Tradición Católica: Enero-marzo 2020

Page 35

La Iglesia prescindible Christopher Fleming

H

asta el Concilio Vaticano II (es decir, hasta hace unos 50 años), la Iglesia Católica se definía como el Arca de Salvación, en alusión al arca de Noé y el diluvio universal. De la misma manera que sólo las ocho personas a bordo del arca sobrevivieron el Castigo Divino en tiempos de Noé, en el Día del Juicio solamente los que se encuentran dentro de la verdadera Iglesia fundada por Jesucristo (la Iglesia Católica, por supuesto), se librarán de la ira de Dios. San Cipriano, haciendo eco de las palabras de San Pedro en su primera carta, habla del Diluvio como el “bautismo del mundo”, para lavarlo de su pecado y empezar de nuevo. San Agustín, en La Ciudad de Dios, hace una observación interesantísima: las medidas del arca que Dios da a Noé corresponden a las de un cuerpo humano, cuya longitud suele ser seis veces su anchura. Dice este santo que de esta manera el arca es una figura aún más perfecta del Cuerpo de Cristo, la Iglesia Católica, fuera de la cual nadie se puede salvar. Desde que la Iglesia se ha “modernizado”, abriéndose al mundo, los católicos no suelen hablar así. Es demasiado excluyente y discriminatorio. Ahora se busca acoger a todos, tengan fe o no, en una especie de hermandad universal basada en poco más que el “buen rollo”. Tampoco ayuda el hecho de que ya prácticamente nadie cree en el relato del diluvio. Los católicos modernos han

aprendido a leer las Escrituras de forma exclusivamente alegórica, dando la espalda a 1900 años de tradición exegética, al Magisterio de todos los Padres de la Iglesia y a lo que los católicos siempre han creído. Si la historia de Noé es puramente alegórica y carece de base histórica, ¿qué sentido tiene comparar el arca a la Iglesia Católica? ¿Será sólo una bonita alegoría la Iglesia? Creo que lo que repela tanto a los modernistas del relato diluviano no es tanto la oposición de la pseudociencia materialista, que afirma que nunca ocurrió tal evento, sino la idea de la ira divina. Un modernista no soporta pensar en que Dios sea capaz de castigar a la humanidad por su pecado. La falsa misericordia, que tanto promociona el Papa Francisco, exige que Dios lo perdone todo, con o sin arrepentimiento por parte del pecador; que sea, en definitiva, una especie de Dios abuelito que lo consiente todo. El temor de Dios, uno de los siete dones del Espíritu Santo, ha desaparecido de la espiritualidad católica en círculos modernistas. Por esta razón, no se cree en la veracidad del diluvio, como tampoco se cree en la destrucción de Sodoma, ahora que el pecado al que dio nombre esa ciudad maldita es de lo más fashion en el Vaticano. Nadie lo diría a tenor de cómo hablan y actúan los Papas y obispos modernos, pero es dogma de fe que fuera de la Iglesia no hay salvación, o como decían los


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.