El Congreso de Morelos José Herrera Peña Licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; Doctor en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana; Catedrático de la División de Estudios Superiores de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UMSNH, y autor de varias obras sobre el tema.
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. México, D F., 25 de marzo de 2014, 18:00 horas.
1. Los tiempos de la historia No enfocaré este tema desde el punto de vista de la filosofía política, ni a partir de las influencias ideológicas que Francia, España o Estados Unidos ejercieron sobre la América Septentrional, sino desde las condiciones históricas concretas en que se dieron los acontecimientos y tomando en cuenta lo que la experiencia parlamentaria mexicana de la época de la independencia aportó a la teoría constitucional. Hay dos tiempos para estudiar los acontecimientos históricos: el tiempo largo, al que se refiere Braudel, en que las cuestiones fundamentales se deslizan lentamente a lo largo de los siglos, y el tiempo corto, del que habla Francois-Xavier Guerra, en que los acontecimientos corren a una velocidad vertiginosa, no sólo día a día, sino algunas veces, minuto a minuto, como lo demostró Michelet, en su Historia de la Revolución Francesa, en que un hecho aislado, insignificante en sí mismo, llega a producir efectos cataclísmicos, cuando se combina con otros. En el tiempo largo, la marcha majestuosa de las épocas va dejando su marca en la historia del Hombre, como la los estratos geológicos en la historia de la Tierra. En el tiempo corto, en cambio, el dinamismo de los acontecimientos obliga a atender cuidadosamente, a veces