ARTURITO ESTEFANCANY

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EL DESPERTAR DE ARTURITO Había una vez… Al pie de una montaña, donde se encontraba el valle, un caserío silencioso se extendía entre arboledas, riachos y lagunas… Aquel pueblo tuvo un nombre, que fue olvidado del mismo modo que sus pobladores, también dejaron de saber quienes eran ellos. Vagaban sin sentido siendo incapaces de reconocer cuales eran sus moradas, ni quienes eran sus familiares. Hombres, mujeres y niños, deambulaban a la deriva y, de no ser por el Hada Bondadosa, hubiesen muerto de inanición. En su infinita caridad, ella venía a alimentarlos, algo que hacían como autómatas, ya que ni una palabra brotaba de sus bocas. El Hada Bondadosa no iba sola, un séquito de pequeñas hadas la acompañaban para asearlos y vestirlos, según hiciera frío o calor. Aquellas hadas vivían en un hermoso paraíso en la cima de la montaña, desde donde podían observar todo, sin llegar a entrometerse en la vida de nadie. Esta vez había sido diferente. El pueblo Matete se hallaba hechizado y sin recursos para defenderse. Y así pasaba el tiempo… Cada amanecer ellas llegaban para cumplir su misión. El Hada Bondadosa no dejaba de preguntarse que más podía hacer para


sacarlos de aquel sopor… Ni cuando los llevaba hasta el río para que se bañasen en las aguas cristalinas, los veía reaccionar. Miles de estrellas reflejadas por el sol sobre las aguas quietas, no eran suficientes para despertarlos. ¡Qué decir de los más pequeños! No encontraban forma de moverlos enroscados como habían quedado, arrinconados entre el follaje de los prados. Cierto día, se les ocurrió extender una gran sábana de tules, y cargarlos sobre ella. Entre todas los llevaron hasta la orilla de aquel río para sumergirlos suavemente, secarlos y darles de comer. Luego los dejaban bajo un gran alero de lo que fuera su escuela, ya que al no caminar, como lo hacían los mayores, estaban expuestos a muchos peligros. Cada día era una repetición incansable de las hadas, que siempre esperaban el milagro de verlos despertar. Pasando el tiempo, el Hada Bondadosa notó un movimiento innusitado entre los más pequeños. Un chiquitín de enrulados cabellos abrió sus bellos ojos para mirarla. Se acercó a él y lo vio sorprenderse al ver que la gente del pueblo caminaba muy cerca suyo como sonámbula. -¿Qué es ésto…? – Balbuceó desorientado. -¡Ay, pequeño! – exclamó el hada al escucharlo, – no imaginas la alegría que me das al verte despertar…

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EL REY DE LOS GENIOS El niño vio como rodaban lágrimas de alegría de los ojos de aquella dulce joven, que además, tenía preciosas alas y una estela de luz a su alrededor. -¿Quién eres tú? – Le preguntó con asombro. -Eso no importa mucho en estos momentos, pero dime… tú, ¿recuerdas tu nombre? -¡Claro que sí! Yo soy Arturito Estefancany… ¿y mis padres? ¿dónde están mis padres? ¡Mi casa, mi casa! ¡Quiero ir con mi familia! -Mira pequeño… creo que no estás recordando todo… tu papá era… bueno… Gustavo, rey de los Genios… un hombre gallardo y poderoso, pero sin nada de cordura y bondad. -¿Qué me estás diciendo? -Si quieres te ayudo a recordar… sucedió… cierto día conoció a una joven hechicera y se prendó de ella… Le pidió el divorcio a tu mamá, la dulce Isabel, queriendo además llevarte con él. Quería que vivieras bajo el mismo techo de la siniestra y seductora Carlota… -¿Carlota…? – preguntó Arturito.


