Jorge ArĂzaga Andrade
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EL SECRETO CRÍSTICO NOVELA ENSAYO
JORGE ARÍZAGA ANDRADE
CUENCA-ECUADOR 2014 2
UNO JESÚS: MI ÍDOLO SUPREMO
Mi apego a Jesús era una obsesión. Yo quería verlo con mis propios ojos. Yo no quería que me contaran lo que habían visto otros. Deseaba conocerlo personalmente. En un intento de atenuar esta urgencia, leí y releí los relatos místicos de San Francisco de Asis, Santa Teresa de Avila, San Juan de la Cruz, San Martín de Porres, San Vicente de Paúl. ¿Cuál era su secreto?¿Cómo habían logrado alcanzar aquellos estados de beatitud?¿Por qué para mí no era posible aunque había permanecido largas horas, días enteros, en oración y en atenta espera? Trataba de rastrear en sus biografías alguna pista que me llevara a encontrar el camino hacia las experiencias divinas. Incluso había recurrido en varias ocasiones a los silicios, a los ayunos. Las conversaciones con los sacerdotes tampoco me habían ayudado; al contrario, me empujaron a la conclusión de que ellos estaban más lejos que yo de la santidad. En mi loca obsesión, llegué a poseer la mayor colección de rostros de Jesús en el mundo. Tenía rostros judíos, arios, nórdicos, persas, anglosajones; en todos los tamaños y colores. Tenía mis favoritos, claro está. Desde pequeño yo había estado acostumbrado a identificar la figura de Jesús con la de los actores de las películas sobre la Pasión de Cristo. Estos siempre eran blancos, rubios y de ojos azules. Así que la mayoría de mis rostros también tenían ese aspecto, pues constituía parte del imaginario colectivo, así que la mayoría de pintores e ilustradores lo representaban de esa forma. Por esta razón me fue muy difícil encontrar rostros judíos, aunque todos sabemos que Jesús era judío. Muchas veces traté de visualizar a Jesús a través de sus imágenes: miraba con suma atención aquellas que más me atraían, cerraba los ojos y procuraba reproducir la imagen en mi mente con la mayor nitidez posible. Estos 3
ejercicios me convirtieron en un experto visualizador. Creo que mis representaciones llegaron a ser más vívidas que las imágenes. Pero en el fondo yo sabía que aquello estaba muy lejos de ser una experiencia; así que la manía me duró solamente ocho meses. Un día contacté con un estigmatizado. Me impresionaron las marcas de los clavos en sus manos y en sus pies, y me sobrecogieron las innumerables gotas de sangre que descendían por su frente. Varias semanas lo acosé con toda suerte de preguntas en un intento desesperado de descubrir cómo lograba esa identificación tan intensa con la pasión de Cristo. Varias veces me permitió presenciar el proceso y, yo veía con admiración y con envidia, cómo entraba en un estado de trance y cómo de inmediato empezaba a brotarle sangre por la cabeza, la costilla, las manos y los pies y cómo se le iban agujereando las palmas y los empeines. Intentó mostrarme cómo lo hacía pero nunca pude alcanzar el nivel de autosugestión necesario. Ni siquiera conseguí que me saliera sangre por la nariz cuando caí de bruces por el sobreesfuerzo. Un día me contaron que vendría a la ciudad un maestro espiritual que predicaba el amor y la unidad del hombre. Mi amigo me pidió que fuera con él a la conferencia de ese maestro. Por supuesto que yo me negué, porque para mí no existía en el mundo otro maestro que Jesús. Sin embargo, me ocurrió algo curioso: repentinamente me pidieron que retirara unas copias en un local en el centro de la ciudad. Cuando salía de la copiadora, literalmente, choqué contra una procesión de personas que iban detrás de un extranjero abarbado. Mis ojos se cruzaron por centésimas de segundo con aquel hombre y, sin saber cómo, me encontré yo también detrás de él, siguiéndolo. Alguien me invitó a pasar y sentarme, y así lo hice. El extranjero empezó a hablar sobre el amor y sobre el servicio a los demás, y sus palabras me cautivaron desde el primer momento. Cuando terminó su conferencia, me acerqué y le pregunté qué pensaba sobre Jesús. El me respondió que si quería hablar con Jesús, debía sentarme en meditación. Yo le respondí que había agotado todos los recursos y que no había funcionado, y me mostré escéptico ante su afirmación de que podría hacerlo, sentándome allí, entre 4
tanta gente, simplemente cerrando los ojos. Sin embargo, para no reprocharme a mí mismo el no haberlo intentado, me uní a los meditadores. Encontrándome cerrado los ojos, en una posición relajada, y ya cuando me disponía a abrirlos porque empezaba a aburrirme, apareció frente a mí la figura de Jesús. Primero lo vi como a lo lejos, vestido todo de blanco, abarbado y con el cabello largo. Después El se aproximó a mí, o yo a El, no sabría decirlo, y sus vestiduras y su rostro empezaron a resplandecer como el sol. Sin embargo, esa refulgencia no hería mis ojos. Entonces ocurrió el milagro: Jesús me sonrío. Sobrecogido por la emoción, abrí los ojos y un copioso llanto se desbordó sobre mi rostro. No pude resistirlo y salí corriendo del salón. No necesito decir que aquella noche no pude conciliar el sueño y que mi mente era un hervidero de pensamientos, dudas y contradicciones. Al día siguiente estuve entre los primeros en el salón donde el hombre iba a dar su segunda conferencia. Mi cabeza estaba llena de preguntas y me costaba trabajo esperar. A duras penas pude aguantar la hora que duró la conferencia. Apenas hubo concluido, me precipité sobre el hombre con mi carga de interrogaciones. El me recibió con una sonrisa y me respondió con mucha dulzura. Cuando volví a mi asiento para la meditación, reparé que había olvidado hacer mi pregunta más importante. Pero el deseo de ver nuevamente a Jesús pudo más y cerré los ojos con la esperanza de que se repitiera el milagro. Para mi gozo, la imagen de Jesús se me apareció nuevamente, y esta vez me habló. No me habló con palabras; me habló con pensamientos y me habló directamente al corazón. Me dijo que me amaba y que conocía todos los esfuerzos que había hecho para llegar a El. No pude soportarlo: rompí a llorar. “!He hablado con Jesús! ¡He hablado con Jesús!” Repetía entre sollozos. Después de aquel incidente, no volví a saber más sobre aquel hombre que me había dado las experiencias místicas, y yo tampoco hice nada por averiguarlo. Esto se debía a que yo continuaba teniendo experiencias con Jesús cada vez que me sentaba en meditación; y esto se convirtió en el centro de mi existencia. Descuidé mi trabajo, mis amistades e incluso mis 5
lecturas. Apenas dormía, y la mayoría de veces me olvidaba de comer. Mi familia empezó a preocuparse al ver mis ojeras y mi cuerpo casi esquelético; pero a mí me tenía sin cuidado el mundo porque me sentía el hombre más afortunado del planeta. La posibilidad de ser despedido y pasar a enlistar la gran fila de desocupados, llevó a mi familia a presionarme para que volviera a la aplastante realidad de la rutina. No me dejaron en paz hasta que recuperé mi peso y reasumí mis obligaciones laborales. Y fue así, que por asuntos de trabajo, tuve que viajar a Bogotá. Apenas llegué al hotel me enteré, a través de un periódico que me trajeron a la habitación, que aquel extranjero se hallaba en esa ciudad para dar unas conferencias. Fui a una de ellas con toda la intención de agradecerle por lo que me había otorgado. Después de la conferencia me acerqué y le expresé mis sinceros agradecimientos. El me pidió que la próxima vez que hablara con Jesús, le preguntara cuál es el siguiente paso que debo dar. Esa misma noche me senté en meditación y esperé a que Jesús apareciera. Vino y se lo pregunté. El me contestó que el siguiente paso era buscar un maestro viviente. Que sólo un maestro viviente podía darme el segundo nacimiento. Yo le pedí que fuera El quien me diera el segundo nacimiento. Me contestó que eso no era posible; que al igual que un médico del pasado no podía curar a un enfermo del presente, un Maestro que ya había cumplido su misión en la tierra hacía siglos o milenios, no puede bautizar espiritualmente a la gente de la actualidad. Ante esta respuesta, me sentí profundamente desilusionado. Jesús me dijo, muy amorosamente, que esa era la ley divina y que me amaba mucho. Esa noche lloré hasta el amanecer. Me negaba a aceptar lo que había oído. Yo quería ser un discípulo de Jesús. Quería consagrar mi vida sólo a El. Por esta razón no fui a la siguiente conferencia, aunque tenía el tiempo y las circunstancias a mi favor. Tampoco medité en los siguientes días por temor a escuchar de nuevo esas terribles palabras de los labios de Jesús. Sólo después de varios días, me senté en meditación, llevado por la urgencia de
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encontrarme internamente con El, y también por el miedo de perder la facultad de hacerlo si dejaba de meditar. Pero ya había decidido de antemano que exigiría pruebas de sus afirmaciones a Jesús. Con esta idea fija en mi mente, empecé a meditar. La luminosa y cautivadora figura de Jesús sosegó mi afligido corazón. Antes de que yo pudiera preguntar, El me dijo que quería mostrarme algo. Me tomó de la mano y me condujo a través de un túnel de luz que giraba como si millones de luciérnagas danzaran a nuestro alrededor. Luego me llevó al pasado. Lo vi predicando en medio de la multitud, lo cual me conmovió enormemente por el privilegio de ser testigo de un hecho histórico. Aunque yo no sabía arameo, podía comprender todo lo que el Maestro decía. Así pude darme cuenta de que estaba dando su “sermón de la montaña”. La gente lo escuchaba como hipnotizada. Luego me llevó al desierto. Allí lo hallé en estado de meditación profunda. Cuarenta días y cuarenta noches permaneció en aquel estado de imperturbable quietud. Después me trasladó al momento de la crucifixión, el preciso instante en que lo colocaban sobre la cruz para clavar sus extremidades al madero. Mi corazón parecía explotar con cada golpe y las lágrimas fluían en torrente incontrolable. Izaron la cruz y la fijaron en el suelo. Después de algunas horas, un guardia se acercó a Jesús y, después de chequear su estado, le hizo llegar a los labios un poco de vinagre. Al caer la noche, bajaron el cuerpo de Jesús de la cruz y se lo llevaron. Sin embargo, no bajaron los cuerpos de los otros crucificados. En secreto llevaron el cuerpo de Jesús al desierto, porque las casas de todos los allegados al Maestro estaban vigiladas. A las montañas, a una especie de fortaleza, condujeron a Jesús. Allí vi cómo unos hombres, vestidos con túnicas blancas, lavaban el cuerpo de Jesús y luego aplicaban en todas las heridas una especie de pomada. Después vendaron las heridas de las manos y de los pies, y una herida a la altura de las costillas. Finalmente, exprimieron un zumo verde en sus labios y lo dejaron. Al siguiente día, muy temprano en la mañana, entraron los hombres de túnicas blancas y largas cabelleras a la habitación donde habían dejado el cuerpo del Maestro. Para mi sorpresa y turbación, Jesús estaba vivo. Le 7
dieron de beber nuevamente el zumo verde y le dijeron que tendría que permanecer refugiado allí hasta que estuviera en condiciones de viajar. Dos días después, Jesús pudo sentarse y comer algunas verduras. Uno de los hombres de barba y larga cabellera, llegó con la noticia de que la gente en la ciudad creía que Jesús había resucitado, pero que los guardias romanos y los fariseos creían que se trataba de una patraña, y andaban buscando el cadáver en todas las casas y propiedades de sus seguidores. Temerosos de que los romanos se atrevieran a venir al Qumram,1 los hombres de túnicas blancas aconsejaron que se adelantara el viaje. Al día siguiente, resguardado por una pequeña caravana y en compañía de su madre y de su esposa, Jesús partió rumbo a Oriente por una ruta secreta. Fui nuevamente transportado en el tiempo y me encontré ante la resplandeciente presencia de Jesús. Entonces me explicó que lo que había presenciado fue exactamente lo que sucedió. Yo repuse que desde niño me habían enseñado que El murió en la cruz por nuestros pecados. Jesús me explicó que El no había muerto en la cruz pero sí había llegado a ser crucificado por los pecados de todos los que había sanado y de todos los que había bautizado espiritualmente. Me dijo que según la ley universal de causa y efecto, si un hombre era sanado de algún mal originado por el pecado, el sanador debía asumir ese mal y saldarlo en su propio cuerpo. Me explicó que debido a que El había sanado a innumerables personas, movido por la compasión, había cargado sobre sus hombros los pecados de esas personas, y la única forma de liquidarlos era a través del martirio de su cuerpo y de su mente, es decir, por medio de la crucifixión. Antes de que terminara de asimilar la explicación, me transportó nuevamente al pasado y vi a Jesús predicando en una aldea. Pero esa aldea ya no pertenecía a la geografía típica de Medio Oriente, más bien tenía las características de una aldea del actual Pakistán. El predicaba todos los días su mensaje de amor, y la gente lo escuchaba con verdadero interés. Sin embargo, los sacerdotes locales sentían celos de El. Luego me mostró cómo, 1
En el valle de Qumram estuvieron establecidas estratégicamente algunos monasterios esenios.
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en medio de su prédica, los sacerdotes, acompañados de guardias, irrumpieron violentamente y echaron de la aldea a Jesús. Luego me trasladó a algunos pueblos de la India y me mostró cómo predicaba y cómo era brutalmente echado por los sacerdotes. Pese a todo, el número de discípulos siempre aumentaba. En una de sus prédicas, apartándose de la multitud, se acercó a mí y me dijo: - En primer lugar, la espiritualidad y la religión son dos cosas completamente distintas. La primera es como el agua que corre libremente por los ríos y alimenta a todos los seres de la creación; la segunda, es como los cántaros hechos por la mano del hombre, que recogen el agua libre y la encierra, que secuestran el agua viva y la matan. Yo predico la espiritualidad y los sacerdotes pregonan la religión. Yo doy vida al alma pero los sacerdotes la asesinan. En segundo lugar, nadie viene a mí si no ha sido convocado por mi padre.2 Muchos escuchan mis prédicas y me siguen, pero sólo unos cuantos realmente comprenden y me ofrendan sus vidas. Yo tengo un número determinado de ovejas que apacentar y llevar al redil de mi padre. Cuando estén completas, mi misión habrá concluido y retornaré a la mansión de mi padre. Hasta ahora, sólo he reunido la mitad de mis ovejas. Tengo todavía que visitar muchos pueblos y aldeas para recoger el resto de mi rebaño. Dicho todo esto, fui devuelto a la dimensión de la realidad. Al abrir los ojos, me encontré otra vez en mi habitación. Miré el reloj, habían transcurrido apenas cinco horas, no obstante, a mí me pareció que había estado allá por varios meses. Esa noche no pude dormir. Analicé cada uno de los acontecimientos mostrados por Jesús, y cada una de sus palabras resonaron en mi mente, despertando sentimientos encontrados. Todo lo que había dicho se oponía a lo que me enseñaron desde la infancia en la Iglesia. Los siguientes días me sumí en una especie de trance. Mi cuerpo estaba en mi 2
(Juan 6-44) El Padre escucha el llanto del alma y permite el encuentro con el Cristo. El Cristo, por su parte, entrega las llaves del Reino de Dios al elegido.
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casa, pero mi mente se hallaba reviviendo cada una de las experiencias compartidas con JesĂşs. Mis ojos se hallaban todo el tiempo hĂşmedos.
