Transmudacion elba gertrudis mazzeo

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TRANSMUDACIÓN DRAMA Y TERROR

ELBA GERTRUDIS MAZZEO


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Autor: ELBA GERTRUDIS MAZZEO ESCRITORA POESIA Y NOVELAS,PROFESORA DE PIANO,MAESTRA JARDIN DE INFANTES,COMERCIANTE,JUBILADA.


PRESENTACIÓN DEL LIBRO NOVELA ESCRITA EN EL AÑO 2001 POR ELBA MAZZEO

DRAMA Y SUSPENSO

CUALQUIER SEMEJANZA CON LA REALIDAD O IDENTIDADES ES MERA COINCIDENCIA

PRIMERA EDICIÓN AÑO 2013


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PREFACIO Esta novela ocupa el noveno lugar en mi producción literaria. En su contenido se hallará una historia que pretende adelantarse al tiempo. Tal vez todo podría suceder… La forma en que avanza la humanidad, los hechos fuera y dentro del planeta no auguran nada bueno. Las conmociones a nivel mundial se agravan cada día. Alteraciones climáticas, enfermedades, contaminación, hundimiento de los continentes, deshielos, derrumbes, cismos… además de las crecientes desavenencias entre los hombres, anuncian el fin de la humanidad a pasos agigantados. Dentro de la decadencia mundial, del pesimismo, de la tristeza que causa advertir como se empobrece la espiritualidad de las nuevas generaciones, imaginar que pueda existir algo que nos lleve hacia la gloria de un mundo mejor, ahora o después, resulta una esperanza. En su mayoría, la humanidad vive aferrada a lo material sin querer entender lo efímero de ello. Cada minuto en que estemos parados sobre la tierra es único e irrepetible, por lo tanto, cada paso nos lleva al final de nuestras vidas. Nadie partirá llevando sus bienes terrenales y unos sucederán a los otros ocupando las sillas vacías, para repetir historias. Entonces pregunto… ¿por qué no creer en la vida eterna más


allá de lo que conocemos? ¿existe otra dimensión? No lo sé… si supiera sería Dios… así es como me integro a la imaginación y busco mundos sublimes que quisiera fuesen reales. ¿Por qué no creer que nuestras almas absorviesen los cuerpos tornándolos invisibles para los duros de corazón? ¿Por qué no creer en la existencia de ángeles que prolonguen la vida dentro de una naturaleza más bella y pura? Sí… todo es fantasía… No cuesta nada divagar si sirve para evadirnos de las crueles realidades que nos agobian. Esperemos no conocer nunca en carne propia esta historia… que las futuras generaciones restauren tantos males y tengan un mejor medio ambiente. ELBA MAZZEO 1

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DICCIONARIO SIGNIFICADO DE ALGUNAS PALABRAS EMPLEADAS EN LA NOVELA POCO USUALES. CICLÓPEO = gigantesco CARININFO = rostro afeminado PODERHABIENTE = persona que tiene el poder de otra para ejecutar algo. TELESMA = talismán ABARCA = ojota sujeta con tiras a los tobillos LÍMBICA = música del limbo ERITROXILACEAS = planta de madera rojiza TRIKLINIÓN = (del griego kiklos) lecho o vehículo con ruedas TERLIZ = (del latín trílix) tela fuerte de lino o algodón tejida con tres hilos fuertes llamados “lizos” POTISMO = principal, fuerte IÓNICO = radical con carga eléctrica que se disocia de las


sustancias al disolverse éstas, dando conductividad eléctrica a las soluciones COPHINUS = (del griego kóphinos) arca, cofre VITRIÓLICO = (quim. pert. al vitriolo) sulfato de metal vivalente xxxxxxxxxxxxxxxx 2

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PRÓLOGO Descendían entre rocas y peñascos que en forma de caracol, se internaban en las profundidades de la montaña entre cavernas oscuras y frías. En sus manos portaban candiles fluorescentes activados con energía nuclear, que con el paso del tiempo, iban perdiendo su resplandor dejándolos en tenebrosas penumbras. Muchos habían quedado en el tortuoso itinerario; los heridos, los débiles, mujeres y niños pequeños… La libertad había resultado de alto precio para sus vidas sometidas, cuando ya era imposible regresar a sus hogares. Tampoco deseaban volver a la corteza terrestre, diezmada por las radiaciones atómicas, optando por el riesgo de encontrar un mundo mejor, así tuvieran que quedar sepultados en el interior de aquella montaña que siempre les había sido vedada. La orden había sido: “siempre hacia abajo”. No importaba como. Hambrientos, silenciosos, doloridos… El tema era descender más y más por barrancos abismales, devoradores de seres indefensos. Los guiaba su “lider”, él los alentaba, él era la fuerza… jamás lo hubiesen intentado sin su dulce firmeza, cuando llegó para rescatarlos del caos en que quedara sumergido el valle que los viera nacer. Ya estaban ahí. No eran muchos… sólo los que lograron guarecerse de la bola de fuego que se estrelló sobre el Mercedario, su valle y el pueblo. Atrás quedaba el fétido olor


de la muerte… de las familias incineradas por la ecatombe… Heridos, angustiados, procuraron ayudarse unos a los otros, más a los pequeños que no conocían como defenderse de los peligros entre profundidades y grietas, donde ya algunos habían perdido la vida. Con el pánico arraigado en la piel continuaron con el descenso, hasta que un imprevisto resplandor los sorprendió. -¿Qué es eso? – preguntó uno de los mayores. -Algo bueno… – respondió el “lider”, – creo que encontramos el camino hacia el Edén. -¿Estás seguro…? ¿no será una boca de fuego volcánico? No entraremos para investigar y morir calcinados… demasiado sufrimos en el valle… mira sus rostros… todos están aterrados… -Entonces no confían en mí… -Eso quisiéramos… de mi parte te digo que nos trajiste a vivir la peor de las agonías… ¿qué diferencia existe entre dejarnos morir en el pueblo a morir enterrados vivos bajo esta mole de piedra? Al menos allá teníamos el cielo por techo… ésto es espantoso…

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PÁGINA 4 -Amigo… – dijo el lider apoyando su mano sobre el hombro del compañero, – no desesperes… si observas bien, verás que esa luz es muy blanca y el fuego no irradia ese color, ¿me equivoco? -Mmmm… creo que estamos alucinando… no me inspira confianza y ya descendimos demasiado. No, no, no… yo me planto aquí… los demás que elijan… si llegó mi hora de morir prefiero quedarme en este lugar… -De acuerdo amigo, no voy a obligarte ya, ¿van a seguirme? – les preguntó al resto advirtiendo que se replegaban sin contestar. – Muy bien, iré con mis oficiales… y volveré por ustedes… -¿Y si no vuelves… qué será de nosotros? – exclamó un desesperado. -Estoy seguro que ese es el camino hacia la verdadera vida, entraré a la luz y volveré por ustedes, espérenme. -¡No! ¡No te marches así! ¡Tú nos trajiste, ahora regrésanos a nuestros hogares! – Sollozó una mujer con su hijito en brazos, mientras todo el grupo se arrojaba a sus pies con un ulular de gemidos.


-¡Basta! ¡Basta! ¡Cálmense todos por favor! ¡No hay otra salida! ¡Voy a entrar y verán que no me he equivocado! ¡Pronto me lo agradecerán! -¡Noooo!!! – Fue la última súplica que escuchó. -¡Síganme oficiales! – ordenó a sus hombres. Con sorpresa y decepción vio que también ellos se echaban atrás. Apretó sus puños pensando que nada podía hacer contra aquellos timoratos. Falto de oxígeno, advirtió una corriente de aire que de algún lado colmaba sus necesidades. Cerrando sus oídos al reclamo general giró sobre sus talones comenzando su caminata hacia la misteriosa luz… -No volverá… – dijo uno. -Ahora… ¿qué será de nosotros…? – gimió otro. -Intentemos escalar por donde vinimos… nuestro lider ya estará muriendo… -¿Tienes conciencia de lo que dices? Nuestros candiles están agotándose, no nos quedan fuerzas para dar un paso más… estamos enterrados vivos… Los resplandores luminosos de aquella otra caverna alumbraba sus cuerpos doblegados, el desasosiego de sus rostros macilentos… La historia había comenzado apenas días atrás…


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CAPÍTULO 1 Atravesando el cinturón cósmico de la atmósfera, el inminente colapso entre el cometa Haley y un asteroide descomunal, arrojaron sobre el planeta Tierra tantos millares de fragmentos como lo haría la peor de las guerras atómicas. Inutilmente las estaciones satelitales intentaron desviar al meteoro. El globo terráqueo llegaba a su extinción. Sismos, maremotos, tornados, tifones, arrasaron con la tierra, colapsando al unísono los cuatro puntos cardinales. Bolas de fuego estallaron consumiendo pueblos y ciudades enteras. Hombres, flora y fauna, sucumbieron sin piedad bajo los misterios del Cosmos. La estructura del planeta mostraba a las claras la invasión de los mares sobre los territorios, salvándose apenas las cadenas montañosas de mayor relevancia, emergiendo entre las aguas como grandes islas desprovistas de vida. CORRÍA EL AÑO 2120… Despúes de la oscuridad, el silencio despertó con otro amanecer del Astro Rey qué, en el giro perpetuo del planeta Tierra, entibió desde la eternidad la rotación que lo enfrentaba. Fue entonces cuando un ángel misterioso sobrevoló al mundo para observar la supervivencia humana…


xxxxxxxx -¿Sufrió daños la Planta GEN? La pregunta del anciano lo sustrajo del libraco en que se hallaba ensimismado. Sentado en su cómodo sillón junto al escritorio de estilo inglés del siglo XIX, lo miró con firmeza. Parecía perdido en el tiempo rodeado de vetustas bibliotecas de refinado nogal, donde centenares de antiquísimos libros dormitaban el paso de los siglos. En oposición a la clásica sobriedad del estudio, el dinamismo de la era mostraba insertada contra una de las paredes, una pantalla gigante inactivada por consecuencias de la ecatombe que sacudiera al planeta. -Basilius… Basilius… – repitió el anciano. -¡Ah! ¡Sí! Estaba muy concentrado… ¿qué quieres? El anciano continuó observándolo. Su figura blanca se extendía desde los cabellos hasta sus botas, del más fiel estilo estrusco del primer milenio del mundo, que se sujetaba a su pierna en una abertura central entrelazada con un cordón de finos hilos de plata y oro. Vestía una túnica de inmaculada blancura, sujeta en la cintura por un lazo semejante al de su calzado, y todo él estaba cubierto por un baño invisible anti gérmenes y virus. 5


Si lo deseas puedes ir a la web para ver el capítulo online, votarlo o añadir un comentario CAPÍTULO 1


PÁGINA 6 Observó al carininfo Basilius admirando su indiscutible belleza. “(Así carezca de sentimientos se asemeja al dios Eros…)” pensó para sus adentros. Recorrió con su mirada sus enrulados y dorados cabellos, su piel delicada, sus manos tan finas como las de una niña, sus ojos brillantes y azules, su cuerpo esbelto y musculoso… nada en él denotaba sus cincuenta años de edad. Basilius vestía pantalón y chaqueta de plata y oro ceñidos a su cuerpo, iguales a sus botas largas laminadas en oro. Una cadena del mismo material pendía de su cuello, mostrando sobre el pecho, un ojo de diamantes con un centro de destellantes turquesas. Todo él, era la figura de un príncipe gallardo. -Te traigo los informes que consiguieron los oficiales, tómalos… -Déjalos sobre el escritorio… ven, sentémonos en el diván y bebamos nuestro nectar de los dioses… ¿pudiste ver algo? -Sí… es desolador… en mis cien años de vida jamás imaginé semejante desastre… llegó el fin del mundo… -El fin del mundo fue pronosticado desde nuestros ancestros… – dijo Basilius alcanzándole su copa al visitante, – no me


parece el “fin”, – recalcó, – está a la vista que sigue habiendo vida en el planeta León. -No como tú imaginas, en los informes está todo el detalle. La mayoría de nuestros sobrevivientes son mujeres, algunos jóvenes y niños. Los pocos hombres… inválidos… ¿cuándo y cómo regeneraremos nuestra raza? -¿Tú preguntas eso? ¿Acaso no eres el soberano de la clonación? -Es que… -¿Qué? -No todo salió bien… -¡Cómo se te ocurre decir semejante disparate! ¡Mírame! ¡Soy una de tus obras concebida in vitro, la mejor! Si los mares devoraron a los clonados de la gran ciudad, con la gente que queda en el valle y tu experiencia, puedes crear una nueva raza. Eso sí… no quiero que les otorgues demasiado intelecto, que sean inferiores a mí, súbditos, ¿entiendes? -Entiendo… para eso tengo que inseminar vientres vírgenes Basilius… así tenga que sacrificarlas luego… -No quiero que colmes el territorio de infantes León, usa el sistema de reproducción con desarrolo inmediato. Hacen falta adultos para los equipos de trabajo.


-Como siempre tú lo organizas todo, eres un genio Basilius… -Tú lo eres…

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PÁGINA 7 -Así es… pero también soy tu obra y creo que me condenaste a no morir nunca cuando inventaste la fórmula del nectar… -¿Qué es eso, una queja? Te ves anciano porque quieres, eres tan fuerte como tu nombre, ¡León!!! -De acuerdo, ¿qué quieres que haga? -Déjame estudiar bien los informes que trajiste. Si faltan hombres los inseminarás con neuronas reducidas para que sean esclavos. Si deseamos niños de nivel superior, engendrarás a las jóvenes más perfectas con mis propios genes. Las que no lo sean, también serán inseminadas para que sus críos sirvan como siervos de los otros… ¿hay más problemas? -No… bueno, quedó acéfala la comunicación al exterior, ¿lograste algo con la pantalla Intermundial? -Nada… repasaba su electrónica antes que llegaras, no parece estar dañada. Si no me equivoco el daño viene del exterior y eso me hace suponer que los países aliados sucumbieron. -¿Puede ser que sólo nosotros hayamos quedado vivos en el planeta? -Puede ser… ¿hicieron el censo de los sobrevivientes del


valle? -Está en los informes. Creo que quinientas mujeres de todas las edades, cien hombres, algunos niños y nuestros oficiales… unos treinta. Ellos tienen prohibido tener contacto con esa gente, sólo van para acercarles el alimento. Son razas diferentes, los del valle persisten en conservar los sentimientos… ¿Captas lo qué quiero decir? -Sí, sí… yo era pequeño cuando dijiste que quitarías de los cerebros humanos todo sentimiento emocional… -Ahora eso me preocupa… -No entiendo porqué, – contestó Basilius observando el exterior desde el ventanal. -Voy a explicarte… si debo volver a clonar necesitaré espermas tuyos, ¿podrás eyacular…? -Mmmm… en mis libros de anatomía leí sobre ese tema, no, no creo que pueda, pero encontraré el modo. Sabes que no tengo emociones, ya veré. -Eres perfecto, a todo le encuentras solución. -De algún modo clonarás varones y niñas con mis genes, serán perfectos, súbditos míos como tú y los otros… mis esclavos. -Yo no soy tu esclavo Basilius…


-Como quieras… ¿por qué ese gesto? -¿Gesto…? no… no sé… estaré teniendo miedo…

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PÁGINA 8 -¿Miedo? ¿tú miedo? ¡Bah! ¡Debilidades humanas! No te entiendo con cien años de vida desarrollando inteligencia. ¡Te ordeno que anules en ti cualquier rastro de sentimientos… porque el miedo es un sentimiento ¿verdad? -Así es… – respondió el anciano. -¡A qué le temes, di! -A… a… -¡Habla anciano! -A crear más monstruos… -¿Monstruos? ¿acaso ves en mí a uno? -No, tú no… pero fracasé con muchos… lo sabes. -Basta de divagues León, comienza ya a reveer el sistema, hace mucho que no clonamos gente. Todo andaba bien hasta que sobrevino esta calamitosa invasión de meteoros, debemos volver a levantar nuestro imperio. -¿Subiste al observatorio? – preguntó el anciano. -No. – Dijo Basilius con voz tajante. – Lo que veo desde el


ventanal es más que suficiente. Ni rastros quedaron de nuestra ciudad, se salvó esta base y el valle. Predomina la cordillera. -¿Viste los cráteres? persisten los temblores y podría volver a partirse la montaña… -Espero que eso no suceda, sería fatal. – Dijo Basilius. – Vayamos a la explanada, quiero sobrevolar el territorio. Cruzando puertas que se abrían y cerraban a su paso, Basilius y León se instalaron en el elevador que los conduciría al lugar donde varias naves Helicoptélicas permanecían alineadas listas a partir. De inmediato, dos oficiales tan rubios y carininfos como Basilius, se presentaron. Bajo sus ajustados trajes de terliz negro, se destacaban sus musculaturas apolíneas. -Saldremos con la nave T. R. A. 5 – ordenó el general Basilius Osirus a uno de los oficiales, que tomó el comando del vehículo. Ya en el espacio, todo era desolación. -Cambió la geografía del Continente Americano… – se lamentó León. -¿Cambió? ¡Mira! ¡Esto es sólo una isla! ¡No queda nada en la faz de la tierra! xxxxxxxxxx 8


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CAPÍTULO 2 Desde el valle que aun resistía junto a sus cultivos y arboledas, hombres y mujeres contemplaban el recorte cordillerano que se perdía frente a sus ojos. El Observatorio O. S. I. R. U. S. como desafiante, se erguía sobre el pico más alto y nevado, resistiendo el embate de la naturaleza. La catástrofe sorprendió a los pobladores más humildes, a quienes tampoco se les informó la realidad de los hechos. Pero la verdad corrió como un reguero de pólvora… -Máximo… – dijo Clementina Meyer, – esto es el fin del mundo… -Creo que así es… el comunicado reciente fue conciso… “una lluvia de meteoros gigantes cayó sobre el planeta”, no sé como estamos en pie nosotros… la ciudad quedó sepultada, ya no contamos con las plantas de elaboración, los centros educativos, la energía nuclear, los centros sanitarios… apenas hay vida en nuestro pequeño valle… los viñedos no alcanzarán para abastecerlos a… ellos… -No creo que ahora se desentiendan de nosotros… nos necesitan… -Ya lo creo… espero que el general Basilius haga mejor uso de su inteligencia y nos rescate de esta desventura… ¿revisaste bien la casa y los alrededores? – preguntó el esposo.


-Sí, la nuestra parece ser una de las pocas menos dañada, los vecinos hallaron grietas por fuera y por dentro de sus hogares. Hay derrumbes por todas partes, creo que el peligro está latente… – contestó Clementina. – Tengo mucho miedo Máximo… -Tranquilízate, ya pasará, pasamos por muchos terremotos… ¿dónde está Ágata? -Terminando de ducharse, cuando salga entraré yo al baño, estamos cubiertos de polvo y cenizas… ella está espantada… -No le demuestres temor, es una niña aún. Si tuviese otro lugar donde llevarla… pero estamos sometidos a ellos… ya deben estar por llegar los oficiales con el “elixir”, espero tengan reservas suficientes… -¡Qué ridículo! ¡No logro entender! ¡Pudiendo disfrutar de los frutos de la tierra como lo hacían nuestros padres y abuelos, ellos nos prohíben comer y subsistimos con esas gotas de elixir que derraman sobre nuestras lenguas cada día! -¡Clementina! Te explicaron que en esas gotas está la prolongación de nuestras vidas, deberías estar acostumbrada…

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PÁGINA 10 -¿Acostumbrada…? ¡Por favor Máximo! ¡Claro… quién soy yo para rebatir esa decisión cuando sobrevivimos a través del tiempo! ¿Sábes Max? Cuando cosecho la vid y siento entre mis dedos los granos perfumados… no resisto el deseo de llevarlos a mi boca… -¡Basta mujer! ¡No vuelvas a repetir esas palabras y ni se te ocurra hacerlo! ¿Qué es ésto que nos sujetaron al cuello, lo olvidaste? -No, no… está bien… ya sé que lo tenemos prohibido… no lo haré… pero… ¿cómo impedir que recuerde las ricas comidas que preparaban mi madre y mi abuela…? los sabores, aquellos aromas… -De nada sirve evocar el pasado hoy, estamos en otra era y las cosas son como son. – Respondió Máximo muy contrariado, mientras daba unos pasos por la modesta sala de su hogar, reconociendo en su interior la verdad que encerraban las palabras de su esposa. La opacidad del atardecer asomaba por la ventana. Podía haber sido el fin de ellos también. Clementina estaba en lo cierto, existía un mensaje profundo en la metáfora de las uvas… eran prisioneros en sus propias tierras, fantoches para el uso de sus conveniencias, débiles seres tomados para los


experimentos del comandante León Finés y su discípulo favorito, el general Basilius. -¿Esto es vivir Máximo? – le preguntó Clementina apocada. -Calla… calla… ¿qué pretendes? -Reconoce que nos transformaron en autómatas. Dormimos doce horas si es que logramos conciliar el sueño, no podemos salir de nuestros lechos hasta la hora señalada por ellos, nos vigilan todo el tiempo… ahora mismo nos estarán controlando… -¿Por qué no te callas entonces? -¿Para qué? ¿No ves que este mundo se termina? ¿Qué es de nuestras vidas? Cultivar la tierra, cosechar sus frutos para ellos… esperar las gotas del elixir… ¿y después qué? -Nos permiten reunirnos con el pueblo junto al arroyo una vez en la semana, ¡qué más quieres! -¿Qué clase de esparcimiento es ese Máximo? ¿Advertiste que la gente no habla por temor al castigo? -¡Qué disparates dices Clementina! Espero que en la Base estén ocupados con la catástrofe y no hayan registrado lo que has dicho, pensarán que eres rebelde y te sepultarán en las catacumbas…


-¿Por qué no escapamos Máximo ahora que hay tanta confusión? -¿Escapar…? ¿Hacia dónde mujer…? – le preguntó muy confundido. -Hacia la montaña vedada…

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PÁGINA 11 -¡Ni se te ocurra repetir eso! – Gritó el hombre fuera de sí. -Ya soporté demasiado Max… tengo treinta y cinco años vacíos… sólo el nacimiento de Ágata iluminó mi vida y ya tiene quince años… Un sólo hijo por pareja dijeron y castraron a nuestros hombres quitándonos toda fuente de placer… – dijo en su desahogo Clementina llorando amrgamente, mientras conmovido, Máximo la tomaba entre sus brazos. (Vivimos sin amor… soy medio hombre y… no puedo desearte mi querida… no puedo hacerte feliz… nuestro tiempo de amar no volverá, qué dolor…) -¡Mamá, papá! ¿Qué sucede? ¿Por qué lloran abrazados? ¿Se viene otro terremoto? – Ágata aparecía frente a ellos con su deslumbrante belleza casi infantil. Ella era el fruto de un tiempo de amor fecundo y breve, de una ilusión que les fue quitada después del parto, cuando Máximo fue capturado para invalidarlo como hombre. “Ellos…” no querían la superpoblación del valle. -¡Papá! ¿Qué sucede? -No… nada hijita… tu madre y yo recordábamos viejos tiempos…


-Mami, te dejé el baño en orden, vé por tu ducha que pronto llegarán con la dosis del elixir… quiero que me des un beso mami… Después de abrazar y besar a su hija Clementina se alejó hacia el baño. Ágata y su padre quedaron en silencio dentro de la sala, como era habitual en las familias, poco y nada de comunicación por temor a ser desterrados a las catacumbas. En un acto de arrojo, Máximo le habló a su hija. -Hija… te ordeno no prestarle atención a las palabras que pueda decirte tu madre, es el reglamento si no quieres que ellos te laven el cerebro… yo… – Un estruendo ensordecedor los dejó sin aliento, mientras la casa comenzaba a derrumbarse. – ¡Terremoto!!! ¡Clementina!!! – Gritó Máximo corriendo entre escombros hacia lo que fuera el baño. La mayor parte de su casa había desaparecido bajo la tierra llevándose a su mujer… Presos de un ataque de nervios, padre e hija se desgarraron en alaridos de espanto. Algunos vecinos se acercaron silenciosos, apáticos. También llegaron los oficiales en sus vehículos para repartir el elixir y, observando el estado de padre e hija, insertaron un rayo laser sobre sus collares dejándolos en estado inconciente. Luego de repartir el elixir en las bocas de la gente, se llevaron a padre e hija hacia la Base, siendo conducidos a los laboratorios de desinfección. Recostados en cámaras individuales, permanecieron sumidos en un profundo sueño…


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CAPÍTULO 3 Ágata fue la primera en despertar. Sentía como arenilla en los ojos y le pesaban los párpados. No podía moverse… emitir palabra… ¿dónde estaba…? Entre las penumbras todo le parecía muy blanco y reconoció estar acostada sobre algo mullido. Con esfuerzo giró la cabeza. Muy cerca suyo su padre estaba en las mismas condiciones que ella, parecía inerte… Los habían vestido con una bata blanca y estaban descalzos, pero le resultaba inútil querer incorporarse. Fue entonces que comenzó a recordar… su madre… el sismo… la desesperación ante la cruel realidad… Después la sensación de vacío cuando los oficiales tocaron su collar con aquel extraño objeto. (¿Qué le hicieron a mi papá? ¡Papá!) Gritó en su mente suponiendo lo peor. Desesperada intentó bajar de aquella cama sin poder lograrlo. Nada, no podía emitir el más leve sonido para llamarlo. (¿Estoy paralizada o estaremos muertos…?) Sus preguntas no encontraban respuesta, nada parecía tener vida en aquel lugar y la cabeza quería estallarle… -No desesperes… no sientas temor… – susurró alguien cerca suyo. (¿Quién… quién me habla…?) Se preguntó sorprendida mientras su cabeza giraba al punto de perder el sentido.


