m i r a n d a G a r v e n J u a m p e d r o M a r t í n e z M a n u e l S a n t a m a r í a P a c o G a r c í a
Me viene a la memoria lo de los dos rombos. Jóder ¿os acordáis? Dos rombos blancos en la tele como dos ángeles custodios. Yo era un muchacho y recuerdo la imagen de mis padres y hermanos alrededor del televisor, después de cenar. Cuando aparecían los rombos al comienzo de una película mi madre decía, de modo imperativo: «Dos rombos, ¡A acostar!» y nos íbamos a acostar todos, ellos también; apagaban la tele y tras orinar y toser un poco, nos metíamos en el sobre. Entonces me preguntaba de qué nos prevenían esos rombos, qué tipo de libertinajes fluirían dentro del televisor apagado. Arrebujado en la cama, con la manta hasta las orejas como en una madriguera, pensaba yo en el vicio y los delitos ocultos tras la blusa blanca y picuda de los dos rombos. Como la censura no podía meterse en mi cabeza, allí, en el silencio de la noche, sólo con el rumor de algún coche intempestivo que pasaba por la calle, abrazado a la almohada, intentaba adivinar lo que estaría ocurriendo tras el portón del televisor flanqueado por esos dos guardias negros vestidos de blanco; ésos que ordenaron a mi madre que nos fuéramos todos a acostar. En un descuido de aquellos gemelos, imaginaba colarme dentro: Un gran salón de fiesta y bingo; con hombres solos de traje y tabaco que me invitan a un trago y a la ruina de una timba; sinvergüenzas con pistola y navaja que horrendamente ríen y escupen en la grisalla del suelo; músicos en los váteres violando camareras. Algunas huyen con el rímel corrido y el pelo mojado; damas elegantes que me piden fuego y me llaman “hombre”; vampiras en pelotas por jardines perfumados (ahí es donde más me entretenía) porque por aquel entonces, aunque niño, ya se me ponía dura pensando en un sexo arcano y todavía desconocido que yo imaginaba a mi manera; más fascinante, claro. Así transitaba yo por aquellas perversiones en escala de grises que me amenizaban el sueño, hasta que mis redondos ojos eran dos rombos cerrados y oscuros. Mamá, si tú supieras qué películas me montaba en el coco. Pienso que debiera contártelo porque nos íbamos a hartar de reír.
SÓLO CON EL RUMOR DE ALGÚN COCHE INTEMPESTIVO QUE PASABA POR LA CALLE. (miranda)
Por aquel tiempo y aquella calle; a esas tardías horas de la noche, cuando se transformaban los semáforos en cíclopes parpadeantes y anaranjados, mientras una pequeña ciudad dormía escondida entre mantas cerradas hasta los ojos, donde apenas ni la policía era capaz de mantenerse despierta para salvaguardar a sus ciudadanos de una amenaza casi inexistente. Yo conducía mi seiscientos azul grisáceo con dirección a un lugar desde el cual se podía contemplar la ciudad en semi-oscuridad; entre unas cuantas farolas de luz amarillenta zigzagueando entre callejuelas y una cornisa afarolada que daba al precipicio del río. Mi destino junto al de aquella moza del pueblo que había conquistado en una boîte a base de cubalibres, no era otro que un bonito lugar con árboles encima de un valle que dominaba aquella estampa de una ciudad con más sueño que historia, al menos a esas horas. Lugar bonito e idílico, tanto que… no parecía un picadero.
TWIN FREAKS (Juampedro Martínez)
La terrorífica historia soñada por Afligido, el Friki.
Este no es mi mundo. Duermo, como y vivo casi todo el tiempo en casa, pero mi casa no es mi casa… En mi mundo nada es real, todo es fantasía… Aunque antes debo pasar por el Inframundo y su terrible… guardián. - Una entrada para la sesión de las diez... - ¿Para qué película? – ¿Cómo que para qué película...?, ¿Acaso tengo cara de romanticón?, ¿O es que no sabe que las letras en relieve que llevo impresas en mi camiseta son las mismas que el título de la película que proyectan en la segunda y última sala de este cine de mala muerte...?. -
Para THE THING, Teee..., Haaache.., Eeee ... Siete euros. « Joder, ni que fuera en 3D.» Muy barata para ser de estreno... ¿no? Siguieeenteee... –
Zorra asquerosa, anda y te quedes encerrada en la taquilla y te lleven al cementerio de La Cabina... Siempre me produce bajón con sus tremendos ojos de lechuza pálida, hasta que la pierdo de vista en el hall del cine... en mi mundo. Esta noche, para variar, echan una de Sandra Bullock y, atención, el clasicazo de los ochenta La Cosa, en versión original subtitulada... más acojone. Me gusta amenizar mi sesión con unas palomitas, sobre todo desde que está la maciza... una rubia espectacular bordada con hoyuelos en su dulce sonrisa, una muñeca de porcelana de piel suave y acaramelada... es mi Laura Palmer particular. - Hoy te invito al refresco. - Dijo mientras me guiñaba un ojo... Primer contacto; acojonante!! Cuando vuelva la semana que viene entablaré conversación... Mientras mis pálpitos bajaban de ritmo me planté delante del gigante de las entradas, un tío de casi dos metros con restos de cabellera de ébano y quieto semblante... -
Las lechuzas no son lo que parecen. ¿Perdón? Las lechuzas... - Recalcó inclinándose - ... no son lo que parecen. Perdone, no entiendo lo que... Fila nueve, butaca seis. –
Yo creo que a este tío se le ha ido la pinza después de tantos años cortando entradas. Enormes cortinas rojo sangre sirven de entrada a la amplia sala; cortinas que, desde luego, necesitan un machete para abrir en canal. Para no perder la costumbre, el gigante ayuda a este pobre friki con sus enormes tentáculos “lovecraftianos” a entrar en la oscura cueva de mi evasión. Y, como es habitual, una amplia sonrisa divierte a la maciza de las palomitas ante mi torpeza de costumbre.
La sala, iluminada con tenue luz, está a rebosar, como siempre… A rebosar de butacas vacías. Una pena, con las buenas pelis que se pueden disfrutar en esta superviviente. Por lo visto, el dueño del cine es un viejo loco amante de las palomitas que no está dispuesto a cerrar la sala a pesar del gran y extendido apogeo de las grandes superficies; monstruosas naves carentes de vida. En esta cutre y aterradora sala mortuoria libero, previo pago a Caronte, mi alma de la presión cotidiana de la vida moderna; un bajo precio por dos horas de viaje al más allá, o cuatro si ponen sesión doble de frikada; a esa me apunto siempre. La última doble salí de la sala teniendo la sensación de que el gigante y la maciza palomitera compartieron mi éxtasis teresiano tras casi cinco horas de droga dura… En Busca del Arca Perdida y El Exorcista hicieron que abandonara la sala flotando sobre el rojo suelo alfombrado, zigzagueando suavemente de un lado a otro del pasillo que precede al hall del guardián. Breves instantes, pero hilarantes, viendo a un amable gigante inclinándose en una agradecida despedida y unos hoyuelos enlazados a unos labios ardientes en ondulada sonrisa de complicidad… O eso me pareció a mí. El caso es que prefiero este cutre cine de barrio, pese a la lechuza de la taquilla, que esas salas repletas de móviles encendidos que no me dejan disfrutar de mi dosis de evasión, aunque sea con cuatro personas como, es curioso, últimamente es habitual… Esto parece un “deja vu”, creo que son los mismos… qué coño, ¡¡¡Somos los mismos pringaos de todas las semanas!!! ¿Y cómo es que no me he dado cuenta antes… ?? - Mira, ahí hay asientos libres… - Esto es muy fuerte Doc. Es lo mismo que le dijo a su marido la otra vez. Los dos viejos avanzando por el pasillo a pasitos de taca-taca y señalando hacia las primeras filas vacías, como casi el resto de la sala… - Pasa tú primero, que a mí me gusta el pasillo… - Como si le fuera a molestar el otro asiento ocupado por un extraño invisible… Como están las cabezas… Se han repetido como un “deja vu” dentro de otro “deja vu”. Al otro lado de la sala están las dos chicas, morena y rubia, rozando sus cabezas en reposo sosegado, en espera de que la luz tenue decaiga en favor de la pantalla aún en blanco marfil, qué ternura… Ahora que lo pienso, creo que la rubia siempre llora durante las películas, sean cuales sean. Qué fuerte… - A los niños que lloran no les traen regalos los Reyes Magos… - Eso decía mi abuela cuando era un crío asustadizo de doce años. Todavía tardé un tiempo en enterarme que los reyes eran los padres, o supongo que mi abuela. No creo que