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DOS CASUALIDADES
Las mujeres pasaban ante sus ojos pero realmente él no las miraba. Pero una de ellas quiso ser vista y, cuando ésta entraba al parque en su bicicleta, él se le atravesó y fue atropellado. No lo cogió de frente porque ella, al tratar de evitarlo se le fue encima. Así que cayó sobre él con bicicleta y todo. La muchacha, después de preguntarle si se encontraba bien y de verificar que ambos no tenían ninguna magulladura, se echó a reír No era risa nerviosa sino que la expresión de su cara y de su cuerpo le resultaban cómicas. Como le dio pena le invitó a tomar un helado. El aceptó más por confusión que por otra cosa. Caminaron a la heladería de la esquina y se sentaron a disfrutar de dos deliciosos helados de copa mientras ella lo sometía a un interrogatorio, primero de cortesía y luego, ya interesada, de curiosidad. La siguiente ocasión en que se vieron fue a orillas de una laguna. Ninguno de los dos había ido a pescar como todos los que se hallaban allí. Estaban acompañando a unos amigos y se encontraron cara a cara. Ella lo reconoció inmediatamente pero al parecer él no. Su risa fresca le recordó el incidente e intercambiaron unas cuantas preguntas y respuestas y después cada uno se fue para su grupo. De vez en cuando, ella dirigía su mirada hacía donde se encontraba él para espiarlo. El no parecía darse cuenta de la intensidad de sus miradas, ni ella sabía porque lo hacía. No era atracción, ni mucho menos, tal vez sólo curiosidad. El próximo encuentro se dio en un bus de pasajeros interprovinciales que se dirigía a Guayaquil. Los dos habían comprado sus boletos en el mismo asiento, así que las circunstancias les obligó a compartir cuatro horas de viaje. Conversaron de todo lo que se podía conversar. Curiosamente él se puso muy locuaz y ni sintieron el descenso desde la sierra, a más de cuatro mil metros, hacia la gran llanura de la costa. Al llegar a la terminal, él se dirigió a la ciudad y ella tomó otro bus en dirección a la playa. Después de cuatro horas de plática, ella llegó a la conclusión de que eran muy diferentes 11
y, en algunos aspectos diametralmente opuestos; sin embargo, había disfrutado su compañía e incluso podría decirse que se sentía atraída. Alguien podría sugerir que el destino los estaba empujando a encontrarse. Pero debo advertir que transcurrieron seis meses sin que lo hicieran, hasta que un buen día, una amiga en común los invitó a su cumpleaños. Allí se vieron, en medio de la algarabía del festejo. El no hizo nada por acercarse, lo cual turbó mucho a la muchacha. Normalmente ella habría mostrado también indiferencia pero después de unos tragos terminó por abordarlo: -¿Qué te pasa? ¿Ya no te acuerdas de mí? -Oh, disculpa, no te vi. -¿Me acompañas a tomar algo? -No muchas gracias, no bebo. -Ni fumas, ni te hablas malas palabras, ni bailas pegadito….-sonrío con humor. -Simplemente no me gusta -Bueno, pero una gaseosa si tomarás conmigo. -Claro Se dirigieron al bar y ella le sirvió un vaso. Intercambiaron unas cuantas palabras y luego ella, tomándolo de la mano, dijo: -Ven a mover un poco el esqueleto. Dicho esto, le rodeo el cuello con sus brazos y lo condujo a lo largo del salón una pieza tras otra. -Bailas muy bien –comentó él. -No puedo decir lo mismo de ti –respondió ella burlonamente -Nunca aprendí a bailar 12
-Eso se nota Pero ella no lo soltó pese a que le pisó unas cuantas veces los pies. Sólo pararon cuando él dijo que ya tenía que marcharse. Ella lo miró apenada y hasta con rabia. Ya iba a dejarlo marchar pero se le ocurrió que ella también quería marcharse. -Yo también me voy ¿Me llevas? -Oh, sí, claro ¿Dónde vives? -Tengo un departamento por el coliseo -Bueno, vamos. Cuando llegaron ella lo invitó a pasar y, antes de que tuviera tiempo de contestar, lo tomó de la mano y lo arrastró hasta el ascensor. Lo metió a su departamento y le dijo: -Espera aquí, salgo en unos minutos. Ponte cómodo. Al cabo de unos cinco minutos, ella lo llamó desde la habitación. Al principio él se quedó congelado sin saber qué hacer. Pero ante la insistencia de los llamados, no tuvo más remedio que acudir. La puerta estaba entreabierta, entró. Ella se acababa de quitar la toalla mojada. El terminó de entrar y se dio cuenta demasiado tarde que estaba desnuda, quiso dar la vuelta y salir, pero ella le cerró el paso y, casi sin proponérselo, le dio un beso en la boca .El salió precipitadamente. El cuerpo desnudo de una mujer lo turbaba. Corrió algunas calles como un niño que acaba de ser besado por una niña mayor que él.
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TRES EL QUE LA HACE LA PAGA
Jesús me transportó al pasado y me concedió nuevamente el privilegio de presenciar la prédica de varios Maestros que habían bendecido la tierra con su sagrada presencia. Me llevó primero a un valle, allí, rodeado por una multitud, un Maestro llamado Nanak decía: - Cuando dos manos, los pies y el cuerpo se ensucian, se limpian con agua; cuando nuestra mente es manchada por el pecado, puede purificarse únicamente con la comunión po el Verbo. Los hombres no se convierten en santos y pecadores nada más por palabras sino que llevan consigo sus acciones dondequiera que van. Lo que uno siembra, eso cosecha. Los hombres vienen y van en la rueda de nacimientos y muertes, como lo ordena su voluntad. Nuestras acciones, buenas o malas, serán presentadas ante su Corte, y por nuestras acciones propias seremos elevados o lanzados a las profundidades. Para aquellos que han comulgado con el verbo, sus penas cesarán; y sus rostros brillarán de gloria, y no sólo ellos tendrán salvación sino que muchos más encontrarán la liberación con ellos.3 Luego me llevó a…donde un Maestro conocido como Kabir predicaba así: - Entrega tu cuerpo y tu mente aquel que no tenga deseos propios; sin ningún pensamiento del propio ser, establécete en El; Después der la muerte ¿qué queda? Ni siquiera el cuerpo. Nada queda por entregarse. Habiendo dado el cuerpo y la mente, ya no queda carga que llevar; el que se enorgullezca de este sacrificio aún recibirá castigo.4
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(Jap Ji Pauri XX)
Kabir Sahib. Este místico fue uno de los más grandes Maestros que ha tenido la humanidad
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Después me llevó al monte hira, en la Meca, allí, rodeado de sus discípulos, un Maestro llamado Mahoma le hablaba de esta manera: - Quienquiera que entregue su voluntad a Alá mientras está haciendo el bien, su recompensa está con el Señor, y ningún temor le asaltará, ni tampoco se afligirá.5 Luego me llevó a Rajagriha,6 donde el gran Budha enseñaba a sus seguidores las siguientes verdades: - La sensualidad es enervante; el hombre auto-indulgente es esclavo de sus pasiones y su búsqueda de placeres es degradante y vulgar. Al sufrir, el extenuado devoto produce en su mente confusión y pensamientos enfermizos. La mortificación ni siquiera conduce al conocimiento mundano ¡Cuánto menos a un triunfo sobre los sentidos! Luego me condujo donde un Maestro conocido como Maulana Rumi, quien hablaba a sus discípulos así: - Asegúrate de ir a tu Dios por medio del Hombre Dios; no flotes inútilmente sobre las traicioneras aguas del egoísmo Un Maestro conocido como Gobind Singh, quien predicaba en la India, decía a sus seguidores: - Khalsa7 es mi verdadera forma; yo resido en Khalsa; es la vida de mi vida y mi verdadero prana; Khalsa es mi amigo valeroso. No he faltado a la verdad. Yo digo esto en la presencia de Par Braham.
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(Corán 2.112,10.6) Mahoma nos dice que incluso cuando hacemos el bien debemos ponerlo a los pies del Señor, es decirlo, hacerlo en su nombre, y sin buscar recompensa. 6
Rajagriha es el lugar donde murió Budha. Allí, en una cueva cercana, el sucesor de Budha organizó el primer concilio budista. 7
Khalsa es el equivalente del Señor, el Creador.
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En seguida me transportó a orillas del río Beas, allí, un Maestro de turbante blanco, conocido con el nombre de Hazur, delgado y con una gran barba blanca como la nieve, explicaba lo siguiente a sus discípulos: - En breve la teoría del karma es así: Un campesino adquiere la tierra y la prepara para la siembra. El tiene la opción de sembrar lo que desee. El cosechará lo que haya sembrado. Al año siguiente él comerá de lo que ha recogido el año pasado. No tiene alternativa, pero puede escoger lo que nuevamente desee sembrar. En caso de tener una bonanza, obtiene más de lo necesario para su consumo, y lo que él hace es guardar una parte como reserva para los años de escasez. Con cada bonanza, él añade el sobrante a su reserva. Como el granjero, todos aquí están a) preparando el terreno, b) viviendo del grano cosechado previamente, c) tienen una reserva acumulada para las emergencias. Tanto a) como b) corren a la par, es un tanto difícil para las personas decidir si algunas de sus acciones particulares es de tipo a) o b). sin embargo, se puede aplicar una prueba aproximada: todo lo que sucede a pesar de sus precauciones es b). Los hechos principales de la vida, por lo tanto, son los resultados de nuestros actos pasados, y ésta es la deuda que tenemos ante nosotros. Como deudores deberíamos sentirnos felices de cancelar la deuda., La deuda debe ser cancelada. En alguna época incurrimos en ella tan alegremente como algunas personas lo están haciendo en este momento. Ahora parece doloroso pagar, pero no tuvimos precauciones cuando incurrimos en ella. El único camino es reconciliarnos con lo que está sucediendo, porque debe suceder, y debemos sobrellevarlo. Finalmente, me llevó a orillas del Ganges, donde un Maestro, a quien todos llamaban Kirpal, predicaba ante una multitud lo siguiente: - Cada acción de un ser viviente, ejecutada consciente o inconscientemente, ya sea que esté en estado latente en forma de
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pensamiento, una vibración mental, o que sea proferido en palabras o convertido en acto físico, constituye karma. La ley del karma es la obstinada e inexorable ley de la naturaleza, de la que no hay escape ni para la cual hay excepción. El arrepentimiento, aunque bueno en sí mismo, no puede curar el pasado. Cualquier cosa buena o mala que se piense, se diga o se haga, deja una profunda impresión sobre la mente y estas impresiones acumuladas contribuyen a hacer del individuo un éxito o un fracaso. Cada acción tiene su reacción, pues es así la ley de la naturaleza: causa y efecto. Por lo tanto, tiene uno que sobrellevar el fruto de sus acciones, dulce o amargo, según sea, le guste a uno o no. Hay dos aspectos sobre este asunto: cada uno tiene hasta cierto grado libre albedrío, por medio del cual, si quiere, puede dirigir su curso y edificar benéficamente o estropear su futuro, y en gran parte incluso, puede moldear a su conveniencia la vida presente. 8 Luego me devolvió a su presencia resplandeciente y me dijo que cuando un hombre moría era llevado a un lugar en donde se le rendía cuentas de todo lo que había hecho durante su vida. Me explicó que los hombres a menudo se burlaban de la justicia mundana y sus actos viles quedaban sin castigo.; pero que de la justicia de Dios nadie se burla, y que lo que un hombre siembra, eso cosechará 9Que por cada palabra ociosa que salga de nuestra boca daremos cuenta el día del juicio; y éste se celebra inmediatamente después de la muerte. 10 Me dijo que sólo un Maestro Perfecto tenía el poder de perdonar los pecados y que éstos se los tomaba El sobre sus hombros y los pagaba en su propio cuerpo. Me explicó que todos los pecados de aquellos a quienes El sanó tuvo que saldarlos a través de la crucifixión; pues tanto y terribles eran los pecados que había cargado sobre sí que la forma de pagarlos no podía ser sino tormentosa. 8
Kirpal Singh La corona de la vida. Publicaciones SK (Gálatas VI:7) 10 (Gálatas VI:7) 9
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CUATRO LA FRUTA DEL DESEO
La próxima vez que se encontraron fue en un café. El no se dio cuenta de su presencia sino cuando ella se acercó a su mesa y se sentó junto a él. - ¿Puedo sentarme a tu lado? -Le preguntó por cortesía. - Ya estás sentada. –Contestó él a secas. Después de intercambiar algunas novedades, Ella, mirándolo directamente a los ojos, le dijo: - Tú lo que necesitas es una mujer. Una que te haga sentir hombre porque pareces una aparición. Yo, si tú lo deseas, puedo ayudarte a descubrir lo hombre que eres. - Sabes, tengo que marcharme -se apresuró a decir. En otra ocasión hablaremos - ¡No te vayas! ¡Vuelve aquí! -Dijo casi gritando Pero él ya había traspuesto la puerta del café. En otra ocasión, ella se dio modos para meterlo en su departamento con el pretexto de que le ayudara a terminar un trabajo de la universidad. Fue allí que se desnudó frente a él y, sin darle tiempo a reaccionar, se le abalanzó, lo tumbó en la cama y lo besó y le arrancó las ropas. Pero él no le correspondió en absoluto y mucho menos se excitó. Parecía un niño que no comprendía lo que estaba pasando. Así que ella terminó aburriéndose; se vistió rápidamente y salió gritando: -
¡No eres de este mundo! ¿Qué clase de bicho eres?
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No sé si fue por amor o por obsesión que ella volvió al ataque. Se lo llevó nuevamente a su departamento con el pretexto de que había un bicho raro y quería que lo ayudara. Una vez hallado y eliminado el bicho, que ella mismo había traído desde el parque, se le aproximó y le dijo: -
Te veo cansado. Sólo yo sé dar unos buenos masajes. Acuéstate.
El obedeció. Ella lo desvistió y empezó a masajearle la cabeza, luego descendió al pecho, luego bajo en dirección del sexo y lo acarició. Olvidó el resto del cuerpo y se centró en ese sexo que no se inmutaba. Luego aproximó su boca y empezó a chuparlo. El reaccionó de mala manera: -
¿Qué haces? ¡No seas cochina! Deja eso.
Se incorporó violentamente y se puso el pantalón de prisa, sin los calzoncillos. Ella lo quedó mirando fijamente y le lanzó la pregunta: -
¿Eres impotente?
El pareció no comprender la pregunta y entonces ella añadió: -
¿Se te para esa cosa que tienes entre las piernas?
El empezó a reír divertidamente, como si le hubiera hecho una broma. Estás un poco loca ¿Sabes? Terminó diciendo mientras se ponía los zapatos. Ella replicó un poco confundida y un poco frustrada: Mejor vete. Nos vemos hombre santo. El salió precipitadamente de la habitación sin cerrar la puerta.
