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Bélgica: Brujas, un viaje en el tiempo
Bélgica
Brujas, un viaje en el tiempo
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Bélgica es un pequeño país ligeramente más grande que Tabasco, de 30 mil kilómetros cuadrados. Allí nació el Imperio Merovingio, fundado por Clodoveo, primera dinastía francesa, y tras un milenio de movimientos fronterizos terminó bajo el dominio de los Habsburgo austriacos y españoles, para después formar parte efímeramente del desaparecido Reino Unido de los Países Bajos, del que se independizó en 1830, con la instauración de la monarquía parlamentaria de Leopoldo I. Este país mayoritariamente católico tiene tres idiomas oficiales: francés, neerlandés y alemán.
En Bélgica nace Brujas (Brugge: puentes), ciudad que florece en el siglo XII,
Brujas. Unas de las ciudades más hermosas y apacibles de Europa.
conectada por un canal de 10 kilómetros al Mar del Norte, al integrarse como una importante aliada de la poderosa Liga Hanseática, la más occidental de esta coalición, que durante más de 5 siglos dominó el comercio en el norte de Europa, bajo el liderazgo de Lubecky Hamburgo.
Brujas es una de las ciudades más bellas de Europa, con el casco urbano medieval mejor conservado y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Su población apenas llega a 110 mil habitantes, un 15% de mi Villahermosa, pero con balcones enflorados calles limpias, sin topes ni baches, y surcada por una red de canales de aguas límpidas y pobladas de hermosos cisnes blancos. Registra una enorme afluencia turística, con multitud de barcas recorriendo sus canales y calesas con percherones tratando por sus calles, desde donde se pueden admirar sus casas gremiales, conventos, iglesias y edificios públicos hermosos canales que la dan a conocer como la Venecia del Norte.
Es emblemática y símbolo de la ciudad la bellísima Torre del Campanario Belfort van Brugge, de 83 metros de altura con 366 escalones y 47 campanas, que dominan la Plaza del Mercado. Otras torres emblemáticas son las de la Catedral de San Salvador y de la Iglesia de Nuestra Señora, así como su Ayuntamiento (Stadhuis van Brugge) y su plaza Burg. La Basílica de la Santa Sangre, construida en el siglo XII, alberga una venerada reliquia que se conserva en una ampolla con un trozo de tela que supuestamente contiene sangre de Jesús, recogida por José de Arimatea y traída de Tierra Santa por Teodorico de Alsacia, Conde de Flandes, a su vuelta de la Segunda Cruzada.
Bélgica es uno de los mayores productores de chocolate del mundo y, según muchos, aquí se encuentran los mejores maestros chocolateros. En Brujas, a más de fabricantes renombrados, existe un muy visitado Museo del Chocolate y numerosas bombonerías. No cosechan cacao, pero sí producen un fino chocolate artesanal, 100 % puro de cacao, sin ninguna mezcla de otra grasa. C o r n é Galler, Neuhaus y Godiva son marcas conocidas internacionalmente por su alta calidad, los segundos en el mundo después de Suiza.
hay más de 31 cervecerías que se pueden visitar, como De Gouden Boom, instalada en la antigua fábrica de malta de T. Hamerken y conservada con toda su maquinaria. De aquí han salido cervezas tan famosas e internacionales como la Brugs Tarwebier o Blanche de Bruges, con su aroma a lúpulo, “Esta es la patria por excelencia de la cerveza. afrutado y ligeramente ácido; la B r u g g e En Brujas hay más de Tripel, de 31 cervecerías sabor franco que se pueden al final de visitar”. boca, a la vez dulce y levemente aromático; o la Brugge Blond, caracterizada por un delicado sabor a lúpulo y un toque afrutado. En la Edad Media, las béguines eran las mujeres vírgenes o viudas de cualquier estrato social que se dedicaban a Dios para llevar una vida contemplativa
Esta es la patria por
excelencia de la cerveza. Las variedades son incontables y cada una de ellas se bebe en un vaso específico. En Brujas
y activa a la vez. Vivían de sus propios recursos, de las limosnas y del trabajo manual. Prohibidas por el Papa en 1317, subsistieron manteniéndose agrupadas en los béguinages, comunidades religiosas autónomas. El Béguinage de Brujas, fundado en 1245 por Margarita de Constantinopla, condesa de Flandes, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 2002. En el se respira una plácida y mística atmósfera, potenciada por el contraste del blanco de las fachadas, el rojo de los tejados, el verde de la hierba, el amarillo de los junquillos y el marrón intenso de los troncos que se elevan hacia el cielo. Hoy alberga un museo que explica la vida de estas mujeres.
Una leyenda cuenta que el encaje fue inventado por una mujer que mientras descansaba una tarde recostada sobre un árbol, vio como se oscurecía el cielo bajo una multitud de arañas que se abalanzaba sobre su tocado. De su frenético ir y venir nació una tela en la que se representaban gráciles figuras, flores, pájaros y otros delicados adornos. Sea lo que fuere, entre los siglos XVII y XVIII esta técnica artesana se propagó por los Países Bajos, bajo la creciente demanda de las Cortes de Europa. Al visitar el Museo del Encaje es imposible no quedar boquiabierto ante los ágiles dedos de las encajeras en el huso, una herramienta inventada en Brujas. Pocas son las que todavía son capaces de realizar el punto del hada, una auténtica obra de arte que necesita la friolera de entre 300 y 700 husos. Brujas pronto se consideró la ciudad del encaje. Prueba de esto son las viejas escuelas en las que se enseña dicho arte.
Para ahondar en el romanticismo, caminamos hasta la placita que rodea
Minnewater, el Lago del Amor. Brujas, Bélgica.
el famoso Minnewater, el lago del amor. Éste toma su nombre de una leyenda que se remonta al Imperio Romano, que podría haber inspirado a Shakespeare la tragedia de Romeo y Julieta. Se cuenta que Minna, hija de un pirata sajón, se enamoró perdidamente de Morín. Desesperada ante la negativa paterna, pasó varios días en el bosque, a orillas de un riachuelo, y su amante la encontró cuando daba su último suspiro. Para rendir tributo a su amor perdido, Morín desvió las aguas del riachuelo y excavó la tumba de su amada. Después dejó que el agua volviera a cubrir su sepultura, creando el Lago del Amor.