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Breuil, Cervinia: El vértigo de la montaña

Breuil, Cervinia

El vértigo de la montaña

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El Monte Cervino en italiano, Matterhorn en alemán, es uno de los picos emblemáticos de Los Alpes, junto al Monte Blanco o Mont Blanc en francés, este último el más alto de Europa, en un vértice que marca la frontera entre Francia, Suiza e Italia.

Al pie del Cervino, del lado italiano, está el pintoresco pueblo de Breuil Cervinia, al que llegamos por un arbolado y hermoso camino de montaña, al final del cual tomamos varias cabinas o teleféricos que conducen a un mar de nieve, Plateau Rosa, uno de los más grandes y concurridos campos para esquiar del mundo, compartido por atravesar la linea fronteriza entre Italia y Suiza. Allí le pude contratar un maestro a mi hijo Ferdusi, cuando estaba llegando a los 10 años, para que aprendiera a esquiar.

Después de Cervinia continuamos nuestro viaje a Aosta, en un idílico valle. Y finalmente, por caminos sumamente escarpados subimos al Gran San Bernardo para pasar a Suiza, emocionándonos al transitar por esos precipicios que cruzó Napoleón con su ejército y artillería en sus primeras guerras en Italia, camino de la gloria.

El autobús en que viajábamos en cada vuelta tocaba fuertemente el claxon para avisar a alguien que viniera en sentido contrario y evitar un posible encontronazo. En un punto nos encontramos con otro autobús y el nuestro tuvo que dar reversa unos 100 metros, bordeando el precipicio, hasta llegar a un punto más ancho donde pudiera pasar el otro vehículo.

En otro año, a bordo de un tren de cremallera llegamos a Zermat, del lado suizo. En este centro turístico los automotores están prohibidos, solo se puede acceder con vehículos de batería y de tracción animal, por eso los automóviles se tienen que dejar en Tasch, un pueblo ubicado a unos 15 kilómetros abajo de Zermat, desde donde se tiene uno que trasladar por cualquiera de los medios mencionados.

En varias cabinas subimos al Klein Matterhorn, en la base del Cervino, y a través de un túnel llegamos otra vez a Plateau Rosa, pero esta vez del lado suizo, donde nuevamente mi hijo tuvo la oportunidad de tomar clases de esquí.

Breuil, Cervinia. Asentado en las faldas del Monte Cervino.

Nos sentamos en una roca para disfrutar el blanco paisaje y después de algunas horas vimos regresar a mi pequeño hijo con su maestro, al que le pagamos con un billete de 100 francos suizos, éste se encaminó a un tiradero de mochilas que había en la nieve y observamos que tomó la suya, sacó una cartera, guardó el billete y volvió a tirar su mochila en medio de las otras, para retirarse a seguir esquiando.

Esta lección que vivimos en Suiza, donde tienen uno de los más altos niveles de ingreso per cápita y prácticamente cero en analfabetismo, nos muestra el camino para alcanzar la seguridad y el bienestar tan anhelado por nuestro pueblo: la educación y el desarrollo, sin las dramáticas desigualdades que vivimos, son las metas que debemos alcanzar.

En Zermat tuvimos la suerte de disfrutar su fiesta anual. Desfiles con vestimentas típicas, grupos de alpinistas sonando unos enormes cuernos de Los Alpes, bailes, cantos y una gigantesca pachanga de toda la comunidad, acompañada de los turistas que nos integrábamos gustosos a la celebración.

Al concluir los festejos tomamos otro tren de cremallera que nos condujo al pie del Monte Rosa, atravesando paisajes que todavía se reflejan en nuestros recuerdos.

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