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CINCO EL VIAJE
Jesús se me apareció y me dijo: - Es hora de que tomes el bautizo espiritual de un Maestro viviente de tu época. El se te aparecerá internamente para que lo reconozcas. Después se harán los arreglos necesarios para que lo encuentres físicamente. A partir de entonces, El se encargará de tu desarrollo espiritual y será tu guía tanto en este mundo como en el otro. Mi presencia ya no te será necesaria y por esta razón ya no me verás internamente. Estas últimas palabras me dolieron en lo más profundo de mi ser. Desde lo recóndito de mi alma brotaron amargas lágrimas que me dolieron en el pecho y en la garganta. Era como tener una bola de hiel que me impedía tragar aire y tragar vida. Así debe ser la agonía. En esta deplorable condición permanecí por dos días. A partir del tercero, el nudo cedió por fin y una descarga descomunal de llanto inundó mis mejillas y mojó mis ropas. Tan incontenible y profuso era el llanto que mi familia se alarmó y llamaron al médico. Pero ¿Qué sabe el médico de los dolores del alma? Nada pudo hacer y las lágrimas continuaron brotando por varios días más. Habría seguido en este estado hasta morir si es que no hubiera venido a mi rescate u ser luminoso. Sentí que una mano se posaba sobre mi pecho e inmediatamente experimenté un alivio dulce y tierno. Al abrir los ojos, que los tenía terriblemente hinchados, vi la radiante figura de un ser. Sus ojos estaban llenos de compasión e irradiaban tanto amor que mi corazón empezó a dar saltos de alegría. Las penas volaron de mi pecho como hojas secas barridas por el viento. No sabría decir en qué momento se fue porque no pude apartar esa maravillosa mirada de mi mente y de mi corazón por varios días. 20
Mi familia se hallaba profundamente desconcertada. Primero tuvieron que hacer frente a mi condición de doliente inconsolable. Luego, la alegría inicial que sintieron cuando paré de llorar, no tardó en convertirse en estupor al comprobar que, en lugar de volver a la normalidad, había caído en una especie de trance beatífico. Esta vez llamaron al siquiatra. ¿Qué sabe el siquiatra de los misterios del alma? Nada pudo diagnosticar y ni tuvo tiempo de estudiar mi caso. Un buen día me levanté y, ante el asombro de todos, retorné a mis quehaceres diarios como si nada hubiera acontecido. Después, supe por casualidad, mejor dicho, tenía que enterarme de cualquier modo, que el Maestro que me había dado la experiencia con Jesús, iba a dar una conferencia en Caracas. Inmediatamente inicié los preparativos. Nada había en el mundo que me importara más y concentré todos mis esfuerzos en la planificación del viaje. Mi itinerario era el siguiente: viajaría en bus desde Cuenca hasta Quito; luego tomaría otro bus desde quito a Tulcán, en esa ciudad tomaría otro bus hasta la frontera, donde, después de arreglar mis papeles, cruzaría el puente internacional hasta llegar a Ipiales. En Ipiales tomaría un bus directo a Cali; luego desde esta ciudad tomaría otro bus a Bogotá; desde la capital colombiana tomaría nuevamente un bus hasta la frontera con Venezuela; luego de arreglar los papeles, cruzaría la frontera y luego tomaría un bus en dirección a Caracas. Según los cálculos, todo el viaje duraría aproximadamente cinco días. Efectivamente salí de Cuenca el miércoles quince de julio a las seis de la mañana. A las dos de la tarde llegué a Quito. Allí tomé el primer bus hacia Tulcán. Tras cinco horas de recorrido, arribé a Tulcán donde busqué un hostal para pasar la noche. Al día siguiente, a eso de las siete, tomé un pequeño bus a la frontera, donde me demoré dos horas arreglando mi documentación. Crucé el puente internacional a pie. Tras presentar mi pasaporte y obtener mi pase, tomé el primer bus hacia Cali.; eran ya las diez de la mañana. Me hallaba satisfecho porque hasta ahora lo planificado había
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salido a la perfección. Me acomodé en mi asiento y me dispuse a dormir un poco. No sabría decir cuánto dormí ni dónde nos encontrábamos. Unos disparos me despertaron y me resultó imposible comprender la situación de inmediato. Para cuando me di cuenta de lo que estaba ocurriendo, ya nos habían bajado a todos del autobús y nos estaban metiendo a empujones en otro más pequeño. Unos hombres armados y cubiertos con pasamontañas nos escoltaban y nos llevaban por un camino polvoriento que se internaba en la montaña. Las mujeres sollozaban y los hombres armados nos gritaban y nos apuntaban con sus fusiles. Al cabo de cuatro horas angustiosas, cuando ya empezaba a oscurecer, llegamos a una finca. Allí nos obligaron a bajar. Separaron a las mujeres y se las llevaron hasta lo que parecía ser un establo. A los hombres nos condujeron a empellones hasta un galpón enorme. Allí nos ataron de pies y manos y nos sentaron en el suelo, separados unos de otros por unos cuantos metros. Varios días estuvimos encerrados en aquel galpón. Éramos nueve; creo que ninguno tenía más de sesenta ni menos de treinta años. Dos campesinos nos traían café negro con arepas, en la mañana; arroz con menestra y carne, al medio día; y, a eso de las siete de la noche, agua de panela con arepas. Una mañana, creo que la sexta, entraron dos hombres encapuchados y se llevaron a dos de los nuestros. A los pocos minutos escuchamos cuatro detonaciones. No volvimos a ver a nuestros compañeros. Dos días después, se llevaron a tres y también les dispararon. Estaba seguro que yo sería el siguiente ¿Quién iba a pagar por mi rescate? Pero no fue así. Al día siguiente se llevaron a otros tres y, a juzgar por los movimientos y los ruidos, los embarcaron en un carro y se los sacaron de la finca, probablemente para devolvérselos a sus familiares. Al día siguiente me trajo el desayuno un hombre joven. Debía tener aproximadamente unos veintitrés años. Me atreví a preguntarle qué había ocurrido con mis tres compañeros. Para mi sorpresa, en lugar de abofetearme e insultarme por mi atrevimiento, se sentó junto a mí y me 22
contó que los habían devuelto con sus familiares porque habían pagado el rescate. -
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Por mí no hay quién pague – le confesé con resignación. Ya lo sabemos – me respondió con cierto aire de pena. ¿Por qué secuestran a gente inocente? -me atreví a interrogar. Pues necesitamos dinero para nuestra lucha. ¿Contra quién luchan, contra el gobierno o contra el pueblo? –osé cuestionar. Tal vez porque veía mi muerte inminente. Nosotros queremos derrocar a este gobierno neoliberal y queremos instaurar un gobierno auténticamente democrático. Nosotros no combatimos contra el pueblo. Al contrario, el pueblo combate junto a nosotros. Pero los periódicos dicen que ustedes han cometido masacres entre los campesinos. Eso es prensa amarilla. Los militares y los paramilitares son los genocidas. Ellos han entrado en los pueblos y en las comunidades y han acribillado a los campesinos porque simpatizaban con nuestros ideales. Luego la prensa siempre nos acusa a nosotros. Ellos nunca dicen lo que en verdad ocurre porque los grandes periódicos y canales de televisión son propiedad de los dueños del país. ¿Por qué no forman un partido político y conquistan el poder a través de elecciones democráticas? Así se evitaría tanta violencia. Eso no es posible. Existen partidos políticos poderosos que lo manipulan todo. Ellos reciben financiamiento de los Estados Unidos para mantener el sistema neoliberal en Latinoamérica. Por ello esos partidos pueden financiar campañas electorales agresivas; y si esto no es suficiente, recurren al fraude electoral.; y si todavía esto no es suficiente, recurren al sabotaje y al crimen. Por esa razón, nosotros, que amamos al pueblo y queremos un futuro mejor para la patria, hemos dejado nuestros trabajos y nuestras familias y hemos tomado las armas; porque estamos convencidos que el único camino es la lucha armada. 23
- Debe existir otro camino. Sobre la violencia nada perdurable se puede construir. –insistí. - Nosotros no sembramos la violencia. Nosotros sólo nos defendemos. Si un pueblo quiere justicia y paz, tiene que luchar por ella. Los poderosos no nos la van a regalar porque ellos se enriquecen a costa de la injusticia y de la guerra. - Usted me recuerda a un revolucionario de hace dos mil años. El nunca comprendió que el único camino para alcanzar una paz perdurable es el amor. El ruido de un motor de avioneta interrumpió nuestra conversación. Mi interlocutor se puso de pie y salió precipitadamente del galpón. Dos días después vinieron por mí. Me sacaron a una especie de cancha, me vendaron los ojos y me pusieron de rodillas. Cuando me colocaron el cañón en la nuca, sentí una pena intensa, no porque iba a morir sino porque me había sido negada la oportunidad de ser bautizado por ese Maestro Perfecto del que me habló Jesús. No escuché ninguna detonación, sólo el ruido de gatillos y luego el rastrillar de las armas, y luego más gatillos y más rastrilladas. No podría decir con exactitud qué es lo que ocurrió después. Sólo recuerdo haber escuchado el ruido de un helicóptero acercándose y, casi inmediatamente, un ruido ensordecedor de ametralladoras. Cuando recuperé el conocimiento, me hallaba en la cama de un hospital con una venda en el muslo derecho. Supe después, a través de los periódicos, que los secuestradores habían sido abatidos por una unidad antisecuestros; que habían sido rescatadas con vida seis mujeres y un hombre; es decir, yo; que en medio de la balacera yo había sido herido en el muslo y me encontraron inconsciente a causa de un golpe en la nuca; que habían recuperado mi pasaporte; me habían internado en el hospital militar de Bogotá.
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SEIS LA SERPIENTE MUERDE
La chica se enteró que el sobreviviente del secuestro de la guerrilla había vuelto a la ciudad. Dos días después, volvió al ataque. Estaba decidida a seducirlo a como diera lugar. Esta vez lo invitó a cenar en su departamento. Estaba vestida muy provocativamente. Comieron y bebieron vino rojo; ella, sin que él lo notara, le puso yuyubina11 en su copa y esperó. Cuando creyó ver en él algo de excitación, se quitó la ropa y lo acometió, pero esta vez con calma. Primero lo abrazó, le dio unos besos, le quitó la camisa, lo condujo hasta el sofá, lo tumbó, terminó de desvestirlo. Y comprobó que no era impotente. Allí estaba, completamente erecto. Se le tiró encima, sonriente, casi triunfante, y lo poseyó. El se dejó poseer llevado por las fuerzas biológicas de su cuerpo que obedecía al instinto, y por instinto se dejó hacer el amor, sin resistencia, pero sin pasión. Cuando terminaron, ella le dio un cálido beso y le dijo: - Después de todo si te funciona. Es cuestión de práctica, ya te enseñaré. El sonrió y dijo: - ¿Vamos a tener un bebé? Ella se echó a reír y respondió: - No chico. Ahora hay anticonceptivos. -Sin vestirse, añadió: quédate a dormir esta noche. - No puedo, tengo que marcharme.
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La yuyubina despierta el apetito sexual de manera intensa. Se le administra al ganado para propiciar el coito con fines reproductivos .
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Ella trató de persuadirlo pero él ya se había vestido y se estaba despidiendo. Ella le dejo salir. Pero antes de que cerrara la puerta añadió: - Está bien, por hoy es suficiente.
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SIETE EL VERDADERO DISCÍPULO
Por motivos de trabajo, tuve que viajar a la ciudad de Cali y permanecí allí por dos semanas. Me asignaron un hotel de calidad y me proporcionaron un vehículo para movilizarme. Yo estaba de lo más contento porque encontré en la ciudad un centro de reuniones donde se congregaban tres veces por semana algunos iniciados del Maestro a cuyas conferencias había asistido.. Eran aproximadamente treinta. Me recibieron con mucho cariño y me hicieron sentir como miembro de una familia muy unida. No tardaron en sacarme del hotel y en hospedarme en casa de uno de los iniciados. Mi anfitrión se llamaba Alfonso; vivía con su esposa y sus dos niñas en una villa en las afueras de la ciudad. El ambiente familiar me cautivó desde el primer momento. En ese hogar se respiraba amor por todas partes. No tardé mucho en descubrir la razón. La mesa de los Pedroza estaba siempre llena de comensales. Familiares, vecinos, amigos y niños de la calle se turnaban para acompañarnos durante las comidas. Y no era que ellos fueran ricos; pertenecían a la clase media. Ella era una dentista que trabajaba sólo medio tiempo porque creía que debía dedicar la tarde al cuidado de las niñas. El era un arquitecto que se dedicaba a la planificación y construcción de urbanizaciones de bajo costo, asequibles para la gente pobre. Días después, descubrí que Alfonso visitaba a los enfermos en el hospital general antes de volver a su casa por las noches. Y no sólo se limitaba a prestarles ayuda física sino que les proporcionaba también ayuda financiera: compraba las recetas a los más pobres. Convencí a Alfonso para que me llevara al hospital un par de veces. Así supe que los enfermos lo esperaban con ansiedad todas las tardes porque creían firmemente que él poseía unas manos milagrosas. Algunos médicos me confirmaron que, en efecto, sus pacientes experimentaban una extraordinaria mejoría después de que 27
Alfonso los visitaba. Ellos no sabían cómo explicarlo pero, al parecer, muchos enfermos se curaban con la simple presencia de Alfonso. Lo acompañe a realizar algunas visitas. El entraba y saludaba cariñosamente a los enfermos. Averiguaba sobre su estado de salud y les ayudaba en aquello que podía. Los enfermos se quedaban visiblemente contentos. Otro día me pidió que lo acompañara por la tarde al pabellón de los niños. Esa mañana, mientras él se encontraba en su trabajo, fui al hospital e ingresé al pabellón infantil; inmediatamente averigüé el estado de salud de cada niño. Algunos estaban muy mal y se me hizo un nudo en la garganta al constatar mi impotencia. Por la tarde, regresé al pabellón infantil en compañía de Alfonso. El llegó cargado de juguetes y golosinas. Visitamos primero a aquellos que acababan de salir de cuidados intensivos, luego a los que habían sufrido algún accidente y, finalmente, a los que estaban menos graves. Él no se limitó únicamente a repartir regalos y golosinas sino que les hacía bromas y acariciaba sus cabecitas. A los padres más pobres les entregó dinero en efectivo para que compraran las recetas. A la mañana siguiente fui directamente al pabellón infantil para averiguar el estado de salud de todos aquellos a quienes había visitado Alfonso. Los resultados me dejaron perplejo. Todos, sin excepción, experimentaron una mejoría impresionante. Los médicos estaban más asombrados que yo porque conocían los detalles y expectativas de cada paciente. Otra cosa que descubrí fue que Alfonso meditaba todas las madrugadas de una a seis de la mañana. En su casa había una pequeña habitación destinada a la meditación. El bajaba a la madrugada cada día y se encerraba allí por cinco horas ininterrumpidas. Luego se iba directamente a la ducha. Después de desayunar, llevaba a sus hijas a la escuela y luego se dirigía a su trabajo. Pese a lo intenso de su rutina, todavía tenía tiempo para conversar conmigo por las noches. Algunas veces platicamos hasta medianoche. En medio de
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esos extensos diálogos me di cuenta que él era un discípulo muy evolucionado y que había trascendido hasta planos muy elevados. - En el tercer plano -me explicó cierta noche; uno puede ver todas sus vidas pasadas. Uno puede ver aquellos acontecimientos que engendraron las enfermedades, los accidentes, los encuentros y los desencuentros, las crisis y las buenas fortunas de nuestra vida presente. Uno puede comprender por qué con algunas personas mantenemos relaciones superficiales que duran muy poco, y, en cambio, con otras, las relaciones se tornan intensas y duraderas, ya se trate de amigos, hermanos, padres o cónyuges. - ¿Acaso no somos arquitectos de nuestro propio destino? –repliqué inmediatamente. - Sí, lo somos. Nosotros sembramos semillas dulces o amargas y luego las cosechamos. Sembramos con gran irresponsabilidad y después, cuando nos toca levantar la cosecha, nos quejamos y culpamos al destino por los malos resultados. La situación se agrava cuando nos toca cosechar lo que hemos sembrado en vidas pasadas. - Pero ¿Cuán culpables somos de lo que hicieron otras manos y otros cuerpos? - Es que es la misma alma. Un alma usa diferentes cuerpos en su camino evolutivo. Y no importa en qué cuerpo peca más o se santifica más. Al final el alma es la hacedora y la que debe responder por cada una de sus acciones. El cuerpo es al alma como la ropa es al cuerpo. Nos mudamos de ropa cada día, y no importa con qué ropa estuvimos cuando matamos o salvamos a alguien, los responsables somos nosotros. - Con tantas vidas que hemos vivido, ¿Cómo liberarnos de tanto pecado para alcanzar la salvación? - Sin la ayuda de un Maestro Viviente eso es prácticamente imposible. El primer regalo que te concede un Maestro al iniciarte, es el de tomar sobre sus propios hombros todos los pecados de todas tus vidas pasadas. Esto es algo extraordinario y sólo un Maestro Perfecto puede 29
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hacerlo. El, con su poder divino, cancela todos esos pecados en su propio cuerpo. El segundo regalo consiste en que te da contacto con el Sagrado Verbo. Así, cuando meditas y escuchas las maravillosas melodías de los cielos internos, esa música tiene el poder de reducir a cenizas el resto de pecados que corresponden a tu vida presente. De esta manera ya es posible limpiar nuestras almas y volvernos puros. Y así nos volvemos santos -añadí yo. No, la santidad verdadera es un estado muy elevado y sólo unos cuantos gigantes espirituales lo logran, Existen siete planos internos. Cada plano, a su vez, tiene siete subplanos. Un santo es aquel que ha trascendido los cinco planos internos y tiene control sobre la vida y la muerte, y está libre de pecado porque ya no tiene karma propio. Y ¿qué hay de los santos cristianos…fueron ellos verdaderos santos? En el estricto sentido de la palabra, no. Ellos fueron declarados santos por la Iglesia, como resultado de un consenso. La mayoría de ellos llevaron vidas ejemplares pero no tuvieron acceso a los planos internos. Varios de ellos llegaron a tener momentos de éxtasis debido a su gran devoción. Sólo unos cuantos tuvieron realmente experiencias espirituales y lograron tener unos atisbos del primer plano, el astral. Personajes como santa Teresa de Avila12, san Juan de la Cruz, san Martí de Porres y san Francisco de Asis experimentaron procesos de desdoblamiento y consiguieron, a fuerza de amor y devoción, entrar en algunas regiones del plano astral. Ellos dejaron testimonios escritos de estas experiencias. Sí, los he leído todos. –repliqué inmediatamente Si ellos hubieran tenido un Maestro Viviente, habrían podido elevarse a planos más elevados porque poseían una devoción y una disciplina extraordinarias. Un Maestro Viviente les habría guiado internamente y, en lugar de tener únicamente vistazos del mundo interno, habrían podido viajar a través de cada región y cada plano hasta alcanzar la Autorrealización.
