Camara Colombo-venezolana

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Hermanos para siempre

Hermanos para siempre

Colombia-Venezuela

Colombia-Venezuela

Colombia -Venezuela Hermanos para siempre



Colombia-Venezuela Hermanos para siempre


Dirección de proyecto

Dirección de arte

Magdalena Pardo

Juan David Martínez

Cámara Colombo-Venezolana

Comité editorial

Yadira Silgado

Junta directiva

María Luisa Chiappe

Colombia - Venezuela, hermanos para siempre

2009-2010

Mateo L. Zúñiga

Magdalena Pardo

Presidente

Carlos Hugo Escobar - Locatel Colombia S.A.

Francisco Barragán

Vicepresidente

Julián Jaramillo Escobar - Alpina Productos Alimenticios S.A.

Andrés Barragán

Vicepresidente Nayib Neme Arango - Chaid Neme Hermanos Colaboración Alberto Galofre - Ciameril Álvaro Gómez - Indusel Andrés López - Corferias S.A. Benito Faccini Ochoa - Clean Air Products S.A. Eugenio Marulanda Gómez - Confecamaras Eduardo Romero - Unilever Fernando Caballero - Empresa Colombiana de Cables Jaime Salazar Montoya - Cordicargas Jaime Sorzano Serrano - Colfecar

Álvaro Gómez Suárez Ramón Jimeno Santoyo Coordinación de proyecto Mabel Reyes Carolina Rojas Dirección editorial

Jorge León Dubb - Bretano & Cía S.C.A.

Andrés Barragán

Juan Pablo Rivera - Zona Franca de Bogotá

Francisco Barragán

Juan Francisco Castro - Banco Nacional de Crédito

Andrés Morán

Liliana Bolívar - Helm Bank de Venezuela Luis Gustavo Flórez Enciso - Acicam María Asunción Mezo - Banco Mercantil C.A. Marina Alarcón - Banco del Caribe - Venezuela Martín Gustavo Ibarra - Araújo Ibarra y Asociados Pedro Sayago - Cámara de Comercio de Cúcuta Santiago Cárdenas - Colceramica

Diseño y diagramación María Paula Forero Dilian Querubín Investigación y redacción Jorge Orlando Melo Leonardo Realpe Bolaños Manuel Camperos Raúl Martínez Germán Mora


Fotografía

Mateo Rodríguez

Impresión

Aaron Sosa

Nelson Garrido Nicola Rocco

Panamericana Formas e Impresos S.A.

Alejandra Plazas Alejandro Ascanio

Ramón Lepage

Álvaro Martínez

Robert Max

isbn 978-958-8575-06-3 Primera edición, 2010

Andrea Martínez

Rodrigo Orrantia

Asdrubal Hernández

Tito Caula

© 2010 Cámara Colombo-Venezolana

Carlos Eduardo Ramírez

Yadira Silgado

© 2010 .Puntoaparte Ltda.

Daniel Meléndez

Todos los derechos reservados.

Danny Manzanares

Archivo Econoinvest

Ernesto Monsalve

Archivo El Tiempo

Prohibida la reproducción total o parcial, dentro y fuera

Fernando Bracho

Archivo Fundación Bigott

del territorio de Colombia, del material escrito y/o gráfico

Gabriel Osorio

Archivo La Opinión

sin autorización expresa de los autores.

Gerardo Sánchez

Agencia Orinoquiaphoto

Gilberto Salazar

Colección Museo de la Independencia – Casa

Gregorio Marrero

del Florero del Ministerio de Cultura de Colombia

Helkin René Díaz

Colección Museo Nacional de Colombia

Henry González

David Rumsey Map Collection

Javier Lastras

Proyecto Mapa

www.puntoaparte.com.co

Jonathan Hackett Jorge Luis Santos José Abraham Toro Juan Camilo Segura Juan Carrizosa Manuel Olarte



portada: Puente Internacional Simón Bolívar, que conectaba las poblaciones fronterizas de San José de Cúcuta y San Antonio del Táchira, inaugurado el 27 de julio de 1927 en conmemoración del natalicio de Simón Bolívar.

Puente sobre el lago de Maracaibo. Zulia, Venezuela.


Contenido página 8

página 12

página 14

página 26

Presentación Punto de encuentro Una frontera imaginada

Lugares comunes

página 28

La calidez del Caribe

página 40

Los Andes a ambos lados

página 52

El Llano es uno solo

página 64

El tapiz amazónico


Expresiones de un pueblo

página 76

La comunión de la historia

página 78

Los sonidos de aquí y de allá

página 96

El gusto de la mesa

página 108

Hazañas y héroes deportivos

página 120

Lo cotidiano

página 132

Comercio de dos vías El corazón de la frontera

página 142

página 144


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Ubicación geográfica* 0 km 0 km 0 km

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Ciudades y poblaciones

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Ciudades y poblaciones 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41

Bárbula Barquisimeto Barranquilla Bogotá Caracas Carora Cartagena de Índias Castilletes Cavo de la Vela Ciudad Bolivar Coro Cumaná Cumaral El Callao Gavidia Granada Isla de Margarita La Julia La Playa de Belén La Uribe Leticia Los Roques Maracaibo Medellín Mérida Monguí Nirgua Orocué Ocaña Paipa Palomino Pamplona Paraguaipoa Pasto Pueblo Nuevo Puerto Cabello Puerto Carreño Puerto Nariño Puerto Ordaz Riohacha San Antonio del Táchira

* De lugares mencionados en la publicación.

Estados y departamentos

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San Cristobal Sanare San Carlos de Río Negro San José de Cúcuta San Juan San Mateo Santa Marta Sogamoso Uribia Villavicencio Vista Hermosa

Estados y departamentos 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29

Amazonas - estado Amazonas - departamento Antioquia - departamento Apure - estado Aragua - estado Arauca - departamento Atlántico - departamento Barinas - estado Bolívar - estado Bolívar - departamento Boyacá - departamento Caldas - departamento Carabobo - estado Caquetá - departamento Casanare - departamento Cauca - departamento Cundinamarca - departamento Falcón - estado Guainía - departamento Guaviare - departamento La Guajira - departamento Lara - estado Magdalena - departamento Mérida - estado Meta - departamento Miránda - estado Norte de Santander - departamento Nueva Esparta - estado Putumayo - departamento

Accidentes geográficos

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Santander - departamento Sucre - estado Táchira - estado Tolima - departamento Trujillo - estado Valle del Cauca - departamento Vaupés - departamento Vichada - departamento Yaracuy - estado Zulia - estado

Accidentes geográficos 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28

Canal de Casiquiare Cerro Autana Cerro Cumare Cerro Otare Lago de Maracaibo Mesa de Iguaje Monte Ávila Montes de Oca Parque Nal. Los Estoraques Parque Nal. Morrocoy Parque Nal. Sierra Nevada Península de Araya Península de Paria Río Amazonas Río Apure Río Arauca Río Guaviare Río Inírida Río Magdalena Río Meta Río Orinoco Río Portuguesa Río Táchira Serranía de la Neblina Serranía del Perijá Serranía de los Churumbelos Sierra Nevada de la Macarena Sierra Nevada de Santa Marta


Presentación C

olombianos y venezolanos hemos sido hermanos y lo sere-

mos por siempre.

Las imágenes evidencian vínculos e identidades de lo que compartimos pero que conscientemente asimilamos como colombianos o venezolanos: por ejemplo, las ideas de independencia

Cuando iniciamos este proyecto, que destaca lo que nos une por

que, con la rebelión de los Comuneros, parte de Socorro, entra

encima de lo que nos separa, las diferencias y la coyuntura que

por San Antonio del Táchira, San Cristóbal, La Grita y termina

hoy tanto nos afecta apenas se avizoraban. Sin embargo, esta-

en Mérida; o el símbolo patrio de la bandera que nos heredó el

mos convencidos de que lo que hoy empaña las relaciones entre

precursor Francisco de Miranda.

los dos países está lejos de opacar el contenido del libro que presentamos, cuya finalidad se plantea ahora como aliento a la

Compartimos también batallas decisivas, como la Campaña

esperanza de una pronta solución.

Admirable de 1813, en la que Bolívar reconquista a Venezuela con tropas colombianas, y la batalla del Pantano de Vargas que,

No siempre se da entre países vecinos una relación tan imbricada

conducida también por Bolívar, consolidó la independencia de

y entrelazada en tan diversos aspectos. Unas veces es el mero inte-

Colombia con soldados venezolanos.

rés económico y comercial el que mueve las relaciones entre vecinos; otras veces puede ser simplemente por un imperativo político.

También reconocemos héroes comunes, además del propio Bolívar:

En ocasiones, los bienes culturales comunes son los que desdibujan

recuérdese a Ricaurte en San Mateo, a Girardot en la batalla del

la frontera y facilitan las relaciones. Pero también hay que admitir

Bárbula, y a Prudencio José Padilla en la batalla de Maracaibo.

Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

que puede predominar entre vecinos la rivalidad y la intolerancia.

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No es el caso colombovenezolano, en el que, por el contrario, se

Y esa historia común incluye también a La Gran Colombia, inte-

conjugan afectos, parentescos, intereses económicos y comerciales,

grada por Colombia, Venezuela y Ecuador, y creada el 15 de febrero

con identificaciones culturales y afinidades étnicas, que hacen de

de 1819 en el Congreso de Angostura, hoy Ciudad Bolívar.

la línea fronteriza un asunto apenas administrativo. El comercio internacional es otra fuerza de siglos que integra a Con esta publicación hemos querido resaltar los elementos de

los dos países. La historia reciente, a partir de los años 90 del siglo

convergencia culturales, geográficos y etnográficos de nuestros

pasado, nos demuestra que nuestra relación de intercambio está

países. En estas páginas el lector podrá apreciar escenas comu-

signada para la prosperidad. Basta ver cómo, al abrir nuestros

nes de la historia y de la vida de Venezuela y de Colombia, presen-

mercados, Colombia y Venezuela protagonizaron una experiencia

tes más allá de cualquier coyuntura política e independientes del

comercial poco común: se inició un intercambio crecientemente

nivel social de quienes las protagonizan.

diversificado de productos industriales. Se mostró a la comunidad


académica, y en especial a los economistas, que el intercambio

así lo predica y está convencida de que las relaciones comercia-

entre los dos países era generador de nueva riqueza, pero sobre-

les entre las dos naciones son resultado y manifestación de la

todo de valor agregado y de trabajo, que es el fin de toda actividad

hermandad de sus pueblos y de sus respectivas comunidades

económica. El intercambio colombovenezolano generó empleos

empresariales. De ese intercambio sólo quedan beneficios para

industriales con mejores remuneraciones y, por consiguiente, con

las partes, es un recurso natural y cultural inagotable que ni las

mayor bienestar para nuestras poblaciones.

desavenencias de sus líderes pueden extinguir.

Pero, además de historia común e intercambio, el lector podrá

Sea ésta la oportunidad de agradecer a quienes promovieron

apreciar cómo nuestros países comparten también la geografía

y han participado en este proyecto, especialmente a mi antece-

y sus accidentes: El Llano, los Andes, El Caribe, la selva amazó-

sora María Luisa Chiappe, por esta iniciativa; a Álvaro Gómez

nica y la frontera de 2219 km componen nuestro territorio y dan

Suárez por sus valiosos aportes y a la junta directiva por su

carácter a nuestras poblaciones. También podrán ver la cotidia-

confianza; el apoyo de Alpina Productos Alimenticios S.A.,

nidad de nuestros pueblos y entender cómo la arepa de la reina

Bonem S.A., Cámara de Comercio de Bogotá, Grupo de

pepiada producida al otro lado de la frontera es un manjar que

Empresas Econoinvest, Helm Bank de Venezuela Oficina

ningún colombiano puede abstenerse de degustar. Ni qué decir

de Representación, Inelectra, Metalúrgica Carabobo C.A.

de su famoso ron, que emula sin exageración alguna con los más

Metalcar, Organización Corona S.A. y Renault - Sofasa, sin

famosos licores en su categoría. O de las hallacas y los tamales,

cuyo concurso este libro no sería una realidad. En momentos tan

del pabellón y la bandeja paisa, ricuras que siempre deparan, allí y

críticos de nuestra relación, queremos que esta publicación sea

acá, un festín en materia culinaria. O de la Calle Íntima, en Cúcuta,

testimonio de todo lo que nos une y también de todo contra lo que

frecuentada por nuestras vecinas venezolanas para aperarse de la

no es posible atentar.

necesaria lencería para la satisfacción de su vanidad. También en el baile, en los juegos, en los deportes, en la música, colombianos y venezolanos nos encontramos.

que presentamos es un testimonio más de nuestra indeclinable voluntad de estrechar lazos, de hacer manifiestos los fundamentos de nuestras dos naciones y de construir una sociedad

Magdalena Pardo de Serrano

próspera y de bienestar para sus habitantes. Esta institución

Presidente ejecutiva

00 - Introducción

Para la Cámara de Comercio Colombo-Venezolana, el libro

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Este país que centra el Orinoco M

ucho antes de que los primeros humanos miraran los tepu-

convertiríamos en canto el deslizarse de los peces por el agua

yes vertiginosos o sintieran sobre su piel la lluvia del Chocó que

verde y en oración el silencioso permanecer de los bosques; los

nunca cesa; mucho antes de que alguien viera por primera vez el

que después se llamarían Pérez Bonaparte y Silva, Gallegos y

blanco ángel de agua que parece caer del propio cielo, o la blanca

Rivera, Ramos Sucre y Arturo.

vertical de las palmas de cera en la pendiente; mucho antes de que se oyeran rezos en Cumaná o que se pintaran los rostros embera

Un día se alzaron los pueblos que dieron nombre a las mesas de la

en achiote sagrado; mucho antes del tapir bicéfalo de madera que

Gran Sabana y los que tallaron los dioses de piedra en las fuentes

mira al Norte y al Sur y simboliza la firmeza, y mucho antes de

de Yuma; los que se cubrieron de perlas en Margarita y los que

los saltamontes de oro de Malagana, que son los hijos traviesos

narraron el mito del árbol de los frutos, de la serpiente sin ojos,

del sol; mucho antes de que hubiera rostros humanos y voces

del gran mar de agua dulce que arrastra al Sur todas las aguas.

saliendo de esos rostros, ya los dos territorios habían sido herma-

Un día se alzaron los hijos del jaguar de Trinidad, los flautistas

nos por los poderes del origen.

de la Sierra Nevada, los centenares de pueblos que nombraron el mundo en centenares de lenguas. En ningún lugar del mundo

No. No eran dos territorios. Era un solo gran mundo poblado por

tuvo tantos nombres el mismo árbol, tantos el mismo pájaro.

Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

chigüiros y anacondas, por ceibas y yarumos, por perezosos de

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manos puntiagudas y por jaguares que son también la selva y el cielo.

Después, el hombre. Los hombres barbados, vestidos de hierro. Los

Mucho antes de nosotros estaban ellos: el viento sin patria, la lluvia

españoles entre el Darién y la Guajira, los alemanes entre la Guajira

sin nombre, el desierto con su soplo sin fin que enloquece a los árbo-

y el Golfo de Paria. Heredia, con la nariz remendada; Ambrosio

les, la cordillera pesada y brumosa, los páramos y su minucioso silen-

Alfinger, por tierras de boas gigantescas. Juan de Castellanos nom-

cio. Mucho antes de nosotros había un río, al que después llamaron

brando un solo mundo en versos infinitos. Jiménez recordando sus

Orinoco, alrededor de él ese universo, el llano lleno del grito de las

campañas de Italia y la conversación ya pedregosa del Emperador;

bandadas y del estruendo de catástrofe de las grandes tormentas.

y Felipe de Hutten adolescente soñando que se podía levantar bajo esas borrascas un barroco principado alemán. Y el viejo territo-

Antes de los países, el mundo; antes de las fronteras, la inmensi-

rio, que había alzado y derribado reyes y dioses derribó también

dad, y también después. Ese antes profundo, insondable, donde

al poeta, derribó también al viejo letrado y al joven guerrero, y sus

también estamos nosotros, prefigurados, presentidos: los que

huesos europeos se convirtieron en polvo de América.


Porque los humanos pasamos, pasan nuestras guerras y nues-

Hay un árbol enclavado en la precisa línea divisoria y que da

tras filosofías, pasan nuestras ciudades y nuestro rezos, pero

frutos en dos tierras, flores en dos provincias y sombra en dos

quedan el viento y el río, la selva y el llano. Y a veces surge un

países. Celebremos ese árbol, y son muchos, como símbolo de lo

hombre capaz de sueños amplios como el llano y largos como

más distinto, de un sueño. Árbol que no puede desplazarse pero

el río, fecundos como la selva y persistentes como el viento-

danza y se agita. Y hay una piedra inmóvil y llena de recuer-

Nombrémoslo. Digamos una vez más esa extraña palabra, tam-

dos, que sin saberlo habita en dos países, y sostiene la alianza, y

bién compartida. No para secundar un juego de patrias hostiles,

recibe la tibieza del Sol. Y hay un río, un joven huracanado que

sueño mezquino de países capaces de odiarse y de desgarrarse

arrastra días y barcas y sueños.

a sí mismos, capaces de mirarse con recelo uno al otro; sino para recordar otra vez el amor que apartó a aquel hombre de

Que siga la mano paciente bajo la lámpara trazando en vano la

la vida opulenta de sus mantuanos, y lo llevó sobre un caballo

frontera, repintando sobre el mapa los mojones, trazando con su

a través de los llanos y de los Andes- Bolívar: ganando batallas

escuadra la línea hostil, vertiendo acuarela de distintos colores

que después serían sólo nombres; construyendo países que des-

a lado y lado del trazo punteado; otros hombres y otros pájaros

pués serían engrandecidos o profanados por otros; ofreciendo

se endiosarán borrando ese cauce, llamando al Orinoco padre

a los hijos de este suelo, hijos de todos los colores, de todas las

común, diciéndole con el poeta de todos: “[...] río de razas, patria

mezclas, de todos los orígenes, un día de orgullo, un tiempo de

de raíces, tu ancho rumor, tu lámina salvaje, viene de donde vengo,

justicia, un sueño común.

de las pobres, y altivas soledades, de un secreto, como una sangre, de una silenciosa, madre de arcilla”. Diciéndole al gran río no con-

No porque fuera su capricho, sino porque es lo que le dicen a todo

fín sino centro, hogar en movimiento de la gente del agua.

el que sepa escucharlos los vientos de Riohacha y los vientos de Coro; el pájaro que cambia de árbol pero no de país; esas viejas dieron el ritmo de la ráfaga, la libertad del galope ante los hori-

William Ospina

zontes abiertos, la calidez del espacio bajo los cielos grandes, el

escritor colombiano

color de venado de los atardeceres.

Premio Rómulo Gallegos 2009

00 - Introducción

arpas que fueron sajonas y judías pero hace mucho ya que apren-

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Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

Punto de encuentro

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01 - Punto de encuentro

Una frontera imaginada

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01 - Punto de encuentro

Una frontera imaginada En 2008, en una pequeña franja de tierra, cien mil personas se reunieron para celebrar la hermandad colombo-venezolana. Ese día las voces unidas de todos los que son parte de ese “punto de encuentro” cantaron a lado y lado de la frontera, mientras una mancha blanca, al extenderse, hacía más borrosa una frontera que nunca había sido rígida y en vez de separar servía de punto de unión y de lugar de fusión de dos culturas llenas de elementos comunes.

Concierto Paz Sin Fronteras realizado en el Puente Internacional Simón Bolívar. Zona fronteriza entre Colombia y Venezuela.


16 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


E

n la frontera se ha formado una región intermedia entre

los dos países, que de alguna manera plasma el sueño de Simón

Bolívar de la unidad de nuestras naciones. En esa región los controles fronterizos tienen algo de formal y estricto, un esfuerzo impotente de regular una situación social, económica y cultural que los supera, una vida real en la que la frontera tiene mucho de imaginario. En efecto, exuberante y llena de vitalidad, la zona fronteriza, con familias enteras cuyos miembros viven a ambos lados de la línea de división nacional, es un territorio abierto en donde pierde importancia la proveniencia de sus habitantes. En Cúcuta, Pamplona, San Antonio, Ureña o San Cristóbal, se forma un pot-pourri colombo-venezolano, donde se ven habitualmente automóviles de ambos países que se mueven con total libertad; ciudadanos de ambas nacionalidades que visitan a sus familiares; amigos o socios del otro lado y, por supuesto, compradores de los dos países que se surten en los comercios de dichas ciudades, dependiendo, desde luego, del cambio de divisas que determina en parte la marcha de la economía fronteriza.

Puente Internacional Simón Bolívar. Paso fronterizo entre Colombia y Venezuela.

Teléfono público en el parque Santander que anuncia llamadas a ambos países. San José de Cúcuta. Norte de Santander, Colombia.

01 - Punto de encuentro

San Antonio del Táchira. Táchira, Venezuela.

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Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

En la alta Guajira, medio millón de indígenas wayúu, conocidos

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 Paso de vehículos colombianos en la frontera. San Antonio del Táchira. Táchira, Venezuela.

durante siglos como “guajiros”, desarrollan su vida como si la frontera política no existiera: para ellos la unidad de su cultura y sus lazos étnicos son la verdad. Asimismo, en medio de la llanura y a orillas del río Arauca, las barreras naturales existentes no alteran ese llano único e indivisible, con un paisaje y un medio ambiente similares y con estilos de vida y culturas comunes: allí viven, a ambos lados de los ríos fronterizos, decenas de miles de descendientes de los llaneros que entre los siglos xvii y xix hicieron de la ganadería a campo abierto la base de su cultura.

Restaurante y tostadería El Maná, donde motociclistas colombianos y venezolanos encuentran dieciocho tipos diferentes de arepas. San Antonio del Táchira. Táchira, Venezuela.


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01 - Punto de encuentro


20 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


En estas tres regiones predominan las tradiciones locales, los vínculos familiares de siglos, las semejanzas de intereses, las creencias y formas de vida que convierten a los pueblos de ambos lados de la línea nacional en miembros de una misma comunidad, en la que la pertenencia a uno u otro país es indiferente. Estas poblaciones, en su vida real, en sus condiciones sociales y económicas reales, ignoran las restricciones estatales. El comercio informal ha acompañado siempre al comercio legal. La doble cedulación y, desde 1991 en Colombia y desde 1999 en Venezuela, la doble nacionalidad como un derecho aceptado por ambos países, no hacen sino confirmar el hecho social básico: que los pueblos de las zonas de frontera se ven como una sola nación, en la que la nacionalidad colombiana o venezolana es un hecho complementario que no anula los factores de unidad. Innumerables amistades, matrimonios y celebraciones binacionales; el comercio y los miles de jóvenes que finalizan sus estudios a lado y lado de la frontera; el uso de los servicios sociales ofrecidos por cualquiera de los dos Estados; la tradición de refugio en caso de persecución política que llevó a miles de colombianos a

Mercado informal donde venezolanas y colombianas se surten de prendas de vestir. San José de Cúcuta. Norte de Santander, Colombia. 01 - Punto de encuentro

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Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

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Venezuela y viceversa; y la migración masiva de colombianos a la vecina república durante el auge petrolero de la segunda mitad del siglo xx, refuerzan las relaciones mutuas entre los habitantes de

 

borra las fronteras y estas experiencias comunes hacen de este punto de encuentro un testimonio viviente de entendimiento mutuo.

Mujer guajira camina hacia su comunidad luego de asistir al mercado fronterizo de Paraguaipoa. Zulia, Venezuela.

estas fronteras, alimentadas además por las oportunidades económicas que ofrecen las políticas cambiarias y por la abundancia, a uno y otro lado, de diferentes bienes de consumo. La hermandad

Estudiantes en la zona fronteriza. Pamplona. Norte de Santander, Colombia.



Izquierda: vehículo perteneciente a la Asociación Civil Línea Libertad, que cubre la ruta San José de Cúcuta - San Antonio del Tachira. Táchira, Venezuela.



derecha: señal direccional en el parque Santander. San José de Cúcuta. Norte de Santander, Colombia.


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01 - Punto de encuentro


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01 - Punto de encuentro


Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

Lugares comunes

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Los Andes a ambos lados

El Llano es uno solo

El tapiz amaz贸nico

01 - Punto de encuentro

La calidez del Caribe

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02 - Lugares comunes

La calidez del Caribe

El continente suramericano se asoma al mar Caribe con una larga orilla de bahías de ensueño, penínsulas con parajes idílicos, pequeños archipiélagos y una notable diversidad isleña que conforman los miles de kilómetros de costa que, sobre el mar Caribe, poseen uno y otro país.

Playa cercana a la Sierra Nevada de Santa Marta. Palomino. Guajira, Colombia.


30 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


E

n un litoral que resulta prodigioso por la diversidad, conviven retazos de selva húmeda tropical

Playas de Tucacas en el Parque Nacional Morrocoy. Falcón, Venezuela.

con parajes cubiertos todavía de bosque seco, propiciando un contraste entre los sotos de cactus y

Atardecer en el Malecón de Rioacha. Guajira, Colombia.

los macizos de mangle, y entre los desiertos de dunas y las explanadas de vocación ganadera. Desde la frontera colombiana con Panamá hasta la venezolana con la Guayana inglesa, se advierte una asombrosa variedad de especies botánicas comunes, muchas de ellas endémicas, como los boscajes mento del Magdalena y en la península de la Guajira. Asimismo, especies zoológicas como langostas, langostinos, almejas, calamares, pargos, róbalos, chernas o meros y otros cientos de ejemplares marinos enriquecen las tibias aguas del Caribe, ofreciendo un gran espectáculo y, en algunos casos, bocados exquisitos para la mesa de los lugareños de ambos países.

02 - Lugares comunes

de plantas espinosas y cactus presentes en las costas de los estados Falcón y Sucre, en el departa-

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32 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


La variedad del Caribe colombo-venezolano se aprecia en la diversidad histórica y económica de sus asentamientos. Cartagena de Indias, Puerto Cabello, Coro y Santa Marta son sinónimos de tradición y de un pasado lleno de orgullo y leyenda. Maracaibo y Barranquilla son manifestaciones de la pujanza industrial, económica y comercial de ambas naciones. Otros territorios como Providencia y Los Roques se revelan a aquellos que van por vez primera al Caribe como una ventana turística a través de la que se puede apreciar la gran riqueza biológica de esta zona. Son las costumbres y las formas de vida los principales elementos de ese panorama de similitudes, que tiende a generar una cercanía tanto espiritual como formal. Han existido por siglos, como puede evidenciarse en la etnia wayúu, pobladores originales de la península de la Guajira y quienes han visto en ella un territorio abierto y sin fronteras. Esta situación se evidenció en el encuentro binacional que hace unos años sostuvieron las autoridades

Sierra Nevada de Santa Marta vista desde Palomino. Guajira, Colombia.