-Sí… ese es su nombre. Ignoro si recuerdas lo que sigue… tú te opusiste viendo el llanto desesperado de tu madre… -Yo los amaba a los dos… -Por supuesto pequeño, ¿qué hijo no ama a sus padres? Ellos también te amaban, a su modo tal vez… sólo que tu padre no comprendió el daño que les hacía. Fue una guerra… ambos tironeaban de tus brazos cada cual para su lado, parecía que iban a partirte en dos… ¿Recuerdas el llanto desgarrador de tu madre? ¡Si la escuchamos desde lo alto en la montaña! Así fue que vinimos en su ayuda y derribamos a ¡Gustavo, rey de los genios malignos! Debo confesarte que no contamos con el poder de la hechicera Carlota… se lo llevó como si nada y maldijo al pueblo entero a vivir sin memoria hasta la eternidad… -¿Y dónde está mi mamá? -Caminando junto a ellos… perdidos entre tinieblas… hasta ahora, sólo tú lograste despertar…

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LA ESFERA DE CRISTAL Arturito observó a la gente de su pueblo una, dos, tres veces… y no podía creer que aquella expresión en sus rostros, fuese tan similar en todos. Le parecieron seres vacíos, mutantes… ¿Por qué las hadas no los habían hecho reaccionar con sus varitas mágicas? -No entiendo… ¿a qué se debe que sólo yo haya despertado? ¿Acaso ustedes no tienen poderes para hacerlos volver a la realidad? -Tratamos… pero fue inútil. Tal vez el poder lo tengas tú con esa esfera de cristal que aprietas entre tus manos. -¡Oh! ¡La esfera de cristal! ¿Sábes que estoy recordando algo…? ¡Sí, sí! ¡Me la regaló mi abuelo para un cumpleaños! Recuerdo cuando me dijo con su vozarrón: “mira niño, nunca olvides que tu abuelo es el Rey Arturo Estefancany, y voy a legarte mi rango de rey en esta esfera mágica, porque corona no tengo. Cuídala porque es de cristal y puede romperse. Si eso sucediera perderías tus poderes para ayudar a los necesitados.” -Qué lindo lo que me relatas… -Si… también me dijo que podía ser un genio como mi papá y que si salvaba a una persona de un peligro, esa misma persona


a su vez, salvaría a dos más. Yo tomé la esfera pensando que todo era una broma de mi abuelo, y aquel regalo era tan sólo una canica para jugar… -No era broma Arturito, tu abuelo pertenecía al pueblo de los Genios Buenos, también tu papá, pero tuvo la desgracia de caer en manos de la hechicera Carlota y se convirtió en un Genio Malo. -Por eso se divorció de mi mamá… -Una pena… ellos se separan y los hijos sufren las consecuencias… – dijo el Hada Bondadosa. -Bueno… si dejaron de amarse… -Él dejó de amar a tu mamá, ella no quería perderlo… lo amaba con todo su corazón, lo sabemos… -Pobre mamá… recuerdo haberle escuchado decir que papá era el amor de su vida…

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¡LIDER DE LA JUSTICIA! El Hada Bondadosa miró al niño, pensando que por algo su abuelo le legaba su título de “Rey Arturito Estefancany.” Era un muchachito inteligente, capaz de entender los problemas del amor y, como eso, seguro sabría como solucionar cualquier historia por terrible que fuera. Volvió a observarlo antes de responderle y advirtió que él, esperaba algo más de ella. -El sentir de tu madre es loable Arturito, pero los amores quebrados no tienen retorno… -Te entiendo Hada… ¡pero aquí estoy yo! ¡Arturito Estefancany lider de la justicia y todo el poder!!! En el preciso momento que Arturito pronunció esas palabras, un rayo de luz dorada surgió desde la mano que sostenía la esfera de cristal. Sin saberlo, el niño había dicho justo las palabras mágicas: “¡Lider de la justicia y todo el poder!” Pero su historia recién comenzaba… El Hada Bondadosa vio como, lentamente, el niño crecía en estatura. Ya era un bello niño, pero en aquellos momentos, estaba más hermoso aún, convertido en un gallardo joven como lo fuera su padre y le era visible la ternura y el amor de su madre en su corazón. -¡Mira como has crecido Arturito! Las ropas que llevas no te


quedan en el cuerpo… -¿De verdad…? -Sí, mírate en este espejo. – Con su varita mágica el Hada hizo aparecer un gran espejo frente al joven Arturo, donde se reflejaba todo su físico. -¿Este soy yo…? Me da vergüenza verme así… estoy ridículo… -No te preocupes, lo solucionaremos rápido. Un justiciero y Rey, debe lucir como tal, ¿tienes idea sobre como te gustaría lucir? -Bueno… no… si mi abuelo era Rey, nunca lució como tal. -¿Cómo lo recuerdas Arturito? -Y… era un anciano como todos, un lindo y bondadoso abuelo… me contaba cuentos fantásticos y no perdía una de sus palabras… me gustaba estar con él. Sentí mucha tristeza cuando murió… ya era viejito…

