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S.J. Veckor

¡AQUÍ VIENE EL ESPOSO!

CRISTO VIENE DESPUES DE LA TRIBULACION DE AQUELLOS DIAS ¡SALID A RECIBIRLE!

MOVIMIENTO ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA MENSAJE DE LA COSECHA LIMA – PERU 2011


DEDICATORIA A “todas las gentes” (Ap. 18: 3) de cualquier raza, religión, iglesia, nación, idioma, que esperan la segunda venida de Cristo, “para recibir al Señor en el aire” (1Ts. 4:17).


INTRODUCCIÓN “VENDRÉ

OTRA VEZ…para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:1,3), es la promesa que Cristo, el “divino Hijo de Dios” (DTG: 67), nos dejó antes de irse al cielo. Desde entonces, tenemos la esperanza, que vendrá por segunda vez, a llevar a sus redimidos, en cumplimiento del Plan de Redención del hombre, elaborado por Dios y Cristo, antes de la fundación del mundo. Sobre su segunda venida, profetizaron los profetas del Antiguo Testamento y proclamaron los apóstoles de Jesús, conforme consta en los escritos del Nuevo Testamento, que para nosotros hoy, ambos testamentos constituyen la Biblia, la Palabra de Dios. Elena G. de White, la mensajera del Señor, del pueblo del advenimiento afirma: “Una de las verdades más solemnes y más gloriosas que revela la Biblia, es la de la segunda venida de Cristo para completar la gran obra de redención” (M: 11). Se da el caso, que a inicios del siglo XIX el norteamericano Guillermo Miller, se dedicó a investigar por más de diez años la Biblia, a fin de encontrar el tiempo que vendría Jesús. Cuando lo encontró (de acuerdo a su investigación), empezó a predicar la segunda venida de Cristo, entre los protestantes de aquel tiempo, pero ninguna de las tres fecha que fijó, se cumplió. No, porque la Palabra de Dios haya fallado, sino porque la profecía en que se basó para proclamar su segunda venida anunciaba otra cosa. Esta decía: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas, luego el santuario será purificado” (Dn. 8:14). Esta purificación del santuario es verdadera, está en cumplimiento desde que finalizó dicho plazo profético. Al finalizar las 2,300 tardes y mañanas en el cielo, Cristo “vino hasta el Anciano de días” (Dn. 7:13), su Padre, para a iniciar la purificación del santuario. Pero, eso no fue la expectativa de Guillermo Miller y sus colaboradores, que se embarcaron en esta empresa. A mi entender, a Guillermo Miller le sucedió un hecho similar al que le sucedió a Cristóbal Colón, quien se embarcó con el propósito de llegar a las Indias. Partía del hecho, que para él la tierra era redonda y de acuerdo a sus estudios de navegación, llegaría a su objetivo con éxito. Grande fue su sorpresa, que al ejecutar su proyecto llegó a América, que era un nuevo mundo, que él no conocía. Así fue, Miller partía del hecho, que si descubría la fecha exacta cuando empezó la reconstrucción del templo de Jerusalén, entonces encontraría la fecha exacta que culminaría las 2,300 tardes y mañanas de Dn. 8:14 y decía que ese día vendría Jesús, porque creía que el santuario era la tierra. No obstante, el cálculo a que arribó fue exacto, pero el acontecimiento fue otro, que él no había previsto ni pudo entenderlo. Hoy, sabemos que era Dios, quien sacaba a su pueblo, del “Egipto espiritual” para que, averiguando sobre el tiempo de la segunda venida de Cristo se preparara para