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La mística Santa teresa de Avila solía ausentarse de su cuerpo varios días. Estuvieron a punto de enterrarla varias veces al darla por muerta. Sus experiencias están registradas en su obra “El castillo”
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- ¿Dónde están ellos ahora? –Me atreví a preguntar. - En algunos de los cielos del plano astral, disfrutando de los frutos de su devoción y en espera de un nuevo nacimiento. - Entonces, ¿También ellos tienen que renacer? -Pregunté lleno de sorpresa. - Sí, ellos deben renacer una y otra vez hasta que encuentren un Maestro Viviente. Incluso los auténticos Rishis y los Munis, quienes han trascendido completamente el plano astral; y los Mahatmas, quienes han trascendido el tercer plano, el causal; todos ellos tienen que renacer hasta que encuentren un Maestro Perfecto que los libere del ciclo de nacimientos y muertes y los remonte hasta los planos más elevados. Sin un Maestro Perfecto, es imposible trascender todos los planos; y para esto no hay excepciones. - ¿Seguro que no hay algunos que hayan logrado entrar por sí solos? Me atreví a cuestionar - En todas las religiones han existido seres dotados de un extraordinario amor y devoción por Dios. Algunos de estos han ingresado por sí mismos a ciertas regiones del plano astral; y, uno que otro, ha logrado pasar al plano causal. Pero estos son casos insólitos. Lamentablemente algunos se quedaron atrapados allí, sumidos en la ilusión de que han llegado a la meta. Yo me he encontrado con algunos de ellos durante el paso de una región a otra. Ellos se encontraban estancados, mientras yo era conducido por mi Maestro de región en región, hacia planos más elevados. Allí estriba la diferencia y la fortuna de haber encontrado un Maestro Viviente. Constituye esto uno de los supremos dones del Altísimo. Al siguiente día me invitó a meditar en su cuarto especial. Yo medité tres horas, él cinco. Por la noche, yo le esperé ansioso para reiniciar nuestra conversación de la noche anterior. A eso de las ocho, llegó, por fin. Cenamos juntos y, entre frase y frase, iniciamos una larga sobremesa. Yo le pregunté desde cuándo podía sanar a la gente. El, sorprendido por la pregunta, fijó su mirada en la mía y, luego, sonriendo, me dijo: 31
- No creas que lo hago deliberadamente. En ningún momento llego hasta un enfermo con la intensión de curarlo. Sólo sucede. Y es mejor que sea así porque el Maestro nos recomienda no dejarnos tentar con el uso de nuestros poderes. - ¿Por qué? -Pregunté intrigado. - Uno no debe interferir con el destino de los demás. Si uno, deliberadamente usa su poder para curar la enfermedad de alguien, uno toma el karma de esa persona sobre sus propios hombros. El problema es que nosotros no estamos lo suficientemente elevados como para estar por encima de la ley del karma. Cada curación que hagamos nos hará involucionar en nuestro progreso espiritual porque nos sobrecargamos de nuevos karmas, los cuales tenemos forzosamente que cancelarlos en nuestro propio cuerpo. Sólo un Maestro Perfecto puede tomar el karma de la gente y aniquilarlo a través del poder divino. Es como si a un niño le pusieran a cargar trescientas libras; le quebrarían el espinazo. En cambio, si se las cargas a un levantador de pesos pesados, éste podrá soportarlo sin problemas. Incluso Jesús, con todo su poder y grandeza, tuvo que saldar todos los karmas de aquellos a quienes sanó por medio de la crucifixión. Ningún hombre es capaz de realizar esto, únicamente un Maestro Perfecto. - ¿Cómo adquiriste tú los poderes que posees? -Pregunté lleno de curiosidad. - Mira, conforme tú meditas y te vas elevando de región en región, de plano en plano, vas adquiriendo una serie de poderes. Primero empiezas a ver el futuro o a leer los pensamientos de las personas, pero involuntariamente; luego empiezas a ver el aura de la gente o a tener cierto control y autoridad sobre los animales. Poco a poco y, mientras más meditas en la Luz y en el Sonido, van apareciendo nuevos e insospechados poderes y, aquellos que ya tienes, se van consolidando. Pero, recuerda, es peligroso recrearse en usar deliberadamente tales facultades porque nos apartaría de nuestra verdadera meta que es la unión con el Todopoderoso. 32
- Pero si veo a alguien sufrir de una grave enfermedad y yo soy capaz de curarlo ¿No sería un acto de humanidad hacerlo? -Objeté yo. - Si la sanación sale de ti sin que te lo propongas, no hay problemas. El peligro surge cuando tratamos de imponer nuestras manos sobre el enfermo. La mejor manera de ayudar a los enfermos sin sentirnos frustrados ante su dolor, es orando por ellos. La oración es poderosa; y si sabemos cómo orar, podremos ayudar muchísimo a aquellos por quienes oramos. Es la manera ideal de no interferir con el karma de la gente porque es el mismos Creador quien obra el milagro. - Debe ser una experiencia maravillosa el que los enfermos se curen ante la sola presencia de uno. –Comenté entusiasmado. - Es la gracia de Dios. Pero esto no es nada comparado con lo que hace un Maestro. Lo he visto obrar milagros extraordinarios a cada paso. Hay miles de testimonios al respecto. Sin embargo, un Maestro Perfecto no suele obrar milagros en público porque la gente lo seguiría por sus milagros y no por un sincero anhelo de conocer a Dios. Ya experimentarás en tu propia vida la divina protección del Maestro que velará porque nada malo te ocurra. Cada iniciado tiene muchos milagros personales que contar.
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OCHO EL CERCO SE CIERRA
A partir de aquel incidente, él la volvió a ver los siguientes días y semanas. Ella se le atravesaba deliberadamente en el camino, como esta vez en la puerta de su casa. - Hola, pasaba por aquí y….¿Vives aquí? - Sí - De vez en cuando paso por aquí cuando voy a la biblioteca y mira que te vengo a encontrar. ¿A dónde vas? - Voy a la iglesia. - ¿A la iglesia? - Sí, necesito hablar con el párroco. - Si quieres puedo acompañarte. - Este…. - Te prometo ser discreta y después te invito un helado. - Bueno No le dio tiempo de arrepentirse. Le tomó del brazo y se lo llevó. Para ella resultaba algo así como un reto. Nunca antes ningún hombre se le había resistido y éste parecía ignorarla del todo. Empezó a frecuentar los mismos lugares que él. Se dio modos para aparecérsele hasta en la sopa. Fue así como él tuvo que acostumbrarse a su compañía y a sus pláticas. No sé si fue por la fuerza de la costumbre o por la fuerza de la atracción que él terminó por adaptarse a los encuentros y a disfrutar de su compañía, lo cual se evidenció un día en que él, en una de las tantas despedidas, dijo: -¿Qué te parece si nos vemos mañana en el mall?
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Los ojos de ella se abrieron de par en par y, entre risas y expresiones de asombro, le contestó: -Por supuesto! Sí ¡claro! Ya te estabas tardando, hombre. -entonces nos vemos. Ella se despidió alegremente y, en plena retirada, se volvió y le guiñó un ojo. El sonrío y, acelerando más de lo debido, se retiró agrandando la sonrisa. No fue en el mall que ella se le declaró y, antes de que tuviera tiempo de escapársele, lo apretó entre sus brazos y le plantó un enorme beso. Eso ocurrió tres semanas después, en el cine. A partir de aquel día empezaron a salir juntos como pareja. Ella se sentía dichosa y él se sentía muy bien. No es necesario aclarar que ella tuvo que enseñarle a besar - El mismo Dios puso el sexo. ¿Qué de malo hay en él si sirve para el maravilloso milagro de traer un bebé al mundo? Ven tómame, hazme tuya. Disfrutemos de este regalo que nos da la vida. Ante esto él se dejó llevar, se dejó poseer y poseyó él también. Cada fibra de su cuerpo experimentó placer. Así que cuando alcanzó el orgasmo, creyó que iba a morir de dicha. Y lloró, todavía no sabía por qué pero lloró. Ella, comprendiendo en su corazón el alcance de ese llanto, lo arrulló como a un niño, lo apretó contra su pecho y lo cubrió de caricias y de besos. El se quedó dormido como un bebé, como su bebé al que tendría que enseñarle la vida
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NUEVE EL ESPÍA
Volví a meditar nuevamente llevado por la urgencia de estar con Jesús. Esta vez tenía dos preguntas fundamentales, cuyas respuestas podrían dar coherencia al mundo caótico que bullía en mi mente. Jesús se apareció sonriente y mi corazón estalló de alegría. - Ven -Dijo. Te mostraré el origen de un mito que ha apartado del verdadero camino a millares: Y me llevó al pasado y me mostró cómo los soldados romanos perseguían y asesinaban a sus seguidores. Vi entre ellos a un soldado llamado Pablo. Era muy cruel: perseguía y asesinaba con saña a mujeres y ancianos. Como la fidelidad entre los seguidores de Jesús era firme, y había sobrevivido a innumerables torturas; el imperio romano decidió introducir un espía con el propósito de identificar a los principales líderes y descubrir los refugios de esta nueva secta que estaba creciendo alarmantemente. Así inventaron una supuesta conversión de Pablo. Su misión principal era la de desarticular la secta y eliminar todos aquellos principios que sean peligrosos para el imperio. Y a eso fue precisamente a lo que se consagró Pablo desde que fuera aceptado como un seguidor de Jesús. Para ello, introdujo en sus prédicas dos ideas: el de la virginidad de María y el de la resurrección de Jesús. Los apóstoles, por su parte, se escandalizaron al escuchar estos absurdos que había inventado Pablo y lo increparon repetidas veces- Ellos habían vivido de cerca todos los acontecimientos trascendentales de la vida de Jesús; en cambio, Pablo, prácticamente nunca había estado ahí y jamás había conocido personalmente a Jesús. Por ello le reclamaron innumerables veces y lo convocaron a retractarse de sus aseveraciones. Pero como Pablo no tenía ninguna intención de hacerlo, la situación se tornó muy tensa y el fantasma 36
de un cisma en la secta se hacía más inminente. Por un lado estaban los que se apegaban a los testimonios de Pedro y, por otro, los que seguían ciegamente a Pablo. Los apóstoles mostraban a un Jesús humano; en cambio, Pablo procuraba acomodar la personalidad de Jesús a los lineamientos del mesías judaico. Para ello, no reparó en esconder aspectos de la vida de Jesús que lo mostraban como hombre de carne y hueso, y se esmeró e interpolar elementos que lo divinizaban. Al principio, el cuento de la resurrección sirvió muy bien al propósito de justificar la desaparición del cuerpo de Jesús, y ayudó, además, a alejar a los soldados romanos de la verdadera pista sobre el paradero de Jesús. Por ello, a este respecto los apóstoles se hicieron de la vista gorda. Pero cuando Pablo empezó a elevarlo a calidad de dogma, se agudizaron las controversias. Pablo realizó viajes estratégicos para difundir su especial punto de vista sobre la vida y misión de Jesús, y contaba con el apoyo logístico y económico del imperio. En cambio, los apóstoles continuaron sufriendo persecuciones, apresamientos, torturas y muertes; por lo que se vieron obligados a permanecer ocultos. Sólo unos cuantos escogidos sabían dónde se encontraba Jesús, y procuraron mantenerlo en secreto a costa de sus propias vidas. La mejor estrategia era mantener silencio. Esto dejó campo libre a la enorme divulgación epistolar de Pablo. Por esta razón, cuando Pablo empezó a configurar su doctrina de la muerte de Jesús en la cruz por el pecado de todos los hombres, los apóstoles mantuvieron una actitud discreta para no poner en peligro el secreto, tan bien guardado, de la supervivencia de Jesús a la crucifixión; sobre todo cuando supieron que Pablo había viajado a Arabia con la intención de averiguar lo que allá se escondía. Esto favoreció enormemente a la difusión del pensamiento paulino. Los apóstoles vieron con preocupación cómo las enseñanzas de Jesús eran sistemáticamente tergiversadas. Pabló mezcló, intercaló y sustituyó la biografía de Jesús con la biografía de otro profeta anterior, que había existido cuatrocientos años antes en la Galilea árabe, y que era conocido con el nombre de Issa. Las enseñanzas de este profeta 37
estaban registradas en un texto conocido como “el evangelio nazareno”, y Pablo estaba usando este texto para cumplir sus oscuros propósitos. Además, movía a la multitud a poner énfasis en rituales y a seguir ciegamente los lineamientos de su incipiente doctrina. Ellos, por su parte, procuraron mantener las enseñanzas internas que les había impartido directamente Jesús, y que les permitía, además, mantenerse en contacto con El. Pablo incluso trató de quitarles legitimidad a los apóstoles y, en varias ocasiones, se refirió a Santiago, a Pedro y a Juan, en estos términos: “Pienso que no soy en nada inferior a esos muy especiales apóstoles…continuaré actuando como hasta ahora lo he venido haciendo para impedir que aquellos apóstoles tengan cualquier razón para jactarse…Porque esos hombres no son verdaderos apóstoles…¿Son hebreos? También lo soy yo. ¿Son israelitas? También lo soy. ¿son servidores de Cristo?...Soy un servidor mucho mejor de lo que ellos son”13.
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(Segunda de Corintios 11:5, 12:23) La gente no repara en la gravedad de la situación: Pablo oponiéndose abiertamente a los discípulos de Jesús.
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DIEZ LA PUERTA ANCHA DEL MUNDO
Poco a poco se fue rindiendo a sus encantos. Y, sin darse cuenta, pasó de disfrutar su compañía a ansiar sus besos. Un buen día se sorprendió soñando con ella, medio mojado de sudor y de polución nocturna. Ahora era él quien la buscaba y la invitaba a salir. Ahora era él quien tenía su fotografía bajo su almohada. Ella se había metido en su piel, soñaba con su olor, ansiaba ese olor, su temperatura de volcán. Había días en que pasaban metidos en la cama todo el día. La pasión era su alimento principal. Ella le condujo a los reinos del placer con la pericia de una ramera El brillo de sus ojos se opacó. Ahora su cuerpo tenía un olor fuerte. Ese olor a rosas que le había caracterizado había sido reemplazado por un olor a caballo sudado. Nunca pensó que podría llegar a oler de tal manera. Por otra parte había empezado en reparar en el encanto de otras mujeres. El, que nunca se había fijado detenidamente en ellas, ahora se complacía en admirar sus curvas; sobre todo hallaba gusto en mirar sus traseros. Algunas veces se levantaba inspirado y se sentaba a orar. Pero poco le duraba. Interrumpía su oración una llamada de su compañera o el aburrimiento. de la oscuridad. Pues ahora ya no tenía más visiones. Estas habían cesado, como un riachuelo de invierno que al llegar el verano repentinamente se seca. Pero esto no lo incomodó. La pasión de alguna manera había terminado sustituyendo a sus cotidianos éxtasis. Las visitas a los bares, a las discotecas, a los moteles, no le dejaban tiempo para ponerse a reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo. Se sentía un ser normal, de carne y hueso. Había descubierto el mundo y sus placeres y se sentía a gusto. Por eso el 31 de diciembre declaró en el calor de las copas que ese año había sido el mejor año de toda su existencia. Un martes por la tarde recibió la llamada de Santiago 39
- ¿Cómo estás. ¿Por qué no has llamado? Hace mucho tiempo que no nos encontramos - Sabes, he estado muy ocupado últimamente, pero apenas esté un poco libre te visito. - Está bien, espero tu visita Pasaron las semanas y luego los meses y no se atrevió a verlo. Hasta que otro martes por la tarde recibió una nueva llamada: - Hola. Parece ser que te me quieres escapar. Esta tarde voy a tu casa y no quiero excusas. - Es que tengo que salir… - De ninguna manera. Es urgente que nos veamos. - Está bien, está bien. Te parece a eso de las cuatro. - A las cuatro te veré. - Chao Efectivamente, puntual como era su costumbre, Santiago estuvo timbrando a su puerta. Lo recibió con cierta inseguridad, sin embargo, Santiago lo abrazó fuertemente y le dijo: - Ven, vamos a tomar un café y allí hablaremos - Bueno Se dirigieron a un lugar donde vendían chocolate en todas las variedades posibles. Se sentaron en la parte de arriba, en un lugar más discreto. …empezó diciendo: - Estás muy cambiado. ¿Qué te ha ocurrido? - Lo que pasa es que ando muy ocupado –se atrevió a decir, rehuyendo mirarle a los ojos. - Cuéntame ¿En qué te hallas? - Estoy saliendo con una chica. Ella es muy buena… - Y muy sensual, supongo. –le interrumpió - Sí, es muy bonita - ¿Has tenido relaciones con ella? 40
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Sí Pues parece que muy a menudo porque eres otro No comprendo –respondió sin convicción. Sigo siendo el mismo Sabes, el sexo cambia a las personas Pero por qué habría de hacerlo. Es normal Claro que es normal pero también podría convertirse en algo malo. ¿Qué de malo podía haber en el sexo? - Se atrevió a responder un poco molesto. ¿ No lo diseñó el mismo creador como mecanismo de reproducción para perpetuar a las especies? ¿No había él mismo colocado el dispositivo del orgasmo para propiciar el apareamiento? Sin el orgasmo, qué especie querría realizar el acto sexual? En el caso del hombre, esto constituía uno de los grandes placeres que le ofrece la vida. Ya existe tanto dolor en el mundo, ya existe tanto sufrimiento en la vida de cada ser humano. ¿Por qué habría de negársele algo de placer como compensación a toda una vida de zozobras?
Comprendió que en este momento no era conveniente insistir. Debía dejarlo que viviera el momento. Ya llegaría a un estado en que tendrá que comparar y escoger.
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ONCE EL RESCATE
Cuatro semanas más tarde, Santiago se lo llevó al campo por dos semanas, a una especie de retiro, porque no había nadie más sino los dos en aquella cabaña rodeada de un bosque y a la orilla de una laguna. Allí se consagraron a meditar y conversar seriamente. El primer día no fue fructífero como era de esperarse. Felipe no tuvo ninguna visión y se quedó dormido repetidas veces. Frustrado, se lo comentó a Santiago_ - No sé qué me pasa. No puedo salirme del cuerpo. Cuando estoy a punto de hacerlo, una especie de lastre me impide que me eleve. - ¿has perdido energía en los últimos tiempos? - ¿A qué te refieres? No he corrido. No he realizado ejercicios extenuantes. - ¿Has tenido relaciones sexuales? - Bueno…sí, en estas semanas…un par de veces. - Mira, el líquido seminal es una reserva enorme de poder. Si lo malgastas, pierdes energía valiosa y entonces ya no podrás elevarte internamente. - No lo sabía. - Mira, necesitas digerir varios kilos de alimentos para poder formar una gota de sangre, necesitas varios litros de sangre para formar un gramo de médula, y se requiere muchos gramos de médula para configurar un gramo de semen. - Es increíble. Es decir, una gota de semen es valiosa porque es el producto de un proceso complejo de acumulación de energía. - Ni yo lo hubiera dicho mejor. Así es. Para las experiencias espirituales este combustible es esencial, por eso la castidad es tan importante en el mundo de lo espiritual - No lo sabía.
