivo del arroz” y fue, además, benefactor, entre

"Trabajadores y empresarios agrícolas de origen chino introdujeron variedades y técnicas de riego en el cultivo del arroz. Y el evangelio de su consumo se propagó a través de las fondas”.

muchas otras instituciones, del colegio “San José” de Pacasmayo, cuya construcción financió en 1971. En efecto, Jorge Tay Chun Joy, quien desempeñó labores agrícolas en su natal Guangzhou, en la provincia de Guangdong, y migró al Perú sin compañía a los 16 años, también inventó hacia 1942 un novedoso sistema de irrigación apropiado para el territorio árido en el que cultivaba: el método de riego curvo en llanura, elevando así significativamente la productividad. Cultambo poseía un ingenio que también

Carlos Chin Panam, vinculado a Fox On Co. de Chancay y arrendatario de la hacienda Pariachi (caña de azúcar y algodón), en Chaclacayo.

prestaba servicio de pilado a pequeños agricultores de la zona, y Tay, a su vez, era poseedor del don de la solidaridad, por lo que la técnica de riego que introdujo se extendió de manera natural, sin contraprestación alguna, a los pequeños agricultores de la zona. Que el norte del país, Lambayeque y La Libertad, en particular, sean zonas arroceras hoy se explica no solamente por la antigua presencia del cultivo en la zona, que se remonta al siglo XVI, sino también a la introducción de variedades y técnicas de riego, entre otras, que, cabe suponer, muy posiblemente practicaron los culíes e introdujeron los empresarios agrícolas de origen chino.

La Asociación Peruano China, junto con diferentes instituciones de la comunidad peruano china en el país, rindió homenaje a los primeros inmigrantes al cumplirse 172 años de su llegada a las costas peruanas.

El gobernador regional del Callao, Dante Mandriotti, con el presidente de la APCH, Erasmo Wong Lu. El monumento al Inmigrante Chino está ubicado en el Parque Temático de la Policia en el Callao.

Lazos de hermandad

Escribe Mariella Sausa Fotos: Gobierno Regional del Callao

Ocurrió hace 172 años. Un 15 de octubre de 1849. Los primeros 75 inmigrantes chinos llegaron al Perú, por el puerto del Callao, cargados de ilusiones y esperanzas de un futuro prometedor. Entonces nadie imaginaba el inmenso significado de ese viaje, los enormes desafíos que se presentarían y la gran contribución que harían esos primeros migrantes a la fusión de dos culturas milenarias. Hoy, en medio de la pandemia por la COVID-19, los retos siguen latentes; sin embargo, también está vigente el ejemplo de empuje y tesón de los primeros chinos que valientemente cruzaron el más grande de los océanos y tendieron un puente para vivir mejor y contribuir al desarrollo del pueblo peruano.

Para rendir homenaje a ese trascendental viaje y recordar su aporte a la historia y a la cultura del Perú, la Asociación Peruano China realizó una emotiva cere-

monia presencial, con todas las medidas de bioseguridad, en el Monumento al Inmigrante Chino colocado en el Parque Temático de la Policía, en la provincia del Callao. La bienvenida al acto estuvo a cargo de la tradicional y colorida danza de los leones chinos y prosiguió con un minuto de silencio en honor a la memoria de todos los inmigrantes chinos fallecidos y la colocación de ofrendas florales.

Claudia Choy Pun, hija del fenecido arquitecto Augusto Choy Ma, creador del monumento, tuvo a su cargo el discurso de orden y recordó cómo los primeros inmigrantes llegaron al Perú en condiciones desventajosas y quienes, gracias a su perseverancia y espíritu emprendedor, superaron todas las adversidades, creciendo hasta ubicarse entre los comerciantes más reconocidos del país y colaborando con el desarrollo peruano.

El gobernador regional del Callao, Dante Mandriotti, destacó, por su parte, que China es actualmente el principal socio comercial del Perú y el destino más importante de las exportaciones peruanas. Refirió que China también es uno de los países preferidos por los peruanos jóvenes para completar su formación profesional y concretar sus sueños; muestra de ello es que los recién graduados de la Escuela de Talentos de la región, que lograron ganar becas de estudios universitarios, escogieron diversas y prestigiosas universidades chinas para continuar su preparación profesional, en vista de su avanzada tecnología y su visión de futuro.

“Hoy conmemoramos el encuentro de dos mundos, de dos grandes culturas imperiales cuyos lazos y vínculos de amistad, cooperación y entendimiento se fortalecen una vez más. Aunque a causa de la pandemia hubo una disminución de actividades en diversas áreas, la crisis ha servido para unirnos y hermanarnos más. China ha sido de los primeros países en hacer su aporte y donación de equipos y vacunas para el Perú y existe la voluntad de seguir contribuyendo en su desarrollo”, destacó Eduardo Yong Motta, presidente del Instituto Cultural Peruano Chino.