recibirlo, “pero, ahora en el tiempo de reunión” (PE: 74). Decimos esto, pues la predicación de una fecha fija de la venida de Cristo para la primavera del año de 1843 y posteriormente para la primavera de 1844 (el 22 de marzo), generó un movimiento. En la Biblia está representado por el mensaje del primer ángel de Ap.14:7, que proclama: “Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. De igual manera, desde el 22 de marzo de 1844 hasta el 22 de octubre de 1844, se predicó la venida de Jesús, por Guillermo Miller y sus colaboradores, Samuel Snow y otros. La proclamación de esta nueva fecha fija generó un nuevo movimiento, llamado movimiento del Sétimo mes, que sufrió un gran chasco, más que los dos anteriores, al no cumplirse su predicción, pero que agrupó cantidad de adventistas deseosos de ser arrebatados al cielo. En la Biblia este movimiento está representado por el mensaje del segundo ángel de Ap. 14:8, que proclama: “Ha caído, ha caído Babilonia la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación”. Los pocos que se sobrepusieron al chasco de 1844, siguieron estudiando las Escrituras, pidiendo a Dios que les ayude a entender la razón de su fracaso. Es entonces, que en diciembre de 1844 se manifestó el “don” del Espíritu de Profecía (1 Co. 1:7), en Elena G de White. Por medio de ella, Dios ha revelado que le había sucedido a su iglesia en el pasado, que sucedió en su tiempo y que sucedería hasta el fin de la historia de esta tierra, en el contexto de las cosas, que están reveladas en la Biblia. Con la presencia de Elena G. de White, la mensajera del Señor, empieza a generarse un tercer movimiento, denominado movimiento adventista del sétimo día. En la Biblia está representado por el mensaje del tercer ángel de Ap. 14:9, que proclama: “Si alguno adora a la bestia y su imagen y recibe la marca en su frente o en su mano, el también beberá del vino de la ira de Dios”. Como evidencia, del don del Espíritu de Profecía, el pueblo de advenimiento, sabe que Jesús, al resucitar ascendió a los cielos y el día de pentecostés judío del año 31 d. C., “por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario” (He: 912). Entró primero al Lugar Santo del Santuario Celestial, allí, realizó una obra de abogado-intercesor y sacerdote, en bien de los hijos de Dios por 1813 años, que concluyó el 22 de octubre de 1844. Desde esta última fecha, Jesús intercede como abogado-intercesor y Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial, hasta que concluya la “hora de su juicio” (Ap. 14:7), hasta que haya “caído Babilonia” (Ap. 14:8) y hasta que termine el sellamiento “en sus frentes a los siervos de nuestro Dios” (Ap. 7:3). En este lapso, “Si alguna adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente” (Ap. 14:9), será destruido por la ira venidera, “los cuatro vientos” (Ap. 7:1) y, “las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios” (Ap. 15:1).


Si bien es cierto, que se conoce el inicio de la hora del juicio investigador en el cielo. ¿Será cierto, como dicen algunos, que el tiempo del fin de la hora del juicio, no será conocido? ¿No conoceremos en qué consiste la caída de Babilonia? ¿No distinguiremos como se adora a la bestia, ni cómo se recibe la marca de la bestia en la frente? Está profetizado, que “Satanás ha ideado un estado de cosas por el cual la proclamación del mensaje del tercer ángel será detenida” (Ev: 171). Si esto es así, entonces muchos no sabrán cuándo terminará la hora del juicio investigador, tampoco han de saber en que consiste la caída de Babilonia, ni cómo se recibe la marca de la bestia en la frente. Los que no sepan, estarán distraídos con el “estado de cosas”, que existe en las iglesias del mundo religioso, hasta que pase el tiempo del sellamiento y no reciban el sello del Dios vivo, para ser salvos. Luego, desprotegidos entrarán al periodo de la “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mt. 24:21). Esta tribulación, es un periodo de persecución por causa de “los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Ap. 14:12), los que hoy están desapercibidos y no son sellados por Dios, no resistirán las pruebas y fracasarán, como está escrito: “allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mt. 24:51). El Espíritu de Dios revela, “Satanás probaba cada una de sus artes para sujetarlos donde estaban hasta que hubiese pasado el sellamiento, hasta que la cubierta se hubiese corrido sobre el pueblo de Dios, y ellos hubiesen quedado sin refugio que los protegiera de la ira ardiente de Dios en las siete últimas plagas. Dios ha comenzado a correr está cubierta sobre su pueblo, y ella será extendida sobre los que han de tener refugio en el día de la matanza. Dios obrará con poder a favor de su pueblo; y a Satanás también se le permitirá obrar” (PE: 44). Es precisamente, en estos últimos años “del fin de la historia de este mundo”, antes que llegue el tiempo de la matanza, Dios ejecuta sus providencias para salvar a los obedientes a su Palabra. La Biblia señala, que Dios desde el cielo envía “otro ángel”, que al descender del cielo “clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia y se ha hecho habitación de demonios…Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de sus fornicación” (Ap. 18:1-4). Este “otro ángel” de Ap. 18:1, no es un ángel literal, sino que representa un cuarto movimiento, que en sus fines y objetos sigue al tercero, al segundo y al primero de los movimientos que le precedieron. A medida que este ángel cumple su misión encomendada, se escucha “otra voz del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío,


