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1.4. El Ocaso de las Polis

A su interior, el papel fundamental lo juega la familia al contribuir al desarrollo de la comunidad doméstica, pero las polis son anteriores por “naturaleza” a la familia.

Es uno de los primeros pensadores en concebir a la “naturaleza” como fuente de desarrollo, es decir, ve a la naturaleza interna de las cosas como el sujeto de consecutivas transformaciones de su esencia o las formas, por eso es que, al desarrollar mucho más su teoría sobre la ciudad, sus criterios sobre las implicancias de la salud pública y el abastecimiento de agua a las polis es cuidadosamente definido. Así, sostuvo que, la ubicación de la ciudad debe estar celosamente escogida y cerca de los manantiales, sobre todo por la salud ciudadana. Este es el punto de mayor importancia que deben tener los gobernantes antes que el situar una ciudad con fines de administración pública o de la guerra. Con idéntico criterio subrayaba la importancia de brindar agua pura a la vecindad en periodos de paz, guerra o sequía.

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Así mismo, asignó un gran rol a la ciudad como cuna de las artes y las ciencias.

Como Platón, Aristóteles considera a la educación como fuerza social del cambio, debiendo ser impartida a la juventud para que realice trabajos útiles, sea virtuosa y le permita adquirir un mayor conocimiento que redunde en el avance de la ciudad.

Finalmente, Aristóteles dedicó su atención al problema matrimonial, a la autoridad paternal, al problema de la eugenesia, etc. En suma, su pensamiento social urbano, introduce el método comparativo en el análisis de las instituciones humanas, demostrando, sus cualidades y enseñando que los valores alcanzados por unas no son válidos para otras, incluso en el tiempo. Existe entonces una evolución propia de los fenómenos que pueden ser evaluados y comparados.

1.4. El Ocaso de las Polis. -

En las postrimerías del siglo IV a. n. e. se acentuaron manifestaciones sociales y políticas de la crisis de la democracia esclavista griega.

Las teorías socio-urbanas de Platón y Aristóteles partían del supuesto de que la prosperidad de la Ciudad-Estado, dentro de sus propios límites, podía ser alcanzada mediante la elección de gobernantes sabios y sabias leyes, postulado que no eran reales ni podían ser alcanzados.

Otro factor que agrava la crisis es el referido al que todos los ciudadanos griegos-incluso Platón y Aristóteles- se sentían seguros del dominio esclavista sin tomar en cuenta las condiciones de interrelación de Grecia con los países de su entorno.

Así pues, Atenas – como otras ciudades griegas – pierde su independencia y es integrada al imperio de Alejandro Magno. La rápida disgregación de este dilatado imperio a la muerte de su fundador, no puede detener la crisis que tiene hondas raíces en las contradicciones propias del esclavismo, y que en su desarrollo da lugar a cambios esenciales en la vida espiritual e intensifica el debate filosófico y urbano de la sociedad griega.

Lo cierto es que la acumulación de problemas sociales y políticos del mundo griego ya no podían ser resueltos tan fácilmente por las ciudades-estados, ni por las confederaciones o monarquías que siguieron a las conquistas de Alejandro.

Bastaba percibir el hecho que el gobierno de la ciudad no era tan importante como se había imaginado, que la vida de cualquier ciudad no estaba en su mayor parte dirigida por ella misma y que los estadistas no eran lo suficientemente capaces, o se encontraban con limitaciones reales para poder cumplir con sus obligaciones. El resultado tuvo que ser la aparición de opiniones y actitudes derrotistas, tendencias a apartarse de la vida pública y velar por su situación personal propia, o la condena al sistema existente. Es así como en este periodo surgen tres importantes corrientes del pensamiento helenístico: El escepticismo, el epicureísmo, y el estoicismo.

La primera corriente abarca del siglo IV al I y II de a. n. e., siendo su postulado cardinal, la duda de la posibilidad y utilidad del conocimiento de la realidad objetiva.

El epicureísmo, partía de la necesidad de crear una ética conducente a la felicidad. Felicidad que consiste en evitar todo dolor, preocupación o ansiedad, por lo tanto, el sabio no tiene nada que ver con la política, con las cuestiones sociales, a menos que las circunstancias lo obliguen.

La ética de los Epicúreos, combate consecuentemente los prejuicios religiosos por herir la dignidad humana. Consideraba lo temores de la religión, de la retribución divina y los incomprensibles caprichos de los dioses entre los hombres y los pueblos como absolutas falsedades. “Todas las formas de vida social, decía, sus instituciones políticas y sociales, las artes y las ciencias, en

resumen, toda la cultura humana, se ha producido si intervención de otra inteligencia, divina, que la de los hombres”.