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- En los últimos años se prohíbe a los deportistas olímpicos tener relaciones sexuales en los días previos a una competencia, pues por experiencia ya saben que esto repercute en el rendimiento. Así que si eso es verdad en el deporte, imagínate lo importante que es a nivel espiritual.
Santiago no quiso que se sintiera regañado, añadió que esto era normal después de haber perdido tanta energía en las relaciones sexuales. Le recordó que el semen era un líquido vital y que era el responsable de la elevación espiritual. No podíamos darnos el lujo de desperdiciarlo. Era tan potente que era el mecanismo de prolongación de la vida para todas las criaturas. Gracias a Dios, la primera visión llegó al tercer día, tras haber permanecido en meditación catorce horas: tres el primero, cinco el segundo y seis el tercero. El rostro de Jesús se le apareció con gran claridad pero con los ojos cerrados y la expresión seria. - Por qué no abre los ojos y me mira –preguntó Felipe. - No pensarás tener el mismo nivel de experiencias después de haberle vuelto las espaldas a Jesús. –Comentó Santiago. Al siguiente día se levantó a las tres de la mañana. Estuvo en meditación hasta las ocho, en que se levantó a desayunar. - Veo en tus ojos que Jesús te ha mirado y te ha hablado. –Comentó Santiago, sonriendo, mientras le servía una taza de café. - Oh, sí. –replico sonriendo. Me dijo que no podía servir a dos amos al mismo tiempo. No hablaron más. Cada uno se retiró a meditar; él a su habitación, el otro a la orilla de la laguna. Durante el almuerzo comentó: 43
- Sabes, antes mis visiones eran ininterrumpidas e intensas. Ahora se interrumpen fácilmente y me cuesta trabajo retomarlas. - Tu atención mejorará paulatinamente. En este momento estás esforzándote por ver en lugar de dejar que las experiencias vengan hacia ti. Debes dejarte llevar. No hagas ningún esfuerzo. Si tu caminas hacia él un metro, el caminará hacia ti cien. No debes tratar de caminar por tu cuenta esos cien metros. Mira el asunto es cuestión de gracia, no de merecimiento. Si se tratara de merecimiento, ningún ser humano sobre la tierra habría tenido jamás una experiencia espiritual con el Creador. Es debido a su gracia que recibimos los dones del espíritu. Entrégale tu corazón, perdónate primero tú mismo y deja que llegue su perdón y su gracia.
El último día fue intenso. Permaneció en meditación todo el día y también toda la noche. Así que a la mañana siguiente en que tenían que partir, Santiago tuvo que esperar a que empacara. - Tienes el rostro radiante. Dime ¿Estás contento? - Estoy feliz. Esta es la verdadera felicidad. - Ahora te puedo hacer la pregunta: ¿Qué te proporciona más placer y dicha, el sexo o la experiencia espiritual’ - A ti no necesito responderte, sabes de sobra la respuesta. Las experiencias internas son un millón de veces más embriagadoras que el mejor de los orgasmos. ¡Cómo pude dejar el sol por el minúsculo brillo de una lámpara! - Mira el sexo en sí no es malo cuando se lo usa para la procreación únicamente. El desvío está en centrarse en el placer que éste prodiga. Recuerda que el matrimonio no es un obstáculo para la vida espiritual siempre y cuando sea llevado con castidad y esté anclado en el amor, la amistad y el respeto. Si un matrimonio tiene como centro a la sexualidad en lugar del amor, ten la seguridad que durará poco. Y que uno de los dos cónyuges buscará más placer en un tercero. 44
- ¿Significa eso que no necesito terminar con Sofía? - Si se aman, no. Sólo tienen que reestructurar la relación de pareja. Tienes que ayudarla a descubrir su ser interior para que ella también aprenda a disfrutar de las experiencias espirituales. Pero no tienes que forzarla. Ve despacio, con paciencia y tolerancia. - Gracias por decírmelo. Habría sido muy duro para ella el que termináramos. - Una mujer sensual no necesariamente es una mujer mala si sustituyes su lasciva por algo más elevado. Ella modificará su naturaleza sensual paulatinamente a medida que pruebe otro tipo de placer. Así, la pasión cederá lugar al amor y aprenderá a diferenciar el orgasmo del éxtasis. Tú la ayudarás en esta empresa.
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DOCE
EL PENTECOSTÉS
Jesús me transportó a un salón donde se encontraban sus discípulos más cercanos. Me dijo: - Observa muy bien todo, porque lo que vas a ver constituye la esencia de mis enseñanzas y de mi misión. Vi, entonces, cómo los discípulos se iban acomodando a lo largo del salón. En seguida entró Jesús y les dio instrucciones para que se sentaran en una posición cómoda. Cuando todos se hallaban en la posición correcta, les dijo: - El reino de Dios no viene por observación. El reino de Dios está dentro de ustedes. Tienen que cerrar los ojos de la carne y abrir el ojo del espíritu. Si ven con los dos ojos de la carne, sólo verán el mundo; mas si su ojo es único, todo su cuerpo estará lleno de luz. 14Cierren sus ojos y miren fijamente en el centro. Allí encontrarán al hijo del hombre que les llevará ante la presencia del señor. Los discípulos hicieron lo que Jesús les indicó, y permanecieron en ese estado por una hora. Estaban en perfecta quietud, ausentes completamente de este mundo. Luego Jesús se les acercó y les fue moviendo uno por uno y les pidió que abrieran los ojos. Cuando todos estaban atentos, les preguntó lo que habían visto. Pedro contestó que vio un sol gigante; Santiago, que vio una luz dorada que danzaba en un cielo azul; juan vio a Jesús completamente resplandeciente, en compañía de otros seres también resplandecientes, que estaban en frente al trono de Dios. 14
(Mateo 6:22) es el equivalente al tercer ojo, el Tirsla til, el Shiv netra.
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Cuando todos hubieron contado sus experiencias, Jesús les pidió que se taparan los oídos y que escucharan atentamente. Los discípulos siguieron sus instrucciones y permanecieron así por aproximadamente una hora. Al final, Jesús les movió y les pidió que contaran lo que habían escuchado. Uno por uno fueron redactando sus experiencias. Algunos escucharon truenos; otros, campanas; otros, el batir de olas; Felipe escuchó el sonido de trompetas; Santiago, algo como un coro de ángeles. Todos estaban visiblemente emocionados, y repetían que nunca habían escuchado sonidos tan hermosos y tan cautivadores. Jesús sonrío, y les dijo: - Acaban de experimentar las manifestaciones más sublimes del Espíritu Santo. Ustedes son afortunados porque han visto lo que muchos santos y profetas quisieron ver, y no vieron; y han oído lo que muchos santos y profetas quisieron oír, y no oyeron.15 Jesús se incorporó y se aproximó a la salida. Antes de salir, se volvió y agregó: - Ustedes han recibido el bautizo espiritual. Su alma ha probado el verdadero pan de vida. Alimenten a su alma todos los días. Al siguiente día, Jesús reunió a todos sus discípulos en el mismo salón donde los habían bautizado con el Espíritu Santo. Era muy importante que fuera un lugar privado y apartado de posibles intromisiones puesto que la naturaleza de sus enseñanzas así lo requería. Instruyó a sus discípulos para que repitieran exactamente lo que habían hecho el día anterior. Una vez concluida cada sesión, así mismo les pidió que relataran sus experiencias. Uno por uno fue contando lo que había visto y oído. Cuando terminaron de hacerlo, y cuando se disponían a comer el refrigerio que María les había preparado, alguien notó que uno de los discípulos no volvía en sí y dio la voz de alarma. Los otros lo rodearon e intentaron reanimarlo a fuerza de sacudones. Al ver que no reaccionaba, llamaron a Jesús, que había salido de la habitación para hablar con María. Estaban muy preocupados porque yacía inmóvil y no tenía pulso. Creían que estaba muerto. Jesús se acercó y les dijo: 15
(Mateo 12:17; Lucas 10:24) se refiere a las experiencias de Luz y Sonido.
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- No se preocupen, él está en la mansión de mi Padre. Está muerto para el mundo pero está vivo para Dios. De cierto les digo que aquel que ganare la vida por amor a la vida, la perderá; pero aquel que perdiere la vida por amor a mí, la ganará. 16Ustedes tienen que imitarlo; tienen que aprender a morir. Pues no es digno de mi aquel que no muere todos los días. Pidió que no lo perturbaran y que lo dejaran allí. Un par de horas más. Una vez transcurridas las mismas, el mismo se aproximó al discípulo, puso su dedo pulgar en la frente de éste, e hizo un movimiento vertical de arriba hacia abajo. Inmediatamente el discípulo pareció volver en sí y, luego de algunos movimientos vacilantes, abrió los ojos. Apenas vio a Jesús se le echó en brazos y, llorando, le dijo que el reino de Dios era indescriptiblemente maravilloso. Jesús, dirigiéndose al resto de sus discípulos, que estaban conmovidos por lo que acababan de ver, les dijo: - Este hombre ha subido a la mansión de mi padre para adorarlo en espíritu. De cierto les digo que la carne y la sangre no heredarán el reino de Dios; pues a Dios hay que adorarlo en espíritu y en verdad.
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(Mateo 10:24.26) se refiere al proceso de “morir en vida” que es un estado semejante a la muerte durante el cual el alma abandona el cuerpo físico
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TRECE DESAPEGO
Sofía quiso tener sexo, él accedió más por complacerla que por deseo. Ella usó como siempre sus movimientos de seducción. El puso énfasis en las caricias, en la ternura. Ella estaba como una loba melindrosa, él como un enamorado romántico. Ella puso la pasión de siempre. El, aunque había aprendido el lenguaje de la pasión con ella, ahora sólo podía expresar el lenguaje de la ternura. Extrañamente, la pasión no tenía cabida en su pecho. Por primera vez no centró su atención en el coito en sí sino en el acto de prodigar amor. Ella quedó satisfecha pero pensó en sus adentros que había sido una experiencia diferente. No es que le molestara eso pero prefería mayor fogosidad. En las próximas relaciones, que cada vez fueron más espaciadas, esta sensación se fue incrementando. Tuvo que irse acostumbrando y no porque estuviera de acuerdo sino porque en el fondo de su corazón la dejaba satisfecha. No sabía cómo explicarlo pero era como si no fuera ya su cuerpo el que gozara en el coito sino su corazón. Definitivamente estaba asistiendo a una nueva forma de experimentar el acto sexual. Cuando comentó a Santiago, meses después, que ya no sentía apetito sexual, y que cuando tenía sexo,, su mente y su cuerpo sólo podían brindar ternura, y que temía que esto afectara su relación con ella; éste le respondió que a eso se le conocía como castidad.
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CATORCE EL ALIMENTO QUE NO MATA
Después de haber predicado a la multitud durante toda la mañana, Jesús y sus discípulos se dirigieron a la casa de Lázaro. Allí almorzaron algunos cereales, vegetales y frutas. Uno de los nuevos discípulos, que había sido pescador, al ver que había pescado en la mesa, se ofreció para ir a su casa y traer pescado fresco. Jesús, después de agradecérselo, le pidió que no lo hiciera porque El y sus discípulos no comían ningún tipo de carne. Y luego, dirigiéndose a todos, añadió: - Se les dio este mandamiento: no matarás, porque la vida ha sido dada a todas las criaturas por Dios, y lo que Dios ha dado, el hombre no debe quitarlo. Porque en verdad les digo, de una sola madre procede todo aquello que vive sobre la tierra. Por lo tanto, aquel que mata, mata a su hermano. Y de él se retirará la Madre Tierra y le arrancará de sus senos de vida, y será rehuido por sus ángeles y Satán hará morada en su cuerpo. Y la carne de las bestias muertas hará una tumba de su cuerpo. Porque en verdad les digo, el que mata, se mata a sí mismo, y el que come carne de las bestias muertas come el cuerpo de la muerte, y la muerte de ellos será su muerte. Porque el pago del pecado es la muerte. No maten, ni coman la carne de su inocente presa porque se convertirán en esclavos de Satán. Ello es el sendero del sufrimiento y conduce a la muerte. No maten ni hombres ni bestias, ni el alimento que va a su boca. Porque si comen alimento vivo, ello les dará vida, pero si matan su alimento, ello les matará también. Porque la vida viene sólo de la vida, y de la muerte viene sólo la muerte. Porque todo aquello que mata a su alimento, mata también a su cuerpo, y todo aquello que mata a su cuerpo, mata también a su alma. Y sus cuerpos
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se convierten en lo que es su alimento, tal como su espíritu se convierte en lo que son sus pensamientos.17 Luego Jesús tomó los panes y, partiéndolo, los repartió entre cada uno de sus discípulos. Mientras todos comían, El me miró y me sonrió. Luego sentí como si me desintegrara, y fui transportado nuevamente ante la presencia resplandeciente de Jesús. Entonces yo le dije: - Yo como carne, mi familia también. Todos los sacerdotes que conozco también comen carne. ¿Esto está mal? - Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o sea debilitado.18 –Me respondió. Yo me sentí avergonzado porque comprendí el alcance de las palabras de Jesús. El entonces me explicó que los primeros cristianos habían sido vegetarianos; pero cuando los fanáticos que los siguieron, empezaron a formar poco a poco una nueva religión, una de las primeras cosas que fue descuidada y luego abandonada, fue precisamente la dieta vegetariana. Me dijo que los primeros obispos de la iglesia evadieron constantemente el tema del vegetarianismo y, posteriormente, cuando se reunieron los textos que conformarían El Nuevo Testamento, fueron dejados de lado aquellos que aludían a la dieta y a otros aspectos importantes de su vida. Desde aquel día tomé la firme determinación de convertirme en vegetariano. Comuniqué mi decisión a mi familia y ellos creyeron que me había vuelto loco y no me tomaron muy en serio. No se alarmaron sino hasta el noveno día en que no había probado ni un pedacito de carne y me había alimentado exclusivamente de ensaladas. “Te vas a morir” –Dijo mi padre. “Se te va a secar el cerebro y no vas a poder continuar estudiando” -Me dijo mi hermana. Pero yo estaba firmemente decidido a llevar hasta las últimas consecuencias mi cambio de dieta. La primera crisis surgió cuando me desmayé delante de mis padres. Me llevaron al médico y me hicieron análisis. 17
Kirpal Singh La corona de la vida. Publicaciones SK. Es un fragmento del evangelio esenio que justifica el vegetarianismo de Jesús y de los esenios. 18 (Romanos 14:21) esto es reforzado en Corintios 10:13
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Tenía anemia aguda. El médico y mis padres se empecinaron en que comiera carne. Mi madre incluso me suplicó llorando que volviera a comer carne, cuando mi condición empeoró y tuvieron que alimentarme a puro sueros en el hospital. Por suerte para mí, un tío fue al hospital con un vegetariano robusto y saludable, que no había ingerido ningún tipo de carnes por más de veinte años. El se encargó de instruir a mi familia y a los médicos sobre el tipo de alimentos que debían suministrarme. Salí del hospital recuperado y, ya en casa, me alimentaron correctamente gracias a las recomendaciones y recetas vegetarianas que había dado a mi madre aquel buen hombre. Cuando me recuperé completamente, puse mucho más cuidado en balancear mi dieta y empecé a frecuentar gente que era también vegetariana. Entre intercambios de recetas y de ideas, me enteré que el vegetarianismo tenía un fundamento científico. Al parecer, no era natural para el cuerpo humano la ingesta de carnes. De hecho, cuando uno comía carne, ésta permanecía en el estómago sin ser digerida completamente, debido a que nuestros jugos gástricos eran demasiados suaves. Por lo tanto, lo que no había sido digerido, se quedaba en el intestino pudriéndose y causando trastornos y enfermedades. Entonces vino a mi mente lo que había dicho Jesús, al respecto: “La carne de las bestias muertas hará una tumba de tu cuerpo” Posteriormente, en una revista científica, leí que las últimas investigaciones demostraban, fehacientemente, que la proteína de origen animal produce cáncer. Este dato era ya un axioma científico, y estaba causando gran revuelo entre la gente. Contradecía siglos de tradición alimenticia. Yo estaba sorprendido y a la vez satisfecho. Jesús no podía estar equivocado; la ciencia le daba ahora la razón.
