Alfonso y taular

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Alfonso y Taular JUEVES 5 de marzo de 2015. Estoy en el salón Morazán de la Casa Presidencial de Honduras. Rodeado de cerca de cien personas, espero el comienzo de la ceremonia de condecoración José Cecilio del Valle de un amigo. Saludo a algunos invitados. Varios de ellos amigos también. Estoy en silencio. Reflexiono sobre el significado de esta ceremonia. No puedo evitar la emoción pues este acto representa el merecido reconocimiento a una persona, pero también al trabajo y compromiso de varios de los presentes. Esta condecoración a Alfonso, me hace recordar numerosas conversaciones y momentos de trabajo juntos en los que he aprendido muchas y valiosas lecciones para la vida. No puedo ubicar exactamente la fecha en la que conocí a Alfonso Fortín. Sí estoy seguro que en el año 1997, impulsados por la iniciativa y empuje del P. Alberto Banchs, comenzamos a tener las primeras reuniones del Centro de Formación Humana Taular. Los principales promotores; Alfonso Fortín, Leonardo Casco y Rafael Medina. Yo era un ingeniero casi recién graduado que trabajaba más en la parte operativa de esta iniciativa de formación. En una casa alquilada, debajo de la cuesta Lempira, en el centro de la ciudad, tuvimos nuestra primera sede estable. Junto con Noé Fuentes, otro joven como yo, nos encargábamos de ofrecer el programa de mentoring “Uno con uno” a alumnos de escuelas públicas. También promovíamos el programa con estudiantes universitarios para que, de forma voluntaria, dedicaran dos horas a la semana a reforzar académicamente a los niños al mismo tiempo que les inculcábamos valores y virtudes. No está de más decir que no era fácil conseguir el compromiso y constancia de los voluntarios. Tampoco era fácil conseguir los recursos económicos para hacer frente a los gastos mes a mes. Incluso, a veces, también era difícil mantener la motivación de los alumnos. Inclinados a la falta de estudio, tal vez por el ejemplo de las frecuentes huelgas de sus maestros. Con el paso del Huracán Mitch por Honduras, en 1998, se cerró la sede en el centro de Tegucigalpa. Las condiciones lamentables hicieron más difícil el acceso a los voluntarios y beneficiarios del programa. El “Uno con uno” continúo varios años más, por las tardes, en la sede del Centro Escolar Aldebarán. Esta iniciativa después se transformó en el Instituto Tecnológico Taular. En la actualidad, uno de los centros de educación secundaria más reconocidos por la excelencia académica y formación en valores de Honduras.


No solo la existencia sino el crecimiento de Taular estos años hablan por sí mismos. Esta iniciativa se mantiene económicamente en su totalidad con donaciones voluntarias. A la urgencia de los gastos, han estado siempre las buenas noticias de las más dispares y audaces gestiones por parte de Alfonso. Desde la persona que ha donado una pequeña cantidad todos los meses desde hace varios años hasta gestiones de carácter internacional que han requerido horas y horas de audaz trabajo. Todo esto, en horas fuera de su trabajo normal –donde también ha sido apreciado por su responsabilidad y competencia- quitando tiempo a las noches y los fines de semana. Sin descuidar a su familia y la educación de sus hijos. Una de las primeras enseñanzas que me deja el ejemplo de Alfonso es la persistencia y constancia en lo emprendido. Es uno de esos pocos que conozco que termina lo que comienza. Lección particularmente valiosa para los que nos entusiasmamos con facilidad con las buenas ideas. He visto como, fruto de tener el corazón totalmente metido en Taular, le hablaba a toda persona que encontraba, las 24 horas del día, sobre colaborar con esta iniciativa. Otra de las cualidades de Alfonso que siempre me ha llamado la atención es su verdadero interés por las personas. En sus conversaciones conmigo siempre ha hecho referencia a circunstancias que muestran el interés por todos, conociéndolos uno a uno. Al final de la ceremonia, por ejemplo, Juan Daniel Euceda y Moisés Salgado, recién graduados universitarios, de la segunda promoción de Taular, me contaron muchos detalles de cómo Alfonso siempre ha sabido estar pendiente de todos los egresados de Taular, en este momento más de doscientos. Son diversas las iniciativas en las que ha participado Alfonso en estos años. Fundación para la familia, apoyo a la Fundación con los niños con cáncer, Director de orientación del Centro Escolar Aldebarán etc. En todas ellas ha quedado patente su responsabilidad, gran capacidad de trabajo, constancia, entrega y el cariño por las personas. En las palabras que nos dirige Alfonso durante la ceremonia de condecoración, dice que no se reconoce a él mismo en la mención de estas y otras virtudes que hicieron previamente. Es posible que cuando lea estas líneas, tal vez se enfade un poco conmigo por dejarlo en evidencia. Las escribo para mí, para sus amigos y para todos. Para que grabemos con fuerza en nosotros que hacer el bien no es solamente de unos instantes, para los fines de semana o los días de fiesta. Perseverar en el bien, superar con constancia las dificultades, meter el corazón con cariño en las personas, hecho día tras día, es heroísmo de verdad.


Tegucigalpa, 7 de marzo de 2015. www.eticaysociedad.org @jcoyuela


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