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HERMANASDELUNA, MADRESECLIPSADAS
Las marcas en los brazos y muslos de Maritza no me permiten du historia. Me provocan escalofríos porque puedo imaginar la lucha qu para proteger su cuerpo y su cordura, la cual, desafortunadamente en algún recóndito espacio de su mente ahora tan confundida por el a Desde que salí de mi agradable apartamento frente al mar y bajé a noté la presencia de una mujer de mediana edad y la de un hom algunos metros detrás de mí. Los gritos y saltos infantiles de ella, me a notar su peculiaridad, sin embargo, no le hice mucho caso. Pero e que ella buscaba; un poco de atención. La inclinación de la playa era cada vez mayor y las olas más altas, por temeroso tobillo izquierdo me exigió regresar. Tomé un par de s media vuelta. Durante mi retorno por la sinuosa costa que a cada parecía más complicada, topé con la extraña mujer que vi al sa apartamento; iba descalza, vestía un traje de baño de masculino, una de algodón con cuello en v y una sonrisa de oreja a oreja. Y de pro nada extendió sus brazos hacia mí ofreciéndome las palmas diciend quería dar un regalo. Desde mis ciento ochenta centímetros de observé con intranquilidad, pero devolviéndole la sonrisa. Entonces ara junto a ella. No había nadie más en la playa, ni en las palapas que alrededor, el joven que la acompañaba se quedó rezagado bajo la en la esquina de uno de los múltiples complejos situados a la orilla del dijo su nombre y yo el mío mientras nos sentamos en la arena.
a tiene chispeantes ojos marrones y rizos negros adornando su nte amable y aparentemente tranquilo, por eso le permití que tomara o mientras recitaba una oración deseándome luz, salud y bien. Me ió que se preocupara por la sanación de mi tobillo (que traía envuelto venda) y, sobre todo, por la forma tan franca e ingenua en que me , sin ápice de vanidad, que tenía el don de curar, por lo que agradecida nté si podía abrazarla, ella accedió gustosa y emocionada comenzó a mi hombro.
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grimas y limpiándose la nariz con el dorso de la mano, dio rienda suelta to: s brazos, mis piernas; aquí están las marcas de las mordidas que me hombre que me violó hace quince años, un hombre que yo maté en propia porque me estaba estrangulando Ese hombre que por su lujuria bió la vida y ya no puedo dar marcha atrás
Yo estudiaba para ser chef Me quitaron a mi hijo de tan sólo nueve años mientras estuve presa; fueron tres años terribles de no saber nada de él, pues se quedó con mi hermana que vive en Zacatecas. Tres años de llorarle a la luna suplicándole que lo cuidara por mí. Convertirte en alcohólica es muy fácil cuando dependes de un astro tan impredecible, dijo secándose las lágrimas con la raída camiseta Mi niño nació normal, ¡pero le dieron formol los amigos pandilleros de su primo!, -gimió ahogadamente-. Y hoy no tengo dos dientes porque mi propio hijo me golpeó. En ese momento, apreté sus manos asintiendo: -Aquí estoy, te escucho.
Ya lo mandé a rehabilitación dos veces –continuó-, pero cada vez que sale lo envuelven otra vez y ya no quiero que sufra más, quiero cuidarlo y sacarlo adelante, somos pescadores, no le hago daño a nadie.
-Eres una buena madre Maritza -comenté-.
Inmediatamente, ella me regresó el abrazo exclamando: tú no eres de aquí, vienes de otro planeta, yo me creía un instrumento de Dios, pero me he dado cuenta que Dios me envió un ángel para darme luz a mí.
Yo solo atiné a contestarle que simplemente era una mamá igual que ella, que ama a su hijo por sobre todas las cosas
De pronto la mente de mi nueva amiga comenzó a divagar y empezó a cantar “Yo te esperaba “de Alejandra Guzmán.
Eran las dos de la tarde y era momento de volver a mi apartamento. Me despedí de Maritza no sin antes hacernos la promesa de que siempre que tuviésemos algún problema, nos acordaríamos la una de la otra y nos declaramos hermanas de luna, pues es la misma para las dos y siempre estaría para escucharnos.
Mientras me alejaba, la escuché ordenarle al hombre joven que le acompañaba, que no me siguiera. Y luego comenzó a gritar y saltar como niña