mis padres me hicieran regalos desde el más allá… Puta vieja… Y en la última fila, pegado a la pared, un representante del típico yanqui, voraz consumidor de hamburguesas grasientas y enemigo acérrimo del ejercicio más básico. Su deshilachada gorra de los Chicago Bulls y zapatillas de suela transparente le hacen digno de ser el anti-friki… me cae mal y le odio, además me mira mal, con prepotencia, este se cree más listo que yo… los cojones !! - What the fuck are you looking at ?? – Puto yanki… - What the fuck are you looking at ?? – Por supuesto que se lo he dicho con el pensamiento, no creo que me lea la mente el hijoputa… No soy idiota. Unos instantes y la luz decae a favor de la oscuridad y la fantasía… Ni trailers ni poyas en vinagre, directos hacia el terror alienígena… El blanco nevado de las montañas de la locura deslumbra por momentos mis sensibles pupilas que ya buscan la mancha en la pantalla. Ese punto negro con hélices se dirige a la caza de la bestia disfrazada; no quiere capturarla, quiere matarla y quemarla hasta que sólo queden cenizas, y al eco del Dum, Dum, se acerca a su presa… - Te amo, Ennio Morricone !! – Los disparos del fusil de precisión no logran alcanzar a la bestia que, para el espectador y para los que la vimos por primera vez, es un bello ejemplar de husky siberiano, eso sí, le notas algo raro que, en ese momento, no sabes discernir, ni esperas lo que finalmente va a ser… El asesino decide utilizar algo más potente, menos preciso, pero más efectivo; lanza una granada… El perrito de la nieve esquiva la explosión con extraña habilidad, pero a la siguiente detonación… Un grito tan aterrador como inhumano envuelve la sala, pero el cánido versus monstruo sigue tan pancho… - Han renovado el sistema de sonido, cojonudo !! - Eeehhh, un momento, esto no me cuadra. Ese grito no venía de la película, qué coño pasa aquí… Esta vez, un rugido desgarrador atraviesa los tímpanos de los que estamos allí reunidos… - Mother fucker… !! – Grita el puto yanqui… - Su puta madre… !! – Grito yo… Algo parecido a un simio gigante con ojos de lechuza asoma por las cortinas con su enorme boca abierta llena de dientes afilados y chorreando sangre que, a la vista está, no es suya; en una de sus garras sostiene el inerte cuerpo de la rubia maciza de las palomitas. Le ha desgarrado el cuello y se ha comido sus enormes tetas. Un hilillo de carne y pellejo sostiene su cabeza del resto del cuerpo; momento en el que se me cae un lagrimón de pena. Estoy seguro de que me quería y, lo reconozco, yo también la amaba… - GGRRRrrraaarrrrggggghhhh… !!! – El nuevo rugido me deja atontado; así debe cazar a sus presas, atontándolas con el sonido gutural y luego desgarrándolas con sus enormes zarpas. Se parece al Rancor con un collar de perlas y con esos dientes y esas gafas… Un momento… ¿gafas y perlas ? No me jodas, pero si se parece a la zorra de… - La puta taquillera se ha convertido en un puto monstruo… !! - No me lo puedo creer, esto debe ser un sueño de mala siesta… - Aaaaaahhhhhhhhhrrgg… !!! – Un nuevo grito llena la sala, pero esta vez no ha sido la horrenda bestia que, girando su gran papada, enfoca su visión hacia el seboso yanqui; ha sido él quien ha gritado como una nenaza. Puto cobarde… El gordo intenta salir corriendo entre las apretadas butacas mientras la bestia las arranca para acercarse a su grasienta presa. Con su otra zarpa libre, la bestia atrapa sin tapujos al ceporro americano que sigue
chillando como una loca, momento que aprovecho para saltar a las filas de atrás e intentar huir de ese monstruo antediluviano. Le acaba de arrancar de un mordisco la cabeza, aunque ha tenido que estirarla como un chicle; se resistía el muy cabrón… Mientras paso veloz de puntillas tras la amorfa gigante, observo de reojo a los viejos sentados en la primera fila; ni siquiera se han enterado de la movida… Qué fuerte, siguen a su bola en su dulce decadencia, en cambio, las dos chicas sí que se han enterado, pero no huyen despavoridas y horrorizadas, han pensado, lógicamente, este es nuestro último momento, aprovechémoslo… - Se están dando el lote !! – Qué fuerte… Tengo que salir pitando de aquí pero, tras cruzar las cortinas, más rojo sangre que nunca, tropiezo con la cabeza de la maciza palomitera; con el vaivén de la bestia terminó por desprenderse del cuerpo. Pobrecilla, sigue con sus tremendos ojazos turquesa abiertos de par en par, ajenos a la carnicería de la sala. Con suavidad, me inclino para besarla en la frente, y en los labios. Un extraño y desconocido éxtasis inunda todo mi cuerpo de escalofrío mientras mi lengua busca la suya… - GGGRRRaaaarrgggHHH… !!! – Un nuevo alarido de la bestia acaba con mi necrófilo sueño y de un salto llego al hall del infierno. Sin importarme el dolor, que seguro tendré más tarde, reviento la puerta del cine con una patada voladora al más estilo Bruce Lee… - Aaaaaahhhhhhh !! – El dolor no ha querido esperar… Me cago en su puta madre… !! – Con una cojera más que galopante abandono mi oscura cueva de evasión. Mi mundo ya no es lo que era. Os habéis cargado mi mundo… - Os habéis cargado mi mundo, hijos de la gran putaaaa… !!! – No pude chillar más alto, sólo pude darme la vuelta y mirar por última vez aquella sala… y lloré, lloré como un crío… -Así que eso es todo; lo siguiente que recuerdo es ver a los demás acurrucados contra la pared y mirándome con cara de locos asustadizos, como si les hubiera hecho algo malo… ¿Qué opina Doctor? Yo creo que ya me puede dar el alta, ¿no?.
FIN
EGON, UN VAMPIRO AUSTRIACO (Garven)
Suprimió la corbata un trapo demasiado contemporáneo por el rodeo de un pañuelo rojo y unos broches de bronce en la camisa blanca. Después se puso la vieja chalina, la capa astrosa y el siglo diecinueve. Entonces llegó al centro de la ciudad, ya oscurecida la tarde de luz halógena y comercial. Depositó en la acera un ataúd sin tapa con algunas monedas; monedas que sugieren que aquello está para echar más monedas. Luego cimbreó su capa negra en una danza quizá más chusca que macabra para después detenerse erguido en postura de amenaza vampírica y hermetismo funerario. En la acrobacia del salto se ve el forro interior de la capa como una plaga de langostas y muestra alucinado sus colmillos de aguja a los transeúntes. Es entonces cuando vierte su frase en el suelo sucio de chicles pisados: «soy un fam-pi-rro… soy un fam-pi-rro…». No quería el público detenerse ante Egon ni ante su sarcófago de últimas monedas, salvo los que le sonreían y fotografiaban su figura lóbrega de hombre y murciélago. El llanto de un niño, la arrugada cara de la madre y el sonido cobrizo de alguna calderilla arrojada al féretro son cosas que excitaban a Egon; y en aquel momento bailaba como un Nosferatu; retorcido y jocoso. Agradecido. Después volaba a otra plaza «soy un fam-pi-rro… soy un fam-pi-rro…» para arrancar el grito de un grupúsculo de muchachos capturados por sorpresa que se defendían con una urgente y manual señal de la cruz. Cruz de dedos rosas; una cruz menestral y joven que por supuesto no ofendía a Egon, pero éste interpretaba un gesto de huída y carrera de miedo; y ellos reían sofocándose. «Eh, tú, Drácula, cómeme el coño» La tontuna aguardentosa de aquel chico. El realismo sucio que no pegaba en su novela gótica. Y flotaba con vuelo fantasma a otro lugar, dolido por la estaca de la palabrota. Egon pálido en la grisalla de un rellano frente al Centro comercial. Egon amortajado entre los andenes cuatro y seis de la estación de autobuses. Egon como una pluma negra de cuervo que no había o como una pavesa de una lumbre remota. Los telediarios le recuerdan la tradición de la mordida y el desgarro de la carne. Egon no se refleja en los escaparates y nadie lo advierte. Tras de Egon abrían el cine, con fulgor de cartelera y bulla de gente en la taquilla. Un estreno: algo nuevo de vampiros, rock de vampiros, dráculas en vaqueros que azotan el culo del vaquero de las chicas. Egon rezaba oraciones del mil ochocientos y lloraba nostalgia de vampiro. Cogió su pequeño ataúd/monedero. Tenía que apresurarse, la urticante luz primera del sol provocaría náuseas a Egon como a todo buen vampiro. Así que caminaba deprisa dejando tirada una estela ridícula que se pegaba en las suelas. Se perdía la bruma del muerto de Egon al doblar la esquina; ya le escocían los ojos por el relente odioso y prematuro de la madrugada. Hoy tocaba el descanso en las fosas de los comedores sociales donde servían extracciones de sangre desechadas de los hospitales. Una cosa masiva e industrializada pero proteína al fin y al cabo.
ARREBÁTAME LA OSCURIDAD (miranda)
Lo más recurrente para mi mente, siempre verte desnuda frente a frente bailando la danza del amor, abrazando cada gramo tuyo, oliendo tu pelo negro, saboreando con mi boca tu sudor, absorbiendo todo tu ser. Loco… como el loco que pierde el control intentando controlar sus sentimientos, controlar al infiel viento. Pierdo mi poco control para no abrazarte y besarte sin miedo, para no comerme tu cuerpo sin comerme mi seso, sin tener que resucitar viejos muertos, muertos en el recuerdo. Pasa raudo como un rayo, partiendo la manzana podrida del amor oculto por impuro y suicida, por imposible en esta vida. En el cielo tendremos un hueco que nos quiera cobijar y dar aliento, en otro sitio con otro tiempo, con otras caras y otros cuerpos, podremos darnos nuestros sentimientos, cambiarlos con la cara libre al viento, sin tapujos… sin miedos. El alba como siempre sale a mi encuentro, recordándome mi puesto, esta vida si es así, casi que no…. que va a ser que no la quiero. En mi cabeza tu cabeza metida, en mis ojos te veo hasta con ellos cerrados, en tu cabeza mil golondrinas anidando mil canciones sonando, mil soldados cantando así se llama mi amor. Cuando mis ojos solo te ven, solo te miran, cuando mis sentimientos solo te sienten a ti, quizá... debe ser que es amor y no solo una obsesión.
