Tradición Católica : Julio-Septiembre 2018

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Indice Editorial: Capítulo General y Casa de España.......................................................... 1 El Capítulo General en siete preguntas................................................................... 3 Mensaje del Capítulo General de la Hermandad Sacerdotal San Pío X................ 8 Entrevista con el P. Davide Pagliariani..................................................................... 9 Cuarenta años en España........................................................................................ 11 P. Felipe Pazat

Cuando la obediencia es pecado........................................................................... 13 P. Guillermo Devillers

El papel de la Hermandad en España.................................................................... 15 P. Juan María de Montagut

Cuarenta años de la Hermandad San Pío X en España........................................ 19 P. Guillermo Devillers

XL Aniversario: Esperando contra toda esperanza.............................................. 27 Miguel Ayuso

Rogerio Bacon.......................................................................................................... 33 Rvdo. D. Eduardo Montes

Crónica de la Hermandad en España..................................................................... 35 La primavera del postconcilio................................................................................ 37 L. Pintas

Le recordamos que la Hermandad de San Pío X en España agradece todo tipo de ayuda y colaboración para llevar a cabo su obra en favor de la Tradición. Los sacerdotes de la Hermandad no podrán ejercer su ministerio sin su generosa aportación y asistencia. NOTA FISCAL Los donativos efectuados a la Fundación San Pío X son deducibles parcialmente de la cuota del I.R.P.F., con arreglo a los porcentajes, criterios y límites legalmente establecidos (10 % de la base liquidable).

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Editorial

Capítulo General y Casa de España

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l Capítulo General de la Hermandad Sacerdotal de San Pío X se reunió entre los días 11 y 21 de julio. En este número de nuestra revista se explica la función de ese órgano y se da cuenta de la elección del nuevo Superior General, el padre Davide Pagliarani, para un periodo de doce años; así como de sus dos asistentes, el obispo don Alfonso de Galarreta y el padre Christian Bouchacourt, y de dos consejeros generales, el obispo monseñor Bernard Fellay, antiguo Superior General (1994-2018) y el padre Franz Schmidberger, asimismo antiguo Superior General (1982-1994). Si añadimos el nombre de nuestro venerado fundador el arzobispo monseñor Marcel Lefebvre, que desempeñó el cargo de Superior General de la Hermandad desde su fundación en 1970 hasta 1982, habremos mencionado así a los cuatro superiores generales en ya casi medio siglo. Siempre al servicio de la misma obra de formación sacerdotal y de apostolado, para gloria de Dios y bien de las almas, mediante el santo sacrificio de la Misa y demás sacramentos, conforme al inmemorial rito romano llamado de San Pío V, y la predicación íntegra de la Fe católica, en perfecta armonía con lo que la Iglesia ha hecho y creído siempre. Junto con esa continuidad fundamental, la historia de la Hermandad de San Pío X puede considerarse bajo el doble punto de vista de su relación con la espantosa crisis que padece la Iglesia desde el infausto concilio Vaticano II, y de su intrahistoria, menos conocida y aparente pero no por ello menos importante. Nacida en el fragor de esta tormenta la Hermandad, sin ceder nunca a sanciones y presiones injustas, se ha esforzado por mantenerse siempre en un arduo y estrecho camino como el que sigue la cresta de una montaña, sin caer a un lado en el cisma (la separación del Sumo Pontífice y de quienes le están sometidos) ni a otro lado en la herejía (la aceptación de innovaciones y reformas manchadas de errores). Y mientras que camina por esa cresta, su intrahistoria es la de toda obra de Iglesia: dar gloria a Dios y trabajar por la santificación de las almas. Quizá algunos puedan preguntarse si cabría que la elección del nuevo Superior General supusiera algún cambio o inflexión en esta continuidad fundamental. El padre Pagliarani se encargó de responder por anticipado en una entrevista que concedió en 2011, siendo Superior del Distrito de Italia: “La situación canónica en la cual se encuentra actualmente la Hermandad es la consecuencia de su resistencia a los errores que infestan a la Iglesia; en consecuencia, la posibilidad para la Hermandad de acercarse a una situación canónica regular no depende de nosotros, sino de la aceptación por la jerarquía de la contribución que la Tradición puede aportar a la restauración de la Iglesia. […] El espíritu romano con el cual la Hermandad quiere servir a la Iglesia romana [consiste en] hacer todo lo posible para que la Iglesia se reapropie su Tradición, comenzando por la misma Roma. La historia de la Iglesia nos enseña que ninguna


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Editorial: Capítulo General y Casa de España

reforma universal, eficaz y duradera es posible si Roma no hace su propia reforma y si la reforma no parte de Roma.” Parte de esa historia de la Hermandad de San Pío X es su presencia en España, que se remonta a 1978 y de la cual se cumplen pues cuarenta años. Traemos por ello a estas páginas los testimonios de varios protagonistas de esta pequeña historia hecha de tantas gracias y pruebas, de tantos dolores y alegrías, cuyos frutos sobrenaturales sólo Dios conoce. Hay que confesar que, en conjunto, nuestra amada España, gloriosa patria católica hasta tiempos tan recientes como los de nuestra última guerra, atroz persecución religiosa y posguerra, ha estado sin embargo lejos de ser tierra particularmente grata para el apostolado de la Hermandad: corruptio optimi pessima. Cierto que la persona y las palabras de Monseñor Lefebvre fueron primero acogidas por muchos católicos españoles con grandes muestras de adhesión y entusiasmo, en tiempos de Pablo VI (pronto canonizado, uno más en el empeño por canonizar a todos los papas del Vaticano II y con ellos al propio concilio), incluso después de las injustas condenas canónicas de 1975 y 1976. Pero enseguida el espejismo de la falsa restauración bajo Juan Pablo II, tan cruelmente desmentida por Asís y demás actos y enseñanzas de aquel papa, y después Benedicto XVI, apartó a casi todos de la senda estrecha de la verdad y del culto íntegros. Entre ellos tantos se escandalizan hoy estérilmente por el calamitoso pontificado de Francisco, pero sin llegar a reconocerlo como fruto pútrido de cincuenta años de revolución conciliar. Mas “el reino de Dios es como un hombre que arroja la semilla en la tierra, y ya duerma, ya vele, de noche y de día, la semilla germina y crece, sin que él sepa cómo” (Mc 4, 26-27). ¡Alabado sea Jesucristo! m


El Capítulo General en siete preguntas

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Por qué se reúne la Fraternidad San Pío X en un Capítulo General?

La celebración de un Capítulo es una práctica universal de las congregaciones, órdenes e institutos religiosos de la Iglesia católica. Los Estatutos de la Fraternidad, aprobados por la Iglesia el 1 de noviembre de 1970 y escritos por su fundador, Monseñor Marcel Lefebvre (1905 1991), establecen que se celebre un Capítulo General cada doce años. He aquí el texto: “El Capítulo General se reúne cada doce años para la elección del Superior General y de sus dos Asistentes. Su objetivo es también verificar si la Fraternidad aplica los estatutos y conserva su espíritu. Debe tenerse mucho cuidado en no hacer actualizaciones o innovaciones, excepto, posiblemente, en el tema de la administración, teniendo en cuenta el desarrollo de la Fraternidad.” Estatutos V,2. El cuarto Capítulo General de la Fraternidad tuvo lugar del miércoles 11 de julio al sábado 21 de julio de 2018 en el Seminario Internacional San Pío X de Ecône (Suiza). Estuvo precedido por un retiro espiritual predicado por el

Padre Emeric Baudot, entonces primer Asistente del Distrito de Francia y prior de París y ahora, de nuevo (ya lo fue anteriormente), Ecónomo General. ¿Todos los sacerdotes de la Fraternidad pueden participar en el Capítulo General? El Capítulo General se compone de 41 miembros designados de manera precisa: no todos los sacerdotes de la Fraternidad tienen la vocación para pariticipar. Una parte de los miembros se designa en base a los Estatutos de la Fraternidad aprobados por Monseñor Marcel

Lefebvre: el Superior General y sus dos Asistentes; los obispos miembros de la Fraternidad; los ex Superiores Generales; el secretario y el ecónomo general; los directores de los seminarios mayores; los superiores de distritos; los supe-


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El Capítulo General en siete preguntas

riores de las casas autónomas. Por lo tanto, 31 miembros son elegidos de manera reglamentaria. Posteriormente, se designa como integrantes del Capítulo a los sacerdotes más antiguos de la Fraternidad, que hayan hecho sus compromisos definitivos, en la proporción de un tercio de los miembros ex officio (es decir, en virtud de los estatutos). De este modo se elige a diez miembros para participar en el Capítulo. Este modo de designar a los miembros del Capítulo General seguirá implementándose siempre y cuando la Fraternidad tenga menos de mil miembros sacerdotes (Estatutos, V.3).

para los trabajos del Capítulo General y especialmente para las elecciones.” Posteriormente, empiezan los preparativos de la elección del Superior General. Durante una reunión preparatoria, se procede a lo siguiente: - la lectura del reglamento; - el llamamiento a los participantes; - la toma de juramento; Cada uno de los integrantes recibe un libro que contiene el reglamento del Capítulo, junto con la lista de participantes; todos se colocan en la sala capitular, según el orden de precedencia.

¿Cómo comienza el Capítulo General? Los miembros del Capítulo no abordan inmediatamente la cuestión: primero, se reúnen al pie de la Cruz de Jesucristo, Soberano Sacerdote, para un retiro a puertas cerradas de 5 días de duración, que hará las veces también de retiro anual. Este retiro es también una oportunidad para reunirse en la cripta del seminario, donde reposan los restos del Fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, y pedir su intercesión para la obra fundada por él. Según está previsto en los Estatutos de la Fraternidad, al término del retiro, el día de la apertura del Capítulo, el 11 de julio de 2018, los miembros del Capítulo ofrecieron “el Santo Sacrificio de la Misa pidiendo la ayuda divina

El Superior General - cuyo trabajo es dirigir las cosas hasta el momento de la elección - invita a los integrantes a pasar a la capilla del seminario para la toma de los juramentos. ¿Qué sucede durante la toma de juramentos, y qué precede inmediatamente a la elección del Superior General? La toma de juramentos se realiza en la capilla del seminario de Ecône. El presidente del Capítulo pronuncia una breve monición recordando a los miembros del Capítulo sus deberes en


El Capítulo General en siete preguntas

conciencia: El juramento de elegir quos secundum Deum eligendos esse existimaverint (aquellos a quienes delante de Dios consideren que deben elegir”). Esto es precisamente lo que prevé la ley universal de la Iglesia, cf. Código de 1917 can. 506,1: “En los institutos de hombres, todos los electores deben jurar elegir a aquellos que, delante de Dios, juzguen como los más dignos.” El juramento de guardar el secreto de todo el proceso de elección y de las deliberaciones del Capítulo. Después de la toma de juramentos en la capilla, los miembros se reúnen en la Sala del Capítulo. Posteriormente, se procede a la elección de los oficiales del Capítulo, empezando por los dos escrutadores, quienes estarán a cargo de recibir, contar, anunciar y destruir las boletas electorales después de las elecciones. Los escrutadores son elegidos de entre los miembros del Capítulo por una simple mayoría de votos, a partir de una lista conformada por diez nombres preparada con antelación por el Presidente, y distribuida a todos los integrantes del Capítu-

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lo, unos instantes antes de la elección. Los dos nombres que reciban la mayor cantidad de votos serán elegidos como primero y segundo escrutador. En seguida, el Presidente nombra a dos escribanos, igualmente de entre los miembros del Capítulo, quienes estarán encargados de redactar las actas y los informes de cada sesión plenaria del Capítulo. Tanto los escribanos como los escrutadores, juran antes del Capítulo que llevarán a cabo sus funciones y que guardarán el secreto. Luego de la elección de los oficiales del Capítulo, el Superior General lee su informe sobre la situación moral y financiera de la Fraternidad. Se trata del último acto del Superior General saliente, quien da cuenta de su gestión presentando el estado de la Fraternidad.

