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EJERCITO MIS DESTREZAS
Monitorear significa controlar el desarrollo de una acción o un suceso por diversos medios; en el caso de la lectura, mediant estrategias mentales. Monitorear el proceso de comprensión significa hacer un seguimiento del proceso que está llevando a cabo una persona mientras intenta comprender una lectura, es decir, de las operaciones que realiza y los resultados que va obteniendo. Poder monitorear uno mismo los procesos de comprensión permite adquirir autonomía, tanto para saber cómo está sucediendo en uno mismo el aprendizaje, y para buscar cómo solucionar las dificultades que se presenten.
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Al leer un texto, debemos comprobar si, a pesar de no conocer alguna palabra, podemos entender cada oración. Si no entendemos la oración, debemos aplicar estrategias alternativas, como: uso del contexto, uso de la familia de palabras, o uso de sinónimos o antónimos.
Intentar, rápidamente, expresar lo que dice cada oración, sea en voz alta o mentalmente. Si no plogramos hacerlo, podemos aplicar estrategias alternativas, como: reordenar la oración o usar los referentes nombrados por los pronombres. Parafrasear el párrafo, teniendo en cuenta lo que este comunica en su totalidad. Si no podemos hacerlo, puede ser que haya alguna dificultad para comprender las oraciones que lo componen. En este caso, se debe volver a utilizar las estrategias nombradas antes.
(Basado en Carriazo, M. H., Mena, S. y Martínez, L. A. (s.f.) Curso de lectura crítica. Quito: Ministerio de Educación, pp. 134-136.)
1. En parejas, leemos este texto y aplicamos las estrategias de comprensión de palabras y de oraciones.
Un jueves por la mañana, Ana se dio cuenta de que su hijo de ocho años se había sumido en un extraño silencio. “Santiago, ¿qué sucede?”, le preguntó. Pero el niño se limitó a beber su taza de café del desayuno. Así pasaron algunos días. Cuando regresaba de clases, Santiago se encerraba en su cuarto y no quería hablar con nadie. Sin embargo, sus notas no habían bajado, por lo que su madre pensó que simplemente estaba concentrado en sus estudios. “Pero el pálpito de madre le anuncia a una cuándo su hijo está en problemas”, dice Ana. Así que decidió esperarlo a la salida de la escuela. Entonces observó que un grupo de niños jaloneaba del saco a su hijo, le echaba picadillo en el pelo, le quitaba la mochila, le impedía caminar hasta el bus. Eran tres, y el más grande parecía ser el cabecilla del grupo.
(Adaptado de No al acoso, no al hostigamiento. Denuncie el bullying. Diálogo con Karina Peralta. Justicia para todos, Revista del Consejo de la Judicatura, No. 8, octubre-diciembre 2015:74.)