Carriches Programa Semana Santa 2018

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Carriches

emana anta 2018



Saluda del Párroco Queridos hermanos en Cristo: Nos acercamos a la Semana Santa, a la celebración de los Misterios de nuestra Redención, a la celebración del Misterio del Amor de Dios por nosotros, manifestado con claridad en la entrega de Jesucristo. Vivamos estos días con Él. Pidámosle que nos introduzca en estos Misterios desde su Corazón, para tocar su Amor personal a cada uno de nosotros, para tocar su sufrimiento, para tocar su dolor por los desprecios, las burlas, las indiferencias, los abandonos de los suyos, para tocar el consuelo por los que lo acompañaron con amor, para tocar el gozo de la resurrección. Abramos el corazón a Cristo. Dejémonos lavar por su Sangre y alimentar por su Cuerpo. Toquemos con fe, su Corazón, su Amor, como Tomás. Atrevámonos a tocar el Corazón de Cristo, roto de Amor por nosotros. Dejemos que entre en nuestra vida y la invada toda. Que Cristo nos convierta a Él. Vivamos con sinceridad, con entrega y devoción estos días santos. Vuestro sacerdote José Francisco León Carmona

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La Semana Santa “Con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, la Iglesia entra en el misterio de su Señor crucificado, sepultado y resucitado, en el cual entrando en Jerusalén dio anuncio profético a su poder. Los cristianos llevan ramos en sus manos como signo de que Cristo, muriendo en la Cruz, triunfó como Rey. Habiendo enseñado, pues, el Apóstol: “Si sufrimos con Él, también con Él seremos glorificados” (Rom 8,7), la unión entre ambos aspectos del misterio pascual (el sufrimiento y la gloria) han de resplandecer en la celebración y en la catequesis de este día” (Ceremonial de los Obispos 263). El Domingo de Ramos contiene algunas lecciones que nos permiten vivir mejor este misterio del Señor crucificado, sepultado y resucitado que se despliega en la Semana Santa, que hoy comienza. Muy importante es señalar a los cristianos, en primer lugar, el don que nos regala Dios nuestro Señor al concedernos vivir un año más la manifestación más grande de su amor que es el misterio Pascual, la Pascua toda. Tenemos el peligro de creer que somos nosotros los que preparamos, hacemos, organizamos monumentos, procesiones, horas santas, esto o aquello. No, lo importante nos lo da Dios por su Espíritu Santo: vivir los misterios que nos dieron nueva vida. Habrá que preparar lo mejor posible todo lo que posibilite esa gracia fundamental, pero hemos de vivirlo como regalo que se nos hace para disfrutar, ahondar, renovarse y gozar en el Señor. Nos conviene, pues, vivir el Domingo de Ramos como pórtico de toda la Semana Santa, sobre todo de la Pascua del Viernes, Sábado y Domingo, y aclamar al Señor de corazón en la procesión que precede a la Misa, en la escucha de la Pasión dentro de la celebración de la Eucaristía y también en la prolongación de ese triunfo de Cristo, que es la procesión con la imagen de Cristo entrando en Jerusalén. La cultura consumista y del espectáculo puede convertir nuestra Semana Santa en un producto muy atrayente en su envoltura y no contener nada cristiano dentro de ese envoltorio, pues sólo pone de relieve 3