Vendedores de “raspao” en la playa. Santa Marta. Magdalena, Colombia. 02 - Lugares comunes

de Venezuela y de Colombia, con el fin de establecer políticas

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comunes alrededor de dicha comunidad. En las mesas, los líderes del grupo autóctono expresaron su satisfacción por el interés que demostraban los dos estados en conocer sus condiciones, pero al mismo tiempo reprocharon que al encuentro se le llamase binacional, ya que ellos como miembros de una sola nación no aceptaban que se los considerara como parte de dos. Ese día quedó de manifiesto para los habitantes de la zona limítrofe que no hay fronteras que delimiten el espacio que les pertenece, percepción que cubre actividades productivas, comerciales y, en todo caso, la vida cotidiana. Al elemento indígena se debe mezclar el africano. Los afrocolombianos enriquecieron la mezcla que se había ido gestando en el primer siglo de la dominación española y aportaron características fundamentales de la cultura caribeña y africana. Los esclavos negros llegaron de África desde mediados del siglo xvi,

Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

a partir del diseño de una política de protección de los indígenas

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Niños jugando en un muelle a la orilla del mar; al fondo vista de la península de Araya. Cumaná. Sucre, Venezuela.

Familia guajira en su ranchería. Riohacha. Guajira, Colombia.


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propiciada por las campañas defensoras del padre Bartolomé de Las Casas. La importación fue ejecutada con el beneplácito de las autoridades españolas, y en particular de la Corona, por los esclavistas ingleses y portugueses. Así llegaron los códigos culturales de los bantú, de los lunda, de los bachwezi, de los ryangombe y de tantos otros grupos africanos que enriquecieron ese prototipo humano que se gestaba en el Nuevo Mundo y en particular en el litoral norte de América del Sur. Su presencia, fuerte y preponderante en la cultura caribeña de ambos países, ha sido un afluente decisivo para establecer sistemas de valores y de comportamiento sociales, que tanto la geografía como el ser humano han conformado.

Vendedora informal en una playa de la península de Paria. Sucre, Venezuela.

Tradicional Palenquera cartagenera. Cartagena. Bolívar, Colombia.

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izquierda: barca de pescadores pintada con la bandera de Colombia en las playas de Palomino. Guajira, Colombia. derecha: playa en Cayo Sombrero. Parque Nacional Morrocoy. Falcón, Venezuela.

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Los Andes a ambos lados La cordillera alberga desde la severidad pétrea de las paredes y de las salientes de la alta montaña, hasta la gentileza y el verdor de los valles de las tierras templadas. Del nudo de Pamplona, en territorio colombiano, se desprenden dos ramales que entran a suelo venezolano. La serranía del Perijá, que se dirige al Noroccidente hasta convertirse en los Montes de Oca en la Guajira, y la cordillera de Mérida, la cual atraviesa los estados Trujillo, Barinas y Mérida.

Cultivos de cebolla en cercanías a Sogamoso. Boyacá, Colombia.


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u paisaje, labrado desde hace millones de años por ríos, caudales y la acción de la tierra, se

encuentra colmado de valles de clima cálido, laderas que invitan al descanso, bosques de niebla y

desde luego grandes alturas como la Sierra Nevada de Mérida, cuyos picos Bolívar, Humboldt, La Concha, Bompland, La Silla del Toro y El León emulan en imponencia y magnitud a los nevados Bolívar y Colón, en la Sierra Nevada de Santa Marta, el Púlpito del Diablo y el Ritacuba Blanco, en el Cocuy, y los del Tolima, el Huila y el Ruiz en la cordillera Central.

Parque Nacional Los Estoraques. Norte de Santander, Colombia.

Lago en El Paramito. Mérida, Venezuela. 02 - Lugares comunes

S

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En los Andes, a más de tres mil quinientos metros sobre el nivel del mar, surge un ecosistema único

Nacional Sierra Nevada. Mérida, Venezuela.

formado por páramos que conforman parte de las reservas de agua del mundo. Su planta emblemática, el frailejón, emerge de la tierra golpeada por fuertes vientos y por cambios dramáticos de temperatura,

Vista de la laguna de Mucubají y sus frailejones en el Parque

Paisaje cercano a Monguí. Boyacá, Colombia.

Los páramos se presentan como un espectáculo natural de belleza inimaginable, pero la majestad de los Andes es mucho más que sus cúspides. Sus cimas dan lugar a la belleza de la tierra caliente y sus faldas y mesetas albergan el secreto de la eterna primavera. Nuestras montañas son testimonio de una permanente variedad de climas, a pocos kilómetros de distancia, con un sinfín de

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que van desde los treinta grados centígrados hasta heladas por debajo de cero en los amaneceres.

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escenarios que hacen de estas latitudes únicas en el mundo y

Cultivo de papa en El Molino. Mérida, Venezuela.

convierte a los estados o departamentos andinos en zonas de

Vista de la Sierra Nevada de Mérida desde el Observatorio

una extraordinaria riqueza biológica. A las numerosas variedades vegetales originarias se suma una casi infinita gama de plantas de cultivo que se han aclimatado y desarrollado con mayor fortaleza de la que solían tener en aquellos lugares de donde son oriundas. Un buen ejemplo es el café andino, que crece en las tierras templadas y cuya calidad excepcional se aprecia

Nacional. Parque Nacional Sierra Nevada. Mérida, Venezuela.


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en el mundo entero. Lo propio ocurre con el maíz que se cosecha en

Paisaje vía Paipa. Boyacá, Colombia.

todos los climas, con las hortalizas y las frutas de los pisos térmicos

Habitante del páramo venezolano. Gavidia. Mérida, Venezuela.

medio altos, que se recolectan durante todo el año: quinua, bellotas, lechugas de diversos tipos, tomates y varias clases de zapallos o calaun surtido extraordinario de hierbas aromáticas, cítricos, melones, papayas o lechosas, parchitas o maracuyás, zarzamoras y fresas. Un apabullante repertorio de productos alimenticios, oriundos de la cordillera o provenientes de los más remotos orígenes, abastecen incontables hogares a lo largo y ancho de ambos países.

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bazas; remolachas, coles y repollos; arvejas, guisantes y zanahorias;

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Los pueblos blancos de perfil colonial y de estirpe hispánica, con sus callejuelas empinadas, conventos, espadañas y muros blanqueados que aíslan solares y huertas, en los estados Mérida, Táchira y Trujillo recuerdan al departamento de Cundinamarca, los dos Santanderes, las regiones antioqueña y cafetera, el Cauca, Boyacá e incluso el austral Nariño. En estos lugares nuestra historia común empezó a consolidarse al abrigo de los Andes, aquellas montañas que más que separarnos se presentan como un brazo que nos une y que extiende todas sus maravillas a lo

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largo, ancho y alto de nuestra geografía compartida.

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arriba: campesinos. Monguí. Boyacá, Colombia.

abajo: hombres de la región. Pueblo Nuevo. Mérida, Venezuela.

Paisaje en cercanías a Paipa. Boyacá, Colombia.


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El Llano es uno solo Los llanos orientales, como se acostumbra a llamarlos en Colombia, o del Orinoco, como se denominan con mayor justicia en la mayoría de los mapas, se extienden por casi un tercio de cada territorio. Esto los transforma en una puerta abierta y una zona libre en donde sus habitantes, sean venezolanos o colombianos, conviven día a día. Su dimensión es tal que a los llaneros de ambos países no les gusta que se hable de “los llanos”, porque anotan, con razón, que El Llano es uno solo, ceñido por los Andes al Norte, rematado al Oriente por el delta del río que le presta el nombre y subyugado por la densidad de la manigua hacia el Sur.

Panorámica de El Llano en Vista Hermosa. Meta, Colombia.


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aisaje imposible de abarcar de un solo golpe de vista, de amaneceres marcados por la aparición de

un disco que inunda de arreboles el espacio y de pantanos que brillan con los rayos de un sol ardiente

para dejar vislumbrar desde la lejanía sus brillos de plata. En él, gigantescas manadas de reses criollas, cebú, guzerá, brahaman rojo y de muchas otras razas se movilizan por los caminos de El Llano. La prodigiosa riqueza biológica contrasta con el predominio de las gramíneas en la vegetación llanera. La hierba sostiene la ganadería junto con el agua; ambas rigen, en una suerte de dictadura natural, el principal destino económico de casi todo el ecosistema. Pero las sabanas, como hábitat de innumerables especies, son mucho más que pastizales por la variedad y exuberancia de su flora.

Atardecer en El Llano. Cumaral. Meta, Colombia.

Trabajador de El Llano. Orocué. Casanare, Colombia.


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El río Orinoco, aquella única división física de esta planicie sin fin, acompaña a la gran llanura y la enri-

Chigüiros o chigüires a la orilla del río. Apure, Venezuela.

quece con una gran cantidad de peces, como la sapuara, el coporo, los bagres tigre y rayado y el mapuro,

izquierda: caracara, ave rapaz de gran tamaño. Bolívar, Venezuela.

a la par que es el hogar del cocodrilo del Orinoco, que se encuentra en peligro de extinción, e inumera-

derecha: vista de la Sierra de la Macarena. La Uribe. Meta, Colombia.

bles aves y reptiles que hacen de éste un ecosistema único en el mundo. Sus aguas, a veces tranquilas, a fiesta en las expediciones en busca de El Dorado, hasta la criptozoología, con los avistamientos de una serpiente de siete cabezas en 1988. Su fuerza e imponencia hacen del río Orinoco un personaje vital dentro de la vida de El Llano y la economía de ambos países. Su riqueza biológica se acompaña de una riqueza geológica, como se manifiesta en su delta donde se explotan yacimientos de hierro.

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veces furiosas, son territorio de leyendas y mitos que abarcan desde la codicia del ser humano, mani-

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El Llano, más allá de las fronteras y de los delineamientos políticos, es un símbolo vivo de esa

Paisaje de El Llano. Barinas, Venezuela.

libertad que ayudaron a consolidar las huestes llaneras que acompañaron al Libertador en la gesta

Puente de guadua para el invierno en Orocué. Casanare, Colombia.

emancipadora; es un mundo aparte cuya magia surge del maridaje entre la tierra y las corrientes de algunos de los ríos más caudalosos del continente, como el Arauca, el Meta, el Portuguesa, el Apure, el Inírida o el Guaviare, afluentes del casi mítico torrente del Orinoco que, a la postre, engendró la planicie en épocas prehistóricas.


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El tapiz amazónico Territorio salpicado de parques naturales como la Serranía de la Neblina, el Duida Marahuaca y el Parima Tapirapeko en territorio venezolano o, en Colombia, los de Amakayaku, Cahuanari, Chiribiquete o la Serranía de los Churumbelos; cubierto por un denso tejido vegetal formado por árboles de gran tamaño, gigantes, que se cierran a la luz del sol; catedral botánica con régimen de abundantes lluvias y clima húmedo, con temperaturas entre los veinticinco y treinta grados centígrados.

Casa sobre el río Loretoyacu, vía Puerto Nariño. Amazonas, Colombia.


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e los cerca de seis millones de kilómetros cuadrados que

tiene el mayor pulmón del mundo, a Venezuela y a Colombia les

corresponde cerca de un diez por ciento. La Amazonía es el más importante ecosistema del planeta en relación con la atmósfera y pertenece a varios países de América del Sur. La presencia de las dos repúblicas andinas, llaneras y caribeñas en ese auténtico mundo inexplorado, termina por redondear la condición de resúmenes del continente. Por las particularidades medio ambientales, por unas fauna y flora que están lejos de haber sido identificadas en todo su esplendor, así como por el patrimonio cultural de incalculable valor que supone la presencia de cuando menos sesenta etnias aborígenes, la jurisdicción sobre una parte de ese enorme depósito de acervos, aún insospechados, se convierte en un hecho de la mayor trascendencia en lo que atañe a una diversidad que no sólo nos identifica, sino que una vez más, Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

nos genera unos lazos de unión indelebles.

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Vista del Tepuy Autana (Wahari-Kuaway). Amazonas, Venezuela.

Selva inundada en los lagos de Yahuarcaca. Leticia. Amazonas, Colombia.


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El estado venezolano del Amazonas y los departamentos colombianos de Putumayo, Caquetá, Guainía, Guaviare, Vaupés, Vichada y Amazonas son las divisiones geopolíticas en que se fragmenta el mencionado sector de los dos países, pero que a la luz de la inmensidad de la selva, se presentan como fronteras imaginarias ya que más de cincuenta comunidades aborígenes transitan en esta zona que consideran su hogar. El indígena de la región posee un gran conocimiento de su entorno, heredado de sus ancestros. Conoce las posibilidades terapéuticas y utilitarias de abundantes plantas de la selva así como de varios animales. En lo que se refiere al aspecto físico de los habitantes, su color es cobrizo intenso, nariz ancha y pelo liso, ojos ligeramente almendrados y por lo general negros. La mayoría poseen cuerpos robustos, son de baja estatura y a pesar de una timidez fruto de la exclusión y discriminación que por fortuna han ido aliviándose, muchos suelen ser amables con el visitante y de carácter dulce, debido a una ecuanimidad de la que todavía disfrutan y, en cierta medida, de un aislamiento que los ha mantenido a salvo

Niño de la comunidad indígena yagua. Amazonas, Colombia.