Como un cangrejo inicio mi cuenta atrás andando sobre lo andado, volviendo solo para soñar, llueve sobre mojado, en mi mente siempre lloverá. Para ver surgir del polvo desesperado mi canción de libertad, mi oración desdichada, mirando hacia donde habita la soledad, mi soledad. Ahora mismo te imagino a mi cuerpo enredada, como una liana a mí atada, besando mis prohibidos labios, acariciando mi piel privada, comiéndote los cerrojos de mis labios, la jaula de delante de mi espalda. Es el oriente y ella es su luz, es la promesa olvidada, es la bella entre las bellas, la bestia no domada… si, es así, es mi amada. Vuélveme a tocar, a buscar mi piel, a ser mi princesa deseada, mi única, tan, y siempre amada. Que el sol arrebate mi ser a la oscuridad, que la luz se haga, hazme sentirme bien, haz… que todo valga, que valga todo.
LALALA vs bayto
LA SERVILLETA DE BANDU
(Paco García)
Facebook: “LA SERVILLETA DE BANDU” ©Paco García
UNA CENA ESPECIAL (Manuel Santamaría)
La pequeña caminaba ilusionada de la mano de la madre, en otro tiempo en otro lugar hubiera sido una mujer hermosa, ahora a sus 24 años aparentaba cuarenta. El pelo sucio caído sobre la cara, la falta de higiene, la delgadez extrema y el impersonal mono gris que vestía no ayudaban a resaltar la belleza… no tenía ni un rasgo particular que la diferenciara de los otros millones de semejantes de la clase media. -
¡Mamá mañana es navidad! Sí amor mío, y por eso estamos aquí. Mañana cenaremos como manda la tradición: jamón ibérico, queso manchego, marisco, caldo de puchero y dulces de postre. ¡Hay cosas que no deben cambiar!
Recorrían el centro comercial, abarrotado de trabajadores y clientes, todos en busca de su sueño. Unos querían una aventura en un país exótico, un buen coche, una relación sexual, superpoderes… todo se podía comprar, los sueños al alcance de la mano. -
¡Mira aquí están! Escoge cuatro y vamos a pagarlas, no quiero llegar tarde a mi hora de trabajo.
La pequeña cogió unas capsulas de color rojo y azul, y se dirigieron a la caja. En unas horas llegaría la navidad, las proteínas prefabricadas les sabrían a manjares, daba igual que fuera una ilusión, sus sentidos no lo notarían. En esta época el único negocio floreciente eran los supermercados de sueños, por unos pocos créditos, tus fantasías se harían realidad en tu mente, mientras durara la dosis… si era mentira a nadie le importaba, la clase media estaba encerrada en la cárcel de las esperanzas, aunque estas fueran quimeras.
BOB NOBEL (Garven)
Le dan a Dylan el Nobel y Dylan va y no coge el teléfono. Dylan se hace el sueco con los suecos pero cuando pasa un tiempo les llama él y dice que sí, que todo un honor, que claro, que gracias (no se sabe todavía si irá él o una asistenta a modo de Gracita Morales –No ha podido venir el señoriiiíto-). El snobismo de Dylan se ha visto en otros genios, por ejemplo en Aristóteles, creo; que dicen daba clases dentro de una barrica a Alejandro Magno, y vivía ahí despojado y con algo de hambre, calor y frío, para admiración de todos. O en Woody Allen que no pudo recoger el óscar porque tenía que tocar el clarinete o algo así. Dylan tiene esas cosas de canción protesta que protesta contra sus canciones; tiene algo de “dios no existe pero creo en dios y la respuesta a este lío está flotando en el aire” como una santísima trinidad en la tradición de la canción americana/norteamericana/occidental. Primero leí la noticia dos veces y creo que entendí la cosa; esto de romper de una vez con los estereotipos de escritores que peinan canas y escriben libros gordos y un poco raros. La Academia quiere que se hable de ellos, que el premio en realidad es para ellos (aunque Dylan se lleve el dinero) por meter la canción en la literatura, la conversación en la literatura, la pintura en la literatura, la armónica y la guitarra en la literatura, y en ese plan. Ojo, que me parece muy bien.
LA DERROTA DEL VENCEDOR (miranda)
Juan Pedro Martínez jpmarnav1967.artelista.com/
Y
en la paz que logró reunir, se miró hacia adentro. Y en su interior, no vio lo que le hubiera gustado encontrar, se dio cuenta de que este mundo, es un sitio raro para buscarse y más raro donde encontrarse. El coste para conseguir aquella paz tan anhelada fue horrendo y violento. Los coros de monjes haciendo vibrar el claustro, producían cosquilleos en sus tímpanos acostumbrados al chirriar de espadas contra escudos y otras espadas, a los gritos desgarrados de la muerte al conectar contra el salvaje metal, y apenas lograban centrarlo en la tan ansiada paz. Aquello se parecía a lo que un día soñó, pero se alejaba como un caballo al galope de lo que esperaba. Tanta sangre, tantas vidas… tantas lágrimas.
ENTREVISTA A MANUEL SANTAMARÍA
Se dice que cuando Jesús iba por la costa reclutando apóstoles se acercó a un marinero que amollaba cabos en su barca y le dijo «Manuel, deja eso y sígueme» Y cuentan que Manuel no dejó “eso” y dijo que no a Jesús. El mesías quedó pensativo un rato, no dijo nada y se fue arrastrando las sandalias por la arena. Si la historia hubiera dado un giro en la que Manu aceptara la propuesta, puede que en misa escucháramos la lectura del libro del apocalipsis según san Manuel, o algo así; un relato quizá exasperado de manga con algo de pulp-fiction. No digo que el de san Juan esté mal, pero creo que Manuel metería una horda de profundos que montan la de dios el día del juicio. O que un tal Thanos tiene algo que decir en su defensa, o que aparecen los gusanos de Dune y el magistrado tiene que apartarse un poco. No sé. En la muralla de la Caleta le encuentro recortando una cartulina; hay una bolsa con una barba postiza y un sombrero; textos en una carpeta. Parece que se trata de un romancero. Nos damos un abrazo y me señala la barquilla de su padre varada y algo lejana (aquella que pudiera estar huérfana de haberse ido con Jesús). Da un par de golpes en la carpeta, me recita algo, reímos a carcajadas y comenzamos la entrevista.
P: Manuel, has publicado en fanzines y revistas cuentos aderezados de ci-fi; personajes variopintos como primos de Conan, como una mitología de tipos inquietos. ¿Cuándo y cómo empezó todo? R: En el instituto me gustaba escribir, por circunstancias de la vida (malas influencias) me fui a ciencias y dejé la escritura años más tarde, cuando dejé mi profesión de marino en 2012, un primo mío me dijo que colaboraba en la revista digital Los Zombis No Saben Leer, mandé un par de relatos y me volvió a entrar el gusanillo. La cosa no acabó bien con esa revista, no me publicaron algún relato y no me daban explicaciones, así que como tenían un foro privado para comunicarse vi que tenían un fallo de seguridad y entré y pude ver como se burlaban de los que les mandaban relatos, se reían de lo que ellos consideraban fallos y que sus pensamientos literarios eran dogmas irrefutables. Les dije lo que había hecho y busqué otras revistas, hoy en día solo colaboro con Pífano y miNatura.
P: Hay tintes de protesta social en muchos de tus textos, compromiso contra la injusticia, la ironía para mí es uno de tus mejores trazos. Artículos directos y sagaces en periódicos, etc. ¿Crees que esto cala en la gente, incomoda, remueve? ¿No crees que estamos como vacunados y apoltronados a pesar de la situación, por lo menos aquí en el país? R: Pues sí, la gente pasa de todo, hace unas semanas me he replanteado el seguir colaborando de articulista. En Cádiz tenemos un problema con las heces de los perros, mucha gente sigue sin tener civismo. Escribí un artículo, muy fuerte es verdad, pidiendo la prohibición de canes en una ciudad tan pequeña, por supuesto que no lo creía en serio, solo pensaba remover un poco la conciencia ¡Pues he recibido más críticas por el artículo que cualquiera de los que haya escrito sobre nuestro puerto, el gobierno, la crisis…! Y lo que más me ha dolido, algún conocido dando datos personales míos y escudándose en el anonimato, o frases “ese es el único problema que le ves a Cádiz”, prueba de que la gente no lee, que estamos centrados en micro-universos. La sociedad solo mira de puertas para adentro, estamos en un momento social de torres de cristal, hay un comic de Byrne y Mignola que se llama Kripton, cuenta los últimos años del planeta de Superman, me recuerda mucho a la actualidad.
P: Mi suegra dice: «¿Crisis?, en la puta vida hemos estado tan bien.» Y después me cuenta cosas de la postguerra, etc. ¿Qué te parece?
R: Los bares están llenos, las fiestas se abarrotan… hay crisis ¡Sí! Pero nos adaptamos y las preferencias parecen claras, se corta de muchas cosas sociales, pero pocas individuales, hay una crisis de valores, una crisis de hipotecar el futuro, veo padres con móviles de 700 euros y llevan a los niños con los pantalones rotos. También hay mucho dinero negro y mucho chanchulleo. Y a nivel de empresas grandes se frotan las manos, han conseguido recortar salarios, y sobre todo, lo que ganaron nuestros abuelos: vacaciones, salud (se teme coger una baja), horas extras… ¡Si la crisis no hubiera existido se la habrían inventado los del Corte Inglés!