una tradición que es más bien el resultado de considerar la fe católica a la luz de la sociología cultural religiosa. Algo muy alejado de lo que la Iglesia ofrece. En segundo lugar, todos hemos de tomar parte en esta fiesta ritual de la Pascua en sentido evangélico, y no literal; hemos de hacerlo bien: tomemos como nuestra capital, no la Jerusalén terrena, sino la ciudad celeste; no aquella que ahora sufre la guerra y la división, sino la que resuena con las alabanzas de los ángeles. Así, el Jueves Santo no comemos sin más la Pascua judía, sino que damos inicio a la salvación del Mesías de Israel sentados a la Mesa de la Última Cena, comiendo el Pan de vida y la sangre de la nueva alianza que es el Sacramento del Amor, al que adoramos en nuestros tabernáculos en reserva eucarística, que llamamos monumentos. El Viernes Santo no sacrificamos ya jóvenes terneros no carneros desprovistos de inteligencia, sino que ofrecemos al Padre un sacrificio de alabanza sobre el altar del cielo; ofrecemos la vida entregada por amor a nosotros de Cristo Salvador. Es más, en buena lógica, pedimos perdón por todos los pecados del mundo y nos inmolamos nosotros mismos unidos al sacrificio de Cristo que se ofrece al Padre. Ofrecemos nuestro ser con todas nuestras acciones. Estemos, por ello, dispuestos a todo por causa del Verbo; imitemos su pasión con nuestros padecimientos, honremos su sangre con nuestra sangre, subamos decididos a la cruz. ¿Cómo participaremos, si no, en el triunfo luminoso de Cristo en la Noche Pascual y en el día que hizo el Señor, Domingo de Pascua? En tercer lugar, toda esta Semana Santa, sobre todo el Triduo Pascual, hemos de vivirlo personalmente, no como número de una masa, grupo o Cofradía, vecinos o familias. No. El Señor nos invita personalmente y personalmente hemos de responderle. Si crees que puedes ser Simón Cireneo, coge tu cruz y ayuda a Cristo. Si consideras que estás crucificado con él como un ladrón, por tus pecados, como el buen ladrón confía en tu Dios y compra con la muerte tu salvación: entrarás en el paraíso y descubrirás antes de qué bienes te habías privado. Si piensas que puedes hacer lo que José de Arimatea, reclama el cuerpo del Señor a quien lo crucificó, y haz tuya la expiación del mundo. Si como Nicodemo te cuesta mostrar abiertamente que adoras a Dios, ven a enterrar el cuerpo, y úngelo con ungüentos. Puede que te sientas identificado con las tres Marías, y lloras como ellas al amanecer y tal vez seas el primero en ver la piedra quitada, señal de que Cristo ha resucitado en ti, y verás también, ¿por qué no?, a los ángeles o al mismo Jesucristo. +Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Toledo. Primado de España

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Horarios y Cultos 22 de Marzo De 9 a 11 horas: Exposición del Santísimo y Confesiones. De 18 a 19 horas: Confesiones por sacerdotes arciprestazgo. 23 de Marzo VIERNES DE DOLORES A las 17:30 horas: Santa Misa. 24 de Marzo SÁBADO DE PASIÓN De 17 a 18 horas: Confesiones. A las 18 horas: Santa Misa. 25 de Marzo DOMINGO DE RAMOS A las 10:30 horas: Bendición de Palmas y Ramos en la Plaza Eduardo Martínez Casas, seguida de Procesión, entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. A continuación: Santa Misa del Domingo de Ramos. 27 de Marzo MARTES SANTO A las 12 horas: Santa Misa Crismal en la Catedral de Toledo.

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Horarios y Cultos

29 de Marzo JUEVES SANTO A las 18:30 horas: Santa Misa en la Cena del Señor. A continuación: Procesión de la Pasión de Ntro. Señor, con las imágenes de Ntro. Padre Jesús Nazareno, Stmo. Cristo de la Misericordia y Ntra. Sra. de los Dolores. A las 22:30 horas: Hora Santa ante el Monumento. 30 de Marzo VIERNES SANTO A las 11 horas: Vía-Crucis, desde la ermita de la Virgen de la Encina hasta la parroquia. A las 18:30 horas: Celebración de la Pasión del Señor. A continuación: Procesión del Santo Entierro, con las imágenes de la Santa Veracruz, Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de los Dolores. 31 de Marzo SÁBADO SANTO A las 12:15 horas: Oración de la Soledad, junto a la Virgen de la Encina. A las 21 horas: Santa Vigilia Pascual. 1 de Abril DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN A las 12 horas: Procesión del Encuentro, con las imágenes de Ntra. Sra. del Rosario y Jesús Resucitado. A continuación: Santa Misa Solemne de Pascua. 6


Viernes de Dolores SIGNOS DE CONTRADICCIÓN Jesús, el Hijo de Dios, mostró en su vida y en sus obras que él no era un ser humano ordinario, incluso frente a la contradicción. Los cristianos, hijos e hijas de Dios con “h” minúscula, aun los que tomen en serio su fe, encontrarán también contradicciones y sufrimiento. Ellos no pueden transigir en sus principios, si ello fuera equivalente a traición o deshonestidad consigo mismos, con su fe, o con otros. Pero, muy bien saben ellos que están en las manos de Dios. Y sus obras hablarán por sí mismas. Que con Jesús, Hijo de Dios, sepamos llevar a cabo el trabajo y misión que el Padre nos ha confiado.