-No te cuestiones… déjate llevar… yo voy a ayudarte… (¿Ayudarme…? ¿en qué? ¿quién eres…? no, no… tú eres uno de ellos… los que me quitaron a mi madre… ¿dónde se llevaron a mamá?) -No soy uno de ellos… nada que ver con esa gente, más… intento salvarlos a ti y a tu padre… (Ya que lees lo que pienso dime quien eres… donde está mi madre…) -Tu madre está bien en nuestro mundo… (¿Tu mundo…? ¿de qué mundo me hablas? ¡Llévame con ella entonces!) -De acuerdo, pero tendrás que llegar por tus propios medios hasta el Valle de la Luna… ahí te esperará… Fue en ese preciso momento que alguien entró por una puerta interrumpiendo el coloquio entre la joven y la aparición, que pareció esfumarse en el aire. La figura de un anciano vigoroso tan blanco como todo lo que la rodeaba la asustó. ¿A qué se debía la presencia de esos seres extraños…?

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PÁGINA 13 Sin entender nada, observó que aquel anciano extraía del interior de su túnica una esfera luminosa que acercó a su frente. Un profundo suspiro hizo reaccionar a su cuerpo, advirtiendo que no estaba muerta, mas… ¿dónde estaba…? -No te alteres… tu padre y tú se encuentran bien… él pronto despertará y si quieres puedes sentarte. – Le dijo el anciano caminando a su alrededor. Ágata se enderezó quedando con sus piernas colgando al costado de la cama, mientras el misterioso personaje no cesaba de observarla mientras pensaba… (Es tan bella como un ángel, me encantan esos cabellos dorados cayendo sobre sus espaldas, parece hija del sol expandiendo su luz… no, no… es sólo una niña humanoide colmada de sentimientos… ¡bah! hija engendrada por la pasión de Máximo y la rebelde Clementina… un buen especimen para mis propósitos…) La voz de Ágata lo sacó de sus cavilaciones. -¿Qué… qué hago aquí…? ¿Qué nos hicieron? -Nada extraño niña…- dijo el anciano con voz grave, – a ti y a tu padre los ayudamos a superar la crisis. Antes que él despierte debo conversar contigo sobre algo muy importante, espero no me contradigas.


-¿Qué quiere decir señor? -Al conocerte decidí que eres lo que deseo para procrear los hijos del General Basilius Osirus. Eres perfecta. -¿Qué dijo??? ¡Ah no! ¡No señor! ¡Sólo tengo quince años! -Estás en el estado óptimo para ser madre y nadie contradice al Comandante León Finés, acéptalo como un honor. -¿Yo y el General Basilius? ¡De ningún modo! ¡Podría ser mi abuelo! ¡Sepa que estoy muy bien informada! ¡Todo el valle sabe que su predilecto Basilius es uno de sus clones sin sentimientos a pesar de sus cincuenta años! -¡Impertinente! ¡Haré que te corten la lengua ya verás! -No por favor, no me haga daño… – gimió la niña espantada. -¡Entonces guárdate tus opiniones! ¡Si no colaboras por las buenas será por la fuerza! ¡Tendrás embarazos múltiples, cuarenta o cincuenta fetos que yo manipularé! Luego te desmenuzaré en mil pedazos… -¡No por favor… no, no…!

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PÁGINA 14 -Para tu raza plebeya es un honor ser la elegida y, ¡es terminante! ¡Serás preparada sin dilaciones, jajajajaa!!! -¡Qué horror… no soy una máquina de procrear fetos! ¡Papá!¡Papaaaaá! ¡Oye papá… sálvame de este infierno! ¡Despierta por favor! ¡Quiero regresar a mi casa con mi papá! ¡Libérenos anciano! -Ni lo sueñes, además… tu casa ya no existe y debemos repoblar este espacio que quedó del mundo. -Mi padre levantará otra casa, él puede… – le respondió desafiante Ágata. -Tu soberbia me da risa, jajajajá, ¡el que manda a todos soy yo y sólo yo! ¡Tu padre es un guiñapo en mis manos, mira! – Diciendo esto se acercó a Máximo procediendo como lo hiciera con la niña, sacó su esfera y la colocó sobre su frente mientras gritaba, – ¡Despierta Meyer! -¡Ahhh…! ¿dónde… estoy…? ¡Tú… tú otra vez…! León Finés… – murmuró Máximo comenzando a reaccionar. -Así es… no imaginabas volverme a ver, ¿verdad? -Te conocí de niño y de joven… ya eras viejo… ¿cómo te ves


tan vigoroso…? -Ciencia amigo, pura cuestión científica. Tu hija también está perfecta para mis planes. En cuestión de minutos te dejaré marchar, vivirás con Edmundo Durión y continuarán con su labor en los viñedos. -De acuerdo, vamos hija… -¡Ah, no! Ahora ella me pertenece y se quedará en la Base, tendrá un tratamiento muy especial, jejejejé! pregúntale para que está destinada y te vas… -Ágata es mi hija, es menor de edad y me corresponde a mí decir que hará… -Pobre Máximo… qué iluso eres… mi voluntad y la de Basilius no se discute. ¡Ágata desde ya nos pertenece a nosotros y basta, te aguanté demasiado!!! -¡Tú y Basilius!¡Claro, si él era el más perfecto de tus clonados! ¡Él seleccionó a tu nueva raza y te obligó a castrar a los que éramos humanos de verdad! ¿Olvidaste que fui uno de tus mejores discípulos? ¡Mira León… conozco tus secretos, tus manipulaciones, todas tus maldades León! ¡Junto a él resolvieron tener gente sin sentimientos! ¿Qué más pretenden frente a tanta catástrofe? ¡Vuelve y escucha! ¡No te marches así! ¡Regresa maldito…!


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PÁGINA 15 Sin importarle el reclamo desesperado del hombre, León Finés desapareció como absorvido entre la penumbra de las paredes. Vencido por la impotencia, Máximo abrazó llorando a su hija que no terminaba de entender. -¿Qué nos está sucediendo papá? – le preguntó uniéndose a su llanto. -”Ellos” tienen el poder hija, los derechos no existen para nosotros y no entiendo porqué ese viejo infame quiere retenerte en la Base… -Yo sí lo sé papá, me lo dijo… ¡es espantoso y no quiero que me usen! -¿De qué hablas hija? Cuéntame antes que vengan por nosotros… -Me avergüenza hablar sobre eso contigo… -No, no… dime lo que sea, yo puedo comprenderte hija… -Es… muy feo papá… dijo… dijo… – balbuceó asustada. -Vamos chiquita, tengo que sacarte de aquí, habla, ¿qué te dijo ese maldito?


-Sí, sí… dijo que fui elegida para engendrar hijos de Basilius… montones de hijos… ¡Es horrible padre! ¡No y no! ¡No es eso lo que quiero para mí! Dijo que después me descuartizará, ¡quiero vivir papá! ¡Me tienen prisionera y ya no podré correr entre los viñedos ni jugar con la nieve de los inviernos! ¡No podré cantar las viejas canciones, tenderme al sol junto al arroyo! Usarán mi cuerpo hasta que resista y luego… no lo permitas por favor… El monólogo doliente de Ágata estremeció al hombre. Recordó bien que pretendía León con eso de la depuración de la raza. En su proyecto de la clonación humana pretendió seres perfectos, rubios y de ojos claros, de gran inteligencia y sin sentimientos, mutilando a los que fuesen diferentes y condenándolos a su extinción. La Madre Naturaleza se había cobrado las inniquidades de muchos como él en el planeta, destruyendo los continentes con su lluvia de meteoros, algo había fallado… León y Basilius seguían con vida, la Base continuaba en pie. Todos los clonados de la gran ciudad habían desaparecido por la depresión de los suelos y el desborde de los mares… Máximo observó a su hija… tal vez sí fuera la más bella del valle… justo lo que “ellos” necesitaban para recrear su poderío. Una niña de origen puro, descendiente de dos de las familias más nobles de los últimos milenios…


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RETROCEDER EN LA HISTORIA Como un relámpago, Máximo recordó a sus padres, a sus abuelos… su progenitor se lo había vaticinado cuando se opuso a que ingresara como aspirante a O.S.I.R.U.S. “Finés es un demente hijo, jugó con nuestras vidas y ahora puso sus ojos en adolescentes incautos. Tal vez ahora no me comprendas, así me juegue la vida debo contarte todo sobre ese monstruo. Es un manipulador de genes obsesionado en crear criaturas sin sentimientos. Esa es la razón por lo que no nos permite tener más hijos, sólo uno por pareja. Los humanos naturales no le convenimos, entiéndeme Máximo.” En aquel momento reconoció el mensaje de su padre, cuando el abuso de León trasponía los derechos humanos con lo que intentaba hacer con su hija. Entonces regresó al pasado y vio. Los niños de intelecto superior eran quitados de sus hogares para ser adiestrados en la Base y así entrenarlos en investigaciones científicas de alta complejidad. Contadas veces les permitían visitar a sus familias y sin querer, conoció a la dulce y bella Clementina que cautivó su corazón. Sentirla entre sus brazos y no desear regresar con “ellos”, como les decían en el valle, fue toda su ambición. Y surgió la amenaza, encierro en las catacumbas…


Sufrimiento… terror… todo lo venció con su ingenio para escapar una y otra vez. Volvían a apresarlo inútilmente, Máximo sabía como salir de aquellos encierros. Cierto día León resolvió tener una conversación con su rebelde alumno. “¿Prefieres volver al valle por una mujer y perderte la oportunidad de entrar a mi equipo de científicos?” “Sí, es lo que siento, quiero formar una familia”. Fue la respuesta de su pujante juventud. “¡Fuiste mentalizado en que los aspirantes no podían insertarse con la gente del valle! ¡Pagarás cara tu osadía!” “¡No te temo León, si me persigues todos los pobladores conocerán tus delitos, te advierto que alguien ya tiene los informes que te sustraje y no tendrán contemplaciones contigo ni con ese Basilius, ¡elige! o me dejas vivir en paz en el valle o el pueblo se vengará de ti.” Entre sórdidas amenazas el trato llegó a su fin y Máximo abandonó la Base, ignorando que en poco tiempo su familia caería en manos de Finés desapareciendo para siempre. Su boda con Clementina se realizó con mucha tristeza por tan tremenda pérdida. Lo peor fue ver a los oficiales de la Base arrasando a los pobladores del valle con collares “Magnéticum”, obra siniestra de la tecnología finesca, que controlaba todo movimiento y palabra de las humildes gentes. Bajo la amenaza de ir a parar a las catacumbas, el valle se convirtió en un grupo de autómatas presos del terror.


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PÁGINA 17 Queriendo prevenir que les mutilaran sus órganos sexuales, Máximo y Clementina resolvieron evitar tener el hijo que les era permitido. El gran amor que se profesaban era lo más importante para ellos en aquel momento. Tenerse, compartir los días con sus noches, prodigarse libremente las caricias… era el milagro dentro de la rutina de sus vidas en el valle, hasta que sucedio… Ágata se anunció aportando la sentencia ineludible, Máximo sería un inválido más para su función sexual. Contra la amenaza de quitarles la niña para experimento, Máximo se sometió al propio sacrificio. Nada fue igual… ver crecer a su preciosa hija, era el consuelo de esos dos seres qué, amándose tanto, se fueron hundiendo en la apatía de una pasión frustrada. Luego fue la catástrofe… el fin de los mundos… ese encuentro indeseado con León Finés. -¿En qué piensas papá? ¡Háblame! ¡Dí algo…! -Sí pequeña… escucha… pasaron muchos años pero yo estuve aquí. Este ambiente supera mi imaginación, han avanzado en tecnología veo… no importa, espero no perdernos… -¿De qué hablas papá? No logro entenderte… -No temas Ágata, pase lo que pase no debemos dejar de correr


con todas nuestras fuerzas. Mira, no lo creo pero… si nos perdiésemos, vé hacia la arboleda del este sin detenerte un segundo, ¿entiendes? -Sí, cerca del arroyo… lo que no entiendo es como piensas que vamos a salir de aquí… -Ya lo verás…será cuestión de segundos… -Papi… dime como sobreviviremos sin el elixir… -Recordando las palabras de tu madre cuando comentaba sobre el sabor de las uvas. Al principio te costará acostumbrarte, tendrás que aprender a comer… toma las frutas que encuentres al paso y saboréalas con calma, no ingieras cáscaras, semillas ni hollejos, dañarían tu pequeño estómago. Bebe agua del arroyo, te será muy necesaria… -Todo esto me asusta mucho… -No hija por favor… te acostumbrarás. ¿Notaste que nos quitaron los collares? -¡Ay, sí! – Exclamó Ágata llevando su mano al cuello. -Sin el collar no podrán localizarnos y vamos a escapar. Cuando entren los oficiales corre hacia tu derecha, yo te alcanzaré, no te detengas… ya vienen…


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PÁGINA 18 -Te colocaremos el collar y tú podrás marcharte Máximo Meyer, – le dijo uno de los oficiales. – Tú, niña, quédate donde estás, ya vendrán por ti. Fingiendo someterse los dejó acercarse, y por sorpresa les acestó un tremendo golpe que los derribó sobre el piso. -¡Esto no lo esperaban ! Vamos hija, a correr… Sorprendida por los hechos se prendió a la mano de su padre iniciando una alucinante carrera. Túneles húmedos, fríos y sombríos, dejaban atrás largos pasillos de mármol blanco. El sibilante ulular de las alarmas aturdió sus oídos. -Estamos perdidos papá, nos atraparán. – Dijo agitada de tanto correr. -No hables y sigue… estamos a un paso del pasadizo en la roca, ¡aquí, aquí… mira! – Exclamó el hombre deteniéndose mientras abrazaba a su hija. Ese era su escape secreto de otros tiempos, que nunca lograron descubrir. – Después de tantos años espero no me falle… – murmuró oprimiendo con su pie el borde inferior de la gran piedra, mientras Ágata vio muda de asombro, como una abertura daba lugar a que dos cuerpos delgados pasaran al exterior.


-¿Cómo sabías sobre esto? – preguntó enceguecida por la luz diurna. - ¡Listo! – contestó Máximo volviendo a oprimir el engranaje desde afuera, para que la roca se acomodara en su lugar. – ¡Já! Fue una ingeniosa travesura de mis tiempos de aspirante, yo mismo inventé un engranaje para mover la roca y escapar en mis momentos de aburrimiento. Nunca supieron por donde escapaba de la Base y yo me divertía… después me castigaban en las catacumbas… ahora lo que importa es que salimos, mira, mira nuestro valle desde esta altura… -¿Cómo vamos a descender…? se está haciendo de noche… -Sí… y sin el elixir… nos sentiremos debilitados hija, ¿resistirás? -Con tal de no volver a caer en las manos de “ellos” soportaré lo que venga papá… -Eres muy valiente y estoy orgulloso de ti. Comencemos a descender… hay una gran distancia para llegar al valle y mucho no vamos a poder avanzar. Al menos nos alejaremos un poco de la Base…

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PÁGINA 19 El cerro Mercedario con sus 6.770 metros de altura se erguía a sus espaldas sobre la Cordillera de los Andes, en la destruída provincia de San Juan. La cadena montañosa de Argentina se perdía en la distancia, sin que padre e hija pudiesen advertir la magnitud de la ecatombe terrestre. Lograron escapar de las catacumbas de O.S.I.R.U.S. ubicadas a 4.000 metros, sobre lo que en otros tiempos sería el nivel del mar, siendo de todos modos, una gran distancia la que debían recorrer, considerando que estaban descalzos. Sobre la cima del cerro se erguía la Base con sus cúpulas blancas. Vista así, parecía perderse entre las nieves eternas. Un empinado camino debían recorrer para el descenso, liberado de las nieves por los deshielos de primavera. El objetivo justificaba el esfuerzo, alejarse de León y Basilius para siempre. Un sol debilitado entre penumbras descendía detrás de la cordillera, cuando Máximo sintió las heridas en sus pies. Miró a su hija… los de ella estaban teñidos en sangre… -Pobrecita mía… mira como estás y no te has quejado… – le dijo deteniéndose para ayudarla. -No… no importa papá…debemos salir de esta montaña antes que caiga la noche…


-De ningún modo Ágata, ya nos alejamos bastante, mira, vayamos a refugiarnos bajo aquella saliente para vendar nuestros pies con trozos de estas túnicas que nos pusieron. Algo ayudará… Si él sufría tanto, no lograba entender como la niña resistía sin una queja. Con delicadeza envolvió los pequeños pies para luego continuar con los suyos. Todo oscurecía a su alrededor… descubrir una caverna fue un consuelo, Ágata tiritaba de frío… -Resiste hija… un poquito más…

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CAPÍTULO 4 Abstraído en las páginas de un libro, Basilius permanecía sentado junto a su escritorio. Sin anunciarse, León apareció como un fantasma frente a él, hasta que resolvió romper el silencio obligando a Basilius a levantar la vista del libro para prestarle atención. -¡Basilius! – exclamó. -¡Ah! Eres tú… no advertí tu presencia, estaba concentrado en la lectura. ¿Los encontraron? -Se recorrió todo en la Base y no están, ni un rastro dejaron… -¿Cómo me lo explicas, dí? -Lo único que puedo decirte es que les aplicó sendos golpes en el rostro a los dos oficiales que los dejó inconcientes. Me pregunto de donde sacó tanta fuerza… siempre fue impredescible, sorprendente, tal vez por eso le perdoné la vida por lo que hizo. Después de ti era mi mejor discípulo, pero no pude someterlo… era rebelde, soberbio, temerario… no titubeó en desafiarme así le costase mil sufrimientos. Siendo casi un hombre sabio, eligió vivir como un mísero agricultor junto a esa mujer… -¿Su árbol genealógico es puro, verdad?


-Exacto. De los pocos que nos quedaban. Entre los cien varones que censamos fue el mejor. Ahora me importaba apoderarme de su hija… ¿por dónde se habrán escondido? -Fallaste anciano, debiste colocarles el collar de inmediato después de la desinfección… -No te pienso discutir, cuando tienes razón, tienes razón… lo siento. -¡Bah! ¡Humanos! No volveré a confiar en ti si vuelves a fallarme. -¡No me amenaces! ¡Sábes que no tolero que me subestimes! Máximo era muy astuto, diría un… superdotado… -Ya lo creo, cuando estudié el organismo de su hija comprobé su perfección física. A él no debiste castrarlo. Hubiese sido mejor que tuviese más hijos para preservar la raza. -No opino igual. Cuando manipulé la genética de su madre descubrí una posible degeneración en algún otro descendiente… -Nunca me hablaste sobre eso, ¿qué tuviste que ver con su madre? -Nada… un experimento que quedó desechado… tenemos que encontrarlos…


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PÁGINA 21 -Si no llevan puestos los collares será perder el tiempo. Déjame leer. -¡Basilius! Vayamos hacia el laboratorio 3. -¿Para qué? -Voy a hacerte un control potísimo, te noto extraño… -Desvarías… déjate de molestar que tengo que reparar Intermundo. -Primero quiero asegurarme que el cataclismo no te haya afectado… -Eso puede esperar. ¿Cuánto resistirán sin el elixir esos dos? -No más de cuarenta y ocho horas… morirán… -Muy bien, envía a los oficiales al valle y que traigan a todas las jóvenes para someterlas a desinfección. Si perdimos a la hija de Máximo prepararemos a otras. En un año quiero no menos de quinientos descendientes. -¡Eso! ¡Volveremos a levantar nuestra ciudad y los haremos inmortales! – Exclamó León en un estado de enajenación. –


Vayamos al laboratorio Angelus, hace tiempo que no se usa y amerita un control. Después de acomodarse en un vehículo especial, transitaron por los largos pasillos hasta llegar a un sector herméticamente cerrado. Un rectángulo de oro puro y escasas dimensiones, resaltaba sobre la pared laminada en cristal irrompible y opaco, como cerradura de acceso. León y Basilius se miraron fíjamente, ¿quién abriría? -Te cedo el honor, – dijo Basilius, mientras León aprobaba su decisión, colocando su mano derecha sobre el recuadro de oro. -¿Qué sucede que no abre? – protestó el anciano. -No puedo creer que lo hayas olvidado, era con la mano izquierda… -Lo sabía, quise probarte… hazlo tú, vamos… Al contacto de la mano de Basilius un panel se corrió cediéndoles el paso. Una vez dentro, la pared volvió a cerrarse mientras se iluminaba el laboratorio, recubierto de material iónico para resguardar todo el instrumental. -Aquí estamos… – dijo León Finés. -Perfecto… todo en óptimas condiciones… respondió Basilius.


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PÁGINA 22 -Acá tenemos la tarima de inseminación… en la primera concepción induciremos diez fetos. Pasados tres meses los absorvemos del útero para completar su desarrollo en las cubetas extrauterinas. Serán de ambos sexos… niñas y varones para conservar la especie, luego, cuando estén maduros los mantendremos en las incubadoras y paso a paso se desarrollarán para ser educados según nuestros fundamentos. -Un mes de reposo será suficiente para una nueva inseminación de cada muchacha. – Dijo Basilius. -Sí… en cada nueva concepción aumentaré el uso de óvulos y espermas, de diez pasaremos a quince, veinte… llegaremos hasta cincuenta de promedio por año de una misma niña. -Perfecto. Luego morirá sin remedio… desintegramos su cuerpo en células para clonar seres inferiores. Servirán a los de raza superior. -Los privilegiados convivirán Basilius; poblarán nuestra futura gran ciudad y nos servirán ciegamente. Con los de raza inferior haré lo mismo que con los del valle, un sólo hijo por pareja y luego castración. -Muy bien programado León… – dijo el más joven al tiempo que un vahído lo hizo tambalear.


-¿Qué te sucede? – preguntó el anciano. -Nada, nada… sentí una convulsión en mi cerebro… -Tú no estás bien, debimos hacer lo que te dije, ir al laboratorio 3 y te hacía un control. -Te dije que estoy bien… – repitió Basilius. -Yo no lo creo y no voy a discutir contigo. – Decidió León con pausa y firmeza. -De acuerdo… antes quiero otros informes… yo… ¿soy clonado como siempre me dijiste? ¿cual es mi historial genealógico? ¿quienes hubiesen sido mi familia? – preguntó mientras León lo observaba con su ceño fruncido. -No pretendas saber algo que en ti carece de sentido. Eres una mezcla de genes que nunca repetí. Te hice científico a mi par, sabes tanto o más que yo sobre clonación, prolongación de la vida, juventud y hasta la fórmula de concentrar los alimentos en unas gotas de elixir. Tu pregunta es improcedente. Vive y déjame vivir, no perderé el tiempo recordando estupideces… vayamos a controlar a los oficiales. -Ve tú, regreso a mi sala. – Contestó Basilius dándole la espalda. xxxxxxxxxx


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CAPÍTULO 5 Oscurecía… Intentar dar otro paso era exponerse a rodar hacia los enhiestos precipicios. El frío de las alturas al anochecer doblegaba sus cuerpos semidesnudos, cuando una caverna apareció en la pared rocosa. Viéndola tan endeble, Máximo tomó a su hija entre sus brazos, estrechándola contra su pecho para mitigar su padecer… -No veo nada papá… tengo miedo… – murmuró Ágata. -Pobre hija mía, no tengo nada más para darte calor que mis brazos… también yo estoy aterido de frío… -Lo sé papá… si llegó mi hora de la muerte… prefiero que sea así… no la que “ellos” me destinaban… tengo mucho sueño… -Bueno, bueno… calma hijita… entremos a esta cueva y nos dormiremos bien abrazados para darnos calor… confía Ágata… si vemos el amanecer del nuevo día trataremos de seguir escapando… -¿Piensas que llegaremos a alguna parte papá…? -Cuando aclare lo sabremos… con el sismo que sufrimos hasta desaparecieron los caminos de montaña… nada me parece igual desde que salimos de las catacumbas…


-¿Y si quedamos perdidos para siempre…? no vamos a sobrevivir mucho tiempo papá… -Te prometo que haré lo imposible para que nos alejemos de este maldito lugar… duérmete ahora… Agotados, Máximo y su hija Ágata se durmieron abrazados sobre la aspereza del suelo de aquella cueva. El silencio ancestral de aquellas cumbres vació sus mentes. Estaban indefensos entre abismos, soledad, peligro e incertidumbre… Pequeñas y lejanas constelaciones de estrellas, titilaban sobre el manto oscuro de la noche. Inamovible… la luna alumbraba aquel espacio de roca pura que intentaba sobrevivir al fin del mundo… Y las horas pasaron lentas… Giró sobre su cuerpo, inconciente de no estar sobre el mullido lecho de su hogar. El roce áspero del pedregullo redundó en un gemido de dolor… y abrió sus ojos… entonces recordó… estaban en una caverna de la montaña, huyendo de un par de locos y su séquito de oficiales. Pero… ¿de dónde provenía esa luz…?

