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COLUMPIANDO EL CENTRO HISTÓRICO

El Perfil De Un Vecino Respecto De Su Comunidad

Hace poco, mientras caminaba por mi ciudad, pensaba en las distintas definiciones que tiene la palabra cultura: para algunos se basa en la higiene pública, como el no arrojar basura; en el tráfico, las áreas verdes, la educación y, muy en el fondo, en el arte, entre otras. Esta realidad inmediata me hizo pensar en cuál es el concepto de cultura que se está trabajando desde la Municipalidad de Lima o, en cualquier caso, con cuál deberíamos trabajar. Esta pregunta es crucial, pues es necesario que la palabra cultura sea también interpelada por los propios productores culturales de una manera que permita mediar un concepto común.

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Sé que cada uno aborda este tema desde su propia plataforma y desde las complicaciones naturales que cada una de ellas plantea. También es importante la discusión sobre la esfera de cultura-artística: arte tradicional versus arte contemporáneo. Esta relación se referiría a una necesidad de localización sobre el mapa global, aunque la pregunta central debería ser: ¿hemos consolidado nuestra escena o escenas? Necesitamos construir un tejido homogéneo que articule un interés en la producción de estéticas locales. Ciudades como Chachapoyas, Arequipa, Cusco, Trujillo, Huaraz y Chimbote han despertado en estos dos úl- timos años con una necesidad de independencia buscada por sus propios artistas y productores culturales. Este apetito reciente por conciliar una piel nueva sigue dejándonos algunas preguntas: ¿a quién va dirigida esta producción?, ¿qué acarrea su participación? y ¿qué es lo que quiere lograr?

Los públicos, al igual que las necesidades, se diversifican. Dentro de este mapa cultural encontramos instituciones privadas, públicas, espacios independientes, eventos periféricos o al margen del “circuito” y los productos callejeros que invaden la ciudad. Sobre estos señalamientos preparo un primer concepto: “Cultura ciudadana (es la identificación del ciudadano con un sentido de pertenencia en un “quehacer” artístico o social)”. Siento que la construcción de cultura pasa por entender un “nosotros” como experiencia intercultural e interpersonal, valor que se consigue ineludiblemente cuando aceptamos y articulamos las experiencias de los productores culturales pensando en una colectividad, y no en el ejemplo de un extranjero que llega a una comunidad y aparenta saber qué le falta y cree que es necesario dárselo... Ahora pasaré a plantear y analizar escenarios e ideas en torno a la construcción de ciudad o, debería decir, ciudades…

LA MARGINALIDAD DE LOS PROCESOS Y ESCENAS INDEPENDIENTES: PASE USTED

Al involucramos con proyectos independientes, sabemos que son pocos los entes en nuestra ciudad que buscan fortalecer y crear espacios de investigación y socialización con los nuevos productores. Muchos de estos entes han apostado por el Centro de Lima como piedra angular de una eclosión artística, ampliando el territorio de galerías o escenarios ligados a otros distritos. Ahora, aquí mi pregunta: si desde una oficina pública, tu interés es el quehacer artístico, ¿por qué no conocer a tus vecinos culturales y con ellos fortalecer el escenario que ya vienen trabajando?

Me preocupa que la gestión cultural se maneje con un criterio exclusivamente

Pausa

numérico, privilegiando la idea de que el éxito de un evento depende exclusivamente de la cantidad de personas que asistieron. Esto deja de lado el enfoque muchas veces se aplica en proyectos de corte independiente, que prioriza el impacto cualitativo y aquello que los participantes se llevan consigo más allá de la actividad en sí misma. Lamentablemente, estos espacios independientes muchas veces ven su continuidad puesta en riesgo al no poder cubrir una serie de necesidades básicas, en cuanto no son espacios destinados al lucro. Su presencia, sin embargo, permite llenar vacíos que el Estado no logra cubrir.

Ideas Ut Picas

Me gustaría pensar en…

• Una ciudad donde cada vecino pueda experimentar un sentido de pertenencia. Donde, por ejemplo, al margen del servicio de limpieza pública, un día sea declarado “Día de la Limpieza de mi Ciudad” y cada vecino salga con su escoba a barrer su calle, no la del municipio, sino la suya y la de los otros.

• Un día donde cada uno le cuente a sus vecinos quién es y qué hace.

• Un día al mes donde el vecino proponga una frase y esta sea colocada en una pared que sirva como la pizarra de la ciudad.