Oración Señor, Dios nuestro: Tú eres un Dios leal, siempre fiel a tus promesas. Robustece nuestra fe, para que, con Jesús, sigamos siempre confiando en ti a pesar de los prejuicios, del ridículo y de la contradicción. Otórganos la firme convicción de que tú estás irrevocablemente comprometido con nosotros en Jesucristo, nuestro Señor. 7


Liturgia del día

Primera lectura Lectura del libro de Jeremías (20,10-13) El Señor está conmigo, como fuerte soldado Salmo 17,2-3a.3bc-4.5-6.7 R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó Evangelio Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42) En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». Y muchos creyeron en él allí. Palabra del Señor 8


Sábado de Pasión REUNIENDO LO QUE ESTÁ DISPERSO Durante el tiempo de la prueba purificadora del exilio, el profeta Ezequiel predica el sueño utópico de Dios: Israel se reunirá de nuevo como un solo pueblo: una nación, una tierra, un santuario, regidos todos por un solo pastor y rey-servido, bajo el poder de un Dios en una única Alianza de paz. En el Evangelio, después de la resurrección de Lázaro, el cínico Sumo Sacerdote y otros líderes religiosos deciden condenar al molesto alborotador, Jesús, por razones oportunistas de estado. Pero Juan, y los cristianos con él, se percatan de que la muerte de Jesús, en beneficio de todos, finalmente nos unificará a todos en su reino. Hoy somos todavía tribus dispersas y divididas, dentro y fuera de la Iglesia. ¿Es la unidad para nosotros una utopía o una firme esperanza? ¿Nos damos cuenta de que la unidad se puede alcanzar solamente con respeto, amor y sacrificio?

Oración Señor Dios, creador y Padre de todos: Tus hijos e hijas están todavía dispersos y divididos: Cristianos y no-cristianos, sectas e iglesias diversas, pretendiendo tener los derechos exclusivos sobre tu Hijo, y cada una de ellas llena todavía de facciones… Señor, haznos soñar de nuevo el sueño que sólo tú puedes hacer posible: y es que todos podemos ser uno si creemos en Jesús y le seguimos a él que murió para unir a todo lo que está disperso, él Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro que vive y reina por los siglos de los siglos. 9


Liturgia del día

Primera lectura Lectura de la profecía de Ezequiel (37,21-28): Tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Salmo Jr 31,10.11-12ab.13 R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño Evangelio Lectura del santo evangelio según san Juan (11,45-57) En aquél tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: - «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.» Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: - «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.» Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: - «¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?» Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo. Palabra del Señor

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Domingo de Ramos REUNIENDO LO QUE ESTÁ DISPERSO Durante el tiempo de la prueba purificadora del exilio, el profeta Ezequiel predica el sueño utópico de Dios: Israel se reunirá de nuevo como un solo pueblo: una nación, una tierra, un santuario, regidos todos por un solo pastor y rey-servido, bajo el poder de un Dios en una única Alianza de paz. En el Evangelio, después de la resurrección de Lázaro, el cínico Sumo Sacerdote y otros líderes religiosos deciden condenar al molesto alborotador, Jesús, por razones oportunistas de estado. Pero Juan, y los cristianos con él, se percatan de que la muerte de Jesús, en beneficio de todos, finalmente nos unificará a todos en su reino. Hoy somos todavía tribus dispersas y divididas, dentro y fuera de la Iglesia. ¿Es la unidad para nosotros una utopía o una firme esperanza? ¿Nos damos cuenta de que la unidad se puede alcanzar solamente con respeto, amor y sacrificio?

