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La Crisis de Espiritualidad en EEUU

Con la superposición de importantes conmemoraciones religiosas en abril de este año, esperaba que pudiéramos ser recompensados con un regreso a esa rara y pacífica conjunción de la Pascua de Resurrección con el Ramadán y la Pascua Judía que disfrutamos por última vez en 1993. Este deseo era una esperanza dado el dramático aumento en la violencia armada que hemos estado experimentando en los EEuu desde 2020 y los ya más de 130 baleos masivos —aquellos con más de cuatro muertos— que hemos tenido este año... incluso antes que llegara abril. En cambio, el mes estalló una vez más con más violencia sin sentido y los terribles eventos en la escuela en Nashville, una fiesta de cumpleaños en Atlanta y varios otros —pero lo peor de todo fue el baleo del joven Ralph Yarl cuando tocó el timbre equivocado en Kansas City.

Estados unidos ha sido invadido por miedos infundados, odios contra todos los colores, y pistolas en cada mano y cinto y en cada mesita de noche o de t V. solían molestarnos todos esos misioneros y esos folletos religiosos o libros sagrados que nos iban refregando toda la vida. Éramos una nación más religiosa que la mayoría —pero ahora nuestra tradición de fronterismo armado ha sido trocada por una brutal cultura de miedo, sospecha, y hostilidad hacia muchos de nuestros vecinos —y es más probable que hoy en día refreguemos un cañon de revólver en lugar de biblias contra el resto.

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El expedito acceso a las armas de fuego es lo que las convierte en el gran fetiche de nuestro tiempo, y si —en el improbable caso de que no las tengamos a mano o en la casa— simplemente es cuestión de pasar con su proveedor local para obtener estos instrumentos de asesinato en masa en el camino a cualesquiera sea la “zona de muerte” elegida —como fue prácticamente el caso en nashville la semana pasada. Dicen que el delito es la salud mental del tirador, no las armas, pero Cervantes nos enseñó hace más de 400

Current Issue S

America’s Crisis of Spirituality

from the previous page handiness of the guns and the fear mongering that goes with them, we could save our Quixotes from so many tragedies.

Yet so many of our neighbors have become so scornful and imperious toward any hint of gun control advocacy that just raising the subject invokes disqualification, as it did just now in the tennessee legislature. t his polarization of our society has pushed us so far from the common ground of the spirit of the joint adventure which created us and nurtured us that it is hard to imagine that we ever credibly recited “one nation, under God, indivisible... .”

Getting back to the spirituality of our shared enterprise is where we need to go. it is the incredible force behind the heroism that is sustaining the people and nation of the Ukraine in the face of the terrible Russian onslaught today. And just as the Ukrainians need guns and ammunition to win their battle, we need to get the guns out of the way in order to win ours.

La Crisis de Espiritualidad...

viene de la vuelta

Th E PoLICEm A n

The policeman at the corner seemed comical to me, Ill-featured, chubby, short.

I conjectured being persecuted by that kind of body. I puffed up, haughty, provoking him with Libertarian insolence, subtle, like When the bullfighter forces the bull to charge the cape. Assured of my boldness, I initiated the challenge just to Fight Covid’s endemic boredom.

I began the race and he came up from his lethargy. He ran at an inconceivable speed.

I couldn’t infer such an ability from a being Tied by gravity, contradicting it. The metamorphosis reflected the species. That man with a rock as a brain, The automaton riddled with irascible neurons, That heartless henchman, enemy of the people, Who enjoys breaking skulls, smashing eyeballs, Torturing, as if following cooking recipes, Murdering, charging minimum wage, Concealing the bodies in his useless mind. I immediately stopped to confront him Unable to contain my laughter. There he was, besieging me, hissing, confused. “Why are you following me?” I asked him. “You are running. You are a suspect, that’s why.” He said. “Man, with that prepuce face you’re carrying, Even you mother would be fleeing.”

EL PoLICí A

Gene Bigler, PhD Writer & consultant on global affairs, former professor, retired diplomat

años que la banalidad es el peligro. Alonso Quijano fue un ciudadano modelo hasta que la proliferación de todos los libros y cuentos de caballería impulsaron al Don Quijote que había en él a lanzarse a los molinos de viento. s i no hubiera tantas armas de fuego a la mano, aunado al miedo que las acompaña, podríamos salvar a nuestros Quijotes de tantas tragedias.

Sin embargo, muchos de nuestros vecinos se han vuelto tan desconfiados e imperiosos hacia cualquier indicio de control de armas, que el solo hecho de mencionar el tema invoca a la descalificación —como sucedió ahora en la legislatura de tennessee. Esta polarización de nuestra sociedad nos ha alejado tanto del terreno común del espíritu de la aventura conjunta que nos creó y nos nutrió que es difícil imaginar que alguna vez recitáramos de manera creíble “Una Nación, Bajo Dios, Indivisible…”.

Volver a la espiritualidad de nuestra compartida empresa es a donde debemos ir. Es la increíble fuerza detrás del heroísmo que sostiene al pueblo y la nación de ucrania frente al terrible ataque ruso de hoy. Y así como los ucranianos necesitan armas y municiones para ganar su batalla, nosotros necesitamos sacar las armas del camino para ganar la nuestra.

El policía en la esquina me pareció cómico, Mal encarado, rechoncho, bajo de estatura. Conjeturé ser perseguido por ese cuerpecillo. Inflé el pecho, altanero, provocándolo con Un desplante libertario, sutil, como El torero cuando obliga al toro embestir el capote. Seguro de mi osadía, inicié el desafío sólo para Combatir el aburrimiento endémico del Covid. Comencé la carrera y él salió de su letargo. Se disparó a velocidad inconcebible. No logré inferir tanta habilidad en un ser Maniatado por la gravedad, contrariándola. La metamorfosis reflejó la especie. Aquel ser con el cerebro de piedra, El autómata plagado de neuronas iracundas, Ese esbirro despiadado, enemigo del pueblo, Quien goza rompiendo cráneos, destrozando Ojos, torturando con recetas de cocina, Asesinando por el sueldo mínimo, ocultando Los cuerpos entre la basura de su mente. De inmediato me detuve para confrontarlo Sin poder contener la risa.

Ahí estaba, asediándome, bufando, confundido.

–¿Por qué me persigues? –le pregunté. –Corres. Eres sospechoso, por eso. –Dijo. –Compadre, con esa cara de prepucio indeseable que cargas, Hasta tu madre saldría huyendo.

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