Colibrí o picaflor vigila su nido en un árbol de mango. Amazonas, Venezuela.

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de la contaminación civilizadora.

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Se estima que en la zona selvática habitan más de trescientas especies de aves, un centenar de mamíferos, al menos cien de reptiles y anfibios e incontables de insectos. La manigua cuenta, además de los árboles de gran tamaño, con un surtido de frutales como el arazá y el iguazú, cuyas bayas contribuyen a alimentar la casi inverosímil variedad de pájaros y de insectos. Complementan el singular hábitat las más exóticas orquídeas y plantas bromeliáceas y una infinidad de arbustos. Algunos de ellos pueden llegar a contener hasta diez litros de agua en sus hojas, convirtiéndose así en una fuente para insectos y otros animales de menor tamaño. Aunque no existe la pluralidad paisajística de los Andes o del litoral Caribe, la Amazonía posee en cambio un encanto indescifrable. Los caudales y ríos con aguas cristalinas, los collados y peñascos de hasta mil doscientos metros de altura rodeados de selva

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envuelven de magia el aspecto casi sacrosanto de la espesura.

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Canoa en el lago Tarapaca, vía Leticia. Reserva Canangucho. Amazonas, Colombia.

Niños de la comunidad indígena piaroa jugando a las orillas del río Cejera. Amazonas, Venezuela.


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A uno y otro lado de la frontera se multiplican elevaciones como la Serranía de la Neblina o el Cerro Autana, las Piedras del Cocuy, de la Pintada y de La Tortuga o los sobrecogedores Tepuyes, en el lado venezolano, y las serranías del Chiribiquete y de San José, en el lado colombiano, o los cerros de Cumare, de Otare y la Mesa de Iguaje son islas en un océano vegetal que retan al visitante, con sus perfiles de misterio, a recorrerlas y a apropiarse desde sus alturas de un panorama de impresionante belleza. A menudo se dice que alguien se enmaniguó o, en otras palabras, que fue absorbido por la selva. La metáfora pone de presente la fuerza de atracción que ejerce una región que, a pesar de los peligros que entraña, plantea con sus aires de misterio la permanente invitación a penetrarla y a sumergirse en un laberinto aún por descifrar.

Victoria Regia sobre el lago. Reserva Natural Victoria Regia.

Remeros a bordo de una curiara en el río Orinoco. Amazonas, Venezuela.

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izquierda: vista del canal del Casiquiare. Amazonas, Venezuela.

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derecha: imponente vegetación en las cercanías de San Carlos de Río Negro. Amazonas, Venezuela.

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Amazonas, Colombia.

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Expresiones de un pueblo

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La comunión de la historia

Los sonidos de aquí y de allá

El gusto de la mesa

Hazañas y héroes deportivos

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Lo cotidiano

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La comunión de la historia Colombia y Venezuela están entre los primeros territorios de tierra firme en los que se detuvieron los descubridores, y también entre los primeros que sufrieron los rigores de una conquista sistémica y más tarde gozaron de la clara definición de comarcas coloniales. La identidad de quienes conquistaron estas tierras, combinada con la tipología aborigen, fraguó unos semblantes y unos modos comunes, estableciendo notables coincidencias en la formación de la identidad. Gracias a su génesis común y a una historia compartida, hay profundas semejanzas entre los pobladores de las ciudades coloniales de la Nueva Granada y de Venezuela.

“Marcha del Libertador Bolívar y Santander en la campaña de los Llanos” (detalle).


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a historia común de Colombia y Venezuela comenzó hace más

de quince mil años, cuando llegaron los primeros pueblos americanos a la región. En épocas más recientes llegaron o se desarro-

llaron allí los encontrados por los españoles: los del grupo chibcha (como los cuna, los chimila, los tayrona, los bari, los cogui y los arhuacos), los del grupo arawak (como los wayúu) y los caribes (como los yupka, yuco y los cumanagoto). En los primeros años de la conquista fueron muchos los contactos entre los conquistadores de Venezuela y los del territorio colombiano. A Riohacha y el Cabo de la Vela las poblaron españoles que habían establecido pesquerías de perlas en la Isla de Margarita y otros sitios de Venezuela. Varios conquistadores alemanes, entre ellos Nicolás de Federmán, salieron de Venezuela y recorrieron el oriente de Colombia. El sistema colonial español sometía a las diversas regiones americanas a un régimen común, con normas legales que reforzaban una población parecida y costumbres similares. Entre 1717 y 1777 Venezuela, que había estado antes bajo la administración de Santo Domingo, fue incorporada al virreinato de la Nueva Granada. En los años finales de la colonia adquirió una administración proColombia - Venezuela Hermanos para siempre

pia, al crearse la Audiencia de Caracas y la Capitanía General de

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Venezuela. En términos sociales, el mestizaje venezolano se hizo, más que con los pocos indígenas existentes, con poblaciones descendientes de los esclavos africanos.

Atardecer en la ciudad amurallada. Cartagena. Bolívar, Colombia.

Castillo de San Antonio de la Eminencia. Cumaná. Sucre, Venezuela.


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Algo similar ocurrió en la costa atlántica de Colombia, mientras que en el interior dominaba el mestizaje con las abundantes poblaciones de indígenas. La economía colombiana dependía sobre todo de la explotación de oro, en tanto que Venezuela desarrolló sobre todo la producción de cacao y café para exportación, y una amplia ganadería en los llanos. A pesar de estas diferencias, la cultura criolla y mestiza de ambas regiones eran, a fines de la colonia, muy similares, y sus quejas hacia el imperio español eran parecidas. Por eso Caracas y Cartagena compartieron idea

durante la batalla en la Hacienda San Mateo en 1814.

ción los vínculos entre ambos países se hicieron frecuentes. Después de la caída de la primera república en 1812 muchos soldados venezolanos,

victoriosa batalla de 1823.

Granada. El Congreso de las Provincias Unidas le dio apoyo a Bolívar para nadinos, ancestros de los colombianos.

Arriba: “Acción del Castillo de Maracaibo” (detalle). Navíos grancolombianos al asedio del Castillo de Maracaibo durante la

entre ellos Simón Bolívar, llegaron a enrolarse en las tropas de la Nueva volver a luchar en Venezuela, y en su campaña participaron muchos gra-

“Ricaurte en San Mateo” (detalle). Capitán Antonio Ricaurte

Abajo: sello postal en honor al almirante José Prudencio Padilla, creador de la Armada Nacional y héroe durante la batalla del Lago de Maracaibo.

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les de independencia, y tan pronto comenzaron las luchas de emancipa-

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Desde 1816 los restos de las tropas neogranadinas se fueron a los llanos orientales y allí se unieron con las tropas venezolanas que encabezaron la campaña libertadora de 1819. Liberada la Nueva Granada, ésta apoyó la nueva campaña de Bolívar que culminó con la independencia de Venezuela en 1822. Héroes granadinos, como Ricaurte en San Mateo, Atanasio Girardot en Bárbula y José Prudencio Padilla en la batalla de Maracaibo corroboran la hermandad en la lucha por la independencia. Los intereses comunes de los dirigentes de ambos países en su esfuerzo de emancipación y la visión de Bolívar llevaron a conformar, en 1819, la República de Colombia, que unió hasta 1830 a Venezuela y a Colombia. La nueva república tuvo como emblema la bandera creada por el venezolano Francisco Miranda, que los dos países conservaron después de su separación, con diferencias menores en su diseño. En Cúcuta, en la actual frontera entre los dos países, se reunió en 1821 el Congreso que estableció la primera constitución de la República de Colombia. Lo anterior es sólo una pequeña muestra de una historia compartida, en la que eventos y personajes se funden y construyen un imaginario colectivo que

Pabellón tricolor concebido por Francisco de Miranda y adoptado, tras ligeros ajustes, como bandera oficial de Venezuela en 1811 y de la República de Colombia en 1821.

“Coronel Miranda”. Francisco de Miranda, precursor de la emancipación americana y combatiente destacado durante la independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y las guerras independentistas hispanoamericanas.

03 - Expresiones de un pueblo

enriquece y nos enorgullece en la actualidad.

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El genio del Libertador L

a independencia de Colombia y Venezuela fue en gran parte

resultado del genio militar de Simón Bolívar y de su capacidad

para perseverar luchando en medio de las mayores dificultades. Bolívar encabezó un esfuerzo en el que participaron miles de habitantes de ambos países, que hicieron parte, durante algo más de una década, de un proyecto común. Aunque Bolívar insistió hasta el final de sus días en su sueño de unidad de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, este ideal no fue seguido por sus compatriotas. Tanto los neogranadinos como los venezolanos preferían gobernarse en forma independiente, y esto condujo, en 1830, a la separación de los dos países. Desde entonces este ideal ha resurgido ocasionalmente, aunque nunca ha contado con un apoyo masivo en ninguno de los dos países. Las dificultades administrativas, las distancias geográficas y las diferencias menores Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

de intereses y perspectivas se sumaron para hacer ese sueño una

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utopía grandiosa pero irrealizable.

“India de la Libertad”. Símbolo de las campañas independentistas en América.

Estatua del Libertador en la plaza central de San Antonio del Táchira. Táchira, Venezuela.


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En todo caso, la figura de Bolívar se ha convertido en parte de la herencia política en ambos países. Su pensamiento político es invocado en forma

Mapa de las campañas libertadoras entre 1819 y 1820 en Venezuela, Nueva Granada y Quito.

Símbolos patrios venezolanos y figuras de Simón Bolívar. Parque Museo Pueblos de Margarita. Ísla de Margarita. Nueva Esparta, Venezuela.

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recurrente por muchos dirigentes nacionales de Colombia y Venezuela.

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La experiencia común de las guerras de independencia dejó en Colombia muchos soldados venezolanos que se unieron a familias colombianas. En el siglo xix llegaron de Venezuela a Colombia los creadores del grabado y de las publicaciones ilustradas, mientras muchos colombianos se refugiaban en el vecino país. Desde entonces, Venezuela dio siempre una generosa acogida a escritores, periodistas, artistas y maestros colombianos, en un flujo humano que se convirtió en masivo a partir de 1960, y que, aunque llega hasta los sitios centrales de ambas naciones, refuerza sobre todo la convivencia en las zonas cercanas a las fronteras. A lo largo del siglo xix surgieron ocasionales motivos de desacuerdo, como la distribución de la deuda de la independencia, la delimitación de las fronteras terrestres y marítimas o el control administrativo de los movimientos humanos y comerciales en la frontera. Pero siempre pudieron superarse, porque los factores que nos unen han sido siempre vitales, intensos y permanentes, mientras que las divergencias han sido marginales, débiles y pasajeras.

Ejemplar del Correo del Orinoco, periódico fundado por el Libertador durante la Guerra de Independencia, el 27 de junio de 1818.

Izquierda: billetes de mil pesos y diez bolívares, respectivamente, con imágenes de Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Antonio José de Sucre.

Derecha: sellos postales de ambos países en memoria de Agutín Codazzi y la Comisión Corográfica de 1850.


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La imagen del Libertador llena de orgullo nuestra historia compartida, razón por la cual se advierten en nuestras ciudades rastros de su poderoso legado que nos acompaña y salvaguarda todos los días y nos recuerda que “la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del universo”.

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“La muerte de Giradot en Bárbula”. El prócer Atanasio Girardot, durante la Batalla de Bárbula en 1813.

Firma del Libertador. Quinta de San Pedro Alejandrino. Santa Marta. Magdalena, Colombia.

Cama del Libertador. Quinta de San Pedro Alejandrino. Santa Marta. Magdalena, Colombia.

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Izquierda: vista del Pico Simón Bolívar a 5.775 msnm. Sierra Nevada de Santa Marta. Magdalena, Colombia.

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Derecha: vista de la cumbre del Pico Bolívar a 5007 msnm con la efigie de Simón Bolívar, acompañada de la siguiente inscripción: “Libertador: la cumbre más alta de los Andes es aún pequeño pedestal para tu gloria”. Parque Nacional Sierra Nevada. Mérida, Venezuela.


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Los sonidos de aquí y de allá La música ha sido una de las manifestaciones artísticas más importantes de los pueblos. A través de ella se expresan sentimientos colectivos, se construyen y se fortalecen lazos. En este campo, Colombia y Venezuela comparten un patrimonio más que extenso, gracias a la mezcla de sonidos nativos y extranjeros, que han adornado nuestras fiestas y nos han regalado infinitos momentos de alegría.

Pareja bailando joropo. La Julia. Meta, Colombia.


Música y baile P

odríamos dividir la música colombo-venezolana en dos gru-

pos básicos: la música culta, por un lado, y la popular, por el otro.

A propósito de la primera hay que destacar un modelo cultural único en el mundo, que nació en Venezuela y que ha inspirado a una de las más eminentes instituciones colombianas. Hace más o menos treinta años el maestro José Antonio Abreu fundó la orquesta sinfónica Simón Bolívar y la orquesta Nacional Juvenil. Con esto se abrió el camino para la creación de una red de ensambles de diferentes tendencias musicales, red que hoy congrega a cerca de doscientos cincuenta mil niños y jóvenes músicos. El proyecto ha sido un éxito, particularmente debido a la altísima calidad de los músicos vinculados. En Colombia, siguiendo el ejemplo del hermano país, se creó el Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles e Infantiles, mejor conocido como Batuta. Se trata de una fundación que tiene el firme propósito de impulsar la formación musical de jóvenes y niños. Sin llegar aún a compararse en dimensión con su similar venezolano, Batuta cuenta con treinta y cinco mil integranColombia - Venezuela Hermanos para siempre

tes entre estudiantes y profesores. El sistema, inspirado en la

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idea del maestro Abreu, es un testimonio del progreso cultural alcanzado por ambos países.