¿Cómo se lleva a cabo la elección del Superior General? Habiendo terminado el informe moral del Superior General que pone su mandato en manos del Capítulo, em-


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El Capítulo General en siete preguntas

pieza la primera ronda de votaciones: si nadie resulta electo, se realizan rondas posteriores, a razón de cuatro por día. La elección se hace mediante una votación secreta; las papeletas no se firman. Los candidatos no pueden votar por sí mismos. Para ser electo Superior General, es necesario obtener dos tercios de los votos, sabiendo que el Superior General debe haber hecho sus compromisos definitivos con la Fraternidad, debe haber recibido el sacramento del Orden, y debe tener al menos 30 años. Cabe señalar que los integrantes del capítulo pueden votar por algún miembro de la Fraternidad que no se encuentre presente en el Capítulo. El Presidente del Capítulo anuncia la elección del Superior General, quien dispone de ocho días para aceptar el cargo: esta aceptación se debe hacer frente a todos los integrantes del Capítulo. Si el recién elegido rechaza el cargo, se inicia un nuevo procedimiento de elección. Si el elegido no se encuentra presente en la sala capitular, el Presidente del Capítulo lo manda llamar para que pueda aceptar el cargo en persona y delante del Capítulo, el cual permanece suspendido hasta la llegada y aceptación del elegido. Cuando la elección finaliza, el secretario general de la Fraternidad comunica el resultado a la Santa Sede, a las casas de la Fraternidad y a las comunidades amigas. Tan pronto como el nuevo Superior General acepta, éste último toma posesión de su cargo. Pronuncia frente al Ca-

pítulo la Profesión de Fe y el Juramento Antimodernista. En seguida, todos los

miembros presentes le prometen respeto y obediencia. Al finalizar lo anterior, se canta el Te Deum. ¿Qué sucede después de la elección del Superior General? Después de aceptar el cargo para el que ha sido elegido por los miembros del Capítulo, el nuevo Superior General de la Fraternidad asume la presidencia del Capítulo. Su primer acto es anunciar la elección de los dos Asistentes Generales, una votación en la que él no participa. Para ser elegido Asistente General, es necesario - como es el caso del Superior General - tener por lo menos treinta años de edad y haber hecho los compromisos definitivos con la Fraternidad. Para elegir a los Asistentes Generales, no se requiere una mayoría de dos tercios: esta elección es por mayoría absoluta. El mandato confiado por el Capítulo a los Asistentes Generales también tiene una duración de doce años. Si alguno de los elegidos rechaza el cargo, se vuelve a llevar a cabo un proce-


El Capítulo General en siete preguntas

so de votación. Tras su elección, los Asistentes son proclamados por el Presidente frente al Capítulo y, después de haber hecho la Profesión de Fe y pronunciado el Juramento Antimodernista, toman sus lugares al lado del Superior General. Una vez terminadas las elecciones, el Capítulo pasa a las cuestiones que se tratarán. ¿Qué temas se tratan en el Capítulo después de las elecciones? La primera cuestión gira en torno a las finanzas de la Casa General: esta evalua-

ción es llevada a cabo por tres verificadores, miembros del Capítulo pero ajenos al Consejo General, los cuales son designados por el Presidente del Capítulo. Son muchos los temas que se tratan durante el Capítulo. He aquí algunos ejemplos: - el análisis de la situación moral y financiera de la Fraternidad a partir de las cuentas presentadas por el Superior General saliente; - las modificaciones o precisiones que se introducirán en los Estatutos, así como la interpretación auténtica de los

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mismos; - las cuestiones de principal interés para el bien común de la Fraternidad; - la determinación de las reglas que se seguirán en la Fraternidad con respecto a ciertas cuestiones controversiales, nuevas condiciones sociales, problemas con el apostolado, formación de clérigos, etc. Para llevar a cabo esta tarea inmensa, los trabajos del Capítulo se dividen en comisiones, conformadas en función de los distintos temas y de las cuestiones formuladas por los miembros. El Superior General debe confirmar las comisiones, determinar su objetivo y proponer los miembros: un presidente y un secretario. Las comisiones elaboran análisis y resoluciones, las cuales se someten inmediatamente a las deliberaciones del Capítulo reunido en sesión plenaria. Las resoluciones del Capítulo General pueden ser decisiones, directivas o deseos. Estos se toman basándose en la mayoría absoluta de los miembros presentes. Si las resoluciones implican un cambio en los Estatutos, deben ser aprobadas por una mayoría de dos tercios de los votos válidos. El conjunto de resoluciones conforman las Actas del Capítulo General, las cuales se imprimen y se publican inmediatamente en Cor Unum, el boletín oficial que reciben todos los miembros de la Fraternidad. Las decisiones que requieran la aprobación de Roma, o las resoluciones que se beneficiarían de la examinación de la Autoridad Suprema, son presentadas a la Santa Sede por el Consejo General. m


Mensaje del Capítulo General de la Hermandad Sacerdotal San Pío X

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inalizado el Capítulo General, la Hermandad Sacerdotal San Pío X recuerda la importancia y la actualidad de la declaración de su fundador, Mons. Marcel Lefebvre, del 21 de noviembre de 1974 – más de 50 años de “autodemolición de la Iglesia” permiten apreciar cabalmente su exactitud. La Fraternidad la hace propia en su totalidad. “Nos adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa fe; a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. (...) Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en la jerarquía, puede obligarnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica, claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace veinte siglos. (...) Por eso, nos atenemos con firmeza a todo lo que la Iglesia de siempre ha creído y practicado en la fe, en las costumbres, en el culto, en la enseñanza del catecismo, en la formación del sacerdote y en la institución de la Iglesia, y que ha codificado en los libros publicados antes de la influencia modernista del Concilio, a la espera de que la verdadera luz de la Tradición disipe las tinieblas que oscurecen el cielo de la Roma eterna.” La Fraternidad Sacerdotal San Pío X se propone seguir su fin principal, el sacerdocio tal como nuestro Señor

Jesucristo lo quiso, dirigiéndolo siempre a lo que constituye esencialmente su razón de ser: el santo Sacrificio de la Misa. Está animada por los mismos sentimientos que San Pío X, su santo patrono: “Aseguramos con toda firmeza que Nos nada queremos ser, y con la gracia de Dios nada seremos ante la humanidad sino ministro de Dios, de cuya autoridad somos instrumentos. Los intereses de Dios son Nuestros intereses; a ellos hemos decidido consagrar nuestras fuerzas y la vida misma. De ahí que si alguno Nos pide una divisa, que exprese Nuestro propósito, siempre le daremos sólo esta: ¡Instaurar todas las cosas en Cristo!” (E supremi apostolatus, 4 de octubre de 1903) Fortalecida por la misma fe y la misma esperanza que este santo papa, la Hermandad San Pío X, por su predicación y por sus obras, reivindica para nuestro Señor Jesucristo la plenitud de su dominio sobre todos los hombres y sobre todas las naciones, de manera que sus derechos y su autoridad sean reconocidos por todos con veneración. Por esta razón, sigue trabajando por el triunfo de Cristo Rey e invita a todas las almas de buena voluntad a unirse a ella en esta obra sobrenatural y sublime. Corazón doloroso e inmaculado de María, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. m Ecône, 21 de julio de 2018


Entrevista con el Padre Davide Pagliarani

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everendo Superior General, ¿cómo se siente después de su elección? Digamos que, desde luego, ya había escuchado algunos rumores con antelación. Pero me preguntaba hasta qué punto se trataba de una broma o si los rumores tenían algún fundamento. Así que estaba esperando este día. Debo admitir que, aun en este momento, no sé muy bien qué fue lo que sucedió el día de hoy. Fue un día muy largo; pero en la semana que lo precedió, durante el retiro, puse todo en manos de la Santísima Virgen y de la Providencia. Pienso que es ella quien está detrás de toda la historia de la Hermandad. Y es ella también quien guiará nuestro Capítulo General. Pero, tal vez, es muy pronto para que pueda responder esta pregunta. ¿Podría hablarnos un poco de usted, por favor? Soy de Rimini, una ciudad de la costa adriática de Italia, donde hay un priorato de la Hermandad desde hace mucho tiempo. Ahí fue donde conocí a la Hermandad San Pío X. Ingresé a Flavigny en 1989. Posteriormente, realicé mi servicio militar. Fui ordenado sacerdote en 1996. Pasé 7 años en mi ciudad natal desempeñando mi ministerio sacerdotal, 3 años en Singapur, regresé a Italia y desde hace 6 años y medio me encontraba en Argentina. Y ahora estoy aquí...

Hasta el día de hoy, usted era el Rector del Seminario de Argentina... Creo que lo más difícil para mí será abandonar ese lugar. Me parece que es el sitio más bello para un sacerdote, y, particularmente, para un sacerdote de la Hermandad. Los seminarios son el corazón de la Hermandad. ¡No Menzingen!

El nuevo Superior General tiene 47 años de edad y es de nacionalidad italiana. Recibió el sacramento del orden sacerdotal de manos de Monseñor Bernard Fellay en 1996. Ejerció su apostolado en Rimini (Italia), y, posteriormente, en Singapur, antes de ser designado Superior del Distrito de Italia. Desde el año 2012, desempeñó el cargo de Rector del Seminario Nuestra Señora Corredentora de La Reja, Argentina.

Creo que sabe a lo que me refiero... Es ahí donde formamos a los sacerdotes y vemos cómo la gracia, aún hoy


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Entrevista con el P. Davide Pagliarani

en día, es capaz de transformar completamente a esos jóvenes. Cada vocación es un milagro, y creo que cuando se trabaja en uno de los seminarios se puede comprender perfectamente lo que es la Hermandad.

Después de aceptar su cargo, el recién elegido pronunció la Profesión de Fe y tomó el Juramento Antimodernista en la capilla del seminario. A continuación, todos los miembros presentes se reunieron ante él para prometerle respeto y obediencia, antes de cantar el Te Deum como acción de gracias.

¿Qué espera de sus dos Asistentes? Debo admitir que son dos hombres por los que siento una gran admiración. Los conozco muy bien, porque al Padre Bouchacourt lo conocí en Argentina, y a Monseñor de Galarreta ya lo conocía antes. Me considero muy afortunado de poder trabajar con personas mayores que yo, que serán buenos consejeros y, debo decir, con un padre tan simpático como el Padre Bouchacourt... ¿Tiene algún proyecto para la Hermandad San Pío X? Creo que el objetivo de la Hermandad es la formación de sacerdotes. Pero, al mismo tiempo, un sacerdote debe seguir madurando, formándose y santificándose durante toda su vida. Pienso que es aquí donde debemos concentrar

todos nuestros esfuerzos para ayudar a los sacerdotes a perseverar en esta búsqueda de la santidad. Me parece que cada uno de los sacerdotes, cada vida sacerdotal se parece un poco a una cuerda de violín a la que hay que cuidar mucho para que esté bien estirada y afinada, para que siempre pueda producir la nota correcta... la nota que Dios espera de cada uno de nosotros. En este sentido, pienso que entre la vida del seminario, la formación del seminario y lo que esperamos posteriormente del sacerdote en su ministerio, existe una cierta unidad, una continuidad que no debe dejar de existir en esta búsqueda de la santidad. Pienso que ésta es la solución a la mayoría de nuestros problemas. ¿Qué espera de los fieles y qué piensa que ellos esperan de usted? Esa es una buena pregunta. Es más fácil responder a la primera parte. Primero, quiero agradecer a los fieles por todas las oraciones que hicieron por este Capítulo. Y quisiera decirles que el Capítulo apenas está comenzando. Pues ahora debemos empezar a tratar todos los temas y discusiones. Por tanto, les agradezco todas sus oraciones hechas desde el mes de enero, y les pido que redoblen generosamente sus esfuerzos. Ahora, ¿qué es lo que ellos esperan de mí? Pienso que esperan que la Hermandad sea fiel a la razón por la que fue fundada. Ya he dicho que fue fundada para formar sacerdotes, pero el sacerdocio existe para la santificación de las almas, por lo que la fidelidad de los sacerdotes a su sacerdocio y a su santificación afecta inevitablemente a los fieles. Eso es lo que los fieles esperan, no sólo de mí, sino de todos los sacerdotes de la Hermandad. m


