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Un gran partido (S. Andreasen)...…………………………………….Pág

UN GRAN PARTIDO

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No es la voluntad de ganar lo que importa, todo el mundo la tiene. Es la voluntad de prepararse para ganar lo que importa. PAUL BRYANT

Estaba transcurriendo un invierno frío, muy frío, las calles estaban hechas de escarcha y el viento se hallaba como un viejo enemigo. Era el 27 de junio a las 20:31 Hs., al entrar el ambiente era cálido, había poca gente pero sus corazones abarcaban todo el lugar, sus murmullos colapsaron el gimnasio y los jugadores llamaban la atención de toda la tribuna. Nuestros jugadores, esos que iban a dejar todo en la cancha para llevarnos la victoria a casa. Básquet, simplemente era básquet, un deporte lleno de adrenalina y sentimiento. Empezó un partido intenso entre Huracán y Costa Sud, dos fuertes oponentes que sin duda querían la victoria e iban a dar lo mejor de sí, se notaba una tensión muy fuerte y los nervios salían como una sombra de cada jugador. Recién había empezado el juego y la gente ya estaba nerviosa, nerviosa por lo que podía llegar a pasar. Al minuto once se acercó el diez de Huracán, interceptó una pelota y rompió al rival, hizo un salto y clavó un triple. ¡El primer punto del partido! Fue increíble, la tribuna se levantó y aplaudió y gritó como si estuvieran viendo la NBA. Fue una sensación inexplicable lo que estaba pasando en esa cancha. El primer y el segundo punto fueron triples y los dos de Huracán, la gente se paraba a gritar cada una de sus anotaciones. Un equipo increíble, unos capos. El globo llevaba la delantera, era inimaginable la emoción de la gente. De repente, el tiempo se paró, Huracán pidió minuto, la tribuna tembló. El entrenador necesitaba hablar con los jugadores sobre las tácticas del juego. Costa Sud quería remontar el partido y eso no se podía permitir. Volvieron a la cancha y de pronto… ¡Falta para Costa Sud! esto

podría ser la perdición para Huracán. Aunque era el comienzo del partido cada segundo, punto o falta podría salir muy caro. Costa Sud tiró… la mirada de la gente estaba sobre la pelota, esa pelota que podía cambiar todo de repente. Por un momento pareció que el tiempo se detuvo, todos se quedaron quietos y lo único que se movía era la pelota. FUE BUENA, el Oriverde empató el partido y se empezó a picar. El segundo bloque se fue volando como una paloma y con ella las chances del globo de ganar. Los rivales empezaron a jugar fuerte, inteligentemente, lo que los hizo sacar la ventaja. Yo tenía una tristeza que no se llenaba con nada. Y los nervios y las lágrimas inundaban la tribuna. Costa Sud tenía la delantera, solo por dos puntos, no había que perder las esperanzas. Mi amigo apareció en la cancha como una sombra e hizo un punto increíble, lo que hizo que al oriverde le brote la envidia. Los jugadores estaban cansados, daban lo mejor de sí, pero no andan a control remoto, la intensidad del partido los estaba matando. Llegó el intervalo del bloque dos al tres y nadie daba más. La situación era cada vez más complicada, y ninguno daba la mano a torcer, estuvieron todo el tiempo codo a codo y todos se querían llevar la victoria. Los entrenadores no paraban de gritar y el piso del gimnasio estaba mojado por el esfuerzo de quien lo pisaba. Después de un gran cuarto, este terminó con un gran entusiasmo, un partido tan movido y excitante no se veía todos los días, la gente estaba alterada e impaciente, se estaba pasando tan rápido que empezó a dar miedo. Comenzó el último bloque y el globo estaba perdiendo las esperanzas, la mirada de cada uno de los jugadores se desvanecía, nunca nadie pensó lo sucedido en este partido y ya no quedaba ni una chance de invertir la situación. Era una fecha muy importante y todos teníamos un nudo en la panza, ese nudo que no se llenaba con nada. Tristemente llegó el final, con un triple tirado por Costa Sud que cambió todo. Así finalizó un gran campeonato, 63 a 61. Todos nos

preguntamos el… ¿Qué hubiese pasado si…? pero nos teníamos que aguantar. Lo que no fue, no se podía cambiar. Costa Sud se llevó la victoria a casa y nosotros nos llevamos las lágrimas en nuestros ojos.

Sofía Andreasen

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