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QUINCE LA ELECCIÓN
Felipe trató de convencer a Sofía de que se hiciera vegetariana, pero ella se rehusó y le contestó que le encantaba la carne y que no la dejaría nunca. Él se sintió turbado ante esta actitud y tomó el teléfono y llamó a Santiago: - Necesito hablar contigo. - Ven a verme cuando quieras. Felipe viajó esa misma semana y lo buscó con ansiedad. Cuando se encontraron, fue directamente al grano: Sofía no quería secundarlo en la dieta vegetariana ni en la vida espiritual. Parecía oponerse deliberadamente a todo lo que sonara a religioso o místico. Le dijo que había pensado seriamente en terminar su relación con Sofía, pero antes, quería escuchar su consejo. - EL apego es una forma sutil de quedar atrapado en este mundo. Tú estás empezando a apegarte a esa mujer. –Dijo Santiago. - Creo que estoy enamorado. - Debes esclarecer si es amor o apego. Recuerda que se puede amar sin apego. - Esa mujer despertó en mí sentimientos que nunca había sospechado que existieran. Despertó en mí sensaciones que se hallaban dormidas. - Ella me propuso que nos casáramos y tuviéramos familia. - Eso no está mal, demuestra que la chica también está enamorada. - Pero por otro lado, estoy preocupado. He dejado de oír su voz, la de él. No puedo vivir sin su voz, sin su presencia. - Entonces debes escoger entre tu apego al mundo o tu amor por él. No puedes tener dos amos en tu corazón. Tienes que escoger a quien vas a servir. 53
- Sin embargo, no hay que ser tan drásticos. Tú no eres un profeta que tiene que escoger entre el mundo y dios. Así que tranquilo. Puedes llevar una vida normal: cásate, ten hijos, forma un hogar. - Pero eso no me llena. Yo quiero ir al Más Allá. Me encanta estar allí. La paz que siento no me la puede dar este mundo. El amor que experimento allá no es igual al que siento en este mundo, ni siquiera el amor de mi madre se puede comparar con aquello.. - Entonces debes sopesar cuál de los dos es más importante para ti. Pero una vez escogido, no debe haber retroceso. Pero no te precipites, a su debido tiempo tu corazón se inclinará hacia donde sea atraído con más fuerza.
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DIEZ Y SEIS LOS AÑOS PERDIDOS
Jesús me llevó a orillas del Mar Muerto, a una pequeña ciudad perdida en el desierto. Era de mañana, el sol resplandecía en el cielo. Una pareja se aproximaba a la entrada de la ciudad. La mujer venía sobre un asno y llevaba en su regazo un niño de aproximadamente tres años. Tres hombres de barba y cabello largo, vestidos con túnicas blancas, los escoltaron hasta uno de los edificios. En el interior fueron atendidos como huéspedes de honor. La mujer no hablaba, permanecía ensimismada y con la mirada ausente. El hombre, ya entrado en años, habló sobre el futuro del pequeño. Uno de los hombres de blanco tomó al niño y se lo llevó a otro edificio. Ahora la mujer lloraba y su hombre trataba de consolarla. Uno de los hombres de blanco, al parecer el patriarca, les dijo: - No se preocupen, el niño recibirá los mayores cuidados y la más alta educación. Ustedes podrán permanecer con él hasta que cumpla los doce años. Después de eso, tendrán que dejarlo completamente a nuestro cargo. Al principio vivirá junto con ustedes, en una casa que les tenemos preparada dentro de la comunidad. Luego, paulatinamente, lo iremos apartando de su tutela hasta hacerlo independiente. - Sé que Isabel, la prima de mi mujer, ya está aquí con su esposo y su hijo. Juan. _Dijo el hombre maduro. - Sí, así es, José. Nos reuniremos con ellos más tarde, durante la cena de bienvenida. Al anochecer, todos los hombres de la comunidad estaban reunidos en un gran salón. En torno de una gigantesca mesa. Todos llevaban túnicas blancas, incluso José. El patriarca estaba en el centro de aquel gran mesón pletórico de cereales, vegetales, panes y frutas. Tomó los panes, los partió y luego los distribuyó entre todos y cada uno de los presentes.
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Luego de ver esto, fui llevado a una habitación en la que se encontraban cinco niños, entre ellos Juan y Jesús. Un anciano les impartía enseñanzas sobre la Torá. Los pequeños, que ya contaban con seis años de edad, aprendían a una velocidad sorprendente, en especial Jesús, que era el más adelantado de los cinco. Luego de concluir con la clase, los cinco corrieron al exterior y se dedicaron a jugar. Por la tarde, los niños retornaron al salón de clase y, esta vez, su preceptor, un hombre de unos cincuenta años, les instruyó sobre la cábala y sus secretos. Pero esta clase duró sólo una hora. A continuación se enfrascaron en el estudio del Antiguo testamento, por el doble de tiempo. Al final de esto, a los pequeños se les permitió salir para que retomaran sus juegos. Se me explicó que esta rutina se repetía todos los días, y que los niños ya estaban habituados a esta disciplina. Cuando los niños cumplieron los nueve años, se les permitió salir de la comunidad con sus familias, con la finalidad de que pudieran pasar un tiempo en el mundo exterior, en compañía de sus parientes y amigos. Para entonces, los cinco eran unos expertos en el Antiguo Testamento, en la Torá y en la Cábala. Por esta razón, cuando Jesús, unos años más tarde, en una de sus visitas a la ciudad en compañía de sus padres, se había apartado de ellos y se había dirigido al templo; se le encontró debatiendo sobre las escrituras con los sacerdotes, con un dominio impresionante sobre el tema. Tres semanas después de este incidente, Jesús y sus padres retornaron a la comunidad del desierto. Los otros niños ya lo habían hecho unos días antes. Esta vez los pequeños fueron ubicados en un edificio aparte, y no se les permitió convivir con sus padres. Únicamente podían visitarlos de vez en cuando. Ahora los pequeños tenían doce años y podían ser iniciados formalmente en la Orden. Después de una celebración especial, en la que los niños adoptaron una túnica blanca como única vestimenta, sus padres los bendijeron y se despidieron de ellos. Pues al siguiente día abandonarían la comunidad para volver a sus ciudades y sus pueblos y, en cambio, los pequeños, de ahora en adelante quedaban bajo la entera responsabilidad de la comunidad esenia, la cual se encargaría de su desarrollo espiritual. 56
La formación espiritual dentro de la comunidad de los esenios, estaba dividida en varias etapas. Las primeras, ya habían sido cursadas con éxito por los cinco aspirante. Las siguientes, demandaban mayor disciplina y mayores renunciaciones. Dos de ellos alcanzaron el nivel de Instructores de la Orden, y se quedaron en la comunidad como tales. Juan fue un poco más allá e hizo votos de celibato y de ascetismo; luego se retiró al desierto para llevar una vida de retiro y de renunciación. Jesús se sometió a pruebas más rigurosas y, al superarlas con éxito, alcanzó los estados más elevados de la Orden. Por esta razón, la comunidad lo envió a los monasterios del Tibet y de la India para que continuara su elevación espiritual. Jesús entonces tenía veinte años, y había desarrollado grandes poderes de clarividencia y sanación. Debido a sus antecedentes espirituales, fue recibido con gran expectativa en uno de los monasterios de Leh, en Ladakh. 19Allí permaneció dos largos años, durante los cuales se consagró a la práctica de la meditación y al estudio de antiguas escrituras. Luego se dirigió a otro monasterio de la región, donde por espacio de tres años, se dedicó al estudio de las leyes superiores de la naturaleza, y se absorbió en formas de meditación más sutiles. Después abandonó el Tibet y se encaminó a los Himalayas, al norte de la India. Allí ingresó a un monasterio, donde permaneció tres años, completamente enfocado en el arte de la contemplación. Fue allí donde alcanzó la perfección en la meditación y, finalmente, conquistó el samadhi.20 Luego deambuló por la región y entró en contacto con grandes yoghis en Varanasi, a orillas del Ganges. Después de perfeccionar el samadhi, se convirtió en un Maestro Espiritual. Empezó su misión en la región y allí inició a sus primeros discípulos. Recorrió varias aldeas y pueblos predicando. Luego emprendió el camino de regreso a su tierra natal para continuar su misión entre su gente, la cual no sólo estaba bajo la opresión de un poder terrenal sino que se
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Existen pergaminos en los monasterios de Ladakh que atestiguan la estancia de Jesús allí. El Samadhi es un estado de suprema absorción en Sin Forma, en el Absoluto, y sólo lo conquistan las grandes almas maestras. 20
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hallaba también sumida en la ignorancia espiritual, bajo la tiranía de un poder sacerdotal caduco. Los primeros en recibirlo fueron sus amigos, los esenios. Habían preparado una gran celebración para darle la bienvenida. Jesús tenía ahora treinta años y su apariencia revestía majestad y grandeza, por lo que todos comprendieron que había alcanzado las cumbres espirituales. Se inclinaban ante El llenos de respeto y admiración. Antes de visitar a su primo Juan, que andaba predicando y preparando el corazón de la gente, los ancianos de la Orden le recomendaron que tomara esposa para que pudiera predicar entre los judíos, porque ellos no aceptarían jamás la prédica de un célibe. Jesús les pidió que ellos arreglaran su matrimonio, con ayuda de sus padres. Los ancianos de la Orden creyeron conveniente desposar a Jesús con María Magdalena, la hermana de Martha y de Lázaro, debido a que poseía un buen trasfondo espiritual y estaba llena de virtudes. Hicieron, pues, los arreglos necesarios y celebraron la boda en Canaán.
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DIEZ Y SIETE LOS GRANDES MÁRTIRES.
Le dije a Jesús: - Tú eres el que más padeciste y al que más maltrataron y torturaron. - No he sido el único. –Me respondió. La mezquindad y el odio han empujado al hombre a perseguir, torturar y ejecutar a muchos Maestros. Ven y mira.. Y diciendo esto me hizo ver lo que había acontecido con otros Maestros: Vi una turba enfurecida apresar a un anciano de barba blanca. Unos sacerdotes arengaban y dirigían la furia ciega de la turba. Lo desnudaron y lo llevaron ante una gran hoguera, sobre la cual habían puesto una gran plancha de metal que estaba al rojo vivo. Lo subieron hasta la plancha candente, atado por dos cuerdas, y lo obligaron a acostarse sobre ella. El anciano no gritó cuando su carne empezó a quemarse. Entonces dos hombres, uno a cada lado, empezaron a hacerlo girar sobre la plancha, tirando cada quien de la cuerda por turnos. Las únicas palabras que salieron de la boca del anciano, que ya era una sola llaga humeante, fueron: “Dulce es tu voluntad, oh, señor” Luego vi una plaza grande. Una gran multitud estaba congregada. En torno a una especie de cadalso construido de madera. Sobre la estructura había dos hombres. El uno estaba de pie y sostenía en sus manos una gran espada, al parecer era el verdugo; el otro estaba tendido sobre el piso, las cuatro extremidades tensadas por sendas cuerdas.; tenía aproximadamente sesenta años y su apariencia era la de un asceta. Un hombre, ricamente vestido, al parecer el rey, dio la orden: el verdugo, de un tajo, cortó la pierna derecha, a la altura de la rodilla; luego cortó el brazo izquierdo, a la altura del codo; 59
después cortó la pierna izquierda, a la altura del tobillo; luego cortó el brazo derecho, a la altura de la muñeca. El hombre se estremecía de dolor con cada nuevo sablazo. Después, el verdugo diestro y terrible con la espada, separó los muslos, al nivel de las ingles; y luego, los brazos, al nivel de los hombros. Finalmente, cuando el verdugo se disponía a degollar a su víctima, el moribundo alcanzó a decir: “Hágase tu voluntad, y no la mía, oh, mi Dios”. Vi otra muchedumbre congregada en torno a un santo, vestido de blanco. Unos guardias lo desnudaron y lo ataron a unas estacas. Un hombre, con el aspecto de matarife, se le acercó y le hizo varios cortes en el cuerpo con un filoso cuchillo. En seguida, con brutalidad ciega, empezó a despellejar al santo. Primero le arrancó la piel de las extremidades. El anciano se retorcía de dolor con cada tirón de piel. Luego le arrancó la piel del tronco, quedando el cuerpo en carne viva, sangrando por todo lado. Pero la crueldad de los sacerdotes, que presidían la espantosa ejecución, reclamó que desfiguraran también su rostro. El matarife cortó la barba del santo con violencia y, de cuando en cuando, le arrancó de raíz, a fuerza de tirones. Después hizo grandes cortes en la cara y empezó a arrancarle la piel del rostro. Antes de darle muerte, le echaron pimienta sobre el cuerpo completamente desollado. En medio de los gritos de dolor, alcancé a escuchar: “Hacer tu voluntad es mi última voluntad” Luego Jesús se me mostró en toda su gloria y me dijo: - La gente común no puede reconocer a un Maestro. No es el discípulo quien escoge al Maestro sino es el Maestro quien hace los arreglos para el encuentro cuando éste está preparado para recibir el bautizo espiritual. Mis ovejas ya vienen marcadas por el Señor. Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo trajera. 21
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(Juan 6:44)
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DIEZ Y OCHO EL MAESTRO VIVIENTE
Jesús me llevó a su presencia resplandeciente y me dijo: - Ven, te mostraré a los Maestros que han venido antes de mí y después de mí. Y, diciendo esto, me tomó de la mano y me condujo hasta un lugar más allá de las estrellas, donde todo era luz, donde todo brillaba, y donde se experimentaba una dicha indescriptible que permeaba cada poro de mi ser. Aparecieron entonces unos seres resplandecientes junto a Jesús y me fue presentado cada uno de ellos. Fue así como conocí directamente a Buda, a Zoroastro, a Mahoma, a Baba Farid, a Nandev, a Nanak, a Arjan Dev, a Ravi Das, a Dharam Das, a , que se había convertido en Maestro a los nueve años, a Gobing Singh, a Kabir, que había venido al mundo como Maestro Espiritual varias veces y en distintas épocas, a Paltu Sahib, a Tulsi Sahib, a Maulana Rumi, a Sahamas-i-Tabrez, a Jaimal Singh, a Hazur, a Kirpal, a Darshan, el poeta místico que había venido en años recientes. Todos ellos brillaban como la luz de muchos soles, y todos ellos me dieron tanto amor, que mi alma danzaba de felicidad indescriptible. Entonces Jesús, apartándose de los demás, me dijo: - Recuerda, tienes que buscar un Maestro Viviente que te dé el bautizo espiritual; sin esto, tu existencia habrá sido en vano y habrás desperdiciado una dorada oportunidad para liberarte de la transmigración. Yo, repentinamente triste, le pregunté: - ¿Dónde podré encontrar un Maestro Espiritual? Y si no lo encuentro, ¿Qué será de mi vida, habré nacido en vano? Jesús, sonriendo, me contestó dulcemente: 61
- Jamás el mundo ha estado, ni estará, sin un Maestro Viviente. Ve y búscalo. Pide y se te dará; busca y encontrarás; toca y se te abrirá22 Esa tarde me pasé encerrado en mi habitación, sumido en mis reflexiones, tratando de digerir todo aquello que acababa de mostrarme Jesús. Ahora, todas las metas que me había trazado en mi vida material, me parecían superficiales. Si no encontraba un Maestro Viviente, el propósito de mi existencia no se justificaría. Las lágrimas empezaron a brotarme en abundancia, y un nudo en la garganta, y un vacío en el estómago y un peso helado en el pecho, maniataron mi voluntad y me sumí en una especie de postración. Así permanecí toda la noche y, al siguiente día, no mejoró mi condición. No fue sino al tercer día que reaccioné y, recordando las últimas palabras de Jesús, empecé a orar a Dios con todas mis fuerzas. Le supliqué que me permitiera encontrar un Maestro Viviente en el curso de mi existencia. Luego me quedé profundamente dormido. Al despertarme, me di cuenta que había dormido doce horas. Cuando me disponía a levantarme, algo se materializó al pie de mi cama. Una esfera de luz, del tamaño de un huevo, se hallaba suspendida en el aire. De pronto, esta esfera empezó a crecer hasta llenar todo el espacio de la habitación. En el centro apareció Jesús y me invitó a acompañarlo. Me llevó a un bosque de olivos. Allí estaban congregados todos sus discípulos y, además, dos mujeres: su madre y su esposa, María, hermana de Lázaro. Jesús estaba sentado sobre una roca y los demás se hallaban sentados sobre la hierba, formando un semicírculo. Jesús les explicaba que la meditación era la única forma de entrar en contacto con el Verbo de Dios, y que sólo un Maestro Viviente podía permitirles realizar ese contacto. Luego añadió: - Nadie jamás ha entrado en el reino de Dios sin la ayuda de un Maestro Viviente. El Maestro es el Verbo encarnado, y es, en verdad, el Verbo mismo. El Verbo ha creado todo lo que existe en el universo, y se ha encarnado en el mundo desde el mismo génesis para guiar a la 22
(Mateo 7:7) La mayoría de las personas oran a Dios por salud y riqueza, y recurren a El sólo cuando están enfermas o en apuros económicos. Sólo unos cuantos sinceros buscadores de la verdad oran a Dios para encontrarlo, para que les muestre el camino.
