«La historia y la leyenda se dan la mano en el origen de las dos peregrinaciones medievales más importantes de la península en la figura del monarca asturiano Alfonso II el Casto (años 791- 842). En efecto, a Alfonso II se debe la construcción del templo de El Salvador de Oviedo, tras la destrucción de la primera iglesia edificada por su padre el Rey Fruela I, y la Capilla de San Miguel, aneja al mismo, donde depositó el Arca Santa traída desde Toledo por los visigodos acogidos a su reino tras la invasión musulmana. El Arca Santa contenía multitud de reliquias, como quedó de manifiesto cuando fue abierta en el año 1075, ante el emperador leonés Alfonso VI, su hermana Dª Urraca, en presencia de varios obispos y magnates de su corte, entre los que figura Rodrigo Díaz4. Y también en su época y cerca de la diócesis de Iría Flavia, la única antigua que había prevalecido en el Asturorum Regnum, se descubrió el Locus Sancti Jacobi, donde mandó construir una iglesia que andando el tiempo se convertiría en una grandiosa Catedral en torno a la cual surgió la ciudad de Santiago de Compostela. Lo que dio lugar al Camino Primitivo desde Oviedo, la capital del reino y de la sede de San Salvador, a Santiago, que se nutriría igualmente de los peregrinos que procedentes de León o de la Ruta de la Costa, visitarían primero al Señor antes de continuar a venerar a su Siervo5». (Fanjul Cabeza, (2019: 13)6.
1.1. Acerca de la cronología, desarrollo y evolución de la peregrinación. Los peregrinos procedentes de la frontera con Francia en Irún tenían que superar las dificultades ocasionadas por la abrupta topografía de la Cordillera Cantábrica y la necesidad de cruzar su litoral teniendo que atravesar los ríos existentes dirigidos al mar. A ello se suma la adversa climatología de este territorio, ya que las abundantes lluvias impedían el desarrollo de vías de comunicación (argayos, destrucción de puentes) siendo territorios despoblados. A esto se debe la gran actividad repobladora del Norte de España, que realizaron los Reyes fomentando la creación y desarrollo de pueblas y monasterios, que permitieron en gran modo mejorar las comunicaciones del Asturorum Regnum al igual que los de Navarra. «Partiendo de una sencilla pero sólida organización, la monarquía asturiana proyectó a Asturias hacia empresas exteriores, al menos durante los 100 años que van desde el traslado de la Corte a Oviedo por Alfonso II El Casto, hasta la instauración del Reino de León, año 925. Partiendo de la constancia de la antigüedad de las peregrinaciones a San Salvador de Oviedo en relación con las jacobeas…, estableceremos 4 etapas en su desarrollo, que más o menos marcan, respectivamente, los reinados de los cuatro soberanos que destacaron en el fomento de la peregrinación en general y particularmente de la asturiana: Alfonso VI, Alfonso IX, Alfonso X y Reyes Católicos.
Acta de apertura del Arca Santa. ACO. Ser. B, carp. 2, nº 9; García Larragueta, 1962: «Leño de la Cruz del Señor, de su Sangre, del Pan de la Cena, del Sepulcro del Señor, de la tierra santa en que puso los pies el Señor, del vestido de Santa María, de la leche de la misma Virgen y Madre del Señor, del vestido o túnica del Señor, echada a suertes y de su Sudario.»; Hevia Ballina, Fanjul Cabeza. 2015: 23 5 Uría Ríu, 2006: 137:«… los peregrinos procedentes de Navarra o de Francia que alguna vez se dirigieron a Oviedo y Santiago antes del s. XI pasarían por Asturias en lugar de seguir la antigua vía romana del norte de Castilla que luego se convierte en camino francés.»; Ibídem: 143: «Qui ha esté a Sainct Jaques, et n’esté a Sainct Salvateur, a visité le serviteur et a laissé le seigneur.» 6 Sas Van Damme, 2014, p. 177: «Uno de los mayores inconvenientes con los que se encuentra el viajero en esta ruta de la costa es la orografía, ya que el relieve es acusado y de ahí su nombre de Orla Montañosa Cantábrica. Los cursos de los ríos van a desembocar al mar a través de estas montañas, creando importantes hondonadas que obligan a rodearlas impidiendo un itinerario lineal y constante, como presenta el Camino Francés en la meseta castellana. De la misma forma que fue un inconveniente en la Edad Media lo fue anteriormente para los romanos, y por ello se explica, como apunta J. Uría, que crearan vías secundarias de comunicación con estos territorios del norte a través de calzadas que siguen la dirección de los meridianos, a partir de las vías denominadas Burdigala (Burdeos) y Astúrica Augusta (Partía de Astorga, cruza los Pirineos por Roncesvalles para unirse a la vía Burdigala. Ruta segura empleada por los romanos que evitaba la vía cantábrica; Ibidem, (181): Laredo. - Allí arribaron muchos peregrinos que luego se dirigirían a Santiago.» 4
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