Cuarenta años en España Padre Felipe Pazat

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stimados amigos, me cuesta escribir los años de la fundación de la Hermandad Sacerdotal en España por una parte porque muchos elementos ya se fueron de mi memoria y por otra parte porque no me siento orgulloso de muchos fallos. Es cierto que cada momento de la historia de una institución tienen sus propias dificultades, y no es conveniente comparar las dificultades de ayer con las de hoy. Lo que pretendo en este breve artículo es únicamente exponer las situaciones que tuve que confrontar en esta fundación. La Hermandad Sacerdotal San Pio X ya tenía contactos con España gracias a las traducciones de la carta a los amigos y bienhechores hechas y difundidas con la generosidad de la señora Clara Veil, valiente defensora de Mons Lefebvre. También gracias a la ayuda de amigos y de mi familia Su excelencia Mons. Lefebvre tuvo la ocasión de dar algunas conferencias en Barcelona y Madrid que permitieron establecer algunos contactos muy apreciados en el momento de la fundación. Los años iniciales fueron ciertamente muy duros y, aunque no lamento haberlos vivido, no deseo a ningún joven sacerdote pasar por ellos. La fundación empezó el 3 de Septiembre 1978 con mi primera misa

cantada en una sala de hotel. (De hecho, mi primera misa cantada fue en Múnich, el 6 de agosto. Madrid fue la segunda) Las primeras semanas me quede en casa de mi familia e iba a celebrar Misa en la parroquia del Niño Jesús, hoy desaparecida. Fui algunas veces a Barcelona celebrando Misa en la parroquia de San Félix. Mi primera tarea fue alquiler un piso, calle San Bernardo 15, transformando en capilla algunos cuartos que comunicaban entre ellos. Compré madera para hacer un altar, un sagrario y algunos objetos sagrados; las sillas fueron compradas al rastro y viejas guías telefónicas servían de reclinatorio. Así comenzó el priorato Santiago Apóstol: un joven sacerdote con la energía juvenil pero sin la sabiduría de la experiencia, sin el apoyo directo de ancianos, sin coadjutor, sin hermanos religiosos, sin monjas… solo y aislado humanamente hablando. Mi familia se había mudado para Francia a los pocos meses de la fundación. Obviamente, como era en todo el mundo, tuve que confrontar la oposición del clero local y la mala fama dada por la prensa. Tal vez un aspecto particular a España fue el hecho de que los católicos siempre celebraron misa en una iglesia, y solamente las sectas protestantes que aparecieron


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Cuarenta años en España

después de Vaticano II celebraban sus ritos en locales que no eran iglesias. En este aspecto externo, éramos asimilados a ellos, así también por la aparente desobediencia al Papa. Por algunos meses España dependió del Distrito de Argentina, también recién fundado, pero la distancia hizo imposible la comunicación necesaria (recuerden que esta historia empezó en el siglo pasado antes de la invención del internet). Por eso el Priorato se volvió lo que llamamos en la Hermandad San Pio X una “casa autónoma”. Después de seis meses, la asistencia a misa incrementó al punto de ser necesario buscar otra solución. Además, los vecinos del inmueble no apreciaban demasiado la venida y salida de mis feligreses. Por eso mudamos a un piso mayor y muy bien situado en Madrid, Calle General Goded (General Arrando). La casa pertenecía al Marques de Albaicín, el cual asistía a misa. En 1983 alquilamos la planta baja del mismo inmueble, haciendo posible abrir la capilla a pie de calle, y habiendo la posibilidad de usar las demás salas por otras funciones. Mi sueño, que así se quedó, era eventualmente abrir un pequeño colegio, empezando por los años superiores. Empecé también a fundar un pequeño grupo de boy Scouts que llamé boy scout de San Miguel, y la publicación de un pequeño boletín llamado, “Voz del campanario”. En septiembre 1982 Su Excelencia Mons. Lefebvre me envió un coadjutor, el Padre Dominique Bourmaud, recién ordenado. La satisfacción de tener un ayudante no duró mucho. En 1983 la pérdida de 9 Sacerdotes en Estados Unidos, obligó al Superior General a

quitarme mi coadjutor, sin reemplazo por varios meses, hasta la venida del Padre Guillaume Devillers. Las misas se celebraban los Domingos

El P. Felipe Pazat, a la derecha, en una ceremonia en Kenia, en 2012.

en Madrid, y con una frecuencia que no recuerdo, en Vitoria y Barcelona. Esporádicamente también se celebró la misa en Valencia, Salamanca y por lo menos una vez en Sevilla. Ciertamente, algunos “sobrevivien– tes” de esta era fundadora podrían completar esta muy breve historia del inicio de la Hermandad San Pio X en tierra de las Españas. Aprovecho para agradecer públicamente primero a la Divina Providencia y Nuestra Señora, todas las bendiciones y protecciones recibidas; Luego agradecer a tantas almas y amigos que me ayudaron. Por los que desgraciadamente pude ofender, además de esperar misericordia, que sepan que desde hace muchos años, celebro misa todos los meses por todas las personas que directa o indirectamente pude ofender. Muchos de estos amigos ya pasaron a mejor vida. Que Dios los tenga en Su gloria. m


Cuando la obediencia es pecado… Padre Guillermo Devillers

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uestra pequeña Hermandad de San Pio X existe desde hace 48 años y celebra sus 40 años en España. Han sido años más bien de sequía, como un verano caliente en esta recia tierra de Castilla. Años de predicar como Juan Bautista en el desierto. Para la mayoría una sola palabra bastaba para cerrarnos el oído: ¡desobedientes! Recuerdo que nuestras pequeñas capillas de Madrid, en la calle General Arrando primero, luego en Polibea 8, han visto pasar a bastantes almas buenas, que quedaban muy satisfechas con la santa misa en su rito tradicional, prometían volver… y no volvían nunca más. Algún santo sacerdote por allí les habría puesto en guardia: ¡cuidado que estos desobedecen al papa! Nuestro caso se agravó más aun cuando nuestro venerado fundador Monseñor Lefebvre consagró a cuatro obispos, después de rechazar una proposición del Papa Juan Pablo II de “volver a la obediencia” guardando la misa tradicional. Luego vino la declaración del Papa Benedicto XVI del 7-7-2007 afirmando que la misa tradicional no estaba ni había sido nunca prohibida. A pesar de todo esto, seguimos “desobedientes”. Pero en fin, ¿para qué tanta obstinación, nos decían

a veces?, firmen Vds. lo que sea y luego seguirán haciendo lo mismo que antes, y vendremos con gusto a sus misas. Encontré una hermosa respuesta en Santo Tomás de Aquino. “Todo lo que es contrario a la gloria divina, dice el santo doctor, es pecado mortal”. Y agrega: confesar la verdad sobre lo que nos acusan, pertenece a la gloria de Dios. Luego no está nunca permitido mentir para librarse de una condena. Porque tal modo de librarse deshonra a Dios. No podíamos mentir sobre nuestro rechazo rotundo de la nueva misa y de la libertad religiosa. En efecto, fingir aceptar la nueva misa y la doctrina liberal del concilio Vaticano II deshonraría a Dios mucho más que una mentira cualquiera. Porque esa misa es medio protestante y esta doctrina (de la libertad religiosa) es directamente contraria al derecho de Dios de reinar sobre sus criaturas. “Por sus frutos los conoceréis”: los católicos se han vuelto protestantes, las iglesias se han vaciado, los conventos están en venta. Cuando un hombre está sano, los médicos pueden discutir para saber si su enfermedad es grave, pero cuando ha llegado a las puertas de la muerte, la discusión ya es superflua. La Iglesia está agonizando.


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Cuando la obediencia es pecado...

Entonces, por la gloria de Dios, no es el momento de callar. Aunque no nos escuchen, debemos predicar la verdad, y particularmente en estas tierras españolas que han visto tantos ejemplos de heroicidad, y que son hoy, por culpa de los liberales, la risa de sus peores enemigos. Un día llegará y tal vez no está lejano en que el pueblo español se levantará de repente como otras veces para una nueva cruzada. Y con la ayuda de Dios y de María vencerá. Porque según promesa de la misma Madre de Dios, hasta el fin del mundo habrá aquí buenos cristianos. Y al fin el Corazón Inmaculado triunfará. Mientras tanto, siga predicando nuestra pequeña Hermandad en el desierto. Y si nos tachan de desobedientes, testarudos, orgullosos y locos, ¡enhorabuena! A Dios gracias, que hay todavía algunos locos para decir estas cosas. No La obediencia es un tema grave: significa permanecer unidos al Magisterio de la Iglesia y en particular, al Sumo Pontífice. Es una de las condiciones para salvarse. Nos damos perfectamente cuenta de ello y nadie está más unido al sucesor actual de Pedro hoy reinante que nosotros, como lo estuvimos a sus predecesores. Aquí hablo de mí mismo y de muchos fieles a los que se rechaza en las iglesias; y de los sacerdotes que se ven obligados a celebrar la Misa en casas, como se hacía durante la Revolución Francesa, y a enseñar el catecismo en las ciudades y aldeas. Seguimos al Papa cuando es eco de las tradiciones apostólicas y de las enseñanzas de todos sus predecesores. La definición misma del sucesor de Pedro le obliga a conservar este depósito (...) La autoridad delegada por Nuestro Señor al Papa, a los obispos y a los sacerdotes en general, está al servicio de la fe. Emplear el derecho, las instituciones y la autoridad para aniquilar la fe católica y no transmitir la vida, es practicar el aborto o la anticoncepción espirituales. Monseñor Lefebvre, Carta abierta a los católicos perplejos

somos los primeros a ser tratados de tales. El Señor mismo nos ha precedido en esta vía de oprobios. A nosotros todavía no nos ha puesto Herodes el vestido blanco ni los soldados la corona de espinas. Ni nos han clavado en la cruz. Animo pues, que el trabajo es de un instante y la recompensa eterna. Tal vez mañana la Hermandad sea por fin reconocida como católica por aquellos que ahora la rechazan. Nos alegraremos por ello, para el bien de las almas. Pero jamás podremos fingir aceptar ni la misa medio protestante ni la doctrina de indiferencia religiosa que la sustenta. Eso sería contrario a la gloria de Dios. Y todo lo que le es contrario es pecado mortal. Me parece que una de las verdades más importantes que debemos pregonar en todas partes en estos tiempos de crisis es esa otra afirmación rotunda del doctor angélico: “Una ley injusta no obliga en conciencia” (salvo a veces para evitar el escándalo). Pero cuando esta ley pone nuestra fe en peligro, ella misma es el peor de los escándalos. Entonces no hay que vacilar sino tomar la espada y echar al moro. Quiero decir: con el escudo de la fe y la espada de doble filo de la Sagrada Escritura, combatir el buen combate de la fe. Sólo eso puede llevarnos a la victoria. La obediencia a los hombres está siempre subordinada a la obediencia que debemos a Dios. La obediencia es una virtud muy grande, excelentísima. Pero con todo, en ciertos casos excepcionales, la obediencia es pecado y la desobediencia virtud, y puede ser a veces que sin ella no haya salvación. España será nuevamente una y grande cuando dejando de lado a los que la engañan, vuelva decididamente a su fe católica, bajo el estandarte de Cristo Rey. m


El papel de la Hermandad en España Padre Juan María de Montagut

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i primer ministerio sacerdotal, en España, se prolongó por el espacio de cerca de quince años, y no puedo por más que dar gracias a Dios por haberme hecho un pobre instrumento de su gracia en nuestra querida patria. En España prevalecen las tierras duras y secas, y nuestras cosechas no ofrecen una atractiva rentabilidad para los parámetros modernos y globalistas. Sin embargo, esa sobriedad en la cantidad de frutos es, a menudo, proporcionalmente opuesta a su valor. Al menos eso sí se cumple en la vida espiritual, en la verdadera vida católica, en que las virtudes menos ‘cotizadas’ son, sin embargo, el fundamento del edificio espiritual: así, la humildad y la fidelidad, poco visibles y nada admiradas por el mundo… Nuestras vides, olivos y almendros tienen que romper el duro suelo de arcilla, o pelear con las piedras, para darnos sus tan humildes pero preciosos frutos; del mismo modo, en esta España anestesiada espiritualmente, donde las almas se hacen a imagen de las duras piedras o de esos suelos arcillosos difícilmente permeables, la predicación del catolicismo íntegro solo encuentra, aquí y allí, pedazos de suelo aislados capaces de alimentar la raíz de unas pocas plantas que den un poco de fruto, pero frutos de valor. Ante Cristo Rey y su santa Iglesia, nuestra España ofrece actualmente un

paisaje con grandes extensiones, yermas y estériles, de ateísmo práctico. Fuera de ellas, sobreviven unos puñados de compatriotas, unos pocos campos que guardan el dogma de la fe, pero que

El P. Juan Mª de Montagut, el día de su ordenación sacerdotal, 29 de junio de 1999.

han sido tratados con los productos esterilizantes del progresismo mo– derado, o de un conservadurismo que ofrece linda apariencia pero que, acomodándose a las modernas inclinaciones, cambió el aceite por la parafina y el vino por el wiski. En estos ambientes, todavía se puede admirar al


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El papel de la Hermandad en España

Cid Campeador y a Isabel la Católica, pero no se les debe imitar; al menos, ‘mientras seamos minoría’. Y mientras, se oculta la responsabilidad de cada uno bajo especiosos argumentos de prudencia o de obediencia, abundando en sofismas que escondan la falta de coraje para vencer el respeto humano

El P. Juan Mª de Montagut bendice a su madre el día de su ordenación sacerdotal.