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Si lo deseas puedes ir a la web para ver el capítulo online, votarlo o añadir un comentario CAPÍTULO 5


PÁGINA 24 Sin comprender, advirtió como un claro resplandor penetraba en la caverna. ¿Serían los oficiales que los habían descubierto? Observó a su padre que dormía hecho un ovillo intentando despertarlo, tan grande era su espanto. Nada… ni él despertaba, ni ella podía articular palabra. Muerta de terror cerró sus ojos, cuando de pronto sintió que algo tibio rozaba sus brazos. (¡Un animal salvaje viene a devorarnos!) Pensó abrazándose a su padre, cuando la misma voz que escuchara dentro de la Base, volvió a hablarle… -No tengas temor… ¿me recuerdas…? – le preguntó un extraño ser al que miró atónita. Claro que lo recordaba… el dulce rostro… la mirada… la bella aureola que rodeaba sus cabellos claros… su voz como un susurro… -¿Quién eres tú que vienes como los ángeles que relataba mi abuela…? – se animó a preguntarle. -A su tiempo lo sabrás… – le contestó sonriente. -Recuerdo algo… me dijiste que mi mamá está en tu mundo… ¿cual mundo? ¿Dónde está tu mundo? ¡Por favor, dímelo! -A su tiempo lo sabrás… – volvió a repetir. -Pareces robotizado, ¿por qué me hablas así? ¿para qué


viniste? -A salvarte… no queremos que sufras en este valle de lágrimas… le dirás a tu padre que vas a dejarlo para reunirte con tu madre… él tiene que cumplir su propia misión… -¡Qué me estás diciendo! ¡Cómo se te ocurre que yo abandonaría a mi pobre papá en estas circunstancias! ¿Buscas enloquecerme? ¿De dónde saliste? ¿Qué pretendes de mí? -A su tiempo lo sabrás…- repitió impasible. -Estás jugando con las palabras. Te advierto que seré joven pero no soy tonta… ¿eres un oficial disfrazado que viene para apresarme verdad? Seguro fuiste clonado para asemejarte a un fantasma. ¡Vete! -Cálmate niña… no es como tú piensas… te traigo algo que los dos necesitan en estos momentos, toma… – dijo entregándole un frasco. -¿Qué es? ¿Por qué me das este frasco…? – preguntó Ágata comprendiendo menos aún. -Ya veo que no lo entiendes, les traigo el elixir con que “ellos” los alimentan en este mundo. Le será más necesario a tu padre porque tú vendrás conmigo. Bebe tu gota que bien que la necesitas por ahora, a él le será imprescindible. Cuando despierte le explicarás todo, vendrás conmigo… duerme un


poco más…

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PÁGINA 25 -¿Qué dices? ¿Piensas llevarme así como así sin darme explicaciones? -No hay nada que temer… es un lugar maravilloso. Te transladaré hasta “El valle de la luna,”ahí esperaremos en la base de la gran piedra que llaman “el submarino”a que vengan por nosotros… ellos nos llevarán hasta el Templo de las Angélicas… -¿Al qué…? – preguntó Ágata desorientada por completo. -Eres impaciente… bueno, trataré de explicarte… es… un lugar espiritual… en él moran los ángeles… el aire es diáfano… sutil… verás verdes prados, pequeños árboles cubiertos de flores blancas y rosadas… frutos dulces amarillos y rojos… miles de pájaros de todo color cantando libres y dichosos… todo es paz donde voy a llevarte y serás feliz por siempre… -Dices hermosas palabras… prometes… ¡cómo creerte! Sé muy bien que El Valle de la Luna queda lejos de aquí… -Ese no es tu problema… – respondió el extraño ser. -¡No dejaré solo a mi papá, llévanos a los dos! – Exigió Ágata.


-Lo siento… a él no le corresponde ir a ese sitio… -Entonces me quedo. – Le contestó segura de sí la niña. -Si los de la Base te capturan… ¿sábes qué será de ti? -No te quepan dudas, el anciano me dijo cosas horribles… ¿por qué crees que estamos huyendo mi papá y yo? Escaparemos lejos… -No les queda mucho donde ir, donde quiero llevarte está lo perfecto. -Tu comentario anterior no me convence, explícame mejor y llévame con mi papá. -Deja que luego algo te sorprenda y… lo siento, no insistas con tu papá. -¡Márchate! No voy a ninguna parte contigo. -Qué terca eres niña, ni aun sabiendo que tenemos a tu mamá quieres seguirme… -Cada vez te entiendo menos… me dices que tienen a mi mamá y reniegas de mi padre… -No… Máximo es un gran hombre… se trata de diferentes planos espirituales. Él tendrá el suyo en su momento.


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PÁGINA 26 -Cada palabra que dices complica más la historia. Sigo sin entender. -Mejor te dejo para que medites… eres tan inocente que me agotas dándote explicaciones… habla con Máximo, tal vez él lo logre, al fin, los dos siguen siendo humanos… de todos modos te daré una pauta para aplacar tus dudas… mira… Apartándose lo suficiente el ser extendió sus brazos y… dos alas inmensas y de inmaculado blancor, surgieron de sus espaldas. Muda de asombro, Ágata recorrió su figura con sus bellos ojos… aquel era un ser de luz… Entonces recordó a su abuela mostrándole libros con figuras angeladas, sus relatos que acallaron la muerte… Ella era muy pequeña entonces. Como en un sueño volvió a ver aquellos ángeles en un mundo celestial… y su abuela ya no estaba, sus padres vivían sumidos en el silencio… los vecinos… los niños… apenas vagos murmullos y un voto de no volver a hablar… el olvido sobre lo divino… ¿Qué sucedía entonces que de la nada, un ser sobrenatural aparecía frente a ella queriendo rescatarla de sufrir una espantosa realidad? Sin preámbulos, la oscuridad volvió a la caverna. El frío era más intenso… casi no podía emitir su voz llamando a su papá.


-¿Dónde… dónde… estás papi…? – murmuró temblorosa. -A tu lado hija… ¿qué te sucede? sientes mucho frío, ¿verdad? -¡Ay papá…! – Exclamó abrazándolo con angustia. -Pobrecita mía… estás helada… resiste un poco más hijita, pronto amanecerá y continuaremos la marcha, duerme, duerme… Cobijándola otra vez entre sus brazos volvieron a caer en un profundo sueño, lindante con la antesala de la misma muerte. Y pasaron las horas… la claridad del alba despertó a Máximo casi congelado de frío y debilidad. El suelo árido no le brindaba esperanzas de conseguir con que sobrevivir. Tan cruel era el destino. -Ágata despierta que amanece… – susurró a sus oídos. -¡Ay! ¿Qué hacemos aquí…? ¡Uf! Me duele todo el cuerpo… -Ya lo creo… todavía nos falta un largo camino hija… si pudiera cargarte, pero estoy muy débil… no tengo fuerzas Ágata… no sé como nos arreglaremos para continuar sin el elixir… -¡El ángel! ¡El ángel papá! ¡Dónde está el ángel! -¡Hija! ¡Qué te pasa criatura! ¡Cálmate! ¡Estás delirando! ¡Debiste sufrir pesadillas y estás asustada!


-¿Pesadillas…? no, no… estuvo aquí, junto a nosotros… él me dejó una botellita colmada de elixir… sí, sí…

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PÁGINA 27 Creyendo que su hija había enloquecido por debilidad y frío, Máximo se echó a llorar con desconsuelo. Con sus ojos turbios por las lágrimas, la vio recorrer la caverna como una fierecilla en busca de sus cachorros, sin lograr calmarla. Al fin, sacudiéndola por los hombros, consiguió detener su alocada carrera. -¡Me dejó la botella papá! ¡Un frasco con el elixir y yo bebí mi parte! ¡Tiene que estar en algun lugar! ¡Era un frasco azul papá! -¡Basta Ágata! ¡Ya no sabes lo que dices! ¡Una botella, un frasco azul…! Salgamos en silencio, ¿quieres? no sea que ellos nos descubran… -¡No, no…! El frasco tiene que estar… suéltame… tengo que encontrarlo… ¿cómo puede ser…? no, no está… ¡no lo encuentro! -Salgamos… nos costará llegar al valle sin ser vistos… ¡vámos te dije! – Gritó encolerizado, mientras Ágata lo miraba asustada. Jamás sus padres le habían levantado la voz, apenas si decían alguna que otra palabra… susurraban o se expresaban con señas para que no los escuchasen desde la Base y viniesen con tremendos castigos. Resuelto, su padre la tomó de la mano arrastrándola casi hacia


el exterior. Pensó con tristeza que dentro de la gruta quedaba aquel frasco azul, con el alimento tan necesario para ellos, pero Máximo no había creído en sus palabras. Sintió los tibios rayos del sol mañanero en su rostro y además… no estaba débil como su padre. -¡Ahí! ¡Ahí! – gritó Ágata dichosa corriendo hacia una saliente en la roca viva, mientras el estupor de Máximo superaba la dicha de la niña, al ver el frasco azul brillando bajo los destellos del astro del Universo. -No… no es cierto… también yo estoy alucinando… -¿Viste que era cierto papi? ¡Mira! ¡Mira! Abre tu boca que te echaré las gotas que tanta falta te hacen… -Es… ¿estás segura? – preguntó desconfiando de lo que su hija sostenía en sus manos. -Por supuesto, el ángel me lo trajo durante la noche y… me dijo muchas cosas que debo contarte… hay alimento para mucho tiempo papá. -Qué ingenua eres Ágata, seguro que alguien recogió agua del manantial y se la dejó olvidada. Seguro que este envase está vacío, déjame verlo… -Cuidado papá, no vayas a volcarlo, ¿no ves que yo estoy fuerte otra vez?


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PÁGINA 28 -Como lo voy a volcar… a ver… sí… mira… está lleno y tiene el gotero como los que traen los oficiales… ¡igual no me inspira confianza! ¡Puede estar contaminado y será mejor tirarlo! -¡Noooo!!! – Gritó Ágata quitándoselo con rapidez de las manos, – no logro comprender tu recelo, te mostraré como yo bebo otra de sus gotas… -¡Te lo prohibo! -Yo creo en el ángel… que bueno… hasta parece tener mejor sabor… -Está bien, dame… espero tengas razón así sigo sin entender nada. Con la misma rapidez que su hija, el hombre comenzó a sentir los efectos del elixir que suplantaba a todos los alimentos que los humanos precisaban para vivir. -Ágata… dime la verdad… ¿robaste ese frasco en la Base? -¡Cómo se te ocurre! Sucedió mientras dormíamos y apareció el ángel…


-Otra vez con esa historia no hija. Continuemos con el descenso, así no llevemos puestos los collares magnéticos, pueden detectarnos con sus naves helicoptélicas, nuestras andrajosas túnicas nos delatarán. -Podríamos embarrarlas un poco, también nuestros cabellos rubios que brillan al sol… -Vayamos hasta aquella vertiente, nos camuflaremos con lo que encontremos… unos yuyos vendrán bien… -¿Faltará mucho para llegar al valle papá? – la pregunta se repitió una y otra vez. Máximo temió haber extraviado el camino de otros tiempos, tanto era el colapso producido por la lluvia de meteoros. Observó a su alrededor… nada le resultaba conocido…

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CAPÍTULO 6 Sentado frente a la pantalla inactiva por causa del cataclismo, León intentaba reconstruir el radar poderhabiente, sin lograr que los controles se ajustasen a la necesidad de recibir la energía cósmica que la Base Extratosférica emitía, a cada sector preponderante del planeta. Tampoco tenía evidencias sobre la superactividad de la base satélite, ya que la energía nuclear se apagaba lentamente, dejando a O.S.I.R.U.S. sólo con sus reservas. Se levantó para dar unos pasos hasta donde la llave de oro permanecía herméticamente cerrada en el kópinos, insertado en una de las paredes laterales. Sólo él y Basilius conocían la combinación para su acceso. Recorrió el recinto alarmado por el lento funcionar de generadores y cronógrafos, con su pensamiento fijo en la llave. El proceso corría graves riesgos. Fue en busca de sus archivos computados la definición que sabía de memoria para asegurarse. El peligro radicaba en las consecuencias que podían acaecerles, si el rayo rebotaba contra el cinturón cósmico. Si esto sucedía sería el fin de la Base. El propósito era que el proceso de captación de energía positiva contactara al satélite, para que a su vez éste reactivase a O.S.I.R.U.S. La energía positiva, concentrada en el túnel ciclópeo, pondría en actividad a los generadores subterráneos, normalizando el sistema para seguir funcionando con todo el equipo de sus investigaciones.


Largos años de estudios y experimentos junto a grandes científicos, no pudieron evitar la catástrofe originada por la misma naturaleza del cosmos. Al fin había sucedido. La invasión descomunal de meteoros había arrasado la faz de la tierra. Veloz en tomar decisiones, León oprimió un botón azul y de inmediato se presentó un oficial robótico. -Ordene comandante. – Dijo con firmeza. -Vé por el general Basilius, se encuentra en el laboratorio Angelus. -El paso está prohibido para los oficiales comandante. – Contestó. -Yo me encargo de avisarle que salga a tu encuentro, vé. No se hizo esperar para regresar trayendo en su vehículo a Basilius, que luego quedó a solas con el anciano. -¿Qué sucede? – preguntó Basilius. -Tengo que comunicarte que la situación es grave. Si no encontramos una solución urgente, todos sucumbiremos en cuestión de horas…

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PÁGINA 30 Basilius lo observó impasible mientras le preguntaba si en realidad, era aquello de tanta gravedad. -La energía nuclear que tenemos de reserva se agota. Lo único que nos queda es la llave de oro para intentar salvar nuestra Base. -No entiendo qué esperas. -Creo que no eres conciente del riesgo que correríamos, ¿verdad? Si el disparo falla… el rayo rebotará directo hacia nosotros y ¡pum! desapareceremos todos. -No podemos permanecer inactivos, hay que hacerlo. -Entonces vayamos al túnel Ciclópeo. – Resolvió León. -De acuerdo, retira la llave. Con la mirada de un felino observó a Basilius. Sin titubear recordó la contraseña, “FEDERICHIA”. Un chirriar de goznes anunció la apertura. León tomó la joya de oro y diamantes incrustados en ella colocándola frente a Basilius. -¿Federichia era la clave?


-Desde siempre. Era preferible tenerla como reliquia, no tener que usarla… -No sé qué me sucede… ese nombre me produce algo extraño… me corre como un frío por la piel… ¿esto es sentir…? -Cálmate, estás confuso hoy… -Ya pasa… pero ese nombre… Federichia… siento como haberlo escuchado en tiempos lejanos… como si estuviese relacionado a mi vida… -¡Basta de divagues ahora! ¡Toma! ¡Te cedo el honor de ser tú el que active el disparador! ¡Yá! Con la joya entre sus delicadas manos, Basilius siguió al anciano hasta el centro de Translación. Con su calma habitual, León manipuló los controles, y un cono de intensa luz los transformó en partículas qué, en segundos, fueron transladadas hacia la cumbre del cerro Mercedario. Ya materializados, una nave pequeña los introdujo hacia el tunel Ciclópeo. A pasos de ellos se encontraba el encofrado atómico.

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PÁGINA 31 Con pasmosa frialdad, concientes de que el proceso podía determinar el fin de sus propias vidas, enfrentaron la bóveda. León se había ocupado de terminar con las vidas de aquellos que la habían construído bajo sus órdenes en tiempos lejanos. Nadie en el mundo sabía del Túnel Ciclópeo para un caso de emergencia. -¿Lo hacemos? – preguntó Basilius introduciendo la llave en la dorada cerradura. -No tenemos otra alternativa… Tres giros hacia la izquierda fueron suficientes. Un silbido ululante conmovió a la misma montaña. Atravesando tuberías interminables, el rayo traspasaba la atmósfera como un misil invisible. -¿Y ahora…? – preguntó el más joven. -Observa, la pantalla comienza su actividad… el oficial B7 intenta comunicarse conmigo… -”Atención comandante Finés… llamando desde la Base… atención… presunción de un nuevo sismo…” -Habla su comandante oficial B7… todo en orden… el reactor


nuclear volvió a su función… regresamos a la base… -Vayamos al centro de traslación de inmediato León. – Ordenó Basilius y repitieron el proceso a la inversa, desde el túnel hacia afuera. Ya en su laboratorio, Basilius comprobó que Intermundo comenzaba a funcionar. -Perfecto, – dijo León, – ahora podremos observar como está el planeta en toda su extención. -¡Oh! Nada alentador… parece que los cinco continentes quedaron sepultados bajo las aguas… -¿Qué quedó en pie en nuestro territorio? – preguntó León. -Restos cordilleranos sin señales de vida… creo que fuimos afortunados, la humanidad ha perecido… -No lo creo… rastrea Europa… mira, en los Alpes suizos pareciera que hay vida, lo siento por ellos, no tienen nuestra tecnología. ¡Somos los amos del mundoooo!!! Continúa investigando Basilius, voy a mi laboratorio.

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PÁGINA 32 -¿Qué prisa tienes? – le preguntó Basilius. -¿Olvidaste a Máximo y su hija? Voy a ordenarles a mis oficiales que intensifiquen su búsqueda. -¿Realmente piensas que vale la pena? ¿No hay otras niñas tan valiosas como Ágata? -Te aseguro que no. Ella es perfecta… concebir hijos tuyos y de ella nos daría como resultado la mejor de las especies. -No es que dude de tu palabra, estudié el compendio de esta ciencia experimental en forma sinóptica y saqué en conclusión, que podemos crear una nueva raza con cualquier otra niña del valle. Los pocos que quedan son seres naturales, en todo caso… el clonado soy yo… no puedes negar que les llevo una gran ventaja en calidad física e intelectual. No me preocuparía por Ágata, ella y su padre ya deben estar muertos. -¡No me importa! Así estén muertos puedo utilizar sus órganos y células para mis experimentos. No voy a pasar el tiempo de brazos cruzados… -¿Con los mutantes que tienes encerrados no te parece suficiente?


-Mejor me voy sin contestarte, sigue viajando con tu pantalla tú, luego nos vemos…

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CAPÍTULO 7 Tratando de evitar las rutas de montaña más visibles, Máximo y Ágata descendían aferrados a las salientes rocosas desafiando el peligro de caer en algún precipicio. No era el trayecto apropiado, sólo el instinto los guiaba para evitar ser descubiertos por los oficiales de la Base, que sobrevolaban sin cesar la zona. -Sujétate con fuerza Ágata, no mires hacia abajo. – Le dijo Máximo sintiendo que tanto esfuerzo los vencería, llevándolos a estrellarse contra la mole de piedra en cualquier barranco. -No distingo más la Base papá, ¿dónde piensas que estamos? -Deja de preocuparte y confía en mí… -Es que estoy agotada papá… descansemos un poco bajo aquellas salientes, parece que el terreno es firme… -De acuerdo, el sol está pegando fuerte ahora, ten cuidado… Un largo silencio se instaló entre ellos… sólo el suave murmullo del viento entre las rocas los acompañó en aquel breve descanso. Ágata recordó a su madre… su expresión tierna, su gran paciencia, sus caricias… Dos días atrás la tierra se había abierto dentro de su propia casa para devorarla, y ella misma había estado momentos antes en aquel lugar. La voz de


su padre la quitó de su congoja. -¿Qué te pasa ahora? – le preguntó algo alterado. -Nada papi… -¿Cómo nada… y esas lágrimas? -Bueno… no pude evitar recordar que a mamá se la tragó la tierra hace tan poco tiempo… también podía haberme sucedido a mí… ¿por qué tuvo que pasarnos eso? -Cálmate quieres… hay cosas que no tienen explicación hija… Después de la invasión de meteoros y terremotos, no quisieron volver a darnos informe alguno. El último comunicado que escuché decía que el planeta estaba sepultado bajo las aguas… Nuestra casa era la única que había quedado intacta, tú viste cuantas se derrumbaron y todos los que murieron… -No entiendo, si siempre escuché decir que las viviendas eran antisísmicas. -Eso me pregunto yo… no me extrañaría que León y Basilius hayan colaborado con este desastre. Hay derrumbes por todos lados, la geografía de la montaña ya no es la misma… me extraña que la Base permaneciera incólumne… muy raro…

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PÁGINA 34 -¿Por qué tuve que perder a mi mami…? -Mi dolor es tan grande como el tuyo… siento este vacío interior… este deseo de no luchar más… pero no, no… ella no querría que pensemos así… sigamos andando… -El ángel dijo que… -¡Otra vez con eso Ágata! -¡Papá! ¿Te pareció poca prueba encontrar el elixir? -¿Cómo tengo que hacerte entender que pudo haberlo olvidado algún oficial? Tal vez estaba huyendo y rodó por la ladera… -Sí, claro… y dejó el frasco al alcance de nuestras manos… nos perdonaba la vida porque sí, ¿no? Ellos no tienen sentimientos, ¿lo olvidaste? -Ya no sé como hacerte entender… -Y yo te digo que si no quieres creer, será inútil que quiera explicarte lo que pasó. -Espera… mejor será que nos calmemos… así no vamos a ningún lado.


-Yo estoy calmada papá… eres tú el que se altera cuando hablo del ángel… -Está bien, escucharé tu historia completa sin interrumpir… luego te aguantarás mi opinión. -Como quieras… te aseguro que no es un invento mío y si tengo que jurar te lo juro… tampoco yo creí en un principio lo que estaba viendo… sentí miedo… primero fue allá… en el laboratorio… yo comenzaba a despertar ignorando donde estaba… creí que estaba muerta… fue un momento raro pero pude verte, estabas tendido sobre una tarima muy cerca mío y no podía decir palabra para llamarte, estaba tiesa… fue entonces cuando apareció… era un ser muy bello… blanco… casi transparente y llevaba una aureola sobre su cabeza… comenzó a hablarme con dulzura y me dijo que lo enviaba mamá… -¿Clementina…? – preguntó Máximo deduciendo que su hija estaba perdiendo la razón. -Yo quería preguntarle dónde estaba mi mamá, pero no me salían las palabras… debe haber leído mis pensamientos porque se abocó a responderme. Dijo que ella está en el mejor de los mundos… y justo entró el anciano… el ángel desapareció y luego… tú recuerdas ¿no? En la caverna volví a verlo…


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PÁGINA 35 -Mira mi querida, no te enojes, pero lo que me cuentas es propio de una pesadilla… -¡No, no! Te aseguro que fue real… mi abuela me relató muchas veces sobre la existencia de los ángeles y el mundo de Dios… -¡Puro cuento hija! ¡No existe nada sobre las historias en que por siglos, la humanidad dio su vida por sostener esas creencias! -¡No hables así papá! ¡Mamá siempre creyó en Jesús y el Espíritu Santo! Ella me contaba en secreto todo sobre la Biblia, eran hermosas historias sus parábolas… decía que existe el Paraíso donde moran todos los ángeles junto a Dios… y … ¿quieres saber algo más? León y Basilius son el mismo demonio, ¡sus enemigos! -¡Cuánto disparate junto Ágata! Estoy de acuerdo en que ellos son seres aberrantes, pero eso del Paraíso… Después de este planeta en el espacio sólo hay más planetas y estaciones espaciales, satélites y naves intergalácticas explorando el Universo… -¡Eso es tecnología nuclear papá! ¡Yo te hablo de la vida espiritual! Mamá y mis abuelas se referían a eso…


-¡Qué desgraciado soy…! – Se lamentó el hombre, – si ellos, además de las morbosas intenciones que tienen sobre nosotros, descubriesen tus ideologías religiosas… nos cortarían en pedacitos para que nos devoren los mutantes… -¿Mutantes…? ¿Qué es eso…? -Nada, nada… no entiendo como nunca descubrieron que ustedes hablaban sobre esas cosas. -¡Ah! Nos comunicábamos por escritos, dibujos y señas… mamá conservaba una Biblia que perteneció a la abuela, también me advirtió sobre los collares delatores… había que hablar lo menos posible… -Insisto en que esas historias son puro cuento, no hay ángeles, santos, ni dioses… nada. -¡No y no!!! ¡Sí que existen! Por favor papi… deja que termine de relatarte todo… me refiero a lo de anoche, en la caverna… -Está bien… total sin los collares, nadie podrá escuchar tus disparates y de paso te distraes… -¿Recuerdas que nos dormimos abrazados por el frío? No sé como en algún momento me aparté de ti… y sucedió… ví esa luz… la misma de allá en la Base… avanzaba hacia nosotros y otra vez no brotaba palabra de mi boca para llamarte…


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PÁGINA 36 -¡Estás hablando como subyugada hija! -No… no temas… volví a sentir miedo… cuando él rozó mi brazo sentí la tibieza de su caricia, estaba vestido de blanco y era todo luz… si hubieras visto sus ojos… comenzó a hablarme y le hice preguntas… muchas preguntas a lo que me contestaba, “a su tiempo lo sabrás…” pero dijo algo que me entristeció… -¿Qué? ¿Qué osó decirte? -Que debía advertirte que él me llevaría de tu lado… -¡Jamás! ¡Sobre mi cadaver! – Protestó Máximo fuera de sí. -También dijo que dejaba el elixir para ti, viste que lo hallamos… -Pura casualidad… -Tienes que convencerte papá, él vendrá por mí… -¡Ridículo! ¿Dónde piensa llevarte si el mundo está destruído? -Hasta el Valle de la Luna… vendrán por nosotros para viajar hacia un lugar maravilloso junto a mamá, más no sé…


-¡Alucinante! ¡Los mares inundaron la tierra y tú hablas de un lugar maravilloso! -Sentí que era algo sublime papá… -¿Sublime…? ¿De dónde sacaste esa palabra? ¡Lo que tú viste no es ni más ni menos que al ángel de la muerte! ¡Olvídalo! -Imposible… nunca podré olvidarlo… -Entonces… ¡qué me lleve contigo! -Te aseguro que se lo pedí… – respondió Ágata temblorosa al ver el rostro airado de su padre. -¿Y…? -Contestó que tú perteneces a otro plano espiritual… que no puede interferir en el ciclo de las almas… luego se transformó… -¿Cómo que se transformó? Seguro viste su verdadero y horrible rostro, ¿no?

