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Experiencias innovadoras en clase Armando Alemán Juárez Coordinador de Innovación Educativa Universidad Panamericana, Campus México
Hoy, las universidades reciben a jóvenes que pertenecen a generaciones cuyas características son distintas en muchos aspectos a las de las generaciones pasadas. Tanto los millennials como la Generación Z, por ejemplo, son más autodirigidos en su forma de actuar frente a la vida y cuentan con mayor sofisticación tecnológica (Mosca, Curtis y Savoth, 2019). Según Rumeet Billan, presidente de Viewpoint Leadership Inc. (Jermyn, 2018), los jóvenes pertenecientes a la generación Z, por ejemplo, que son los que se encuentran actualmente en la universidad, son nativos digitales. Ellos tienen por lo tanto un espectro de atención más corto que los millennials y además conocen más sobre tecnología. La generación Z se caracteriza también por ser consumidores de grandes porciones de información mediante el uso de celulares, laptops, iPads, etc., al menos tres horas al día (Maulina, Abdurrahman, Sukamto, Kartika y Nurulsari, 2019, p. 1). En relación con el aprendizaje, siguiendo a Billan, al crecer con distintos dispositivos móviles, su atención se vuelca hacia lo visual y lo kinestésico. Aprenden experimentando y además son más emprendedores (Jermyn, 2018). Están socialmente conectados por causa de la tecnología (El Dallal, 2020, p. 1), por lo que parte de su aprendizaje ocurre de manera grupal y dentro de ambientes sociales (Jermyn, 2018). Algunos de los métodos de enseñanza actuales no se han adaptado a estas formas de aprendizaje de los estudiantes, pues no contemplan que, para
este tipo de alumnos, el aprendizaje debe ser dinámico y activo (Mosca, Curtis y Savoth, 2019). Por eso es importante que el profesor se prepare, con herramientas, recursos y formación necesaria, que lo ayuden a captar la atención discente y que se alcancen los objetivos de aprendizaje. Estos retos obligan al docente universitario a repensar la forma en que imparte su clase, no solo tomando en cuenta las características generacionales, sino considerando además aquellas que son individuales y que responden a las necesidades de cada universitario (Dostovalova et al., 2018, p. 130). El profesor, entonces, se ve en la tarea de modificar su enfoque de enseñanza para hacer que los estudiantes se comprometan y para reforzar el desarrollo de competencias de pensamiento crítico (Mosca, Curtis y Savoth, 2019). Se recomienda, por ejemplo, que los contenidos de la clase se impartan de manera atractiva, de forma que les llame la atención a los alumnos (Rumeet Billan, en Jermyn, 2018, párr. 10). En lugar de impartir una clase tradicional todo el tiempo, utilizando solo una presentación o el pizarrón, también se pueden diseñar actividades que se realicen en periodos cortos y que se lleven a cabo en un ambiente con múltiples recursos multimedia; por ejemplo, con el uso de gráficos, de animaciones o videoclips (YouTube), por mencionar solo algunos (Mosca, Curtis y Savoth, 2019). Del mismo modo, se pueden planear actividades para aprender los contenidos a partir