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El místico de Capón

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Perfiles

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El Místico

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Escribe Giuliana Lévano

El hombre flaco y de pelo largo, vestido con una camisa tradicional china, camina por la calle Capón y las miradas lo siguen. Ingresa a un pequeño kiosco pintado de verde y techado con la típica arquitectura china de aleros volteados. De inmediato, los transeúntes se acercan, mujeres sobre todo. Se forma una colita frente a la puerta.

Comienza la función.

La familia de Francisco Choy Chiok, por ambos lados, vino al Perú desde Cantón. Su abuelo materno Chiok Jan Poy se hizo amigo de un joven que llegó de China alrededor del año 31, lo presentó a su hija y terminó convertido en su suegro. Choy Yun Lam, el papá de Francisco Choy, se convirtió en chef pero murió a los 50 años, cuando su hijo tenía solo seis meses de edad.

Sin embargo, aunque ausente, fue justamente el papá quien transmitió a su familia la mística y el conocimiento de la astrología y del feng shui, una disciplina que nadie conocía entonces aquí.

Francisco creció visitando las sociedades chinas de Barrios Altos en compañía de su abuelo, quien tenía un negocio de restaurantes. Ya para entonces el adolescente tenía algunas dotes fuera de lo común. Sus amigos lo llamaban “El Mago”, sin saber que el nombre presagiaba que se ga-

de Capón

Quienes quieran una limpieza de aura al paso, sólo tienen que visitar el puesto de Francisco Choy Chiok, quien en pocos minutos los pondrá en contacto con la sabiduría de los monjes del Tíbet.

Francisco Choy, con un diplomado en marketing de ESAN, le saca lustre al esoterismo en la calle Capón.

naría la vida en las tierras ignotas del esoterismo de la meditación.

El hombre con la camisa china se asoma desde dentro del kiosco y comienzan las consultas. Él se concentra, hace algunas preguntas, pronuncia unos mantras mientras el consultante cierra los ojos escuchando y dejándose llevar. Se diría que está en un fugaz trance hipnótico.

De pronto, el sonido del cuenco tibetano genera una inesperada paz alrededor, a pesar del bullicio de la gente que entra y sale de las tiendas del barrio chino y mira con ojos curiosos lo que está ocurriendo. Se dice que este instrumento, utilizado por los monjes budistas para favorecer la meditación y la relajación, tiene efectos sanadores contra el estrés. Un toque de campana señala que la sesión ha terminado.

Su ingreso en el mundo de lo esotérico tiene muy poco de romántico: Francisco Choy comenzó fabricando juguetes de plástico, compró una máquina carísima que no resultó y el ne-

Cinco consejos para el 2023

¿Qué se puede hacer para recibir el próximo año en la mejor condición mental y anímica? Se lo preguntamos a Francisco Choy y esto fue lo que nos dijo:

1.Terminemos el año con una actitud mental positiva. Confíen mucho en sí mismos. Mantengan palabras positivas, afirmativas. Las palabras tienen mucho poder. 2.Hay que perdonar, aunque parezca imposible. Muchos cargan con resentimientos desde niños, porque han recibido amor negativo. Hay que empezar desde lo más simple hasta lo más difícil. Mírense al espejo e imaginen a las personas que deben perdonar, enójense y luego resuelvan. Para sanar y tener abundancia hay que perdonar primero. 3.Trabajen en sus poderes mentales, jueguen con la ley de la atracción. De noche, con los ojos cerrados, imagínense felices para terminar este año. Eso es una programación mental positiva y vuelve a nosotros como un búmeran. 4.Aceptemos a las personas tales y como son. Todos debemos observarnos mucho porque solemos criticar y juzgar. Cada persona es un mundo: aceptémoslas así. 5.Arreglemos las situaciones con los ancestros, con papá y mamá.

Las mujeres, sobre todo, tienen problemas con las madres, y sé que muchas han recibido abusos tremendos. Pero hay que cerrar ese círculo.

Choy recita unos mantras y establece una conexión especial con la persona que le consulta. Hombres y mujeres, dice, buscan encontrar la paz.

gocio empezó a perder dinero. Cuando se dio cuenta, ya estaba en bancarrota.

Pero por algo había llevado un diplomado de Márketing en Esan. Le sacó lustre a su vena esotérica, preparó unos talismanes y se fue a una feria en Santa Cruz, Bolivia. Ahí desplegó sus mercancías. Al principio no le fue nada bien. Al tercer día, dice, imploró al cielo en medio de una noche de tormenta y a la mañana siguiente la cosa cambió. Empezó a hacer lecturas gratis, le compraron los talismanes, lo entrevistaron en la televisión. Al final de la feria había vendido todo. Así nació su nuevo giro de trabajo y comprendió la importancia de la puesta en es-

Retrato de familia: Verónica y Francisco Choy con las tres hijas de él: Susana, Adriana, Sharon y su yerno Renzo Flores.

cena. Como todo en esta vida, el esoterismo también requiere su dosis de marketeo.

“Lo que yo hago es limpiar el aura”, explica el hombre flaco y alto mientras camina por la calle Capón. “La idea es que la persona escuche los sonidos del cuenco tibetano acompañados de unos mantras de la diosa Kuan-yin (diosa de la misericordia en la vertiente china del budismo). Yo he tenido iniciaciones con los monjes tibetanos, quienes me dieron la facultad de recitar estos mantras que son para la sanación y la compasión. A la persona la pongo en un estado de hipnosis y así le hago como una reparación interna”.

“Quien viene a consultarme quiere que le dé paz. A veces, cuando estoy haciendo la limpieza, puedo percibir alguna emoción triste, algo que ha ocurrido, quizás la pérdida de un familiar. Entonces lo que hago es sembrar una semilla en su jardín mental, abrir un poco más su visión de lo que puede hacer y de sus obstáculos. En ese momento estoy conectado con la persona, soy uno con él”.

Francisco Choy se divorció y se volvió a casar. Su esposa Verónica Vásquez Matos es acupunturista, trabaja con la moxa (un tratamiento tradicional basado en la aplicación de calor) y tiene conocimientos chamánicos. Ella lo ayuda en los talleres y retiros que organiza. Él tiene tres hijas de su primer matrimonio y tres nietos.

Choy pasa tres horas diarias en la playa para meditar y preparar su energía para su rutina que se inicia a las dos de la tarde, cuando llega a Capón para limpiar el aura a quien se lo pida. Conocer lugares sagrados en el mundo le sirve también como una forma de mantenerse energético para sus clientes, que buscan en él una respuesta al paso para las inquietudes de sus vidas.

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