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PÁGINA 37 -No… te equivocas… abrió sus brazos y de sus espaldas surgieron sus alas inmensas y blancas… él era todo luz… el ángel más bello que hubiese podido imaginar… -¡Mentira! ¡Vino a seducirte! ¡Quiere robarte el alma! ¡Esto es espantoso, también querrá llevarse tu cuerpo! ¡Ay, qué dolor! ¡Perdí a mi amada esposa, mi hogar, me persiguen como si fuese un delincuente y los demonios quieren quitarme a mi única hija!!! ¡No, no!!! ¡Déjenme en paz!!! – gritó llorando con asolada desesperación. -Papá… estás confundido… si lo hubieses visto como yo no hablarías así… quiere llevarme al Templo de las Angélicas, dijo que sólo lo habitan seres puros, vírgenes y ángeles… ahí es todo paz… -Jamás supe que subsistiesen templos, fueron destruídos a fines del siglo pasado… -¿Y por qué no pudo quedar alguno? Quiero ir papá, no me lo impidas… voy a estar bien y me encontraré con mamá, “ellos”… no podrán usarme para sus experimentos. -¿Qué habré hecho para merecer esto…? ¿qué será de mí? – se lamentó Máximo consumido por tanto dolor.


La montaña colaboró con su silencio inmutable. Ensimismados en sus confusos pensamientos, la incomprensión desvariaba en busca de una lógica. Muy pronto los suspiros de uno y otro comenzaron a llenar espacios vacíos… y fue Ágata quien comenzó el diálogo con asumida serenidad. -No te abandonaré Máximo Mayer… tal vez tengas razón y todo haya sido una pesadilla… no perdamos más tiempo y busquemos el camino del descenso, ¿te parece bien? -¡Ay hija! Gracias… mil veces gracias… – dijo su padre abrazándola con todo su cariño. Superando las dudas, Máximo sujetó bien el frasco azul a su cintura. Después de observar bien los alrededores, tomó de la mano a su hija para comenzar otra vez a escurrirse entre los áridos peñascos. -¿Estamos perdidos papá? – preguntó la niña al observar el rostro desorientado de él. -Detente un segundo… -¿Qué sucede ahora?

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PÁGINA 38 Por muchos años les habían prohibido acercarse al cerro. Sumado al sismo, era como si el Mercedario hubiese modificado su estructura y Máximo se sintió desorientado. No divisaba ni por asomo el valle donde había construído su hogar… La cadena montañosa se perdía en el horizonte… -¿Nos perdimos papá? -Es que ignoro si vamos hacia el norte o hacia el sur… -¿Y cómo llegaremos a la casa de Edmundo Durión? -Si la encontrásemos, tampoco podríamos acercarnos hija… ese será el primer lugar vigilado por “ellos”. No, no… ¿sábes? Quisiera llegar al otro lado del valle. -¿Donde está la montaña vedada…? – le preguntó mientras Máximo la miró sin responderle.- Descansemos papá… me duelen mucho los pies… mira, las vendas están rojas de sangre… -Siéntate, voy a quitarte esos trapos sucios y te pondré lo que queda de mi túnica… pobrecita mi pequeña… tenemos la noche encima y estamos a la deriva en las serranías… ahora sí que moriremos de frío.


-Yo no resistiré papi… sálvate tú… sigue y déjame aquí, seguro que el ángel vendrá por mí. -No me hables así Ágata… me harás volver a llorar… yo también me siento muy mal… muy mal… -Pobrecito… -murmuró abrazándolo con todo su amor. -No, no es justo que seas tú quien me consuele… -¿Por qué no papi? Mira, anochece… ¿no es hora de tomar las gotas del elixir? Con abatimiento cumplieron con el ritual, mientras observaban que el cielo se ponía cada vez más plomizo. Esta vez no había refugio en caverna alguna, todo era soledad y roca. (Esto es el fin…) pensó Máximo abrazado a su hija.

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CAPÍTULO 8 -¿Qué cenaremos hoy León? La voz de Basilius resonó seca dentro del lujoso salón. Vestía de dorado de los pies a la cabeza, asemejándose a una estatua de oro. En oposición, León cubría su cuerpo con una túnica negra, que resaltaba la blancura de sus cabellos. Se encontraba concentrado en su computadora gastronómica programando la cena de esa noche. Al escuchar su pregunta se volvió a mirarlo. -Exquisiteces… en minutos servirán la cena, siéntate. -Eres un genio. Simple y económico para el pueblo, una gota de elixir es suficiente para ellos. Para nosotros manjares, buena comida. ¿Supongo que tenemos suficientes reservas, no? Con la destrucción de pueblos y ciudades, puede que nos falten los alimentos ahora. -Reservas tenemos, costará reiniciar la producción con tan poco territorio útil… tenemos sólo seiscientos treinta sobrevivientes, a los de abajo ni los cuento. -Debiste construir más robots. Lástima que la empresa también finiquitó con el desastre. Tendremos que volver a reconstruir lo que sea posible. – Dijo Basilius.


-Por ahora habrá que conformarse con el valle y lo que quedó de su gente. Ellos saben trabajar la tierra. -¿Olvidaste que los sismos dejaron grietas profundas en sus tierras? ¡Ah! No quiero que las jovencitas permanezcan un sólo día más en el valle, podrían caer a los abismos. Hay que traerlas a los laboratorios. -Estoy de acuerdo, sólo espero que no surjan rebeliones, no podemos darnos el lujo de eliminar a ninguno. – Respondió León. -No tienen donde ir León, viven sometidos a nosotros. -No te confíes Basilius, si alguno los instruye en que lo que cultivan es mejor alimento que nuestro elixir, podría ser peligroso. Ahora estamos en inferioridad de condiciones… -No creo que sepan mucho sobre lo sucedido, además, están prisioneros de sus collares, saben que sólo nosotros se los podemos quitar, al menos se los hicimos creer. Están convencidos que los escuchamos, vigilamos y dominamos sus vidas… ya casi ni hablan… nos temen León, los peligrosos eran los ancianos y los quitamos del medio. Puede ser que algún oficial los informe sobre algo, debemos prestar más atención…


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PÁGINA 40 -No puedo negarte que me siento inquieto… claro que tú no entiendes de estas cosas. -Explícame y comprenderé. -No… no sé… – murmuró León preocupado. -Te recuerdo que la familia más culta era la de Máximo y todos perecieron. Nuestro sistema seguirá marchando sobre rieles y gozaremos de la vida eterna. -Nos aburriremos de vivir Basilius… -No lo creo, estaremos muy entretenidos clonando humanos. -Lamento la pérdida de Ágata, ella era perfecta. -¿Qué riesgo corremos si usamos a las otras niñas anciano? -Si lo sabes, ¿para qué preguntas? -Siempre algo salió mal, los arrojamos al basurero y listo. Así quedaron muchos mutantes que sirven para nuestros experimentos. -Ya que tocaste el tema, ordené pasarlos por la cámara de desinfección mañana. Debemos cuidar que no propaguen


virus… dejemos ese tema y vayamos a la mesa, Clio y Zeus, nuestros mejores robots ecónomos ya traen las viandas. Ya ubicados, Basilius observó las finísimas copas de cristal esperando que León sirviera el nectar delicioso que bebían a diario. -Quiero que brindemos… – dijo el anciano. -¿Brindemos? ¿de qué hablas…? -¡Uf! No entiendo como recordé eso… era una costumbre del pasado que alguna vez compartí de niño… el mundo cambió y muchas cosas quedaron en el olvido. Los grupos familiares solían brindar antes de comer o festejar algo… -Tus recuerdos no entran en mi cerebro, sigo sin entender… -Mira, brindar es chocar apenas las copas antes de beber diciendo, ¡salud! a modo de buenos deseos para los que compartían el momento. -¿De qué sirve eso? ¿Acaso mejoraba sus estados? -Lo ignoro, yo era muy niño y nunca viví esa experiencia, fue un estúpido recuerdo que vino sin querer… supongo que les daba alegría. -¿Alegría? ¿Qué es la alegría…?


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PÁGINA 41 -Mmmm… había olvidado que desprogramé de tu cerebro los sentimientos… – murmuró por lo bajo. – ¡Olvida lo que dije! Bebamos nuestro néctar y tómalo como una nueva costumbre, expresa un deseo, choquemos nuestras copas y digamos ¡salud! -¿Deseo…? No tengo deseos, cuando quiero algo lo tomo, pero si tú quieres esto, choquemos las copas y digamos ¡salud! -Yo brindo por esta cena y habernos salvado de la catástrofe, ¡salud! Los cristales tintinearon como delicadas campanillas. Luego de beber su nectar de las vides, deglutieron los manjares preparados con maestría. Aquellos robots eran seres silenciosos hechos a la imagen de un humano. Vestían un uniforme de tipo militar de color azul oscuro y guantes blancos. Se manejaban con distinción y sabían como responderles a sus amos. Sus rostros eran inexpresivos, sus ojos claros brillaban de modo llamativo en contraste con todo su aspecto, en ellos estaban concentrados los radares de control. Permanecieron inmutables hasta terminada la cena, cuando León resolvió que pasaran a descansar de sobremesa, en los jardines internos linderos al comedor. Bebían un delicioso café, cuando León le expresó a Basilius su deseo de ir a inspeccionar a los mutantes. Sin objeciones, el


joven se levantó del cómodo sillón para seguirlo hasta el vehículo de traslación. Así iniciaron un recorrido por túneles subterráneos, donde numerosas pantallas televisivas mostraban el interior de tenebrosas celdas. Cuerpos deformes y desnudos se retorcían sobre montículos de basura y la mugre que ellos mismos producían. -¿Por qué no los exterminas de una vez? No entiendo para qué sirven en ese estado, son repulsivos. – Dijo Basilius. -¡Cómo se te ocurre! Tengo que investigar el modo de reparar las células muertas de sus cerebros. Pienso enviar primero a uno a desinfección profunda y retirarle el cerebro para la investigación, el cuerpo lo convertiré en abono para las tierras del valle. Al terminar la inspección se detuvieron frente a un sector donde seres infantiles se retorcían como animales feroces devorándose entre sí. -Las últimas clonaciones no fueron buenas. El experimento entre seres clonados fue un fracaso. – Dijo León. -Quiero retirarme, ver tanta inmundicia me revolvió el estómago, además vuelvo a sentir dolor de cabeza… Mientras ellos regresaban a sus aposentos de lujo, los mutantes continuaban encerrados en sus celdas profiriendo alaridos infrahumanos, como pidiendo no haber nacido.


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CAPÍTULO 9 Había caído la noche cerrada sobre la desolación de la montaña. Todo era oscuridad, silencio, frío… Inmerso en las penumbras el valle dormía su desesperanza, su impotencia… Con el tiritar de sus cuerpos como mortaja, Máximo y Ágata caían en el abismo de la muerte por inercia. Sintiendo que su hija moría entre sus brazos, su mente percibió la intensa luz… tal vez fueran los oficiales que los habían descubierto dispuestos a regresarlos a la Base. Intentó cubrir a su hija con su cuerpo, levantarse y luchar… sus fuerzas lo habían abandonado… -¿Qué… quieres…? vete… vete… déjanos… morir en paz… váyanse malditos… – alcanzó a murmurar. Sus palabras entrecortadas despertaron a la niña qué, al borde de la muerte, sintió que el intenso frío daba paso a una reconfortante tibieza. -¡No te acerques! ¡No la toques! – Gritó sintiendo que el calor corría otra vez por su cuerpo. -Cálmate y no temas… – dijo una voz que él no conocía. -Papá… ¿qué está pasando…? – balbuceó Ágata intentando incorporarse.


-Quédate detrás mío hija, pasarán sobre mi cadaver antes que toquen uno sólo de tus cabellos. -¡Oh, no papá! ¡Es él…! ¡Míralo, míralo bien! ¡Es el ángel de quien te hablé! ¡Él es quien nos dio el elixir! ¿Viste que era verdad y es real? Bañados en su luz, sin sentir ya el frío de la noche, lo miraron subyugados… Ahí estaba con su dulce mirada, extendiendo sus alas para protejerlos de la nevizca que había comenzado a caer sobre la cordillera… -No termino de entender… – murmuró Máximo. -No hace falta… si necesitas ver para creer aquí me tienes… tu hija dijo la verdad, vine para ayudarlos… los llevaré a los dos, pero hacia diferentes espacios… cada uno de ustedes tiene un destino y no puede ser lo que ella desea, no separarse de ti… -¡Por favor no…! – Suplicó ella inutilmente.

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votarlo o añadir un comentario CAPÍTULO 9


PÁGINA 43 Ágata se abrazó a su padre llorando compulsivamente. Él, conmovido, la sostuvo con infinito amor sin lograr entender aquella situación. El extraño ser los observó sintiendo que no podía cambiar lo que les estaba destinado, queriendo a su vez aliviar tanta congoja. Fue entonces que sopló suavemente sobre ellos, y un cúmulo de diminutas estrellas doradas, descendió envolviendo a padre e hija apaciguando sus ánimos… -No tenemos mucho para elegir Ágata, esta montaña se tornó insoportable hija… mira como nieva… ¿entiendes que estuvimos a punto de morir congelados? No tenemos casi ropa sobre nuestros cuerpos… este innusitado calor proviene de este ser… es increible… -Entonces… quieres decir que nos separaremos… que no nos volveremos a ver… Máximo la miró viendo su pequeña figura endeble y pálida sintiendo que no hallaba la respuesta, de inmediato, clavó sus ojos en aquel misterioso ser en una muda pregunta. -No les quitaré la esperanza… – dijo el ángel, – tú Máximo, tienes que cumplir una misión todavía… -¿Yo? ¿Una misión? No sé qué me quieres decir…


-Sí, tú… Eres el único que conoce palmo a palmo la estructura interna de la Base y puedes impedir que continúen con sus nefastas manipulaciones genéticas en seres humanos. Ellos avasallan los derechos a la vida y perturban a la misma naturaleza, al Cosmos… No tienen compasión con sus clonados, los tienen como desperdicio en los subsuelos, extirpan sus órganos para experimentos atroces, los incineran vivos, mueren apestados o devorándose entre ellos… si tan sólo deduces lo que pensaban hacer con tu hija y seguro querrán hacer con las jóvenes del valle… creo que entiendes ¿verdad? -Sí… es terrible… perdóname por haber dudado de ti… yo quiero salvar a mi hija, eso es todo… no importa mi vida… -Te dije que tienes una misión y es en el valle. Debes ayudar a esa pobre gente… salvar a las niñas… de Ágata me ocuparé yo y te prometo que no sufrirá ningún tipo de agresión… -Bueno… perdón, pero si eres tan poderoso, ¿por qué no te ocupas tú de O.S.I.R.U.S. y nosotros de nuestros vecinos? -Es muy simple Máximo… yo pertenezco a otra dimensión, no lograría lo que tú sí físicamente… soy inmaterial… -¿Y qué haré yo sólo contra todos ellos? -Lo irás entendiendo… por el momento toma conciencia que están por ir en busca de todas las jóvenes como tu hija, luego


piensa en los mutantes, en las castraciones, acepta y Clementina volverá a tus brazos…

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PÁGINA 44 -Quiero aceptar… pero me aterra pensar en los robots, los oficiales, en los dispositivos que hoy tendrá la Base después de tantos años en que estuve ausente… -Todo se resolverá cuando llegues al laboratorio del comandante Finés, ahí procesan todo y tú fuiste uno de sus mejores alumnos… -Sí claro, como si fuese fácil llegar hasta ese lugar, ¿y después qué? -Cumplirás con tu misión, destruir la Base… anular su potencia. -¿Sábes qué me estás pidiendo? -Porque lo sé recurro a ti. Voy a darte algo muy especial para que te protejas, no te dejaré librado a tu suerte… -Quedo más tranquilo ahora… y… cada vez entiendo menos… dime, mi hija te llama “el Angel”, ¿acaso también tienes nombre? -En mi dimensión mi nombre es Jáfel… -Jáfel… – murmuró Ágata embelesada al mirarlo.


-Muy bien Jáfel, creo que no tengo todas las condiciones que me atribuyes y temo defraudarte. -Dije que te ayudaría… -Significa que no tengo alternativa… -¡No, no! ¡No vayas papá! Por favor Jafel, deja en paz a mi padre… ¡Lo matarán, estoy segura! ¡Déjalo! ¡Déjalo! – Gimió la niña abrazada a su padre. -No lo acobardes pequeña, tu padre tiene todas las condiciones para cumplir con esta misión. Urge terminar con esos manipuladores… El hombre y la mujer deben vivir a imagen de Dios, libres… en paz y amor… -¿Dios…? ¿Qué dices…? – preguntó Ágata sorprendida por sus palabras. -¿Acaso desconoces quien es Dios? -No… no… algo recuerdo… yo era muy pequeña cuando mi abuela conversaba sobre Dios con mi mamá. -Conozco la historia de tu abuela… la secuestraron los oficiales y jamás volviste a verla… ninguno volvió a verla… -No podíamos reclamar, – dijo Máximo – nos colocaron los collares magnéticos y se nos prohibió hablar si no queríamos morir en las catacumbas… Los ancianos eran los más


perjudicados, no podían adaptarse a sus normas y fueron desapareciendo del valle…

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PÁGINA 45 Apesadumbrados por el recuerdo, Máximo y Ágata se dejaron caer sobre el suelo rocoso y frío. El breve silencio fue interrumpido por la extraña voz de Jáfel que volvió a preguntar… -¿Aceptas la misión Máximo? -Está bien… pero júrame que cuidarás muy bien a mi hija… -Confía en mí… espera un poco que te entregaré lo prometido… – dijo el ángel extendiendo sus alas como si un blanco telón ocultara la oscuridad de la noche hasta desaparecer. Máximo y Ágata volvían a encontrarse solos y perdidos entre peñascos envueltos en sombras. -¿Qué pasó papá? -No termino de entender hija… ¿habremos soñado o ya estaremos muertos? ¡Cuánto dolor por favor…! – Por unos momentos permanecieron llorando abrazados contra las asperezas de la montaña, hasta que algo llamó la atención de la niña. -Papá… -¿Qué… qué quieres pequeña?


-Mira allá… ¿qué es? -¡Ey! No… no entiendo nada… cuidado… no te muevas… puede ser algún desprendimiento de la base nuclear muy peligroso… quieta… -Papá… me parece que está acercándose a tus manos… -Tratemos de alejarnos, así parece algo pequeño puede ser peligroso. -Se me ocurre que es inofensiva, algo de la montaña tal vez, una esfera luminosa… y se mece… ¿será una estrella? -Tómala sin temor… – escucharon decir a sus espaldas, descubriendo a Jáfel sentado sobre una gran piedra observándolos sonriente. – Te traje el “TELESMA”… quiere que lo recibas, ¿no lo ves? Sin poder evitar su resquemor, Máximo se acercó a la esfera que se mecía frente a él. No era más grande que un grano de uva y despedía tanta luz como el mismo ángel. La sintió al posarse sobre su mano izquierda, para luego apagarse lentamente. -¿Qué…? ¿Qué pasó ahora? – preguntó azorado. -No temas… se adhirió a ti y tomó tu textura. Ya es parte de tu cuerpo y te entrega su poder…


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PÁGINA 46 El ángel lo observó por un instante y luego continuó hablándole. -Te permitirá lograr lo que desees, te facilitará las cosas. Podrás saltar o descender de grandes alturas, volar, hacerte invisible a los ojos de los otros. TELESMA te concederá todo lo que quieras con sólo oprimir tu mano. Podrás dominar a tus enemigos, sanar cuerpos. Será tu protección, tu escudo. Nadie podrá quitártela. Se iluminará en tu mano para alertarte sobre cualquier peligro. Ahora es tu estrella, cuídala, ámala, respétala porque es impredescible. Si la usas mal podrá debilitarte y dejar de servirte. Vivirá dentro de tu ser mientras cumplas con tu misión, luego se irá como vino. Intégrate con ella, ámala en tu corazón… no tengo más que decir Máximo… ya puedes marcharte… -¿Qué…? -Lo que oiste, márchate… la Base te espera… – ordenó Jafel. -¿Tú quieres que vuelva a trepar la montaña con esta nevada y tanta oscuridad? -Creo que no me entendiste bien Máximo, tienes el poder de decidir como quieres transladarte.


-¡Ah! ¡Sí, sí…! Puedo marcharme volando entonces, ¡listo! respondió olvidando a su amada hija que gritó su nombre al verlo partir. El reclamo de Ágata rebotó entre las cavernosidades cordilleranas, como el graznido de un ave nocturna, herida por el arma de un cazador furtivo. Dio unos pasos tras su padre, sin presentir que estaba muy cerca de un barranco que la hundiría en un abismo sin fin. “Papá…” gimió sintiéndose inmersa en aquel sepulcral silencio. Todo el frío, el cansancio y el terror corrían por su cuerpo, cuando de pronto sintió que el suelo cedía bajo sus pies. Estaba deslizándose como entre algodones, sin fuerzas, sin resistencias… -Relájate… -¿Qué haré ahora Jáfel…? -preguntó sintiendo que la tomaba entre sus tibios brazos. -Nada… déjate llevar… basta de sufrimientos para ti pequeña… -Déjame morir… mi cuerpo está quebrado… no puedo moverme… -Voy a llevarte a la Morada Edénica y olvidarás para siempre este lugar… te espera tu madre… tal vez muy pronto te reencuentres con Máximo y ustedes vuelvan a estar juntos…


Jafel extendió sus blancas alas envolviendo a la niña contra su pecho. Ella se entregó sin volver a preguntar…

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CAPÍTULO 10 Se esparcía un delicado aroma a flores. ¿Serían nardos… jazmines tal vez…? Se estiró suavemente hacia uno y otro lado de su cuerpo sintiéndose liviana y tibia. La cama era tan blanda que más parecía un lecho de espumas, las sábanas, suaves como muselina… Tocó sus cabellos y los notó desenredados, sedosos, con olor a limpio. Le caían sobre el rostro y quiso correrlos. Seguro que era domingo y su mamá la llamaría para salir con su padre hasta el arroyo, donde se encontraría con las otras niñas del valle. Al fin abrió sus ojos mirando en torno suyo. No… esa no era su habitación… Se enderezó sobre el lecho observando el cuarto. ¿Por qué lo veía tan blanco? ¿Acaso había entrado la bruma del amanecer…? Se deslizó de la cama y notó que sus pies estaban sanos y limpios. Llevaba puesta una bata muy blanca también, pero desconocía aquel lugar. Comenzó a caminar con lentitud buscando entender. Le impresionó sentir que caminaba sobre una alfombra de inmaculados pétalos de rosas que cosquilleaban las plantas de sus pies. ¿Dónde estaba…? Por momentos tanta blancura esfumaba el ambiente, y sólo el lecho con su dosel de tules y puntillas rodeándolo, llamó su atención. Fue entonces cuando descubrió las ventanas y quiso observar el exterior. (Qué bello paisaje), pensó recreándose al


mirar. Ese lugar era mucho más bonito que el valle… Los cerezos con sus ramas colmadas de flores pequeñas y blancas, se perdían en el infinito sobre hondonadas de verdes colinas… todo era quietud… Nada le hacía pensar que hubiesen aves, animales o personas. Aquello era muy bello, pero le inspiró a un paisaje petrificado. Entonces, ¿qué hacía ella ahí? Buscando por donde salir recordó la montaña… aquellos caminos sinuosos entre basalto y granito, el agua de los deshielos, las grutas oscuras… (¡Papá!) Gritó su mente desde el silencioso centro del razonamiento, mientras los recuerdos de lo vivido se agolpaban en su memoria. No podía gritar, tampoco susurrar… se sintió agobiada y buscó sentarse para no caer. Miró su cuerpo… no habían raspones ni magulladuras… no sentía dolor alguno… ¿Qué había pasado después de aquellos malos momentos junto a su padre? ¡Jáfel! Sí, ahora recordaba… Jáfel y Telesma, la esfera luminosa que se llevara a su papá… Jáfel la había protegido con sus alas, la había salvado del abismo… Todos los sucesos anteriores regresaron a su cerebro entumecido, despertándola a la realidad. Y lloró por su madre… Tomando su cabeza entre las manos clamó por ella…

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Si lo deseas puedes ir a la web para ver el capítulo online, votarlo o añadir un comentario CAPÍTULO 10


PÁGINA 48 La nebulosa se hacía más densa a su alrededor. No hallaba puertas por donde escapar… el todo, era un gran espacio vacío y muy blanco. (Estoy prisionera en la Base, me engañaron… seguro hicieron el experimento con mi cuerpo… si estoy en sus laboratorios no tengo escapatoria… ¡papáaaa!!!) Tocó su vientre con las manos; no sentía nada extraño. Tampoco sentía el mismo peso de su cuerpo. Ni escuchaba su voz… nadie se acercaba a darle alguna explicación. Con marcada angustia giró sobre sus talones, para volver a encontrarse frente a otro ventanal. Otro paisaje surgió frente a sus ojos… Cascadas de aguas congeladas en su caída como en el lecho, más parecían el tiempo detenido en la pintura de un paisajista. Estáticos mares… lechos de nieve… escarcha, bruma, silencio… soledad… Recordó otra vez a su madre y una lágrima escapó de sus bellos ojos, nadie la escuchaba, nadie la libraría de aquel encierro… Volvió a sentarse sobre la cama, mientras los tules y las puntillas parecían cobrar vida invitándola a volver a dormir. (¡No!) Gritó en su silencio, quería encontrar la salida de aquel cuarto. Por breves momentos se mantuvo abstraída hasta que levantó la cabeza. ¿Qué era lo que ahora veían sus ojos?