(poderoso es este señor en España), o una vida sacramental convertida en utilitarismo personal, y olvidada de la gloria de Dios como primer fin de la liturgia. Y la vida sigue, y las tierras se empobrecen, y las almas no se alimentan más del alimento sólido y puro que la Iglesia recibió de la Tradición apostólica: la doctrina clara e inalterada, y el culto multisecular, predicados y celebrados públicamente, sin complejos ni relativismos, sin diluciones, a pesar

de la mayoría… … Salvo unos pocos, muy pocos. Son tiempos éstos en que nos toca parecer nuevos don quijotes, con la diferencia de que nuestro enemigo no es imaginario sino real: el modernismo que también asola España, aunque sea con marca propia. Nos toca hacerlo perseverando en la humildad, como lo hacen esas encinas aisladas en medio de las áridas dehesas, o esos olivos centenarios de tronco pétreo, pero de flores de delicado aroma y frutos de bálsamo. Debemos aspirar a ser como esas viñas rastreras y sin gracia, a la vieja usanza, que no aceptan se las enfaje en espaldera, ni se las someta a tratamientos estándares mecanizados, sino que guardan, ocultado entre el follaje, ese racimo del que habrá de sacarse vino puro, el del Sacrificio de la Misa, que un día volverá a regenerar las almas de nuestros compatriotas. Sí, nuestra misión es vivir de esos tesoros que tenemos, y que pertenecen a toda la Iglesia, pero han sido despreciados; vivir de ellos, y guardarlos para transmitirlos: Tradidi quod et accepi (Transmití lo que recibí – I Cor. 15, 3). Y acabo, para de algún modo ilustrar esta reflexión en el 40º aniversario de la Hermandad San Pío X en España, con algunos recuerdos de estos años pasados: El del padre José María Llovera, ‘jubilado’ de su parroquia y que, fiel a la misa de siempre, anduvo mendigando la hospitalidad por Barcelona hasta ser recibido en nuestra siempre pequeña capilla de la Inmaculada, donde acabó su ministerio dándonos ejemplo de desprendimiento y piedad. Aquel Padre, amigo de la Hermandad, que decía con énfasis: “lo que ustedes hacen no lo tengan en poco; es muy


El papel de la Hermandad en España

importante, aunque sean cuatro gatos”. Aquel canónigo de León que cedió el altar mayor de la catedral, en ausencia del obispo, a los peregrinos de la Hermandad que, camino a Santiago, pudieron celebrar una misa cantada.

Al finalizar, don N. me dijo: “esto no lo dejéis”. Aquel payés, patriota, que descubrió hace unos años la misa de siempre, un día que era celebrada, en la franja aragonesa, por los mártires de la Cruzada. Su vida dio un vuelco y su fidelidad a la misa es intachable. Su oficio es de viticultor… Aquí y allí, fieles de todas las condiciones que aguardan, con resistencia numantina, la llegada del Padre para asistir al verdadero sacrificio de la Misa, y confesarse, al menos una vez al mes, o al trimestre… Y perseveran después de 10, 20… o 40 años, acudiendo al salón de una casa hospitalaria, o alquilando un local o sala de hotel. Todo por Dios. Confiemos en la intercesión de tantos santos como ha dado España, de tantos miles de misioneros y mártires, y que Dios tenga compasión de nuestra actual patria, tan tibia, tan dormida, tan enferma, tan muerta. Que los

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fieles perseveren, que los dormidos despierten, que los enfermos sanen, y que con la gracia de Dios y el Rosario en la mano volvamos a pasar de aquella promesa, en futuro, del Corazón de Jesús, a un presente: Reino en España. Cual sea el papel reservado a la Hermandad para preparar ese momento, sólo Dios lo sabe. Probablemente modesto, oculto, humilde. Lo que cuenta es la fidelidad, como la mejor guardiana de ese tesoro de la Tradición, que es la definición propia del catolicismo. “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés” (Gabriel y Galán). m Que Dios os consuele. He sabido que no sólo os entristece mi exilio, sino sobre todo el hecho de que los otros, es decir los arrianos, se han apoderado de los templos por la violencia y entre tanto vosotros habéis sido expulsados de esos lugares. Ellos, entonces, poseen los templos. Vosotros, en cambio, la tradición de la Fe apostólica. Ellos, consolidados en esos lugares, están en realidad al margen de la verdadera Fe, en cambio vosotros, que estáis excluidos de los templos, permanecéis dentro de esa Fe. Confrontemos pues qué cosa sea más importante, el templo o la Fe, y resultará evidente desde luego, que es más importante la verdadera Fe. Por tanto, ¿quién ha perdido más, o quién posee más, el que retiene un lugar, o el que retiene la Fe?

Carta de San Atanasio, año 356


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¿Cómo enfocar la vuelta a una situación normal?

¿Cómo enfocar la vuelta a una situación normal? Cuando se trata del porvenir, sabemos que pertenece a Dios, y que es, por tanto, difícil hacer previsiones. Sin embargo, señalemos en primer lugar que la anomalía que hay en la Iglesia no viene de nosotros, sino de los que se han esforzado en imponerle una nueva orientación, orientación contraria a la Tradición e incluso condenada por el Magisterio de la Iglesia. Si parece que estamos en una situación anormal es porque los que tienen hoy la autoridad en la Iglesia queman lo que adoraban antes y adoran lo que antes se quemaba. Los que se han apartado del camino normal y tradicional son los que tendrán que volver a lo que la Iglesia ha enseñado y hecho siempre. Hay que atenerse a los principios firmes de la fe católica Termino rogándoos que recéis, asegurándoos que yo rezo también por vosotros de todo corazón, para que Dios suscite de entre vosotros defensores de la fe. Ya lo sois, pero que Él suscite una organización que defien-da la fe y que no haya división entre vosotros sino, al contrario, unión en la fe y en su defensa; en la defensa de la liturgia y del catecismo, para que haya una esperanza tanto en España como fuera de ella. Puedo aseguraros que ahora en Suiza, en Alemania, en Francia, en Estados Unidos, en Canadá y por todas partes, los que no quieren ver desaparecer su fe se agrupan, y estos grupos se van haciendo cada vez más numerosos. Acabarán por imponerse a los obispos y éstos se verán obligados a reconocer que son ellos los verdaderos católicos, y que se podrán apoyar en ellos para reconstruir la Iglesia, y serán los fieles mejores y más seguros. (...) Se lo dije a los obispos que me escribieron cuando hubo una reunión episcopal en España, obispos a los que conozco bien, como por ejemplo Monseñor Castán, Monseñor Guerra Campos y Monseñor Morcillo, a los que puedo llamar amigos míos. Pues bien, a estos obispos les he dicho que tengan cuidado, que no se fíen jamás del texto ni del acta de la libertad religiosa. Si empiezan a fiarse de estos principios se repetirá la revolución de 1936 y tendréis una segunda guerra civil en España. Hay que atenerse a los principios firmes de la fe católica y no a la libertad de todas las religiones ni a los principios del liberalismo para salvar a España de una segunda guerra civil como aquélla de la que muchos de vosotros fuisteis testigos en 1936. ¡Que Dios os preserve de volver a ver cosas tan espantosas y tan trágicas como las que vivisteis! Si hubo tantos que vertieron su sangre para que España siga siendo católica, no vayáis ahora a liquidar nuevamente los valores católicos para recaer en un estado peor que el de entonces. Es necesario que los españoles den ejemplo de una resistencia obstinada, fuerte y firme, apoyada en la fe y en el amor de la Cruz y de la Santísima Virgen. Monseñor Lefebvre, Vida y pensamiento de un obispo católico


40 años de la Hermandad de San Pío X en España Miguel Ayuso

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l 29 de octubre de 1977 el diario ABC de Madrid traía en su tercera página un artículo titulado escuetamente «Monseñor Lefebvre». Lo firmaba el catedrático de Lógica de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Leopoldo Eulogio Palacios. Constituía una verdadera apología, esto es, una explicación razonada –según el uso clásico–, pero también una defensa o alabanza –de acuerdo con el moderno– del prelado francés. Me encontraba a la sazón en los últimos cursos del bachillerato y la ebullición política del momento había dado lugar en mí a una inquietud doctrinal y religiosa que me había aproximado decididamente al tradicionalismo. Por entonces leía ya la sesuda revista Verbo y pronto comenzaría a frecuentar las reuniones de la Ciudad Católica, los martes en el bajo de General Sanjurjo (luego José Abascal) 38. Que a propósito del asunto estaba dividida, aunque en España no era en modo alguno hostil a la obra del arzobispo, quien había prologado la primera edición de su libro de cabecera, el Para que Él reine, de Jean Ousset, traducido al castellano a principios de los sesenta. También pronto empezaría a recibir, a través de una simpática coincidencia de origen familiar, la nueva época de la revista –ésta de combate– ¿Qué pasa?, heredera de la que durante los años se-

senta y primeros setenta había traído en jaque al progresismo eclesiástico, y que desde tras su reaparición en 1978 defendería siempre con claridad la posición de Marcel Lefebvre, quien en marzo de ese año visitó Madrid. Asistí a las conferencias del Hotel Sideral, para la presentación de la versión castellana de su libro Yo acuso al Concilio, editado por Vassallo de Mumbert, que corrió a cargo de Rafael Gambra, y de Fuerza Nueva, esta última desbordada, con gente en la calle Núñez de Balboa, teniendo que salir al balcón el conferenciante para saludar y bendecir a los presentes que no habían podido acceder a la sala. Aunque Fuerza Nueva se abstendría luego de apoyarlo y a su presidente Blas Piñar nunca se le vio luego en las sucesivas capillas de la Hermandad de San Pío X una vez establecida en España. Un mes antes, en febrero, había muerto el profesor Francisco Elías de Tejada, enormemente crítico con la deriva conciliar, y en la cripta de la Almudena, donde tenía el panteón familiar, oí por vez primera de modo consciente una misa tradicional, si bien –nacido en 1961– había llegado a advertir confusamente los cambios que se produjeron, primero en 1965, con la primera reforma de Pablo VI, y luego en 1970, con la implantación –«con una celeridad verdaderamente americana y con un despotismo verdaderamente asiático», había escrito Pala-


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Cuarenta años de la Hermandad San Pío X en España

cios en el propio ABC, el 26 de mayo de 1974, en ocasión anterior, a propósito de Maritain– del novus ordo. En el verano de ese mismo año de 1978, el 2 de julio si no me confundo, me hizo honda impresión la primera misa de Juan Fernández Krohn, sacerdote español de la Hermandad, a quien conocía por veranear mi familia, como la suya, en Sigüenza, por donde habíamos paseado juntos en alguna ocasión durante sus vacaciones. En un salón del Hotel Meliá Castilla, pues por desgracia no fue posible disponer de una iglesia, el arzobispo Lefebvre la presidió desde un trono y cantó una parte del coro del seminario de Écône. Las impresiones de aquel día no me han abandonado cuarenta años después. Cuando en el mes de septiembre, tras el estío, la Hermandad se instaló en un piso del número 15 de la calle de San Bernardo, en el tramo más cercano a la Gran Vía, me convertí en uno de los primeros fieles. El sacerdote destinado para abrir el Priorato no fue, gracias a Dios, Juan, a quien destinaron a la Argentina, sino Felipe Pazat, de padres pied-noirs radicados en Madrid, que con gran prudencia y celo apostólico se ganó el aprecio de amplios círculos del mundo católico español, aunque no siempre se tradujera en un aumento de la feligresía de la Hermandad. Guardo en la memoria las primeras misas, con los padres de Felipe, y su hermano Pablo –hoy monje del Barroux– acolitando, con un grupo mínimo de fieles entre los que estaban los para mí ya conocidos Julio Garrido y Rafael Gambra. Julio Garrido, habitual de los

martes de Verbo, era un científico de primer nivel, catedrático de cristalografía y numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Había vivido algunos años en Egipto, Hispanoamérica y París, donde había tomado relación con el mundo tradicionalista, Rafael Gambra

de la revista Itinéraires a la «Contrarreforma católica» del abbé de Nantes, de las que era corresponsal no sé si formal o informal. Era también un apasionado del mundo copto. «Verdadero sabio y hombre de carácter afable y sosegado, nunca hizo bandera de sus posiciones espirituales», escribió de él a su muerte Rafael Gambra. Así lo recuerdo. Gambra, por su parte, era una de las personalidades más significativas del tradicionalismo español. Catedrático de Filosofía, era fino, irónico, penetrante. Con tono suave podía decir cosas tremendas, según los versos de Lope de Vega: «Que es la caballería / dulce cansancio envuelto en cortesía». Pero, aun dejando esa impresión indolente, fue un esforzado combatiente hasta el final. La guerra, en la que había participado en un Tercio de Requetés, le dejó honda huella. Y la crisis de la Iglesia le hacía sufrir en lo más íntimo. Quizá como a nadie que yo haya conocido. A di-