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humanidad y llevarla de regreso al reino de Dios. Yo soy el Verbo encarnado que ha venido a este mundo para llevarlos de vuelta a su verdadera morada: la mansión de mi Padre. Antes de mí, vinieron a este mundo otros Maestros para realizar el mismo trabajo. Y después de mí vendrán otros Maestros para llevar a cabo el mismo trabajo. En verdad, el mundo no puede permanecer sin un Maestro Viviente, porque únicamente el Verbo hecho carne puede dar el bautizo espiritual y mostrar a Dios al hombre. De cierto les digo, nadie conoce al Hijo, sino al Padre; nadie conoce al Padre, sino al Hijo; y a quien el Hijo quiera revelarlo.23 A ustedes les hablo directamente, pero a los demás, con parábolas, porque sus corazones todavía no pueden comprender las verdades sublimes del Reino de Dios. Luego me llevó nuevamente ante su presencia, y me mostró nuevamente a los Maestros Espirituales que habían bendecido con su presencia el mundo, desde el génesis hasta nuestros días. Aparecieron ante mis ojos en orden cronológico. Jesús me presentó, entonces, al Maestro Viviente de mi época. Para mi sorpresa, era el mismo hombre de barba a cuyas conferencias había asistido, y el mismo que me había dado mis primeras experiencias con Jesús. Me sonrió y me dijo que estaba esperándome, que ya estaba listo para recibir mi bautizo espiritual y continuar mi progreso espiritual bajo su guía. Después de decir esto, su rostro brilló como la luz de muchos soles. Luego, todos los Maestros se acercaron a El y entraron, uno por uno, en su cuerpo, y se fundieron, y se hicieron uno solo. Su figura, entonces, fue asumiendo la forma de todos los Maestros, incluso la de Jesús, y, finalmente, retomó su figura original. Entonces me habló y me dijo que había sido testigo del Poder Crístico, que es el que permite que el Verbo encarne.
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(Mateo 11:27)
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DIEZ Y NUEVE LA GRACIA
Felipe se casó con Sofía pese a todo. Santiago vino a la boda. Antes de despedirse, lo llevó aparte y le aconsejó: - Tu esposa no debe convertirse en un lastre que sujete tu alama a este mundo. Tienes que ayudarla a crecer espiritualmente. Tienes que transformarte en su mejor amigo. Y un amigo ayuda, es un soporte. Tú tienes que ser su báculo en el que ella se apoye para elevarse sobre la mezquindad del mundo. Medita con ella. Ayúdala a explorar el Más Allá. Sólo entonces ella se convertirá en tu mejor aliada en el peregrinaje espiritual. Los dos caminarán juntos y se elevarán juntos. Entonces el amor de los dos se volverá sublime. Después de regresar de la luna de miel, Sofía le dijo que deseaba visitar a su madre en Guayaquil. Felipe aceptó y le aconsejó que se quedara una semana ya que no había visto a su familia por varios meses. Al cabo de la semana, el día en que tenía que regresar, sonó el teléfono. Su suegra, llorando, le resumió los hechos: Sofía sufrió un accidente terrible. Su auto volcó en una curva y cayó al abismo. Los paramédicos llegaron a tiempo y la rescataron. Tenía dos costillas rotas y una hemorragia interna. La sometieron a tres cirugías. Está en cuidados intensivos
Fue al hospital y abrazó a su amigo y le dijo que tuviera fe. Los médicos salieron y dijeron que podrán verla al siguiente día. El lo llevó a su casa para tranquilizarlo y no dejarlo solo.
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Al siguiente día lo acompañó al hospital. El entró, ella estaba despierta y sonrío al verlo. El se acercó presuroso y le tomó la mano. Antes de que le preguntara cómo se sentía ella le dijo: - Tengo que contarte algo. – su voz sonaba agitada. Lo que voy a decirte es increíble. Cuando caí al abismo, sentí que me salí del cuerpo. Yo vi mi cuerpo entre los hierros retorcidos. No me dolía nada.. Me sentía liviana. Pronto se me abrió un túnel de luz que giraba hacia la izquierda. Empezó a girar muy rápido y yo fui absorbida por ese remolino. Empecé a a travesar el túnel y finalmente salí a un valle hermoso. Unos seres vestidos de blanco me recibieron, me abrazaron. Entonces los reconocí: era mi abuela que me crio. la abracé. Un amor increíble nos unía. Luego vi a la otra persona. Era mi madre.. La reconocí porque la había visto en fotos. La abracé y la estreché contra mi pecho. Era mi madre. Podía sentir su amor. Luego mi abuela me tomó del brazo y me me dijo que debía volver, que todavía no había llegado mi hora, que tenía una misión que cumplir en la tierra. Entonces una fuerza extraña me alejó de ellas y me regresó por el túnel y fui otra vez absorbida, succionada por mi cuerpo. Cuando abrí los ojos, los paramédicos estaban sobre mí y gritaban: ¡ha vuelto, ha vuelto! Su corazón está latiendo nuevamente. Al oírla, sonrío con ternura. Le dio un beso en la frente y le dijo: Acabas de tener una experiencia del Más Allá. Ahora podrás comprenderme mejor.
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VEINTE EL CRISOL
No fue el único accidente que sufrió Sofía, posteriormente, rodó las gradas y estuvo inconsciente dos días, al despertar se vio postrada en una cama de hospital con la pierna enyesada. Después se cayó del caballo en la finca de unos amigos y se fracturó la cadera. Tres meses duró su recuperación. Posteriormente, se embarazó, pero abortó al tercer mes. En el segundo intento de embarazo volvió a abortar a la cuarta semana. Luego, debido a continuos sangrados, su salud se le complicó y tuvieron que extirparle el útero. Esto último la sumió en una depresión que le duró varios años. Sin embargo, Sofía logró salir adelante; una fuerza interna la mantenía a flote. Era evidente que ya no era la misma; se había vuelto espiritual desde aquella experiencia en el Más Allá. Ya no le cambiaba la conversación a su esposo cuando éste hablaba sobre temas espirituales; ya no le interrumpía en sus meditaciones con cualquier pretexto; yano le hacía trampas en la cocina agregando pedacitos de pollo en la comida; ya no le insistía que bebiera cerveza y que la llevara a bailar a una discoteca. Incluso había dejado de comer carnes rojas, sólo comía pollo y pescado. Y ya no se oponía ciegamente a la vida ascética de su esposo. Todavía sentía celos de su Maestro pero había aprendido a compartirlo.
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VEINTE Y UNO LOS PUROS
Marta había preparado el almuerzo para Jesús y sus discípulos. Después de comer, Jesús les dijo: - Así como lavan su cuerpo todos los días con agua limpia, así también deben lavar su alma cada día con el agua de vida que les he dado de beber. Es la única forma de limpiar el alma de pecado, hasta que se vuelva pura. No existe otro camino. Sólo entonces podrán entrar en la Mansión de mi Padre. Por eso me han oído decir: “Bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios El alimento del alma es el Verbo. Den a su alma el pan de vida que les he dado de comer y ésta se hará fuerte y ganará todas las virtudes divinas. Les aseguro que todos sus defectos serán quemados y se volverán inocentes, como un niño pequeño en quien no hay ninguna malicia. En verdad les digo, aquel que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. 24 En la mansión de mi Padre hay muchas moradas, cada una más hermosa que otra. Mientras más beban del agua de vida, más puros se volverán; y mientras más puros, más llenos de virtudes y de perfección serán, y podrán entrar en las moradas más altas. Por lo tanto, sean perfectos como su Padre que está en los cielos es perfecto. A ustedes les he plantado en el corazón la semilla de la inmortalidad. Deben regarla cada día con el agua de vida, el Verbo Sagrado, para que crezcan y se desarrollen espiritualmente. Aquel que lo haga recibirá mi gracia en abundancia; aquel que no riegue su semilla, la tornará raquítica y la oscuridad la asfixiará. En verdad les digo, a aquel que tenga, se le dará más; y a aquel que no tenga, incluso lo que tiene se le
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(Lucas 18:17) Esto implica que debemos recobrar la pureza de un niño, y esto implica limpiar nuestra mente de toda la suciedad que nosotros y la cultura de consumo y alienación hemos arrojado sobre ella.
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será quitado. Por lo tanto, cumplan mis mandamientos. A ustedes les hablo directamente, pero a los demás, por parábolas y alegorías.
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VEINTE Y DOS EL REVOLUCIONARIO
Cierta mañana, a eso de las tres, me despertó un ruido extraño. Me levanté y encendí la luz de la habitación. Revisé la ventana y luego la puerta. Todo estaba en orden. Pero al disponerme a volver a mi cama, tropecé con un objeto y estuve a punto de caer. Al reponerme, descubrí que el crucifijo, que siempre estaba sobre el marco de la puerta, se había caído al piso. Extrañado, lo levanté y revisé si no se había astillado o roto en alguna parte. Estaba intacto. Tomé una silla y volví a colgarlo el clavo de acero que lo sostenía. Me acosté nuevamente y me quedé mirando un buen rato el cristo. De pronto, una luz azul intensa apareció en el rostro del cristo, y luego se fue haciendo más grande y más intensa, hasta abarcar toda la habitación. En pleno centro de la luz apareció el rostro sonriente de Jesús. - Ven, mira esto. - Me dijo. Y en el mismo centro apareció una multitud. Y en el centro de la multitud estaba Jesús predicando. En eso, de la multitud salió un hombre abarbado. Se le acercó a Jesús y le preguntó: - ¿Eres tú el Mesías? Jesús le sonrió y le propuso que se uniera a los demás apóstoles. Fue así como Judas cenó aquella noche junto a Jesús y le ofreció su apoyo incondicional para instaurar un nuevo reino; y le dijo, además, que estaba preparado a ofrendar su propia vida, si era necesario, con tal de liberar a los judíos. Judas levantó la espada y dijo a sus hombres:
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- Combatiremos al imperio del mal, que nos mantiene en una vergonzosa opresión. He encontrado al Mesías. El liberará y salvará a nuestro pueblo. Los hombres levantaron las espadas y corearon varios vítores. Era los zelotes, comandados por Judas. Habían combatido, con ferocidad, a los soldados romanos. Los habían vencido algunas veces en batallas dispersas. Judas creía que Jesús tenía un plan bien estructurado para derrocar a los romanos y proclamarse como rey de los judíos. Estaba convencido que usaría los poderes que tenía para destruir al imperio, así como lo hizo Moisés para sacar a su pueblo de Egipto. Judas esperaba que Jesús comandara el ejército que él había puesto a su disposición; y estaba listo para entrar en acción cuando lo ordenara el Mesías. Pero como Jesús no daba muestras de querer tomar las armas, judas empezó a dudar de que en verdad fuera el Mesías, y se fue apartando poco a poco. En su mente había mucha confusión. Por un lado, se sentía profundamente atraído y motivado por las palabras de Jesús. Sus discursos sobre la justicia e igualdad habían calado muy hondo en su mente. El era capaz de mover grandes masas y hablaba de un reino más justo y más humano. Pero, por otro lado, hablaba de volver la otra mejilla, de amar al enemigo y de perdonar al ofensor. Por un lado, los fariseos y los romanos lo acusaban de sublevar al pueblo; por otro, Jesús prohibía el uso de la fuerza. No entendía qué de bueno podría resultar de amar a los romanos, los enemigos. Cómo podría el pueblo judío perdonar las ofensas y agravios de los terribles ofensores, los romanos. No podía ir con estos mensajes a su tropa de zelotes que odiaban a muerte a los romanos.. Cierto día, Judas decidió apartarse definitivamente de Jesús y de sus apóstoles. Se llevó a sus hombres y se consagró a luchar contra los romanos, por su propia cuenta. Comandó varias insurrecciones. Tuvo algunas victorias, 70
muchas derrotas, hasta el dĂa en que fue emboscado y ahorcado de la rama de un ĂĄrbol.
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VEINTE Y TRES EL AMOR
Jesús me transportó al pasado y me concedió el privilegio de ver predicar a varios Maestros que habían bendecido la tierra con su venida. Me llevó a un lugar donde un Maestro llamado Nanak, y que estaba rodeado por una multitud, decía: - Que los pendientes de tus oídos sean el contento; la lucha por lo divino y el respeto al ser superior, tu cartera; una constante meditación en El, tus cenizas. Que la preparación para la muerte sea tu túnica de mendigo; que tu cuerpo sea como una casta virgen, y que las enseñanzas de tu Maestro sean tu cayado.25 El Kartar reside en el Maestro y El se convierte en el medio de la salvación para muchas almas. Uno no conoce nada del amor sin un Maestro, pues todos están exentos de amor. Hari reside en el Maestro, y el bendito Maestro se convierte en el eslabón que conecta un jiva con Hari. Luego me llevó a otro lugar, donde un Maestro llamado Kabir, predicaba así: - Millones hay que hablan del amor, y sin embargo cuán pocos saben que ni tan sólo por un instante se puede perder el recuerdo el verdadero amor. El amor no crece en el campo ni se vende en el mercado; quien quiera tenerlo, sea rey o mendigo, debe pagarlo con su vida. Lleva tu cabeza en tu palma, como una ofrenda, si entras en el reino maravilloso del amor. El mundo se pierde en la lectura de las escrituras, y sin embargo, el Conocimiento nunca llega. Pero aquel que tiene un ápice de amor, todo le es revelado.
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(Jap Ji St 28)
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Después me llevó al desierto, allí, rodeado de sus discípulos, un Maestro llamado Mahoma les hablaba de esta manera: - Dios no vive ni alto ni bajo, ni tampoco en el cielo o en la tierra, ni siquiera en el paraíso. Créanme, no importa cuán extraño pueda ser, El vive en el corazón del devoto, y es allí donde se le puede encontrar. Luego me llevó a un lugar de la India donde el gran Buda enseñaba a sus seguidores las siguientes verdades: - Deben tener correcta visión, correcta intención, sin tratar de herir a nadie; correcta palabra, abstenerse de mentir y calumniar; así mismo deben procurar una correcta acción, es decir, no roben, no maten ni tengan relaciones sexuales ilegítimas; lleven un correcto modo de vida, es decir, abstenerse de comer carne, de beber alcohol, de comerciar armas; realicen un correcto esfuerzo, orientado a alcanzar el autoconocimiento; finalmente, alcancen una correcta meditación, es decir, deben sumirse en una serena concentración, indiferentes al mundo que los rodea.26 Después me condujo a la orilla de un río, donde un Maestro conocido como Maulana Rumi, éste hablaba a sus discípulos así - El secreto de los misterios de los misterios de Dios, es el amor. Un Maestro conocido como Gobind Singh, quien predicaba en una aldea, decía a sus seguidores: - En verdad les digo, que aquel que ha amado, ha alcanzado al Señor. A continuación, me transportó a un lugar de la China, donde un Maestro llamado Lao Zi predicaba así a sus discípulos: - El que se dedica a aprender trata de acular (conocimiento) día tras día. Pero el que se dedica al Tao trata de disminuir su acción día tras día. La disminuye y la vuelve a disminuir hasta que consigue no hacer nada. 26
Samyutta Nikáya 5,8) en el Óctuple Sendero se especifica esto con detalle.