P: La viñeta, Manu; déjame decirte con cariño que eres un buen monigotero, yo quisiera integrarme también en ese proletariado de mis monigotes, estoy en ello. ¿Qué tiene para ti una buena viñeta? R: En primer lugar gracias por lo de bueno, no lo creo, si fuera bueno me pagarían por ello. Opino que el Diario que me publica si tuviera que soltar aunque fuera un euro por viñeta no pagaría. En primer lugar creo que la viñeta hay que sentirla, te tiene que mover algo: emoción, dolor, pena, cariño… ha de tener alma (eso se lo pongo, talento el que poseo que no es mucho). Y una cosa fundamental si es crítica social, siempre el ataque ha de ir hacia arriba, como mucho horizontal, pero nunca se ha de hacer un chiste al de abajo que no pueda defenderse.
P: Le dan el Nobel a Dylan y a Dylan no le da la gana coger el teléfono (por lo visto ya lo ha cogido). Se dice por ahí: ¿Qué ha hecho Dylan para que le den el Nobel de literatura? ¿Las razones de los suecos, eso de la tradición en la canción americana… no te parece demasiado fofo para dar un Nobel? R: La verdad yo nunca le hubiera dado el Nobel a un cantante, pero tampoco a la mitad de la gente a la que se lo dan. Centrándonos en la literatura, para mí ha de premiarse el que se incentive a la gente a leer, yo le daba un Nobel a J.K. Rowling, consiguió que muchas generaciones leyeran unos tomos impresionantes, eso es amar la lectura, ese es el camino, de Harry Potter lo mismo pasan a Stephen La sociedad solo mira de King, Lovecraft… de ahí a los clásicos del terror y a la literatura clásica. puertas para adentro,
estamos en un momento De todos modos para mí el Nobel perdió totalmente el sentido cuando a Barack Obama le dieron el de la Paz social de torres de por lo que pensaba hacer y no por lo que hizo, fue un cristal ejemplo de racismo total: “Como es el primer presidente afroamericano de los USA, lo que dice será verdad”, el presidente de los USA tiene detrás un conglomerado de empresas que no es ni blanco ni negro, es verde. P: Como investigador del mundo del cómic ¿Crees que a pesar de los cambios de trazo y estilo, se sigue la misma línea en el asunto de los súper-héroes? R: Sí, completamente de acuerdo, las grandes compañías (Marvel y DC) están estancadas hace años. No se puede estar escribiendo lo mismo, no es natural que Spiderman que tenía una trayectoria humana impresionante: instituto,
universidad, trabajo, se casa… y llega el Mefistazo y ya nada vale, vuelta a empezar. Esto es solo un ejemplo, ya nadie se cree las muertes de los personajes, cambios de mentalidad radical, borrones… Hubiera estado magnifico que los personajes siguieran envejeciendo, que mueran de verdad, que se retiren, hoy podríamos tener a Franklin de líder en los 4F, junto a un posible hijo de Johnny, fichajes… pero claro, son la gallina de los huevos de oro, y ahora con el cine más aun, no se va a querer renunciar fácilmente a ella.
P: Japón, el manga, que se lleva lo manga. Desde el siglo diecinueve la influencia en Occidente de Oriente (Van Gogh ya pintaba un poco manga) ¿Por qué nos deslumbra el manga? ¿Qué aporta? R: No es el manga lo que nos deslumbra es oriente en sí, tan cercano hoy en día, pero tan lejano en mente y costumbre. Siempre nos han encantado los retazos que nos mostraban: ninjas, artes marciales, comida (aunque esta tiene poco de oriental). El manga es solo una más de esos retazos, aquí tuvo un boom extraordinario, pero como subió bajó, ahora está estable: más calidad y menos cantidad. También he observado que sus seguidores se cansan antes que los de otros géneros de comics, parece que llega un público más temporal. No soy un gran seguidor del manga, soy más de autores patrios y americano, pero he leído grandes obras que han de ser recomendadas: El Almanaque de Mi Padre, Nausica del Valle del Viento, La Leyenda de la Madre Sarah…
P: Voy con siete euros a comprarme un cómic al kiosco. No tengo idea de cuál escoger. Vienes y me señalas uno. ¿De qué se trata? R: Por desgracia con siete euros hoy solo te llevas un par de grapas, obras interesantes no bajan de diez, hoy lo que se lleva es el recopilatorio, hace más sencilla su adquisición, no tener que ir cada 15 días, guardarlo... Te pongo los tres euros que te faltan y te recomiendo por ese módico precio “Piel de Toro” unos tomos de héroes que participaron en el régimen y que se ven envueltos en una versión en un escalón por encima de oscura de la España actual. Han de resolver una crisis provocada por un antiguo compañero, pero claro ya son ancianos y ni las fuerzas ni los ideales son los mismos.
P: Al mes voy con las mismas al kiosco. Esta vez quiero algo guarrete y cachondo sin llegar al porno. R: En eso me pierdo un poco actualmente, soy de los que me quedé en la época de cuando en el Jueves había picante. Me encantaba Erika Telekinetica de Ismael Ferrer.
P: Entre leer el cómic o ver la película ¿qué opción elegirías? No vale decir las dos. R: Disfrutar el comic sin dudarlo, no tiene punto de comparación, es otro idioma, es un tiempo parado pero que ha de fluir para que la historia tenga juego, y a la vez puedes volver atrás para recopilar detalles que se te pierden. El comic admite idiomas que en la gran pantalla quedarían ridículos.
P: Cómo ves el panorama reciente en materia de cómic nacional. R: Muy bueno en cuanto a publicaciones, en mis últimas lecturas se encuentran muchas obras patrias recientes de grandísimo nivel: la anteriormente mencionada Piel de Toro, Rosewind, García, Cara de Ángel… estamos en una época dorada de creatividad, pero sin embargo, las editoriales no confían, la distribución es nefasta y la publicidad inexistente.
P: ¿Qué te parece Pífano? Mójate y sé sincero, ya sabes que entre nosotros no hace falta fingir los orgasmos. R: Pífano es mi casa, se me abrieron las puertas y el trato es exquisito. ¡Ya sabes que soy de los que te empuja para que salga un siguiente número! ¿Cómo definiría a Pífano? Pues libertad creativa, locura, sin límites, sin normas… Arte.
P: Una película. R: El Vuelo de los Dragones, de Jules Bass de 1983, la vi de niño y me marcó mucho, tanto que seguía recordándola pero sin saber el nombre, no paré hasta que conseguí encontrarla.
P: Un cómic, un libro y una canción:
El cómic admite idiomas que en la gran pantalla quedarían ridículos.
R: La Muerte del Capitán Marvel, he leído mucho y bueno, pero no estaba preparado para ver cómo un superhéroe moría de cáncer y de forma definitiva, no me avergüenza decir que lo terminé con lágrimas. Un Libro; lo tengo difícil diría que cualquiera de Robert E. Howard o Howard Philips Lovecraft, son los padres de la actual cultura comiquera y cineasta, aunque muchos ni siquiera sepan de su influencia. Se hablaba que escribían “pulp” para usar y tirar, pero lo que hacían era muy difícil, lo simple lo transformaban en eterno. Una Canción; voy a ser chauvinista, cualquier repertorio de una agrupación de Cádiz de Carnaval, pero las que lo siente, las que cierras los ojos cuando estas fuera y te llega el olor de nuestra mar, eso no te lo puedo explicar, eso hay que mamarlo desde chico.
P: Una mujer: R: Mi madre.
P: Un hombre: R: Dos, mi Manué y Marco, mis lugartenientes, a los que a veces pido perdón cuando duermen por haberlos traído a este mundo de mierda, por los que lucho y por los que más de una vez me he mordido la lengua ante tanto explotador.
P: Un plato en la mesa y un vaso de vino: R: Caballas con Fideos, plato típico del verano gaditano, y soy más de cerveza bien fría, pero si le meto un vino, ya que es con pescado pues un Barbadillo de Sanlúcar de Barrameda, pero déjate de vaso pon la botella entera que no se hicieron algunos recipientes para volver a ser tapados.
Mientras Manuel busca en la carpeta un texto que me va a dar para Pífano, veo de soslayo un perrito que hace caca atado a la cadena que sostiene un señor, la otra mano la tiene guanteada con una bolsita; pero como el perro caga suelto, el señor se hace el remolón y se van. Manu no lo ha visto y yo no le digo nada. Al fin me da un folio manuscrito con título en letra gruesa de rotulador negro: EL CURANDERO
EL CURANDERO (Manuel Santamaría)
Zona del Valle del Duero, año del señor 1.452
En una vieja cabaña vivía un hombre bueno, muchos lo denominaban sabio, otros, los más atrevidos santo, lo cierto es que curaba dolencias, que vivía de su huerto y de las ofrendas que le daban por sus servicios, él nunca ponía precio, pero era práctico y aceptaba los regalos. Tendría unos treinta y cinco años, era alto, más que la media, fuerte y en sus ojos marrones se reflejaba una enorme tristeza, como de alguien que ha perdido mucho. Su vida trascurría entre el huerto, recolectar leña, fruta y hierbas curativas, obtener algo de pesca o carne y permanecer encerrado en su choza, construida en la entrada de una pequeña cueva. Pese a que amaba la soledad, nunca le negaba el auxilio a quien llegara solicitándolo. Como cada día miraba dentro del agujero con melancolía, se encontraba solo, pero la esperanza no desaparecía. El ruido de unos carruajes le sacó de su letargo, cuidadosamente colocó la tabla del suelo que tapaba el hoyo y extendió una esterilla de caña. -
¡Quien va!- dijo mientras salía de la cabaña, entrecerrando los ojos ante el sol naciente.