Cuarenta años de la Hermandad San Pío X en España

ferencia de Alberto Ruiz de Galarreta, su gran amigo, y mío, de una pugnacidad incombustible, pero sin melancolía alguna y desbordante de élan. Galarreta, quizá por eso, con una perspectiva mucho más política, no mostraba interés particular por los aspectos litúrgicos, no obstante lo cual fue otro de los primeros amigos (aunque no de los más visibles) de la Hermandad en España. Con Gambra llegó su mujer Carmela, de una vitalidad que contrastaba con la aparente nonchalance de aquél, y sus hijos Andrés, José Miguel e Irene. De entre ellos será José Miguel el más perseverante, hasta la fecha, con su mujer Mercedes –hija del gran latinista e impulsor de la sección española de Una Voce Sebastián Mariner– y su numerosa familia. Uno de los pocos supervivientes de la etapa fundacional. El priorato de San Bernardo duró poco, apenas unos meses, pues pronto se trasladaría a uno de los pisos de la casa que el marqués de Albaicín tenía en el número 40 de la calle del General Goded, luego General Arrando. Cristóbal Pérez del Pulgar, marqués de Albaicín por sucesión, y de Montealegre por matrimonio, también carlista como Gambra y Galarreta, que había formado parte del Consejo Nacional de la Comunión Tradicionalista en tiempos de Don Javier de Borbón, era de una gran simpatía y bondad, y tengo para mí el período que la Hermandad pasó en ese hermoso lugar como la época de oro. Tenía el inconveniente del uso del ascensor, pero la capilla era amplia, y las dependencias del priorato confortables. Celebraba Felipe Pazat, al inicio el único sacerdote de la Hermandad en Madrid, pero le echaban una mano cuando era preciso don Tomás Marín y el padre Baltasar Pérez Argos, de la Compañía de

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Jesús. Don Tomás Marín era catedrático de Paleografía y Diplomática de la Universidad Complutense y director del Instituto Enrique Flórez de historia Eclesiástica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Precisamente en esta última calidad fue rector de la iglesia del Consejo, la del Espíritu Santo, con la que se haría el Opus Dei, que había ido ocupando el terreno, a su muerte. Pero mientras tanto, don Tomás celebraba la misa tradicional con distintos motivos en una pequeña capilla lateral. Era un predicador fluvial, con tono monocorde y de una erudición pasmosa. Más bien atrabiliario, en una tertulia en la que coincidíamos, mientras se ponía un güisqui con soda al tiempo de llegar, que era para otros muchos el de marcharse, bramaba con su voz grave: «A mí, que me excomulguen». Claro que vivía de su sueldo de catedrático y no del presupuesto de culto y clero. El padre Pérez Argos destacaba por su gran cordialidad, contra el uso extendido en su orden, de gente más bien impenetrable, islas se ha dicho por alguno. Yo lo había conocido en la Ciudad Católica y también en la Comunión Tradicionalista. Había sido profesor de filosofía en distintos centros eclesiásticos, en nuestra península y fuera de ella, y solía avisarme cuando visitaba a distintos hermanos de religión en el viejo colegio de Areneros, en la calle Alberto Aguilera, hoy sede de la Universidad de Comillas que la Compañía regenta desde que León XIII la fundara. Ambos, don Tomás y el padre Pérez Argos celebraban sin empacho en el priorato de General Goded, lo que muestra también, además de la generosidad de éstos, la apertura de Felipe Pazat. En abril del año 1980 volvió el arzobispo Lefebvre a Madrid, a la presenta-


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ción del libro preparado por José Miguel Gambra, Vida y obra de un obispo católico, editado de nuevo por Vassallo de Mumbert. Tuvo lugar el sábado 19 en el Cine Salamanca, de la calle Conde de Pe-

Antiguo Cine Salamanca. Actualmente alberga tienda de moda.

ñalver, hoy desaparecido y convertido en un gran almacén, que Felipe Pazat me comisionó para que alquilara. Para nuestra tristeza el acto resultó más bien un fracaso. La asistencia no es que fuera poca, sino que se perdía en lo que era una sala excesivamente grande. Y es que, en dos años, muchas fuerzas habían contribuido a que se minara el entusiasmo que parecía florecer en España en 1978 en torno a Monseñor Lefebvre. Andrés Gambra tradujo admirablemente las palabras del fundador de la Hermandad y el acto resultó notable. La víspera habíamos ido a recibir al arzobispo al aeropuerto de Barajas una pequeña comisión en la que destacaban el marqués de Albaicín, Paco Guinea –presidente de la Hermandad de Antiguos Combatientes de Tercios de Requetés– y Felipe Pazat. El pasaporte diplomático que como Grande de España tenía Cristóbal Pérez del Pulgar nos

franqueó el acceso a todos a la zona de desembarque de los pasajeros, donde nos esperaba sonriente a nuestra llegada el visitante, que se había adelantado. Hubo en aquella ocasión, el domingo, confirmaciones, de las que fui padrino, y recuerdo haber acolitado el último día a Monseñor, muy de mañana, antes de que le acompañáramos de vuelta al aeropuerto. Formó parte de la comitiva en esta ocasión también Julio Garrido. Entre quienes pasaban por el priorato recuerdo otros nombres ilustres. Así, el ilustre filósofo ya mencionado Leopoldo Eulogio Palacios, aunque su salud era quebradiza y murió pronto en 1981. También Juan de Tornos, una oficial de la Armada retirado por la ley Azaña, luego diplomático de carrera, adscrito por Franco al servicio de Juan de Borbón en Estoril… Su hijo Alfonso, con quien hice gran amistad, estaba casado con una distinguida señora austriaca, Antoinette von Steinhart, de familia ligada también a la Hermandad de San Pío X. Vivían en Viena, donde Alfonso estaba destinado como funcionario de la UNESCO, y en los periodos vacacionales se dejaban caer por el priorato y Alfonso también por la Ciudad Católica. Su hija Filomena, en 2009 casó nada menos que Jean de Orleans, heredero de la Casa de Orleans ante los problemas mentales de su hermano mayor. Alfonso, de carácter más bien melancólico, murió en 2013. Un personaje discreto y notable al tiempo era Jesús Barragán Leñero, siempre acompañado de su esposa, Teresa Ramírez Degollado. Era un mayor del Ejército mejicano que en 1959, en uno de los picos del Popocatépetl, había fundado


Cuarenta años de la Hermandad San Pío X en España

el autodenominado Ejército Libertador Nacional, y que en la noche del 17 de noviembre de 1962 dirigió un ataque armado al Cuartel Militar de Huajuapan al grito de ¡Viva Cristo Rey! Última secuela de la guerra cristera, trajo a su protagonista entre nosotros, pues tras el fracaso de la asonada logró escapar antes de su detención por el gobierno mejicano. Vivió el matrimonio, sin hijos, muchos años en Madrid, de modo modesto, sorteando –

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recursos financieros para desarrollar su apostolado. Florencio, con quien tuve gran amistad, y cuyos dos hermanos eran miembros del Cuerpo Jurídico Militar, en el que yo ingresaría algunos años después, era un caso insólito, pues pertenecía a los cuerpos de abogados del Estado y de letrados del Consejo de Estado, además de a la carrera diplomática, siempre por oposición. Hombre de memoria prodigiosa y singular de carácter, me convidaba a almorzar con frecuencia tras la misa dominical. Cuando Antonio Hernández Gil fue nombrado presidente del Consejo de Estado en 1982, por el primer gobierno socialista, Florencio, pidió la vuelta a la carrera diplomática, en la que estaba supernumerario desde hacía decenios. Estupefacción generalizada. ¿Qué había pasado? Que FlorenLos primeros campamentos de chicos en España tuvieron lugar en el cio rechazaba servir a las Pazo de Ximonde, en Santiago de Compostela. órdenes de quien, en su con la sola ayuda de la Comunión Tradi- cargo anterior, de presidente de las Corcionalista– la falta de permiso oficial de tes, había ordenado retirar el crucifijo de residencia, que Franco les negaba, para su despacho oficial. Y, de resultas, creaba no incomodar demasiado a la Embajada dificultades en el Palacio de Santa Cruz. del Estados Unidos, que pedía su depor- Embajador no podían hacerle, claro, tación, cosa que Franco –fiel a su estilo pero con su antigüedad había que darle marrullero– tampoco ordenaba. Se con- una salida airosa: cónsul en Génova o mitaron durante aquellos años iniciales del nistro de asuntos culturales en París. Elipriorato, y durante otros muchos des- gió París: así podré ir –me dijo– a misa pués, entre los fieles más asiduos. En un a Saint Nicolas du Chardonnet. Murió de momento dado pudieron volver a Méjico repente, con un notable lío sucesorio, por y allí murió Jesús en 2014 tras haberlo los distintos testamentos contradictohecho Teresa algunos años antes. rios, y a la Hermandad pasó, entre otras Finalmente, Florencio Valenciano cosas, el magnífico pazo de Ximonde, Almoyna, a quien debe la Hermandad en Santiago de Compostela, tan ligado en España haber dispuesto de algunos al carlismo gallego de la primera guerra


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Cuarenta años de la Hermandad San Pío X en España

(1833-1840). Una persona destacada con la que no tuve relación, pero que no faltaba a la misa dominical del priorato era Louis Deloncle. Su padre, Eugène, había pertenecido a la Acción Francesa y sido próximo al mariscal Pétain. Asesinado en 1944 por la Gestapo, su hijo Louis se vino a vivir a España, donde dirigió la rama española de L’Oreal y contrajo matrimonio con una señora muy elegante, Rosario Ortega, con la que no tuvo hijos, que parecía mucho más joven que él y que le prodigaba toda suerte de cuidados. Porque para entonces, Louis Deloncle, aunque moriría veinte años después, en 2003, parecía muy mayor, aunque quizá no lo fuese. A él se debe, si no me equivoco, el terreno en el que hoy está instalada la capilla de Santiago Apóstol de la Hermandad en Madrid. Por aquellos años la vida de la capilla era animada y alegre. Un grupo de jóvenes carlistas, en realidad el único sector juvenil, pero no pequeño, solíamos tomar el aperitivo tras la misa con el propio celebrante: Rafael Botella, los hermanos Vives, Juan López de Arce… Nos acompañaban con frecuencia Leonor Vegas-Latapie, hija del ilustre fundador de Acción Española, que había conocido al arzobispo Lefebvre en Lausana en los congresos de la Cité Catholique, y que antes de morir en 1985 donó a Écône un ejemplar del importante «Dictionnaire de théologie

catholique» del abbé Vacant, que poseía en su magnífica biblioteca, y Paloma Ortiz de Zárate, nieta del coronel muerto heroicamente en los primeros compases de

Bendición de la capilla de Madrid, en la calle Catalina Suárez, septiembre de 1995.

nuestra guerra. Felipe Pazat, por cierto, era un habitual del mundo tradicionalista cultural y político, convirtiéndose en el primer capellán del Círculo Carlista Antonio Molle Lazo y de unos campamentos carlistas de verano. Pero aquí no se acaba la feligresía. Recuerdo de esos primeros años también al militar, más bien difícil, Gonzalo de Porras –que se retiraría de coronel–, con su familia. A Paco Alcover, a la sazón dirigente juvenil del Círculo Carlista Molle Lazo, a Julio Arroyo, a Rosario Rojas, a la familia Achúcarro, a la cantante lírica Marta Santa Olalla, al entonces comandante auditor –llegaría a general– Jesús Palomino, a Gonzalo de Laguno, a María Teresa Arévalo que durante años se ocupó de la distribución de libros para la Fundación Stela… Me parece que en 1981 se incorporó al priorato, recién ordenado sacerdote, Dominique


Cuarenta años de la Hermandad San Pío X en España

Bourmaud, hasta que en abril de 1983 partió para el seminario de la Hermandad en Estados Unidos. Apenas estuvo año y medio entre nosotros. En ese período, el arzobispo Lefebvre volvió a pasar por Madrid en noviembre de 1982. Hubo un almuerzo restringido en el que Rafael Gambra pronunció unas palabras, delicadas en el timbre y contundentes de fondo, según la marca de la casa. Recuerdo aún la impresión que le hicieron al querido amigo argentino Patricio Randle, a cuyo lado yo estaba sentado, y que estaba pasando un año sabático en Madrid, frecuentando la misa del priorato. Por aquel tiempo la Hermandad alquiló el amplio local que estaba en los bajos de General Goded, 40. De este modo el acceso a la misa se hacía al nivel de la calle y el piso segundo quedaba para las dependencias del priorato. Llegó también por entonces un sacerdote –creo que pied-noir– de una cierta edad, quizá de origen español, pues hablaba muy bien la lengua, pero de usos eclesiásticos franceses, con larga melena blanca y el babero sobre la sotana. Muy simpático echó una mano a Felipe Pazat, de nuevo solo tras la marcha de Bourmaud. Por entonces se dejaba ver de vez en cuando por la misa mi amigo Juan Manuel Rozas, quien andando el tiempo tan importante sería en la asistencia jurídica y administrativa de la Hermandad en España. En 1984 yo estaba preparando las oposiciones para ingresar en el Cuerpo Jurídico Militar, donde ingresé efectivamente en julio de 1984, incorporándome a la Academia General Militar de Zaragoza el 1 de septiembre. Recuerdo que antes, el 31 de julio, falleció Carmela Gutiérrez, mujer de Rafael Gambra, y haber asistido al entierro. Cuando en 1985 volví a Madrid, a la Escuela de Estudios Jurí-

