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Perfiles

Sofía

Chian Lee Veterinaria y emprendedora de Pets by Li, tras realizar una pasantía en Iquitos se define como aliada en la lucha contra el tráfico de fauna silvestre.

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Estudiante en el sétimo ciclo de Veterinaria en la UPC tras fugaz paso por Medicina, inició su negocio de artículos para mascotas (con locales en Surco, San Isidro, Magdalena, Callao, San Borja, Ate y el portal www.comercial-li.com) porque no encontraba productos de buena calidad y a buenos precios. Descubrió además un espacio para contribuir al bienestar de las mascotas, a través de campañas de desparasitación, charlas gratuitas con veterinarios y otras actividades. De ahí al voluntariado en CREA (Centro de Rescate Amazónico), con sede en Iquitos, no hubo sino un paso. “Busqué la manera de retribuir a mi país y me presentaron el proyecto de rehabilitación de fauna silvestre. Había tenido un acercamiento previo en el colegio con el tema y me fascinó”, explica. Ahora considera que el bienestar de los animales es lo que une a su emprendimiento con CREA. “La importancia y el bienestar de los animales domésticos y silvestres es lo que me impulsa a que mi negocio siga creciendo y realmente tenga un propósito para mí”, dice. Durante su pasantía en Iquitos ha tomado conciencia de las necesidades de los animales silvestres, su conservación y la poca educación sobre la riqueza y diversidad de fauna en el Perú. Miss Sonrisa en el concurso Miss Tusán 2019, creció escuchando cantonés y mandarín en casa (si bien no los habla fluidamente) y es orgullosa practicante de las tradiciones chinas. Su padre vivió muchos años en Macao y su madre es segunda generación en Perú. Augusto Zheng, su abuelo paterno, desembarcó en el Callao en 1925, procedente de Chungsan y trabajó en la hacienda Márquez; y quien sería su esposa, Leung Sau Fin de Chion Po Pen Chion, lo hizo en 1950, a los 38 años, y se dedicó a la agricultura. Por su parte, su abuelo materno, Ricardo Lee, llegó en 1945, cuando tenía 29 años, y se estableció en Chancay, dedicándose a la agricultura. “Me considero afortunada de identificarme como tusán, es una manera de sentirme cercana a mis raíces y la cultura en la que crecí”, afirma.

SECCIÓN PERFILES Yuly

Yep

Voluntaria en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas y en un grupo de zarzuela cuyas presentaciones son para fines benéficos.

Escuchando contar a su tía Esperanza Nureña experiencias con pacientes del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) surgió en ella, siendo estudiante universitaria, su inquietud por también prestarles ayuda a través del voluntariado de damas de la Asociación de Alianza de Apoyo al INEN (ALINEN). Pasaron 20 años más para hacer realidad su deseo, hasta que en 2015 se inició como voluntaria en una organización cuya labor ya cumplió siete lustros de servicio ininterrumpido. “Cada uno es un ser único y especial que merece y necesita toda nuestra atención, apoyo y la mejor disposición por encima de cualquier circunstancia adversa personal. En el hospital nuestros pacientes son lo primero”, reflexiona. A lo largo de sus años de servicio, se ha desempeñado en salas de quimioterapia de adultos y niños, pediatría, cirugía, emergencia, adolescentes, módulo de farmacia del voluntariado e imágenes, entre otras. “En cada rincón del hospital hay una voluntaria dando apoyo al paciente, por eso la rotación es muy importante”, explica. Su compromiso es de un día a la semana. Así, cada jueves “es un día sagrado”. Sus más grandes y valiosas satisfacciones –refiere– son “las sonrisas, los abrazos y los ojitos agradecidos de los pacientes”. Entre las muchas experiencias vividas atesora la respuesta a su iniciativa de recaudación de fondos al inicio de la pandemia a través de la Gran Rifa Virtual ¡Únete y Brilla! “Pudimos recaudar más de 400 mil soles para seguir ayudando a los pacientes en la difícil época”, recuerda. Su labor de voluntariado se complementa con la que desarrolla en el grupo de zarzuela Olé, cuyas presentaciones son de carácter benéfico. “Es un honor y agradezco la invitación que hace casi siete años me hizo Dorita Alegre, su fundadora y directora, porque me ha dado la posibilidad de ayudar con el arte”, dice. La recaudación de las presentaciones en las que ella y el resto de integrantes participa gratuitamente se entrega a organizaciones que necesitan recaudar fondos para sus obras sociales.

Kiara Effio Sing

El próximo año representará a Perú en el Torneo Internacional Educativa Mundial de Robótica “Reto del Cóndor” en Ecuador.

Los prodigios propios de los avances de la tecnología llamaron su atención cuando tenía nueve años y, a partir de entonces, concentraron su interés. Hoy, a los catorce, recuerda que, esperando que su hermana mayor termine de dar su examen de admisión en la Universidad del Santa, vio con admiración en una feria universitaria una impresora 3D. Pero fue la robótica lo que la cautivó. A través de la publicidad se enteró sobre los cursos de robótica que anunciaba esa casa de estudios, “pero por la distancia y demora en el traslado no podía asistir”. La animaba la idea de poder “armar y programar algo que pueda resolver alguna problemática de la sociedad”. Alumna de la institución educativa Virgen de Guadalupe de Chimbote, en Áncash, se prepara para participar en el Torneo Internacional Educativa Mundial de Robótica “Reto del Cóndor” que se realizará en Ecuador del 9 al 11 de abril de 2023, con la novedad de que será un evento presencial. Fue la pandemia la que abrió una ventana de oportunidad para sumergirse en los rudimentos del mundo de los autómatas: su mamá encontró en Facebook una página que ofrecía a distancia cursos de robótica, programación, diseño 3D, etc. Así, sobre la base de un módulo robótico de código abierto (el robot educativo Otto), ha desarrollado distintos proyectos y participado, también a distancia, en concursos internacionales en Ecuador, Bolivia y México, en la categoría amateur, habiendo obtenido medallas de plata, oro y bronce, respectivamente. Con la idea de que sus proyectos contribuyan a solucionar problemas de la sociedad y ofrecer a las personas mejor calidad de vida, dice que le gustaría estudiar mecatrónica. Es tataranieta de Marcos Sing Weng, quien llegó de Cantón en 1910, aproximadamente a los 33 años de edad, se estableció en el distrito de Santa, Áncash, y se dedicó al comercio. De él –dice–, reconoce en su persona la habilidad para el trabajo manual y su inteligencia.

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