Frente a él, se hallaba un joven fraile, la capa negra y la sotana blanca lo situaban en la orden de los dominicos, a duras penas permanecía montado en una mula. El curandero se adelantó y observó como el muchacho de unos treinta años ardía de la fiebre, se había amarrado a la silla de la montura para evitar desplomarse. -
Una maniobra inteligente, lo más normal es que el animal buscara el camino de su hogar, pero de no haberme hallado habría perecido igualmente- mascullo, mientras cortaba las ataduras.
El sabio arrastró al fraile al interior de la cabaña, lo tendió en un catre y puso sobre su cabeza paños de agua fría, rápidamente procedió a hervir hojas de apio a las que añadió limón para bajarle la fiebre y evitar que se deshidratase. -
¡El infierno, el averno se acerca, por culpa del pecado!- Gemía entre sueños. Tranquilo, queda mucho para eso.
Permaneció a su lado durante tres días y tres noches hasta que la fiebre remitió. El joven se despertó.
-
Parece que os debo la vida. Nunca será necesario un pago por acto de humanidad. Tomaos esto os vendrá bien. Sabias y hermosas palabras, ¿Qué es? Una mezcla de avellanas y miel que os ayudará a reponer fuerzas y una bebida de Azahar con hierba buena, un buen relajante.
El fraile arrojó las viandas contra el suelo y rojo de ira miró al sabio. -
¡Brujería! Intentáis condenarme. Dejaos de chiquilladas, nada hay de brujería en la naturaleza ¿Acaso no es obra del señor? ¡Palabras de hereje! solo los rezos sanan, solo el todopoderoso puede influir en los humores del cuerpo. Habéis desperdiciado una buena comida ¿Cómo os llamáis? Yo soy Gonzalo. Dejadme en paz, hijo del demonio- dijo mientras se ponía sus hábitos.
Torpemente, aun visiblemente debilitado salió de la cabaña donde su montura lo esperaba amarrado a un árbol y feliz por la fresca hierba que comía. Con gran esfuerzo se subió al animal y asió las riendas. Intentó frenarlo, pero era un hombre tozudo y de nada sirvieron sus palabras amables. El fraile se volvió y el fuego del rencor anidaba en sus ojos. -
-
Solo mi nombre os debo, pues caballero soy, que sepáis infiel que si consigo llegar al bendito convento de Santa Cruz la Real volveréis a saber de mi, palabra de fray Tomás. ¡Santa Cruz la Real de Segovia!-murmulló temblándole el labio.
Gonzalo miró al joven alejarse, cuando solo era un punto en el horizonte volvió a entrar apresuradamente a su hogar. Preparó varios sacos donde introdujo las plantas medicinales que tenía ya secas, sus ropas y provisiones. Retiró el falso suelo y miró por última vez a su traje de desplazamiento temporal, arrancó la radiobaliza, su única esperanza de rescate, si es que se producía alguna vez y volcó en la cabaña una pequeña capsula de ácido que produjo un incendio de forma inmediata. Triste se alejó del que había sido su hogar en los últimos cinco años, pero había estudiado suficiente historia para saber que la palabra de ese hombre debía ser tenida en cuenta, sabía que llegaría al convento y prosperaría. Hasta un hombre del futuro había de temer la cólera del “martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de su país, el honor de su orden” como describió Sebastián de Olmedo a Fray Tomás de Torquemada.
(Paco GarcĂa)
EL HIJO DEL HALLEY (Garven)
Maripaz tenía un tono optimista en el móvil para las llamadas entrantes; y mientras se le enfriaba el café hablando por teléfono, me dio por mirar en el mío algo por internet. Y apareció, no sé cómo, lo del Halley; el cometa Halley: hielos volátiles, agua, dióxido de carbono, amoníaco y polvo; se acerca por temporadas desde el medievo “Isti mirant stella”, luego 1910, 1986 y hay una previsión para el próximo 2061. Como Maripaz colgó, no miré más, hablamos algo y pagamos luego. Pero yo iba con el cometa en el bolsillo para verlo despacio en casa. El Halley de 1986. Cuando el Halley de milnovecientosochentaiseis yo tenía quince años y lo veíamos desde el Miradero, que era donde mejor se veía «los científicos
dicen… los científicos creen… si desviara la órbita… hay un protocolo en caso de que… agua, dióxido, amoníaco y polvo» Con el Halley tuve conciencia de que el cielo no era un decorado con luces programadas y que a lo mejor era verdad eso del espacio. El Halley se veía muy pequeño y tranquilo, luciente de noche y blanco por la mañana; tirado por ahí arriba nadie diría que llevaba la velocidad que decían. La cola como un ciprés blanco y tumbado; como un dardo de plumas de ángel hacia la diana solar. El Halley me traía discos de vinilo, libros de biblioteca y a Rafaela Carrá; o cómics de Manara, jeringas con sangre, mayras, chichos y las primeras mamachichos; y a juampablo segundo te quiere todo el mundo. Yo no había tenido novia en la vida y ahora la tenía; el pequeño Halley me rondaba por la bragueta y reflectaba su luz en mis gafas de lejos. Para ver a la novia yo tenía que subir por el Miradero, pasar entre el arco caliente de la cola del Halley, cogernos de la mano y darnos un beso largo y escondido bajo el sobaco mudéjar de alguna iglesia. De adolescentes olíamos mal por aquello de las hormonas y porque nos duchábamos solo los viernes. Decíamos que ese cometa tenía que ser macho, a lo mejor era hembra, para mí que era maricón; marica con pluma, mariquita loca «Es una ocasión única para ver al cometa cuyo último avistamiento data de 1910… Si se le ocurre al Halley… hay un protocolo en caso de que… agua, dióxido, amoníaco y polvo». El Halley como una niña vestidita de comunión arrojada a la hoguera; un apóstol con la melena al viento sobre una moto astral; una zurraspa blanca en las bragas azules de mamá Tierra; un semen adolescente. Hielos volátiles. El Halley tenía loco al científico, todo el día con el ojo pegado al telescopio para ver lo que había bajo la falda del cometa. El Halley a lo mejor quería frenar pero no había manera, siempre la ruta elíptica de su scalextric. El caso es que parecía parado en el cielo, detenido en el andén del mundo. El autobús del Halley dejaba turistas que no compraban nada. Es un cometa contradictorio (amoníaco y polvo, hielos volátiles) que me traía revistas porno, la OTAN, suspensos en matemáticas, la Olivetti y algún Marlboro. El Halley se llevó a mi novia «Te quiero pero como amigo» ella se fue a horcajadas sobre el zorro blanco de cola aventada y peluda del Halley; corrían por el limbo sin nubes. El Halley era mi novia vestida de blanco que ascendió a los cielos. Nos trajo a Sabrina como una nueva madre redentora mucho antes que María; cuando José Luis Laguía era el rey de la montaña «Si su órbita cambiara… sería un acercamiento excesivo, si la órbita cruzara con…» Pero no se salía nunca del rail rojo y elíptico dibujado por el astrónomo. El Halley olía a gas butano, a frío de la calle y a vino de cartón. Y si te acercabas un poco, en una hora sin nadie en el Miradero, oías al Halley cantando copla y la risa orgiástica de mi exnovia. Echando cuentas me sale que para el dos mil sesenta y uno, para la próxima parada del Halley, yo tendría noventa años, figúrate. Pienso que llegará el cometa con mi exnovia adolescente y montaraz subida encima,
preñada de mí (quiero decir que el bebé que espera soy yo; no que yo la hubiera preñado. El padre, mi padre sería el Halley) y mamá daría a luz en el Miradero amamantándome unos días hasta que se fueran volando otra vez. Así ochenta veces.
RONDALLA DEL CÍRCULO (miranda)
RONDÉ TUS BESOS tanto tiempo, que mis labios dejaron de sentir la sed que los volvía locos, se humedecían con sueños, satisfechos al no tenerlos, de saber que otros tampoco. Rondé tu mundo hasta hacerlo redondo, rodeando con mi vida todos tus poros, llenando cada uno de ellos con mi presencia, acorralando tu vida con paciencia.
EL MISIONERO RADICAL (Manuel Santamaría)
Mirando hacia atrás en mi vida, y con la experiencia que te dan tanto los años como la experiencia profesional del trato con las personas, hago memoria y recopilo a la cantidad de personajes extraños con los que tenemos la oportunidad de cruzarnos. Y cuando hablo de “raros” hablo de individuos en, un supuesto, pleno uso de sus facultades, nunca en esta categoría han de entrar personas con problemas mentales más o menos graves. La crítica, o más bien la sátira ha de ser siempre ascendente o, como el caso que aquí se da, lineal.