Músico callejero. San José de Cúcuta. Norte de Santander, Colombia.

Estudiantes de violín de la Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil de Mérida. Mérida, Venezuela.


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Sin embargo, los nexos culturales más fuertes entre Colombia y Venezuela han nacido de lo popular y, por supuesto, la música no es la excepción. Un clarísimo ejemplo de esto se inscribe en El Llano, donde la música no conoce la línea fronteriza y se manifiesta prácticamente igual de uno y otro lado. El joropo, un género musical cuyo origen se remonta al siglo xviii se extiende sin mayores diferencias por las interminables planicies. Sus variaciones, galerones, payas, periqueras, zumba que zumbas, chipolas, construidas por lo general con base en ritmos ternarios con compases de 6/8, 3/4 y hasta de 3/2, se ejecutan con instrumentos de cuerda como el cuatro y el arpa, y con capachos o maracas. Las letras de las canciones, descriptivas o satíricas, emergen como por encanto de la garganta de un coplero que a menudo se inspira en sus propias experiencias o, en general, en la vida llanera. El baile, como gran parte de nuestros ritmos, incluye un zapateo rápido que se ejecuta en pareja y una sucesión de vueltas, a veces vertiginosas, en las que el hombre y la mujer, tomados de la mano, marcan el ritmo con los pies. La vestimenta, hasta cierto punto formal, consiste en el elegante liquiliqui para los hombres y una falda amplia floreada y una blusa blanca de hombros descubiertos para las mujeres y, en ambos casos, las cotizas o alpargatas. A menudo hay certámenes folclóricos y concursos de joropo en las diversas poblaciones de la llanura como Villavicencio, Yopal, Calabozo, San Carlos, San Fernando de Apure. Éstos coinciden muchas veces con las fiestas patronales o con las celebraciones cívicas y participan intérpretes de uno y otro lado de la frontera. El joropo y el galerón establecen un lazo muy fuerte entre los dos territorios y retratan las atmósferas de la sabana,

Grupo juvenil de danza típica de El Llano. La Julia. Meta, Colombia.

Presentación de danzas típicas y música del Caribe en la Plaza de Bolívar. Cartagena. Bolívar, Colombia.

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sin distinguir la procedencia entre una y otra nacionalidad.

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En el caso del litoral Caribe, la conexión de las expresiones folclóricas puede parecer menos evidente que en El Llano, pero tanto la música venezolana como la colombiana llevan la inconfundible marca de los ritmos afrodescendientes, que otorga a las sonoridades y a las cadencias un estrecho parentesco. Heredamos los llamados golpes de tambor, ligados al culto a San Juan y a San Pedro en las costas del estado Miranda y las de Yaracuy, y la música ritual, a veces alegre y a veces triste, de los resguardos del litoral colombiano. En estos casos, la música se ejecuta con una serie de tambores que establecen una melodía y un ritmo. Los músicos extraen las notas con una fantástica habilidad, con algo de inspiración y casi siempre con la mano limpia. Las letras, en ocasiones cantadas en coro o por un solista, verbalizan un inmenso surtido de sentimientos. El diario vivir se ambienta con las melodías de una gran cantidad de intérpretes y de orquestas que van de un lado para otro. Lo que se oye y lo que se baila pertenecen a la no muy bien definida categoría de música tropical, que comprende los ritmos venezolanos, colombianos, dominicanos y cubanos, entre otros. Entre los Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

más reconocidos grupos binacionales, si se permite el término,

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generaciones enteras recuerdan a la Billos Caracas Boy’s, Pastor López, Pacho Galán y Lucho Bermúdez, los Ocho de Colombia, los Alfa Ocho, Los Chamos, Ricardo Montaner, Rafel Orozco, Carlos Vives, Shakira, Juanes, Fonseca, Carlos Baute, Franco de Vita, Soledad Bravo, Los Melódicos e innumerables nombres más. Los gustos afines entre ambos pueblos propician este riquísimo intercambio musical y, en últimas, la identificación de las gentes con cualquiera de los artistas, más allá de las fronteras.


Nuestra tradición musical se sigue retroalimentando, y en la salsa y el vallenato las nuevas generaciones han encontrado también sonidos que las hacen vibrar. Nombres como Óscar D’León, Dimensión Latina, Jorge Oñate, el sexteto Juventud de Venezuela, Joe Arroyo, el Binomio de Oro, Fruko y sus tesos, Alejandro Durán, Cesar Monge, el Grupo Niche y Alfredo Gutiérrez son aplaudidos y a menudo venerados por los melómanos que abundan a lado y lado de la frontera. En el baile cada una de las notas se transforma en una metáfora de la alegría de ambos pueblos. Cada uno de estos aires deja un registro de toda una tradición de calidez y

Pareja bailando joropo. Apure, Venezuela.

Sellos postales de ambos países en honor al joropo.

Joven descendiente de los ayamanes tocando un instrumento de hueso en el Baile de las Turas. Lara, Venezuela.

03 - Expresiones de un pueblo

alegría de nuestros países.

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Celebraciones y carnavales L

a abundancia de celebraciones marca aún más similitudes entre los

pueblos hermanos de Colombia y Venezuela. La gran mayoría de los festejos tienen una sin igual acogida porque son los escenarios ideales para expresar la pasión por el baile, y para compartir unas cuantas copas con

los amigos. En fin, para perderse en la alegría del carnaval. Muchas fiestas encuentran su origen en las fechas consagradas al patrono de cada localidad, pero no faltan aquellas celebraciones de origen pagano, como en el caso de los carnavales. El carnaval, si bien tiene manifestaciones en Caldas con el del Diablo en Riosucio, y el de Negros y Blancos en la ciudad de Pasto, tiene su raíz en el Caribe. Y aunque en Venezuela están más institucionalizados, en Colombia cuentan con algunos ejemplos que han ido tomando fuerza y que congregan a cada vez más gente por su colorido. En el carnaval de Barranquilla, durante cuatro días las calles y plazas de la ciudad se llenan con impresionantes desfiles de las más variadas comparsas. Hay cualquier cantidad de caricaturas ambulantes, personajes de la mitología local y música de muy distintos ritmos musicales. El baile no se detiene, y la alegría, la celebración y la camaradería se funden, se mezclan, y dan como resultado espectáculos de grandes

Carnaval de Barranquilla, realizado anualmente cuatro días antes del Miércoles de Ceniza. Barranquilla. Atlántico, Colombia.

arriba: lema del carnaval de Barranquilla. Atlántico, Colombia.

abajo: hombres disfrazados de María Ignacia, personaje icónico de la parranda de San Pedro celebrada cada 29 de junio. Miranda, Venezuela.

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proporciones y un ambiente marcado por una suerte de locura colectiva.

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Por su parte, en Venezuela la cantidad de celebraciones carnavalescas es proverbial. En todo el país los días correspondientes a tales celebraciones son de descanso. Los disfraces visten la nación y un sinfín de bailes y de juegos hacen presencia. El carnaval de Carupano, en el estado Sucre, goza de particular fama por ser el más antiguo del territorio nacional. Incluye desfiles, bailes y las infaltables comparsas. En Zulia se lleva a cabo un gigantesco desfile protagonizado por los ya conocidos mamarrachos y viejitos; y en El Callao, estado Bolívar, la algarabía corre por cuenta de las madamas, los diablos y las comparsas de carrozas de gran tamaño, mientras el calipso, traído por los inmigrantes antillanos que arribaron en el siglo xix, se ubica como telón de fondo y ambienta el entorno. El Martes de Carnaval tiene en el estado Carabobo un despliegue particular, y por esas fechas en Mérida se lleva a cabo la Feria del Sol, en la que las corridas de toros, mezcladas con bailes y celebraciones, constituyen el principal atractivo. Por esto mismo se le conoce como el Carnaval Taurino de América. Estos ejemplos, más que un catálogo de celebraciones, son una muestra de la hermandad de los dos países. Colombia y Venezuela Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

están unidas no sólo por su contigüidad espacial. Los lazos de afini-

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dad se manifiestan en la gastronomía, en el idioma y también en la alegría de sus habitantes, alegría que brota continuamente en carnavales y fiestas únicas en el mundo. El ritmo, la danza y la camaradería se dan cita en los carnavales para regocijo de ambos pueblos.

Mujer con la imagen de San Pedro en la parranda de San Pedro. Miranda, Venezuela.

Loco danzante en las Fiestas de las Zaragozas. Lara, Venezuela.


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03 - Expresiones de un pueblo


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03 - Expresiones de un pueblo

El gusto de la mesa En la gastronomía o, más bien, en las costumbres que se cultivan alrededor de la alimentación en ambos países, hay unas coincidencias que demuestran, una vez más, el paralelismo en los estilos de vida y, por supuesto, en los ámbitos de la mesa. Compartimos, en términos culturales y por un origen étnico dominante pero no exclusivo, una misma raíz peninsular. Los potajes gallegos o asturianos, las leguminosas del Levante o las ollas podridas del centro de España y los asados de Castilla La Vieja llegaron con los conquistadores y fueron conservados, tamizados y transformados con productos americanos por las matronas mantuanas y por las santafereñas; por las cocineras del viejo Coro y por la guisanderas de origen africano que le daban de comer a los pobladores de la Cartagena amurallada.

Olla al fuego en un tradicional paradero vía Ocaña. Norte de Santander, Colombia.


Arepas, ¿rellenas o como guarnición? E

l hombre americano es, como decía Miguel Ángel Asturias, de maíz. Son de

maíz los habitantes perdidos entre los peñascos de Antioquia o los que viven a

la sombra de los sembradíos de azúcar del Valle del Cauca; lo son los caporales de los alrededores de San Juan de las sabanas de Apure y los guajiros que deambulan entre las arenas y los cactus. Somos hombres de maíz desde esa infancia que tuvo el sabor a hogar de las coladas, y lo somos hasta la muerte, como lo manifestaron los antepasados que cargaban en sus equipajes mazorcas para la eternidad, jícaras de chicha fermentada para la sed del más allá e inclusive algo parecido a los tamales y a las hallacas para los apetitos del sendero. Por eso no resulta extraño que, a lo largo de esos más de dos mil kilómetros de frontera que se extienden entre el Atlántico y la selva, nos alimentemos con esa masa blanquecina o amarillenta, que se hace sobre todo de maíz y de agua, y que después de asar o de freír solemos llamar arepas.

Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

A pesar de las diferencias por el grosor o por la manera de guisarlas, el principio

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básico de las arepas es el mismo y los ingredientes muy sencillos: maíz pelado o entero, remojado en agua y como mucho en leche, y acaso un poco de sal. Sus variaciones permiten construir un mapa entrañable en los dos territorios. Están las arepas de la orilla del mar, que ofrecen, rellenas de un huevo en su punto, las rítmicas vendedoras de la costa colombiana. Estas mismas pueden encontrar sus hermanas en las arepas fritas del oriente venezolano, cuya masa, crocante por fuera y tierna al mismo tiempo, guarda un estrecho parentesco por la forma de cocción con las de huevo.


En los Andes venezolanos, en la región de Mérida, están la llamadas telitas, finas y garbosas, de sabor único, mientras en el altiplano cundiboyacense, del lado colombiano, surgen las arepas amarillas, gruesas y dulzarronas, en las que los chorreones de queso del relleno se transforman en sonrisas amigables. En las dos naciones, en los Santanderes y en el Táchira, las arepas de maíz amarillo, pelado con los rescoldos de ceniza, se amasan con chicharrón, y al Occidente, hacia El Llano, están las arepitas de dulce con un toque de anís. No pueden faltar las antioqueñas, esféricas o de tela, o las del viejo Caldas, que acompañan todas las comidas y que se apropian del sabor de aquello que se les unta. La reina pepiada, aquella que recibe su nombre gracias al gusto de esta arepa por parte de Susana Duijim, Miss mundo 1995, acompaña las mesas del país y se presenta como un manjar entre maíz, aguacate, papas, cilantro, y pollo. Su sabor y su cocción la han hecho indudablemente la reina de las arepas en Venezuela y un símbolo de la culinaria nacional. Estas arepas fueron concebidas por el ingenio de Heriberto Álvarez, su madre y hermanos, quienes comenzaron su venta de tostadas en Caracas en 1949. Como anécdota cabe resaltar que su primer cliente fue Alfredo Sánchez Luna, mejor conocido como Alfredo Sadel. Pero, ¿cómo olvidar las aromatizadas con coco del estado Zulia, o las de chócolo tierno del departamento de Antioquia, tan parecidas en su sabor a las chapatas, o las que llevan plátano maduro y las tostadas coreñas en el estado Lara, o las delgadas del sur de Colombia y las de Ocaña que se comen con carne asada? Hay que reconocer, sin embargo, que esas arepas gruesas, casi gordas, que hacen guiños desde las areperías de las calles de Caracas o de Barquisimeto y de todas las ciudades y poblaciones de Venezuela, con rellenos casi increíbles de carnes, de pollo, de embutidos, de queso, de bocados típicos y de los más sabrosos manjares bañados por toda suerte de salsas, se han granjeado por su de la culinaria que alimenta la identidad de los hombres de maíz.

Diferentes tipos de arepas tradicionales venezolanas.