Un largo pasillo surgió de la nada. Sin titubear, comenzó a caminar entre blancas paredes que parecían no tener fin. Ya estaba desanimada, cuando vio el salón con sus ventanales y sus sillones en una prolongación del blanco, hasta que pudo verlas. ¡No podía ser… esas dos señoras que cruzaban caminando eran su mamá y su abuela! ¿Cómo no la reconocían? (¡Mamá!¡Abuela!) Quiso gritar… A paso lento las dos mujeres continuaron su trayecto seguidas por Ágata, hasta comenzar a descender por una escalera. Vestían largos lienzos que apenas dejaban asomar sus abarcas sujetas a los tobillos. Sus cabellos eran tan blancos como sus cuerpos… Quiso tomarlas por los brazos inútilmente, se diluían como el agua en la tierra seca… (¡No se vayan… no me dejen sola…!) Intentó gritar en vano, cuando una pared invisible le cerró el paso. Después de unos instantes volvió a verlas. Las dos se internaban en un parque colmado de plantas con flores de nieve qué, como guirnaldas, surgían a su paso. Las vio detenerse y volverse a mirarla con una sonrisa. Fue en vano pretender retenerlas, la saludaron con un gesto de sus manos, para luego continuar un extraño camino…

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PÁGINA 49 Desazón, angustia… todo el dolor se unió para abatirla si su madre y la abuela la ignoraban en aquel encuentro. Abrumada, se dejó caer… Tendida sobre el suelo mullido emitió un grito de dolor antes que la envolviese la oscuridad. No supo cuando. En algún momento llegaron hasta ella susurros entreverados con tenues sonidos musicales. También un tintinear como de monedas de nacar mecidas por la brisa… Luego fueron risas ahogadas… cristalinas… vibraciones sutiles… aromas delicados… aromas… ¡qué dulces aromas…! ¿y esa brisa…? ¿era la brisa quien acariciába su sensible sentido de las cosas? Jazmines, nardos, rosas… ¡Ah! ¡Qué bellas y perfumadas eran las flores de su jardín! ¡Cómo admiraba sus formas perfectas… la gracia de sus pétalos…! Sintió que la serenidad volvía a su cuerpo. Alguien estaba acariciando su frente con ternura, con calidez… sólo debía entreabrir sus ojos para comprobar que era el sol que intentaba despertarla con sus rayos tibios… Lo recordó sobre sus manos cuando cosechaba los racimos de uvas en los viñedos. Vides… vides… algo le había dicho su papá cierta vez… sí… algo que ignoraba… en otros tiempos la gente se alimentaba con esas frutas perfectas y brillantes… con hortalizas… otras frutas también, muy ricas y saludables… ¡y su mamá! Ella le dijo a escondidas, “no sabes hija lo


exquisitos que son los jugos frutales…” -Mamá… papá… quiero uvas… uvas… -Buena señal, -dijo una voz conocida junto a ella, mientras intentaba abrir sus bellos ojos azules. -Jáfel… -¿Te sientes bien? -preguntó el ser. -¿Dónde… dónde me trajiste…? -Donde te prometí, estamos en el Valle de la Luna esperando… -¿En el valle…? ¡Ah! Estoy recostada sobre una de tus alas ¿verdad? -Sí, ¿estás cómoda? -Muy cómoda… ¿sábes? soñé mucho… vi a mamá, a mi abuela, y, -Ya sé que soñaste, tu mente vuela como pájaros sobre las montañas… no los tomes en cuenta, los sueños sueños son, ahora debemos esperar la nave, confía en mí… -No me dejes sola…


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CAPÍTULO 11 Había experimentado la sensación de haber volado sin tener alas, o dentro de una nave helicoptélica. Recorrió lugares conocidos apenas visibles en la oscuridad de la noche, hasta que se sintió flotar sobre la cúspide de la Base en la cima de la montaña. No dejó rincón externo sin revisar, comprobando que mucho no se había modificado la mole de piedra que era el Mercedario. Ya amanecía cuando resolvió regresar al pueblo. Su gente dormiría aún, pero era lo primero que debía atender. Resuelto, oprimió su mano donde Télesma permanecía aferrada a él pensando en su vecino Edmundo Durión, en su esposa y la pequeña hija de ambos. Ellos podían ayudarlo y tenía que apresurarse si quería llevar a buen término su arriesgado proyecto. -¡Máximo…! ¿Qué haces acá en mi cuarto? ¿por dónde anduviste? -preguntó sorprendido el hombre frente a su presencia, despertando a su mujer que dormía a su lado. -No se alarmen amigos, perdonen mi intromisión dentro de sus aposentos… traigo una larga y compleja historia para narrarles, esperen, primero me urgen otras cosas… -No te entiendo Máximo… -dijo Edmundo ya incorporado sobre el lecho junto a su esposa.


-Escuchen… debemos sacar a todas las jóvenes del valle si queremos salvarles la vida y sin demoras. -¿Qué…? ¿Qué dices…? -balbuceó desconcertado el amigo. -¿De qué hablas Max? ¿Acaso la muerte de Clementina afectó tu cerebro? -preguntó Odilia. -¡No sé como se te ocurre despertarnos diciendo disparates amigo! -Cálmate Edmundo y escúchenme por favor. León Finés y Basilius enviarán a sus oficiales a llevarse a todas las jovencitas para procrear una nueva humanidad hecha a su antojo. No les importa inmolar sus vidas si de una sacarán docenas de nuevos seres… -¿De dónde sacaste semejante disparate? ¿Dónde está Ágata? -Ella está a salvo. Ustedes, todos en el valle saben de los siniestros experimentos que realizan en la Base. ¿Piensan quedarse boquiabiertos viendo cuando se lleven a sus hijas? -¿Y cómo vamos a justificar que las niñas no están con nosotros? -preguntó Odilia. -No sé… díganles que se las tragó la tierra con el terremoto. -¡Te volviste loco Máximo! ¡Ellos están registrando nuestra charla a través de los malditos collares! ¡Nos estás


condenando amigo! -exclamó Durión extraviado de espanto.

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PÁGINA 51 -Tóquense el cuello. -Ordenó Máximo. -No… no lo tengo… -murmuró Edmundo. -Yo… yo tampoco… ¡Qué significa todo esto Meyer! -Tranquila Odilia, tú también Edmundo, se los quité cuando dormían para evitar este escándalo que me están haciendo. -Es insólito… como… ¿cómo lo hiciste? -preguntó el hombre. -Ya hablaremos sobre eso, el tiempo apremia. Tráiganme tres tablillas y un laser para escritura, escribiré en ellas una breve explicación y todos entenderán cuando las vean. Nos repartiremos el trabajo rápido y en silencio. -Por favor Máximo, quítaselo primero a mi hija… -suplicó Odilia. -Seguro, luego ustedes tres correrán a informarles a las familias. Yo esperaré a sus hijas bajo los cerezos para quitarles los collares a una por una. Todo se hará en silencio y luego ustedes las guiarán hasta la arboleda del Este. Tendrán que esperarme, tengo que terminar con las vidas de León y Basilius primero.


-¿Quéee…? ¡Repite lo que dijiste para reirme mejor! ¿Olvidaste que son sempiternos? -le dijo Edmundo mientras se vestía con el uniforme que usaban para cultivar el valle. -Necesito uno de tus trajes… -pidió Máximo obviando la pregunta. -¿Qué…? ¡Ah, sí! Me extrañó que anduvieses con esa túnica rotosa. -Es largo de explicar… -No importa, ya te lo alcanzo, no me parece bien que andes así… y… quiero decirte que siento mucho lo de Clementina… nadie se explica como pudo abrirse la tierra dentro de tu casa y… -Mejor no tocar más ese tema, dame el traje y las tablillas… usaré tu baño para lavarme y vestirme. -Lo desconozco. -dijo Edmundo a su mujer. -Yo también, pero con lo de los collares es más que suficiente para creer en él…

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PÁGINA 52 Todo se hizo con presteza. Los tres juntos entraron al cuarto de la hija de los Durión, Irenea, que dormía profundamente. Máximo pensó que la niña parecía un ángel, durmiendo tan serena. Su rostro delicado estaba aureolado por sus rojizos cabellos dispersos sobre la almohada. Sus brazos delgados, se extendían sobre el lecho como un ave abriendo sus alas, dispuesta a emprender vuelo liberada por el sueño. -Irenea despierta… hija… es hora ya… -susurró la madre viéndola desperezarse. No tardó en abrir sus grandes ojos tan verdes y cristalinos como las uvas del valle, luego vino el gesto de sorpresa al ver la comitiva rodeando su cama. ¿Qué hacía Máximo junto a sus padres gesticulando para que no hablara? ¿y esa tablilla…? Se enderezó para ver mejor. Esas palabras… ¿qué estaba sucediendo? Los miró sin entender mientras ellos le imponían silencio con un dedo sobre los labios. “No hables, te quitaré el collar.” Los miró desorbitada… los gestos continuaban como si hubiesen perdido la voz, pero ellos ya no portaban en sus cuellos los malditos collares. ¿Cómo podía ser? ¿Qué había sucedido mientras dormía? ¿Por qué no dejaban de gesticular…?


Iba a preguntar impulsada por su ansiedad, cuando su madre le tapó la boca con la mano. Odilia insistía con un “no” del movimiento de su cabeza, mientras Máximo se acercó apartando a sus padres imponiendo calma. Irenea lo vio transformarse frente a ella. Él cerró los ojos mientras extendiendo el brazo, tocaba con su mano el collar que oprimía su cuello. Su deseo se adentraba en TELESMA. Un ínfimo destello de luz se proyectó sobre el objetivo y el collar, de sustancias eritroxiláceas, comenzó a perder su tinte rojizo hasta comenzar a desvanecerse, para luego despedir el micro transmisor convertido en minúsculas partículas de polvo. -Ya está, -fueron las palabras de Máximo mientras sus amigos lo miraban atónitos. -Hablen todo lo que quieran ahora… Después de escucharlo la familia Durión se abrazó entre lágrimas. Sus insistentes preguntas alteraron al hombre, que salió de la habitación. Convencidos de su insólito poder, resolvieron seguirlo y acatar sus órdenes, cada cual visitaría a sus vecinos con el mensaje escrito sobre las tablillas. Mientras se encaminaban hacia su misión, Máximo se desvanecía en el aire dejándolos consternados.

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PÁGINA 53 Casa por casa fueron convenciendo a las familias, que por lógica, dudaban de la veracidad de su mensaje. Al fin, con grandes esfuerzos fueron convenciéndolos para que dejaran a las niñas en sus manos, emprendiendo la marcha hacia el predio de los cerezos entre lágrimas contenidas, y un morboso silencio… -¿Habrá llegado Máximo? -preguntó Odilia a su esposo mientras divisaba la arboleda. -Eso espero… con esa forma de aparecer y desaparecer me desconcierta… ¿cuánto tiempo nos tendrá esperando? Escribiré en la tablilla ordenándoles a las niñas estricto silencio, corremos mucho peligro… -Si no vuelve nos quiero ver… -objetó la mujer. -Tranquilos… estoy detrás de ustedes. -¡Máximo! ¡Temimos tanto…! -Exclamaron los Durión. -Cálmense y sigan ayudándome. Tienen que mantener a las niñas calladas y les costará bastante, pero no quiero escuchar una sola palabra mientras les quito los collares, ¿estamos? diciendo esto, hicieron que las niñas formasen un círculo lleno de ansiedad, mientras Máximo cumplía con su tarea.


Al desintegrar el último de los collares, la emoción contenida dio rienda suelta entre risas, abrazos y lágrimas de felicidad. Por primera vez en sus vidas eran libres de decir lo que quisieran sin temor a ser sancionadas. Pasado el primer momento, los Durión las indujeron a serenarse, para escuchar las indicaciones de Máximo a seguir. -… y por último, quiero que sepan que mi intención es llevarlas hasta la Montaña Vedada… -Ese… es… es lugar… prohibido… -dijo temerosa una de las niñas. -Ya no lo será. Cuando lleguen les pertenecerá y Edmundo y Odilia se quederán con ustedes para enseñarles a subsistir hasta que la Base sea destruída. -¿Y qué será de nuestros padres? -preguntó otra. -¿Quién nos proverá del elixir? -agregó la hermosa Perlea. -Vayamos por parte, -determinó Máximo. -Sus padres seguirán con sus costumbres demostrando ignorar qué sucedió con ustedes. En cuanto al elixir… Edmundo y Odilia las instruirán para que se alimenten a la antigua. Tendrán una experiencia maravillosa… -¿No será mejor quedarnos aquí? – insistió Perlea. -Vine a salvarles la vida pequeña, no para que los oficiales las


encuentren en los alrededores de sus casas, marchemos…

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PÁGINA 54 Edmundo miró a su amigo más desconcertado aún. ¿Estaba seguro este hombre de lo que hacía? -Si lo notaste estamos entregados a ti Máximo, de todos modos no termino de entenderte… no sé de donde te viene esta idea de llevarnos a no imagino que lugar… -Lo leí en un antiguo libro que tenía mi abuelo. Cierto día me descubrió leyéndolo mi padre, me lo quitó y lo enterró en el jardín de la casa. Me dijo que si me encontraban con esa clase de libros nos matarían a todos y me exigió silencio… sucedió que lo había leído completo, lo volví a releer porque me intrigaba, y me quedó grabado en la mente. Hay un paraíso donde los llevo, lo sé, será una sorpresa también para mí. -¿Estás diciendo que nos llevarás a un lugar que ni tú conoces? ¿Que sólo lo viste en un libro antiguo? ¡Es un disparate Máximo! ¡Creo que te has vuelto loco! -Eres duro de entendimiento Edmundo… siempre te conformaste con lo que está bajo tus narices… creo que me equivoqué contigo, era mejor dejarte puesto el collar del silencio, al menos te tendría callado y dejarías de molestar… no hables más y camina por favor… Apabullado por la serena actitud decidida del amigo, bajó su


cabeza siguiendo con la caravana de mujeres. Al frente, Máximo los conducía por un sendero escondido que muchas veces había investigado, sin que nadie supiera lo que tenía en mente. -Llegamos al límite, -anunció después de haber andado varias horas. -¿Al límite de qué? -le preguntó Edmundo que venía a la carrera custodiando la fila de jovencitas. -Al límite del primer itinerario, -respondió Máximo. -¡Já! ¡Así que este es tu paraíso! ¿Me ves cara de tonto tú? ¡Estamos al pie de un cerro árido con un montón de niñas desfallecientes amigo!!! -¿Por qué no te callas? ¿no ves que las estás intimidando? Ven sígueme, trata de poner una sonrisa en tu fea cara, vamos. -¡Fea cara…! ¡Qué sarta de disparates me estás haciendo hacer y quieres que sonría infeliz! No sé como no me pego la vuelta con quienes quieran seguirme…

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PÁGINA 55 Entre las protestas de Edmundo Durión y los retos de Máximo Meyer, continuaron trepando por áridos peñascos. Fue entonces cuando semi oculta, apareció la entrada a una enorme gruta. Desconcertado, Durión miró a su amigo en muda pregunta, para luego volver a increparlo. -¿Cómo supiste de esta cueva? -Ya te lo dije, lo leí en un viejo libro… -No entiendo como pude creerte. ¡Qué nos espera aquí con todas estas chicas y sin el elixir! -Terco y corto de vista eres hombre, – dijo Meyer subiendo a una roca y alzando los brazos. -¿Por qué discutían Edmundo? -preguntó Odilia acercándose a su esposo. -¡Nada mujer! Creo que estamos todos locos… -Será mejor que te controles, las niñas están comenzando a asustarse, veamos que nos quiere decir nuestro amigo… -Junta a las niñas Odilia, voy a decirles algo a todos…


-Está bien Máximo, ya me encargo… Sin pérdidas de tiempo todo el grupo se acomodó alrededor de su guía dispuestos a escucharlo. Erguido cuan alto era, Máximo comenzó diciendo… -Quiero que sepan que entiendo sus miedos, su cansancio y vuestra preocupación. Les ruego que confíen en mí. Sé que están pensando que este lugar es sólo otro maciso cordillerano, pero no es así, les aseguro que se sorprenderán. Detrás de estas rocas se encuentra el paraíso en la tierra. El Edén prometido, la gloria, ¡la paz y la felicidad eternas! -¡Estás loco Máximo! -Exclamó Edmundo al borde de la histeria, mientras su mujer intentaba calmarlo. -Niñas… les ruego que confíen en mí… nadie sufrirá… Edmundo será el primero en arrepentirse por haber dudado; síganme y sean pacientes, ¿de acuerdo? -¡Yo quiero a mis padres! ¿Por qué Irenea está con los suyos y nosotras no? -¡Tiene razón Solange! Ella está con sus padres mientras los nuestros quedaron en el valle… ¿por qué? -protestó otra de las jóvenes. -Les ruego que se calmen… el temor y la desconfianza empeorará las cosas. Les repito por última vez, que las que


corrían serio peligro eran ustedes, no sus familias. Edmundo y Odilia están para ayudar. Les prometo que luego veré como traer a vuestros parientes… -Te seguiremos Máximo, -dijo Solange, -pero es justo querer saber sobre ellos, qué será de las niñas pequeñas que quedaron allá, qué les espera a los jóvenes…

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PÁGINA 56 -León y Basilius tienen la mira puesta en niñas entre catorce y dieciocho años, las más pequeñas no son las indicadas para sus experimentos. En cuanto a los jóvenes varones… ya están al resguardo en la Gruta Madre. Vuelvo a repetirlo, el peligro está en ustedes… si las capturan les esperan horribles sufrimientos… ¡Entiendan de una vez por todas! -¡Él quiere salvarlas niñas! -gritó Odilia conmovida por las palabras del amigo. -¡Obedezcan… razonen…! -Contéstame porqué Ágata no está con él y nosotros, -preguntó Perlea, en una desconfianza obstinada. -Mi hija ya está a salvo, -respondió el hombre, -nadie debe preocuparse por ella… ¡si hago esto es para evitarles a ustedes el martirio que los de la Base les tienen preparado! Les hago una pregunta… ¿les gustaría que les engendren decenas de hijos cada tres meses? ¿que cuando ya no les sirvan las desmenucen para experimentos? -¡Qué espanto!!! -Fue la exclamación general. Apenado por sentirse incomprendido, Máximo se sentó sobre una roca sosteniendo su cabeza entre sus manos. Al entrar Telesma en contacto con su frente, comenzó a transferirle su energía reflejando destellos dorados, que se desprendían con


suavidad del cuerpo del hombre. -¡Miren! -exclamó Odilia sorprendida, mientras les sucedía lo mismo a las demás. Máximo estaba aureolado de una luz sobrenatural y desconocida. Habían quedado inmóviles contemplando. El ulular del viento era el único murmullo… Saliendo de su trance, Máximo levantó los ojos pensando que se habían marchado y no, estaban ahí postradas a sus pies mirándolo extasiadas. ¿Qué les sucedía ahora? se preguntó desorientado hasta que observó sus propias manos, la luz de Telesma mostraba su poder… lentamente fue incorporándose para volver a hablarles… -Levántense… ¿van a seguirme…? Sin responder una sola palabra, todo el grupo se dispuso a continuar tras su lider y así, fueron penetrando en la oscura caverna…

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PÁGINA 57 Ya dentro de la caverna, comenzaron a recorrer intrincados pasajes entre la piedra viva. Telesma alumbraba desde las manos de Máximo la oscuridad interior, sin que nadie osara preguntarle como. Caminaban apretujadas cuidadas por los padres de Irenea, descendiendo hacia profundidades insospechadas en un angustiado silencio. Después de andar sin descanso llegaron a una pequeña planicie, donde Máximo les ordenó detenerse. No tuvo que repetir dos veces sus palabras, que todos se postraron sobre el árido suelo. Concentrado en sus poderes, hizo que entraran en un profundo letargo… Una sonrisa se esbozó en su rostro. Al fin la odisea de aquel descenso llegaba a su fin. Nunca sabrían como habían entrado a ese mundo prometido. Con un gesto de sus manos el grupo fue saliendo del trance hipnótico, donde no tenía cabida lo que surgía frente a sus ojos. -¿Qué… qué es… esto…? – le preguntó Edmundo a su esposa que como todas, estaba muda de asombro. Tan límpido como un cristal, un inmenso lago reflejaba la serenidad de su cielo. A sus orillas, bellos árboles colmados de frutos coloridos enlazaban sus aromas, con mil flores esparcidas sobre verdes gramíneas. Completando el paisaje,


siete pequeños soles se mecían en la bóveda celeste acompañados por miles de avecillas de hermosos plumajes, que deleitaban los oídos con sus trinos melodiosos. -¡Cuanta belleza…! -Exclamó una de las niñas. -Esto parece un sueño… -Maravilloso… increíble… Así, con adjetivos que brotaban espontaneos de sus bocas, admiraron el oasis que se extendía frente a ellas… -¡Criaturas! ¡Cumplí con lo prometido! ¡Esta es la Morada Edénica de la montaña vedada! ¡Es vuestra! ¡Disfrútenla! – Exclamó Máximo muy emocionado. -No puedo creer lo que estoy viendo… -dijo Edmundo, -me parece estar viviendo un sueño… -Es cierto, eso parece pero no lo es. Fíjate, la graminea es tan mullida que invita a reposar sobre ella… ¿y el lago? ¿observaste el lago? Ven… toca sus aguas… son tibias… límpidas… mira la vertiente… beberán de esas aguas…

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PÁGINA 58 Siempre negativo, Edmundo no pudo contener la pregunta inapropiada. -Sí claro… pero como sobreviviremos sin el elixir… -De hoy en más los frutos serán su alimento… -Pero ¿cómo? nadie está acostumbrado… -¿Cómo…? ven y observa… -dijo Máximo acercándose a un manzano, arrancando una preciosa fruta tan roja como la sangre. -Es hermosa ¿verdad? tan hermosa y perfumada que da pena haberla arrancado del árbol… pero… deben saber que las frutas son el alimento ideal para el ser humano. La madre naturaleza puso a nuestra disposición todo tipo de frutas, observen… ahí tenemos naranjos, cerezos, peras, uvas… tantas tantas frutas deliciosas y saludables… ya sé, ya lo sé… nunca supieron que eran para alimentarse… todos debimos someternos a la gota de elixir y el agua, que para nuestra supervivencia, no nos fue prohibida… Fuimos víctimas de sus experimentos… ¡no! ¡no es así como debe alimentarse la raza humana! Ahí tienen… por eso nos quitaron todo tipo de libros, les negaron la cultura… ¡Fui afortunado en encontrar los libros de mi abuelo y leerlos a escondidas! Ellos cocinaban ricas comidas, almorzaban y cenaban sentados junto a sus mesas entre la alegría familiar… después surgió León y su poderío…


Prefiero no recordarlo ahora… Aprenderán a alimentarse como lo hacían nuestros antepasados… despacito… en pequeñas cantidades para no dañar sus pequeños estómagos… tienen que masticar mucho cada bocado que cortarán con sus propios dientes conociendo sus sabores, sus dulzuras, ingiriendo sus nutrientes naturales… Todos los ojos estaban clavados en Máximo qué, con la manzana en su mano como un trofeo, les daba una lección más de confianza y vida. -Edmundo y Odilia les enseñarán como alimentarse, ¿supongo que algo recuerdan de sus abuelos, verdad? -Sí Max, algo… no será fácil todo esto… -dijo el amigo siempre dubitativo. En el acto cada niña eligió su fruta. La reacción al probarlas fue de felicidad, mientras jugaron riendo hasta caer rendidas sobre las mullidas praderas.