Resulta que el que les escribe, estudió en un colegio de hermanos y allí regularmente, interrumpían las asignaturas correspondientes para dar charlas morales, conferencias de hermanos de otras comunidades o como en el del recuerdo de hoy, de un antiguo alumno que se había ido de misionero a un pueblo perdido de Sudamérica. Una mañana reunieron a todos los alumnos del instituto, en el salón de actos para que escucháramos la experiencia de este antiguo estudiante, al que el profesor de religión, un cabronazo incapaz de enseñar nada que no viniera en el libro que seguía al pie de la letra, miraba con cara de orgullo. Todo transcurría dentro de los parámetros normales: fotos de cómo viven, foto de lo felices que son con poco, y de cómo ayudaban a construir una escuela, fotito de postureo “que bueno soy yo” y patatin, patatán… lo dicho lo normal, hasta que llegó la hora de, como siempre el último objetivo: pedir donaciones. Aquí el chaval, no tendría más de 30 años, se ensirocó, empezó a gritarnos, ¡Pero lo daréis de corazón! ¡Qué nadie sienta pena! ¡Por aquí la pena! Mientras nos hacia cortes de manga, que supongo le dejarían el brazo con cardenales ya que la fuerza del golpe no era para nada desdeñable. Era dignísimo de ver como el elemento, en este momento ya había perdido toda la respetabilidad que podía ganarse entre chavales de instituto, se iba poniendo colorado y entraba en un orgasmo de cortes de manga y gritos de “Una mierda para la pena y la lástima”, había entrado en un paroxismo de “toda la culpa del mundo es de vosotros”. Claro si este acto, de supongo para él de “Cheguevarismo” o “Teresacalcutismo” extremo lo hiciera delante de políticos, empresarios… quedaría de lujo, pero la situación era lamentable delante de un puñado de adolescentes de un barrio obrero. Cuando por fin se calmó, después de unos cinco minutos, de tremendo ejercicio físico, el profesor de religión dijo que, por cojones, esto lo dijo más
finamente, pero el concepto fue el mismo, cada uno de nosotros tendríamos que dar 100 pesetas, por lo cual toda la “buena voluntad” que reclamaba el “a la mierda la lástima” quedó en una obligación, algo en lo que no caería ya que después del orgasmo solidario se encontraba en un estado nebuloso.
SUEÑO, MATRA Y EL PÁJARO ESPINO (Garven)
Matra. Marta. Trama. Amart. Amarte, Matra. No sé cómo ni por qué, pero el caso es que mientras apuraba mi copa, solté aquello que quizá sí vino a cuento: «Tocamos a tres y una coja». Lo hablábamos en un rincón de la barra, en círculo y tertulia de amigos; Bruno tenía un botellín agarrado por el cuello, otro quitaba y tiraba al suelo el limón del vaso, los novios se hacían carantoñas sentados en los taburetes, ellas casi bailaban una canción. Y Matra arrugó la cara por lo que dije. Había humo de Fortuna y olía a los abrigos de la gente que acababa de llegar.
Matra, joven (veintidós) maquilladita como una chica del eurodroguer, no tenía copa porque ya se la había bebido: Un ron con chocolate o algo así. ¿Quieres otra? No. Matra tenía, lo que se dice, las orejas de soplillo, que le hacían de diademas naturales para las cortinas de su cabellera lisa y suavizante con todos los colores de la madera de un árbol femenino. Matra entallada en su blue jeans, ablusada de sábado noche con una blusa verde como el vidrio de una coca-cola vaciada de un trago, bebida a morro. Me dijo que, si acaso, tocábamos a cuatro; que la coja sumaba uno y no era un decimal o el pico de las otras tres, y que mi comentario era una tontería machista. Mujer, que es un decir. Y torcía sus ojos maliciosos para reír después. Matra olía a jabón de todos los días y tenía una medallita de la Milagrosa que le pendía por el esternón. Matra seguía el ritmo de una balada culebreando el cuerpo, una discreta danza del vientre pero con las manos en los bolsillos y los brazos enarcados. Tarareaba el tema famoso, romanticón y adolescente de la balada «Nada cambiará mi amor por ti… na-na-ná na-na-ná… te-quiero» De modo que bailamos un agarrado, juntados los metales nocturnos de nuestras medallitas religiosas (yo tenía un escapulario del Carmen). Tuve ganas de llorar de amor. De modo que éramos primerizos, dichosos y vírgenes como nuestras Vírgenes. Los del grupo reían, se daban con el codo y nos señalaban con la barbilla «éstos se enrollan» Matra, nada cambiará mi amor por ti. Te-qui-e-ro. O sea, que entonces somos novios, Matra. Claro, Lolito. Lolito; entonces yo era Lolito, Matra vio en mí un jazmín literario y sexual. Me vi en los escaparates de sus ojos que vendían licores de otro mundo, sus orejitas vistas de muy cerca, limpísimas, rosas y hacia delante como dos pétalos salientes, deseé comérmelas como si fueran cortezas de trigo. La naricilla mínima y dibujada, las trencas le vibraban en los pasos de su hondo respirar ese aire quieto y musical de la discoteca. Ella olería mi Brumel (en las distancias cortas es donde un hombre se la juega) y yo su jabón o su Farala (hay chica nueva en la oficina, se llama Farala y es divina).
Terminó la canción lenta y nos violentó el don diablo de Miguel Bosé; eso no venía ya a nuestro cuento de Lago Azul o de Paradise. Entonces decidimos marchar juntos. Cogí mi abrigo y el de ella plegados en un taburete. Matra pagó lo suyo y lo mío. Espera, Matra; que pago yo. Calla, que tengo suelto, deja pagar a la coja. No se te olvida, mujer; que iba de coña, oye. Los del grupo reían, bromeaban y bendecían. Tía luego te llamo. Te lo mereces, tío. Me alegro mucho, tía, vais a durar porque pegáis. Vaya ganga tío, no te lo crees ni tú. Le gustabas ya de antes, solo había que ver cómo te miraba cuando hablabas. Qué calladito te lo tenías, boba. Te dije que la gustabas y tú ni caso, subnormal. Cuídamela. Quiérele mucho, Matra. Amor, amor, amor. Salimos de Acuarela (que era el nombre de aquello con luces de neón: la erre fundida y la ele parpadeante) por los bajos del Miradero, pasadizos cerrados y fúnebres a esas horas de la noche. Lugar donde alguna vez se pegaban los muchachos o un hombre lloraba sobre el cuerpo herido de su novia, tras una pelea entre mujeres. O el camarero del otro bar barría una oreja necrosada de un pintor borracho de hace un siglo. Los bajos del Miradero me daban miedo, olían a crimen y a reanimación cardiovascular. Los comercios diurnos dormían con un ojo abierto y los precios tiritaban sobre los productos a oscuras; había gargajos sobre las lunas de algunas tiendas cerradas. Un suicida indeciso (el más joven maestro al piano vencido por una mujer) disimulaba su plan mortal apoyado en el cierre del Corvitel. Un gato errabundo y casi negro, casi color de rata, nos miraba con ojos de azufre mientras lamía un whisky derramado, aún con el hielo junto al vaso de tubo con carmín en el cristal. Matra y yo salíamos de ese purgatorio cogidos de la mano; a prisa, jugándonosla como dos libélulas que vuelan delante de un sapo pétreo y hambriento. Ya en la calle, limpios de los fluorescentes sucios del Miradero, aventados de medianoche, ya casi de madrugada; nos detuvimos junto a la barandilla de un mirador. Vimos los barrios de la Antequeruela y las Covachuelas por allá abajo, brillantes de humedad, acolchados como una gran cama de matrimonio sefardí, arrabales tumbados en un abismo periférico, dormidos junto al río que hacía ruido de espuma rugiente y reflejaba la luz blanca y blanda de algunas farolas. Atrás un horizonte de iglesias donde amanecería en diez minutos; Tavera dormitaba como una giganta sentada a lo moro con la barriga llena de monjas bautistas. Matra me puso su foulard perfumado y tiró de mí. Bajo la luz mínima del Halley nos dimos el primer beso largo copiado de las películas.
