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Juana de Arco: El nacionalismo europeo Moros y judíos, Colón y la gramática: España
de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (1789) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
La Carta Magna Libertatum consta de 63 artículos. Se establece la libertad de comercio y el
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principio de legalidad. Nadie puede ser arrestado sin una sentencia y juicio ante tribunales y conforme a la ley. Nadie puede ser dañado o condenado por rumores, sino únicamente mediante pruebas fehacientes. Nadie puede embargar útiles y aperos de trabajo, entre otras disposiciones.
Cuando el Rey Alfonso IX convocó a las primeras Cortes en Europa se decretaron una serie de leyes y normas destinadas a proteger a los ciudadanos y a sus bienes contra abusos y arbitrariedades de los nobles, del clero y del propio Rey, conjunto jurídico al que algunos llaman Carta Magna Leonesa.
El nacionalismo europeo
Durante la Edad Media, los reinos europeos estaban en constantes guerras y las fronteras eran sumamente cambiantes. Las familias se sentían más ligadas a una dinastía que a un territorio. Juana de Arco guerreó, más que por un rey, por un país,
por un territorio invadido por extranjeros. Con ella nace el nacionalismo europeo.
Juana de Arco, Jeanne
d’Arc, la Doncella de Orleans, era apenas una jovencita de 17 años cuando encabezó los ejércitos franceses, tratando de expulsar a los invasores ingleses, en la Guerra de los 100 años, que en realidad duró 116, del 1 de enero de 1337 al 17 de octubre de 1453. Esta larga contienda de origen feudal pretendía
Juana de Arco. Les vies de femmes célebres de Antonio Dufour, 1504.
resolver quién controlaba las tierras que barones ingleses poseían en territorio de la actual Francia, después del ascenso al trono inglés de Enrique II Plantagenet, Conde de Anjou.
En 1429, las tropas inglesas tenían sitiada la ciudad de Orleans, tras 92 años de guerra invasora, cuando la jovencita Juana
convenció al Rey Carlos VII que le permitiera encabezar el ejército en una memorable batalla en que venció a los
invasores. De allí el apelativo de Doncella de Orleans, aun cuando ella había nacido en Domremy, un pequeño poblado en el departamento de Vosgos, en la región de Lorena, limítrofe con Alemania.
Tras esta victoria, Juana de Arco ganó importantes batallas: Jargeau, Meun Sur Loire, Beaugency y Patay.
Los éxitos de La Doncella reanimaron al bando de Carlos VII que por fin pudo coronarse como Rey, y llegando hasta las puertas de París, ocupada por los ingleses en alianza con los borgoñones, atacaron por la puerta de Saint-Honoré, sin éxito en este intento, lo que provocó que Carlos VII decidiera retirarse y entrar en un período de negociaciones, pero Juana insistió en seguir luchando hasta la total expulsión de los ingleses, y ya debilitada y abandonada en la batalla de Compiegne, fue traicionada por borgoñones, apresada y llevada a proceso en Ruan.
Allí se le sometió a un
proceso eclesiástico por
herejía, muy irregular, liderado por el obispo de Beauvais, Pierre Cauchón, en el que se usaron testigos
falsos y se alteraron testimonios, para finalmente condenarla a la
hoguera, siendo quemada viva el 30 de mayo de 1431. Su lucha fue finalmente coronada con la total expulsión de los ingleses 22 años más tarde, en 1453.
Después de la infame excomunión y asesinato de Juana de Arco, Carlos VII decretó eximir a Domremy del pago anual del impuesto a la Corona, beneficio que duró varias centurias.
25 años después de su muerte, y 3 de que Francia había sido liberada de la ocupación británica, Carlos VII tramitó ante El Vaticano la revisión del proceso irregular a la Doncella de Orleans, llevada a la hoguera cuando apenas cumplía 20 años de edad, pero el Papa Nicolás V se negó y sostuvo la excomunión. Fue hasta el arribo del Papa Calixto III cuando se abrió el caso, se recibieron numerosos testimonios y se pudo probar fehacientemente la inocencia de Juana de
Arco, declarándose herejes a sus captores y jueces.
Sería hasta 1909 cuando se declaró beata a esta
heroína y finalmente
en 1920 Benedicto XV la elevó a los altares. Inmediatamente después fue proclamada Santa Patrona de Francia.
Su fama se extendió por toda Europa inmediatamente después de su muerte. Fue venerada por la Liga Católica del siglo XVI y adoptada como símbolo en casi todos los círculos franceses, siendo fuente de inspiración de las fuerzas aliadas en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial.
Ha sido inspiración de afamados pintores en muchos lienzos que permanecen en renombrados museos; se le ha representado en tapices y estatuas que permanecen en la catedral de Notre Dame, en París, y en las plazas de las principales ciudades francesas.
El clero que primero la calumnió, condenó, excomulgó y quemó en la hoguera, cuando Francia fue fuerte levantó la excomunión y la elevó a los altares como Santa Patrona de Francia.
En el movimiento del
escultismo, presente en más de 165 países, es la Santa Patrona de las guías. Su fiesta es el 30 de mayo, el día de su inmolación.