Vendedora de arepas de huevo con treinta y cinco años de experiencia. Cartagena. Bolívar, Colombia.

03 - Expresiones de un pueblo

exuberancia el puesto incuestionable de soberanas de su especie, en ese dominio

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Receta: arepas de maíz pelado*

A esta masa se le agregan unas dos a tres tazas de caldo preferi-

Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

blemente de gallina o de pastilla; cuando la masa se haya enfriado

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Ingredientes:

Se toman unas cuatro tazas de ceniza de leña —no de carbón— y

se amasa bien y se le agrega una cucharadita de sal, media libra de

• 3 libras de maíz porva

se le agregan cinco litros de agua para colocarlos en un caldero

mantequilla, amasando bien. Dice un recetario santandereano sin

• 1 libra de cuajada

a hervir. Cuando suelte el hervor se colocan en el agua las tres

autor ni fecha: “Se amasa durante media hora, hasta que la masa

• 4 tazas de ceniza colada

libras del maíz que se desean pelar; se deja hervir el maíz por lo

quede suave, o sea que no se pegue cuando uno la tira al techo”.

(sin palitos)

menos dos horas hasta que pele el maíz. Con este proceso se pela

• 3 tazas de caldo de pollo

el maíz, que suelta su cáscara una vez se hierve con la ceniza. Se

Se arman las arepas del tamaño que se desee. Se pueden relle-

• o de gallina (ver caldo básico)

retira del fuego y se lava muy bien hasta que el agua salga limpia

nar el corazón con una cucharadita de cuajada fresca o queso

• 1/2 libra de mantequilla

sin ceniza y sin el “unche”, esto es, sin la cáscara del maíz.

campesino del mismo que se utilizó para la masa y que se deja aparte para rayarlo. Se hornean en el rescoldo del fogón o en el

Una vez lavado y limpio se muele el maíz en el molino Corona, si se

asador de arepas. No se recomienda congelar estas arepas; se

* DIKANKA, María. De viandas,

desea con pedacitos de chicharrón cocido y salado (para las arepas

conservan sin asar en la nevera por unos tres días. Para llevar-

sancochos y amasijos. Revista Credencial

santandereanas), o con media cuajada o queso campesino. Es de

las al piquete envolverlas en hojas de bihao o de plátano previa-

Historia. Octubre 2003. Bogotá.

señalar que las arepas quedan mucho mejor con cuajada fresca.

mente soasadas y desvenadas.


Hallacas o tamales al gusto H

ay un plato que se repite en muchas de las regiones que

se extienden entre el río Grande y el estrecho de Magallanes, y

Venezuela y Colombia no son la excepción; se le llama tamal, hallaca o hallaco, bollo, envuelto o pastel y tiene un irremplazable sabor de hogar. Según el diccionario, la palabra que se usa para denominarlo en casi todas partes viene de tamali, de la lengua aborigen náhuatl del centro de México. En esencia se trata de una masa de maíz, aderezada con especies a veces de sal y otras de dulce, casi siempre rellena de diversos productos y hervida que, envuelta en los ameros de las mazorcas, en las hojas de plátano o en las de otras especies vegetales, toma un gusto peculiar que le da el carácter. No obstante, si entre una enorme pluralidad pudiera establecerse una categorización, o un parentesco, las hallacas venezolanas y los tamales colombianos resultarían ser mucho más hermanos que primos, haciendo desde luego la salvedad de que, incluso dentro de los dos países, surgen las inevitables variaciones con el tono de cada comarca. A la postre, acaso la mayor diferencia con-

izquierda: arepa ocañense al fuego. Ocaña. Norte de Santander, Colombia.

derecha: arepa rellena venezolana, también conocida como arepa peluda. San Antonio del Táchira. Táchira, Venezuela.

Tradicionales tamales tolimenses. Bogotá, Colombia

03 - Expresiones de un pueblo

ceptual entre los aprestos de uno y otro lado es el nombre.

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Para algunos, hallaca viene de un vocablo de una lengua motilona de los alrededores de la actual frontera, cuyo significado es ‘envoltorio’, y aunque en principio el vocablo es privativo de Venezuela, en los departamentos de Norte de Santander y de Santander, en el lado colombiano, se les llama hayacos a los envueltos de mazorca. Lo importante, en lo que se refiere al aire de familia, es que si se excluyen un par de variedades de cada lado, el vínculo entre hallacas y tamales salta a la vista y al paladar. En el inconsciente colectivo se asocian con celebraciones. ¿A quién, en cualquiera de los respectivos países, al pronunciar las palabras hallaca o tamal no se le viene a la mente la idea de una Nochebuena en familia o de una de esas festividades con desayuno incluido que congregan a una multitud de convidados? Más allá de los ingredientes que se mezclan o se excluyen dependiendo de la región, es probable que el ambiente en que se preparan unos y otras sea la primera señal de un evidente parentesco. Hacer tamales o hallacas en la mayoría de las regiones reúne a toda la familia, o cuando menos a las mujeres, para repartirse, sin que falte la charla o el chismorreo, las numerosas tareas de la preparación: la puesta a punto de la masa, el aderezamiento del relleno, soasar las hojas de la planta que sea para volverlas maneColombia - Venezuela Hermanos para siempre

jables, envolver cada tamal y hervirlos a veces durante horas. Lo

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importante es que cuando se prueba un tamal o una hallaca, se piensa en que el gusto a campo que le otorga la hoja en la que viene envuelta equivale a ancestro y sobre todo a identidad.

Tradicionales bollos de maíz adaptados a la cocina contemporánea. Santa Marta. Magdalena, Colombia.

Tradicionales hallacas en época de Navidad. Caracas, Venezuela.


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03 - Expresiones de un pueblo


Pabellón y bandeja paisa E

l pabellón venezolano y la bandeja paisa resultan un

claro ejemplo de nuestra culinaria compartida. El primero, emblemático y tradicional, se remonta, tal vez, a los últi-

mos años del siglo xix. Seg ún alg unos, nació en las casonas de la Caracas poscolonial que, entonces, alcanzaba a ser cubierta casi por completo por la sombra del monte Ávila. De ig ual manera, la génesis de la bandeja es bastante antig ua y al mismo tiempo reciente. La comida tradicional de los campesinos antioqueños del siglo xix —un plato de fríjoles con “hogao” acompañado de un “seco” con arroz, carne molida, tajadas de plátano y eventualmente con chorizo o chicharrón— se transformó en un plato único a mediados del siglo xix, en los restaurantes que fundaron, en varias ciudades colombianas, los paisas trashumantes. No deja de ser curioso, sin embargo, que ambas preparaciones, a pesar de una discordancia de más de medio siglo Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

en el origen, se parezcan tanto. Lo importante es que una y

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otro, la bandeja y el pabellón, son ejemplo de la base común de las culturas alimenticias del trópico americano. El pabellón venezolano, la bandera costarricense o dominicana y el plato montañero antioqueño pertenecen a las culturas del maíz y el frijol, que se extienden desde México hasta la región de la papa, al sur de Colombia. Allí el frijol se enriqueció en el contacto con la carne, tanto de res como de cerdo, y con el arroz europeos.


Las dos preparaciones tienen en su esencia un aroma a llanura y a tierra caliente por el sabor vacuno de las carnes que, desmechadas o en polvo, son un componente fundamental. También está la blancura del arroz sabanero a la que se le suma, en esa mezcla exótica y a la vez cotidiana, el acento que le da el plátano frito o las tajadas. Los frijoles cargamantos o las caraotas negras, que son como el alma del ensamblaje, aportan la sazón de las abuelas, mientras que la esencia de los cocimientos peninsulares, y por lo tanto ancestrales, le confiere al todo, una vez que el comensal lo va mezclando con cuidado, el talante de un jugoso picadillo. ¿Quién podría asegurar que alguno de esos colonizadores antioqueños, por ejemplo el que sirvió por primera vez una bandeja paisa, no se comió de antemano un sabroso pabellón que, tal vez, le inspiró una nueva forma de presentar y acompañar los fríjoles de la comarca de donde venía? Si ello fue así, no hay duda de

Tradicional bandeja paisa colombiana.

Pabellón, plato típico venezolano.

03 - Expresiones de un pueblo

que tuvo una idea genial.

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Sazón y sabor a carne N

o es extraño ver, en los letargos del mediodía en los fines de semana, las humaredas

que a punta de sazón reúnen a nuestras familias en las inmediaciones del río Táchira.

Tampoco es extraño darse cuenta de que la expresión carne en vara no sólo es un festín para el estómago, sino que también significa la oportunidad para reunirnos con nuestros amigos, nuestra música y todo aquello que junto con una buena carne enaltece nuestros ratos libres; en fin, es la ocasión por excelencias en nuestras sociedades para que la puedan pasar bien tanto los niños como los abuelos. Para una buena carne en vara se prefiere la carne de ternera por su suavidad, por lo que es conocida como ternera a la llanera en Colombia, aunque la de res también puede ser utilizada. El adobamiento es esencial, ya que sólo se le debe aplicar sal con el fin de conservar y resaltar el sabor propio de la carne. La carne debe disponerse en varas de metal o de madera con el fin de que ésta pueda cocinarse al calor de las brazas; asimismo esta cocción le otorga a la carne una suavidad característica. Los acompañamientos varían dependiendo de la región, pero normalmente se podrán encontrar mazorcas, tostones, arepas, patacones, yuca y papa hervida, guasacaca, un buen adobe y algo de cerveza. Existen otras preparaciones de carne que se encuentran emparentadas en ambos países. Desde su origen, de carácter legendario, la posta negra comparte una gran afinidad. Hay quienes dicen que fue a una cocinera caraqueña a quien se le quemó la carne y para evitar el regaño de la patrona resolvió aderezarla hasta convertirla en una exquisitez. Otros, en cambio, aseguran, sin trocar el meollo de la historia, que la guisandera vivía en una casa solariega de Cartagena de Indias. Aquellos que hemos escuchado la misma narración con diferentes escemenor importancia de dónde eran las inventoras de semejantes delicias, porque lo sustancial es probar un par de platos soberbios que, en esencia, están muy cerca el uno del otro.

Forma tradicional de hacer la carne a la mamona o llanera en el asadero Donde Tico. Cumaral. Meta, Colombia.

03 - Expresiones de un pueblo

narios de fondo no tardamos en pensar, mientras degustamos los dos sabores, que no tiene la

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03 - Expresiones de un pueblo

Hazañas y héroes deportivos En nuestros países se ama la vida al aire libre y, por consiguiente, existe un culto por el deporte que ha ido creciendo. En Venezuela y Colombia se practican todas las disciplinas deportivas del mundo moderno, las cuales han generado aficiones, hinchadas y seguidores que vibran con los logros de los deportistas, que se traducen en los deseos de todo un pueblo. Cinco prácticas, que unen tradición y modernidad, se nos revelan como parte de nuestro legado deportivo, y de lado y lado se consolidan estrategias para ser los mejores en cada una de ellas.

Jóvenes atraen espectadores con sus clavados en busca de un par de monedas en el Malecón. Puerto Cabello. Carabobo, Venezuela.


Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

La pelota caliente

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E

l diamante de béisbol, escenario de orgullo y pasión tanto para colombianos y venezo-

lanos, ha dejado huella en la historia deportiva de ambos países. En la figura de Luis Castro, nacido en Colombia y con familia venezolana, ambas naciones comparten el orgullo de tener al primer pelotero latinoamericano que jugó en las grandes ligas de los Estados Unidos.

El primer registro de esta afición en Venezuela se encuentra en el número de agosto de 1895 de la revista El cojo ilustrado que se editaba en Caracas a finales del siglo xix. La tradición beisbolera colombiana, por su parte, encontró como hogar la ciudad de Cartagena que, en 1947, fue sede de la IX Serie Mundial, en la que resultó ganador el equipo local.


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El caballito de acero L

a zona andina de ambos países ha sido el escenario propicio para que ciclistas

colombianos y venezolanos prueben su tenacidad, lo que ha hecho de este deporte una verdadera pasión que ha marcado nuestra historia común. Su auge empezó, sin contar con el uso extendido de la bicicleta por parte de los campesinos, en 1951, fecha en la cual dio inicio la Vuelta a Colombia y con ella el nacimiento de verdaderos héroes del llamado caballito de acero. Así mismo, la justa planteó, además, cordiales rivalidades geográficas entre varios departamentos. Por una obvia correspondencia, en lo que a tipografía se refiere, las alturas tachirenses no tardaron en producir ciclistas, y fue así como en 1966 nació la Vuelta al Táchira, que fue ganada en sus primeras ediciones por algunos colombianos: Martín Cochise Rodríguez, Gustavo Rincón, Álvaro Pachón y Miguel Samacá. No obstante, muy pronto la creciente afición venezolana pudo contar con un grupo muy respetable de ciclistas entre los que figuraron Santos Bermúdez, quien ganó la competencia del Táchira en 1973, y Fernando Fontes, quien para ese entonces ya había ganado varias etapas en competencias colombianas, desempeñando un papel protagónico en las mismas. En la actualidad los dos eventos se llevan a cabo con la participación de equipos de numerosos países y despiertan el entusiasmo de la afición que sigue, por radio y por televisión, las incidencias de cada etapa, vibrando con los premios de montaña colombianos y palpitando con el legendario ascenso entre Barinas y Mérida, el cual lleva a los corredores desde el nivel del mar hasta algo más de cuatro mil metros de altura en una sola etapa. En el año 2009, después de haber ganado la Vuelta al en 2005, el venezolano José Rujano ganó la vuelta a Colombia, lo que lo hace el primer venezolano en ganar esta justa.