Oración Señor Dios, creador y Padre de todos: Tus hijos e hijas están todavía dispersos y divididos: Cristianos y no-cristianos, sectas e iglesias diversas, pretendiendo tener los derechos exclusivos sobre tu Hijo, y cada una de ellas llena todavía de facciones… Señor, haznos soñar de nuevo el sueño que sólo tú puedes hacer posible: y es que todos podemos ser uno si creemos en Jesús y le seguimos a él que murió para unir a todo lo que está disperso, él Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro que vive y reina por los siglos de los siglos. 11


Liturgia del día

Primera lectura Lectura del libro de Isaías (50,4-7) Dios vendrá en mi ayuda Salmo Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24 R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Segunda lectura Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11) Jesús se humilló y así llegó a ser Nuestro Señor. Evangelio Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (14,1-15,47) Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los letrados y el sanedrín en pleno, prepararon la sentencia; y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: S. – ¿Eres tú el rey de los judíos? C. El respondió: J. –Tú lo dices. C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: S. – ¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan. C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó: S. – ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? 12


Liturgia del día

C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: S. – ¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos? C. Ellos gritaron de nuevo: S. –Crucifícalo. C. Pilato les dijo: S. –Pues ¿qué mal ha hecho? C. Ellos gritaron más fuerte: S. –Crucifícalo. C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: S. – ¡Salve, rey de los judíos! C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «La Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDIOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» 13


Liturgia del día

Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: S. – ¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz. C. Los sumos sacerdotes, se burlaban también de él diciendo: S. –A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos. C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: J. –Eloí Eloí, lamá sabactaní. (Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían: S. –Mira, está llamando a Elías. C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo: S. –Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo. C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. Todos se arrodillan y se hace una pausa. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: S. –Realmente este hombre era Hijo de Dios.

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Lunes Santo SERVIDOR DE LOS POBRES La Semana Santa es para nosotros el tiempo en que meditamos sobre la muerte salvadora de nuestro Señor. Los días de su sufrimiento se acercan. La Primera Lectura nos ofrece el primero de los famosos cánticos de Isaías sobre el Siervo de Yahvé. La liturgia de la Semana Santa caracteriza a Jesús como el Siervo de Yahvé. Este primer cántico habla, quizás directamente, sobre la actitud y la misión del pueblo de Dios, pero encontramos esas actitudes plenamente ejemplificadas en Jesús, el perfecto Siervo de Dios y siervo del pueblo. En esta lectura se nos muestra cómo el Siervo de Dios vino a servir a los pobres y a los que sufren, trayéndoles justicia y libertad, y luz en la oscuridad para todos; él será la Alianza viviente para nosotros, el pueblo, uniéndonos con Dios y los unos con los otros. Todo esto lo hizo por nosotros por medio de su muerte salvadora.

Oración Señor Dios nuestro: Tú has llamado a los hombres a ser servidores unos de otros en la causa por la justicia y la misericordia. Tú nos mostraste en Jesús, tu Hijo, qué significa servir y cuánto nos puede costar el servicio. Llénanos con el Espíritu de Jesús, para que no quebremos a los débiles ni rechacemos a los que andan a tientas en la oscuridad. Que él nos enseñe a servir y a amar, con compasión hacia los desamparados y respeto hacia los más pobres y pequeños, juntamente con Jesucristo nuestro Señor. 15


Liturgia del día

Primera lectura Lectura del libro de Isaías (42,1-7): Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. Salmo Sal 26,1.2.3.13-14 R/. El Señor es mi luz y mi salvación Evangelio Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11): Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. Jesús dijo: - «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis». Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús. Palabra del Señor 16


Martes Santo UN SENTIDO DE MISIÓN El evangelio de hoy nos presenta tres personas: La primera es un hombre preocupado por sus propios intereses y necesidades, su satisfacción egoísta. No es una persona libre; no está abierto a Cristo, porque está sirviendo al dinero y a la codicia. Traicionará a Jesús. Este hombre es Judas. Después, hay un segundo hombre, una buena persona, abierto a Cristo, pero débil. Trata de ocultar su fragilidad con valentía impetuosa y autosuficiente. Pero se raja en la hora de la prueba. Negará a Jesús. Esta persona es Pedro. La tercera persona es Jesús. Él es totalmente desinteresado y generoso, totalmente abierto a Dios y a todo el mundo. Es el perfecto servidor, la persona-para-otros, que viene descrito de nuevo hoy en la Primera Lectura con las palabras del Segundo Canto del Siervo de Dios. Y, porque fue el siervo perfecto, pudo salvarnos a todos.

