La explicación del conocimiento sensitivo ha basculado muchas veces entre los que le niegan toda certeza y los que le conceden total autoridad. En realidad, la sensación es una operación del sujeto y depende del sistema nervioso. Lo que en este libro se quiere mostrar es que, ya para los medievales, las sensaciones encerraban una realidad representativa. Se trata de las sensaciones que, mediante la previa y actual inmutación de un órgano, por la acción directa del objeto, suscitan un conocimiento concreto e inmediato de una realidad presente. La sensación humana no coincide con la de seres irracionales, pues está completada por elementos no sensitivos. Los sentidos, pues, no son un obstáculo al conocimiento intelectual, sino una condición imprescindible. Bajo este prisma interpreta Tomás de Aquino la experiencia sensible, en la que se implican no sólo los sentidos externos, sino también el sentido común, la fantasía y la memoria.