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en cuatro tiempos
Moros y judíos, Colón y la gramática
El futuro de España en cuatro tiempos
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La última década del siglo XV, y particularmente el año 1492, fue de enorme trascendencia para España, pues en ese período se dieron cuatro acontecimientos que marcarían su futuro como nación:
1.-) El 2 de enero de 1492 se consolida el moderno Estado español, cuando Boabdil abre las puertas de las murallas de Granada y entrega su ciudad y reino a la corona de Castilla, de la que ya era tributario, desapareciendo el último reducto morisco en la península.
Tras la Batalla de Guadalete en el año 711, con la que desaparece el Estado Visigótico en la península, nace la España musulmana en la que florecen las artes y, por casi 800 años, conviven en perfecta armonía y tolerancia tres culturas ahora aparentemente irreconciliables: el Islam, el cristianismo y la judería. Córdoba se convierte en una de las ciudades más grandes y prósperas de Europa, y tal vez en el principal centro cultural.
Las capitulaciones para la rendición de Granada firmadas el 25 de noviembre de 1491 establecían que Isabel la Católica y Fernando de Aragón se comprometían a respetar la religión, manera de vestir y comer (su modo de vida, en resumen) de los habitantes del reino de Granada, que dejaba de ser tributario para integrarse a Castilla. “No se les obligará a convertirse al catolicismo ni podrán ser molestados por sus costumbres; los moros serán juzgados en
La caída de Granada. (Francisco Pradilla, 1882)
sus leyes y causas por su derecho tradicional, con parecer de sus cadis y jueces que permanecerán en sus puestos”.
Pero ya bajo el imperio de la cruz y la picota se deshonra la palabra de los Reyes y se fuerza la integración y conversión al cristianismo de la época. Torquemada impone su ley y arde su hoguera, mientras Felipe III consolida la obra con su decreto de expulsión mediante el cual, entre 1609 y 1613, 300 mil españoles de ascendencia morisca son expulsados a África, con la amenaza de muerte si intentan regresar.
2.-) Se concreta la expulsión de los judíos, decretada por los Reyes Católicos el 21 de marzo de 1492, bajo la presión de Fray Tomás de Torquemada, fanático confesor y director espiritual de Isabel la Católica, quien es hijo de un
judío converso y tristemente recordado como primer inquisidor y autor de las más tétricas atrocidades realizadas en España; y paradójicamente, enemigo exterminador de su propia raza, pues como ya mencioné, llevaba sangre judía.
En el Decreto de Expulsión se acusa a los judíos de los delitos de usura y herética pravedad, perversión y corrupción de costumbres. Sin importar si eran niños, mujeres, ancianos, enfermos o inválidos, sin tomar en cuenta su lugar de nacimiento ni la antigüedad (tal vez de siglos) o residencia de su familia en España, se les obliga a rematar sus propiedades y salir del país sin ninguna pertenencia, ni moneda, ni oro, plata o cualquier valor, caballos o armas, solamente podían llevar su ropa y las letras de cambio producto de malbaratar todos sus bienes. Cientos de miles de españoles de ascendencia judía, llamados sefarditas, solos y sus almas migran vía Portugal y Francia a otros países europeos, y por el sur a Marruecos y otros países musulmanes, donde aún ahora subsisten comunidades sefarditas que conservan un castellano antiguo.
Más tarde, la misma suerte correrían los españoles de ascendencia morisca cuando entre 1609 y 1613, por decreto de Felipe III, son acorralados, detenidos y expulsados a África. La intolerancia y la rapiña se habían establecido a plenitud.
3.-) Buscando un nuevo camino a las Indias, otra ruta a las especias, el 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón se encuentra con lo que hoy llamamos América, regresando a España en marzo de 1493 y sin conocer la magnitud de su descubrimiento, que abría nuevos horizontes al mundo