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LA NUEVA VESTIMENTA Lo vio emocionarse al recordar a su abuelo. Sin dudas era un joven sensible que siempre lucharía por el bien de la humanidad, haciendo lo que hiciere. -Tu abuelo no murió si perdura en tu recuerdo Arturito. – Le dijo el Hada Bondadosa. -¡Seguro! Nunca lo olvidaré y ahora recuerdo mejor que nunca sus enseñanzas… no sé como papá pudo cambiar tanto… -Bueno… entonces también recuerda quien fue la causante. Deberás cuidarte de no encontrártela en tu camino. Carlota es una bruja de maldad y si hechiza, será difícil salvarse de ella. -Hada… ¿olvidaste que tengo la esfera mágica de cristal? -Seguro que no, lo mismo te lo recuerdo y sabes que estaremos siempre a tu disposición. Ahora bien, quiero saber cómo deseas que te vista. -¿Tú vas a vestirme? No… entrégame la ropa que soy bastante grande como para saber hacerlo solo… -Arturito… con un toque de mi varita mágica tendrás todo lo necesario de los pies a la cabeza. Debes sólo darme tu opinión…


-Es que… no se me ocurre nada… pantalón largo, camisa y un par de zapatillas… -Bueno… ¿qué colores? -Me da igual… quiero estar vestido como cualquier joven de mi edad… ¿Tú sabes mi edad? -Mira, llevamos cinco años asistiéndolos para que no muriesen, tú tendrías diez… por lo tanto… -Claro… ahora tengo unos quince ¿verdad? -Exacto, así te veo, como de quince años y de hermoso porte. Eres un rey así no te importe el título, tienes que destacarte de los demás. -Tampoco se trata de mostrarme como un soberano lleno de lujos o estridencias, me gusta la sencillez. -Volvamos a los colores entonces, aquí te muestro toda una gama para elegir, mira y señala el de tu preferencia.

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EL COLOR ES LO DE MENOS De pronto Arturito vio al Hada Bondadosa rodeada de todo su séquito de hadas menores mirándolo y sintió más vergüenza aún de la que tuvo al mirarse en el espejo. Los pantalones le quedaban muy cortos y se estaban reventando por todos lados. Ni que hablar de su remera. Más parecía un trapito del cual, asomaban sus musculosos brazos. ¡Si hasta se le habían roto en pedazos las zapatillas! -Vamos… ¿te decidiste al fin? – Le preguntó el Hada. -Mejor resuélvelo tú, que sea un traje cómodo y fuerte, eso sí. -Ya que insistes… mira que después no hay reclamo ¿sí? -De acuerdo… no habrán reclamos… Mucho no tardó el Hada Bondadosa en elegir la vestimenta para Arturo. Si él no quería llamar la atención, tendría que acostumbrarse, ya que su nueva ropa sería muy especial. Sin hacerse esperar, dio un toque con su varita mágica sobre el muchachito y… ¡listo! Pantalón ajustado dentro de las botas y camisa de mangas largas recamadas en oro, serían su atuendo. En la cintura, un lazo mágico, bolsillos para guardar con seguridad la esfera… y alas en las botas… Faltaba algo sobre


su cabeza y pensó que al fin… era un Rey… pero no le pondría una corona ostentosa como la de todos los reyes del mundo, sería algo más pequeño y se entremezclaría con sus enrulados cabellos… también muy negros. -¡Mírate! – le dijo orgullosa de su trabajo señalándole el espejo. -¿Este soy yo…? -¿Y quién sinó? -No esperaba verme así, pero me gusta lo que hiciste… me veo un paladín de los cuentos de aventuras de mi abuelo. -Eso serás desde este preciso momento y cuando digas tus palabras mágicas, comenzarán tus aventuras… -Lo primero que haré será despertar a toda esta gente y buscar a mi madre. No olvides que, a cada uno que yo salve, ellos salvarán a dos más. En segundos verás renacer a mi pueblo. ¡Aquí estoy yo! ¡Arturito Estefancany lider de la justicia y tengo el poder!!!

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