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dicos del Ejército, el ambiente del priorato había cambiado notablemente. Felipe Pazat había dejado Madrid para ocuparse de una nueva casa en Lisboa, mientras que a nosotros nos había caído en suerte Jean-Luc Lafitte, que dio un tono distinto (más bien hirsuto) a la predicación y al apostolado, tomando además no pocas decisiones desacertadas. Así, optó por no hacer la compra, en condiciones favorables, de las instalaciones de General Goded, 40, que ofrecía el benemérito marqués de Albaicín, para en cambio adquirir una propiedad en El Álamo, totalmente a desmano, e instalar la capilla en un barrio más periférico y mucho más inconveniente. No estuvo demasiado tiempo en Madrid Lafitte, quien nunca comprendió la psicología y el ethos hispanos, pero sus decisiones marcaron la vida futura de la Hermandad en España. Poco después, ya en 1986, llegó un hombre equilibrado y bueno, Guillaume Devillers… Estos son algunos apuntes para la historia de la Hermandad de San Pío X en España y, más concretamente, de sus primeros años madrileños. Que estuvieron marcados por la presencia, aún entonces notable en la sociedad española, de círculos de tradicionalismo político y cultural con los que el primer prior tenía muchas e intensas relaciones y que, claro está, habían de favorecer en un primer momento la difusión e implantación entre nosotros de la obra del arzobispo Lefebvre. El signo natural y poco ideológico que Felipe Pazat imprimió al apostolado durante esos años ayudó igualmente a dar de la Hermandad una imagen –que por otra parte se correspondía con la realidad– alejada de la secta, dejando ver el rostro sereno de la verdadera Iglesia, transmitido por su verdadera Tradición. m


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Toma de sotanas en el Seminario Nuestra Señora Corredentora, Argentina

Ceremonia de la Toma de Sotanas Seminario Nuestra Señora Corredentora El domingo 16 de septiembre de 2018, durante la Misa mayor de las 10:00, el R. P. Álvaro Calderón, vicerrector del Seminario, dio la sotana a los 7 seminaristas del año de Espiritualidad. Durante la homilía, el Padre habló a los seminaristas del amor al sacerdocio y del alejamiento del mundo que supone revestir la librea eclesiástica, muy en conformidad con las palabras de San Juan en su primera epístola: Hijitos, no améis el mundo ni las cosas que son del mundo (1 Jn, 2, 15). Entre los seminaristas que recibieron la sotana está Diego Durán. Con Alejandro Lorenzo son dos los españoles en nuestro seminario de Argentina.


XL Aniversario: Esperando contra toda esperanza Manuel Galve Sancho

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a España convulsa de los años setenta

Elecciones generales de 1977 y la Constitución sometida al sufragio de la Nación española en 1978 no solamente fueron momentos del quehacer histórico de nuestro pueblo sino también supusieron un reto a nuestra Fe de católicos pues con todo ello se avecinaba un declive dramático de la realidad religiosa inseparable de nuestra Historia. La Jerarquía católica en España, y un porcentaje muy considerable de nuestro

Hace ya cuarenta años, nada más ni nada menos, que la Hermandad Sacerdotal de San Pío X recorre en su apostolado las tierras de España. Y hace ya cuarenta años que toda una historia de incomprensiones, de burlas, de intransigencias, pero también de acogida, de amistad y de cosechas, no siempre las esperadas, se han ido produciendo en distintos lugares y momentos aquí, entre nosotros. Nuestra patria, España, en los años setenta se encontraba convulsionada, hoy lo sigue estando e incluso más, por acontecimientos religiosos y políticos de muy alto nivel. La presencia de la Hermandad entre El 15 de junio de 1977, se celebran las primeras elecciones generales nosotros fue sin duda un legislativas. La victoria fue para el partido de Adolfo Suárez, la Unión de Centro Democrático (UCD). hecho que, para un buen número de españoles, y en primer lugar clero, caminaban alegres al sonido de las de católicos, supuso una luz potente que trompetas que proclamaban los felices centró en el panorama del ir y venir de nuevos tiempos que se nos prometían. los días la claridad y permanencia firme Los sacerdotes de la Hermandad de San de unos principios inmutables que en las Pío X nos trajeron entonces las enseñanaltas esferas responsables de la vida polí- zas y el testimonio de Monseñor Lefebtica y religiosa se intentaba resquebrajar. vre en medio del caos reinante o lo que La Ley de Reforma política de 1976, las es lo mismo la Tradición perenne de la


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Iglesia Católica que no puede estar some- Ecône al final de los años setenta. Uno no tida a los vaivenes del frágil, y a menudo puede olvidar el tono agrio y desmesuraacomodaticio, pensamiento humano. Ya do que tal religioso, por otra parte tan vedesde muy poco después de 1965, final nerado por multitud de fieles, se atrevió del Concilio, la revolución litúrgica se a emplear desde el mismo altar de esta había apoderado de muchos centros reli- Parroquia. He aquí solamente un dato giosos, Colegios Mayores, comunidades diversas, que sin esperar el tiempo establecido por Roma para la implantación de las nuevas normas de celebración, por su cuenta y riesgo se lanzaron a imponer, pues éste es el término, sus impertinencias en el altar. Los primeros “tanteos neocatecumenales” tienen lugar en tomo a 1964 y es Monseñor Casimiro Morcillo quien se siente atraído y entusiasmado con las iniciativas apostólicas del fundador cuyo nombre se Kiko Argüello y Carmen Hernández, iniciadores del Camino Neocatecumenal, con el Arzobispo de Madrid, Monseñor ha extendido por los cinco con- Casimiro Morcillo, en los años 60. tinentes. A este respecto es una verdadera lástima, y pena, que el magní- del ambiente que se respiraba en España fico trabajo del monje jerónimo y sacer- respecto de aquel que sencillamente quedote Fray Antonio de Lugo O.S.H. sobre ría transmitir lo que se le había entregaeste Movimiento Neocatecumenal no se do en su bautismo, ordenación sacerdohaya extendido y dado a conocer como tal y consagración episcopal. hubiera sido lo deseable. Una vez más se Antes de acabar esta primera parte manifiesta que una de las peores políticas debo decir que una de las enseñanzas es el cerco del silencio sobre lo que no in- repetidas por los sacerdotes de nuestra teresa en esta sociedad cínica y corrupta. querida Hermandad, desde el primer La Hermandad de San Pío X fue re- momento de su llegada a España, ha sido cibida por parte de las autoridades de la una y otra vez el recordatorio de la doclglesia en España con el mayor desinterés trina sobre el Reinado Social de Nuestro y rechazo que uno se pueda imaginar. So- Señor Jesucristo. Hecho importantísimo lamente recordar al comentar este asun- y de gran transcendencia puesto que al to las iracundas palabras del religioso y invadir nuestra sociedad la marea del sacerdote, muy conocido por los fieles Concilio Vaticano II y las nuevas políticas en su tiempo, Padre Carrillo, en la Pa- disgregadoras fruto de la Constitución de rroquia de Nuestra Señora del Carmen y 1978, y de la apatía religiosa de millones San Luis, en Madrid, al referirse a la visi- de católicos españoles, hay que decirlo, la ta que hizo a esta ciudad el Fundador de doctrina religiosa condensada en la festi-


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vidad litúrgica de Cristo Rey, y la sublime enseñanza pontificia de S. S. el Papa Pío XI, quedó distorsionada y alterada. Nada de extrañar pues después de aquella tristísima y vergonzosa Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes de 1971 únicamente se podía esperar por parte de los fieles un adoctrinamiento impuro y falso de la verdad católica. Lo que no obsta para que en este 14 de octubre de 2018 se vaya a canonizar al Concilio Vaticano II. 1978-1988: Aspectos de la vida religiosa en España El deterioro de piedad y práctica religiosa entre los españoles es notorio en estos años setenta. Actos religiosos organizados para jóvenes, movimientos apostólicos, matrimonios, familias, llenan las informaciones de multitud de revistas religiosas, boletines parroquiales, archivos diocesanos, dando a entender, y dando la impresión, de una vitalidad religiosa y apostólica desbordantes. Sin embargo, la vida religiosa va paulatinamente en caída, y de forma muy significativa, especialmente si se observan las diferentes estadísticas sobre la práctica religiosa entre los jóvenes estudiantes, la Universidad en general, intelectuales y personas adultas de diferentes estamentos. En estos años finales de los setenta y principio de los años ochenta la situación dentro de los Seminarios diocesanos, centros pontificios de enseñanza teológica, docencia en el interior de noviciados religiosos, es altamente alarmante. No solamente porque la disminución de vocaciones obliga a determinadas diócesis al cierre de sus lugares de formación, sino de forma particular porque la enseñanza que allí se impacte a los candida-

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tos al sacerdocio es francamente heterodoxa. En este sentido el Seminario de Ecône en Suiza supuso para el ánimo y sosiego de los católicos españoles, de los que estaban en contacto con la Hermandad de San Pío X, una fuerte inyección de esperanza. No todo estaba perdido. No todo se estaba resquebrajando. Allí, en el centro de Europa, un valiente y apostólico obispo, Monseñor Marcel Lefebvre, llevaba a cabo una acción extraordinaria. Allí se conocía a Santo Tomás, allí se vivía una vida de piedad que preparaba a los jóvenes candidatos para entregarse rectamente al ideal del sacerdocio católico. Allí reinaba lo que siempre, hasta el inquietante 1789 en la lglesia, había reinado. Mas donde hay hombres hay sombras y lágrimas, disensiones y mezquindades, y por esta condición humana hemos tenido que lamentar, pasados los años, actitudes y comportamientos que nos han hecho sangrar en nuestro corazón. En esta España frívola y decadente no todos, por supuesto, no todos los católicos, vivían de espaldas o tibiamente su Fe. Había hechos en nuestra Patria que marcaron de manera atroz nuestra historia. Hechos cuya sangre todavía sigue salpicando y retorciendo nuestras almas. Hechos que, al menos, varios miles de españoles, no millones, pero sí miles, algunos miles, no pueden olvidar. El Cementerio de los mártires de la localidad de Paracuellos del Jarama, en la provincia de Madrid, es uno de esos lugares en los que aún la sangre de los allí sepultados brota a borbotones, sin olvidar otros lugares de nuestra geografía como Barcelona, Lérida, Bilbao, Santander, o la acribillada Cabra en Córdoba, en los que también la sangre de los martirizados clama a gritos. Pues fue al Cementerio de los mártires de Paracuellos donde a prin-


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cipios de los años ochenta los sacerdotes de la Hermandad en España dirigieron sus pasos para encaminarse desde allí, en peregrinación, hasta el Cerro de los Ángeles, en espíritu de piedad y reparación y como testimonio de gratitud hacia

Misa celebrada en el cementerio de Paracuellos del Jarama por el P. Carlos Mestre, junio de 1997.

aquellos que no dudaron en morir con el grito de ¡viva Cristo Rey! en sus labios. El Cerro de los Ángeles que sufrió el atentado sacrílego, horroroso, el 7 de agosto de 1936, primer viernes de mes, atentado que fue calificado por S. E. el Cardenal Gomá como sacrilegio sintético. Los sacerdotes de la Hermandad de San Pío X allí se encaminaron, con un pequeño grupo de fieles, cuando una buena parte del clero español repetía sin cesar que “’uno y otro bando fueron culpables”. La presencia de Monseñor Marcel Lefebvre en España en aquellos años no

pasó desapercibida. Sus conferencias en el desaparecido cine Salamanca de Madrid, y en la Sede política de F. N. en la madrileña calle Núñez de Balboa, fue ampliamente comentada. Y fue ampliamente comentada entre otras razones porque la reacción de Su Eminencia el Cardenal Tarancón no fue ni mucho menos discreta y prudente. El que no tuvo empacho en abrazar al dirigente comunista Santiago Carrillo, incluso con amplia sonrisa, sí mostró su disgusto y contrariedad al saber que Monseñor Lefebvre se encontraba en la capital de España. Pero junto a este comportamiento del Cardenal cientos de fieles acudieron para aclamar al obispo de Ecône y recibir su bendición. Años atrás el mismo Cardenal Vicente Enrique y Tarancón pronunciaba una homilía en la Parroquia de San Jerónimo el Real, en Madrid, la famosa iglesia madrileña de los Jerónimos, dictando unas normas de gobierno al nuevo Jefe del Estado, como apertura y preparación a la nueva etapa política que se instauraba y a la que la Jerarquía católica había dado todo su apoyo, sin importarle un ápice el caos y el derrumbe nacional que la apostasía de él y de sus hermanos en el Episcopado iba a marcar el destino de nuestro pueblo. Finalmente recordemos que en estos años setenta, precisamente en 1978, el nombre de Polonia se oye en todo el ámbito mundial. Años más tarde serán Alemania y Argentina las que ocuparán amplios espacios en los medios de comunicación, pero ya nuestro venerado Fundador habrá traspasado el umbral de la eternidad. Karol Wojtyla sube al trono de San Pedro y hasta 2005, casi hasta su muerte, recorrerá el mundo de forma incesante. Esto no aliviará en absoluto el desastre teológico, pastoral y eclesial