para que no seáis participes de sus pecados ni recibáis parte de sus plagas” (Ap. 18:4). De esto entendemos, que las doctrinas que predica el “otro ángel”, están basadas en el primero, segundo y tercer mensaje angélico de Ap. 14: 6-13, más la “luz especial”, o “luz adicional”, que ha recibido por el estudio de las profecías de la Biblia y de los testimonios del Espíritu de Profecía. Todo ello, en su conjunto ha empezado a proclamar y lo hará bajo el periodo de tiempo que le toca vivir, hasta cuando termine el tiempo de gracia y se produzca después la segunda venida de Cristo. Elena G de White, en 1889 escribió: “Yo indiqué (en la Sesión de la Asociación General de 1888) que, cuando se aproximaran los acontecimientos del fin de la historia de este mundo, habría una luz especial para el pueblo de Dios. Otro ángel vendrá del cielo con un mensaje y toda la tierra será iluminada con su gloria. Para nosotros es imposible determinar cómo se revelará esta luz adicional” (ETF: 148). Sobre la “luz especial”, en el año 1900 la mensajera del Señor dijo: “Ahora debe darse en todas partes del mundo el mensaje del cuarto ángel, que sigue al tercero. Será EL MENSAJE DE LA COSECHA y toda la tierra será iluminada con la gloria del Señor. EL SEÑOR TIENE ESTE ÚLTIMO LLAMADO DE MISERICORDIA PARA EL MUNDO” (ETF: 179). Como se puede ver, el mensaje de la cosecha, es la “luz adicional”, “para el pueblo de Dios”, de esta última generación. “LA COSECHA ES EL FIN DEL TIEMPO DE GRACIA” (PVGM: 50), para ser salvos por Dios en Cristo. Tiempo de gracia que finalizará cuando en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial Cristo diga: “Hecho está” (Ap.21:6) y concluya la obra de salvación de la humanidad. Luego, entrará a “las bodas del Cordero”, que es una ceremonia donde Dios, le investirá de la dignidad de Rey y, así venir en las nubes del cielo, a llevar a su pueblo que espera su venida. Esta investigación, “¡A la ley y el testimonio!”(Is. 8:20), demuestra cuando será el fin del tiempo de gracia, primero para el Israel moderno - el pueblo de Dios - y cuando, después para los gentiles, o los que se encuentran en Babilonia que no conocen el evangelio eterno. De ahí, que esta “luz adicional”, el mundo religioso de hoy, debe tomar conocimiento, a fin de que cada quien tome su propia decisión: aceptar o rechazar el mensaje de la cosecha. Por cuanto, Babilonia según está revelado, no solo es la Iglesia Católica, las iglesias protestantes, o las iglesias caídas, las iglesias apóstatas, o las iglesias falsas, sino abarca en general “el mundo religioso” (PP: 163). Incluye aquellas iglesias adventistas y otras, que han surgido desde el año de 1844 y sus miembros se encuentran bebiendo el vino de Babilonia, que hace peligrar su salvación. El “otro ángel” de Ap. 18:1, repite “El mensaje de la caída de Babilonia, tal como lo dio el segundo ángel, con la mención adicional de las corrupciones introducidas


