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1.3. El Ideal Político Aristotélico

últimas han sido creadas por los dioses inferiores. Cada categoría debe limitarse a cumplir sus deberes, abstenerse de toda injerencia sobre las restantes, aunque, solo una educación especializada puede permitirte al alma racional superar al valor y al apetito.

Puntualizaba también, que los dos grandes males de toda ciudad son la pobreza y la riqueza. La miseria es madre de la vileza y el vicio y la riqueza del lujo indolente; pero ambas causan el deterioro de las artes, los hombres y la ciudad.

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El hombre que vive hipnotizado por la sed de riqueza, cuanto más tiene más quiere, desdeña la conservación de los valores, menosprecia a los pobres, a la ciudad, pero cuando llega la guerra, se acuerda y acude a ellos para salvar sus intereses.

1.3. El Ideal Político Aristotélico. -

Aristóteles (384-322 a. n. e.) el distinguido discípulo de Platón, crea en los momentos de debilitamiento de la democracia en Atenas y las demás ciudades, su propia doctrina socio-urbana autónoma caracterizada por la estrecha ligazón con las ciencias naturales y los estudios sociopolíticos que realiza.

“La Política” proporciona la concepción aristotélica de la sociedad y la urbana basada en el profundo material reunido por sus discípulos acerca de los conflictos sociales y comparación de las constituciones políticas de las 158 ciudades que visitaron.

Así pensaba que la familia y el Estado (no olvidemos que, para los griegos, Estado es sinónimo de ciudad) existen por naturaleza antes que el individuo, ya que todo debe existir antes que cualquier parte individual.

Puesto que el hombre aislado, no es autosuficiente para la satisfacción de sus posibles necesidades, es vital que asocie y mantenga las primigenias formas de comunidad, de allí, que Estado, familia e individuo deba cumplir un conjunto de relaciones reciprocas. Así, por ejemplo, el primero cumplirá iguales funciones a los efectuados por la familia, y ésta como el individuo le deben obediencia, es decir, los hombres, la familia y el Estado, por ser de origen natural el uno del otro en el logro del mantenimiento de la sociedad. Además, en virtud de la satisfacción de aquel cuadro de necesidades, el hombre es gregario, razón que lo conduce a ser un animal político por naturaleza, esto es, un ser que por naturaleza o

necesidad vive en asociación, en comunidad con su especie. Sólo así el hombre podrá lograr el mayor provecho y prosperidad de la sociedad.

Concede a la propiedad una ubicación social fundamental y no estaba de acuerdo con la propiedad comunal ni con la repartición igualitaria de la tierra ya que ello conduciría a la disputa entre los hombres y rompería la unión del Estado. Criterio que lo distancia de las ideas comunistas de Platón y por ende propone la existencia de un Estado por arreglo a leyes, normas jurídicas y nunca despótico, ni siquiera bajo el despotismo ilustrado del filósofo-rey. En todo caso, en todo Estado bueno el soberano último debe ser la ley y no ninguna persona.

El problema de que el Estado se rija con arreglo a leyes, está íntimamente ligado a saber si es mejor ser regido por el mejor hombre o por las mejores leyes, ya que un gobierno que consulta el bien de sus súbditos es también un gobierno con arreglo a ley. En consecuencia, Aristóteles acepta la supremacía de la norma jurídica como marco distintivo del buen gobierno y no como una desgraciada necesidad.

Entonces, existen dos principios fundamentales en un buen gobierno: primero, la obediencia real a las leyes de parte de los ciudadanos, segundo, la bondad social de las leyes. He aquí la formula aristotélica de su sociedad ideal.

Así pues, el ideal político coincide enteramente con el de Platón en lo que se refiere a señalar como finalidad esencial de un Estado ético, la mejora moral de sus ciudadanos, ya que debe ser una asociación de hombres que vivan juntos para alcanzar la mejor vida posible. Como Platón, Aristóteles, limitó su ideal a la Ciudad Estado que conocía y frecuentaba, al grupo pequeño e íntimo en el que la vida del Estado es la vida social de sus ciudadanos, que cobija los intereses de la familia, de la religión y del trato personal amistoso de los hombres. Además, porque solo en una Ciudad-Estado muy pequeña se puede producir el desarrollo superior, y atribuye este hecho sólo a los griegos por tener la facultad de hacerlo.

La existencia de dos clases fundamentales: los muy ricos y los muy pobres es causa del desastre del Estado.

Los muy ricos se consideran por encima de la autoridad legal, consideran que se les debe otorgar privilegios especiales, son indolentes, avaros y gobiernan despóticamente.

Los pobres se han degradado para comprender la razón y la necesidad de la autoridad y los dictados de la ley. Consideraba que la clase más útil era la de

los labriegos que, por su modo de vida y su dispersión, no tienden a intervenir activamente en las cuestiones de la gobernación pública.

La desigualdad social es la fuente de todas las revoluciones. ¿Cómo impedirlo?, la riqueza social debe ser redistribuida bajo vigilancia, nadie deberá recibir poderes extraordinarios, de los asuntos gubernativos deben dedicarse las clases sociales que tienen ciertas rentas.

Cuando la clase media está en el control, la sociedad está salvada. Los Estados en los cuales la clase media es numerosa serán probablemente bien administrados. Las personas de clase media no conspiran entre sí, ni tampoco los demás conspiran contra ellos. La clase media impide que tanto los ricos arrogantes, como los irrespetuosos pobres dominen el Estado. Porque la clase media es apta para actuar según los principios del sentido común y ella debe ser la mayoría social de todo Estado.

Fuente de todas las revoluciones sociales son la desigualdad, la insolencia, el miedo, los peculados, el incremento desproporcionado de la riqueza, la desobediencia a la ley y los conflictos sociales. Sin embargo, la causa fundamental se halla en las ansias de lucro y de honores.

Por estas razones, la noción capital de la ética aristotélica es la del justo medio (to mesón), por lo que se entiende, la aptitud de orientarse acertadamente, de optar por la conducta debida. Ahora quien el justo medio no es simplemente lo bueno: hay que elegir no el justo medio de lo bueno, sino lo mejor entre lo bueno.

En todo Estado, dice Aristóteles, tenemos dos clases de gobierno: los “normales” (monarquía, aristócrata y politeia) y “anormales” (tiranía, oligarquía y democracia). Siendo para él, la mejor, la forma “media” o “politeia” por ser las más justa y a cargo de las clases que tienen una renta media y quedando fuera de él los esclavos y la minoría oligárquica por su proclividad a la dilapidación de los bienes de la ciudad.

Las polis, indica, es una forma de comunidad, una unión de personas semejantes que, a causa de sus diferencias, pueden satisfacer sus necesidades mediante el cambio de bienes y servicios. Esto es sustancialmente idéntico a la creencia platónica de que el Estado se basa en la división del trabajo, pero Aristóteles difiere de Platón, al distinguir varias especies de comunidad y las polis es una ellas.

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