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que devora a la lglesia. Monseñor Marcel Lefebvre y su obra apostólica no encuentran durante este dilatado período (19782005) el más mínimo reconocimiento y aceptación. La Libertad religiosa, el Ecumenismo y la Colegialidad sí obten-

El cardenal Enrique Tarancón, con Adolfo Suárez y Santiago Carrillo.

drán reconocimiento y aceptación. Y sin embargo es él, el acusado, quien debería juzgarlos. 1988-2018: El dolor y la gloria Entre 1988 y 1991 la vida de Monseñor Lefebvre, y la vivencia religiosa de los seguidores de la Tradición en España, transcurre en un clima de alta tensión. Las consagraciones episcopales llevadas a cabo el 30 de junio de 1988 marcaron, sin duda alguna, un hito en la vida de nuestra Hermandad y ciertamente en la vida de la lglesia Católica. Concretamente en España la Televisión y diferentes medios de comunicación escritos se ocuparon de este acto. Se presentaba ante los que se aferraban, como costumbre ordinaria, a la pantalla televisiva, y a los que acudían a otros medios como un acto

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propio de unos inadaptados a los nuevos tiempos, poco instruidos, fanatizados, faltos de respeto a las autoridades constituidas y carentes del más mínimo sentido eclesial. Algún sacerdote jesuita, residente en Madrid, ya fallecido con cien años cumplidos, clamaba con actitud un tanto frenética que la asistencia a la Misa en la Capilla madrileña de la Hermandad era no, no y no, aconsejable. Más bien afirmaba que un católico no podía asistir a ese culto cismático. Es sumamente curioso que en un programa del famoso personaje radiofónico, Don Luis del Olmo, entrevistando al portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el sacerdote Don Joaquín L. Ortega le preguntó que no cabía tanto revuelo porque al fin y al cabo esas consagraciones no tenían ningún valor. El portavoz episcopal respondió con cierto énfasis: “¡no, no, el sacramento se transmite!”. Así estaban las cosas en aquel entonces y así estaban de informados también los fieles. Los cuatro presbíteros señalados por Monseñor Lefebvre para recibir la plenitud del sacerdocio empezaron a ejercer su ministerio episcopal en medio de un mar de reproches y falsos argumentos jurídico-canónicos. Las excomuniones que Roma hizo caer sobre los obispos consagrantes, Monseñor Lefebvre y Monseñor de Castro Mayer, y los nuevos consagrados dieron lugar a toda una serie de artículos y estudios sobre la no validez de tales penas canónicas que amedrentaban a determinados fieles y clérigos. Pasado el tiempo las mentes de aquellos que observaban cautelosamente a la Herman-


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dad de San Pío X se fueron apaciguando ante los estudios y escritos emanados en referencia con este importantísimo asunto. Se fueron apaciguando, unos sí y otros no. En 1991 fallece el piadoso obispo de Ecône. En este caso también los medios de comunicación vibraron sin cesar en

España, y en los demás países, ante esta noticia. Pero en España vibraron muy ruidosamente. Todo esto no obstaculizaba, ni ha impedido, el desarrollo de la Hermandad en el mundo. Monseñor Lefebvre fue enterrado en una impresionante ceremonia que dejó en los ojos y en el alma de los que acudieron a ella una imagen indeleble. Fue la manifestación filial de fieles y miembros de esa Hermandad Sacerdotal que en el siglo XX se levantó gallarda y evangélicamente para proclamar “SÍ, SÍ, NO, NO” en fidelidad a Nuestro Señor, sabiendo que lo demás viene del Maligno. Los años han transcurrido y en estos años han tenido lugar muchas cosas, a

veces demasiadas cosas. Tensiones, decepciones, amarguras, soledades, fidelidades e infidelidades. Triste y misterioso es el corazón humano ¡Quién lo podrá comprender! Solamente nuestro Señor, Alfa y Omega, conoce el interior de cada hombre. Pero en este 40° aniversario de la Hermandad Sacerdotal de San Pio X en España tenemos, y debemos, serenar nuestro corazón, nuestra alma, nuestro interior, y asumir con gratitud y piedad filial todo lo que nos ha dejado en herencia la magna personalidad y caridad de Monseñor Lefebvre. No podemos dormitar ni huir de la realidad presente y no podemos tampoco olvidar el estar vigilantes porque los días, como dice el Apóstol, son malos. Traigamos a nuestra mente y a nuestro corazón la honda piedad de Monseñor Lefebvre y perdámonos todos nosotros en el Misterio insondable de Jesús, Nuestro Señor. Para esto, yo no tengo autoridad sobre nadie, pero sí me atrevo a decir, que leamos despacio, con fruición y devoción sincera, la Epístola que la Iglesia Santa nos propone en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Versículos bellísimos, entrañables, ninguna vergüenza para calificarlos de conmovedores. Las conferencias de Monseñor, sus sermones, sus charlas al impartir Ejercicios Espirituales, todo ello estaba impregnado de este profundo e inefable Misterio de Nuestro Señor Jesucristo. Y finalmente para acabar, y no cansarte más, benévolo lector, decir silenciosa y verazmente que aquí, en España, tierra de María Santísima, le pidamos a Elia, en este XL Aniversario, que nos haga vivir y morir como católicos, el gran deseo, el único deseo de nuestro amado Fundador. m


Rogerio Bacon (1214-1292) Rvdo. D. Eduardo Montes

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iscípulo y admirador de Roberto Grosseteste (1175-1253) es el científico de quien hoy nos ocupamos el franciscano inglés Rogerio Bacon. Tanto la ciudad en que nació como el año concreto del hecho no pueden precisarse aunque en general se piensa que sería alrededor de 1220 en un lugar llamado Bilsey. Su familia, originalmente acaudalada, se vio empobrecida durante el tormentoso reinado de Enrique III (1207-1282) lo que no le impidió dedicarse intensamente a los estudios primero en Oxford y a partir de 1241 en la Universidad de Paris. En la ciudad del Sena pasaría 6 años de su vida primero como estudiante y finalmente como profesor de Filosofía. Y tuvo ocasión de trata con los más importantes intelectuales de su época como Alejandro de Hales (11851245) y el canónigo parisino y luego obispo de París y conEn Matemáticas, Rogerio Bacon es el primero sejero de San Luis Guillermo de Auvernia en proponer la reforma del calendario juliano; criticó el vigente sistema astronómico de Ptolo(1190-1249). En Física y Óptica formula observaciones Del primero hay que decir que coinci- meo. sobre numerosos fenómenos de manera raciodió con Bacon en ser inglés y franciscano nal rechazando teorías aristotélicas. Fue quien la idea de utilizar las lentes para corregir como él. Podría añadirse que ambos fue- inició la vista e incluso sugirió la posibilidad de comron vocaciones de las que hoy algunos binar lentes para formar un telescopio. Bacon llaman “tardías”: Rogerio Bacon entró en también poseía algún conocimiento de la forma en la cual los rayos atraviesan una lente. la Orden de San Francisco a los 39 años y Alejandro de Hales a los 37. En general nuestro personaje se caracterizó entre otras cosas por esta intensa relación –no siempre amistosa- con los intelectuales de su tiempo. Y ciñéndonos a sus aportaciones científicas hay que decir que son tan amplias que


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Rogerio Bacon

resulta imposible resumirlas aquí. Sólo enumero alguno de sus títulos: “Encontró los focos de los espejos cóncavos, redactó instrucciones para construir espejos parabólicos, descubrió el principio de la cámara oscura, estudió el mecanismo de la visión”[1]. Todos la inventiva del novelista Julio Verne (1828-1905) se verá amplísimamente superada por la del franciscano medieval al que se le atribuye “la anticipación de la idea de una máquina voladora, barcos sin remos, automóviles, submarinos, puentes colgantes e instrumentos que permitan leer a grandes distancias”[2]. Como clave explicativa de todos estos avances es claro que se encuentra en el cultivo de las matemáticas unido a la observación. Un cráter lunar y un asteroide llevan su nombre. En cuanto al trabajo teológico abogó por un mayor estudio de la Sagrada Escritura frente al esfuerzo especulativo para lo cual insistió en el conocimiento de las lenguas originales protestando enérgicamente por las malas traducciones tanto del texto sagrado como de los autores de la antigüedad. Y, aunque resulta imposible explicar de dónde sacaba el tiempo necesario, interviAfirmó que el cálculo era como la primera de las cienno en polémicas internas de su or- cias, la que a todas precede y nos prepara para comden –en concreto acerca del alcance prenderlas todas, y realizó, al parecer, experimentos de física y química. Fue, en óptica, el precursor de que debiera darse al voto de pobreza Galileo y de Newton; formuló juiciosas observaciones alineándose, dicho sea de paso, con sobre los fenómenos de la propagación, de la reflexy de la refracción de la luz, sobre la formación del la posición más austera- que según ión arco iris, sobre la grandeza aparente de los objetos y el historiador de la Ciencia[3]. Da- las dimensiones extraordinarias del Sol y de la Luna, en el horizonte; describió con sagacidad el vid Linberg serían la causa de que se observados mecanismo de la visión; rechazó, contra lo dicho por le retirara a un convento del centro Aristóteles, la teoría de la propagación instantánea de Italia donde habría pasado unos de la luz; sostuvo que las estrellas tenían luz propia; defendió que las estrellas fugaces eran cuerpos reladiez años hasta que un noble inglés tivamente muy pequeños, no estrellas que atraviesan promovió y obtuvo su vuelta a la isla nuestra atmósfera y se inflaman por la rapidez misma de su movimiento; y no falta quien diga que fue el indonde poco después moriría dejando ventor del microscopio, del telescopio y de la pólvora. tras de sí una aportación inmensa. m Bacon era alquimista y, como tal, profesaba la doctri[1] GUAYDIER, P. Histoire de la Physique, Paris 1959, pag. 14 - 15. [2] JOSE MARIA RIAZA, La Iglesia en la Historia de la Ciencia, BAC Madrid 1999, pag. 47. [3] Consulta Wikipedia, Rogerio Bacon.

na de la unidad de composición de los metales, de la diferente perfección y la posible transmutación de los mismos. La investigación para llegar al descubrimiento de la piedra filosofal reducíase, según él, a una operación metalúrgica dirigida a perfeccionar un metal por medio del calor, imitando el trabajo que la naturaleza realiza en las minas.


