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Independencia: Consumación de un largo sueño

Consumación de la Independencia

Cristalización de un largo sueño acariciado

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Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu nació en Valladolid (hoy Morelia) el 27 de septiembre de 1783. Hijo de padres españoles, desde muy joven ingresó al servicio de las armas, en donde se distinguió como un feroz perseguidor y exterminador de insurgentes. Fue el gran vencedor de Morelos y cuentan las crónicas, que a su paso dejaba un rastro de sangre. Para 1820 el

movimiento independentista estaba casi extinguido y solo sobrevivía en las montañas del Sur la guerrilla de Vicente

Guerrero, que gozaba de buen prestigio en la Nueva España.

En estas circunstancias, Iturbide, comandante del Ejército Virreinal, partió al sur para combatir a Guerrero, pero al sufrir un primer descalabro cambió de opinión y se carteó con el liberal, quien lo convenció de que se le uniera tras el encuentro y abrazo de Acatempan.

En el pueblo de Iguala fue

proclamado el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821, declarando a su ejército

como de Las Tres Garantías, que bajo su protección se garantizarían: 1) La Independencia; 2) La religión católica; y 3) La unión de europeos y americanos, bajo una bandera verde, blanco y rojo que las representaban.

Don Juan O’Donojú arribó a Veracruz con el cargo de Jefe Político Superior, ya que el de Virrey había sido suprimido por la Constitución de Cádiz. Para entonces, los regimientos reales se habían ido sumando al Ejército Trigarante, al igual que muchos insurgentes, por lo que O’Donojú, viendo todo

perdido, firmó con Iturbide los Tratados de Córdoba el

24 de agosto de 1821, que reconocían la Independencia

de México y establece como sistema de gobierno una monarquía moderada constitucional.

Para encabezar la nueva Monarquía se anotó una larga lista de nobles españoles y se estipuló que en caso de que ninguno de ellos aceptara, las Cortes de México nombrarían a su Emperador, dejando como última posibilidad que el propio Iturbide asumiera tal distinción. Cabe apuntar que España no

reconoció la Independencia de la Nueva España hasta 15 años después,

en 1836. Así,

el Ejército Trigarante hizo su entrada triunfal en la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821 y al día siguiente se firmó

el Acta de Independencia, en la que aparece el nombre de O’Donojú pero no su firma, y que a la letra dice: Acta de Independencia del Imperio Mexicano, pronunciada por la Junta Soberana congregada en la Capital el 28 de septiembre de 1821.

La Nación mexicana, que por 300 años no había tenido voluntad propia, ni libre uso de la voz, salía de la opresión. Los heroicos esfuerzos de sus hijos habían sido coronados,

Entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México.

y consumada la empresa, eternamente memorable.

La Suprema Junta Provisional Gubernativa fue integrada por 38 miembros y firmada por el Obispo de Puebla, dos Condes, dos Marqueses, y Anastasio Bustamante, años después presidente de la República en 3 ocasiones por el Partido Conservador.

El 24 de febrero de 1822 se instaló el Congreso Constituyente con la participación de diputados de El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, y el de Guatemala, que fungió como Vicepresidente de este primer Constituyente. En aquel entonces, México hacía frontera con Colombia, ya que Panamá era un Departamento de nuestra Nación. Para entonces, España había desconocido los Tratados de Córdoba y en el Congreso se fortalecía un grupo enfrentado a Iturbide, que pedía la proclamación de una República. Un regimiento se levantó y recorrió las calles proclamando a Iturbide como Emperador, quien, guarnecido de oficiales, irrumpió en el Congreso y obligó a una sesión pública en la que fue proclamado como Agustín I, en una votación de 67 a favor y 15 en contra, el 19 de mayo de 1822, cuando pronunció el siguiente juramento:

“Agustín, por la Divina Providencia y por nombramiento del Congreso de representantes de la Nación, Emperador de México, juro por Dios y por los santos concilios, que defenderé y conservaré la religión católica, apostólica y romana, sin permitir otra alguna en el Imperio; que guardaré y haré guardar la Constitución que formare dicho Congreso, y entretanto, la española, en la parte que está vigente. Asimismo, las leyes, órdenes y decretos que ha dado y en lo sucesivo diere el repetido Congreso, no mirando en cuanto hiciere,

sino al bien y provecho de la Nación; que no enajenare, cederé, ni desmembraré parte alguna del Imperio; que no exigiré jamás cantidad alguna de frutos, dinero ni otra cosa, sino las que hubiere decretado el Congreso; que no tomaré jamás a nadie sus propiedades, y que respetaré sobre todo la libertad política de la Nación y la personal de cada individuo”.

Iturbide se constituyó en un dictador y disolvió

el Congreso. Santa Anna proclamó el Plan de Casa Mata, al que se unieron los insurgentes, y finalmente Iturbide abdicó el 19 de marzo de 1823, apenas 10 meses después de que fuera proclamado Emperador. Los diputados centroamericanos regresaron a sus circunscripciones y participaron en el Congreso convocado por Guatemala, en el que declaraban la independencia de las provincias centroamericanas.

Iturbide intentó regresar y fue fusilado en Tamaulipas. Su viuda Ana María Huarte

se fue a vivir con sus hijos

a Estados Unidos, gozando de una pensión de viudedad decretada por el Congreso, inaugurando la primera pensión a un ex mandatario,

hoy tan criticadas. Donó a un convento de Filadelfia su traje de coronación, entretejido con hilos de oro y plata.

Nuestra guerra de Independencia la inició un sacerdote que abandonó sus éxitos militares, en tanto que en Sudamérica los países se independizaron por un ejército insurgente que derrotó al ejército español; mientras que en

México la Independencia se logró por un cuartelazo, un golpe de Estado de un

militar español. Durante medio siglo nos debatimos en peleas intestinas en las que perdimos enormes territorios en el norte y en el sur. Juárez, el patricio, habría finalmente de consolidar nuestra nación.

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