Oración Señor Dios nuestro: Tu Hijo, Jesucristo, tuvo que sufrir la humillación de ser negado y traicionado por aquellos a quienes llamaba sus amigos. Pero convirtió su pasión y su muerte en instrumentos de amor y reconciliación. Haznos como él, “personas-para-losdemás”, que aceptemos dificultades, incluso incomprensiones y traiciones de nuestros mejores amigos, y que las transformemos en fuentes de vida y alegría para todos los que nos rodean. Guárdanos siempre fieles a ti y los unos a los otros, por medio de Jesucristo nuestro Señor. 17


Liturgia del día

Primera lectura Lectura del libro de Isaías (49,1-6): Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré Salmo Sal 70,1-2.3-4a.5-6ab.15.17 R/. Mi boca contará tu salvación, Señor Evangelio Lectura del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38): En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: - «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: - «Señor, ¿quién es?». Le contestó Jesús: - «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: - «Lo que vas hacer, hazlo pronto». Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: - «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir"» Simón Pedro le dijo: - «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: - «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». Pedro replicó: - «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». Jesús le contestó: - «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces». Palabra del Señor 18


Miércoles Santo “MI HORA ESTÁ PRÓXIMA” Hoy vamos a oír la mala noticia de la traición de Judas, junto con la triste y sin embargo alegre buena noticia de la cena de Pascua de Jesús con sus discípulos. “Mi hora está cerca; en tu casa celebraré la Pascua con mis discípulos”. Jesús comerá la comida pascual rodeado de los que le han seguido. El traidor los deja para traicionar a Jesús. Pero Jesús, el Siervo de Dios y del pueblo, afronta su muerte con la más plena confianza en Dios. Jesús celebrará esta Pascua de una forma nueva, transformándola en la Eucaristía. Esto es como un testamento que él deja a sus discípulos. Es la forma más profunda y misteriosa de estar en medio de sus discípulos, entonces y ahora.

Oración Oh Dios y Padre nuestro: Cuando hubo llegado la hora de tu Hijo Jesús de aceptar la pasión y la muerte por amor a ti y por amor salvador a nosotros, él no rechazó ese sufrimiento y profundo dolor. En la hora de las pruebas, por las que nosotros tenemos que pasar, no permitas que seamos rebeldes, sino mantennos confiando en ti, ya que tú nos salvaste por medio de Jesucristo nuestro Señor. 19


Liturgia del día Primera lectura Lectura del libro de Isaías (50,4-9a): El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Salmo Sal 68,8-10.21-22.31.33-34 R/. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor Evangelio Lectura del santo evangelio según san Mateo (26,14-25) En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?» Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?» Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."» Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.» Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?» Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.» Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?» Él respondió: «Tú lo has dicho.» Palabra del Señor 20


Jueves Santo Esta tarde venimos, juntos como hermanos, a celebrar la memoria de la Cena de Despedida de Jesús: En esta cena tan cargada de emoción y significado, Jesús hizo y dijo cosas insólitas y chocantes. Como el más humilde de los siervos, él, el gran Maestro y Señor, lavó los pies de sus discípulos y les dijo que se hicieran, como él, servidores los unos de los otros, servidores del pueblo. Después, cuando estaban comiendo, les pasó el pan y el vino diciendo: “Esto es mi cuerpo partido para vosotros. Ésta es la copa de mi sangre derramada por vosotros. Amaos unos a otros como yo os he amado”. --- Estos acontecimientos ocurrieron hace mucho tiempo, y sin embargo, Jesús nos repite a nosotros aquí y ahora: Haced esto en memoria mía. Os he dado ejemplo. Tenéis que hacer como yo he hecho. Como yo he servido, así tenéis que servir; como yo os he amado, así deben amarse unos a otros.