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PÁGINA 59 Máximo las observó feliz por aquello que creyó no poder lograr, y hubiese querido compartir con su propia hija. Una difícil misión le quedaba por cumplir y ya era tiempo de seguir con su deber. -Tengo que partir amigos, ellas y ustedes estarán seguros aquí, no puedo dilatar más lo que me espera por hacer… -¿Qué dices Máximo? ¿Adónde crees que irás? -le preguntó intranquilo Edmundo Durión. -No más preguntas amigo, piensa en lo que logramos… les salvamos la vida, ¿te parece poco? -Por supuesto que no… pero ¿por qué dices que te vas? -Tengo que destruir la Base con el maléfico León Finés y el sádico Basilius de una vez por todas. Si el valle volviese a la normalidad regresaré por ustedes, o traeré a las familias para que vivan en comunidad. Gobierna en paz y con sabiduría Edmundo… -Me angustia escucharte decir esas cosas… lo sucedido supera mi entender… llévame contigo para ayudarte al menos, Odilia puede arreglarse sola con las niñas…


-Gracias amigo, sería una injusta inmolación de tu parte porque careces de los poderes que me fueron concedidos y no puedo pasártelos… -No hace falta que me expliques sobre tus poderes con lo que te vi hacer… además… esa luz que mana de ti… sí, me gustaría saber como lograste este cambio… cómo hiciste para quitarnos los malditos collares… igual… te estaré por siempre agradecido… -Lo que importa es que sepas cuanto los aprecio Edmundo, tal vez algún día disfrutemos juntos de este edén… mira… Odilia se durmió junto a vuestra hija… mejor, me costaría despedirme de ellas, adiós amigo… volveré… Tras sus últimas palabras Máximo abrazó a su amigo sin poder contener las lágrimas. Su incierto futuro se desplomaba sobre su ya castigada vida, mas no podía volverse atrás. Telesma se estremeció en su ser… atónito, Edmundo lo vio desaparecer delante suyo. xxxxxxxxxxxxx 59

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CAPÍTULO 12 Pensativo y desvelado dio unos pasos por su despacho, abandonando los controles de Intermundo que nada nuevo le aportaban. No lograba entender porqué cada vez dormía menos. No sentía la necesidad de continuar con sus investigaciones inculcadas por León, en pos de la vida eterna. No podía dormir… menos ponerse a investigar. Por instantes cabeceaba sentado en su lujoso sillón, dormitando como si cayese en un profundo pozo, para luego despertar sobresaltado. Los libros de anatomía, leídos tantas veces y plasmados en su mente, no le agregaban nada positivo para lo que consideraba una enfermedad. (Estoy seguro que esto se debe a un error en la manipulación de mis genes antes de yo nacer… no sé porqué no me atrevo a consultarle… Algo advierte que no anda bien en mí… no quiero entregarme a sus experimentos…) Pensó Basilius con los ojos perdidos en un vacío total. (¿Qué hay sobre eso de los sentimientos? Sé que existen… pero no los conozco… no tengo sensaciones… sólo puedo pensar, ordenar… razonar… vivo bajo la autoridad del anciano que pretende hacerme creer que soy quien manda, mientras el que lo determina todo es él… no logro entender mi vida… para qué vivo…) (Quiero mi historia natal… sé que León la tiene oculta en alguno de sus lugares secretos… no veo otra cosa que un estado vegetativo en mí… ¿por qué nunca me permite entrar a su computadora? ¿qué


secretos esconde? me tuvo cincuenta años leyendo libros de matemáticas, tecnología, ciencias… ¿existen otras lecturas?) Eran sus dubitaciones continuas. Basilius recordó aquello del brindis, reconociendo que como ignoraba eso, no sabía sobre muchas otras cosas y no era dueño de su libre albedrío. León había digitado su vida desde siempre. Los alimentos, su ropa, sus libros… y hasta sus horas de descanso. No le era permitido cruzar palabra con nadie, ni recorrer solo la Base… Fue entonces que aconteció la catástrofe, el sismo reiterado en la ciudad sanjuanina… la desaparición de los pueblos bajo las aguas… la pérdida de aquellos seres clonados tan perfectos tragados por los abismos… Absorto en sus pensamientos recordó a los mutantes. (¿Despojos humanos…? ¿errores de clonación o experimentos demenciales…?) No entendió el estertor que corrió por su cuerpo. Luego fue un vértigo que le obligó a reposar… pasado el trance, sirvió una copa del nectar que siempre estaba a su mano. ¿Sería él su experimento cumbre?

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Si lo deseas puedes ir a la web para ver el capítulo online, votarlo o añadir un comentario CAPÍTULO 12


PÁGINA 61 Basilius sacudió su cabeza como buscando desprenderse de sus oscuros pensamientos. Sólo le quedaba dirigirse hacia el solarium como una alternativa en busca de relax. La piscina de cálidas aguas termales estaba a su entera disposición, cuantas veces quisiera disponer de ella. Caminó hacia el recinto apenas iluminado por lo avanzado de la noche; la luna llena se reflejaba sobre la quietud de las aguas, atravesando los cristales que en forma de cúpula, cerraban el amplio espacio de la inclemencia del frío en las alturas del cerro. Dispuesto a desvestirse, volvió a sentir aquel fuerte dolor en la nuca y el vértigo que lo hizo tambalear. Uno de los divanes próximos a la piscina lo recibió en el trance y permaneció inmóvil hasta que el malestar cediera. En su mente algo le decía que sumergirse en las aguas lo volvería a la normalidad y se quitó las ropas, hasta quedar con su cuerpo blanco y lampiño como el de una criatura, excento de pudores. Sentado sobre el borde marmolado y ambarino de la fuente, nada lo asemejaba al soberbio general Basilius siempre vestido en oro recamado en piedras preciosas. Tampoco aparentaba sus cincuenta años, cuando su semblante decaído por el malestar, mostraba en él un rostro casi aniñado. Se dejó deslizar entre las tibias aguas a la espera que el


líquido elemento lo sedase en cuerpo y mente. Buscando relajarse se dejó flotar de cara a la luna más allá de los cristales de la cúpula, pero los fantasmas ya eran obsesión. Como en un capricho morboso veía desfilar a los seres clonados salir del laboratorio de León, a los mutantes o clonados defectuosos, retorcerse entre la inmundicia de los subsuelos, a los oficiales robotizados, a la gente del valle que no conocía… todo parecía acosarlo como en un castigo impiadoso… Luego surgió la figura del anciano señalándole el paso a seguir… ¿Qué le afectaba tanto…? ¿Su figura adusta, autoritaria, misteriosa? No supo como, pero algo se estremeció en su interior… No lograba entender… tal vez la visita a los mutantes lo había perturbado… sí… tal vez eso lo había perturbado, siendo él, imperturbable. Y volvieron a su mente las preguntas sobre su origen… ¿Había existido una madre para él…? ¿y un padre…? Un torbellino de pensamientos lo enredaron en un nombre, aquel que usaran para abrir con la llave de oro: Federichia… (¿Qué me sucede con ese nombre…?) Pensó estremecido, mientras resolvía exigirle a León su mapa genético.

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PÁGINA 62 En un impulso por querer desprenderse de tantas incógnitas, Basilius se sumergió como un blanco delfín tocando lo profundo de la piscina. Fue entonces que recrudeció el dolor, el espasmo, la falta de aire… Se preguntó que era eso que le estaba sucediendo, en un esfuerzo por salir del agua. Convulsionado, se aferró como pudo al borde de la piscina temiendo rodar en el intento. Con sus últimas fuerzas se arrastró hacia el diván cubriéndose con la bata qué, prolija, permanecía en el lugar de siempre junto al control para llamar a su sirviente robotizado. En cuestión de minutos el comandante Finés se encontraba a su lado, alertado por el sirviente. Basilius alcanzó a escuchar que daba órdenes para que lo condujesen al laboratorio GEN 3, donde nadie que no fueran ellos dos tenía acceso. -Oficial B7 -dijo el anciano deteniéndose a las puertas del lugar, -tú y B11 permanecerán custodiando. Nadie puede entrar, es una orden. Con Basilius sobre el Triklinion Kiklos que lo transportaba, León se introdujo en el aséptico laboratorio pasando primero por el compartimiento de desinfección. Oprimiendo botones de comando, puso en actividad a los robots que permanecían en el interior, para que lo ayudasen a tender a su protegido sobre una tarima, mientras no cesaba de proferir alaridos de dolor.


-Ten paciencia Basilius, con el explorador encontraré en segundos lo que te produce tanto dolor… te calmaré enseguida… Sin fuerzas para resistirse, Basilius sintió como el inyector “Balsamon” penetraba en sus cervicales. El dolor cesaba… Agotado, entrecerró sus ojos azules queriendo dormir… -No tienes que dormirte ahora, -le ordenó León. -Déjame… lo deseaba y no podía… ahora tengo mucho sueño… -Si estabas así porqué no me avisaste, -le recriminó el anciano. -No le dí importancia… pensé que la piscina me relajaría y fue peor… -murmuró con un hilo de voz. -¡No te duermas Basilius! ¡Es una orden! -Le gritó León.

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PÁGINA 63 Obnubilado, Basilius pedía por favor lo dejase dormir… -Si te duermes te repetirá el espasmo y será peor, urge que te explore con el “Antia Magnetic”y debes permanecer despierto. Luego descansarás… Basilius recordó ese explorador usado en los cuerpos de algunos que luego quedaron como mutantes. Con dicho explorador se podían detectar anomalías sin producir dolor, por lo que dejó de resistirse. Sin dilaciones, un rayo magnetométrico iluminó su cuerpo detectando su genoma y la causa de su dolencia. -Ya está, -dijo León, -puedes dormir si quieres… De inmediato dos de los robots lo transportaron a una cama mullida y tibia que se encontraba en el lugar. Al fin sintió que podía relajarse y olvidar todo aquel meollo que se había instalado en su mente momentos antes. Iba entrecerrando sus ojos cuando advirtió que León, a su lado, lo observaba fijamente. -Qué… qué… me… sucedió… – balbuceó apenas. -No te preocupes, nada grave pero tendré que hacerte una intervención quirúrgica para evitar repeticiones de ese


espasmo. -In… ¿intervención…? -Es inevitable, estoy seguro que el cataclismo produjo una disfunción en tu cerebro… -¿Qué? -preguntó Basilius reaccionando. -Intervención… disfunción… ¡habla claro León! No vas a tocarme sin darme toda clase de explicaciones. Tengo miedo… mucho miedo… yo… yo… ¿por qué? ¿por qué…? Yo no sabía que era sentir miedo… y ahora… esto que siento… ¡No y no! ¡Déjame en paz! ¡Vete de aquí y tráeme mi mapa genético! ¡Me investigaré solo! ¡No quiero que vuelvas a tocarme!!! -Basta Basilius, -dijo el anciano con calma, -tienes que decansar y calmarte si no quieres que se repitan los dolores… -¿Vas a dejarme solo aquí…? -¿No me pediste eso acaso? -Sí… pero… -Escucha, ya es tarde y yo necesito dormir y estar lúcido si quiero reparar el desperfecto que te aqueja. -¡Al fin no me aclaraste que es lo que me pasa! ¡Habla te ordeno!


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PÁGINA 64 -Tú no estás en condiciones de ordenar nada. Yo soy tu superior, el que rige la vida de todos los que habitan mis dominios. ¡Basta! Ya no quiero discutir. -León… respeto tu jerarquía… lo que me diste… pero no te abuses porque estoy en inferioridad de condiciones… tengo derecho a saber qué me está pasando… -De acuerdo. Si así lo quieres te contaré. Cuando eras niño conecté un micro chips para aumentar al máximo el desarrollo de tu cerebro, te quería super inteligente… pasa que se ha desprendido… Si quieres seguir con tu vida como antes tengo que abrirte el cráneo y reinstalarlo o colocar otro si está dañado. Eso es todo. -¿Eso es todo…? -preguntó Basilius debilitado pero lúcido, ¿hablas de abrirme la cabeza como si fuese la página de un libro? -¡Qué pésimo razonamiento! Estás trastocado y neurótico. -Le contestó León mientras extraía de un cofre un poderoso soporífero. -¡No me hables así y no me vuelvas la espalda! -¿Qué quieres ahora? me estás cansando.


-Confiesa… por ese micro chips perdí la facultad de sentir, ¿verdad? ¡Mírame y contéstame! -Sí… entre otras cosas… – le respondió León Finés sin mirarlo. -¡Ah, claro! ¡Entre otras cosas…! ¿Cuántas cosas ignoro sobre mi persona? ¡No!!! ¡En estos momentos me siento muy enojado! ¡Nunca supe que era estar enojado! ¡Ahora lo estoy y me gusta! ¡Quiero sentir como sienten los humanos hombre! -Gritó Basilius tratando de incorporarse en el lecho. Un gemido de impotencia brotó de su boca cuando su cuerpo no respondió a sus deseos. Estaba tieso como una tabla y hasta su boca comenzaba a paralizarse. -El desprendimiento del chips afectó tu médula espinal Basilius… calmé el dolor pero estás paralizado. Voy a inyectarte para que duermas… cuando despiertes volverás a la normalidad… -¡No te atrevas! ¡Quiero sentiiiir!!! ¡Quiero saber que es sufrir para luego saber que es ser feliz! Entiéndeme anciano… si la felicidad, el amor, la alegría, son tan fuertes como el dolor que sufrí, quiero conocer el dolor para lograr dormirme feliz… quiero tener sentimientos, no ser un autómata… ¡Dame lo que me robaste! ¡Llama a los oficiales! -No seas iluso, quedaste loco… que lamentable… sólo yo


puedo ayudarte y esta inyección te aplacará…

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PÁGINA 65 -¡DETENTE!!! Una voz sonora a sus espaldas los sobresaltó. Los ojos incrédulos de Basilius giraron como el cuerpo de León, que a su lado, se disponía a inyectarlo. Desorientados, vieron frente a ellos como se corporizaba la figura del fugitivo que suponían perdido y muerto en la montaña. -¡Máximo! -Exclamó León estupefacto por su insólita aparición. -Máximo… -repitió Basilius debilmente. -No esperaba que me recordaras Basilius. Pasaron veinte largos años desde que abandoné mis estudios en la Base y ni me mirabas. -Te vi cuando te trajeron junto a tu hija… ¡Sálvame Máximo! ¡No permitas que este hombre siga manipulando mi ser…! ¡Quiero ser humano como tú! -¡Cállate! -Le ordenó León con furia. -¡Ayúdame, ayúdame Máximo! -Suplicó Basilius. -¡Dije que te calles! -Repitió el anciano mientras llamaba a sus


oficiales. -Que burla, ¿verdad? -dijo Máximo Meyer mirando con desprecio al comandante Finés. -Al fin resultó que Basilius es mi hermano por parte de madre… -¡Qué dices insensato! ¡Oficiales! ¡Apresen a este intruso! -No te desgañites gritando León, tus oficiales tienen prohibido entrar a este laboratorio y tus robots… bueno… míralos, me resultó fácil desprogramarlos… lo siento, ¡jajajajajá! ¡Llegó tu hora de ser el perdedor maldito! -¿Olvidaste la fuerza que poseo imbécil? ¡Voy a hacerte polvo!!! -Gritó al tiempo que se abalanzaba sobre Máximo, que emitió su deseo de hacerse invisible a Telesma, desapareciendo y volviendo a materializarse junto a Basilius. -Oye… tú… tú y yo… ¿somos hermanos? -le preguntó el enfermo sin terminar de comprender. -Acabo de enterarme… Vengo de revisar los archivos de este señor y ni yo puedo creer lo que te estoy diciendo…

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PÁGINA 66 -¡Cuidado Máximo, viene sobre ti! -¡Ni se te ocurra León! -Gritó paralizándolo con la energía de Telesma. -¡Suéltame insensato! – protestó furioso el anciano. -¿Recuerdas a Federichia León? -le preguntó mientras el hombre se retorcía en su apriete invisible a los ojos. -¿Qué está pasando?¿qué dices Máximo?¿qué sabes tú sobre ese nombre…? -le preguntó Basilius recordando la contraseña para abrir el cofre de la llave de oro. -¡Calla, calla!!! – exigió el anciano dirigiéndose a Máximo. ¡Tengo que salvar su vida y tú apareces como fantasma para arruinarlo todo! ¡Qué artilugio chabacano usaste para inmovilizarme! ¡Suéltame y dejaré que te marches brujo infernal!!! -Qué coraje… gritas improperios en mi contra cuando tú tienes a miles de seres calcinándose en los hornos de los subsuelos… ¡Dí cuántos experimentos funestos tienes en tu haber! ¡Confiésalo! ¿Por qué usaste a mi madre para concebir a Basilius y luego se lo quitaste convirtiéndolo en tu esclavo favorito?


-¡Muérete maldito! -vociferó León al sentirse descubierto. -Difícil… no podrás acallar mi verdad… él y yo somos medio hermanos… tú no eres un clonado Basilius, eres hijo de mi madre y este hombre que la secuestró para embarazarla violándola. Después de nacer tú la arrojó al valle sin lengua para que no pudiese contarle a nadie su desgracia… por diez largos meses su familia se desesperó buscándola, ella y mi padre se amaban desde niños… me costó asumirlo cuando lo supe, mi padre la recibió con todo su amor y formaron su hogar de quienes nací yo… ¡Acabo de enterarme en sus archivos que él los mandó matar! ¡Asesinó a toda mi familia y a los ancianos del valle, para luego traerme a la Base y hacerme su siervo! Pero no pudiste conmigo, ¿verdad comandante Finés? Yo era la oveja negra, el super inteligente sin tus manipulaciones ¿no? ¿Sábes Basilius? Lo cansé con mis huídas y al fin me dejó vivir en el valle… nos puso un collar detector y me hizo castrar después que nació mi hija… ¡Asesino! ¡Quisiste someterla a tus macabros experimentos! ¡Pobre viejo iluso si creiste que ya estábamos muertos en medio de la montaña! ¡Sobrevivimos! ¡Aquí me ves! ¡Así parezca más viejo que mi hermano soy fuerte y sano León! ¡Vámos! ¡Cuéntale a Basilius que experimento hiciste con él!

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PÁGINA 67 -¡Cierra tu maldita boca ignorante! -Vociferó León convulsionado por el nefasto trance. -¡Ayúdame Máximo! -Gimió Basilius muy debilitado. -Si lo sabes dime tú cual es el mal que estoy padeciendo… -Apenas si pasaron unos minutos desde que terminé de leer sus archivos… sus experimentos con humanos… creo que tú fuiste un privilegiado, así no entienda como sobreviviste a su siniestra intervención. -¿Qué…?¿Qué me hizo…? -A pocos días de tú nacer atravesó tu fontanela entre la parte frontal de la cabeza y los parietales, insertando uno de sus micro chips en tu cerebro. Quería que fueses el hombre más inteligente y frío de su reino, te privó de sensaciones y sentimientos… ignoro que te sucede en estos momentos… -Él me dijo que el chips se desplazó… quiere reincertarlo con cirugía… ¡no quiero! No deseo ser como antes… quiero ser un hombre como tú así tenga que sufrir… porque conoceré que es ser feliz también… deseo saber que es emocionarse, amar… ayúdame… Las palabras entrecortadas de Basilius, su estado de


postración, su palidez mortal, conmovieron a Máximo que en un gesto piadoso tomó su mano. -Yo no soy científico… él y sus secuaces guardan los conocimientos magistrales en cirugías convencionales antiguas y actuales… -Haz algo por mí Máximo… siento que estoy muriendo… -No…no hables así…algo debe de haber para reparar el daño que sufres… Parado frente a León, Máximo lo encaró con su mirada austera. Sus ojos tan azules como los de su hermano moribundo, despedían dardos envenenados contra el anciano asesino de toda su familia y tantos otros. Había ultrajado el organismo de Basilius en la edad más indefensa de la vida, para someterlo a sus bajos instintos. Un pueblo inocente vivía dominado por sus insaciables ambiciones; el miedo, las privaciones, el abuso… todo desfiló por su mente en un segundo. -¡No, no, no…! ¡Ni lo sueñes que voy a destrabarte! ¡Cuánto más me insultes más te oprimiré! ¡Si Basilius te importa dime como solucionar su padecer! ¡Habla anciano!

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PÁGINA 68 Por momentos, el silencio sólo fue interrumpido por el sonido de sus alteradas respiraciones. Con el ceño fruncido bajo los blancos cabellos que caían sobre su frente, León volvió con sus improperios contra Máximo. -Debí matarte junto a tu familia aquella vez… – masculló entre dientes. -¡Habla en voz alta viejo! ¡Tanto tienes que pensar! ¡Habla que el tiempo se escurre como agua entre los dedos y es la vida de tu hijo la que está en peligro! -¡Está bien! El procedimiento es de riesgo después de cincuenta años… los estudios recientes muestran un desprendimiento repentino… y… lo más probable es que el chips se encuentre alojado en su médula espinal… -¿Qué riesgos corre? -preguntó Máximo impacientándose. -Parálisis total o… -¡O qué…! -Muerte cerebral… -¡Qué disparate! ¿Y tú eres el genio universal del elixir de la


vida eterna? ¡Inventa rápido una solución positiva viejo! ¡Urgente! -¡Prefiero verlo muerto que aliado a ti renegado! -Le enrostró Finés. -¡Viejo insano! ¡Te arrojaré con los mutantes para que te devoren, ya lo verás! -¡No hagas alardes mojigato! ¡No saldrás con vida de aquí! ¡Mis oficiales tienen orden de apresarte y tu fin sí será terrible! -Te quedarás con las ganas malvado… -Máximo… Má… Volvió sus ojos hacia el lugar donde Basilius se hallaba acostado, y ver su rostro lívido lo perturbó más aún. ¿Qué podía hacer por él? Así nunca hubiese sentido simpatía alguna, saber que llevaba la sangre de su propia madre lo conmovió. Un sudor frío corría por la frente del enfermo y su respiración era agitada… (Qué forma de encontrarte hermano…) pensó contrito, sin atreverse a resolver el mal trance.

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PÁGINA 69 La vida de Basilius se extinguía… su mirada le transmitía más que todas las súplicas, como a sabiendas que él, sólo él podía salvarlo. -Me queda algo por intentar Basilius… ignoro si resultará… Telesma me dio sobradas pruebas de poder… espero no me falle contigo… Sus miradas se cruzaron en mudo entendimiento. Resuelto, Máximo concentró su deseo en la estrella que se cobijaba en el hueco de su mano, después de colocar a su hermano boca abajo sobre la cama. Sin dilaciones, apoyó a Telesma sobre el tercer disco de la columna vertebral del moribundo, imponiendo con su mente su deseo de liberarlo del micro chips que estaba terminando con su vida. (Por favor quítaselo), pensó entregando sus propias energías en el hecho. El impacto de un tirabuzón corriendo desde su nuca estremeció a Basilius repercutiendo en Máximo. Telesma apenas titilaba en su mano… Un diminuto objeto saltó por la boca del enfermo rodando al piso, donde se desintegró por completo. -Me… me siento bien… ¡me siento bien Máximo! ¡Me salvaste la vida! ¿Cómo pudiste? ¿Qué fue lo que me hiciste? ¡Me estaba muriendo y me salvaste! ¡Mira… puedo sentarme… moverme…! ¡Sí, sí! ¡Fantástico Máximo! Pero… ¡eh! ¿qué te


sucede…? Diezmado por el esfuerzo, Máximo se desmoronaba junto a Telesma sin que Basilius, aterrado, pudiese hacer algo. Apenas cubierto con una sábana, lo sostuvo entre sus brazos… -Acabo de encontrarte hermano… no me abandones ahora… le suplicó llorando por primera vez en su vida. Dispersa la energía de Telesma, la opresión que sujetaba a León comenzó a disiparse para alegría del anciano. -¡Al fin veo morir a este cretino del hijo de Federichia! Exclamó complacido. -¡Qué bien verte repuesto Basilius! ¡Arroja al piso a ese profano! ¡Lo haré sacar por nuestros robots hacia los laboratorios! ¡Suéltalo dije! -Ni te atrevas a tocarlo León… ¡Sus fuerzas ahora corren por mis venas! ¡Comienza a temblar anciano!!! Esa no podía ser la voz de Basilius, pensó el comandante Finés advirtiendo que ya no podría dominarlo. ¿Acaso ese era el final de su reinado…?

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PÁGINA 70 Temeroso por su desconocida actitud, León fue retrocediendo hacia la salida del laboratorio Angelus, sin dejar de amenazarlo con su dedo índice. -¡Así me pagas Basilius! ¡No lo puedo creer! ¡Esto va a costarte horrores, ya verás! ¡Oficiales! -Gritó abriendo la puerta que daba salida al corredor. -¡Reduzcan al general Basilius y condúzcanlo a sus aposentos! -¡Ni un dedo pondrán sobre su cuerpo mientras yo viva! Era otra vez la voz de Máximo quien los reprimía con sobrada autoridad, dejando impávido al temible León Finés que lo consideraba muerto. -¡A él también! ¡Apresen a los dos! -Gritó desaforado mientras la energía de Telesma en la mano de Máximo, los paralizaba como para no poder dar un sólo paso más. -Otra vez salvaste mi vida Máximo… no sé como voy a agradecértelo… -No… nada tiene sentido acá… tanta maldad… tantas ansias de poderío… ¡Ay Basilius! Cuando conozcas qué es ser libre… lástima que queda tan poco en este mundo…


-¿Por qué hablas así? -¿Por qué…? -Sí, porqué… -Tal vez lamentes haber nacido hermano…

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CAPÍTULO 13 Subidos al triklinión, se transladaron de inmediato hacia las dependencias de Basilius. Ya en su lujoso dormitorio, el hombre procedió a vestirse, ya que se encontraba cubierto sólo con la sábana que le habían colocado en el laboratorio. -¿Ahora qué haremos Máximo? Me siento tan diferente que estoy desorientado… -Debo ser sincero contigo Basilius… no sé si lograrás comprenderme… Yo vine con la intención de destruirte a ti y al comandante Finés. -Claro que no entiendo… ¿por qué? ¿por qué a mí? -¿Acaso no fuiste conciente de los experimentos que se hicieron con los seres humanos? ¿Nunca viste a los mutantes? ¿Qué me dices sobre la tiranía que impusieron en el valle? -Sí… lo sé… lo que ignoro es hasta que punto soy responsable yo… no olvides que no tenía sentimientos contra mi voluntad Máximo… Hoy mismo vi a los mutantes… y en esos momentos algo comenzó a cambiar en mí. Me repugnó verlos… y creo que fue el comienzo de mi enfermedad, algo estalló en mi cabeza… -Esos seres son la consecuencia de las clonaciones que ustedes


hicieron… ellos fueron sus fracasos… infames experimentos… -¡No, no!!! ¡Jamás intervine en esos experimentos Máximo! ¡Eso era exclusivo de León y sus científicos! Recuerda… nunca salí de mi despacho… me tuvo leyendo cuanto libro existe y controlando Intermundo… -¿De qué te sirvió vivir cincuenta años encerrado entre esas paredes…? -Recuerda que yo tenía anuladas mis emociones, todo me daba igual. Cuando León me llevaba en algún viaje con sus naves helicoptélicas nada me alteraba, nada me atraía… ahora es diferente, quiero conocer el valle, estar entre la gente y aprender a amar… Recuerdo cuando estabas recluído en la Base y discutiste con León después de una de tus huídas… le gritaste, ¡estoy enamorado! ¿Qué es eso? ¿Puedes explicarme? -¡Vaya pregunta! El amor… hay muchas formas de amar… -No te quedes pensativo… ¿tan complejo es? -No, no… amar es algo tan simple… amar es un sentimiento, nace cuando quieres ser feliz y hacer felices a otros… existen diferentes amores, pero amor al fin… No es igual el amor de los padres por los hijos, el de hermanos o entre amigos… el amor por una mujer…


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PÁGINA 72 -¡Cuéntame, cuéntame todo! -Ya que te pasate la vida leyendo, ¿nunca leíste un libro de poesías? -¿Poesías…? Ignoro de qué me hablas… necesito que me expliques como es el amor entre un hombre y una mujer… tú viviste con Clementina y… tuviste una hija natural… en el valle todos tuvieron hijos… nunca me preocupó saber como hicieron… hoy quiero saber… -Clementina… ¿sábes que murió? -Sí… León lo comentó pero no le presté atención, nada me conmovía, pero…¿qué sentiste tú? -Mucha tristeza… -¿Qué es la tristeza…? -¿La tristeza…? ¡Ni quieras conocerla! Quisieras morir tú también… no pude… los oficiales se encargaron de darme otro sufrimiento, me trajeron a la Base junto a mi hija, ¿lo recuerdas? -¡Ah, sí…! ¿Me explicarás lo que te pregunté sobre el amor?