Como ya es tradicional, las diferentes instituciones de la comunidad peruano china se hicieron presentes en el homenaje. Abajo, la bienvenida de la danza de los leones.

Dato

En la ceremonia colocaron sus ofrendas florales la Asociación Peruano China, la Asociación de Damas de la Colonia China, el Centro Cutural Peruano Chino, el Instituto Cultural Peruano Chino, la Sociedad Central de Beneficiencia China, el Gobierno Regional del Callao y la Municipalidad Provincial del Callao, entre otros.

Embajador del Perú en China, Luis Quesada, con el embajador Qiu, representante de la Cancillería China, en el brindis de honor con pisco sour.

Noche Peruana en Beijing

Con una cena denominada “Noche Peruana” en el hotel Kempinski de Beijing la Embajada del Perú en China celebró el pasado 2 de noviembre el 50 aniversario de relaciones diplomáticas entre ambos países. Al evento asistieron altas autoridades chinas y representantes de empresas vinculadas al despegue y desarrollo de la fructífera relación bilateral. Entre otros, estuvieron presentes el anfitrión, el embajador Luis Quesada, el repre-

Miembros de la comunidad peruana en Beijing ofrecieron coreografías de danzas típicas como el huaylarsh y valicha.

Embajador Quesada acompañado por los representantes de “China Three Gorges Corporation”, ”Shougang Group”, ”Aluminium Corporation of China” (Chinalco), ”Huawei” y ”Alibaba Group”, a quienes se entregó una placa de agradecimiento por su apoyo al Perú en la lucha contra la COVID-19.

Muestra fotográfica con imágenes de INTEGRACIÓN en la que los invitados pudieron apreciar la historia de la relación bilateral entre ambos países, retratos de familias de los inmigrantes, actividades y festividades de la comunidad peruano china.

Se obsequió a los asistentes productos peruanos de lana de alpaca, así como paltas de Prohass, arándanos de la empresa Camposol y ‘toritos de Pucará’ de la asociación de artesanos Señor de Huanca de Puno.

sentante de la Cancillería de China, embajador Qiu, así como representantes de China de Three Gorges Corporation, Shougang Group, Aluminium Corporation of China (Chinalco), Huawei y Alibaba Group, a quienes se entregó una placa de agradecimiento por su apoyo al Perú en la lucha contra la COVID-19. Miembros de la comunidad peruana en Beijing se sumaron al festejo interpretando animadas danzas como el huaylarsh y la valicha. Por su parte, las esposas de funcionarios de la embajada y de la Agregaduría de Defensa presentaron un desfile de trajes típicos de Cusco y Áncash. A la distancia, la revista “INTEGRACIÓN” sumó su colaboración enviando una selección de retratos de personajes así como de actividades de la comunidad tusán en el país, representativas de la riqueza y diversidad del aporte de la presencia china en el Perú actual.

Íntima Celebración

Cristina Peña Loo y Rodolfo Peña Ortega tenían previsto casarse por el rito católico en 2020, sin siquiera imaginar lo que sobrevendría. Se habían conocido en Huancayo, a donde ella viajó por trabajo en 2008. Tras un noviazgo relativamente corto se casaron por civil, se mudaron a Lima y planearon hacer que el matrimonio religioso coincidiera con el décimo aniversario de boda civil. Sin embargo, tuvieron que esperar un año más de lo inicialmente previsto. No estuvo mal la espera. En el lapso recibieron su “regalo más grande”. Su bebé nació en enero pasado, justo el mismo día que lo hizo Rodolfo, su esposo. A su vez, la boda se celebró el 23 de

Rodolfo Peña Ortega y Cristina Peña Loo el día del feliz acontecimiento en la Vicaría Pastoral de la Comunidad China San Francisco de Asís.

La pareja con sus tíos Lucía y Jorge Loo, sus respectivos padres Elena Loo y Carlos Peña, y Claudia Peña, hermana.

octubre –aunque con menos invitados y siguiendo los protocolos de bioseguridad– en la Vicaría Pastoral de la Comunidad China San Francisco de Asís, parroquia donde “la ceremonia es muy bonita”, sostiene Cristina. Asistieron las personas más cercanas, incluyendo los padres de Rodolfo, que pudieron venir desde Colombia. Integrante de la primera promoción del colegio Juan XXIII, la mamá de Cristina es nieta de Enrique Loo Tinchong, quien se estableció en Breña, donde trabajó en una fábrica de jabón que luego adquirió y legó a su hijo, abuelo de Cristina, Lorenzo Enrique Loo Samanez.

Con su primogénito y “más grande regalo”. El bebé nació en enero, el mismo día del cumpleaños de su papá Rodolfo.

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