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Alsacia: La riqueza de su historia

La riqueza de su historia

Alsacia, en francés Alsace, y en alemán Elsass, es una provincia francesa limítrofe con Alemania y Suiza, de origen y habla germánica, cedida por los Habsburgo de Austria a Francia en 1648, al término de la Guerra de los Treinta Años. Es una región rica en historia, y famosa por su gastronomía y sus vinos.

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Su capital, Estrasburgo, es una bellísima ciudad convertida en una de las capitales de la Unión Europea,

sede del Parlamento Europeo

y de otras seis organizaciones internacionales. Se convirtió en origen de la rivalidad franco-germánica, al grado que durante el II Reich (18711919) y el III Reich (19401945), períodos de ocupación francesa, se prohibió cualquier tipo de mención en el idioma francés.

El centro histórico de Estrasburgo, unido por

Estrasburgo, bañado por las apacibles aguas del Rin.

canales al Rin, fue declarado Patrimonio de la Humanidad y su imponente catedral, joya del arte gótico, con su única torre que se levanta 142 metros sobre el suelo, fue considerada la obra arquitectónica más alta de la cristiandad, y durante 2 siglos la más alta del mundo; destacadamente forma parte de 3 catedrales famosas del alto Rin, la de Basilea al sur y la de Friburgo en Alemania, en la margen opuesta de esta vía, la más transitada del planeta.

Es conocido como uno de los principales puertos fluviales del continente y alberga la mayor población estudiantil de Francia, país del que es también la segunda ciudad cultural, tan solo después de París.

En la emblemática plaza de la catedral se encuentra la Maisón Kammerzell, un bellísimo edificio medieval, el más hermoso de Estrasburgo, de 3 plantas, actualmente convertido en hotel con un restaurante cuya visita es obligada para una experiencia única e inolvidable.

Todo el centro de Estrasburgo es hermoso, con sus casas de entramado y balcones floreados por el que transcurren canales de aguas límpidas, pero destaca la casa Kammerzell por sus tonos marrones y rojizos, su arquitectura medieval y sus 75 ventanas rodeadas de esculturas sacras y profanas, que se encienden cada noche, brindando unas vistas de ensueño.

Siempre que vamos a París comemos en La Mansión de Alsacia, en los Campos Elíseos, para disfrutar el choucrute, plato a base de cerdo con col agria, y degustar sus famosos vinos; salvo en nuestro último viaje en 2012, en que desafortunadamente encontramos cerrado este templo de la gastronomía, tal vez por remodelación. Al menos, eso espero.

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