-Basilius… creo que este no es el mejor momento, tal vez más adelante… cuando el valle vuelva a estar en paz… -¿Dónde dejaste a tu hija? -¿Mi hija…? No lo sé… ignoro donde está… espero que sana y salva… tengo que terminar con la vida de tu padre. -¿Mi padre…? ¡Ah! Claro… León resultó ser mi padre… y si lo es yo no puedo hacerle daño alguno… -Te comprendo, pasate tu vida a su lado… ahora sientes piedad y dolor por León… tendrás que aprender a controlar los sentimientos… ¿olvidaste que él mató a nuestra madre, que le arrancó la lengua sin lástima después de nacer tú? -Tienes razón Máximo… lo mismo no podría levantar mi mano contra él… -¿Y lo que te hizo a ti? ¿Olvidaste sus crímenes? Si lo dejamos continuará con sus aberraciones Basilius… Hay que encarcelarlo junto a sus cómplices… tienes que razonar… sin León como autoridad suprema podemos liberar a las gentes del valle y vivirán como en otros tiempos… ¡libres!

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PÁGINA 73 -¿Tú me ayudarías…? -Bueno… tal vez… hay muchos que colaborarían contigo si les modificas su actitud a los oficiales para mantener el orden sin agresiones, tú tienes tanto poder en la Base como León. -Te entiendo… quisiera preguntarte algo más… -Dime, qué… -¿Cómo es que tienes esos poderes? ¿Cómo pudiste desaparecer y volver a materializarte? ¿Cómo hiciste para quitarme el chips de mi cerebro? ¿Cómo, cómo hiciste para que me sienta tan bien…? -¡Jajajajajá! ¿También te activé la lengua? Si mal no recuerdo eras muy parco. -¡Jajajajá! ¡Qué ocurrencias tienes Máximo! -Y hasta aprendiste a reir… me alegra hermano, me alegro por ti. -Esquivas mis preguntas, ¿por qué? -¡Ay, Basilius! Si encontrase las respuestas adecuadas para


explicarte lo que me demandas… -No existe nada que yo no pueda asimilar Máximo, mi cerebro está entrenado así ya no tenga ese chips. -Dame tiempo… -De acuerdo, sabré esperar… Tú y yo tendremos largas charlas en el futuro. Ahora quisiera ponerte al tanto del estado en que quedó nuestro planeta después de la avalancha de meteoros. -No lo sabía, pero supuse que lo sucedido era algo más que un sismo. Basilius pasó su brazo sobre los hombros de su hermano, conduciéndolo hacia los jardines de su invernadero que era parte de sus lujosas dependencias. Dos poltronas revestidas en delicados hilos de oro, los invitaron a tomar asiento para dialogar. Sus ojos azules tan idénticos, se enfrentaron en el asombro de vivir aquel momento como si jamás volverían a encontrarse. En un breve silencio, advirtieron su notable parecido. Las diferencias las marcaban el tipo de vida que llevaran uno y otro. Máximo, diez años menor, mostraba un aspecto de hombre mayor con sus cabellos entrecanos y su piel rugosa por su ardua vida de labores en la tierra del valle. Basilius por el contrario, se asemejaba a un caballero de alta alcurnia, blanco por tanto encierro, rasgos perfectos y cabellos dorados, que conservaban la juventud de la vida eterna que le proporcionaba el elixir creado por León.


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PÁGINA 74 Los rasgos de Federichia, su madre, los definía en un extraño parecido. Lo más patético eran sus ojos, heredados del abuelo materno, más ciertas expresiones de sus rostros donde podía encontrarse el bello rostro de ella. Por unos breves minutos permanecieron así, disfrutando mirarse, casi sin comprender las vueltas del destino. Como volviendo a la realidad, Basilius tomó el botellón de cristal con el contenido del elixir que solía compartir con León, ofreciéndole una copa a Máximo. -No… no puedo… ¿olvidaste el régimen a que fuimos sometidos? -Sí… perdóname… estoy seguro que en poco tiempo volverás a la normalidad… voy a relatarte qué sucedió en el planeta. Con presición, Basilius le simplificó el extreminio sufrido en los cinco continentes, donde los mares y océanos habían devorado la tierra y a los humanos. -¿Estás diciéndome que sólo esta parte del territorio sobrevive? -No es seguro Máximo, temo que así sea… tampoco es seguro que otro sismo no nos termine devorando… en otros tiempos


se hablaba del fin del mundo y tal vez haya llegado esa hora… -Mientras tengamos vida debemos continuar la lucha Basilius. -Entonces te sugiero que vayamos en busca de León, será lo que quieras pero es sabio y quisiera proponerle un cambio del sistema. -Yo no confío en ese hombre. Tiene cien años de edad haciendo el mal, no cambiará con palabras bonitas. Yo lo encerraría en las catacumbas. -No hables así Máximo, destierra tu rencor, estoy seguro que sabrá entender… vamos… Contrariado, Máximo siguió a Basilius en el triklinión recorriendo los pasillos que los conducían hasta el laboratorio, donde había quedado paralizado tanto el anciano, como sus oficiales. -¿Cómo es que las puertas se encuentran abiertas? -preguntó Basilius mudo de asombro. -No entiendo… -respondió Máximo al advertir que ninguno de los tres hombres estaban donde los dejara, sabiendo que sólo por la fuerza de Telesma podían destrabarse. -¿No entiendes presuntuoso y estúpido Meyer? -No está aquí Máximo, nos habla desde el canal de transmición


general, podemos contestarle porque está abierto ahora…

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PÁGINA 75 Máximo observó como Basilius se ponía en contacto con el temible León, arrepentido de no haber tomado las medidas que minutos antes le propusiera a su hermano. -Escúchame León, quiero que hablemos de frente y con calma, tengo cosas muy importantes que proponerte, -le dijo Basilius con voz firme y clara. -¡Mientras ese bastardo siga a tu lado ni lo sueñes! ¡A mí no van a manejarme ustedes dos! ¡Grábalo en tu mente Basilius y… no pienso perdonarte jamás! -Entonces lamento decirte que iremos por ti en pie de guerra, los oficiales ya están alertados. -¡Jajajajá! ¡No me hagas reir idiota! ¡Te aconsejo que abandones la Base mientras te quede tiempo! ¡Si este es el fin del mundo, yo terminaré con mi reinado y nada quedará en pie! ¡Con un sólo movimiento de mi mano volaré la Base y la montaña entera! ¡Huye si es que puedes! -¡Estás demente León! ¡Tantos años de investigaciones debemos usarlos para el bien! ¡Seguiré a tu lado, lo prometo! -¡Cállate Basilius, hablas como niña!!! ¡Me avergüenzo de ti! ¡Ah…! ¡Pero primero castigaré a los del valle! ¡Malditos


campesinos! -¿Qué estás maquinando ahora anciano? -preguntó Basilius mientras concentraba a los oficiales en la explanada mayor, junto a las naves Helicoptélicas. -Ven y hablemos… -¡Te doy treinta minutos para que te alejes junto a los oficiales! ¡El otro se queda! ¡Morirá en la Base y conmigo! ¡Comienza a contar!!! -¡No León, espera!!! -Gritó Basilius sintiendo su impotencia. León había cerrado ya el canal de transmición. -Tranquilo… -dijo Máximo. -¿Me pides que me tranquilice tú…? -Responde, ¿modificaron el sistema? -No, no… los controles funcionan como veinte años atrás… -Esta es la pantalla interna de observación de sectores, ¿verdad? -Así es, pero deja ya y salgamos antes que todo esto estalle…

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PÁGINA 76 -Presta atención Basilius… si quiero yo puedo salir de acá en un instante, pero no dejaré que ese loco se salga con las suyas. Corre hacia las naves con tus oficiales yá. Presiento que volará las naves cuando te acerques, pero no sabe que yo desconectaré sus comandos. Pronto estaré contigo. -¡No puedes quedarte! ¡No nos alcanzarás! -No perdamos tiempo, ¡vete! -¿Y dónde Máximo…? -Por ahora salgan y aterricen en las cercanías de Pismanta, me urge desactivar los collares de la gente del valle antes que León los estrangule, debo salvarlos… -¿Cómo harás solo con todo? -No te preocupes, encárgate de tus oficiales Basilius… suerte… -Estaré esperándote hermano… Luego de un rápido y emocionado abrazo, se dirigieron hacia lo dispuesto. En un vuelo supersónico, Basilius desaparecía en sus naves junto a los oficiales que le obedecían ciegamente.


Junto a los circuitos organitónicos, Máximo manipuló los comandos internos de la Base, más rápido que la luz. Fue cuando vio a los mutantes, ajenos a su desgracia inminente y quiso liberarlos. Los mutantes, la gente del valle, los collares… sólo Telesma podría con todo. Captando su intención, Telesma lo transportó de inmediato al laboratorio donde León se disponía a activar la palanca para lograr sus propósitos. -¡Diablos! ¡Todas están desactivadas! – gritó el anciano furioso. -¿Cómo hará estallar la explanada si no los ve llegar comandante? – le preguntó su oficial primero. -No te preocupes, cuando se cumpla la media hora oprimiré el botón y ¡adiós Basilius! Ni loco destruiré la Base, se los hice creer, yo puedo solo reconstruir otros seres superiores con mis clonaciones. ¡Soy el dueño de la vida eterna!!! -¡Sí comandante, usted es el único! ¡El mejor!

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PÁGINA 77 Escuchar esas palabras llenas de soberbia enardeció más aún a Máximo, que muy cerca de ellos, se mantenía invisible a sus ojos. (Ruin… miserable…), pensó mientras Telesma le señalaba en su mente, donde se encontraba el control sobre los collares que portaban los pobladores del valle. Con presición oprimió los contactos, mientras un sibilante sonido invadía el recinto. El mensaje telepático de Máximo llegaba a los habitantes indicándoles correr hacia los refugios en las montañas y salvar sus vidas, mientras León y sus cómplices no terminaban de entender qué estaba sucediendo. -¡Qué hicieron ignorantes! ¡Seguro tocaron algo indebido! -Les gritó a sus súbditos. -¡No, no comandante! ¡Diga usted a qué se debe ese silbido! – Dijo uno mientras el resto se mantenía desconcertado igual que ellos. -¡Quítense del medio, quiero revisar los controles! -No te esfuerces buscando, ya no puedes controlar nada León, dijo Máximo volviendo a materializarse. -¿Tú acá…? -balbuceó el anciano sintiéndose realmente confundido.


-Eres el peor de los hombres traidor, lo siento, volveré a paralizarte para que Basilius pueda partir sin problemas… -le dijo sin preveer la rapidez con que León oprimía los engranajes por donde introducían a los mutantes, abriéndoles el paso. -¡Quítelos de aquí comandante! -Suplicaron sus oficiales y científicos, mientras aquellos despojos humanos comenzaban a rodearlos con morbosas intenciones. -¡Imposible! ¡No tenemos escapatoria! -Alcanzó a decir mientras su mano llegaba a la palanca de devastación. En medio de la estridencia explosiva que conmovió a O.S.I.R.U.S.hasta sus cimientos, el ¡No!!! de Máximo se perdió entre alaridos infernales.

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CAPÍTULO 14 Clareaba el día, cuando los rayos del sol como un abanico de caricias, descendía por el suelo árido y solitario. Poco duró la belleza de aquel amanecer, cuando las diversas formas rocosas comenzaron a diluirse entre densas neblinas. -¿Qué sucede Jafel…? ¿Por qué esta oscuridad repentina? Parece provenir de un incendio tremendo… -Es el fin de O.S.I.R.U.S. niña… tu padre ha cumplido… -¿Qué me estás queriendo decir? no te entiendo… ¿qué pasa con mi papá…? -¡Mira! -Exclamó Jafel observando el cielo que continuaba de un tono gris plomizo, ignorando la pregunta de la niña que intrigada, observó espectante al extraño objeto que se posaba con suavidad muy cerca de ellos. -Es hora de partir Ágata… -¿Me llevarás al Templo de las Angélicas como prometiste? -Sígueme… ya verás… Jáfel la miró, para luego volver a envolverla entre sus alas y elevarse hasta llegar por encima de la nave. Así se hallaban,


suspendidos sobre aquel objeto extraño, cuando Ágata distinguió sus formas brillantes semejantes a un gran frasco de cristal. La cúpula se abrió para darle paso y el ángel, con ella entre sus brazos, se deslizó hacia el interior. Un estado de somnolencia comenzó a invadirla, no podía pensar, ver, ni hablar… un lecho como de suaves burbujas recibía su cuerpo sin sentir la necesidad de saber, hasta que pudo abrir sus ojos. Nada en el interior de aquel objeto daba señales de vida, estaba sola y sintió pánico… -¡Jáfel! ¡Jáfel! -Gritó sintiéndose encerrada dentro de una gran botella de cristal. Nadie respondió a sus llamados hasta que un rumor sordo, semejante al de un enjambre de abejas reboloteando sobre una mata de flores, la hizo reaccionar. -¿Qué es esto? ¿dónde me han dejado? ¡Quiero salir!!! ¡Papá, papá!!! ¡Sácame de aquí papá!!! Volvió el silencio… en su desconsuelo e incertidumbre, sintió que sus lágrimas rodaban entre las burbujas que parecían mecerla. También aquel ángel estaba desaparecido y ella… ¿estaría condenada a navegar en ese mundo extraño y vacío para siempre…?

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PÁGINA 79 Dentro de su inercia sintió que un sentimiento de resignación aplacaba sus ansiedades. Tal vez ese era el templo del que le hablara Jáfel… tal vez dormiría y despertaría de a ratos para siempre… tal vez soñaría… o… volvería a encontrarse con su madre… su abuela… Del mismo modo que soñaba volvió a la realidad, fue en un segundo… ya no estaba dentro de aquel objeto vacío y sola… (¿Qué es esto…?) se preguntó incorporándose. A su alrededor aparecía una inmensa pradera como jamás hubiese podido imaginar. La verde gramilla… aquel lago azul sereno y transparente… las matas de flores… el cielo, tan límpido y sereno… (¿Dónde estoy…?) Volvió a preguntarse mientras descubría hermosos árboles cargados de frutas, pájaros con sus dulces trinos cantándoles a siete soles pequeños suspendidos en aquel diáfano cielo, aquella cascada deslizando sus aguas sobre piedras blancas… En un impulso se puso de pie. Quería bailar junto a los soles y los pájaros, sintiendo la suavidad del césped bajo sus pies… ¡Qué bello era todo! Embelesada cerró los ojos y se dejó caer… estaba tan a gusto tendida sobre la hierba… -Ágata… -escuchó que le decía una dulce voz. Entonces abrió los ojos y las vio. Estaba rodeada de muchas jóvenes tan


blancas como la nieve, mirándola sonrientes… -¿Acaso estoy en el Templo de las Angélicas? -Así es… estás en nuestra morada… bienvenida Ágata, somos espíritu, ángeles en misión de paz y amor… Con dulzura la tomaron de las manos conduciéndola hasta la orilla del lago. Sus ropas andrajosas ya no cubrían su cuerpo, sumergida en la tibieza de las aguas, todo en ella se vistió de luz… Del mismo modo que entrara al lago, se vio parada sobre el verde y terso césped. Como las otras niñas, vestía blancas muselinas y abarcas de hilos dorados… azahares perfumados coronaban sus dorados cabellos que brillaban bajo el resplandor de los siete soles… -Ven… mírate en el espejo del lago, ya estás consagrada entre los ángeles… ahora comienza tu misión…

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PÁGINA 80 Ágata la miró sin entender… observó su inmaculada belleza, sus ojos del color de la miel, su sonrisa dulce, sus largos cabellos muy claros cayendo en bucles en torno de su rostro, y sintió que aquella niña como las otras, la conmovían. -¿Dices que comienza mi misión…? ¿Qué es lo que debo hacer yo? -le preguntó desorientada. -Ya lo verás… nada será difícil para ti, fíjate… -la niña se adelantó unos pasos mientras elevaba sus brazos a la par que sus alas inmensas. Un áurea de suaves colores rodeó su cuerpo, para luego mostrar sus destellos dorados en forma de diminutas estrellas y desaparecer. El asombro de Ágata fue mayor cuando el entorno volvió a su orígen, con la diferencia de ver que muchas otras niñas correteaban por la pradera rebosantes de alegría. -Mis amigas… -dijo reconociéndolas para luego llamarlas con todas sus fuerzas. -¡Solange! ¡Perlea! ¡Denís! ¡Irenea! ¡Carlina! ¡Brenda! ¡Espérenme Lucila, Mara!!! ¡Todas… están todas mis amigas del valle! -Exclamó corriendo entre ellas sin que ninguna le prestase atención. Entonces fue que volvieron las Angélicas y le hablaron. -Cálmate… no pueden verte… tu padre las trajo para salvarlas


del peligro que corrían, ¿recuerdas qué quería hacer con ellas León Finés…? -Sí… sí… también Basilius… -Basilius también fue víctima de ese hombre Ágata… te haremos ver qué sucedió en la Base, observa… Como en un sortilegio el bello paisaje volvió a transmutarse. Un túnel cósmico surgió frente a los ojos desorbitados de Ágata, mostrando todo lo acontecido en O.S.I.R.U.S. -¿Basilius es medio hermano de papá…? -se animó a preguntar. -Sí, esa es la realidad… -fue la respuesta. Desorientada por tantos sucesos extraños, se dejó caer sobre una piedra que estaba junto al lago. Comprendiendo su estado, las Angélicas la rodearon en cariñosa oración…

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PÁGINA 81 Dentro de la paz que ellas le infundían, Ágata no pudo evitar que las lágrimas rodasen por sus mejillas. -Quiero estar con mis padres… – murmuró. -Los senderos humanos no son los de las almas… pero suele suceder que a veces se entrecrucen sus caminos… tú estás en el espacio de la virtud… de la inocencia… la bondad, el coraje… de a poco olvidarás tu vida en la tierra… -¿No me entiendes? ¡No quiero olvidar a mis padres! -No se trata de olvidar ni recordar… llegará un momento en que serán como hermanos… sólo Dios dispone de sus ángeles… -¿Dios…? ¿De qué me hablas…? -¡Cuántas cosas ignoras hermanita! Dios es el Creador, el Padre de todos los seres del mundo… no te alarmes, te guiaremos hacia el conocimiento sobre cuerpos y almas. -¿Y dónde está mi amigo Jáfel? -Él está destinado a obras superiores, su plano astral es otro… tal vez esté a los pies de Dios… algunas veces nos permiten


acercarnos también… tú tendrás que esperar a que te crezcan las alas… -¿Alas…? ¿Tendré alas como ustedes…? -En un comienzo serán pequeñas… no advertirás como crecen porque para nosotras no existe el tiempo… -Tengo mucho sueño… -Es una buena señal… debes dormir mucho para que tu paz sea total… duerme… nosotras velaremos por ti llevándote hacia el Santuario del Descanso… duerme hermanita… duerme…

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CAPÍTULO 15 Todo sucedió con la rapidez de un relámpago. La explosión, las llamaradas, la nube de humo que se elevaba sin límites semejante a una bomba atómica. La estructura íntegra de O.S.I.R.U.S. era devorada por la imponente montaña, haciendo estremecer lo poco que quedaba del valle. La diabólica masa de piedra volvía a retorcerse una y otra vez como en un espasmo convulsivo, abrazando los cuerpos de los desgraciados como anillos de venenosas serpientes de fuego. Desde la cima, lenguas incandescentes escupían sin descanso en aquel incipiente amanecer. La alborada se hizo noche… La onda expansiva activada por la palanca de devastación, fue propagándose en la cadena montañosa destruyendo todo a su paso. Las naves helicoptélicas apenas si habían logrado despegar de la explanada, cuando el siniestro estalló a sus espaldas. Basilius y sus oficiales no lograban superar el espanto y la confusión, mientras con la velocidad del rayo intentaban aterrizar en Pismanta. El descenso fue dramático. El fragor de las ráfagas explosivas habían convertido en hornos a los aparatos, donde su gente aullaba de dolor. Ya sobre tierra firme, Basilius y sus hombres salieron despavoridos del interior de las naves, para evitar quedar calcinados entre aquellos hierros que iban retorciéndose sin remedio.


Con sus cuerpos lacerados, algunos al borde de la muerte a pesar de sus trajes ignífugos, divisaron lo que fueran baños termales en tiempos lejanos y, en aquellos momentos, les representaba el mejor refugio para evitar respirar las cenizas tóxicas que iban cubriéndolo todo. Duro e inalcansable les resultó el trecho hasta llegar al lugar elegido para guarecerse. -Esto es desastroso general Basilius, ¿qué piensa que vamos a hacer? -le preguntó uno de sus oficiales, mientras él observaba la situación con gesto contrariado. -No tengo muchas opciones para elegir… por ahora aguardaremos… -Perdóneme general… no quiero faltarle el respeto… pero… ¿qué vamos a esperar? Todo lo que se alcanza a ver es desolador… ¿Qué sucedió? ¿otra invasión de meteoros? -No… no… Máximo podría aclararnos esto y creo qué… -¿Máximo? ¿el que cosechaba vides? -Así es… Máximo Meyer… el que cosechaba vides…

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PÁGINA 83 El oficial se quedó mirándolo sin comprender, ¿qué decía el general Basilius…? -No entiendo, ese era un mísero campesino, ¿qué podría solucionar él? -insistió mientras los otros escuchaban con atención. -No lo subestimes, más quisieras ser un sólo brazo de Máximo… no hay otro hombre que pueda superarlo en todo el territorio, su inteligencia fue desperdiciada… -Lo desconozco general Basilius, habla como si fuese su hermano… si yo no me equivoco, a usted nunca le importó de nadie, ¿a qué se debe este cambio en su forma de pensar? -Si salimos de esto… tal vez algún día me tomaré tiempo para explicarte. Aguardemos que termine de caer ceniza y veamos si Máximo viene a nuestro encuentro… si no llega tendremos que ver el modo de regresar al valle… espero que la gente no se encuentre afectada por la explosión… León hizo estallar la Base… y… toda O.S.I.R.U.S. está sobre una planta nuclear de gran peligrosidad… -Entonces usted quiere decir qué… -balbuceó otro de los oficiales sufriendo los dolores de su rostro afectado por las radiaciones.


-No creo que todo esté perdido… debemos encontrar algún riacho y seguir su rumbo… si llegamos al valle, espero que los pobladores que hayan sobrevivido nos reciban sin agresiones… esto se me hace difícil… no podemos quedarnos hasta morir entre estas ruinas… -De todos modos, ¿qué encontraremos en el valle si lo afectó la explosión? -preguntó el oficial principal. -Refugios… -respondió Basilius. -¿Usted los conoce? -No te quepan dudas… dime, ¿cuántos hombres somos en total? -Con usted once general… y algunos están muy lastimados… no creo que resistan una larga caminata, este lugar queda muy lejos del valle. -¡Qué desastre! ¡Y Máximo sin miras de aparecer…! -No entiendo general, ¿cómo vendría si no quedaban naves en la Base? -¡Basta de preguntas oficiales! Si el viejo demente se salió con la suya, lo más posible será que nunca más volveremos a ver a Máximo… esto es terrible… qué dolor… -No llegaremos a ninguna parte… -murmuró uno de ellos.