• Días de picnic en las plazas que permitan generar una relación con el espacio público no como consumo de un espectáculo, sino como un derecho a estar.

• Colocar en los alrededores del centro una serie de paneles informativos indicando los datos de las especies de árboles y aves que hay en la ciudad. Y que esto, a su vez, permita que la visita al Centro Histórico sea un recorrido para el aprendizaje y el disfrute del entorno.

La actual gestión municipal ha permitido que un nutrido grupo de trabajadores culturales participen de sus actividades, llevando espectáculos y eventos a lugares como el Centro Histórico, diversos distritos y parques zonales. Todos ellos han recibido un pago por su labor, lo que resulta pertinente puesto que son los trabajadores culturales quienes saben canalizar las energías creativas en comunidades que no se relacionan con el arte.

Si bien la iniciativa es interesante, aquí viene la pregunta: estos agentes ya hacían esto antes del apoyo municipal, entonces, ¿cuál es el aporte real de esta sociedad? Como yo lo veo, sería fundamental pasar al siguiente escalón donde los trabajadores culturales capaciten a los líderes vecinales y demás ciudadanos interesados para que, luego, ellos sean quienes repercutan y generen esta acción. También, entiendo que esta plataforma ha pasado por etapas, desde la inmersión del arte en la calle hasta espacios donde las comunidades populares tienen momentos de recreo y descanso. Pero siento mi país y mi ciudad con ganas de conocer e involucrarse con estas iniciativas y discutir desde sus propios terrenos estas problemáticas. La pregunta final es ¿qué pasa después de la relación arte-comunidad?

Modelos De Autogesti N

1 Recuerdo haber visitado el distrito de Lomas de Carabayllo y presenciado una línea humana de vecinos intercambiando sacos de arena, baldes y sudor, en miras del asfaltado de una pista.

Nota de apoyo: Si la municipalidad va a realizar una obra, sería interesante que promoviera el trabajo participativo de la comunidad, lo cual acercaría al vecino y a la municipalidad como un tejido.

2 Arte y comunidad: todos tenemos en nuestras casas una serie de objetos en desuso que muchas veces caen a la basura.

Nota de apoyo: ¿Por qué no hacer un día de “transforma tu basura en arte”? Se podrían recolectar las cosas que ya no sirven al vecino e invitar artistas que preparen esculturas, pinturas, escenografías y puestas en escena, usando estos materiales.

3_ Las faenas comunales realizadas en Comas han servido de apoyo para construir la ambientación del FITECA.

Nota de apoyo: Cambiemos la estrategia y pensemos en estos modelos de organización que nos invitan a desarrollar un espacio en comunidad donde la preparación de cualquier evento es colectiva.

Pedaleando Una Pedagog A

Siento necesario un intercambio de ideas y posturas que permita generar acciones que contribuyan paralelamente a la construcción de un concepto de ciudad que circunscriba a los diferentes operadores culturales, ya sean ligados a las artes o líderes vecinales. Es decir, la idea es no pensar el ciudadano como un número cuantificable dentro de una tabla de estadísticas, pretendiendo con este hecho un logro numérico. Cuando escucho o leo en diarios la cifra de personas que asistieron a algún evento, pienso en el objeto de estudio, término usado por los científicos sociales que anula categorías reales, como ciudadano. Sé que preferimos seguir modelos foráneos porque en su desarrollo tuvieron éxito, pero la realidad peruana, limeña, es distinta en sí misma y obedece a otras necesidades.

Creo pertinente crear una metodología local que hable de valores y significancias por los productos visuales que diseñan artistas o productores culturales, donde el éxito de un proyecto u evento no dependa de la cantidad de asistentes, sino de lo que se lleva como una suerte de “cons- ciencia crítica cultural”. Los productos no solo deben satisfacer en un sentido estético las mentes de los asistentes, sino dejarles dudas, emociones, liberación y posibilidades.

Es así que necesitamos liberarnos del sentido de las industrias culturales, así esto demande una pérdida de capital o de interés cuantificable. Cuando veo a la institución y las negociaciones económicas que emprenden para los eventos, y luego se jactan de su inmenso esfuerzo, pienso en rebote en los proyectos independientes donde su control económico pasa en muchas ocasiones por escasez... Pero eso no quita ni disminuye el rigor de su producción, por el contrario lo anima, haciéndole repensar su estructura para modificarla, adaptarla y hacerla parte del contexto donde se expondrá. De esas formulas instauradas desde hace mucho tiempo debemos alimentarlos.

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