Cuando desperté, estaba besando a la almohada. Matra, Marat, Marta. Amarte, amor. Entonces dejé el cerco húmedo y gris de mis babas en la funda de la almohada. Las campanadas de maitines
apagaron mi sueño. El raciocinio llegaba hostil mientras me retiraba la sábana e iba hacia el baño. Untado de Matra todavía, triste porque era como si mis párpados, al abrirse, la hubieran matado. O convertida en una almohada entre mis brazos, maldecida por un hechizo de no sé qué bruja; una cosa así como Lady Halcón. Durante la ducha suelo encender la radio que tengo junto a la mampara. Sonó una canción de enamorados «All i ask of you. Todo lo que pido de ti» dijo el locutor. Luego supe que era un tema sacado del musical El Fantasma de la Ópera. Algo que pegaba para nosotros: Matra era un sueño, un truco de mi cerebro, una diva en el auditorio de mi cráneo; La sombra platónica en la caverna de mi cabeza; una almohada practicable. Nada. Y yo el fantasma remoto y escondido en una habitación de cualquier lugar del globo. Cantaba la voz lánguida de una mujer en un inglés que yo no entendía. Seguí soñando despierto: Matra bajaba desde una niebla inventada entre vahos y humos de agua caliente, vestidita de la Milagrosa, echando abluciones por las manos, que era el agua de la ducha, que eran milagros de sus manos y su vientre. Entonces bailamos otro agarrado, que era yo mismo agarrado a mí y a mi esponja, entre espuma, camomila y lluvia artificial que yo imaginaba dorada. Ella me cantaba a media voz la versión en español de la balada: Dices que compartirías conmigo un amor, un sueño/ Déjame sacarte de tu soledad/ Di que me necesitas a tu lado, sí; aquí, junto a ti/ Allá donde tú vayas yo estaré contigo/ Esto es todo lo que pido de ti/ Así que yo compartiría un amor, un sueño, con Matra. Me vestí y fui a la parroquia por el camino más largo. En la sacristía el coadjutor colocaba sobres del domund en unos estantes. Hablamos poco: sobre gestiones de ordinario de la iglesia. Vestido de alba y estola salí hacia el altar para oficiar la primera misa de la mañana de un día laborable. Allí siempre olía a muebles de otro tiempo, cera caliente y mal aliento. En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. El señor esté con vosotros, y con tu espíritu. Cuatro viejos, (Matra me hubiera corregido) un puñado de ancianos a oscuras sobre los reclinatorios que quizá no esperaban ya nada de la vida y algo de la muerte, entretenidos con la idea de la resurrección, la eternidad y la ruleta de la fortuna; bisbiseaban mis palabras con la boca temblona, de rodillas y cabizbajos. Yo confieso ante dios y ante vosotros hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra y omisión; por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. ¿Qué culpa? La iglesia, por dentro, era una sima supersticiosa, negra y cavernícola con las imágenes rupestres de siempre que a mí ya no me
decían nada. Lo de cura fue un capricho que tuve de niño; solo porque me gustaban las procesiones, el olor a imprenta de los catecismos y la música de órgano. De modo que dejé la fe y mi oficio vaticano porque ahora creía en un sueño, un amor, un vampiro, un fantasma, un Génesis sin manzana ni serpiente, una novia con leggins y foulard, concebidos con pecado y del lado de los romanos. Matra no era la Virgen que pisotea la serpiente luciferina; Matra era la Virgen que posa la serpiente sobre sus hombros. Después de cuarenta días/años en el desierto, busqué la autovía y la ciudad, los bares y el sexo; las luces artificiales del infierno. Aparté de mí éste cáliz por un par de cubalibres en los pubs soñados con mi chica; desvirgándonos en un motel de carretera, viejo y limpio. Solo había que cerrar los ojos. Matra era ahora mi gusto con olor a eterna juventud y a bragas-fetiche. Nada. El arzobispado no me creyó pero me dejó ir. Irónicamente acudía yo ahora a las misas de los domingos, después del sueño, a la misma iglesia donde ejercí de cura. Me quedaba el rescoldo de ir a rezar oraciones con letra de balada o a resguardarme del frío y del calor de la calle. Con Matra, o sea, solo. Imaginando una boda, adorando a dioses inventados de otros templos, ofreciéndoles el sacrificio de nuestros hijos artificiales. Los que me conocían cuchicheaban tras de mí, luego mentían cuando me decían «Padre, no sabemos por qué ha dejado esto ni queremos saberlo, pero le echamos de menos…» Intuían que había una mujer, y acertaron. Empezó a faltarme el dinero aunque tenía la caridad de la parroquia para alguna comida caliente y el tresillo de los salones parroquiales para dormir; y el carné de la biblioteca y de la seguridad social. Casi todos los años el borrador de la renta me salía a devolver. Mi vida era un lío y mi novia una almohada. Matra. Trama. Matar. Amart. Marat. Ratam. Marta. Amarte, amor.
EPIFANIA POR SOBREDOSIS DE NAJIS-COLA (Manuel Santamaría)
Yo era antes como tú, bueno a lo mejor no, la verdad es que era bastante patético: 130 kilos de peso, calvo, solo veía anime, amante de la comida china y conspiracionista, pero nada me ha demostrado que en este punto no tuviera razón. Los yankees nos controlan mediante nanobots que introducen en sus productos, por eso nunca bebo Coca-Cola, solo Najis-Cola bebida riquísima que me traen de importación desde Malasia. No he doblado la espalda en mi vida, mis padres se fugaron en su autocaravana cuando cumplí mis tiernos 45 años dejándome un piso a mi cargo, como lo de trabajar me da alergia vivo de alquilar habitaciones del piso a estudiantes. Así trascurre mi vida entre visitar paginas porno chinas, ver hentai, comer, beber mi adorada Najis-Cola y visitar a parientes decrépitos, que por el mero hecho de hacerles compañía y aguantar sus historias me proporcionan ricas merendolas y alguna que otra propina: “Toma Toñin para tus revistas”, el mejor sin duda mi tío Anselmo, un putero de cuidado, que me soltaba 50 eurazos “Toma Toño, muchachote para que vayas de guarras” para que no se sintiera mal al menos me gastaba su parte en mangas de lolicon. Pues en una de esas visitas, a mi tía Ambrosia, una solterona de 70 años, cuando tuve mi revelación, cuando mi vida cambió. Nos encontrábamos en su casa viendo esos infames programas de Canal Sur, yo por mi parte daba buena cuenta de un surtido de galletitas del Mercadona que había puesto para acompañar al café, todo lo que me ahorro en comida puedo invertirlo en mis hobbies, en ese momento Falete terminó una actuación y María del Monte le empezó a entrevistar, yo miraba casi sin atención hasta que mi tía exclamó: -
“Hay que ver lo que se parecen estos dos, casi parece que María es su madre”
Y alcé la vista y entonces mi epifanía se cumplió: ¡No es que se pareciesen! Es que poco a poco se estaban transformando en un mismo ser, el hombre que quiere ser mujer y la mujer que se siente hombre, el yin y el yang, el caos y el orden. Llegaría el día en que serian dos seres idénticos pero con atributos sexuales cambiados, ese gran día se tocarían las manos y se fusionarían en el ser más poderoso de la tierra, el demiurgo nacería y los cielos se abrirían al canto arcángeles y solo los elegidos podrían disfrutar de su gracia, el resto serian eliminados en una gran purga. Salí corriendo de casa de mi tía y empecé mi cruzada de conversión, los primeros fueron mis compañeros de piso, poco a poco gracias a internet los
fieles van subiendo: facebook, Twitter, linkedin… cualquier soporte es válido para predicar la verdad. Hoy vivo de los donativos de los fieles, pero solo me quedo con lo necesario para subsistir y para que nunca nos falte el Najis-Cola, la única bebida admitida en nuestra feligresía, el resto del dinero lo invertimos en la Iglesia del Santísimo Demiurgo Falete-Del Monte, donde una gran estatua de oro se está forjando para cuando llegue el día de la gracia. ¡Soy feliz! Sé que la verdad universal se ha de cumplir, da igual que tanto María del Monte como Falete nos hayan puesto varias demandas, seguramente aun son la carcasa, la crisálida de la que emergerá el más puro axioma, sus mentes verán la luz cuando se fusionen en el Demiurgo.
NI UN MINUTO EN CASA (Garven)
Juanjo Mi padre dice que para ser escritor hay que leer a los grandes. Así que, para empezar, me ha pasado algo de un tal Faulkner. En Internet he leído algunos consejos para escribir; como el que dice que en el entorno de uno están los mejores temas. Entonces miro a través de la ventana y veo a una mujer que tiende la ropa en el piso de enfrente. Abajo un tipo enfundado en cuero negro arranca su moto de gran cilindrada. Luego una chica de plexiglás rojo se acopla a la moto y abraza al tipo. Mi hermana Lourdes canta algo de Ultravox que suena ahora en la radio «Bailo con lágrimas en los ojos mientras recuerdo un amor que murió» Paco Umbral dejó el colegio a los once años. Nada, de Carmen Laforet, está bien; pero se nota que lo ha escrito una mujer. Mamá va a llevar muy mal eso de que yo deje el bachillerato. La portada del libro de Faulkner es una reproducción del interior de la cueva de Altamira; un primer plano de algunas pinturas del techo. El hombre de Altamira a lo mejor fue una mujer. No. Se le hubiera notado; como a Laforet.
Nora Mi hermano Juanjo lee cosas y escribe historias. Si yo hubiera escrito el cuento de la princesa y la rana, habría puesto al final que cuando la princesa besó a la rana, no pasó nada. La princesa tendría como marido a una rana por siempre jamás. Me gusta que las ranas me vean como a una princesa.
Eduardo Los chicos trastean en mi portátil en cuanto me descuido. Sé que Elsa también lo hace. Si mis hijos descubrieran dónde me meto me moriría de vergüenza. El cura decía en los prematrimoniales que el sexo es cosa que entra por la vista a los hombres y por el oído a la mujer. Sí, recuerdo que comí mucho la oreja a Elsa para envidia de las otras chicas. Que me parta un rayo si esto no lo hacemos todos de vez en cuando. Estas cosas me dan un poco de risa, pero es que me engancha esto del porno. La alegría fingida o verdadera de sus fornicaciones. Elsa me da una cama
demasiado aséptica, tardía y de noche; siempre la noche y la atención al hondo resuello de los críos que duermen; no nos vayan a oír, por dios. El cura decía que el sexo es uno de los pilares del matrimonio. El sexo es una urgencia y yo la tengo ahora en la bragueta. Hot girl, I´m satisfaction crazy. Lo cierto es que cuando pasa todo me siento mal, remordido, como culpable por nada. Sé que ella se hace la dormida y cuando acudo a la cama, ronca adrede.
Juanjo El arte es macho.
