3 minute read
Crimea: La doble moral
entonces Teniente Dwight Eisenhower, triunfador de la Segunda Guerra Mundial.
Durante 11 meses rastrearon el inmenso territorio de Chihuahua buscando apresar a Villa, sin ningún éxito. Las relaciones internacionales se deterioraron, México retiró a su recién nombrado embajador en Washington, hubo enfrentamientos entre constitucionalistas e invasores, y finalmente en la sureña Parral, una multitud de niños, encabezados por la maestra Elisa Griensen, se enfrentó al poderoso ejército norteamericano, obligándolo a retroceder, y la participación estadounidense en el conflicto europeo dio fin a esta fracasada Expedición Punitiva, el 7 de febrero de 1917.
Advertisement
La doble moral
La península de Crimea, unida a Ucrania por el istmo Perekob, de 5 kilómetros de ancho y ligada a territorio ruso por el estrecho de Kerch, también de 5 kilómetros, está poblada predominantemente por rusos. Es altamente
estratégica para Rusia, pues allí se encuentran las bases de su flota para el Mar Negro y el Mediterráneo,
y controla el acceso al Mar de Azov, interior de Rusia, donde desagua la cuenca del cuarto río más grande de Europa, el Don.
Además del puerto de Sebastopol, en Crimea está el importante balneario ruso Yalta, donde se celebró la histórica cumbre de Stalin, Churchill y Roosevelt, cuando redefinieron la geografía europea al término de la Segunda Guerra Mundial.
Sebastopol, su principal puerto, sufrió dos trágicos sitios: Después de una heroica resistencia fue tomado por los nazis, que acabaron con sus defensores rusos, pero al cambiar el rumbo de la guerra fue recuperado por el ejército ruso, derrotando a los invasores alemanes.
Cuando Ucrania era parte de la URSS, el Parlamento Ruso autorizó que la República Autónoma de Crimea pasara a depender administrativamente de Ucrania, pero cuando ésta se separó de la URSS en 1992, el Parlamento anuló esta cesión y declaró que Crimea era territorio ruso y seguía siendo de Rusia. Occidente, liderado por Estados Unidos, promovió la desintegración de la URSS, lo mismo en Yugoslavia y Checoslovaquia, alegando la autodeterminación de los pueblos y apoyando a Ucrania en un diferendo con Rusia sobre la pertenencia de Crimea.
En el caso de Texas,
Estados Unidos, deshonrando su firma del Tratado de Límites con
México, ratificado por el Senado norteamericano en 1832, promovió la invasión
con colonos anglosajones
de Texas, que declararon su independencia en 1836, y posteriormente el mismo Senado declaró la anexión en 1845. Aquí la opinión de los invasores fue válida y la anexión legal, pero en Crimea, hipócritamente, no aceptaron el referéndum de una población predominantemente rusa y nativa del lugar que se quería reintegrar a su patria, ¡y la declaró ilegal!
Los norteamericanos, al igual que en Siria, Venezuela, y en México para derrocar a Madero, como acostumbran hacerlo organizaron protestas y levantamientos en Kiev, la capital de Ucrania, para finalmente asaltar el poder deponiendo ilegalmente
al presidente de Ucrania, electo democráticamente, e instaurando un gobierno ilegítimo que, entre otras cosas, prohibió que en la República Autónoma de Crimea, habitada en su casi totalidad por rusos, se hablara este idioma, lo que obligó al parlamento de esta República Autónoma a organizar referéndums para declarar primero la independencia de Ucrania, y en segundo término su anexión, reincorporación a Rusia, obteniendo una votación aplastante que la población celebró con grandes fiestas populares.
En el desarrollo de una nueva guerra fría, que puede llevar a resultados funestos, Estados Unidos enfrenta nuevamente a Occidente con Rusia. Ahora no vale la voluntad mayoritariamente aplastante de la población de Crimea, una República Autónoma, con derechos diferentes y superiores a los de una provincia en Occidente. Los intereses norteamericanos, el negocio de las armas y la promoción de la guerra, quieren imponerse y pueden conducir al mundo al precipicio. Ojalá y no suceda.