Oración Oremos para que podamos celebrar esta santa Cena con la misma actitud del Señor. Oh Dios y Padre nuestro: En esta tarde, tan diferente de otras tardes, estamos aquí reunidos para participar en la cena que tu único Hijo nos legó, de forma que él pudiera permanecer con nosotros con toda la plenitud de su amor liberador. Él nos dio esta cena cuando estaba a punto de morir, y nos mandó celebrarla como el nuevo y eterno sacrificio. Te pedimos que en este encuentro con tu Hijo él comparta con nosotros tu vida y amor y sea nuestro pan de fortaleza que nos haga capaces de cumplir tu amorosa voluntad y de servir generosamente a nuestros prójimos, cercanos o lejanos. Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor. 21


Liturgia del día

Primera lectura Lectura del libro del Éxodo (12.1-8.11-14): En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: "El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones."» Palabra de Dios

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Liturgia del día

Salmo Sal 115,12-13.15-16bc.17-18 R/. El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R/. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. R/. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. R/. Segunda lectura Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26): Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios 23


Liturgia del día

Evangelio Lectura del santo evangelio según san Juan (13,1-15) Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?» Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.» Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.» Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.» Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.» Palabra del Señor 24


Viernes Santo Justamente antes de su muerte en la cruz, Jesús dice: “Todo se acabó” o “Todo se ha cumplido”. ¿Qué es lo que “se acabó y está cumplido”? Se acabó su tortura en la cruz, su vida terrena y su tarea en el mundo. Cumplida queda en él la voluntad del Padre y su misión de traer perdón y vida a los hombres. Todo está cumplido por lo que respecta a la misión de Jesús en la tierra, y estamos seguros de que el mal nunca triunfará de nuevo sobre él: La victoria final pertenece a Dios. --- Pero… lo que todavía no está cumplido es el sueño de Dios para los hombres: el reino de justicia, fraternidad, compasión y amor aquí en la tierra. Porque somos nosotros, los discípulos de Jesús, los que tenemos que cumplir esa tremenda tarea inacabada. Tenemos que acoger al Espíritu de Jesús para que lleve a cabo esa misión en nosotros y con nosotros. Mientras haya hermanos que sufren de hambre e injusticia, ellos están añadiendo a lo que faltaba en el sufrimiento de Jesús, y nosotros, los discípulos, tenemos que eliminar esos males. Esta celebración de la pasión del Señor nos recuerda esta tremenda misión, de forma que podamos ayudar a nuestros hermanos a resucitar con él.

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Liturgia del día Lectura del libro de Isaías (52,13–53,12): Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor. Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios 26


Liturgia del día

Salmo Sal 30,2.6.12-13.15-16.17.25 R/. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu A ti , Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. R/. Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mí. Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil. R/. Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. R/. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor. R/. Segunda lectura Lectura de la carta a los Hebreos (4,14-16;5,7-9): Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia 27


Liturgia del día

y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna. Palabra de Dios Evangelio Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18,1–19,42): C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: + «¿A quién buscáis?» C. Le contestaron: S. «A Jesús, el Nazareno.» C. Les dijo Jesús: + «Yo soy.» C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: + «¿A quién buscáis?» C. Ellos dijeron: S. «A Jesús, el Nazareno.» C. Jesús contestó: + «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos» C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a 28


ninguno de los que me diste.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: + «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?» C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.» Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro: S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?» C. Él dijo: S. «No lo soy.» C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó: + «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.» C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaban allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?» C. Jesús respondió: + «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?» C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron: S. «¿No eres tú también de sus discípulos?» C. Él lo negó, diciendo: S. «No lo soy.» C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: S. «¿No te he visto yo con él en el huerto?» C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo: S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?» C. Le contestaron: 29


S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.» C. Pilato les dijo: S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.» C. Los judíos le dijeron: S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie.» C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: S. «¿Eres tú el rey de los judíos?» C. Jesús le contestó: + «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» C. Pilato replicó: S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?» C. Jesús le contestó: + «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» C. Pilato le dijo: S. «Conque, ¿tú eres rey?» C. Jesús le contestó: + «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.» C. Pilato le dijo: S. «Y, ¿qué es la verdad?» C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?» C. Volvieron a gritar: S. «A ése no, a Barrabás.» C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: S. «¡Salve, rey de los judíos!» C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: S. «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.» C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: S. «Aquí lo tenéis.» C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: S. «¡Crucifícalo, crucíficalo!» C. Pilato les dijo: S «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.» 30