Nora No me gustó demasiado el viaje ese a Disney de París; todo eran muñecos pintados y mamá sacaba dinero del bolso continuamente. Después nos miraba a Lourdes y a mí y sonreía cuando guardaba el cambio. Bella no era Bella. Bella iba mesa por mesa y al llegar a la nuestra va y mira a mamá, y mamá le dice en un susurro: «españoles» entonces va Bella y dice «hola, presiosa; ¿Cuál es tu nombre, prinsesa?» Bella no era Bella ni Bestia era Bestia. Bestia no decía nada con su careta de peluche y su disfraz de almirante. Bestia nos hubiera matado a las tres a no ser que Bella intentara impedírselo; aún a pesar de que Bella intentara impedírselo quizá nos habría matado a las tres. Bestia no diría «Felis día, prinsesa» Bestia gruñiría sin más. Después mamá pagó al fotógrafo. Si yo escribiese el cuento de Bella, pondría al final que cuando ella besó a Bestia, no pasó nada, no se deshizo el hechizo. Bestia sería una bestia para toda la vida por siempre jamás. Mami, si tú fueras una giganta le darías una buena zurra. ¿Por qué no te trata como a una princesa?
Juanjo
Mamá es profesora.
«Mi joven profesora / es mi dueña y mi señora.» Le cantaba papá. Mi padre es comercial y podría haber llegado a más si a lo mejor hubiese escrito un buen libro. Mamá gana más dinero que papá; pero mi padre trabaja más tiempo fuera. Que me parta un rayo si papá no podría escribir y ganar mucho más dinero que mamá, y que todos. Mis padres saben mecanografiar. Para escribir uno puede estudiar por su cuenta y leer a los grandes. Estoy leyendo “Mientras agonizo”, un libro de la vieja colección de papá. Lourdes también me dice que al menos termine el bachillerato, pero yo sabré arreglármelas. Mamá habla de ello conmigo a solas. Escríbelo, mamá. No debiera decir “papá”, debo decir “padre”. No debiera decir “mamá”, debo decir “madre”. Se me escapa todavía y no me gusta.
Eduardo Vete al carajo, Elsa. Deja que Nora juegue, que el chico escriba y que Lourdes escuche su condenada música. Déjanos en paz a todos.
Nora Bella: «La belleza está en el corazón.» Bestia: «Es una apetitosa forma de mujer.»
Lourdes Porque la música es una condena, en esto tiene razón papá. «En un bar de mi barrio que no quiero recordar, vi a mi novio besando a mi amiga» Sé quién era ese novio que dice la canción; el que un día cantó: «sin ti no puedo respirar...» No sé si es: «Bailo con lágrimas en los ojos recordando un amor que ya murió» O es: «Bailo con lágrimas en los ojos por un amor que ayer maté». Juanjo podría hacerme las letras. Componer es pan comido.
Cuéntanoslo a todos, mamá.
Eduardo
Cuando Elsa no dice nada, lo dice todo. Sé lo que estás pensando, Elsa. Sé en quién estás pensando; vete a la mierda. Se me cae la casa encima; la casa me huele mal. Me gustaría saber qué tienes dentro de esa cabecita, Elsa. Tú sabes que no paro un minuto en casa. No me da tiempo. Mis hijos saben que es por su madre. Me viene el recuerdo de una escena de un western: la bofetada de la chica al vaquero, ella intenta abofetearle otra vez pero él la sujeta del brazo y se besan apasionadamente; ya la tiene comiendo de su mano. A mí no me sale. No te dejas, Elsa. No me quieres y me haces ser malo. Si no nos quieres, dilo. Los chicos saben que es por tu culpa. Después de esto me siento como remordido. Venga. No llores, ya da igual.
Me he asomado en un sigilo a través de la puerta entreabierta de nuestra habitación. A Elsa le tiemblan los dedos sobre el teclado del portátil. Su nombre en negrita y cursiva y centrado en el texto. Pretende escribir debajo de este párrafo. Como lo digas te mato. Ya está bien. Punto y final.
(Paco GarcĂa)
PARANOIA OLOROSA (miranda)
¿CÓMO TE VA? No te lo podrás creer, pero solo y desde entonces, pienso en ti. Aprendí trucos para distraer mi atención, ocupe todo mi tiempo en alejarme de tu recuerdo sin hacer ruido. Si te digo que no lo conseguí, solo conseguiré hacerte sonreír, satisfecha porque cuando sueltas a tu presa sabes que aunque libre, sigue siendo esclava de tu invisible presencia, de las imágenes que nunca se borran de la cabeza, de los besos ardientes que queman todo según lo atraviesan. Impresos a fuego los momentos que estuviste junto a mí y quemando en los ojos tu espalda que se aleja. A mí me va bien, cuando te he visto no te reconocí, tu cara me sonaba como suena un cascabel en el dintel de una puerta de forma sutil. Estas más gordo, te veo más viejo, pero me alegro de verte, ahora tengo prisa, otro día nos tomamos un café y hablamos, espero verte más cada menos años. Un beso y una mano rozando mi brazo, una palabra muriendo entre mis labios, la mano levantada mientras me giro en mi corto espacio, despacio, sin perderte de vista, sin entender porque que te sigo adorando, sin ocupar mi tiempo en nada más que dedicártelo, deseando y soñando que algún día seas tú, la que se arrepienta por haberme abandonado. Abandonado, perdido entre cuentos que siempre acaban mal, envuelto en suspiros que nunca llegan hasta los oídos de la verdad, torciendo la realidad para poder acoplarla a mi vida y asi poder tirar. Tu mano, aun calienta mi brazo, aun huele a ti el tacto que sobre ella has dejado, me como mi obsesión y huelo el lugar exacto, donde me tocaste por última vez y no es para tanto, solo es la última vez que te he visto por casualidad mientras que siempre te estoy buscando. Cualquier día, de nuevo coincidimos por casualidad donde yo quiera, mientras tú, me dejes hacerlo de vez en cuando.
miranda vs Bayto
TRAS LAS VIÑETAS (Manuel Santamaría)
PINTAR A LO JACKSON (Garven)
“La pintura tiene una vida propia. Yo trato de dejar que aflore.” Jackson Pollock
Un pintor puso esa cita de Pollock en el folletín de su exposición. Me pregunto si ahora, a él también se le abrían “las flores de la pintura” en sus cuadros colgados en la sala y de si, además, olían bien. Pero lo cierto es que olía al chorizo, queso y la tortilla del aperitivo para inaugurar el evento. Mientas yo picoteaba algo y bebía vino pensé en eso que dijo Pollock. De modo que Pollock deja que el cuadro aflore; vuelca la simiente del bote en la tela y pude ir a hacer sus cosas. Acudir a la Iberdrola por esa factura que no le cuadra; ir a pilates de diez a once; echar la bonoloto; preparar la comida, hacer las camas y comprar mortadela para los bocatas de los críos. También algún trabajillo, alguna cisterna rota de cualquier vecino, unos arreglillos y saco para mis gastos. Mientras el viento y el sol caldean la obra, suena el horno y la cocción está lista. O sea, que todo un chollazo esto de pintar a lo Pollock. Por lo visto Jackson Pollock fue diciendo por ahí que lo suyo era “una pintura de goteo”, que él se metía en la bañera de la pintura y chapoteaba feliz, y ese salpicar sucio y fluorescente se lo compraban las galerías. O se envolvía (con el mono puesto) pringado de azul en una sábana, a lo cristo resucitado, y luego enseñaba la calca pilonga de su cuerpo y su mono a las vanguardias. La pintura le trabaja sola, le agarran los claveles del acrílico y los esquejes del esmalte. Luego, un grande de las universidades del Arte fue escribiendo en las revistas: «Le eché un vistazo y pensé,
"esto sí es arte extraordinario" y supe que Jackson era el pintor más grande que este país ha producido» Y otros científicos publicaron: «Su arte tiene fractales matemáticos» Vamos, que toda una declaración de amor. Así que tráileres venían cargados con los bulbos de los tulipanes de Pollock, como mayoristas de la fruta que compraran toda su cosecha. En esto que quedaba ya poco de aperitivo pero vino había de sobra. La gente charlaba con el anfitrión que resultó ser pintor aficionado como yo, dominguero como yo, creo que indeciso como yo (a lo mejor como Pollock también) E iba diciendo a los visitantes algo que luego supe copiado de Pollock «…Recibid la pintura sin temas ni ideas preconcebidas» Todos sonreíamos al pintor y asentíamos al mirar algunos cuadros y la lista de precios. Y reconocí en sus cuadros mis cuadros, yertos de mala tierra; contaminados con el agua sobrante de las duchas de Pollock. Donde afloraron flores plásticas de cementerio, de esas que te aguantan el día de los difuntos y varios años más. Nadie compraba nada porque Pollock ya lo había hecho antes y más grande. Con la punta de la lengua desprendía restos de condumio que se me había pegado en las muelas. El vino se me repetía en discretos eructos. Me fui pensando que en esto del arte, como en el amor, liga el que más cara le echa.
SONATA PARA NADIE (miranda)
La puerta cerrada y sin muescas en el silencio, quietud inquietante de que algo te falta, aire repleto de secas lagrimas, trepanador sentimiento que nunca terminará de cavar hacia dentro y hacia abajo. Sintiendo por fuera lo que dejas sin trabajo, con sonrisas que maquillas con letras que en tu cabeza suenan a melodías, con esfuerzo, con la puerta cerrada y nadie que arañe sus bajos, silencio oscuro de lo que antes era tan claro. Clara noche llena de nubes que se van a dormir, para dejar a la luna sola mientras gira sin darnos la espalda, y la puerta que ya no suena ni por ni para mí, y el cuento que termina sin hada, ni nada. Ahora creo que entiendo lo que no quiero entender, y cuanto más lo comprendo más lejos estoy de ello. Esto es todo Fer, solo somos un simple y fugaz destello.
miranda Vs bayto to AVO
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