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del desierto

Libertad de credo en un oasis del desierto

En 1980 recorrimos gran parte de lo que fue la desaparecida Unión Soviética, y visitamos la ahora República de Uzbekistán, su hermosa capital Tashkent, y dos de sus ciudades emblemáticas por su historia, arte y cultura: Bujará y Samarkanda.

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Uzbekistán es actualmente una pequeña república de 447 mil kilómetros cuadrados, un cuarto de la superficie de nuestro México, pero a diferencia de nuestro escaso crecimiento de menos del 2%, ellos están creciendo a un ritmo del 8% anual y en tanto que aquí padecemos un 10% de analfabetismo y 8 millones de ninis (personas que ni estudian ni trabajan, y su opción es la mendicidad o la delincuencia); en Uzbekistán, la escolarización es del 99.3% y el analfabetismo de sólo el 0.7%.

En pleno desierto centroasiático es hermoso admirar los parques, jardines y bellas fuentes de este país donde el vital líquido es especialmente escaso. Visitamos mercados con frutas raras: sandías como melones chinos, y melones del tamaño de nuestras sandías.

La religión predominante en Uzbekistán es la musulmana, con un 88% de adeptos, contra un 7% de cristianos ortodoxos y un 3% de otras confesiones. Algo que verdaderamente me sorprendió son las imponentes y enormes mezquitas totalmente restauradas por arqueólogos rusos, hasta con el oro con que recubrieron el interior de sus cúpulas, así como las

madrazas (universidades

islámicas).

La Unión Soviética tenía la mala fama difundida por los gringos y sus aliados del Vaticano de que eran enemigos de la religión, pero vimos templos espléndidamente conservados y en algunos lugares iglesias ortodoxas llenas de creyentes, incluso de practicantes que llevaban a diversos animales a bendecir con el sacerdote. Al llegar a Moscú, como mi esposa es muy católica, pedí informes en la administración y de inmediato me informaron de la ubicación de templos católicos y los horarios de sus servicios, lo que me hablaba de la existencia de una libertad religiosa.

La falsedad de otra conseja que nos infundían en occidente sobre un supuesto Estado policiaco, la pude desvanecer cuando en varios puntos fronterizos conflictivos, como con Irán, en aquel entonces con el Ayatola Jomeini, en las cercanías de Turquía y otros

Tashkent, capital de Uzbekistán.

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