Ciclista tachirense en carrera de montaña. San Cristóbal. Táchira, Venezuela.

Bicicleta en la playa. Riohacha. Guajira, Colombia.

03 - Expresiones de un pueblo

Táchira en 2004, de haber ocupado un muy honroso tercer lugar en el Giro de Italia

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Sueños de mundial E

l fútbol es parte de una tradición de vieja data tanto en Colombia como

en Venezuela. La Asociación Colombiana de Fútbol nació en 1936, cuando Carlos Lafourie R. decidió introducir una reforma en los estatutos de la Liga de Foot-ball del Atlántico con el fin de hacer de este organismo uno de carácter nacional. Luego de esto, en 1971 fue creada la Federación Colombiana de Fútbol (Colfutbol), organismo que se mantiene vigente. La institución agrupa un total de noventa y un equipos, incluyendo los profesionales y otros formados por gente joven. Esta institución es la encargada de convocar las selecciones colombianas de jugadores jóvenes, como la sub-18 y la sub-20, y la selección de mayores que compite por un cupo al mundial. Por su parte, Venezuela comenzó su tradición futbolística profesional en 1926, año en el cual se organizó el primer campeonato local de fútbol bajo la tutela de la Federación Nacional de Fútbol. En 1951 dicha organización se reestructuró para transformarse en la Federación Venezolana de Fútbol (fvf). Durante su historia jugadores venezolanos como Rafael Dudamel, Stalin Rivas, Jorge Rojas y colombianos como Jaime Bustamante, Andrés Buelvas, Dubier Riasco y Jorge Amara, por nombrar sólo algunos, han traspasado la frontera

Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

y han incursionado en la liga colombiana y venezolana, respectivamente,

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haciendo del fútbol un espacio sin fronteras. Si bien ambos equipos no participarán en el próximo mundial, su desempeño ha mejorado y su rol se hace cada vez mas protagónico en el plano sudamericano, especialmente el de la selección venezolana, otrora conocida como la cenicienta del fútbol del continente.

“Picadito” en la playa. Santa Marta. Magdalena, Colombia.


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03 - Expresiones de un pueblo


Los toros revolcados L

a práctica del coleo se relaciona con las actividades diarias del campo y, en

particular, con la comunión entre el hombre, el caballo y el toro en las ganaderías. Sus raíces se encuentran arraigadas al momento en el cual se escapaba del rebaño una vaca y era preciso perseguirla hasta derribarla, para lo cual se le tomaba por la cola y sometía.

Con el tiempo, entre los caporales y vaqueros surgieron auténticos maestros que no tardaron en mostrar sus habilidades en las fiestas de los pueblos, sobre todo frente a las muchachas jóvenes, quienes empezaron a obsequiarle cintas de colores al coleador triunfante. Así nació en Venezuela, poco después de la independencia, un deporte que se extendió a Colombia y cuyo objetivo, además de entretener al público, era demostrar la destreza del vaquero y la categoría del caballo. En muchos pueblos están las llamadas mangas de coleo, espacios amplios rodeados de tribunas para los espectadores, y en donde se practican diversas variedades de coleo como a caballo, con una o con las dos manos, con y sin estribo, por debajo de la pierna y el coleo a pie. La acogida del público ha llevado a que hoy en día se celebren abundantes torneos en los que, además de los destacados parColombia - Venezuela Hermanos para siempre

ticipantes venezolanos y colombianos, concurren centroamericanos, brasileños,

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mexicanos y norteamericanos. Un deporte arraigado en nuestras costumbres y que va camino de consolidarse como un producto de exportación en la medida en que ya hay un campeonato mundial.

Jinetes tras el toro en una tradicional coleada. Nirgua. Yaracuy, Venezuela.

Vuelta de campana, movimiento que otorga el mayor puntaje en la competencia de coleo. Granada. Meta, Colombia.


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03 - Expresiones de un pueblo


130 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


Guerreros del ring S

i bien la historia del boxeo se remonta a los primeros enfrentamientos pugilísticos por parte de

atletas griegos, es hasta bien entrada la segunda mitad del siglo xx que la práctica de este deporte se masifica en Venezuela y en Colombia. Los grandes campeones binacionales fueron entrenados por la primera generación de púgiles que empezaron como aficionados en gimnasios improvisados a lo largo

del litoral atlántico colombiano y del Caribe venezolano. Por supuesto, gran parte de estos deportistas se caracterizaron por haber tenido que luchar mucho más para llegar a la lona que dentro de ella. Nombres como Juan Rivas y Pedro Cuggia entrenaron a una segunda generación de boxeadores venezolanos, en aquella época dorada en las que sobresalieron figuras como Ricardo Salas, campeón peso gallo en el Torneo de Diamantes de 1958, Carlos “Kid Helicoide” Hernández, campeón mundial peso pluma en 1965, y Enrique Tovar, campeón del peso welter. Por otro lado, está Francisco “Morochito” Rodríguez, que en los Juegos Olímpicos de México en 1968 se convirtió en el primer venezolano que ha ganado una medalla de oro en este certamen. Otro de los grandes nombres es Engels Pedroza, quien se destacó no sólo por sus ciento catorce peleas ganadas de ciento veinticinco, sino también por haber logrado conquistar al público y la taquilla estadounidenses bajo el patronazgo del famoso promotor Don King. El boxeo colombiano conoció sus primeras glorias en 1946, diez años antes de la creación de la Federación Colombiana de Boxeo Profesional. En ese entonces, Julio Zamudio, de categoría peso mediano, obtuvo la medalla de plata en los V Juegos Centroamericanos y del Caribe, y Pedro Vanegas obtuvo en la misma categoría que Zamudio la medalla de oro en los IV Juegos Bolivarianos. Quizá 1972 es uno de los años más importantes para el boxeo colombiano, pues no sólo se logran dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos de Munich, sino que también es el año en el que surge Antonio Cervantes “Kid Pambelé” como campeón mundial eelter junior, título que conservó en dos periodos durante casi ocho años. “Tabaquito” Sanz, quien convirtió a este boxeador aficionado en el único colombiano que ha entrado al Salón de la Fama del boxeo mundial.

Ring en la Escuela de Boxeo La Vega. Caracas, Venezuela.

03 - Expresiones de un pueblo

Curiosamente, fue en Venezuela donde “Pambelé” logró encontrar a un entrenador como Melquíades

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03 - Expresiones de un pueblo

Lo cotidiano

Las calles de Colombia y Venezuela brillan con la luz de las costumbres de sus habitantes. Nuestras culturas comparten símbolos y espacios que forman un hogar cálido, lleno de colores, de formas conocidas y amables. En los vistosos artefactos religiosos, los bellos elementos artísticos hechos a mano y en la decoración, reposan la historia y la fe de dos pueblos que han reído y llorado en compañía. La actitud frente a la vida de los habitantes de estos países se convierte en un pensamiento profundo que se manifiesta en el entorno.

Jóvenes jugando naipes a la orilla del río. Vista Hermosa. Meta, Colombia.


134 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


Estructura, arte y espacio L

as similitudes entre Colombia y Venezuela no se quedan en

el ámbito geográfico. La hermandad, marcada también por el territorio, tiene inmensas repercusiones en lo cultural, bien sea en cuanto a los deportes, la comida o las festividades. Asimismo,

diferentes expresiones artísticas como la arquitectura revelan la cercanía de ambos pueblos. El acento colonial y el sabor español se ven por doquier, pues el pasado también nos dejó una marcada tradición arquitectónica. Y aunque hay quienes estén en contra, tenemos una fuerte tendencia a atarnos a las raíces y conservar ese legado como si el tiempo no pasara. Cualquier lugar es muchos a la vez. Recordemos el aire colonial de un pueblo en Colombia y tratemos de diferenciarlo de uno en Venezuela. Las diferencias, en el campo de la arquitectura, prácticamente no existen. Podríamos irnos incluso mucho tiempo atrás. Por un lado, la imponente ciudad amurallada de Cartagena,

izquierda: calle en la ciudad amurallada. Cartagena. Bolívar, Colombia.

arriba: casas coloniales. Carora. Lara, Venezuela.

abajo: arquitectura colonial. La Playa de Belén. Norte de Santander, Colombia.

Teatro Baralt. Maracaibo. Zulia, Venezuela.

03 - Expresiones de un pueblo

y por el otro, el Castillo de San Antonio de la Eminencia en

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Cumaná. Los espesos muros y la potente artillería defendieron nuestras tierras y proColombia - Venezuela

piciaron nuestra final independencia. Ambos monumentos, que no merecen sino ese

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apelativo, son un testimonio inmortal de la bravura de nuestros pueblos. La arquitectura que comparten Colombia y Venezuela es una muestra más de que las afinidades entre ambos pueblos nos hacen una sola nación. Cabe resaltar la influencia que la arquitectura con ladrillo expuesto, propuesta urbana colombiana, ha tenido


Vista de la plaza de toros La Santamaría. Bogotá, Colombia.

construir diferentes edificios que ha enriquecido el paisaje urbano de Venezuela. Otro

Vista del lago Maracaibo desde el centro de la ciudad.

ejemplo importante en este campo es el metrocable integrador, que sobrevuela los barrios populares de Medellín y Caracas, y constituye una manera efectiva para mejorar la calidad de vida de los habitantes más marginados de las dos urbes. En definitiva, las edificaciones son el testimonio de un pasado común, de una historia que nos une y nos hace hijos de una misma madre, es decir, hermanos.

Maracaibo. Zulia, Venezuela.

03 - Expresiones de un pueblo

en ciudades venezolanas, las cuales se han nutrido de esta tendencia, hasta llegar a

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138 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


Altares y adoraciones E

n el imaginario construido desde la llegada de Cristóbal Colón, la

figura de la Virgen sobresale por su poderosa atracción a lo largo de ambos países. La Virgen de Coromoto y la Virgen de Chiquinquirá son visitadas a diario por centenares de fieles. Hay que destacar, además, que esta última

Virgen también fue proclamada patrona de Maracaibo y del estado Zulia. Además del catolicismo existen numerosas creencias que se han desarrollado gracias a la fusión de unas y otras. Así, abundan las prácticas como la lectura de los cigarros y de la taza del chocolate, entre otras. No es raro toparse con alguien que asegure ser católico y que, a la vez, crea en la reencarnación, por ejemplo. Durante años ha sido muy popular en Colombia y Venezuela la figura de José Gregorio Hernández, un médico venezolano que, si se le deja un vaso de agua cerca a la cama de un enfermo y se lo invita con la suficiente fe, por la noche realiza una operación indolora que sana al paciente. En la categoría de lo esotérico abundan personajes de la tradición santera caribeña, sobre los que existen varios relatos que han generado cultos en ambos países. El panteón de santos y patronos que conforman nuestra red de creencias recoge tradiciones que decoran

izquierda: embarcación en el malecón de Santa Marta. Magdalena, Colombia.

derecha: figuras de Jesucristo durante su proceso de elaboración en un taller de artesanía. San Antonio del Táchira. Táchira, Venezuela.

arriba: adoración a San Benito de Palermo en su fiesta patronal. Mérida, Venezuela.

abajo: perfumería Los 7 Arcángeles, una de las tantas perfumerías que ofrecen objetos personales y religiosos. San José de Cúcuta. Norte de Santander, Colombia.

03 - Expresiones de un pueblo

nuestros hogares y ante quienes buscamos consuelo y protección.

139


La tradición artesana L

as artesanías realizadas tanto en Colombia como Venezuela com-

parten mitologías comunes, así como colores y materiales que hacen

casi difícil diferenciar la proveniencia de ellas. Prueba de ello son los tejidos wayúu de la región Caribe, cuyos diseños, transmitidos de generación en generación, representan los elementos de la naturaleza que los tejedores ven y con los que se relacionan, haciendo de cada una de sus piezas un catálogo de la biodiversidad de la zona. Por su parte, barro, madera, lana, cuero y mimbre han sido utilizados en la zona oriental para generar artículos como alpargatas, jarras, chinchorros, instrumentos musicales e incluso íconos religiosos a partir de técnicas aborígenes y españoles que se nutren de los nuevos avances y materiales, pero respetan las formas tradicionales. Fiel retrato de nuestra memoria y tradición, las artesanías nos evocan recuerdos de una vida simple, a la vez que nos permiten comColombia - Venezuela Hermanos para siempre

penetrarnos con nuestro pasado y contemplar la majestuosidad de

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nuestro legado, construido con materiales nobles que hoy en día se muestran como una alternativa frente a un mundo que necesita reconectarse con sus raíces.

Artesano fabricando el complejo tramado de una tradicional cesta. Sucre, Venezuela.

arriba: artesana guajira de la etnia wayúu tejiendo una hamaca. Zulia, Venezuela.

abajo: artesano tejiendo en la forma tradicional. Riohacha. Guajira, Colombia.


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03 - Expresiones de un pueblo


Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

Un comercio de dos vĂ­as

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03 - Expresiones de un pueblo

El coraz贸n de la frontera

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144 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


04 - Un comercio de dos vías

El corazón de la frontera El comercio binacional, a través de los años, ha sido parte primordial de la vida de este punto de encuentro. Gracias a su efervescencia, el comercio se desarrolla como un motor que aporta energía a la frontera, transformándose en parte preponderante de la vida de sus habitantes, que diariamente viven y caminan sobre la línea fronteriza.