“Los dioses – y de ello debemos estar seguros, enfatizaban – no se preocupan de los hombres, y, por ende, no se mezclan ni para bien ni para mal en el curso de sus vidas ni de las polis” 4 . “Los dioses no son de temer, porque no pueden intervenir en la vida humana, no viven en nuestro mundo, sino entre las regiones, entre los mundos, en la imaginación humana”5 .

Con tales postulaciones fundamentaban el origen materialista de las instituciones humanas, a la vez que, hacia volver la mirada sobre la ciudad, asestaba un duro golpe a quienes siempre habían conducido el pensamiento y el actuar urbano por la senda del parnaso y el Olimpo.

La doctrina del Epicureísmo, no dio mayor importancia a las formas de gobierno, en términos generales tuvo preferencias por la monarquía, por ser ella la más fuerte y más segura de gobierno. Finalmente, fue la última Escuela materialista griega, siendo después cuestionada por los autores cristianos de la edad media.

Por su parte, los estoicos, reivindicaban la necesidad de encontrar los rastros de la verdad en las creencias populares que a todas luces eran falsas. Consideraban también, que el conocimiento no es más que el arte de saber vivir. Es necesario vivir conforme a la naturaleza y la felicidad radica en librarse de las pasiones. En la vida todo es predeterminado por el destino, a quien así lo quiere (el resignado) lleva el destino tras de sí, a quien se resiste (el opugnador) lo arrastra la fuerza.

Según los estoicos, dado que el hombre es un ser social, y, al propio tiempo parte del mundo, el instinto natural de subsistir en sí que mueve su comportamiento se eleva hasta la preocupación por el bien del Estado, la fraternidad e incluso a la comprensión de los deberes para con el todo mundial, es necesario que el sabio, el gobernante, se sitúe por encima del bien personal, el bien del Estado, al que no duda en sacrificar la vida si hubiera necesidad.

Finalmente, los cínicos, que representaban la mentalidad de las capas populares democráticas del esclavismo griego, postularon también una filosofía urbana y una política de evasión, pero de tiempo muy distinto.

4 Larsen. J. R. La filosofía de Epicuro, pag389, N. Y. 5Larsen. J. R. La filosofía de Epicuro, pag389, N. Y.

La escuela cínica, más que ninguna otra, formula una protesta contra la Ciudad-Estado y las clasificaciones sociales en que se basa esta; su evasión consistió en renunciar a todo lo que por lo común denominaban los hombres los bienes de la vida. La base filosófica de sus enseñanzas era que el sabio debe bastarse enteramente así mismo; es decir, para una vida digna basta el desarrollo de las facultades, el pensamiento propio y el carácter personal. Entre las cosas indiferentes se hallan el matrimonio, la propiedad, la familia y la ciudadanía, o todo aquello que se considere como digno de respeto. Todos los hombres son iguales y no puede haber privilegios de ninguna clase. De este modo, todas las costumbres griegas se vieron sometidas a una fuerte crítica, percibiendo la decadencia de la Ciudad-Estado.

Como podemos apreciar, el notable desarrollo del pensamiento social urbano de los griegos se debió a que sus ciudades ocupaban lugares estratégicos en las líneas de exploración o explotación, de los centros productivos comerciales más importantes de la época. Razón suficiente para que, al crecer las ciudades, dominen la economía rural y entren en la controversia filosófica acerca de lo ideal y lo material, lo ético, los deberes y obligaciones ciudadanas y de los gobernantes y su correspondencia con el conflicto urbano generaron las ideas que hemos reseñado anteriormente. Caracterizan este pensamiento socio-urbano, desde el auge jónico hasta su caída ante la invasión macedónica, los aspectos siguientes:

A. Su profunda ligazón al estudio objetivo de la naturaleza, a las matemáticas (principalmente los cálculos indispensables para las transformaciones comerciales – la tabla de Pitágoras – por ejemplo) y la astronomía (duración del año, las estaciones climáticas, etc.) y otras más.

B. El profundo contenido ideológico que embarga al problema urbano, es expresado en conceptos mucho más elevados y referidos esencialmente al problema gubernamental, a la ética, a las clases sociales que habitan los pueblos, a las cualidades de los hombres, etc.

C. El debate sobre la ética profesional del arquitecto es un asunto que data desde esa fecha no solo por la obligación ante el usuario, sino también, frente a la colectividad.

D. Es profundo el contenido idílico de las propuestas socio-urbanas, ya que las iniciativas de Platón y Aristóteles y los otros, siempre inciden en lograr un

Estado habitado por ciudadanos éticos, gobernados por autoridades eficientes y amparadas en leyes justas.

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