en las iglesias desde 1844” (PE: 277). “De ahí, que este movimiento esté simbolizado por el ángel que baja del cielo, alumbrando la tierra y denunciando con voz potente los pecados de Babilonia” (CS: 662). Proclama el final del ministerio de Cristo, en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial y, el “destino de cada clase de personas queda fijado para siempre” (PVGM: 94). Este acontecimiento, sucederá dentro del periodo de la hora de la prueba, que espera al pueblo de Dios. A la “hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap.3:10), el profeta Daniel lo califica como el “tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Dn. 12:1). El Salvador a dicho tiempo de calamidades, le da el nombre de “la gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mt. 24:21). Esta “hora de la prueba”, o “gran tribulación”, es el mismo periodo de la “hora” de la siega, que escuchó el apóstol Juan. Así dijo: “Miré y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda…Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz y siega; porque la HORA DE SEGAR ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada” (Ap. 14:14-16). Resulta evidente, que la “hora de segar, la “hora de la prueba”, o “la gran tribulación”, es un periodo de tiempo específico y profético. Dicha hora, representa 15 años, no 15 días, que según la profecía empezará en el año 2015 y durará hasta el año 2030 d. C. Tiempo cuando Dios dirá: “Hecho está” (Ap. 16:17) y, terminará la “abominación desoladora” (Dn. 12:12).Luego vendrá el año 2031 y en la primavera de ese año, finalizará los 6,000 años de la historia de esta tierra. Los 6,000 años de ejecución del Plan de Redención, data desde la caída de Adán y está revelado que finaliza en la primavera del año 2031. En ese tiempo vendrá Cristo Jesús nuestro Señor. Esto significa en consecuencia, que Cristo ha de venir físicamente, después que finalice el periodo de la “gran tribulación” y no en cualquier momento antes de dicho tiempo, como enseñan muchos. De ahí que dijo: “Mirad que nadie os engañe” (Mt. 24:4). “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor y las estrellas caerán de cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo de Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mt. 24: 29,30). Las potencias de los cielos son el sol, la luna y las estrellas que serán conmovidas a la voz de Dios, cuando diga: “Hecho está”. Cuando esto suceda habrá “un terremoto tan


grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra” (Ap. 16:18). ”Entonces el sol, la luna y las estrellas se desquiciarán de su asiento. No se aniquilarán, sino que se conmoverán a la voz de Dios” (PE: 41). Es de notarse, que solo después de la gran tribulación de aquellos días, se escuchará la voz de Dios que conmoverá las potencias de los cielos. Luego, anunciará “el día y la hora de la venida de Jesús” (PE: 15) y cuando Cristo aparezca en las nubes del cielo, “todo ojo le verá” (Ap. 1:7). El Espíritu de Profecía precisa: “Con respeto a la venida del Hijo del Hombre, ésta no ocurrirá hasta que el imponente terremoto de medianoche sacuda la tierra y hasta que las personas haya oído la voz de Dios. Después de oír la voz de Dios, la gente se halla en una desesperación y angustia tal, cual nunca hubo desde que existió nación y entonces el pueblo de Dios también sufrirá aflicción. Las nubes del cielo se chocarán una con otras y habrá tinieblas. Entonces se oye aquella voz del cielo y las nubes comienzan a enrollarse como un pergamino y aparece la señal clara y brillante del Hijo del Hombre. Los hijos de Dios saben que significa esa nube” (ETF: 511). Estando claramente revelado, que en la “gran tribulación”, es donde Cristo ejecuta la orden “Mete tu hoz, y siega”, nuestra fe será probada, se realizará la obra de separación final del trigo y la cizaña. Entonces, solo los que reciben el “sellado en sus frentes” (Ap. 7:3), que es el “sello del Dios vivo”, serán protegidos de la ira de Dios. Por tales consideraciones, que son de orden profético y doctrinario, es urgente que dejes de adorar al Dios falso - la Trinidad -, para que no estés con la mayoría, que recibieron - “la marca de la bestia” - “en su frente un nombre escrito: “Misterio” (Ap. 17:5), el misterio de la Trinidad: conformado por el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por cuanto, éstos, nos serán protegidos de la ira de Dios, sino que serán atormentados y finalmente destruidos, como está profetizado: “Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes” (Ap. 9:4). Los que llevan el “sello de Dios en sus frentes”, solo “tenían el nombre de él y de su Padre escrito en la frente” (Ap. 14:1). Por consiguiente, terminado primero el tiempo de gracia y después la gran tribulación, Cristo vendrá al fin de los 6,000 años de historia de esta tierra. Entonces, al “FIN DE LA HISTORIA DE ESTA TIERRA, CUANDO CRISTO APAREZCA COMO REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (PR: 223), sólo los que adoran a Dios “en verdad y en espíritu” esperando su venida, serán redimidos. Recuerda que Jesús dijo: “el que persevere hasta el fin éste será salvo” (Mt 24:13). “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Ap. 3:11). EL AUTOR


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