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Cuando ha llegado hasta esta etapa del no hacer, nada hay que no haga…Nada hace pero nada deja de hacer…Así, el hombre perfecto llega sin dar un paso, conoce sin ver, hace sin hacer nada…El hombre perfecto se dedica a no hacer nada y a enseñar callando…Entonces vive una especie de quietud mística, que es la más eficaz y gozosa e interiormente activísima, aunque aparentemente sea del todo inactiva…Es como el agua que no porfía con nadie. Ocupa el lugar que los demás le dejan y que todos aborrecen…Los que de veras saben no hablan y los que hablan no saben. El hombre bueno no discute; los que discuten no son buenos. Las palabras veraces no son floridas; las floridas no son veraces.27 Finalmente me llevó a orillas del río Ganges, donde un Maestro llamado Kirpal predicaba a una gran multitud lo siguiente: - Permitan que prevalezca entre ustedes la ley del amor, la cual debe irradiarse hacia toda clase de naciones y razas. Permitan que la verdadera religión del corazón guíe sus vidas. Amen a Dios. Amen a todos, sirvan a todos y tengan respeto por todos, pues Dios se halla inmanente en cada forma de vida. Prediquen el evangelio de la unidad, diseminen el mensaje de la unidad y vivan una vida de unidad. Si desean amar verdaderamente a Dios la manera más práctica es hacerlo amando a sus semejantes. Sientan por los demás lo mismo que sienten por sus seres queridos. En lugar de buscar las fallas en los demás, obsérvense a sí mismos. Sufran con los sufrimientos ajenos y sean felices con la felicidad ajena. Afronten con alegría todo lo que venga, aceptando su voluntad. No ofendan ni hagan daño a ninguno de sus seres. Para amar a Dios, debemos vivir por Dios y morir por Dios. 28 Me explicó que todos los Maestros venían a derramar amor en abundancia sobre la sufriente humanidad. Y que el amor verdadero constituía la esencia de sus enseñanzas. Y que cada Maestro era la encarnación misma del amor. 27
Tao Te Ching, citado por Manuel Guerra en Historia de las religiones. Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 2006 28 Kirpal Singh La corona de la vida. Publicaciones SK
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Luego Jesús llevó a sus discípulos al desierto, a una comunidad de leprosos. Entonces les pidió que cambiaran las vendas a todos los leprosos. Juan y Santiago tomaron las vendas nuevas que habían llevado y se dirigieron hasta los enfermos y empezaron a quitarles los harapos que tenían como vendas y las reemplazaron con las que habían llevado. Los demás discípulos permanecieron quietos, sin atinar qué hacer, cohibidos por el miedo y el asco que les inspiraba la lepra. Viendo esto, Jesús les dijo que el servicio y el sacrificio son los distintivos de aquellos que han empezado a caminar el sendero del amor. Les rogó que se acercaran a los leprosos y les cambiaran las vendas. Pedro se animó y se hizo cargo de un anciano. Los demás, poco a poco, se atrevieron e hicieron lo suyo. Cuando terminaron, comieron todos juntos los alimentos que Jesús había hecho llevar. Después de esto regresaron a Betania, a la casa de Marta, y allí Jesús les dijo: - Hay aquellos que sólo se aman así mismos; y son capaces de sacrificar incluso a sus propios hijos para satisfacer sus apetitos. Hay aquellos que aman a sus familias pero desprecian y odian a las otras; y son capaces de dañar a otras familias para salvar la suya. Hay aquellos que aman a su país y son capaces de matar a la gente de otro país para defender su tierra. Mas yo les digo que esa clase de amor no heredará el reino de los cielos. Ustedes tienen que aprender a desarrollar el amor verdadero; aquel que no conoce de casta ni de credo ni de fronteras. Ese amor surge en sus corazones cuando el Verbo ha hecho botar en ustedes las virtudes sublimes. Y el amor es el más sublime de los dones. Es el regalo de mi Padre cuando el alma está pura. Por eso les digo, aquel que no ama no conoce a Dios porque Dios es amor. 29
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Juan (Mateo 32-37)
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VEINTE Y CUATRO EL TESORO
Había personas muy ricas que simpatizaban con las enseñanzas de Jesús. Pero cuando El les pedía repartir todas sus pertenencias entre los pobres, ellos se excusaban y se apartaban de golpe o paulatinamente. Jesús, después de que uno de ellos se había marchado, dijo a sus discípulos: - Cuando nos apegamos al mundo, volvemos al mundo; cuando nos apegamos a Dios, volvemos a Dios. El rico está apegado a sus posesiones y, por lo tanto, su corazón queda atrapado en las riquezas de este mundo. No es bueno nacer como un rey y morir como un mendigo. Aquel que sólo posee dinero, en verdad es el más pobre de los pobres porque se va con las manos vacías de este mundo. Por lo tanto, no acumulen tesoros en la tierra, donde el orín corrompe y el ladrón hurta; acumulen tesoros en el cielo donde ni el orín corrompe ni el ladrón hurta. Entonces uno de los discípulos preguntó: - Maestro ¿Los tesoros del cielo son las buenas obras que hacemos con los hombres? - No. Las buenas obras se cosechan aquí, en este mundo. Los verdaderos tesoros son todas las experiencias espirituales que obtienen al comulgar con el Verbo. Las posesiones de este mundo las acumula el cuerpo y se deterioran con el cuerpo. Los tesoros del cielo las acumula el alma, de morada en morada, y nos convierte en rey de reyes y perduran hasta la eternidad. Luego me dijo que la riqueza era una bendición porque nos daba la oportunidad de ayudar a la gente pobre; nos permitía comprar alimento para el hambriento y medicinas para el enfermo. Pero que pocos ricos comprendían la naturaleza de esta bendición y, lamentablemente, la 76
mayoría la convertía en una maldición porque se dejaban poseer por la riqueza y se volvían avaros y codiciosos y, en su afán de incrementar su caudal, pisoteaban y explotaban incluso a los más pobres. Me dijo, además, que la filantropía era uno de los estados más elevados de la condición humana. Que un filántropo ocupaba un sitio más alto que el político y el artista en la escala humana. Me contó que José de Arimatea era un filántropo y ayudaba a mucha gente con su dinero. Me explicó que los sacerdotes se esmeraban en la construcción de grandes templos y luego se consagraban a ornamentarlos; y, en su loco afán, terminaban saturándolos de esplendor y de lujo. Me dijo que el verdadero templo es el cuerpo humano y que dentro de éste reposan los tesoros más grandes del universo: la sagrada Luz y el sagrado Verbo. En cambio, en los templos hechos por la mano del hombre se conservan encendidas las lámparas y se hacen sonar los tímbalos y las campanas, meros remedos de la infinita Luz y del infinito Verbo. Que el oro y la pedrería de los templos debiera venderse para alimentar a los pobres y para asistir a los desamparados. Que Dios no desea que lo alaben en templos recubierto de oro, sino que lo adoren dentro del templo que El mismo edificó, porque es allí donde verdaderamente reside Todo lo que el alma acumule durante el lapso de una vida, eso será su dote para las nupcias con el Creador. Y todo lo que el cuerpo atesore para satisfacer los apetitos de la carne, eso será el lastre que lo hundirá en los infiernos. Quien vive para el mundo, obtiene el mundo y se vuelve esclavo de Satán. Quien vive para Dios, conquista el Reino de los Cielos y se vuelve uno con Dios. Luego, Jesús llevó a todos sus discípulos al bosque de los olivos y allí los sentó en meditación durante varios días. Cada mañana, El mismo supervisaba, uno a uno, a sus discípulos; y les daba instrucciones para mejorar la concentración. Luego se retiraba a un lugar apartado y entraba en profundo samadhi. Cierta tarde, regresó más temprano y encontró a algunos de sus discípulos dormidos. Los despertó y los sentó nuevamente en meditación, 77
pues era importante que progresaran espiritualmente en un período corto porque sabía que no estaría mucho tiempo entre ellos. En otra ocasión regresó cerca del anochecer y encontró nuevamente a algunos dormidos. Esta vez los despertó y los regañó así: - Por qué se han dormido. Cuiden que la luz que hay en ustedes no se vuelva tinieblas. La luz del cuerpo es el ojo, así que si su ojo fuese único, todo su cuerpo será luminoso; mas si su ojo fuera malo, todo su cuerpo será tenebroso. Así que, si la lumbre que en ustedes hay son tinieblas ¿Cuántas serán las mismas tinieblas30 Después de predicar a la gente, tomó a sus discípulos más avanzados; Pedro, Santiago y Juan y los llevó al monte. Allí los sentó en meditación y El se sentó también junto a ellos. Los tres discípulos tuvieron la misma experiencia: vieron a Jesús resplandeciente en medio de nubes de luz. Junto a El estaban Moisés y Elías. Los tres tenían vestiduras inmaculadas y luminosas. Los tres hablaban sin palabras. Ellos podían verlos pero no podían escuchar lo que decían. Sin embargo, se sentían dichosos.
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(Mateo 6:22-23)(Lucas 11:34) Quienes no meditan regularmente y se duermen, permiten que la semilla del espíritu Santo se marchite y la luz interna se apague.
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VEINTE Y CINCO EL DISCÍPULO AMADO
Jesús tenía un discípulo predilecto a quien supervisaba personalmente sus meditaciones. Le daba instrucciones especiales aparte, y hablaba largamente con él en privado. Siempre permitía que lo acompañara dondequiera que fuese, y lo dejaba colaborar en los preparativos de los viajes y prédicas. Jesús me permitió espiar en su vida y así vi que él realizaba también los trabajos más humildes. De entre todos los discípulos, era el que más tiempo meditaba. Mientras los demás dormían, él permanecía toda la noche y parte de la madrugada en profunda meditación. También entregaba todas sus ganancias a Jesús para que, después de ayudar a los pobres, le diera estrictamente sólo lo que él necesitara para sostenerse a sí mismo. Servía a todos y era el más humilde de todos. Cuando Jesús fue crucificado, él se encargó de convencer a los romanos de poner el cuerpo de Jesús en una sepultura de propiedad de José de Arimatea. El también ayudó a sacar el cuerpo de su Maestro de la sepultura para llevarlo, con la ayuda de tres esenios, al desierto, a un refugio secreto, con el fin de curar las heridas. Allí permaneció con su Maestro hasta que se recuperara lo suficiente para emprender un largo viaje hacia la India. Juan, era su nombre, y estaba más elevado que los otros discípulos. Gracias a sus prolongadas y rigurosas meditaciones, recibió experiencias místicas impresionantes, que resultarían incomprensibles e inalcanzables para el resto de sus compañeros. Algunas de esas experiencias las registró por escrito y las compartió con Santiago. Posteriormente, varios siglos más tarde, uno de los primeros obispos cristianos interpolaría a los escritos de Juan algunos fragmentos modificados del libro del profeta Daniel, dando como resultado el terrible Apocalipsis. También añadió fragmentos del “Evangelio nazareno” para reforzar los escritos de Pablo. 79
Finalmente, Jesús me permitió ver lo que acontecía con otros de sus discípulos favoritos: vi cómo Santiago era atrapado por los romanos porque sospechaban que él sabía algo respecto al paradero del cuerpo de Jesús. El prefirió sufrir trabajos forzados en las canteras, antes que develar el gran secreto de la supervivencia a la cruz de su Maestro.
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VEINTE Y SEIS EL SEGUNDO NACIMIENTO
Santiago me llamó por teléfono un miércoles y me comunicó que el Maestro daría una conferencia en la capital mexicana. En seis días, unos amigos me ayudaron a gestionar la visa y me consiguieron un vuelo a México. Apenas aterrizamos en el Distrito Federal, busqué información en los diarios acerca del lugar donde se realizaría la conferencia. Me hospedé en el hotel más próximo al salón de conferencias. Tuve tiempo para tomar un baño. Luego llamé un taxi y en diez minutos estuve sentado en una cómoda butaca de un elegante y enorme salón. Este estaba casi lleno; mi corazón palpitaba como si en lugar de estar cómodamente sentado allí, me encontrara corriendo en una maratón. En pocos minutos ya no quedaron asientos disponibles. Ahora mi respiración estaba también acelerada. Las palmas las tenía húmedas. Miraba constantemente a las puertas de entrada. Los minutos me parecían angustiosamente duraderos. Miraba el reloj a cada segundo. Creo que habría muerto de un infarto si El hubiera tardado unos minutos más. Cuando entró, todos se pusieron de pie. El vestía todo de blanco y llevaba puesto un turbante blanco. Juntó las manos a la altura del pecho y saludó a todos con un ligero ademán. Todos respondieron automáticamente juntando también las manos. Conforme iba cruzando por el largo pasillo en dirección al escenario, iba saludando y tocando las cabezas de quienes se le acercaban. Muchos tocaban sus manos, sus brazos y sus ropas. Cuando subió al escenario, que estaba bellamente adornado con flores, dio una larga y prolongada mira a todo el público, iniciando por la izquierda y terminando en la derecha del amplísimo salón. Inmediatamente se sentó en el piso, sobre un amplio almohadón, delante del cual había una especie de atril que le llegaba hasta la altura del pecho y que contenía dos pequeños micrófonos. Cuando habló, sus palabras me sonaron a música. Poco a poco me dejé cautivar por sus palabras y sentí que El hablaba sólo para mí y lo hacía 81
directamente al corazón. Su mensaje era de una claridad y de una sencillez impresionante. Estaba yo muy atente a cada movimiento, a cada gesto suyo. De pronto observé que su rostro empezaba a transfigurarse. Para mi sorpresa su rostro adoptó el rostro de Jesús. Una y otra vez ocurría la transfiguración ante mis ojos azorados y llenos de lágrimas. Una y otra vez restregué mis ojos para probarme que era real lo que estaba viendo. El rostro de Jesús me sonreía. Los ojos de Jesús me miraban con un amor embriagante. Mi corazón daba tumbos de alegría y quería salírseme del pecho. Cuando terminó la conferencia, distribuyeron entre el público las solicitudes para la INICIACIÓN. Yo tomé una y la llené rápidamente; nos dijeron que ésta tendría lugar dentro de una hora. Quienes no deseaban iniciarse, abandonaron lentamente la sala. Algo así como trecientas personas nos quedamos para recibir la SAGRADA INICIACIÓN. El Maestro había salido del salón y nos pidieron que realizáramos cualquier necesidad fisiológica o cualquier actividad pendiente durante el receso, puesto que después no sería posible interrumpir la ceremonia que duraría dos horas. Finalmente, el Maestro volvió al escenario y se sentó frente al atril. Nos pidió que nos sentáramos en una posición cómoda, en la cual pudiéramos permanecer completamente quietos. Luego nos dio las instrucciones para la meditación en la SAGRADA LUZ y nos abrió el OJO INTERNO. Inmediatamente apareció ante mí un reino maravilloso lleno de luz. Era como si hubieran quitado de mi cabeza un pesado y oscuro velo que me impedía ver. Progresivamente me iba sumergiendo en un universo multicolor donde las visiones eran espectaculares. De pronto apareció ante mí el Maestro Viviente. Estaba resplandeciente. Una inmensa aura dorada envolvía todo su cuerpo. Esta aura tenía kilómetros y kilómetros de extensión. Sus ojos resplandecían como dos soles y su mirada envolvía todo mi ser con un amor que ponía a danzar mi alma de alegría. El Maestro me tomó consigo y me llevó a una región maravillosa en donde había millones de soles que brillaban con una luz color violeta. Me dijo que a partir de ese momento el sería mi guía en los planos internos, y que me conduciría de plano en plano hasta 82
alcanzar el estado más elevado donde mi alma se fundiría nuevamente en DIOS. Cuando más extasiado me hallaba, sentí de pronto una especie de jalón hacia abajo. Abrí involuntariamente los ojos y me encontré sentado en el salón. Todos a mi alrededor estaban moviéndose y estirándose como si hubieran acabado de despertar de un largo sueño. La voz del Maestro terminó por volvernos del todo a la realidad de este mundo. Preguntó cuántos habían visto los cielos internos. Varios brazos se alzaron en el salón. Preguntó cuántos habían visto la luz dorada. Innumerables brazos se alzaron para confirmar la visión. A continuación preguntó cuántos había visto y hablado con Maestros del pasado. Diez brazos se alzaron presurosos entre la multitud. De los diez, cuatro habían hablado con Maestros cuyos nombres no recuerdo ahora. Los otros seis vieron y hablaron con Jesús. Uno por uno fue relatando su experiencia con los ojos llenos de lágrimas y la voz afectada por la emoción. Yo me sentí inmediatamente identificado con ellos y sentí unos deseos intensos de correr y abrazarlos. Luego preguntó cuántos habían visto y hablado con el Maestro Viviente. Veintidós personas alzaron los brazos, triunfantes, entre ellas yo. Fuimos relatando nuestras experiencias uno por uno y el Maestro iba asintiendo con la cabeza. En el ambiente había una energía poderosa que se podía casi ver. Todos los rostros irradiaban una felicidad contagiosa. El Maestro nos dijo que a continuación nos iba a dar la iniciación en el SAGRADO VERBO. Nos pidió que pusiéramos mucha atención a las instrucciones. Finalmente, nos puso en meditación y nos abrió el OÍDO INTERNO. Fue como si me hubieran quitado unos tapones de los tímpanos. Una música arrobadora envolvió todo mi ser como si estuviera en medio de una orquesta gigantesca. Esta música era tan bella y tan cautivante que arrebataba mi alma y la elevaba como una pluma levantada hacia el cielo por un fuerte y veloz viento. Mientras más ascendía, las melodías se tornaban más sutiles y más maravillosas y más embriagantes.
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Igual que en la meditación en la luz, un fuerte jalón me obligo a aterrizar en la realidad de este mundo en el momento justo en que la voz del Maestro interrogaba a los nuevos iniciados sobre las experiencias en el sonido. Varias manos se levantaron. A continuación preguntó quiénes habían escuchado un sonido semejante a una flauta; una docena de manos se elevaron. Luego inquirió cuántos escucharon un sonido como de muchas aguas.; unas treinta manos se levantaron. Cuando preguntó quiénes escucharon el sonido de campanas, yo alcé la mano. Cuando preguntó quiénes escucharon un sonido como de violines, también alce la mano. Cuando preguntó cuántos escucharon un sonido como de un pito agudo, también levanté el brazo. Todos se hallaban visiblemente felices; incluso había algunos que parecían estar en éxtasis. Yo mismo no sentía todavía del todo mi cuerpo y parecía que en cualquier momento iba a empezar a flotar. El Maestro nos dijo que de ahora en adelante nuestros destinos estaban en sus manos. Que los astros ya nada tenían que ver con nosotros. Que las leyes universales que gobernaban a los demás ya no tenían influencia alguna sobre nosotros. Nos pidió que meditáramos tres horas diarias en la Luz y en el Sonido. Nos pidió llevar una dieta estrictamente vegetariana y, finalmente, insistió en que lleváramos una vida ética basada en la verdad, la no violencia, la humildad y el amor. Nos dijo que a partir de ahora empezaría el más grande de los retos: convertirnos en verdaderos HOMBRES y realizar a DIOS.
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