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Fundación de Tenochtitlan: Dia de la Mexicanidad

Fundación de Tenochtitlan

Día de la Mexicanidad

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El 8 de junio

celebramos el Día de

la Mexicanidad. En el corazón de la patria, la Plaza de la Constitución -llamada así para conmemorar la Constitución de Cádiz- se encuentra una escultura de Juan Olagibel que simboliza el descubrimiento por parte de los migrantes mexicas, del sitio deparado para la fundación de MéxicoTenochtitlan, indicado como la señal de un águila posada sobre un tunal o nopalera, devorando una serpiente.

Es nuestro monumento a la mexicanidad, que debe ser conocido por todos los mexicanos y que se eterniza en nuestro escudo nacional, el más bello del mundo, que representa el triunfo del espíritu sobre la materia, la supremacía de todo lo que vuela sobre todo lo que se arrastra. Si ignoramos nuestros orígenes carecemos de rumbo y divagamos sin saber a dónde vamos. En nuestro caso, contrario a la lógica, primero existieron los mexicanos y después México.

Las tribus nahuatlacas salieron de la mítica Aztlán hace 952 años, en 1067, y se asentaron 8 años en Chicomostoc. Los últimos en partir rumbo al centro de nuestra nación fueron los aztecas: Iniciaron su peregrinar en 1075, y fue entonces cuando su líder los reunió y les dijo: “De aquí en adelante ustedes ya no son aztecas, se llamarán mexicas en honor de Mexitl, la otra cara de Huitzilopochtli, su dios tutelar; y habrán de caminar hasta encontrar la señal: el descenso de Huitzilopochtli, colibrí siniestro (o zurdo), quien bajará del cielo convertido en águila para posarse en el gran árbol del mundo (el nopal), donde luchar contra

un monstruo de la tierra (la serpiente), a la que devorará; allí fundarán su ciudad y allí serán poderosos”.

Los mexicas caminaron

250 años, de 1075 al 8 de junio de 1325, hasta que encontraron la señal indicada. Como era un territorio ocupado, para permanecer allí tuvieron que someterse en calidad de esclavos. Pero ese día, el 8 de junio del año mencionado, se estableció la Ciudad de México y nació la mexicanidad.

Al poco tiempo, estos hombres admirables dejaron la esclavitud para convertirse en la clase gobernante de lo que fue el Imperio Mexica, que en poco más de 100

años dominaron un enorme territorio, desde gran parte del que hoy ocupa Estados

Unidos hasta Panamá, y desarrollaron una civilización que en muchos aspectos superaba a los europeos.

Debemos admirar la ética con que se conducían nuestros antepasados mexicas, que

La fundación de Tenochtitlan.

ya quisiéramos se aplicara hoy día. No existían las emboscadas, la declaración de guerra era un asunto de honor, y cuando se agotaban los recursos diplomáticos un emisario avisaba el lugar y día en que atacarían. Los sometidos pagaban tributo pero se les respetaba su lengua, religión, gobierno y sistema de vida.

En el Imperio Mexica no había campesino sin parcela y tampoco niño sin escuela. Las faltas cometidas por miembros de la clase gobernante eran castigadas con una severidad muy superior a las que se aplicaban a gente del pueblo, pues la

clase gobernante tenía la obligación de poner el buen ejemplo.

Este pueblo, insultado y calumniado por el fanatismo y por quienes los sometieron al despojo y a trabajos forzados, sufrió tal vez el más grande genocidio en la historia de la humanidad. El cruento proceso de colonización y encomiendas redujo una población que en 1520 se estimaba en 16 millones, a menos de 4 millones en 1575, incluyendo a peninsulares y criollos.

Ya había entrado la noche de 3 siglos que fue

la Colonia, etapa en que también se instauró una nueva infamia: la Santa

Inquisición, que cometería innumerables atrocidades, hasta la culminación de la Independencia, en 1821, cuando se liberaron a los encadenados de la casa oscura, casa chata de Santo Domingo, uno de los edificios más bellos del centro histórico capitalino, pero con el negro historial de haber albergado el tétrico tribunal del santo oficio, así, con minúsculas y que después de haber alojado a la Escuela de Medicina, es hoy el Museo Nacional de la Medicina Mexicana.

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