-Tenemos que intentarlo al menos, acá no hay con que sobrevivir, mientras que en el valle están los depósitos con los productos de la tierra…

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PÁGINA 84 Despés de sus últimas palabras, el grupo de oficiales se quedó viéndolo. Una sóla pregunta bullía en sus mentes y uno la soltó como flecha al aire. -¿Qué dice general Basilius, y el elixir…? -Tendrán que olvidarse de eso, terminó esa época… -Lo desconozco general… usted sabe mejor que nadie que sin nuestra cuota diaria del elixir moriremos… -Ayer a las seis de la tarde recibieron la última dosis… por hoy podrán resistir… si llegamos al valle se alimentarán con frutas… -¿Qué está diciendo general? -Quiero que comiencen a entender que son excelentes alimentos, se acostumbrarán… si es que llegamos… ¿Iniciamos la marcha? -Algunos sí general, otros no creo que puedan dar un paso, tienen profundas quemaduras. -Bien, improvisen literas con lo que encuentren, no los dejaremos abandonados… ¡apresúrense!


Sorprendidos por el increible cambio del general Basilius Osirus, que los trataba como un compañero más, los oficiales se dispusieron para la tarea admirados de ver que también él colaboraba con ellos. Todos estaban lesionados en mayor o menor grado, lo que no impidió que pusieran manos a la obra. Una vez listo el trabajo, colocaron a los que estaban imposibilitados de andar, emprendiendo la marcha entre pastizales y pedregullo cubiertos de cenizas, en busca de algún espejo de agua. Lo desolado de la zona los amedrentó. Basilius pensó que nada estaba igual a lo que viera por Intermundo desde la Base, hasta que como de milagro, surgió ante ellos una gran zona anegada por las aguas. -Acampemos… -ordenó Basilius, que mostraba un aspecto desaliñado y sucio cubriendo sus propias heridas. -Oscurece señor… no soportaremos el frío de la noche… -le advirtió su oficial primero que no se apartaba de su lado. -¿Sábes cómo encendían el fuego los hombres de la prehistoria? -No… nunca tuvimos acceso a la historia universal ni a ningún tipo de libros… fueron muy pocos los que tuvieron cultura general, fuimos instruídos en la obediencia hacia ustedes, nada más…


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PÁGINA 85 -¡Ah…! -Exclamó Basilius recordando las palabras de León, sobre la conveniencia de limitar los conocimientos generales a sus subditos. -Usted debe saberlo señor… -Sí, seguro… sólo que nunca lo he practicado. Traigan cuanta rama seca encuentren en los alrededores… Después de golpear repetidas veces dos piedras entre si, logró la chispa que encendió las ramas, para en poco tiempo lograr una fuente de calor y así soportar la frialdad de la noche. Doloridos y extenuados, se amontonaron sobre la dureza de la tierra hasta caer rendidos junto a la fogata. Y pasaron las horas entre los lamentos de los más heridos, que deliraban devorados por la fiebre… Basilius dormía profundamente cuando algo lo despertó. En el primer momento no comprendió donde se encontraba. La fogata iba consumiéndose… no… eso no debía pasar… Resuelto se levantó en busca de más ramas en la pila que dejaran de reserva, dispuesto a reavivar el fuego. (No recuerdo haber dormido tan bien en mis cincuenta largos años…) pensó mirando a sus oficiales apenas iluminados por las llamas chisporroteantes entre las ramas secas. Fue entonces cuando el recuerdo de Máximo volvió a acuciarlo… (Máximo… no


quiero pensar que te inmolaras por salvar mi vida…) Así pensando, sintió algo extraño en sus ojos… la tibieza de sus lágrimas rodando sobre sus mejillas por primera vez. (Estoy llorando… llorando…) dijo en silencio al sentir la sensación de la tristeza, comprendiendo que era sufrir por el amor hacia un hermano. Con su cabeza entre las manos, sentado junto al fuego, dejó que los sollozos sacudieran su ser. Por momentos, la frase escapaba de su boca… “pobre hermano mío… te encontré tarde para perderte así… pobre, pobrecito Máximo…” Después del desahogo solitario elevó sus ojos claros… en la lejanía, el alba parecía querer despuntar anunciando la nueva jornada. Pronto reanudarían el camino hacia un porvenir incierto… No volvería a dormir, velaría unas horas más el alterado sueño de sus oficiales… Adrentado en sus pensamientos, algo le sacudió el corazón. Fue una voz… escuchaba una voz llamándolo por su nombre… “Basilius… Basilius… vuélvete…” Apenas si era un susurro… no la voz de sus hombres… ¿de dónde venía esa voz que parecía el sonido del viento? Le habían dicho que se volviese… estaba todo tan oscuro aún…

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PÁGINA 86 Basilius pensó que algún poblador perdido era atraído por las llamas de la fogata, seguro que buscaba cobijarse al calor de la hoguera. Pero… ¿cómo conocía su nombre? ¿y si al fin era Máximo? Su corazón saltó de alegría cuando lo volvió a escuchar… pero… no era su voz… -¿Quién… quién anda por ahí…? -preguntó oradando el espacio en sombras. -Detrás tuyo Basilius… -No… ¿quién eres tú…? no eres humano… veo un ser de luz… sí… eres luz… ¿de dónde vienes? -murmuró deslumbrado por la imagen. -Leiste libros por millares y desconoces de nuestra existencia? -Sí… no… no entiendo… ¿vienes de otra galaxia? -¿Galaxia…? -Sí… de otros mundos… no se me ocurre otra cosa… -Yo diría de otro plano espiritual… ¿leíste algo sobre el Reino de Dios…?


-Jamás encontré nada sobre lo que dices en mis enciclopedias, ¿acaso formaron un país clandestino a espaldas de los continentes? -No eres culpable de ignorar quién es Dios… -Repites esa palabra… al fin… dime quien es… -Él es el Creador de todo el Universo… yo sólo soy uno de sus fieles servidores… soy uno de sus arcángeles… soy Jáfel… -No entiendo porqué te presentas ante mí… ¿qué quieres…? ¿en qué puedo servirte yo? -No… no… no serás tú quien deba servirme a mí… yo vengo para ayudarte… -¿Tú…? ¿Sin siquiera conocerme? Mira quien seas… este planeta está destruído y sólo eres luz… ¡Debo estar soñando! -Te equivocas… te conozco desde la eternidad… -León Finés hablaba de la vida eterna… ¿eres algún clonado especial que me ocultó de su existencia? -No tiene relación alguna su pretendida vida eterna con la eternidad de la que hablo… lo mío es espiritual…


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PÁGINA 87 Basilius no tardó en comprender que estaba frente a algo sobrehumano y se dispuso a escucharlo. -El día está por nacer y yo debo partir… tengo que dejarte un mensaje por tu bien y el de los que quedan… llegarás al valle y lo encontrarás devastado… los que sobrevivieron están en vuestras mismas condiciones, lastimados y sin alimentos… vengo a orientarte para que encuentres un lugar resguardado por la naturaleza… es ahí donde Máximo llevó a las niñas que tú y León habían destinado al sacrificio… -Eso fue antes… yo no pienso lo mismo… -se justificó Basilius temeroso de la acusación. -Lo sé… por eso quiero ayudarte… tú eres el más instruído que quedó en pie… te convertirás en su lider… formarán un mundo nuevo, sano y feliz… no te arrepentirás… presta atención. Primero tienes que rescatar a todos los jóvenes que se guarecen en la Gruta Madre… a ellos y a todo sobreviviente del valle, también a tus oficiales, los conducirás hacia la Montaña Vedada, en ella encontrarás una caverna que desciende hasta el centro de ese cerro… será un largo y penoso recorrido… sufrirán… algunos quedarán muertos en el intento… pero es necesario que lo hagan… -Es muy cruel lo que me dices…


-Cuando logres llegar comprenderás… -Ya que sabes tanto háblame sobre mi hermano… -Él fue a encontrase con su esposa, ¿me entiendes? -Quieres decirme… ¿que murió? -León no le dio tiempo a teletransportarse… Máximo apenas si atinó a desconectar los collares de la gente del valle. De no haberlo hecho, todos hubiesen muerto estrangulados… -Máximo… apenas si nos descubrimos como hermanos… qué dolor… -Recuerda siempre su nobleza… -No podré olvidarlo jamás… -Tengo que partir… está amaneciendo… -¡No! ¿Vas a dejarme solo con todo lo que me espera? -Los tienes a ellos. -Dijo señalando a los oficiales dormidos. -Algunos están muy mal, tal vez no sobrevivan… -Es parte de la redención, el sufrimiento y la entrega por los demás salvará sus almas…


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PÁGINA 88 Pensando en la extraña aparición de Jafel y su polémico mensaje, Basilius quedó unos instantes ensimismado. Queriendo saber más volvió sus ojos hacia el misterioso ser, advirtiendo que su figura comenzaba a esfumarse. Desesperado, le rogó llorando… -¡Espera! ¡No te vayas…! -Ya termina esta misión para mí… ¿qué más quieres que te diga? -¿Cómo llegaré a los lugares que me indicaste? -La gente del valle sabrá orientarte… no te equivoques en lo que harás porque ellos dependen de ti… Dios te bendice… -¡Jafel…!!! Fue inútil querer retenerlo, en instantes su figura de luz desapareció por completo, mientras Basilius pensaba si habría tenido un sueño. La luz del sol asomando en el horizonte iluminó su rostro obligándolo a bajar la vista y fue entonces cuando descubrió una blanca pluma sobre el pedregullo. La tomó entre sus manos recordando aquellas, las alas de Jáfel… (Era real…), pensó consternado, mientras la guardaba en su pecho debajo de su chaqueta.


Sus hombres comenzaban a despertar entre lamentos… ¿cómo lograría llegar con ellos hasta el valle? -¿Pudieron descansar? -les preguntó. -Gracias al fuego que usted encendió general… -respondió su oficial primero. -Bueno… tuvimos esa suerte… ¿están dispuestos a continuar la marcha? -Cuando quiera pero… aquellos dos… no sé general… -Tenemos que intentarlo, bordearemos ese arroyo, ¿lo ven? Todos asintieron dispuestos a seguirlo. Detrás suyo ocho hombres maltrechos y dos moribundos recostados sobre improvisadas literas, lo acompañaban en silencio. Todo lo que surgía al paso lento era desolación. El murmullo del agua corriendo por el arroyo parecía hablarles diciendo, “adelante… adelante…” El sol, indiferente, avanzaba sobre la mañana quemando los cuerpos heridos…

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PÁGINA 89 -¡General! ¡Hay que detenerse! -Exclamó uno de los oficiales. -¿Qué sucede? ¿por qué nos ordenas detenernos? -preguntó Basilius retrocediendo hasta el final de la caravana. -Mire… este hombre acaba de morir… -fue su dramática respuesta. -Es lamentable… lo dejaremos aquí… junten piedras para cubrir su cuerpo… En contados minutos el oficial fallecido descansaba en paz sobre la tierra. Un montículo de piedras eran su tumba. Temerosos, dolidos, retomaron la marcha, mientras el sol calcinaba sus cabezas y los torzos desnudos. -¡Alto! -Ordenó Basilius. -Vayamos a sumergirnos en el arroyo para aplacar el ardor de la piel… nos hará bien refrescarnos… Todos aprobaron la idea quitándose las botas, para zambullirse hasta la cabeza en las aguas turbias por las cenizas caídas. A punto de seguirlos, Basilius se detuvo junto a los dos oficiales que transportaban al otro oficial que en estado grave, reposaba en la litera. -¿Qué sucede? ¿No pueden llevarlo también a él para que se


refresque? -Es que… -balbuceó uno de ellos señalando al enfermo. -Señor… parece que agoniza… -dijo el otro. -Creo que está inconciente… las quemaduras le penetraron hasta los huesos y le corre la infección… arde en fiebre… vayan, vayan… me quedo a su lado, después voy yo… Apesadumbrados, los dos compañeros se sumergieron en el arroyo junto a los demás, que advirtieron sus rostros deprimidos. -¿Qué les sucede? ¿se sienten mal…? – les preguntaron. -Está muriendo… -respondieron, y de inmediato corrieron hacia donde estaba Basilius cerrando los ojos del desdichado oficial. Embargados de pena, repitieron la ceremonia realizada con el oficial que dejaran más allá, a la vera del camino.

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PÁGINA 90 Atardecía cuando extenuados por tanto esfuerzo y la falta de su elixir, distinguieron el valle… o lo que quedaba de él. Algunas casas permanecían en pie entre ruinas siniestras. Algo alejado, el cerro ostentaba el hueco oscuro que fuera la Base de O.S.I.R.U.S. -Qué desolación… -murmuró Basilius. -Se me hace que nadie sobrevivió general… -Mejor gritemos todos juntos llamando… puede ser que haya algún sobreviviente. -Sugirió uno de los oficiales. -De acuerdo, a ver todos… saquen fuerzas de donde sea y llamemos a la gente… ¡que sea a viva voz!!! Sus gritos asemejaron clarines queriendo resucitar a los muertos… hasta que como fantasmas temerosos, fueron apareciendo con sus rostros despavoridos. -¡No teman! ¡No teman! -Gritó Basilius percibiendo la desconfianza que les inspiraba. Junto a sus diezmados oficiales consiguió apaciguarlos y reunirlos, sólo le restaba convencerlos con la historia que le encomendara Jáfel…


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CAPÍTULO 16 La noche los encontró reunidos escuchando muy atentos las palabras del general Basilius. Alguna que otra vara lumínica conservada por los pobladores, iluminaba los rostros desencajados. La propuesta que les hacía ese hombre, al que tanto temieran, era una única alternativa, no podían dejar de reconocer su consabida inteligencia, muy distante a lo que ellos conocían de la vida. Jamás lo habían tenido así, tan cerca, como un pueblerino más. También sus oficiales habían cambiado, mostrando sus figuras abatidas por las penurias sufridas. Sin la opresión de los malditos collares, hombres y mujeres sentían otra vez ser dueños de sus destinos. La confianza en Basilius fue en aumento cuando les ofreció llevarlos al encuentro con sus hijas, donde Máximo las escondiera para salvarles la vida. Todos conocían la historia sobre la Montaña Vedada. Como lo decía su nombre, había estado prohibida para los pobladores del valle bajo pena de muerte. Si el mismo general de lo que fuera la Base quería conducirlos, nada tenían para desconfiar. Rescatar a los jóvenes fue un momento muy emotivo. Sólo la ausencia de aquellos que habían perecido en la terrible explosión empañó la inmensa alegría de muchos. -¡Deben estar debilitados pobrecitos! Nosotros ya no nos


sostenemos en pie… -se lamentó una de las madres. -¡No, no! -Comenzaron a exclamar los jóvenes, sorprendiendo al mismo Basilius. -Cuando Máximo nos trajo hasta la gruta lo hicimos cargando bolsas de frutas, nos explicó que comiésemos en pequeñas cantidades y aquí nos ven, estamos vivos… tenemos varias bolsas aún… no nos hace falta el elixir… -¿Comieron frutas…? -preguntaron los recién llegados con resquemor. -¡No teman! -Interrumpió Basilius al observar el pánico reflejado en los rostros de los atribulados padres y hermanos menores. -Las frutas y los vegetales son los alimentos más saludables y no les costará acostumbrarse a comerlos. ¡Muchachos! ¡Traigan lo que haya! Vamos a compartir y sobreviviremos, ya verán… Tenemos que estar fuertes porque no se sabe cuan largo es el camino hacia la Morada Edénica. -¿Qué dices…? ¡Tú prometiste que en ese paraíso encontraríamos todos los árboles frutales de la vida eterna! -Le enrostró uno de los hombres mayores que mostraba un deplorable estado de salud. -Y no te he mentido… lo difícil será llegar…


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PÁGINA 92 Después de aquellas palabras, la gente que había sobrevivido en el valle quedó desorientada. No tenían muchas opciones para elegir. Por donde mirasen, sólo se veían ruinas y desolación. Ese hombre al que nunca habían considerado de confiar, mostraba todo lo contrario de lo que supusieron de él. Les hablaba con convicción, amigable, sereno… ¿qué otra cosa podían hacer sinó seguirlo? Con sumisión aprobaron sus palabras, por cuanto Basilius les ordenó a sus oficiales repartir la medida justa de frutas a cada uno, incluído él mismo. Casi sin creerlo, saborearon el trozo fresco deleitándose con el sabor, mientras cargaban el resto para emprender el viaje a lo desconocido. Las energías renacían en ellos. Con la esperanza de encontrar a sus hijas quinceañeras sanas y salvas en un mundo perfecto, según las palabras del mismo Basilius, iniciaron la marcha hacia la Montaña Vedada. No era fácil… con el correr de las horas los heridos por la explosión, ralentaron sus pasos acuciados por el intenso dolor de sus quemaduras. -Sigan… sigan ustedes… -decían eligiendo dejarse morir por no perjudicarlos, mientras que los hombres jóvenes los ayudaban solícitos. Lentos pero unidos, caminaron hasta que al fin, la montaña con su caverna pareció surgir de la nada.


-¡Enciendan sólo tres candiles! -ordenó Basilius. -Uno de mis oficiales lo portará adelante, a mi lado, otro se ubicará en el centro de la caravana y el último al final. Cuando se les agote la energía nuclear encenderán otros, pero les recomiendo cuidarlos porque es lo único que hay para alumbrar el camino. Antes de comenzar aquella aventura, Basilius recordó el tiempo aquel cuando recorría el planeta, el espacio o el mismo valle, por la fabulosa pantalla de Intermundo, allá en la Base. Jamás se le había ocurrido oradar aquella montaña, nunca había investigado su interior, por lo tanto, se encontraba frente a lo desconocido… El grupo en pleno se introdujo en la árida cueva, admirando sus amplias dimensiones, sus rocosidades, y los enigmáticos colores que brotaban a la luz de los candiles. -¿Esto es todo…? -preguntó alguien, mientras Basilius se volvió a mirarlo, encontrando que eran muchos los ojos que le hacían la misma pregunta. -Amigos… es sólo el comienzo, a pasos tenemos lo peor… el descenso…

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PÁGINA 93 Era inevitable que las respuestas de Basilius los desconcertara. Nadie poseía ni por asomo su intelecto y aquel lugar representaba todo un misterio para ellos. Habían entrado a un caverna enorme y oscura después de caminar por horas, lastimados y demasiado cansados para seguir… ¿Habíales dicho que faltaba lo peor? ¿hacia dónde descenderían? -Descansen unos minutos, voy a adelantarme unos pasos para investigar. -Les dijo ante el fastidio general. -¡No, no! ¡Vayamos todos juntos de una vez! -Insistió uno de los jóvenes. -¡He dicho que esperen! -Ordenó Basilius imponiendo respeto. Sin titubear se alejó junto a dos de sus oficiales, regresando de inmediato para informar al grupo qué les esperaba. Al verlo llegar, hicieron silencio atentos a su palabra. La expresión de su rostro no era de mucho entusiasmo, instalando más inquietud de la que ya experimentaban. -¡Hermanos! -Dijo con firmeza, -¡a esta caverna le continúa un tunel en forma de caracol, no pudimos ver hacia donde nos llevaría… no se acobarden… hará falta mucha prudencia en cada paso que darán! ¡Calculo un largo descenso y no será fácil! ¡Tendrán que mirar bien donde ponen sus pies y aferrarse


a las rocas… ayúdense! Un murmullo lastimero se escuchó después de su discurso. En su ignorancia, comprendían muy bien al peligro a que estaban expuestos… no tenían otra opción más que seguirlo… La pesadumbre y el temor hizo crisis cuando varios heridos y algunos niños, rodaron por las rocas entre alaridos de terror. Todo esfuerzo de los más fuertes por proteger a los desválidos, era inútil. El descenso era empinado a pesar de sus volteretas, obligándolos a un intento sobrehumano para sostenerse entre aquellas cuevas subterráneas. En medio de la nada, sintieron que descendían por trechos interminables hacia una trampa sin salida. Con un espíritu guerrero desconocido en él, Basilius los alentaba a continuar, hasta que avisoraron un extraño resplandor… -¡Estamos en la boca de un volcán a punto de estallar! -Gritó uno alarmando al grupo que se sumó al espanto.

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PÁGINA 94 La versión sobre que no tenían escapatoria los sumió en el espanto. Ya era imposible intentar regresar… El fuego de las entrañas de la tierra los devoraría en cuestión de instantes… -No tenemos salida… -dijo su joven acompañante. -Amigo… -contestó Basilius. -No desesperes… si observas bien ese resplandor notarás que es muy blanco y el fuego no expande ese color… ¿me equivoco? Sus palabras se perdieron entre aullidos desesperados. Confusión… caos… protestas… injurias… Los cuarenta sobrevivientes se revolcaban sobre el suelo pedregoso llorando su desprecio por aquel hombre en el que depositaran su confianza. No entrarían por aquella boca que asemejaba un horno crematorio… y le volvieron la espalda, mientras el hombre se perdía dentro de aquella luz… Agotados, se entregaron a la resignación de una muerte lenta… la agonía había hecho nido en sus mentes entumecidas por tanto dolor… no podían volver atrás… -¡Hermanos!!! ¿Qué estaban oyendo? ¿No era acaso su voz…? Sin comprender fueron despertando de su letargo, volviéndose a


mirar hacia aquella luz tan blanca que continuaba inamovible. -Es Basilius… -dijo uno encandilado por el resplandor. -¿Está bien…? -preguntó otro. -Parece que sí… trae algo en sus manos… -Sí amigos… traigo una roja y dulce manzana fruto de la Morada Edénica… ¡La hallamos al fin!!! Todos se pusieron de pie viendo como rodaban lágrimas felices de los azules ojos de Basilius. Unidos en la emoción, lo abrazaron rogándole los perdonase por su desconfianza, iniciando sin titubear, la marcha hacia aquel túnel de luz… xxxxxxxxxxxxxxx 94

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EPÍLOGO Sueño… realidad… delirio… ¿acaso un doloroso deambular hacia la muerte? Basilius y su gente dejaban atrás el oscuro túnel que los precipitó hacia un abismo tenebroso, para descubrir al fin, otro, donde la luz enceguecía sus ojos. Y el paraíso surgió… todo era perfección y paz. Asombrados se postraron frente a tanta belleza… El verdor brillante del prado, las aguas cristalinas de un lago, árboles desbordando sus frutos, un cielo límpido con siete pequeños soles y mil pájaros bellos… surgieron frente a todos. No atinaban a dar un paso, a decir palabra… Basilius y sus cuarenta sobrevivientes eran la viva imágen de la contemplación. Como despertando de un sueño, descubrieron que seres conocidos venían a su encuentro. Ahí estaban… Edmundo y Odilia Durión de la mano con Irenea, su hermosa hija. Detrás las niñas que se llevara Máximo. Sollozando de felicidad se abrazaron como una gran familia, que olvidaba las penurias del ayer… habían recuperado la dicha perdida. Solo y pensativo, Basilius fue alejándose hasta llegar a la cascada. Vio el agua cristalina correr entre piedras brillantes hasta formar un manantial, que se fusionaba con el lago. Todo era perfecto. Más allá el grupo familiero poblaba con sus risas el aire tibio…


Conciente de su compromiso, se dijo a sí mismo que tendría que organizarlos, nada debía perturbar aquella maravilla edénica. Serían como niños, inocentes y felices… o como los pájaros libres cruzando el cielo… tal vez como los peces chapoteando en los charcos… Conocerían el sabor de tantas dulces frutas… la tibieza de las aguas sagradas… el amor en estado de pureza… podrían descansar y soñar en paz y libertad… (¿Y qué será de mí ?) Se preguntó sintiendo que al fin, él no tenía a nadie. No le cabían dudas de ser su salvador y que ellos lo sabían, ¿olvidarían los agravios sufridos cuando él era cómplice de las aberraciones en la Base? ¿Le enrostrarían haber sido el científico cómplice de aquel malvado anciano…? -¿Acaso recuerdas su nombre…? -¿Qué…? ¿quién me habla…? -preguntó sorprendido al verse solo en el lugar. -Te hice una pregunta… ¿podrás respoderme?

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PÁGINA 96 FINAL -No… no… ¿qué me pasa? no logro recordarlo…. ¿qué es esto… quién me habla…? -Tú también olvidarás lo que fue malo… igual que ellos… retendrás tu sabiduría fecunda… no lo que sirvió al mal… Al fin lograste entrar a la Morada de la Vida Eterna del jardín de la eterna juventud. -¿Por qué oigo tu voz y no te veo? Escucharte me alegra el corazón… ¿Por qué te escondes…? -preguntó Basilius con la emoción a flor de piel. -Vine para ayudarte… soy Máximo hermano… -dijo materializándose, mientras se unían en profundo abrazo. El encuentro fue tan natural que nadie se asombró al verlos. Sólo ellos sabían la verdad… -Alguien dijo que habías muerto en la explosión, no recuerdo quien. -¿Muerto…? ¿Qué es la muerte? Tal vez sea cierto, no lo sé… ¿tú también has muerto…? -¿Yo…?


-Sí tú… y aquellos que gozan correteando por el prado… -¿No los recuerdas? Son tus vecinos y algunos de mis oficiales… -Creo que estamos comenzando a perder la memoria… -¿Tampoco me recuerdas a mí Máximo? -¡Clementina! Amor, amor… como voy a olvidarte… ¡Ágata, mi pequeña hija! ¡He recuperado a mi familia!!! Basilius los miró con cariño. Mayor fue su sorpresa cuando los tres se acercaron a él, uniéndose en fraternal abrazo. Ya no estaba solo… Ángeles… seres etéreos auxiliando a la humanidad que sin medidas, obró por la destrucción del planeta Tierra. ELBA MAZZEO XXXXXXXXXXXXXX FIN 96


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