C. Los judíos le contestaron: S «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.» C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: S. «¿De dónde eres tú?» C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?» C. Jesús le contestó: + «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.» C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: S. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.» C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: S. «Aquí tenéis a vuestro rey.» C. Ellos gritaron: S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!» C. Pilato les dijo: S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?» C. Contestaron los sumos sacerdotes: S. «No tenemos más rey que al César.» C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.» Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: S. «No, escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos."» C. Pilato les contestó: S. «Lo escrito, escrito está.» C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: S. «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.» C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de 31


María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: + «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» C. Luego, dijo al discípulo: + «Ahí tienes a tu madre.» C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: + «Tengo sed.» C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: + «Está cumplido.» C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Palabra del Señor

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Sábado Santo Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando, en oración y ayuno, su resurrección. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío. La Cruz sigue entronizada desde ayer. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad. Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro. Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido". Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz." El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús. Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13). Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él. El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado: "...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero". 33


Liturgia del día

La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía. Cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.

Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí. Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.

¡Oh, cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena! Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.

Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo. Porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo.

Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor? Y ¿quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?

¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas, que el llanto dulce me sea. Porque su pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.

Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre. Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.

Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio. Porque me inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.

¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.

Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén. Porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria. Amén. 34


Vigilia Pascual Durante estos días hemos estado reflexionando y acompañando a Jesús en su Pasión y en su Muerte. Hemos descubierto el amor que nos tiene a todos. Se ha presentado delante de nosotros el dolor y el sufrimiento en la Cruz, muestra de su misericordia. Y ahora, en esta noche santa, descubriremos cuánto nos ama a través de su resurrección. En las dos primeras partes de la liturgia de esta noche escucharemos en un primer momento el alegre anuncio de la Pascua del Señor, en el Pregón Pascual: “Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!”. En esta noche, el Pueblo de Dios desborda de alegría, puesto que debemos de tener en cuenta que no hay Cristo sin cruz, pero tampoco cruz sin Resurrección, y en un segundo momento, la historia de la salvación, el paso de Dios Misericordioso en la historia de la Humanidad. Tomemos conciencia de que Cristo ha salido victorioso, ha triunfado sobre el pecado y sobre la muerte, y nos ha devuelto la oportunidad de volver a Dios. Dejemos ya, desde ahora, de seguir buscando entre los muertos al que vive, y vive para siempre. Cuando nos olvidamos de esta alegría y triunfo del Señor al caer en el pecado, en la desobediencia, en la falta de amor, cuando no hacemos parte de nuestra vida las enseñanzas del Evangelio, es cuando, desorientados y desanimados, corremos hacia el sepulcro y perdemos la confianza y esperanza. El sepulcro de Jesús está vacío, recordemos lo que los varones dijeron a las mujeres que muy de mañana fueron al lugar donde habían colocado el cuerpo del Señor: “No está aquí, ha resucitado”. Él está aquí para acompañarnos en el camino de nuestra vida hasta que lleguemos al encuentro definitivo con Él. Es el momento en que debemos de vivir con alegría, pues, como nos dirá San Pablo en la carta a los romanos: “así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva”. Es nuestra oportunidad de morir al pecado, para de esta forma vivir una nueva vida en Cristo. Él que triunfó sobre la muerte y sobre el pecado, quiere compartir con nosotros la oportunidad de llevar una vida llena de fe, esperanza y caridad, compartiendo con nuestros hermanos la misericordia que hemos recibido. Vayamos a continuar con nuestras vidas confiando en la victoria de Cristo, que también es nuestra. Y te invito a que recuerdes hoy, mañana y siempre: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. ¡Aleluya! 35


Liturgia del día

LITURGIA DE LA LUZ Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, oyendo su palabra y celebrando sus misterios, podremos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con él siempre en Dios. Bendición del fuego Oremos. Oh Dios, que por medio de tu Hijo has dado a tus fieles el fuego de tu luz, santifica  este fuego… Bendición del Cirio Pascual Cristo ayer y hoy, principio y fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Pregón Pascual Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación. Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del Rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero. Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo. 36