El cambio se presenta como una actividad comercial cotidiana en la zona fronteriza. San Antonio del Táchira. Táchira, Venezuela.


Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

146

D

os mil doscientos veinte kilómetros de frontera, desde Castilletes en la Guajira hasta la piedra del Cocuy

Zona fronteriza entre Colombia y Venezuela.

negocio entre los dos países van desde las ventas de aquellos productos de pan coger que abarrotan las fronteras y benefician a cientos de campesinos, hasta el mercadeo que satisface las demandas tanto domésticas como industriales de gran escala, y cuyas utilidades más significativas están representadas por la creación de millares de empleos y por el mejoramiento de los niveles de vida de regiones enteras.

Hileras de camiones, autobuses y vehículos particulares dan vida a una de las fronteras mas activas de Latinoamérica.

a orillas del Río Negro, establecen escenarios que favorecen un comercio de dos vías. Las oportunidades de 

Día a día jóvenes y adultos pasan la frontera para abastecerse de mercancías, alimentos y combustible a un mejor precio. Zona fronteriza entre Colombia y Venezuela.


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04 - Un comercio de dos vĂ­as


Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

Durante la época colonial hubo una relación estrecha entre Pamplona, la región de Cúcuta y la zona de Mérida. A

148

hierro. Puerto Ordaz. Bolívar, Venezuela.

áreas vecinas de Zulia, entre las cuales no existía en ese período ninguna frontera, comerciaban con ingleses y holandeses que trataban de romper el monopolio impuesto por España. Desde entonces los guajiros aprendieron a comerciar a pesar de las prohibiciones legales y a hacer del contrabando una forma de vida aceptada. En el siglo xix, a las zonas de la Guajira y Cúcuta-Táchira se añadieron Arauca y los llanos del Orinoco. Sin embargo, las grandes distancias hacían que el comercio fuera muy reducido, hasta que a partir de 1894 se estableció la navegación a vapor por los ríos Meta y Orinoco. A finales del siglo xix los barcos que iban desde Orocué hasta Ciudad Bolívar transportaban ganado, café o cacao, comercio que se interrumpió cuando Cipriano Castro, presidente de Venezuela en ese entonces, prohibió el tráfico entre los dos países en esta zona. Ya en el

Puerto de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) uno de los complejos más grandes del mundo en la producción de

finales del siglo xviii el cacao y el café eran el núcleo de este comercio. Los wayúu, que habitaban la Guajira y las 

Electrodomésticos y utensilios de cocina de producción colombiana a base de materias primas venezolanas dan vida a los hogares de ambos países.


siglo xx tal actividad creció, a medida que se mejoraron las comunicaciones. De este modo los intercambios ocasionales locales fueron ampliados y se fue creando una red de mayor envergadura. A comienzos de siglo hubo un comercio muy activo de pieles de animales, plumas de aves y productos naturales, como la sarrapia. Importantes hitos en la ampliación comercial en la frontera fueron la construcción del ferrocarril de Zulia, la al Arauca colombiano, y la inauguración de la carretera entre Villavicencio y Puerto Carreño. La actividad económica ha fluctuado mucho según la situación y las políticas económicas de Venezuela y Colombia. En los años sesenta y setenta creció por la bonanza petrolera de Venezuela, que permitía importar bienes de toda clase desde Colombia, y en parte como consecuencia de la creación en 1969 del Pacto Andino. La subsiguiente crisis del petróleo redujo sustancialmente el intercambio a partir de 1981. La devaluación

04 - Un comercio de dos vías

apertura del puente sobre el Arauca en 1967, que facilitó la importación de toda clase de productos venezolanos

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Colombia - Venezuela Hermanos para siempre

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venezolana de 1983 creó una depresión en los departamentos del Norte de Santander y la Guajira, muy depen-

colombiano. Zona fronteriza entre Colombia y Venezuela.

dientes del mercado venezolano. Desde esa época el comercio se ha complementado con la compra de bienes venezolanos de consumo masivo subsidiados, como la gasolina y algunos productos agrícolas, que entran a Colombia sin atender las restricciones aduaneras. Un nuevo auge tuvo lugar en la última década del siglo xx, cuando volvió a subir el precio del petróleo y se estableció un sistema libre de intercambio entre los dos países. Colombia se convirtió en un importante proveedor de bienes manufacturados como confecciones, textiles y calzado, y de alimentos como carne y azúcar para Venezuela.

Venta informal de gasolina venezolana en territorio

Trabajador venezolano, hincha del Cúcuta Deportivo, fabrica tabacos de manera artesanal. San Antonio del Táchira. Táchira, Venezuela.


151

04 - Un comercio de dos vĂ­as


152 Colombia - Venezuela Hermanos para siempre


Por su parte, Venezuela diversificó sensiblemente su portafolio exportador, vendiendo además de las tradicionales materias primas, productos manufacturados como vehículos, textiles en fibras sintéticas, confecciones y plásticos, entre otros. Comenzaron a intercambiarse productos similares además de los complementarios. Este auge comercial estimuló la industria colombiana y condujo a un creciente flujo de inversiones, en el que empresas colombianas y venezolanas extendieron sus áreas de trabajo a la tierra de sus vecinos. Colombia y Venezuela fueron los mejores ejemplos de un intercambio interindustrial entre dos economías en desarrollo. Un nuevo intercambio comercial, diverso y lleno de posibilidades, se ha transformado en una fuerza generadora de empleo para los dos países y ha ayudado a consolidar nuestros lazos fraternales. Todo este proceso económico es una prueba de la vitalidad de ese punto de encuentro fronterizo. Su energía, destinada a la larga a superar cualquier tropieza temporal, se alimenta en gran parte de los contactos personales, los trabajos y costumbres comunes, los placeres compartidos, las voces y los ritmos de las gentes de la frontera. Conservar ese patrimonio común debe ser un compromiso de los habitantes de los dos países, para que sigamos enriqueciendo nuestra vida con la cultura que compartimos y que nos caracteriza.

Tienda de abarrotes donde se consiguen insumos básicos, incluyendo gasolina. Uribia. Guajira, Colombia.

Tráfico de mercancías a un lado del Puente Internacional Simón Bolívar. Zona fronteriza entre Colombia y Venezuela.



a: lácteos; b: ganado y carne; c y l: textiles; d: papeles; e: chocolates y golosinas; f: electrodomésticos; g: madera y útiles escolares; h: papa y otros tubérculos; i: plásticos; j: artículos de cuero; k: cerámica; m: automóviles; n: calzado.

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a

e

k

b

f

l

g


h

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c d

i j

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m n


Javier Hidalgo Castañeda: “¡Como Bolívar soñó!”.

Esteban J: “Por encima de los presidentes, seguiremos compartiendo historia, sangre, pasiones, próceres, héroes y villanos”.

Maruja Serrano: “Venezolanos y colombianos unidos y respetados por siempre jamás, amén, como homenaje a nuestro libertador Simón Bolívar y homenaje a los pueblos que conforman estas dos naciones. Paz eterna y gloria a todas las naciones vecinas”.

www.facebook.com/grupocolombia_venezuela.html

Damelys Suárez: “No existe muro, no existe frontera. Venezuela y Colombia, hermanos por siempre”.

Celia Gallardo: “Celebremos nuestras similitudes y aceptemos nuestras diferencias con paz y armonía. Viva Colombia y viva Venezuela”.

Opiniones recogidas en la red social “Facebook”, del grupo “Colombia-Venezuela, Hermanos por siempre”.

Pablo Tedeschi: “En momentos donde acá en Colombia la música pop hecha en el país era despreciada, ustedes los venezolanos nos daban ejemplo con Franco De Vita, Aditus, Ilan Chester, Yordano, Daiquiri. ¡Tantos músicos buenos! Nos dieron ejemplo a los músicos colombianos y empuje para que creyéramos que acá también se podía. Tengo mucho que agradecerle a Venezuela, pero aún si no fuera así, somos hermanos y con eso basta”.

Zulma de Barany: “Soy venezolana y amo a Colombia. Tengo mis amigas queridas en Colombia y cada vez que voy me siento como en mi casa. Me da vergüenza todo lo que está pasando y sufriendo tanta gente y comerciantes. ¿Qué es eso de guerra, si nos unen tantas cosas? Me encanta que se haya formado este grupo. ¡De verdad somos hermanos!”.

Nhora Stella Torres: “No tengo ni que decirlo nuevamente, pero sí, Colombia y Venezuela somos el mismo pedazo de tierra, con un grupo fascinante de mestizos que lo habitan; un clima que da para toda clase de producción vegetal; riquezas incontables en minerales y una ‘cosmovivencia’ —como dijera una amiga bolivariana— tan pegadita a nuestros ancestros que somos unos afortunados. Todos somos el mismo país”.

Anónimo: “Soy venezolano pero con sangre colombiana. Tengo toda mi familia materna en Colombia y me encanta ese país. Siempre que puedo voy y me encanta su música y su gente, y creo que somos más que países distintos. Somos una sola tierra y un solo espíritu. ¡Arriba nuestras patrias de Bolívar, tierras benditas de Suramérica! ¡Arriba Venezuela, arriba Colombia!”.


Fotografías

Obras

Aaron Sosa / Orinoquiaphoto p. 103, 105 (abajo), 106; Alejandra Plazas p.

Acción del Castillo de Maracaibo. José María Espinosa Prieto, 1840.

90, 113, 116, 154 (l), 155 (c, m); Alejandro Ascanio p. 81; Álvaro Martínez p.

Óleo sobre tela, 124 x 87 cm. Colección del Museo Nacional de Colombia

123; Andrea Martínez p. 64-65, 68, 72; Archivo El Tiempo p. 14-15, 94, 150;

(foto: Juan Camilo Segura) p. 83; Coronel Miranda. José María Espinosa

Archivo Fundación Bigott p. 140; Archivo La Opinión p. 146; Asdrubal

Prieto, 1830. Miniatura, acuarela sobre marfil, 5,4 x 6,8 cm. Colección del

Hernández / Orinoquiaphoto p. 56, 60, 62, 102; Carlos Eduardo Ramírez

Museo Nacional de Colombia (foto: Juan Camilo Segura) p. 85; India de la

/ Orinoquiaphoto p. 117; Daniel Melendez p. 30, 34, 44, 49, 57 (izquierda),

Libertad. Anónimo, 1819. Óleo sobre tela, 62 x 82 cm. Colección Museo de

58, 69, 120-121, 128, 135; Danny Manzanares p. 89; Fernando Bracho

la Independencia – Casa del Florero del Ministerio de Cultura de Colombia

/ Orinoquiaphoto p. 141 (arriba); Gabriel Osorio / Orinoquiaphoto

p. 86; La muerte de Girardot en Bárbula. Cristóbal Rojas, 1883. Óleo sobre

p. 39; Gerardo Sánchez p. 43, 47, 99, 139 (arriba); Gilberto Salazar p. 124;

tela, 217 x 287 cm p. 92 (izquierda); Mapa de Venezuela, Nueva Granada

Gregorio Marrero / Orinoquiaphoto p. 36; Helkin René Díaz p. 40-41, 45,

y Quito, 1819 y 1820. Agustín Codazzi, 1840. Litografía, 60 x 43 cm. David

48, 50 (arriba), 51-55, 57 (derecha), 59, 61, 63, 96-97, 100, 118, 129, 132-133, 154

Rumsey Collection p. 88; Marcha del Libertador Bolívar y Santander en

(b); Henry González / Orinoquiaphoto p. 66; Javier Lastras p. 149 (dere-

la campaña de los Llanos. Jesús María Zamora, 1915. Óleo sobre tela, 108,5

cha); Jonathan Hackett p. 130; Jorge Luis Santos / Orinoquiaphoto p. 95;

x 78,5 cm. Colección del Museo Nacional de Colombia (foto: Juan Camilo

José Abraham Toro p. 107, 134 (arriba); Juan Carrizosa p. 70, 67; Manuel

Segura) p. 78-79; Nicolasito , preescolar - Venezuela, 2000. Técnica mixta.

Olarte p. 17, 19, 20, 22, 24, 25, 42, 87, 98, 108-109, 112, 134 (abajo), 138 (derecha),

Proyecto Mapa guarda trasera; Ricaurte en San Mateo. Pedro Alcántara

139 (abajo), 151,; Mateo Rodríguez p. 104, 105 (arriba); Nelson Garrido /

Quijano Montero, 1920. Óleo sobre tela, 318 x 191 cm. Colección del Museo

Orinoquiaphoto p. 110 / Archivo Fundación Bigott p. 115; Nicola Rocco

Nacional de Colombia (foto: Ernesto Monsalve) p.82; Soraya Yunda -

/ Archivo Econoinvest p. 137; Ramón Lepage / Orinoquiaphoto p. 16, 18,

Colombia, 2000. Acuarela. Proyecto Mapa guarda delantera.

23, 46, 50 (abajo), 71, 73, 144-145, 147, 148, 153; Robert Max p. 74-75; Rodrigo Orrantia p. 28-29, 31-33, 35, 37, 38, 80, 92 (derecha), 93, 101, 111, 114, 122, 125,

Textos

127, 134 (izquierda), 138 (izquierda), 141 (abajo), 152; Tito Caula / Archivo

Este país que centra el Orinoco. William Ospina, 2000. Manifiesto para

Econoinvest p. 2-3; Yadira Silgado p. 136, 154 (a, g, k), 155 (d, h, i, j, n).

Proyecto Mapa p. 10-11.


Esta obra fue posible gracias al apoyo de:



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