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Hamburgo: Levantarse de las cenizas como el Ave Fénix

De Garmisch continúa a la cercana Mittenwald y atravesando los Alpes se entra al valle del Inn, desde donde se llega en menos de 1 hora a Insbruck, la hermosa capital del tirol austriaco, cuyo nombre literalmente quiere decir puente sobre el Inn.

Garmisch-Partenkirchen fue sede de los Juegos Olímpicos de invierno de

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1936 y fue nominada para repetir como tal en 1940, pero fueron suspendidos por el inicio de la II Guerra Mundial. Es uno de los lugares más bellos que hemos visitado, y donde pasamos días muy felices e inolvidables. Un sitio para agendar.

Hamburgo

Levantarse de las cenizas como el Ave Fénix

Decía Voltaire: “La civilización no suprime la barbarie, la perfecciona”. Recordamos aquella trágica noche del 24 de julio de 1943, un julio caluroso sin precedente en Hamburgo, cuando inició la patética Operación Gomorra, que su nombre ya lo dice todo, para “aplastar al Boche, matar al Boche, aterrorizar al Boche” (apelativo despectivo para nombrar a la población civil alemana), según declaración del comandante de esta tétrica operación.

El escritor Hans Erich Nossack y su compañera dejaban atrás el bullicio de Hamburgo para pasar unos días de campo a 15 kilómetros de la

urbe, ignorando que no escaparían de lo que caería del cielo aquella semana trágica. “Y de pronto todo parecía bañado por la luz opalina de los infiernos”, escribe Nossack, en ‘El Hundimiento’. Fue testigo del mayor bombardeo urbano hasta entonces, que arrasó la ciudad y causó 40 mil víctimas civiles y más de 1 millón de desplazados.

La primera noche dejaron caer 2 mil 300 toneladas de bombas incendiarias de fósforo, antecedente del napalm. Los hombres ardiendo se tiraban a los canales, pero al surdir seguían ardiendo, por lo que los policías tenían que matarlos para que dejaran de sufrir.

La aviación norteamericana y sus cómplices británicos lanzaron la Operación Gomorra (llamada así por la ciudad del Antiguo Testamento que fue devastada por el fuego) para destruir junto con sus habitantes, niños, mujeres y ancianos, la industriosa ciudad del Elba, uno de los mayores puertos del mundo, con astilleros, refinerías e industrias metalúrgicas.

Garmisch-Partenkirchen. Una belleza al pie de las montañas.

En su trágica crónica Nossack describe como en el cielo estallaban miles de bengalas, “era como si

del cielo cayeran gotas de metal candente sobre la

ciudad en llamas”.

Pero lo peor vendría los días siguientes. La diabólica intensidad del bombardeo tuvo un efecto infernal: Las zonas que ya ardían seguían siendo machacadas una y otra vez con más bombas, de manera que la temperatura se elevó descomunalmente,y el tiempo seco y caluroso hizo el resto. El aire caliente lanzó corrientes de fuego a 240 kilómetros por hora y a temperatura de 800 grados, desatando un gigantesco tornado de fuego, conocido como feuersturm o tormenta de fuego. Hamburgo quedó destruida en su totalidad, con decenas de miles de cadáveres calcinados.

Hace más de 30 años, en nuestro recorrido por la nueva Alemania, visitamos esta hermosa ciudad, que como el ave fénix, resurgió de sus cenizas con una extraordinaria vitalidad, gracias a la increíble creatividad, fortaleza y disciplina del admirable pueblo alemán. Todas las ciudades alemanas fueron arrasadas y reconstruidas conforme a sus antiguos planos.

La historia, como siempre, la escriben los vencedores. Los bárbaros fueron los alemanes, y los libertadores, norteamericanos. Si en la guerra los alemanes cometieron algunos excesos, éstos son verdaderamente minúsculos ante los aterradores crímenes de lesa humanidad, cometidos por los norteamericanos.

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