Liturgia del día LITURGIA DE LA PALABRA Primera Lectura Lectura del libro del Génesis 1, 1 - 2, 2 Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno SALMO: Sal 103, 1 2a. 5 6. 10 y 12. 13 14. 24 y 35c R. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. Segunda Lectura Lectura del libro del Génesis 22, 1-18 Sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe SALMO Sal 15, 5 y 8. 9 10. 11 R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Tercera Lectura Lectura del libro del Éxodo 14, 15 - 15, 1 Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto SALMO Ex 15, 1 2. 3 4. 5 6. 17 18 R. Cantemos al Señor, sublime es su victoria. Cuarta Lectura Lectura del Profeta de Isaías 54, 5-14 Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor SALMO Sal 29, 2 y 4. 5 6. 11 y 12a y 13b R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Quinta Lectura Lectura del Profeta de Isaías 55, 1-11. Venid a mí, y viviréis; sellaré con vosotros alianza perpetua SALMO Is 12, 2-3. 4bcd. 5.6 R. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Sexta Lectura Lectura del libro de Baruc 3, 9-15. 32 - 4, 4 Camina a la claridad del resplandor del Señor SALMO Sal 18, 8. 9. 10. 11 R. Señor, tienes palabras de vida eterna. Séptima Lectura Lectura de la profecía de Ezequiel 36, 16-28 Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo 37


Liturgia del día SALMO Sal 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4 R. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Epístola Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-11 Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. Palabra de Dios SALMO Sal 117, 1-2. l6ab 17. 22-23 R. Aleluya, aleluya, aleluya. 38


Liturgia del día Evangelio Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 1-7 Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: – «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?» Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: – «No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo.» Palara del Señor LITURGIA BAUTISMAL Invoquemos, queridos hermanos, a Dios todopoderoso, y pidámosle que con su poder santifique esta agua, para que cuantos en ella renazcan por el bautismo sean incorporados a Cristo y contados entre los hijos de adopción. Letanías Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad. Santa María, Madre de Dios.

Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad. Ruega por nosotros.

Bendición del agua bautismal Que esta agua reciba, por la obra del Espíritu Santo, la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen y limpio en el bautismo, muera al hombre viejo y renazca, como niño, a nueva vida por el agua y el Espíritu. 39


Liturgia del día Renovación de las promesas del bautismo Hermanos: Por el misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras y prometimos servir fielmente a Dios, en la santa Iglesia católica. Así, pues: ¿Renunciáis a Satanás? Sí, renuncio. ¿Y a todas sus obras? Sí, renuncio. ¿Y a todas sus seducciones? Sí, renuncio. ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra? Sí, creo. ¿Creéis en Jesucristo, su Hijo único, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? Sí, creo. ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna? Sí, creo. Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo y que nos concedió la remisión de los pecados, nos guarde en su gracia, en el mismo Jesucristo nuestro Señor, para la vida eterna. Amén. LITURGIA EUCARÍSTICA Éste es Jesús, nuestro Señor resucitado, que dijo a sus apóstoles, y nos dice de nuevo a nosotros esta noche: “Yo soy el pan de vida. Quienes comen mi carne y beben mi sangre tienen vida eterna y yo viviré en ellos”. Con esta clara fe, acerquémonos a la mesa del Señor. R/ Señor, no soy digno… 40


Domingo de Resurrección MOTIVO DE JÚBILO Cristo vive. Ésta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia (San Josemaría Escrivá). La Iglesia celebra con júbilo el triunfo de Cristo, su Resurrección, que es la prueba mayor de la divinidad de Nuestro Señor. La fe de los cristianos es la Resurrección de Cristo; esto es lo que tenemos por cosa grande: el creer que resucitó (San Agustín). Sobre el cristiano, como sobre Jesús, la muerte no tiene la última palabra; el que vive en Cristo no muere para quedar muerto; muere para resucitar a una vida nueva y eterna. Nuestra muerte ha sido vencida y redimida. Los creyentes en Cristo estamos llamados al gozo de la resurrección y de la vida inmortal a través de la muerte.

Oración Oh, Dios, que en este día, vencida la muerte, nos has abierto las puertas de la eternidad por medio de tu Unigénito, concede, a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, que, renovados por tu Espíritu, resucitemos a la luz de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo. 41


Liturgia del día

Primera lectura Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43 Todos pensaban y sentían lo mismo Salmo Sal 117, 1-2. 16ab 17. 22-23 R. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Segunda lectura Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4 Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo Evangelio Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: –«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. 42


Parroquia de la CĂĄtedra de San Pedro en AntioquĂ­a Excmo. Ayuntamiento de Carriches (Toledo) Colabora:


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