Crónica de la Hermandad en España l Bodas de plata del P. Carlos Mestre. Nuestro querido padre Carlos, el más joven de los tres hermanos Mestre sacerdotes de la Hermandad, ha celebrado 25 años de sacerdocio. Caso excepcional de estabilidad, 25 años de vida sacerdotal coinciden en su caso con 25 años de apostolado en España, salvo un intermedio de pocos meses en México y últimamente sus estancias cada vez más largas en


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Crónica de la Hermandad en España

Portugal. El domingo 1º de julio en la capilla de Madrid, y el día de Santiago en el convento de Griñón, celebró misa y recibió el cariño y agradecimiento de todos, tanto fieles como religiosas y mucho clero desplazado al efecto, y los regalos de rigor. Todo acompañado por buena cerveza ¡quizá menos fría que a su gusto! y, en la fiesta de Santiago, por una deliciosa tarta salida de las manos de las Siervas de Jesús Sacerdote y adornada con la foto de un jovencísimo ordenando. Ad multos annos! l Convivencia en Córdoba. En un cortijo de la sierra al sur de Córdoba se reunió a finales de julio y comienzos de agosto un pequeño grupo de jóvenes españoles y franceses, bajo la dirección como monitor de Javier Navas (nuestro agradecimiento a él y su hospitalaria familia) y con la asistencia (no sólo espiritual ¡también entusiasta en juegos y actividades!) del padre José María Jiménez. Santa Misa en una hermosa ermita cercana y rezo del santo rosario, trabajos varios en la finca y excursiones y juegos por la sierra, baños en la alberca y en un embalse próximo etc. Magnífica experiencia que merece repetirse. m


La primavera del postconcilio L. Pintas

l El derecho de presentación… según quién presente. El 8 de noviembre de 1963, el obispo de Las Palmas, monseñor Pildain, presentó una moción en el Concilio Vaticano II contra el derecho de presentación de obispos por parte de los gobiernos. La moción (cuyo único destinatario real en aquel momento era Francisco Franco, depositario como jefe del Estado de un antiquísimo privilegio de la monarquía

católica) fue aprobada por 2055 votos a favor y 8 en contra. España no renunciaría a ese privilegio hasta el 28 de julio de 1976, para gozo de todos aquellos que aborrecían esta costumbre, no tanto por amor a la libertad de la Iglesia, sino por odio a la confesionalidad del Estado, de la que es manifestación histórica: tal vez imperfecta, pero no absurda en un régimen de Cristiandad. Lo que nadie podía prever en 1963 es que cincuenta y cinco años más tarde el derecho de presentación fuese recuperado por la Santa Sede, y no a favor de un gobernante católico,

sino a favor de un gobernante comunista. El 22 de septiembre, la Santa Sede y Pekín firmaron un acuerdo sobre nombramiento de obispos que, de una u otra forma (pues los detalles permanecen secretos en el momento de escribirse estas líneas), implicará la participación del gobierno en la selección de candidatos. No haremos más “sangre” con el tema –más que nada, por falta de información–, pero ¿ven? acabar con el “espíritu del Concilio” (la separación Iglesia-Estado y esas cosas) no es tan difícil. A ver si siguen por ese camino… l El discreto encanto de ser masón. La separación Iglesia-Estado fue el principal objetivo de la masonería desde su fundación, con el objetivo, obvio es decirlo, de unirse al Estado en cuanto la Iglesia se separara de él, hasta absorberlo. Y, ya puestos, si podía absorber a la Iglesia también, miel sobre hojuelas. Obispos dispuestos a ser absorbidos “haberlos, haylos”, como las meigas. El de Lomas de Zamora (Argentina), sin ir más lejos, felicitó este 11 de septiembre a la logia local Giuseppe Mazzini en el 126º aniversario de su fundación en la ciudad. ¡Que ya son ganas de felicitar, hacerlo en un aniversario que no acaba ni en 0 ni en 5! Pero lo de Jorge Rubén Lugones, S.I. no fue solo cortesía, no, sino identificación plena: “Que


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esta celebración los anime a continuar trabajando y desarrollando vuestros ideales de amor, servicio a la humanidad y fraternidad universal”. Fíjense en

el “continuar”: implica que esos ideales son los propios de la organización y ya los abrigaba la logia fundada a finales del siglo XIX. El Papa León XIII, que no debía estar tan enterado como monseñor Lugones de las cosas de su tiempo, asignaba a la masonería por aquellos años, en su encíclica Humanum Genus de 1884, unos ideales y objetivos algo diferentes: “Vejar todo lo posible al catolicismo como una enemistad implacable, sin descansar hasta ver deshechas todas las instituciones establecidas por los Papas en la esfera religiosa”. No es extraño que, visto el cambio, los masones de Lomas de Zamora agradeciesen al obispo, a través de Facebook, “la deferencia”, y ratificasen su compromiso de trabajar “por más Libertad, Igualdad y Fraternidad, dejando de lado las diferencias anacrónicas”. ¡Sobre todo, porque no son ellos, sino el obispo, quienes las han dejado de lado! l La “ideología” de comulgar de rodillas. En esta sección llevamos años rescatando de aquí y de allá malda-

des en unos casos, absurdos en otro, que dan tono a la Iglesia de nuestro tiempo. Pero pocas veces nos habíamos encontrado con algo tan malo, y a la vez tan absurdo, como lo de monseñor Raúl Martín, obispo de Santa Rosa (Argentina), en su empeño por prohibir la comunión de rodillas. Malo, porque al finalizar una misa afeó públicamente a los monaguillos de la parroquia de la Medalla Milagrosa de Santa Rosa que se arrodillasen para comulgar (pueden ver el vídeo, grabado por un feligrés, en el canal de Youtube de Adelante la Fe): “Ustedes vieron que los monaguilllos se pusieron de rodillas en el momento de la comunión. En la ciudad les he pedido a todos los sacerdotes en todas las comu-


La primavera del postconcilio

nidades que quienes ayudan en Misa no comulguen de rodillas… Cuando les he pedido a los monaguillos que no comulguen de rodillas es una disposición del obispo, y por tanto obliga en la diócesis”. (Para lo malo sí que tiramos de autoridad, ¿eh?) Pero ahora viene lo absurdo: “El obispo puede disponer algunas cosas para el bien de su pueblo… Hay una cuestión ideológica que divide a nuestra comunidad… Yo se lo avisé a los monaguillos antes y han hecho una demostración de resistencia, rompen la comunión. Si hay algo que es terrible es la ideología”. ¿Ideología? Monseñor Martín: no es ideología, se llama Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. ¿Bien del pueblo? Bien del pueblo es adquirir conciencia interior de esa Presencia Real mediante el gesto exterior natural de la adoración. ¿Dividir la comunidad? Es muy sencillo: con esa misma exhibición de galones con la que pretende prohibirla, obligue “a todos los sacerdotes en todas las comunidades” a que den la comunión de rodillas. ¡Verá cómo resplandece la unidad, una unidad muy distinta! l Que todas las iglesias sean mezquitas. Al obispo emérito de Caserta, Raffaele Nogaro, lo de crear división no le preocupa tanto como a monseñor Martín. Nogaro es una de las cabezas más visibles de la oposición de la Iglesia italiana a la política migratoria de Matteo Salvini, vicepresidente y ministro del Interior. Esa política migratoria es apoyada por buena parte de

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la población por muchos motivos. No corresponde aquí valorarlos todos, pero ciertamente uno de ellos es el temor a que la oleada de personas de religión musulmana que entran ilegalmente en

el país contribuya a descristianizar aún más una nación que no hace tanto era íntegra y orgullosamente católica. Que no estamos solo ante un problema social, económico o humanitario, sino ante un problema también religioso, lo prueba la frase de monseñor Nogaro du-

rante una entrevista que reprodujeron todos los medios en la primera quincena de julio: “Moralmente y como hombre de fe, estaría dispuesto a transformar todas las iglesias en mezquitas si fuese


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útil a la causa y si eso permitiese salvar la vida de hombres y mujeres, pobres e desgraciados, porque Cristo no vino a la tierra para construir iglesias sino para ayudar a los hombres independientemente de su raza, su religión, su nacionalidad” (Repubblica, 10-7-18). El ardid sofista está claro: lo de “Cristono vino…” es pura verborrea sentimental (¡a ver quién es el guapo que no aplaude con los ojos humedecidos en lágrimas!) destinada a blindar eso de “transformar todas las iglesias en mezquitas”. Nótese: no dice que haya que alojar musulmanes en las iglesias, ni siquiera convertir las iglesias en centros de acogida. Dice que hay que transformarlas en mezquitas. Esto es: arrancar sagrarios, altares e imágenes para convertir miles de lugares de oración al verdadero Dios en centros de oración para seguidores de una religión falsa; dejar a todos los católicos italianos sin un solo lugar de culto para que miles de musulmanes tengan uno en cada esquina; entregarle las llaves de la basílica de San Pedro… pues al ayatolá Jamenei, por ejemplo. No sé si esto, según los criterios de monseñor Raúl Martín, es “ideología” o “divide a la comunidad”, pero sí es síntoma de una actitud. Y para los católicos italianos, que rezan al Santísimo y a la Virgen en los templos que sus obispos más desnortados quieren entregar a los mahometanos, un excelente criterio de discernimiento ante lo que está pasando. l La barbaridad de Rosica. Tales actitudes de prepotencia, más que res-

ponder al tradicional “ordeno y mando”, andan buscando una explicación teológica. El 31 de julio, el padre Thomas Rosica, de la Congregación de San Basilio, con muchos años de trabajo a sus espaldas en la Oficina de Prensa del Vaticano, la ofreció en su blog en Salt + Light Media con un artículo titulado “La cualidades ignacianas del ministerio petrino del Papa Francisco”. En él dice que “el Papa Francisco rompe las tradiciones católicas siempre que quiere porque está ‘li-

bre de apegos desordenados’. Nuestra Iglesia ha entrado en una nueva fase: con la llegada de este primer Papa jesuita, está abiertamente gobernada por una persona, más que por la autoridad de la Escritura sola o incluso de sus propios dictados de tradición más Escritura”. Solo porque la primavera postconciliar ha entrado ya en fase de delirio podemos asumir sin colapsar que un sacerdote de relevancia en la Curia (la tuvo también en los dos sínodos sobre la familia de 2015 y 2016) afirme que la Escritura y la Tradición son apegos desordenados de los que un Papa puede prescindir y, de hecho, prescinde… y sugiera que hemos de alegrarnos de que sea así. m


Cuatro sermones sobre el Anticristo John Henry Newman Así como la primera venida del Señor tuvo su precursor, así también lo tendrá la segunda. El primero fue San Juan Bautista; el segundo será más que un enemigo de Cristo, será la misma imagen de Satán, el pavoroso y aborrecible Anticristo. Acerca de él, tal cual las profecías lo describen, me propongo hablar; y al hacerlo me guiaré exclusivamente por los antiguos Padres de la Iglesia. El beato John Henry Newman, cauteloso a la hora de exponer sus propias opiniones sobre el asunto, toma como referencia principal los textos sagrados y, a partir de ahí, los escritos de los primeros padres. Este escrupuloso esfuerzo por mantenerse dentro de los límites de lo seguro es garantía de seriedad y prudencia en el tratamiento de una cuestión tan manoseada como incomprendida. Los sermones que componen esta obra (El tiempo del Anticristo, La religión del Anticristo, La ciudad del Anticristo y La persecución del Anticristo) fueron predicados durante los cuatro domingos del tiempo de Adviento de 1835. Con ellos John Henry Newman no desea más que extraer un bien objetivo de lo que para algunos representan unas consideraciones inquietantes. El creer que una persecución aguarda a la Iglesia puede actuar como un freno sobre nuestros corazones rebeldes y egoístas, sea que ésta tenga lugar en nuestros días o no, escribe. Además, la propia naturaleza de los textos, unida a la reconocida maestría literaria de Newman, es garantía de claridad expositiva.

Pueden hacer su pedido a nuestra dirección. Precio: 12 €


Capillas de la Hermandad San Pío X en España Madrid

Capilla Santiago Apóstol C/ Catalina Suárez, 16 Metro: Pacífico, salida Dr. Esquerdo. Bus: 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141 Domingos: 10 h.: misa rezada 12 h.: misa cantada 19 h.: misa rezada Laborables: 19 h.

Granada

Capilla María Reina Pl. Gutierre de Cetina, 32 Autobús: S3 1er domingo de cada mes, misa a las 11 h. Sábado precedente, misa a las 19 h. Más información: 958 51 54 20

Córdoba

C/ Angel de Saavedra, 2, portal B, 2º izq.

Siervas de Jesús Sacerdote Lunes siguiente al 1er domingo, SERRANILLOS DEL VALLE Domingos: misa a las 10 h. Semana: misa a las 8’15 h. Exposición Stmo. Domingos: 19 h. Jueves: 19 h. Más información: 91 814 03 06

Barcelona

Capilla de la Inmaculada Concepción C/ Tenor Massini, 108, 1º 1ª Domingos: misa a las 11 h. Viernes y sábados: misa a las 19 h. Más información: 93 354 54 62

Palma de Mallorca

Capilla de Santa Catalina Tomás C/ Ausías March, 27, 4º 2ª 4º domingo de cada mes, misa a las 19 h. Más información: 91 812 28 81

misa a las 19 h. Más información: 957 47 16 41

Valencia

Consultar dirección: 91 812 28 81 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h.

Oviedo

Capilla de Cristo Rey C/ Pérez de la Sala, 51 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h. Más información: 984 18 61 57

Vitoria

Capilla de los Sagrados Corazones Pl. Dantzari, 8 3er domingo de cada mes, misa a las 19 h.

También se celebran misas en:

Salamanca, Murcia, Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.

Para cualquier tipo de información sobre nuestro apostolado y lugares donde se celebra la Santa Misa, pueden llamar al 91 812 28 81 Impreso: Compapel - Telf. 629 155 929


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