Rostros
Rostros Reseña biográfica del médico
Jesús Medina: «Si volviera a nacer, me gustaría volver a ser hombre gay»
«¡Apúrate, Jesús, que ya van a ser las doce!», le gritaba la hermana desde el balcón. Ya toda la familia estaba reunida. «Nosotros para recibir el año nuevo, tenemos un ritual –relata Medina–, nos ponemos en el balcón de la casa de mi mamá que da al puerto de Guanta y vemos los barcos lanzar una luz roja de esas de salva y los fuegos artificiales. Es muy bonito. Siempre nos ponemos allí y escribimos en un papelito nuestros deseos para el año que viene, lo rompemos y lo arrojamos. Yo antes escribía nunca quiero que mi familia se entere que soy gay». De eso ya han pasado varios años y el deseo no se cumplió. En la actualidad Jesús Medina dirige una ONG que
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trabaja con GLBT en el país, ha coordinado las últimas ediciones del orgullo gay y lésbico y es una figura pública de la comunidad GLBT venezolana. Ahora bien, ¿quién es este activista gay? Jesús Antonio Medina Rodríguez nació en Barcelona, Estado Anzoátegui. Vivió su infancia y su adolescencia en Guanta, en el oriente del país. De padres separados, reconoce a su abuelo Francisco Rodríguez, «Monzito», como su figura paterna. Todavía conserva en su cartera una estampita del Indio Yaguarín que su abuelo le regaló a los 8 años en su primer viaje en ferry a Margarita. «Mi abuela y mi abuelo me inculcaron ese amor al trabajo y ese deseo de colaborar con la gente –confiesa Medina– y
además tengo una tía fabulosa que es como mi tercera madre, después de mi mamá y mi abuela». «Estudié medicina porque toda la vida me encantó –narra Medina–, recuerdo que cuando estaba chamo, jugábamos policías y ladrones y yo me ponía a curar a los que herían, era una cosa bien extraña para un niño. Incluso a mí me regalaban estetoscopios de plástico. Soy un médico de profesión, de pasión y si volviera a nacer, volvería a ser médico igual que me gustaría volver a ser hombre gay». Cuando hizo la prueba del CNU quedó en la UCV y al año siguiente se mudó a Caracas. Él sabía desde muy pequeño que era diferente pero terminó de asumir su homosexualidad cuan-
do llegó a la capital porque encontró un ambiente diferente con muchas personas abiertamente gays. Hizo su pasantía en Villa de Cura en el estado Aragua y su rural en Catia La Mar en el estado Vargas. El inicio de su activismo se encuentra en los carnavales de 1997. En febrero de ese año Medina estaba en el ZZ, una discoteca de ambiente de Caracas y hubo un allanamiento policial. Ese atropello lo motivó a participar en el MAV. Después de unos meses en esa asociación, él y otros deciden retirarse y fundar una nueva organización. Es así como nace la Alianza Lambda de Venezuela. Cinco años después esta ONG es co-fundadora de la Red GLBT de Ve-
«Nosotros somos como los guardianes de Lambda –menciona Medina– y mientras nosotros estemos habrá Lambda y se realizará el orgullo de la diversidad sexual».
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nezuela y del Grupo de Trabajo GLBT, ha organizado las últimas ediciones del orgullo de la diversidad sexual, desarrolló un estudio de VIH/SIDA en HSH con fondos del MSDS, mantiene operativa su sede y ejecuta proyectos de salud, DDHH, entre otros. Medina se define a sí mismo como una persona muy familiar, idealista, luchadora y sensible y a veces muy cascarrabias. «Ellos realmente aman a Lambda», opina Infante. «Medina es una persona increíble –considera Salas– , es un tipo centrado, muy lógico, planifica todo muy bien, es muy metódico, perfeccionista. Jesús es un hombre capaz de asumir casi cualquier reto y para nosotros era muy importante porque lo que Jesús se proponía, lo lograba. ¿Un defecto? Es muy impulsivo, pero muy trabajador». Para Medina, Lambda es un proyecto personal muy valioso. «Nosotros somos como los guardianes de Lambda –menciona– y mientras nosotros estemos habrá Lambda para las generaciones gays futuras y se realizará el orgullo de la diversidad sexual».
«Medina es una persona increíble –considera Salas–, es un tipo centrado, muy lógico, planifica todo muy bien, es muy metódico, perfeccionista. Jesús es un hombre capaz de asumir casi cualquier reto y para nosotros era muy importante porque lo que Jesús se proponía, lo lograba». 272