Día del Señor
Domingo 16 de Octubre de 2011
5. A quienes hemos escuchado tu Palabra Señor, danos la fortaleza necesaria para ponerla en práctica y anunciarla con alegría a todos los que encontremos en este día. R/
exhortaba a estar «vigilantes y preparados para reconocer su rostro y correr hacia nuestros hermanos, para llevarles el gran anuncio: ¡Hemos visto al Señor!» (Novo millennio ineunte, 59).
Presidente: Escucha, Dios Todopoderoso, las súplicas de tu pueblo y concédenos lo que, confiados en tu bondad, te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
A TODOS
Liturgia Eucarística 8. Oración sobre las Ofrendas Te rogamos, Señor, nos concedas un corazón libre para ofrecer tus dones, de manera que, con la ayuda de tu gracia, nos purifiquen los mismos misterios que estamos celebrando. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Destinatarios del anuncio del Evangelio son todos los pueblos. La Iglesia «es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo, según el plan de Dios Padre» (Ad gentes, 2). Esta es «la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Existe para evangelizar» (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 14). En consecuencia, no puede nunca cerrarse en sí misma. Arraiga en determinados lugares para ir más allá. Su acción, en adhesión a la palabra de Cristo y bajo la influencia de su gracia y de su caridad, se hace plena y actualmente presente a todos los hombres y a todos los pueblos para conducirlos a la fe en Cristo (cf. Ad gentes, 5).
9. Oración después de la Comunión Te rogamos, Señor, que nos hagas aprovechar la participación frecuente en los misterios celestiales, para que seamos socorridos con beneficios temporales y seamos instruidos en los eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor. ID Y ANUNCIAD Este objetivo se reaviva continuamente por la celebración de la liturgia, especialmente de la Eucaristía, que se concluye siempre recordando el mandato de Jesús resucitado a los Apóstoles: «Id...» (Mt 28, 19). La liturgia es siempre una llamada «desde el mundo» y un nuevo envío «al mundo» para dar testimonio de lo que se ha experimentado: el poder salvífico de la Palabra de Dios, el poder salvífico del Misterio pascual de Cristo. Todos aquellos que se han encontrado con el Señor resucitado han sentido la necesidad de anunciarlo a otros, como hicieron los dos discípulos de Emaús. Después de reconocer al Señor al partir el pan, «y levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once» y refirieron lo que había sucedido durante el camino (Lc 24, 33-35). El Papa Juan Pablo II 4
San Lucas Evangelista
Domingo 16 de Octubre de 2011 - 29º Tiempo Ordinario /Ciclo A - Nº 238
“Acercarse, escuchar y meditar la Palabra de Dios viva en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia EL SENTIDO CRISTIANO DE LA AUTORIDAD
E
l rey Ciro era un hombre poderoso. No era un creyente. Sin embargo, el profeta asegura en esta lectura que su poder viene también de Dios. Y que en el buen uso de este poder Dios realiza sus propios planes de liberación. Al final, sólo Dios es el Señor, que relativiza todo poder humano.
Esta tarea no ha perdido su urgencia. Al contrario, «la misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse... Una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio» (Redemptoris missio, 1). No podemos quedarnos tranquilos al pensar que, después de dos mil años, aún hay pueblos que no conocen a Cristo y no han escuchado aún su Mensaje de salvación.
El anuncio del Evangelio se realiza con palabras humanas, nos recuerda S. Pablo, pero es fecundo por la fuerza del Espíritu. Por lo tanto el Señor, que es y actúa más allá de nuestras palabras y de la presencia visible de la Iglesia, es el único arquitecto del Reino.
Benedicto XVI, Vaticano, 6 de enero de 2011, solemnidad de la Epifanía del Señor - Fragmento
Si Jesús dice «sí», aparece aceptando este poder. Si dice «no», aparece como un rebelde. Jesús parece estar en una trampa. La respuesta de Jesús evita esta trampa, y al mismo tiempo coloca la autoridad del César en su lugar con respecto a Dios: “Den al César lo que es del César, pero den a Dios lo que es de Dios”. Conclusiones que podemos sacar de esta afirmación:
Pedidos: P. Manuel Ordoñez / Cel: 315 4166780 pmanuelo@hotmail.com
Los fariseos querían comprometer a Jesús. Lo enfrentan con la cuestión de los impuestos a pagar al imperio romano, símbolo del poder absoluto del César.
a) El poder temporal y la autoridad están bien, pero son limitados. No pueden ser absolutos. Los derechos de Dios están por delan-
te. Igualmente los derechos humanos de la gente. b) El poder temporal es un servicio al bien común, especialmente representado por lo sectores pobres y oprimidos de la sociedad. Por lo tanto tiene derecho a usar la autoridad, a cobrar impuestos, etc., pero como un servicio al bien común y no como tributo a su dominio. La justicia y la equidad marcan la diferencia entre el uso y el abuso de la autoridad. c) La Iglesia y el Estado están destinados a coexistir. Tienen distinta naturaleza y objetivos; mutuamente son autónomos. Así un buen católico puede ser un buen ciudadano, y viceversa». Pero hay también «áreas de coincidencia» con respecto a la Iglesia y al Estado (educación, matrimonio y familia, derechos humanos, justicia y paz, etc). El ideal es una colaboración mutua, teniendo en cuenta la afirmación central de Jesús en el Evangelio de hoy. Algunas preguntas para pensar durante la semana 1. ¿Cómo uso la autoridad que tengo? 2. ¿Tengo en cuenta la ética cristiana en mis apreciaciones y opiniones políticas? CPC
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